Mostrando las entradas con la etiqueta Martín Redrado. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Martín Redrado. Mostrar todas las entradas

domingo, 28 de abril de 2013

“El dólar también se quiere ir”… De Alguna Manera...


“El dólar también se quiere ir”…

 EL FOBICO Y EL PSICOTICO. La huida de Lorenzino y el ataque de Moreno son dos caras de un estado alterado unidas por la bipolaridad. Kicillof, con la boca abierta.

Ese fue el título principal de la tapa de Perfil de ayer: “El dólar también se quiere ir”. Y con él los pesos de quienes todavía pueden ahorrar. Y quizá, más allá de las apariencias, sea el propio Ejecutivo, y no los miembros de la Corte Suprema, el que también se quiera ir.

Pocas veces coincidió tan desafortunadamente para el Gobierno el contraste bipolar entre la imagen fóbica de Lorenzino, huyendo ante el periodismo, y la psicótica de Moreno, enfrentando al mayor empleador de periodistas durante su asamblea de accionistas. Arrastrando con él a un tan incómodo como ido Axel Kicillof (mordía la birome con gesto extraño), viceministro de Economía y autor del único plan cambiario alternativo con que cuenta el Gobierno, justo mientras el dólar paralelo no paraba de subir: 8% en la última semana, 100% desde el cepo cambiario.

Economistas claramente distanciados del kirchnerismo, como Martín Redrado, pronostican que llegaremos a las elecciones de octubre “con muletas” pero sin cambios económicos. Una brecha entre el dólar oficial y el paralelo, que ya alcanzó el 80%, pone en dudas esos vaticinios.

El plan B de Kicillof preveía un desdoblamiento de la cotización del dólar para que la devaluación del tipo de cambio oficial ($ 5,18) continuara con un ritmo que no retroalimentara la inflación, acompañándola; mientras también hubiera otros dólares intermedios hasta alcanzar el dólar libre ($ 9,34) dependiendo tanto de la oferta y la demanda como de cuestiones de estrategia macroeconómica.

El mejor ejemplo sería el caso de la brasileña Vale, a la que si le permitieran invertir sus dólares, que trae del exterior para las obras de infraestructura a $ 9, y luego exportar su potasio a un valor intermedio entre el dólar oficial y el paralelo, podría revisar su decisión de irse del país.

El caso de Vale ilustra el parate inversor que al mismo tiempo genera enfriamiento general de la economía y no ayuda a las soluciones de largo plazo en torno a la inflación. Si se facilitara que la inversión externa ingresase a un dólar financiero, se podría reactivar la economía y bajar el precio del dólar paralelo porque muchos considerarían nuevamente competitivos los precios de inversión en Argentina.

Es cierto que un tipo de cambio desdoblado es una muleta, y lo ideal siempre sería contar con un único valor, pero el grado del problema cambiario que enfrenta ahora nuestra economía reclama por lo menos parches, si es que una política económica totalmente diferente fuera hoy inviable electoralmente para el Gobierno. Y si en el futuro les encontrasen progresivamente solución a los desajustes económicos que produjeron, las diferentes cotizaciones del dólar irían confluyendo en un valor único intermedio entre los 5 pesos del oficial y los 9 actuales del paralelo.

El domingo pasado Perfil publicó los negocios que el kirchnerismo hizo crecer continuando la política de un tipo de cambio muy competitivo de Lavagna, y que luego mató al pasar a un valor del dólar más parecido al del último Cavallo durante la convertibilidad (ver “Las canchas de paddle K” en http://e.perfil.com/negocios-y-el). Reconocer un valor del dólar más alto podría hacer volver a crecer la economía. Aquello a lo que tanto teme el Gobierno quizá sea su solución.

Pero más allá de la discusión sobre si llega o no a las elecciones de octubre, sin desdoblar en serio el mercado cambiario, menos discutibles son las pocas posibilidades de llegar a 2015 sin cambiar nada. Los datos del INDEC son el mejor ejemplo, el paso del tiempo hace que la mentira mejor armada se vaya haciendo indisimulable. Que salarios (u otra forma de ellos) aumenten al 20% anual mientras el INDEC registra aumentos de precios del 10% hace que a lo largo de los años se llegue a que las estadísticas deban sostener que ya no hay pobres en el país o indigentes en la provincia de La Rioja, como acaba de suceder.

Queda la hipótesis mencionada en estas columnas sobre qué partes de la reforma judicial y sus derivaciones en la Ley de Medios, condenadas a ser declaradas anticonstitucionales y previsibles derrotas políticas, más que un ataque mal planificado, sean una defensa de un Gobierno que “también se quiere ir” y apunta a sostener su relato victimizándose: “Luchamos pero las corporaciones burguesas no nos dejaron”.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 28/04/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



domingo, 29 de julio de 2012

Divorcios controvertidos… De Alguna Manera...

Divorcios controvertidos…

 Enemigos intimos. Redrado, Lousteau, Ocaña, Alberto Fernández, Bárbaro, Solá, Prat-Gay, Acevedo, Arnold. Todos ex funcionarios K hoy odiados por el Gobierno.

La Presidenta es una polemista. Esta semana cargó contra quienes presidieron el Banco Central entre 2003 y comienzos de 2011, nada menos que ocho de los nueve años que el kirchnerismo lleva gobernando. Los denostados, Alfonso Prat Gay y Martín Redrado, incorporados a la oposición, vienen formulando críticas a la política económica. Pero quizás no sea ésa la causa principal sino el profundo desagrado que profesa el kirchnerismo por aquellos que alguna vez estuvieron cerca y ya no lo están, generalmente más cruel que el que practican con los adversarios de siempre. Lo que a veces genera la reacción opuesta.

Encabeza la lista Alberto Fernández, quien pasó de ser el hombre de mayor confianza a su actual papel, el de enemigo perseguido y aliado de adversarios del Gobierno. Menos ruidosamente, el ministro de Economía de la 125, Martín Lousteau, corrió contemporáneamente igual suerte. Otro ejemplo es el de Graciela Ocaña, al frente del PAMI desde 2004 y luego ministra de Salud entre 2007 y 2009, actualmente diputada de la oposición (Udeso, Alfonsín-De Narváez, 2011). Y Julio Bárbaro, titular del estratégico Comité Federal de Radiodifusión de 2003 a 2008, predecesor de Mariotto y que hoy habla pestes del kirchnerismo.

Si el estilo es la persona misma, el kirchnerismo demuestra su ser en el estilo con que procesa las desavenencias con sus propios funcionarios de confianza porque la costumbre de terminar mal con ellos viene de décadas. Eduardo Arnold, vicegobernador de Santa Cruz entre 1991 y 1999, durante dos de los tres períodos de Néstor Kirchner, también renunció peleado.

Suerte similar corrió Eduardo Acevedo, quien sucedió a Arnold como vicegobernador de Néstor Kirchner y luego fue el primer director de la SIDE kirchnerista hasta ser electo gobernador de Santa Cruz en diciembre de 2003. Enojado con el Gobierno nacional, renunció en 2006.

Se podría sumar a la lista Felipe Solá, ex gobernador de la provincia de Buenos Aires con Néstor Kirchner. Lo insultaron por no apoyar la 125 y terminó aliado con De Narváez y Macri en las elecciones de 2009.

Como en los amores, los divorcios son de a dos. Si no habla muy bien del Gobierno que sus principales figuras se vayan dando un portazo, tampoco deja libres de contradicciones a los que se fueron.

En el otro extremo está Scioli, quien nunca se dio por ofendido gracias a su paciencia infinita, que lo hizo perseverar donde cualquiera habría puesto un límite, pero tampoco esa actitud lo deja exento de contradicciones, críticas y costos.

Se podría decir que estar muy cerca del Gobierno es tan peligroso como estar en contra, y quizás más, confirmando aquello de que sólo la indiferencia es lo contrario del amor, porque el odio también es un afecto.

La lista de amores malavenidos trasciende a los funcionarios y se agregan Eskenazi, Moyano, el Grupo Clarín. Más un ambivalente purgatorio con Hadad y Brito.

Volviendo a los funcionarios, se distinguen dos casos que lograron metabolizar su participación en el Gobierno y su distancia posterior de una forma menos abrupta. El de Sergio Massa, jefe de Gabinete que sucedió a Alberto Fernández en el difícil tránsito del post 125 a la derrota en las elecciones legislativas de 2009, y logró como intendente de Tigre mantener una distancia crítica del Gobierno pero al precio de borrarse de los medios. Y el de Lavagna, que por su señorío tan previo al kirchnerismo está más allá de cualquier escándalo.
Es lógico que haya un recambio de funcionarios a lo largo de casi una década de gobierno, el menemismo produjo varios relevos en un período de tiempo similar pero los casos de ex funcionarios enemistados no fueron una constante como en el kirchnerismo, aunque sí hubo dos extremadamente ruidosos: el de Cavallo y el de Duhalde como vicepresidente.

Quizás por eso, para evitar futuros competidores, Néstor Kirchner prefirió un vicepresidente sin arraigo en el peronismo como Julio Cobos para acompañar la fórmula de su esposa, y ella misma haya elegido a Boudou casualmente por sus limitaciones más que por sus virtudes. También Cobos integra la lista de ex aliados enemistados.

Es probable que en este segundo mandato la Presidenta precise rotar menos funcionarios y a la vez genere menos separaciones ruidosas por el solo hecho de que al comienzo el kirchnerismo no había formado sus propios cuadros y tuvo que apelar a lo que había.
Veremos.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el viernes 27 de Julio de 2012.