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martes, 1 de enero de 2013

María Julia & Felisa... De Alguna Manera...


Después todos son críticos…

LAS DOS CONDENADAS del menemismo y del kirchnerismo, María Julia Alsogaray y Felisa Miceli, lo fueron por notas, una en la revista Noticias y otra en el diario PERFIL.

Somos la repetición, decía Kierkegaard. En la repetición emerge lo real, lo verdadero, lo permanente. Esto vale tanto para las personas como para los medios. Y explica por qué otra vez la única condena por sospechas de corrupción a un funcionario de un gobierno longevo se produce a causa de una nota periodística originada en una publicación de Editorial Perfil: María Julia Alsogaray, por la denuncia de la revista Noticias en 1993, y Felisa Miceli, por la denuncia del diario PERFIL en 2007.

Los años 1993 y 2007 tienen en común que encontraban a los dos gobiernos, el de Menem y el de Kirchner, en su apogeo de popularidad, y los medios reflejaban ese romance entre el político y su sociedad prácticamente no publicando noticias negativas sobre ellos. Resulta cómico ver hoy cómo los diarios de 2007 minimizaron y ningunearon la noticia sobre la aparición de la bolsa con dinero en la oficina de Miceli cuando era ministra de Economía, y el contraste con la actual difusión que se dio a su condena. ¿No hubo medios hegemónicos los primeros años del kirchnerismo?

Lo mismo se repite en el caso de 1a denuncia de enriquecimiento ilícito de María Julia Alsogaray en 1993: salvo por aquel Página/12 de Lanata, ningún diario se hacía eco de las investigaciones que publicaba la revista Noticias, pero sí le dieron mucha difusión a la condena que recibió cuando ya el menemismo estaba totalmente desprestigiado. Lanata es otro caso de repetición en la temprana y sostenida crítica tanto al gobierno de Menem como a los de los Kirchner, justificando por qué la vida cruzó nuestros caminos tantas veces y los sigue cruzando. No es casual que haya sido Lanata quien escribió la nota sobre la bolsa de dinero en el baño de la ministra Miceli.

Hace dos días pregunté a quien fue el publisher que introdujo la revista The Economist en Estados Unidos, y que hoy permite a la originaria edición inglesa sobrevivir vigorosamente, por qué la emblemática revista de noticias norteamericana Newsweek acaba de cerrar después de décadas de vender tres millones de ejemplares semanales. El publisher respondió que para que una publicación periodística mantenga pujante su vínculo con la audiencia debe tener “un punto de vista”, y Newsweek había perdido el suyo. Ya no era la revista progresista de los liberales de izquierda de los Estados Unidos, y se había homogeneizado junto con la revista Time en la pérdida del sentido crítico e inquisidor que caracteriza al buen periodismo.

Es que ser crítico cuesta muy caro. Más aun cuando se sostiene ese punto de vista en soledad porque la mayoría de los medios y la sociedad atraviesan una etapa de conformismo. Pero la coherencia tiene su retribución en el largo plazo, y más cuando se asumen riesgos no justificados por un beneficio obvio.

La repetición es la esencia que hace evidente lo ineludible: la exigencia interior de constituir la identidad. Como si hubiera sólo una forma de acceder a la propia verdad que no fuera a través de la reflexión, sino sólo de actos que darán sentido a esa existencia.

El kirchnerismo dejará el poder y vendrá otro gobierno, pero es previsible que los medios, como personas aunque no físicas, vuelvan a repetir para mantener su identidad. Al principio serán condescendientes, y después todos serán críticos.

Para Kierkegaard, cuando se repite, “entonces surge la libertad en su forma superior, en la cual ella se determina por relación a sí misma (...) la libertad misma es entonces la repetición”. Ser lo que se es.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 30 de Diciembre de 2012.



jueves, 27 de septiembre de 2012

Siete Veces Siete... De Alguna Manera...


Siete años distintos pero iguales...

Como aquellos sobrevivientes de tragedias colectivas o de situaciones personales límite, Diario PERFIL siente que nació dos veces. El primer parto fue en mayo de 1998, se publicaba todos los días y cerró sus ojos a los tres meses, víctima dolorosa de ambiciones propias y ajenas. Pasaron siete años para que PERFIL volviera a ver la luz, en septiembre de 2005, en formato dominical y al que la aceptación de lectores y anunciantes lo llevó a sumar luego la versión de los sábados. Esta edición conmemora los siete años de aquel renacimiento, lapso en el que algunas cosas cambiaron y otras no tanto.

Por entonces el kirchnerismo ya llevaba un bienio en el poder. Néstor ya había abrazado la defensa de los derechos humanos (como no lo había hecho nunca antes en dictadura o en democracia) con dos elementos simbólicos impactantes: pidió perdón por el terrorismo de Estado y le hizo descolgar al jefe del Ejército el cuadro de Videla del Colegio Militar.

En lo social y económico, ya se habían dado varios pasos para “salir del infierno”. La reestructuración de la deuda externa, con una quita histórica, entreabría una puerta más esperanzadora. Igual, el arquitecto de la salida del default –Roberto Lavagna– sería eyectado como una de las primeras señales de que los Kirchner no toleran mucho la autonomía: lo reemplazó Felisa Miceli, la bolsera.

Miceli fue una de las contadísimas funcionarias que cayeron por una investigación periodística. Y no debe haber sido casual que se publicara en PERFIL, con la autoría de Jorge Lanata. Por aquel entonces, a Lanata no dejaba de sorprenderle que sus muy buenas notas no fueran tenidas en cuenta por otros medios. Ya no le pasa: Clarín se encarga de propalarlo por todo su imperio mediático.

Aquellos eran otros tiempos. Kirchner y Clarín eran amigovios, con uso y abuso de favores procaces: negocios a cambio de trato privilegiado. Para aquel kirchnerismo no había periodismo hegemónico, monopolio ni Papel Prensa apropiado, y Héctor Magnetto era bien recibido en Olivos. Para aquella versión clarinesca de la vida, la corrupción K no existía, TN era Todo Positivo y el Grupo no se cansaba de dar primicias a favor del oficialismo.

Salvo PERFIL, ningún diario protestaba por el manejo arbitrario y discrecional de la publicidad oficial, ni tampoco de la discriminación informativa a la que este periódico era sometido por el Gobierno. El eterno demócrata y dialoguista Alberto Fernández, entonces Jefe de Gabinete, era el entusiasta celador de la segregación, junto al magnate Enrique Albistur.

Con semejante escenario, se entiende por qué hasta ahí aún no surgía el enorme y millonario andamiaje de medios paraoficiales que pululan hoy. Sólo PERFIL (y la revista Noticias) relataban las andanzas de personajes por entonces desconocidos, como Julio De Vido, Cristóbal López, Lázaro Báez, Rudy Ulloa y tantos otros.

Los tiempos han cambiado, pero PERFIL no: sigue haciendo periodismo.

© Escrito por Javier Calvo, Jefe de Redacción de Perfil y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 22 de Septiembre de 2012.