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martes, 11 de febrero de 2014

España reconocerá a los judíos expulsados en 1492… De Alguna Manera...


España reconocerá a los judíos expulsados en 1492…

España concederá la nacionalidad a los descendientes de judíos que en el año 1492 fueron expulsados de la península ibérica. Foto: AFP

Devolverán la nacionalidad a unos 3 millones de sefaradíes. España concederá la nacionalidad a los descendientes de judíos que en el año 1492 fueron expulsados de la península ibérica. La medida, que fue anunciada el viernes último por el gobierno de Mariano Rajoy y debe votarse en el Parlamento, aceleró las consultas en los consulados españoles en Israel.

Según el diario El País, las sedes diplomáticas españolas de Tel Aviv y Jerusalén se han visto "saturadas" por las preguntas. De acuerdo a estimaciones, alrededor de 3, 5 millones de sefaradíes podrían beneficiarse con esta medida.

En el anteproyecto de ley se citan seis posibles certificaciones de la condición de sefardí, entre ellas "los apellidos del interesado" y "el idioma familiar", en referencia al castellano medieval conocido como ladino, además de "otros indicios que demuestren su pertenencia a la comunidad judía sefardí" o "la vinculación o parentesco del solicitante con una persona o familia de las mencionadas en el apartado anterior".

Fuentes consultadas por El País recordaron que "esto es todavía un anteproyecto de ley que debe considerarse en el Congreso. El Ministerio ha enunciado una serie de criterios, y entre ellos está que el solicitante sea sefardí, pero también que tenga una especial vinculación con España. Es un asunto que no se puede valorar hasta que el parlamento lo apruebe de forma definitiva. En todo caso habrá que esperar a que se publique en el Boletín Oficial del Estado para iniciar cualquier proceso”.

El diario israelí Yedioth Aharonoth llevó el tema a sus páginas: 'El sueño español' y 'De repente, todos somos españoles'. La expulsión de los judíos fue ordenada por los Reyes Católicos en 1492 durante su “campaña de homogeneización religiosa” en España.

© Publicado el Martes 11/02/2014 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

domingo, 3 de marzo de 2013

Destinos... De Alguna Manera...


Destinos...

 Cristina Fernández y Héctor Timerman.

Lo más triste es que para muchos terminó siendo, en definitiva, “cosa de judíos”, resultado tenebroso, pero coherente con la Argentina profunda. No es saludable engañarse ante evidencias tan inocultables. El Gobierno avanzó porque lo dejaron. Nada especialmente fuerte consiguió frenarlo.

Odio mentar en temas graves situaciones personales. Pero si efectivamente la Argentina supo hace dos años que Cristina Kirchner negociaba pactar con Irán fue porque yo lo destapé aquí, en PERFIL. ¿Qué hizo entonces la AMIA? Su presidente, Guillermo Borger, aceptó el ultimátum oficial y dijo que mi primicia era un delirio, una mentira, algo inconcebible, la obra “de un loco”. Alberto Nisman, el fiscal de la causa, no se quedó corto: se valió de varias comisiones de la Policía Federal para citarme personalmente de manera perentoria. Me “exigía” concurrir a declarar munido de documentación que acreditara de qué fuentes me había valido para informar lo que hoy ya se consumó. La Argentina e Irán han pactado, es así. Cristina lo hizo.

Intimidadas, confundidas, poco preparadas, las conducciones comunitarias venían retrocediendo hace años. Cristina en este caso fue coherente. Contrató primero al oscuro y oblicuo Sergio Burstein como su agente preferido, y lo puso junto a la DAIA y la AMIA en las patéticas excursiones a la ONU en Nueva York.

Ambas entidades aceptaron en silencio la imposición. Después, Cristina resolvió que el delegado argentino ante la ONU permaneciera en la Asamblea General de la ONU escuchando la habitual logorrea venenosamente antisemita de Ahmadinejad. También eso aguantaron.

Finalmente, en diciembre Héctor Timerman se apareció en Pasteur 633 para explicarle a la conducción judía las bondades del acuerdo con Teherán. Lo recibieron bien, interesados y muy afables. Esa deferencia implicaba olvidarse de que, casi dos años antes, la decisión de pactar con Irán había sido admitida por la propia Presidenta.

El 30 de diciembre pasado escribí aquí: “La patraña funcionó. Habrá que reconocerle a Héctor Timerman que esta vez le fue bien. Succionada desde hace ya varios años por el Gobierno, que ha manejado su ‘cuestión judía’ con endiablada habilidad, la representación política de la colectividad recibió al ministro de Exteriores y en definitiva avaló sus tratos con Irán. Producto inexorable de una asombrosa candidez unida a una acendrada decisión de ser protegida por el Gobierno, la DAIA le permitió al emisario de Cristina Fernández configurar el escenario preferido por la Casa Rosada (…) para hacerse avalar en sus turbias gestiones con el régimen de la República Islámica de Irán”.

La respuesta de la DAIA no se haría esperar. A las pocas horas, el vicepresidente primero de la entidad, Waldo E. Wolff, me despachó una carta donde me dijo: “Tal vez usted pretenda a la DAIA como un instrumento al servicio de su posición opositora. Digo, la que ostenta hoy, señor Eliaschev. Es que siendo yo un demócrata, acepto, respeto y tolero que ande Ud. saltando de corriente en corriente política a lo largo de su vida todo lo que desee, tal cual en efecto lo ha hecho. Pero no utilice para sus excursiones partidistas a nuestra DAIA. Le hace daño. No a los dirigentes. Sino a la comunidad judía. Cuando nuestra independencia sirve a sus fines es ‘lógica’, y cuando no lo hace, es motivo de un agresivo usufructúo político mediático. Aunque no tengamos acceso a las vidrieras de exposición mediática que Ud. tiene, no me encontrará timorato ni silencioso ante agravios y ofensas. Es realmente triste ver cómo el atentado a AMIA/DAIA, que nos afectó a todos, aparece como funcional a quienes buscan pararse sobre los escombros y dictaminar quiénes son los dueños de la verdad y están limpios para denostar al resto” (subrayados míos).

El 11 de enero de 2013, el propio presidente de la DAIA, Julio Schlosser, fue al programa Código Político de TN y le dijo a Julio Blanck: “¿Con quién quieren que me siente a negociar, con Suecia? ¿De qué me sirve?”. Para el presidente de la DAIA, “sentarse a negociar con Irán”, en cambio, servía. Sigue hoy al frente de la DAIA.

Mezcla desafortunada de candidez, inexperiencia y alineamiento ideológico, las conducciones de la comunidad judía fueron cortejadas y mimadas por un kirchnerismo que en los primeros años no avalaba todavía la deriva antisemita de Luis D’Elía tras ser reclutado por el régimen de Irán.

Desde que, con el protagonismo alevoso de Timerman, se produjo la apertura a Irán, la colectividad titubeó y deambuló confundida. Cuando ya estaba todo cocinado, su reacción fue insuficiente e inexorablemente estéril. El Gobierno se ha manejado con sobresaliente astucia. Después de Timerman y Burstein, sólo le restaba el toque final, el agravio de los agravios, que los destinatarios de la matanza aceptaran asociarse con los victimarios. Curiosa versión criolla del síndrome de Estocolmo. Lo consumaron.

De los 257 diputados de la Cámara, se presentaron a la sesión 245 (hubo 12 ausentes). El pacto con Irán fue votado a las dos de la mañana por 131 diputados, contra 113 que se opusieron. Una curiosa cofradía le dijo voluntariamente sí a Teherán, incluyendo a los legisladores Mara Brawer, Isaac Benjamín Bromberg, Carlos Salomón Heller, Beatriz Graciela Mirkin y Adriana Victoria Puiggrós. En el Senado, ya lo habían hecho Daniel Fernando Filmus y Beatriz Rojkés de Alperovich.

Cada uno de estos argentinos ¿argentinos? (el senador Miguel A. Pichetto dixit) es dueño de su destino y de su odio consigo mismo. Tiempo al tiempo. 

© Escrito por Pepe Eliaschev el sábado 02/03/2012 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



sábado, 16 de febrero de 2013

El auge de la política sin partidos… De Alguna Manera...


El auge de la política sin partidos…

La política es oferta: de liderazgos, de representación, de símbolos, de políticas públicas. Y también es demanda: de esas mismas cosas, y de gobernabilidad, a veces de cambios, otras veces de orden y previsibilidad. Tradicionalmente la oferta se generaba en los partidos políticos y la demanda se expresaba a través del voto, y más recientemente se expresa también a través de las encuestas. Lo nuevo en la vida política en casi todas partes es la declinación de los partidos en la generación  de la oferta.

Los partidos aparecieron en los albores de la democracia en Estados Unidos e Inglaterra a fines del siglo XVIII. Inicialmente tenían mala imagen, se los veía como males necesarios –más que “partes” genuinas de un todo heterogéneo eran vistos como “particiones” peligrosas de ese todo–. Pero lo cierto es que en muchas partes del mundo, hasta no hace muchos años, la ciudadanía se ejerció articulada por el sistema de partidos. Su declinación es un fenómeno relativamente reciente. En la Argentina, en 1984, tres de cada cuatro ciudadanos argentinos se sentía identificado con algún partido: dos de cada cuatro “simpatizando” con alguno, uno de cada cuatro declarándose “afiliado”; hoy los afiliados son uno de cada diez y los “simpatizantes” casi no existen. En otros países las cosas fueron parecidas.

Los partidos cumplían distintas funciones: generaban la oferta de candidatos y les transferían legitimidad; para los simpatizantes, eran fuente de identidades políticas bastante estables; para los afiliados, eran un canal de participación. Todo eso estructuraba la vida política y generaba las bases de los consensos para la gobernabilidad. El modelo alternativo no era la política sin partidos, sino la política de partidos hegemónicos, que hoy todavía en muchas partes goza de buena salud.

Los partidos declinaron porque la gente perdió la confianza en ellos. Con la declinación de los partidos sobrevino la “desalineación” de la ciudadanía. Con partidos vigorosos, gran parte de los votantes votaba al candidato ofrecido por su partido. Los que no se sentían cerca de algún partido votaban o por los temas planteados en las campañas o simplemente sobre la base de atributos de los candidatos: propuestas, confianza en la persona, simpatía. En la política de nuestros días –por lo menos en la Argentina– ya ni siquiera los temas pesan mucho, porque es difícil saber cuáles son los temas sobre los cuales los candidatos basan sus propuestas.

Así se pasó a la política mediática. Los candidatos elegidos por los partidos también ejercían la comunicación mediática, pero ésta era menos dominante que ahora; además se compensaba con otros canales de comunicación, los internos al partido y los territoriales. Estos últimos pasaron a tener mala imagen; se les atribuye prácticas “clientelísticas” y corruptelas, que desde luego siempre existieron, pero que están lejos de agotar el fenómeno de la comunicación territorial persona a persona. Hoy es común atribuir al clientelismo todo voto que a uno no le gusta.

El mundo viene asistiendo, en muchos países, al fenómeno de los candidatos mediáticos, que no provienen de la política y que despiertan en muchísimos votantes mayores expectativas y más confianza que los políticos “de carrera”. Un caso interesante, de hace pocos días, es el fenómeno del surgimiento en Israel de Yair Lapid, que pasó a ser una pieza clave en los nuevos equilibrios políticos en su país –lo que bien puede traducirse por “equilibrios en el mundo”–. Lapid es líder de un partido nuevo, Yesh Atid, pero el fenómeno es esencialmente personal y refleja el crecimiento en la política de un personaje ultramediático. Su campaña se centró en dos temas –la paz, más foco en el interior del país que en los conflictos externos–, lo que sugiere que la política mediática puede sustentarse no solamente en “marketing” de imágenes sino también en propuestas definidas. En muchas partes asistimos a hechos parecidos, inclusive desde luego en nuestro país –donde lo que falta en todo caso son más bien las propuestas–.

Es posible –pero no es seguro– que los partidos todavía tengan una chance, si se actualizan y se abren ampliamente a una participación ciudadana transparente. También es posible que la política esté llamada a ser predominantemente mediática, con algunos ingredientes menores de comunicación territorial. Lo que parece claro es que la política no volverá a ser igual a como fue hasta hace dos o tres décadas.

© Escrito por Manuel Mora Y Araujo, Profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, el sábado 09/02/13 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 3 de febrero de 2013

La "Aventura" Argentina - Irán... De Alguna Manera...


Aventura...


Mentira, frivolidad ideológica, sumadas a algunas conjeturas chapuceras, son las claves del culebrón Argentina-Irán, que volvió a menear el Gobierno, cuya capacidad de manipulación (nobleza obliga) es inagotable. La “comisión de la verdad” anunciada por Teherán y Buenos Aires es un salto al vacío, una patraña vulgar y de corto vuelo. Tan superficial es la impronta del Gobierno, que cuando uno de los dubitativos dirigentes de la comunidad judía le cuestionó el nombre (¿acaso antes no se había buscado la verdad?), Timerman replicó “es sólo un nombre, a mí tampoco me gusta llamarme Héctor, pero es mi nombre”.

El nombre de esa comisión es un espectacular triunfo diplomático y político-cultural de Irán. Timerman, en nombre de la Argentina, admite que tras casi 19 años de investigaciones y a siete años de las imputaciones formales de 2006, recién ahora se sabrá la verdad, pero en Teherán. En su sistemática tarea de romper puentes, la Argentina ahora se enfrenta a Israel. Cede de hecho un tramo decisivo de la jurisdicción argentina a Irán, pero acusa a Israel de entrometerse en cuestiones internas. Pretende ignorar Timerman que para Israel lo relevante y específico de su misión en el mundo es proteger los legítimos intereses de los judíos de todo el planeta. Por eso, participó activamente de la emigración de un millón de judíos de la hoy desaparecida Unión Soviética en los años noventa. Lo mismo sucedió con decenas de millares de judíos de Etiopía, aerotransportados de urgencia por Israel hace ya dos décadas. El propio padre de Héctor, Jacobo Timerman, fue recibido por Israel en 1977, cuando el régimen militar que lo secuestró y torturó, lo expulsó del país, tras quitarle la ciudadanía argentina. Ahora, Hector Timerman dice que Israel no debe meterse en asuntos argentinos, pero tras la matanza de 1994 socorristas israelíes y los servicios de inteligencia hebreos vinieron a dar una mano a la Argentina. La conexión israelí con el mundo judío es el dato relevante y específico de su razón de ser. ¿Si Israel hubiese existido entre 1933 y 1945, hubiera acaecido la Shoá?

Timerman actúa con una agenda ideológica que le encanta a Cristina y con la que ella simpatiza activamente. El triunfo histórico del régimen de Irán con la Argentina es haber pateado el tema para dentro de muchos años y liberarse de la pesada responsabilidad de estar sindicado como casa matriz de la matanza. Esa es la agenda secreta y profunda. El gobierno de la Argentina ha actuado conforme a su evidente empatía ideológica; quiere sacarse de encima el asunto, propiciando condiciones para que los vínculos con la teocracia de Irán se establezcan al nivel de plena normalidad. El gran logro de Irán, calificado de anuncio “histórico” por Cristina Kirchner, no debe subestimarse, como tampoco la destreza de Timerman para confundir a segmentos de la azorada y desconcertada comunidad judía argentina.

La grandilocuencia presidencial es inversamente proporcional a la verosimilitud de sus anuncios. ¿Dónde está lo histórico? ¿En que tras diecinueve años de impunidad, producto de la metálica negativa iraní a admitir los reclamos argentinos, ahora sea en Teherán que aceptarán ser entrevistados los requeridos por la Justicia argentina? Nunca antes este país se despeñó tanto en su autoestima.

Han mentido desde el primer día. Néstor Kirchner anunció triunfalmente en julio de 2004 la aparición de 45 casetes vinculados con el ataque terrorista de 1994 que podrían tener la clave de lo sucedido. Tuvo que rectificarse. Dichos casetes no eran tales. Pero como ese día recibía a dirigentes de la comunidad judía y necesitaba hacer un anuncio, “se mandó” con la patraña, sin pestañear. Mintieron de nuevo en marzo de 2011, cuando quien firma esta columna reveló aquí que Timerman ya había acordado (bajo patrocinio del sangriento dictador sirio Bashar Al Assad) un entendimiento con Irán. Deschavado y furioso, no sólo pretendió descalificarme, sino que le mintió a Israel.

El 26 de marzo de 2011 anuncié aquí que la Argentina e Irán negociaban en la clandestinidad, desde enero de 2011, con apoyo explícito del régimen de Siria, sostenido principalmente por Teherán. Di más detalles y nuevas revelaciones el 23 de junio de 2011. El Gobierno mintió también esa vez. Escribí que “las mentiras como herramienta de Estado han sido el método predilecto del Gobierno en su zigzagueante y turbia conducta para con la comunidad judía, Israel y los organismos internacionales”.

Han sido tantas y tan formidables esas mentiras, que se ya se ha olvidado que fue la Presidente quien en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2012 proclamó que le gustaría aplicar con Irán lo que ella bautizó mentirosamente como supuesta e inexistente “doctrina Lockerbie”. Aludía con ligereza al pequeño pueblo escocés sobre el que cayó, el 21 de diciembre de 1988, un Boeing 747 de Pan Am, tras estallar a bordo una bomba colocada por terroristas envíados por el régimen libio de Muammar Gadafi, que mató a 270 personas. Gadafi entregó en abril de 1999 a dos agentes de sus servicios a la Justicia de Escocia, admitiendo la autoría libia de la matanza. Uno de ellos fue condenado a cadena perpetua en enero de 2001 por tres jueces escoceses. El juicio de Escocia a los terroristas libios se sustanció en un enclave holandés sólo para evitar peligros en una sede neutral, pero los magistrados eran escoceses y el único condenado fue encerrado en una cárcel de Escocia.

¿Por qué aceptaría ahora la gobernante teocracia de los ayatolás que jueces argentinos indaguen libremente a los imputados iraníes? Un aparato blindado y experto como el del régimen iraní, de intransigencia total con los Estados Unidos y Europa, que ha dilatado sin interrupciones sus negociaciones nucleares con el mundo, ¿se allanaría ahora mansamente a abrirse ante una Argentina intrínsecamente débil e irrelevante? Hace falta mucha y muy aldeana ignorancia, además de una enervante cuota de soberbia, para suponer que la milenaria diplomacia persa será primereada por Timerman.

Asombra que sectores de la dirigencia judía consideren natural buscar “la verdad” en Teherán. Las explicaciones que balbucean dirigentes de la DAIA son increíbles y pedestres. Entrevistado por Julio Blanck en TN, Julio Schlosser, el titular de la DAIA, alineado con el Gobierno, se defendió infantilmente, “¿Con quién quieren que me siente a negociar, con Suecia? ¿De qué me sirve?”. La Argentina no saldrá indemne de esta aventura y los responsables, comunitarios y nacionales, de este fraude algún día deberán dar explicaciones.

© Escrito por Pepe Eliaschev (@peliaschev) el sábado 02/02/13 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.