Cristinato desvergonzado…
SAM, EL MALO. Andrés Larroque. DIBUJO: PABLO TEMES
Ataca a Binner y pacta con Macri. El oficialismo duro,
dispuesto a todo. Freno opositor y un 8N que promete una masividad inédita de
indignados independientes.
Ni la mente más afiebrada
se hubiera imaginado que La Cámpora, al mismo tiempo y por orden de Cristina,
iba a atacar a Hermes Binner y a pactar con Mauricio Macri. Sorpresas te da la
vida. Y la conducción unipersonal y zigzagueante de CFK. Fue un operativo de
pinzas calculado. Andrés Larroque provocó a los socialistas acusándolos de
narcotraficantes y Juan Cabandié lideró las transacciones con el PRO que
terminaron en lo que la oposición a ambos definió como “el megacanje”. ¿Fue
sólo otro paso atrás de un gobierno que retrocede pegando? Falta ver algunas
cartas para comprobar la estrategia definitiva, si es que realmente existe.
Porque muchos sostienen que son volantazos y espasmos del momento. Que en todos
los planos, Cristina actúa recién cuando salta la liebre y que, por eso, muchas
veces se le escapa la tortuga.
Larroque es el jefe
nacional de La Cámpora y uno de los pocos que tiene la llave para entrar al
despacho presidencial. Cuando un legislador quiere hacerle llegar una carpeta
importante a ella, el único camino que tiene es pedírselo a Larroque. Esa es la
fuente de su poder. Y entre los congresistas que deben seguir ese camino
incluyo al jefe del bloque, Agustín Rossi, y hasta al presidente de la Cámara
de Diputados, Julián Domínguez.
Las jerarquías
institucionales nunca fueron muy respetadas en el planeta K. En casi todos los
ministerios y agencias del Estado las que mandan son las segundas líneas. Hay
que escuchar los siete gritos, casi ruegos, de Domínguez tratando de calmar a
Larroque. Nunca le apagó el micrófono, pese a que está entre sus atribuciones.
Hay que ver con detenimiento el video de ese discurso rudimentario para
comprobar que casi no fue aplaudido por sus compañeros de bancada. Veían con
horror cómo se les evaporaba la certeza de sumar unos 170 votos para aprobar la
ley que se sancionó con el estrecho margen de 131 manos levantadas. A Rossi le
corrió frío porque estuvieron a punto de no lograr el objetivo. Cuatro
diputados (Facundo Moyano y Omar Plaini entre ellos) que no votan siempre con
el bloque le salvaron la vida.
Lo que iba a ser por
goleada terminó con un penal sobre la hora. Otra vez un kirchnerismo que
consigue por violación lo que podría lograr con seducción. “Te quieren llevar
al paraíso pero a patadas en el culo”, dicen por lo bajo los peronistas. ¿Fue
una torpeza del “misógino Larroque”, como lo caracterizó Victoria Donda, o de
un “fachista de izquierda”, como lo acusó Ricardo Alfonsín? Difícil de creer.
Sólo ejecuta las órdenes de Cristina.
¿Qué quiso hacer la
Presidenta, entonces? Varias lecturas posibles:
a) Intentó quedarse sola
con la bandera de la ampliación de derechos de los jóvenes. Algo dijo en su
discurso.
b) Fue fiel a la
filosofía Laclau que impone la guerra popular y prolongada del maoísmo. Del
dividir para reinar o del confrontar con todos y todas para construir
identidad.
c) Todo fue programado
para que esos fuegos artificiales pasaran a la clandestinidad el contrato
multipropósito que firmaron con Macri.
El cristinato, vertical y
blindado, convierte en príncipe a quien tenga acceso a la reina. El gran
problema es que esa monarquía tiene fecha de vencimiento constitucional en
2015. Hasta los comicios de medio tiempo, la astuta jugada de 28 senadores
sepultó la posibilidad de reformar la Constitución para habilitar “Cristina
eterna”. Y todo indica que, en la Cámara alta, después de que se cuenten los
votos los números van a ser todavía más favorables a la oposición.
Se analizó mucho el
deterioro que la imagen de Cristina sufre por enhebrar un collar de errores que
preocupan porque no frenan. Muchos la ven demasiado descontrolada para dominar
la situación. “Están tan obsesionados con la re-re y el 7D que hacen cualquier
disparate”, dijo Binner al denunciar un intento de desestabilización de Santa
Fe.
La respuesta más
contundente copará las calles de la Argentina dentro de cien horas en el
emblemático 8N que promete una masividad inédita. El kirchnerismo, en su afán
de ensuciar la convocatoria y quitarle autonomía, le da a la derecha organizada
un papel protagónico que no tiene. Torpeza que regala méritos a sus enemigos
políticos que son apenas un par de gotas en un océano de indignados
independientes que no se casan con nadie.
Lo novedoso de los
últimos tiempos son las grietas que el relato sufre puertas adentro. Empezó con
la Ley Antiterrorista y el freno de la actividad económica con destrucción de
empleo. Siguió con la injusta mano del Gobierno metida en el bolsillo de los
trabajadores para cobrarles impuesto a las ganancias a quienes, inflación
mediante, apenas llegan a fin de mes: el 26% de los docentes y el total de los
bancarios padece los descuentos. Para el progresismo es tan inexplicable como
gritar desde la Casa Rosada que se va a pagar todo al contado rabioso y en
dólares y presentar eso como si fuera el asalto al cuartel Moncada. O la
alianza sindical con Gerardo Martínez-Armando Cavalieri y la ley de riesgos del
trabajo que fue un ensayo de concubinato con el macrismo y el primer sapo
amarillo que indigestó a La Cámpora. No es que los acuerdos entre gobiernos y
privados sean malos en sí mismos. Todo lo contrario, es el diálogo y el trabajo
mancomunado para progresar que tanto se reclama. El punto es que si se
estigmatiza a Macri y se lo acusa de basura y de ser la dictadura, cuando se
firma con él todo suena a pacto con el diablo. En el populismo sin escrúpulos,
la derecha y la izquierda suelen ser dos caras de la misma moneda.
Los jóvenes
autodenominados “revolucionarios” no encuentran palabras para explicar cómo fue
que Cabandié, entre gallos y medianoche, lejos de la TV oficial, se asoció
legislativamente al macrismo. Nadie en su sano juicio puede pensar que fue una
decisión personal. Para que no queden dudas, todo el tiempo tuvo como
guardaespaldas y stopper a Axel Kicillof y Diego Bossio, los autores
intelectuales de decisiones económicas insólitas. Nadie en la historia pagó
tanta deuda como el matrimonio K y, sin embargo, nuestros bonos valen menos que
los de Guatemala y El Salvador. No entienden por qué el riesgo país está a la
altura de Grecia, que se cae a pedazos. El viejo truco de que todo el mundo
conspira contra Cristina (“una campaña antiargentina orquestada”, dijo con
lenguaje procesista) se derrumba cuando Evo Morales se endeuda al 4,8%, Dilma
Rousseff al 3% y Argentina al 11%, como mínimo. No es la ideología, estúpido.
Es el infantilismo inepto. Salvo que se acuse a Bolivia y Brasil de haber
transado con el imperialismo y los fondos buitre. Hay cosas que no se pueden
sostener sin que la cara se caiga de vergüenza.
©
Escrito por Alfredo Leuco y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires el sábado 3 de Octubre de 2012.