Mostrando las entradas con la etiqueta Juan Domingo Perón. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Juan Domingo Perón. Mostrar todas las entradas

sábado, 15 de octubre de 2016

Perón dejó de ser peronista justo cuando muchos querían serlo… @dealgunamanera...

Perón dejó de ser peronista justo cuando muchos querían serlo…

Juan Domingo Perón.

“Este es el pueblo de la Patria. Es el mismo pueblo que en esta histórica plaza pidió frente al Cabildo que se respetaran su voluntad y sus derechos. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque no hay perfidia ni voluntad humanas que puedan someterlo.” (Fragmento del discurso de Juan Perón ante una multitud en los balcones de la Casa de Gobierno el 17 de octubre de 1945, luego de haber estado prisionero de un sector del Ejército refractario a su proyecto de poder y de país)

© Escrito por Osvaldo Pepe y publicado el sábado 15/10/2016 por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El lunes próximo se cumplirán 71 años de una masiva movilización obrera que partió en dos la Argentina oligárquica y pastoril. Fue un tajo profundo en la historia que amplió la participación de la ciudadanía, consagró nuevos derechos y democratizó el ingreso de los trabajadores. Fundó en el país la sociedad de masas. ´

Para algunos, la fecha fue el nacimiento del peronismo, el momento fundacional de una identidad aún perdurable. Perón tenía 50 años y especulaba con su pase a retiro, mientras con astucia de estadista empezaba a modelar un fecundo liderazgo civil que lo llevaría tres veces a la Presidencia.

Hay querellas con el parto de su más audaz criatura política: para algunos, el peronismo había nacido con el golpe de estado del 4 de junio de 1943, del cual el coronel había sido activo protagonista como miembro del GOU, un grupo militar con aires de logia conspirativa.

Es probable que ni Perón ni su pareja, Eva Duarte, una actriz sin la bendición del éxito que por su condición y su convivencia clandestina con el coronel despertaba las iras de un generalato vetusto, hayan ponderado lo que vendría tras esa noche bautismal. Fueron diez años en los que la Argentina se transformó para siempre. Los “cabecitas negras” conocieron derechos y dignidades sin explorar. Para ellos sí fue una década ganada, pero en el marco de crecientes odios larvados que un mal día estallaron y buena parte del país ardió con sed de venganza.

Al regresar del exilio, en el crepúsculo de sus días, Perón fue un sabio animal político, un zoo politikon aristotélico. Aprendió de sus errores. Por entonces, con humor ácido y picardía criolla, les decía a los súbitos peronistas: “Así que se me hizo peronista, vea cómo son las cosas, justo cuando yo estoy dejando de serlo”.

Se despidió desde ese mismo balcón del 45, casi treinta años después, con una bella poesía política: “Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”. En confianza, mejor que el General, donde quiera que esté, no sepa lo que muchos peronistas hicieron en su nombre. Merece descansar en paz.

 


viernes, 9 de septiembre de 2016

Luis D’Elía sin filtro: “Macri va a necesitar el helicóptero”… @dealgunamanera...

Luis D’Elía sin filtro: “Macri va a necesitar el helicóptero”…

El dirigente social K sueña con un final anticipado del macrismo.

El piquetero K arremete contra el Gobierno. “Son la colonia de Estados Unidos”, dice. Y sobre Cristina Kirchner opina: “es Perón”.

© Publicado el viernes 09/09/2016 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El dirigente del Partido Miles, Luis D’Elía, invita a Noticias a su búnker, frente a Plaza Miserere. El único televisor de su despacho está sintonizado en Telesur, con el volumen tan fuerte que debe apagarlo antes de empezar a contestar las preguntas.

Noticias: ¿Cómo ve estos 9 meses del gobierno de Macri?
Luis D’Elía: La verdad es que peor no podían ser estos tiempos: ajuste, devaluación, inflación, una fuerte reducción del consumo popular y una caída notable de la actividad económica.

Noticias: ¿Cree que Macri no va a terminar su mandato?
D’Elía: El que abre indiscriminadamente la economía y hace que haya miles de trabajadores menos, puede tener un grave costo social. Yo pienso que el principal conspirador contra Macri es Macri.

Noticias: Pero ustedes piden que se agiten las protestas.
D’Elía: Ese comunicado es falso. Pero si Macri sigue así va a necesitar el helicóptero. El día que hubo helicóptero es porque hubo renuncia, no porque hubo golpe. Pero si tenemos dos millones de desocupados, ¿qué quiere? ¿Que lo vayan a felicitar?

Noticias: ¿Siente que el movimiento que usted apoyó lo está dejando solo?
D’Elía: No, al revés. Cuando al Partido Miles vienen a militar Amado Boudou, Gabriel Mariotto, Fernando Vaca Narvaja, Osvaldo y Carolina Papaleo y sindicatos importantes, no me siento solo.

Noticias: Pero no tienen el apoyo de Cristina.
D’Elía: Cristina nos acompañó cuando se hizo el acto del ND Ateneo. Y nos animó a seguir construyendo un partido importante.

Noticias: ¿Qué opina de la reconstrucción del peronismo sin el kirchnerismo?
D’Elía: Que es una actitud equivocada. Son una locomotora al abismo. Creo que el Partido Justicialista cada vez que se enfrenta al peronismo tiene graves problemas. Y el kirchnerismo es el peronismo del siglo XXI. Cristina es Perón.

Noticias: ¿Tienen pensado qué hacer si Cristina va presa?
D’Elía: Yo creo que Macri, Magnetto, Lorenzetti y la Embajada de Estados Unidos trabajan para que Cristina vaya presa. No sé si lo van a poder lograr. Para nosotros sería una presa política. Bueno, alguna vez lo tocaron a Perón y hubo un 17 de octubre. Que la metan presa, no hay problema, pero va a haber un 17 de octubre, no tenga duda.

Noticias: ¿Sigue odiando a la oligarquía?
D’Elía: Odio a la puta oligarquía argentina. Y este gobierno es más que eso. Esto es la colonia. Este es el gobierno de los Estados Unidos en Argentina.


domingo, 10 de julio de 2016

El tercer siglo… @dealgunamanera...

El tercer siglo…

Los presidentes y el Papa, principales actores. Fotografía: Cedoc

Bergoglio, Cristina y Macri son los principales significantes de la pugna ideológica entre dos modelos: uno supuestamente anticuado y otro supuestamente moderno.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 10/07/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Bergoglio se siente tan incomprendido en su país como Messi. La cancelación de su visita en 2017, adelantada por Perfil el domingo pasado, y el mensaje conciliador que le envió a Macri en el reportaje de Joaquín Morales Solá en La Nación ese mismo día, fueron interpretados en el Gobierno como un replegarse de Francisco al constatar que su propia tierra es el único lugar donde lo que dice el Papa genera conflictos políticos.

Es lógico, Bergoglio, Cristina y Macri son los principales significantes de la pugna ideológica entre dos modelos: uno supuestamente anticuado y otro supuestamente moderno, con el que comienza este tercer siglo de vida del país al celebrarse ayer en Tucumán el Bicentenario del 9 de Julio de 1816.

Lo de Macri no es nuevo, el conflicto siempre fue entre modernización y tradicionalismo

Las causas del afecto que Francisco le dispensó a Cristina y la frialdad con que trató a Macri, en contraste con el maltrato que recibió del kirchnerismo siendo cardenal en Argentina, son una buena síntesis de las contradicciones entre esos dos modelos en pugna, que se recrearon con distintos nombres este segundo siglo de nuestra patria que dejamos atrás pero que en el fondo fueron siempre los mismos.

La teoría general de la acción, del sociólogo Talcott Parsons, explica que los valores compartidos modelan la conducta individual y motivan la acción social. Hubo en nuestro último siglo como país dos pares dicotómicos que orientaron el sentido de la acción: el polo de lo racional-impersonal-universal (el liberalismo, el socialismo, la mayor parte del radicalismo y ahora el PRO) por un lado, y el polo afectivo-personalista-particularista (el peronismo) por el otro. El conflicto siempre ha sido entre la modernización y la tradición.

Violencia epistemológica. La mirada anticapitalista cree que este sistema produce “especialistas sin espíritu” y “vividores sin corazón”; los primeros saben todo de su pequeño mundo sin querer saber cómo afecta a los demás; y el segundo, empobrecido sentimental y emocionalmente, sólo busca placeres momentáneos e inmediatos. Y que como “los ricos no sólo quieren ser felices, sino que quieren tener el derecho a ser ricos y felices”, para legitimar sus privilegios convierten a la economía en algo sagrado para justificar sus privilegios como algo  funcional al bien común. Usando la ciencia y la palabra del especialista para producir una violencia epistemológica que enmascara las relaciones de poder que permiten la reproducción de ese statu quo.

Para hacer ingresar a la Iglesia Católica en esta tensión de valores vale introducir el pensamiento de Max Weber y su célebre La ética protestante y el espíritu del capitalismo, el mayor tratado sobre la relación del desarrollo económico con la religión, donde se plantea al catolicismo como un entorno menos favorable al capitalismo. Y también el libro Max Weber en Iberoamérica aún no editado en Argentina pero sí en México por Fondo de Cultura Económica, donde se profundiza en el papel de la Iglesia Católica y la cultura hispánica en la evolución económica de Latinoamérica.

El conflicto de fondo entre Bergoglio y Macri (o lo que Macri representa más allá de su propia conciencia) reside en la característica “a-ética” del capitalismo al que Max Weber llamaba esclavitud sin amo: “Toda relación personal entre individuos, incluso la más completa esclavitud, puede ser éticamente reglamentada”, mientras que el carácter racional de las relaciones puramente de negocios dentro del cosmos capitalista crea dependencias impersonales. Hay afinidad negativa porque la ética católica –donde la piedad, la solidaridad  y especialmente la fraternidad (que sólo puede darse entre quienes comparten vínculos) ocupan un lugar central– se desestructura en las relaciones impersonales que se contraen en la economía capitalista, arrancándole a la Iglesia su posibilidad de influencia en la relación entre personas. Esa es la causa originaria de su aversión y su antipatía cultural. La Teología de la Liberación latinoamericana sublima ese rechazo al capitalismo de la Iglesia Católica que en su conjunto no pretende abolir el capitalismo pero sí corregir sus aspectos más negativos. El peronismo tampoco aspira eliminar el capitalismo, pero sí a reformarlo.

El conflicto con la tecnocracia macrista no es por ateísmo o la existencia de Dios, sino por la eventual adoración de falsos dioses expresada en la idolatría del mercado o de la ciencia. Un combate entre el verdadero dios de la vida y el dios del dinero. En esa lucha de dioses la economía pasa a ser una teología del mercado y el capitalismo, una especie de falsa religión.

El peronismo también es una “religión”. Que las sociedades se hayan secularizado durante el último siglo no quiere decir que el pensamiento religioso se haya reducido en esa proporción, sino que desplazó las emociones religiosas a la política y en especial al sistema de liderazgo carismático populista, donde se apela más recurrentemente a los sentimientos.

El líder carismático pareciera tener capacidades sobrenaturales que permitirán la redención del pueblo bajo la guía de un salvador. El propio mesianismo marca el carácter religioso de este tipo de liderazgos que no precisa de la mediación de las instituciones para llegar al pueblo, generando una democracia inorgánica y movimientista.

Los líderes carismáticos no son vistos como políticos normales sometidos a las reglas del sistema y limitados por un período determinado, sino que son portadores de una misión mítica. El peronismo fue la forma que tomó en la Argentina, pero en toda Latinoamérica se dieron fenómenos comparables durante el último siglo. Tampoco es una cualidad única del peronismo la maleabilidad doctrinal que le permitió hacer populismo de “derecha” y de “izquierda” mientras articuló demandas dispersas. Hubo un populismo clásico hace más de medio siglo con Perón, Velazco Ibarra en Ecuador, Gaitán en Colombia y Getulio Vargas en Brasil. Un neopopulismo neoliberal con Menem y Fujimori en Perú. Y un populismo radical con Chávez, Morales, Correa y Kirchner recientemente. El Papa no sólo mostró consideración por Cristina, sino también por Maduro, Dilma, Morales y Correa, y cuando visitó México puso énfasis en visitar la rebelde Chiapas.

Lo que tienen en común los populismos es su anti institucionalismo, son ajenos a rendir cuentas y a los tribunales porque sus conductores no se ven a sí mismos como el político tradicional que estará un tiempo limitado en el poder, todo conflicto es dramatizado como una lucha moral y no creen en los derechos de las minorías. Perón dijo: “El pueblo nos ha elegido, por tanto se hace lo que decimos”. Y Cristina provocaba a sus críticos llamándolos a hacer un partido político y ganar las elecciones o mantenerse callados. En su reportaje el domingo pasado en C5N dijo que no se puede liderar aquello que el pueblo no quiere, explicando por qué no volvió a la conducción.

Para el populismo, el pueblo, debido precisamente a sus privaciones, es el depositario de la virtud, de lo auténtico y de lo moral. Que se enfrenta a la oligarquía, que también debido a su riqueza, es lo injusto y lo malo (en ocasiones asimilado también a lo extranjero de países ricos). Otro punto de contacto con Francisco, quien pone especial foco en la Iglesia de los pobres siguiendo la tradición de esperar más virtud en la pobreza y viceversa en la riqueza.

El populismo asume la política como un sacerdocio, un darse a los otros, y no pocas veces el líder pareciera consumir literalmente su vida atribuyendo la causa de enfermedades a ese suplicio, como fue en los casos del cáncer de Evita y Chávez o el infarto de Néstor Kirchner: alguien que muere para que otros renazcan. Chávez, el año antes de su muerte, dijo por cadena nacional: “Dame tu corona, Cristo, dámela, que yo sangro. Dame tu cruz. Cien cruces, que yo las llevo”.

El discurso político es distinto al discurso de la técnica porque las argumentaciones son menos útiles a la hora de impulsar la acción que las apelaciones emotivas. Pero si el líder populista no les aporta bienestar a sus seguidores, más tarde o más temprano su autoridad se disipará. Por eso el populismo surge en los momentos en que la economía permite mejorar contundentemente la calidad de vida de las personas y se agota al acabarse esas condiciones.

La singularidad del peronismo entre todos los populismos latinoamericanos está en su durabilidad fundada en la organización sindical que creó. Pero los cambios en la forma de producir de este próximo siglo, sumado a que la mayoría de los líderes sindicales emotivamente peronistas conforman una gerontocracia que la sola biología superará, ponen en duda la perdurabilidad de ese sistema en el futuro.

El populismo se asume como portador de una ética caritativa, por tanto la distribución de la renta es más importante que la creación de valor. Y su conflicto con la economía se hace inevitable en la medida en que se acaban los recursos.

Manejar los fondos públicos para mantener la lealtad de sus seguidores le impone no tener en cuenta la racionalidad económica cuando escasean los recursos y lo obliga a instrumentar medidas cada vez más cortoplacistas e inviables a largo plazo.

Pero religiosidad no quiere decir irracionalidad, y éste es el punto donde el pensamiento carismático y mítico en la política se separa netamente de la Iglesia. Max Weber no representó a la ética religiosa como irracional en contraposición con el racionalismo económico del capitalismo, sino que distinguió dos tipos diferentes de racionalidad: una formal y otra material, lo que décadas después la escuela de Frankfurt llamó “sustancial” e “instrumental”. Este puede ser el punto de encuentro de la tecnocracia que representa Macri con el Papa, siendo el PRO instrumento de lo material al servicio de lo sustancial y formal, dejando espacio para alguna forma de metafísica que vaya surgiendo de un nuevo relato nacional que le quite la levedad que hoy tiene el macrismo. Y viceversa, la Doctrina Social de la Iglesia podrá ir mutando con las décadas, adecuándose a las problemáticas de la economía de cada época, pero manteniendo inalterable el fin de promover la fraternidad de los que tienen con los que no tienen.

Macri dijo que si terminara su mandato sin haber reducido la pobreza se consideraría fracasado. A la Iglesia le preocupan aquellos que estén en el decil más bajo de la pirámide, no importa cuánto haya progresado el promedio de todos los deciles.

El populismo carece de la previsibilidad y la calculabilidad que el capitalismo precisa para desarrollarse.

El patrimonialismo.

Para Max Weber había tres formas legítimas de dominación social: la tradicional, la carismática y la legal-burocrática. Estos tres tipos ideales se podrían resumir en dos: el patrimonial y el legal-burocrático. Simplificadamente, distintas formas del tipo patrimonialista se dan en los países en vías de desarrollo, mientras que los países desarrollados lo son, en gran medida, porque alcanzaron el tipo legal-burocrático.

En el patrimonialismo hay una expectativa de cierta reciprocidad en el vínculo, mientras que el legal-burocrático es impersonal. El capitalismo requiere la calculabilidad de las reglas y la previsibilidad que no son capaces de sostener los sistemas basados en una resolución de conflictos no mediados por instituciones. La democracia sería esa competencia civilizada entre intereses.

Una de las características de la dominación carismática (populismo) es la poca profesionalización de su burocracia, donde no existen criterios de carrera, jurisdicción, competencias o reglamentos, lo que hace menos efectiva la administración de sus gobiernos. Cuando Macri coloca tanto énfasis en “el equipo”, el “mejor” equipo, y hace gala de su propia falta de carisma, contrapone el carácter efímero y extraordinario del líder irremplazable frente a la estabilidad de lo rutinario y de la continuidad en una especialización del experto. Un sistema patrimonialista es pre burocrático porque no obedece a reglas abstractas puestas al servicio de una finalidad objetiva e impersonal sino que se entrega a la arbitrariedad del momento. Imperfecciones que, entonces, sólo pueden terminar siendo resueltas por un líder paternalista. Si no se puede delegar, el poder se centraliza.

El patrimonialismo se apoya en un ejercicio del poder propio del clientelismo, donde se producen relaciones verticales y asimétricas. Ese sistema de intercambio de favores difusos e informales incluye también al Estado con los más poderosos produciendo ineficiencia ante la falta de competencia por calidad/precio y hasta la más temida corrupción estructural. 

Lo que hoy vemos en  Argentina más que nunca y que se promete cambiar.


viernes, 15 de mayo de 2015

¡Viva Fayt!... @dealgunamanera...

¡Viva Fayt!...


A mí no me inquietan los 97 años del doctor Fayt sino los 58 del ministro Fernández.

Suelo verlos en la calle en el mismo instante en que ellos me ven. Tras advertir que somos de la misma leva temporal, aquietamos el paso y ya próximos, nos cedemos recíprocamente la pared y sonreímos. Esto último de un modo, creo, ligeramente cómplice. ¿De qué? No lo sé.

Somos los viejos. Algo así como árboles humanos de ex follaje que suelen moverse con bastón por la ciudad de taco y punta. Ninguno recuerda cuándo le empezó su actual condición. Varía la edad según sean costumbre o asombro los que sellan sus vidas. 

Pruebas y confesiones hay que marcan ciertos signos. Por ejemplo la de Alphonse Daudet quien decía que las 3 de la mañana era “la hora en la que los ancianos se despiertan”. O Trotsky cuando, expulsado de la historia por Stalin y huyendo hacia México (huérfano de toda masa, solo consigo mismo) advierte por su cara en el espejo que “el momento más grave de la vida es cuando uno descubre que ha comenzado a envejecer”.

¿Miraba yo a los viejos cuando joven? Sí. La memoria no me pasa factura de culpa. Y por la experiencia en estos ya 15 años de viejo mirón tampoco creo se las pasará a los jóvenes de hoy. Podrá resultar increíble el dato pero lo tengo más que comprobado: no recuerdo en todo ese tiempo un solo gesto joven de discriminación o burla o indiferencia a mi persona como abusivo profesional del tiempo. Al revés, sea en la calle, en cines o en recintos concurridos, lo que experimento, es un cálido, atento cuidado de mi edad. No pasa igual cuando se trata de adultos ya hechos. Por lo general (como si alguna voz les recordara ya que la mitad de la vida está cursada) respetan al viejo en frío, ponen pronta distancia, temen un contagio.

No así las mujeres. Y habrá que agregar esta misma virtud de ellas en su probada dedicación a los padres cuando entran en la ancianidad. Hasta el propio Cervantes certifica esta verdad con apunte de maravilla. “La mitad de la vida son los hijos. Más las hijas, la mitad más entera”. Y sí.

Sobre todo esto venía meditando yo a propósito del crimen de lesa sensibilidad practicado por el gobierno con el juez Fayt, nonagenario él. Y molesto y mucho por el nuevo despropósito urdido en las bajas esferas del relato nacional. Y sobre todo, indignado. Es que a mí no me inquietan los 97 años del doctor Fayt sino los 58 del ministro Fernández. ¿O no es acaso él, la más agotada, imprevisible y peligrosa figura pública que campa a su capricho entre nosotros?

Visible y audible es que nuestro jocoso reino del revés atraviesa un estridente período de locuacidad feroz. La empecinada locutora oficial es imparable a la hora de sumar extravagancias al relato que ella supone historia. En él caen Onur, Sherezade, Cutzarida, Tinelli, Samid, Bocas-Ríveres, como nosotros estupefactos y revueltos dentro. A su consumado y consumido ego le cuesta aceptar que la realidad (de las urnas) es la única verdad (de las urnas) bien sea lo dijese Perón o que sin saberlo nosotros Aristóteles se hubiese copiado de Perón. Y como si algo faltara, al más ácido y vocinglero de sus ministros le da por salir a perseguir ancianos.

En el país viven un millón de habitantes mayores de 80 años. ¿Puede cualquier Fernández llegar a los 100? Según la ciencia, no. Se arriba a esa cima o a sus cercanías, como llegó el doctor Fayt por obsequio, seguro, de la genética y de los dioses. Y de él mismo. Hay que saber vivir (y perdurar) en consecuencia. Envejecer de modo dilatado convierte a quien le toque en depositario activo del más antiguo anhelo de la humanidad: vivir más y mejor. Y en este sentido, un Bunge, un De Vicenzo, una Legrand, un Fayt merecen un amoroso cuidado social y no el tratamiento “a lo bestia” que desde del gobierno se viene dando estos días al magistrado.

No han arribado porque sí a su “alta edad”. Llegan a ella por destino y, como apuntan gerontólogos de fuste, por lo singular de su nivel psicológico y social. Para Cicerón, los mayores deben asumir asuntos sociales y políticos que no requieren prisa sino prudencia y reflexión, que suelen desarrollarse con el envejecimiento. También afirma que el adulto mayor está en mejor situación que el joven porque ha conseguido lo que aquél espera. Por lo general, el individuo mayor se muestra más atento al resguardo y guía de su grupo de pertenencia. La ciencia en esto es terminante. 

No se conoce caso alguno de individuo que haya alcanzado los 100 años si en el transcurso de su vida escapó de la justicia oculto en el baúl de un automóvil. Un baldón así reduce toda chance.

Vuelvo. Digo que regreso de esta caminata que suelo dar a la hora del véspero y me invade otra vez el tema Octo. Es recurrente. También yo tengo mi Relato de la Última Edad. Pertenezco por tal a un colectivo humano que reúne en el país a un millón de personas. Exceptuando el grupo de innombrables genocidas que habitan en la Nada, se trata de un millón de veteranos y veteranas que podrían llenar varias “bomboneras” y “monumentales”.

Cada uno posee a su medida experiencia y memoria para trasvasar a la joven sociedad que los sucede. Este millón sobreviviente posee conocimientos que pueden reforzar los proyectos de la nueva generación. Mucho que dar y proponer. No ser sensible a esta herencia elemental de los pueblos es un despropósito imperdonable.

Y atacarlos, un crimen.

¡Viva Fayt!

© Escrito por Esteban Peicovich el jueves 14/05/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


viernes, 17 de octubre de 2014

17 de octubre 1945... "El tiempo me dará la razón"... De Alguna Manera...


17 de octubre 1945: "El tiempo me dará la razón"...


Ese día el coronel Juan Domingo Perón, desde los balcones de la Casa Rosada, pidió a los trabajadores que reclamaban su libertad que se "unan y sean más hermanos que nunca" y advirtió a los "indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien lo ayuda".

Aquella Plaza de Mayo que desbordaba de pueblo reclamó la libertad de quien reconoció los derechos de los trabajadores y de quien le escribió a Evita desde su prisión en la isla Martín García: "Tesoro mío. Tené calma, y aprendé a esperar. Esto terminará y la vida será nuestra. Con lo que yo he hecho estoy justificado ante la historia, y sé que el tiempo me dará la razón".

"Empezaré a escribir un libro sobre esto (...) veremos entonces quién tiene razón. El mal de este tiempo y especialmente deeste país, son los brutos, y tú sabes que es peor ser bruto, que ser malo", le dijo Perón a la abanderada de los humildes.

Y el tiempo le dio la razón. Aquel 17 de octubre fue el corolario de una serie de hechos que comenzaron el 10 de octubre cuando por la mañana se convocó a los gremios a los que Perón les hablaría esa tarde para despedirse, desde la Secretaría de Trabajo.

Poco antes, precisamente la noche del 8 de octubre, cuando el entonces coronel festejaba sus 50 años, el jefe de la guarnición de Campo de Mayo, general Eduardo Avalos, le exigió la renuncia a la vicepresidencia de la Nación y a los cargos de secretario de Trabajo y secretario de Guerra.

La resolución de dirigirse a los trabajadores constituyó su última alternativa política, un pretexto para congregar a los obreros que lo apoyaban y hacer una demostración de fuerza ante los ojos de los militares.

El jueves 11 de octubre Perón solicitó licencia al ministro de Guerra a la espera de su retiro y el 12 por la mañana, los civiles antiperonistas se citaron en la plaza San Martín y reclamaron ante el Círculo Militar el reemplazo del entonces presidente Edelmiro Farrell. 

La resolución de dirigirse a los trabajadores constituyó su última alternativa política, un pretexto para congregar a los obreros que lo apoyaban y hacer una demostración de fuerza ante los ojos de los militares.

En el mismo momento el coronel Domingo Mercante, principal colaborador de Perón, congregó a dirigentes gremiales para pedirles que convoquen a una huelga general.

El sábado 13 de octubre el presidente Farrell encomendó al subjefe interino de policía, mayor Héctor D'Andrea, la detención de Perón en su casa de la calle Posadas 1567.

D'Andrea cumplió esa orden y Perón fue trasladado a la isla Martín García.

Un hábeas corpus, alentado por Eva Perón, fracasó, pero la noticia de su detención movilizó a los gremios y los obreros de la carne, dirigidos por Cipriano Reyes, recorrieron las calles de Berisso y Ensenada con carteles y banderas argentinas.

El domingo 14 Perón siguió preso en Martín García. Supuestamente atacado de pleuresía se iniciaron gestiones para internarlo en el Hospital Militar, trámite que resultó exitoso, pero el traslado se postergó hasta el miércoles 17.

Al conocerse el lunes 15 de octubre la noticia del traslado de Perón al Hospital Militar, Cipriano Reyes organizó la movilización popular.

En la tarde del martes 16 de octubre, en Berisso, los obreros de la carne iniciaron una marcha reclamando de viva voz la libertad de Perón.

La policía provincial dispersó a los manifestantes a las pocas cuadras, pero se reagruparon con la intención de cruzar el puente que une Berisso con Ensenada, para llegar hasta la destilería de YPF y levantar a sus obreros.

Fueron de nuevo contenidos, esta vez por un piquete de marineros. Hechos similares se reprodujeron en Avellaneda, y, finalmente, algunos grupos de trabajadores llegaron a la Capital.

El miércoles 17 de octubre, a las 2 de la madrugada, Perón fue llevado al undécimo piso del Hospital Militar. Evita, con su hermano Juan Duarte, ingresaron poco después.

A partir de ese momento, el cuartel general de operaciones tuvo como sede ese sector del policlínico.

Horas después, a las 7 de la mañana, los obreros de la carne lanzaron una huelga general y comenzaron a recorres las calles porteñas.


Con el correr de las horas se fueron congregando en la Plaza de Mayo, pero la espera fue larga: Perón habló por fin a la medianoche.

Desde los balcones de la Casa Rosada, Perón dijo a los trabajadores: "Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción; pero desde hoy sentiré un verdadero orgullo de argentino porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la patria".

"Hace dos años pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese pueblo a quien yo sacrificara mis horas de día y de noche, había de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien lo ayuda", sentenció.
 
Y agregó: "Que sea esa unidad indestructible e infinita, para que nuestro pueblo no solamente posea esa unidad, sino que también sepa dignamente defenderla".

"Dije que había llegado la hora del consejo, y recuerden, trabajadores, únanse y sean más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse nuestra hermosa Patria, en la unidad de todos los argentinos", resaltó.

Y concluyó: "Pido a todos que nos quedemos por lo menos quince minutos más reunidos, porque quiero estar desde este sitio contemplando este espectáculo que me saca de la tristeza que he vivido en estos días".
 
La lealtad del movimiento peronista todos los 17 de octubre le dio a Perón la razón. 

© Escrito por Mariana Menzulio y publicado el 17/10/2014 por http://www.telam.com.ar