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domingo, 30 de julio de 2017

El último "Escarabajo" del Mundo... @dealgunamanera...

El último “Escarabajo”…



El 30 de Julio de 2003, de la planta de Volkswagen de Puebla, México, salía el último Escarabajo de la historia.

© Publicado el domingo 30/07/2017 por Efemérides Históricas

En 1932 el joven genio de la ingeniería automotriz Ferdinan Porsche obsesionado con diseñar un "auto para el pueblo" construyó un prototipo, el "Porsche Lohner Chasie" con el que recorrió las fábricas automotrices alemanas que avocadas a autos caros y de lujo rechazaron su proyecto. 

Recién en 1934 despertó el interés de Adolf Hitler, quién tenía la intención que hasta el Alemán más humilde accediera a un vehículo, sus únicos pedidos a Ferdinan eran "un coche familiar para 4 personas, con un motor refrigerado por aire, con un consumo de 7 litros cada 100 km y llegar a los 100 km/h", el prototipo "Porsche" encajaba a la perfección, en Junio de 1934 se firmaron los contratos.

Se encargaron tres prototipos a tres empresas distintas, el VW1 a la Reutter, el VW2 a la Drauz y el VW3 a la Daimler Benz, este último sería el elegido.


Su primer modelo no poseía ventana trasera, en su lugar poseía grandes ventilaciones, a pedido de Hitler se modificó el portón trasero y así se comenzó a fabricar. 

Con la industria bélica alemana en pleno desarrollo, Hitler determino que la fabricación no la hiciera la RDA (Asociación alemana de fabricantes de coches), sino que se merecía una fábrica propia, esta se instaló en las afueras de Wolfburgo por sus vías navegables, por pasar por allí el ferrocarril y tener una central eléctrica propia.

La primera tanda de vehículos se llamaría "KDF-Wagen" y se compraría financiando previamente su producción mediante bonos, cuando se saldaba el auto, se lo entregaba, esto ahuyentó a la clase trabajadora, que se suponía era la destinataria del proyecto, esto no impidió que se encargaran más de 300.000 autos.

El 22 de Junio de 1938 salió a la calle el primer modelo, poco tiempo después Alemania invadió Polonia, la fábrica cambió su producción por la industria bélica y 336.600 personas que habían pagado, no recibieron su auto.


Terminada la guerra, las fuerzas de ocupación inglesa, reactivaron la fábrica, recién en 1946 salió el auto N° 1.000, cuando los primeros modelos fueron vendidos en los EEUU se lo comparó con un escarabajo, por ello lo bautizaron "Beetle", nombre que fue aceptado en Alemania.

El auto llegó finalmente a su objetivo y se convirtió en el auto del pueblo, con la apertura de las plantas en Brasil y México en los años '50, su producción toco picos inauditos de la industria automotriz, el último "Beetle" de diseño original salió de la planta de Puebla, México, el 30 de Julio de 2003, en total se vendieron mas de 35 millones de unidades.


martes, 15 de diciembre de 2015

La locura y la razón… @dealgunamanera...

Guaranga hasta el final…


La última grosería de Cristina Fernández de Kirchner como presidenta fue no asistir a la ceremonia de traspaso de mando. Según el diccionario, guarango significa “descortés, incivil, grosero”. En esta materia, la ex presidenta superó incluso a su difunto esposo y a Eva Perón.

© Escrito por Diego Bigongiari el lunes 14/12/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Cuando el pasado mes de mayo entregué mi libro Guarangadas K al editor, quedé con la certidumbre de que Cristina Fernández de Kirchner no podría con su genio y en los seis meses que le quedaban de gobierno produciría más groserías que la última reflejada en el libro, con Barack Obama en la Cumbre de Panamá. No me equivocaba.

Desde entonces sumó una buena cantidad de groserías y destratos a su ya copiosa producción: en Roma,  ante una conferencia de la FAO, aseguró que en Argentina había 5% de pobres y 1% de indigentes.

Se despachó por cadena nacional contra los premios Martín Fierro: “Todos saben por ahí cómo se otorgan algunos premios”.

  • Inauguró un centro cultural al que le puso el nombre de su difunto esposo. Inspiró los ataques contra el “casi centenario” miembro juez de la Corte Suprema Carlos Fayt.
  • Usó la cadena nacional para informar que “el doctor Mariano Grondona, que es un chacarero, cobró 21.600 pesos de devolución de retenciones”.
  • Colgó en la Casa Rosada un retrato de su esposo y del dictador Hugo Chávez.
  • Bajó a Florencio Randazzo de su candidatura a la presidencia de tal modo que éste se enteró por televisión.
  • Hizo remover al juez Luis María Cabral de la Cámara de Casación. Afirmó que el tumor del canciller Héctor Timerman lo causó la comunidad judía con sus críticas.
  • Llamó “pistolero, mafioso, extorsionador” al juez federal Claudio Bonadio.
  • Se permitió arreglarle el cabello al periodista Dexter Filkins cuando la entrevistó, a quien le dijo su famoso “bad information”.
  • Usó la cadena nacional para hacer campaña electoral en favor de su propio hijo.
  • Tildó de “dispositivos antidemocráticos” a programas periodísticos como el de Jorge Lanata y dijo: “Antes había grupos de tareas con miembros de las fuerzas armadas. Hoy han cambiado los grupos de tareas, se conforman con un trípode: denuncia mediática, opositores de centroderecha y el Poder Judicial”.
  • Afirmó que la casa de la diputada Lilita Carrió “es casi un aguantadero”.
  • Aseguró que Skanska, uno de los primeros escándalos de corrupción del gobierno de su difunto esposo, “a mí me suena a nombre de yogur”.
  • Dijo que el nazismo “fue la consecuencia de las condiciones que los aliados impusieron a la Alemania vencida en el Tratado de Versalles” y llamó “burro” al profesor Alejandro Gorbacho, que la contradijo.
  • Violó la veda electoral en las elecciones de octubre y de noviembre. Ignoró a su candidato Daniel Scioli en un acto público.
  • Comparó al candidato Mauricio Macri con el ex presidente Fernando de la Rúa, denunciando una “campaña cloaca” en su contra.
  • Hizo afirmaciones grotescas en su último discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas.
  • Gastó fortunas a cuenta del próximo gobierno, nombró cientos o miles de empleados públicos semanas y días antes de abandonar el poder e incluso embajadores, que son representantes del gobierno y no del Estado.
  • Y puso la cereza sobre la torta con el vodevil egocéntrico del fallido traspaso de los atributos de mando presidencial: en un par de entrevistas radiales a propósito de Guarangadas K, dije hace meses que la última grosería de Cristina podría ser no asistir a esa ceremonia.
Hay kirchneristas que comparan a Mauricio Macri con Hitler. Pero en rigor, Cristina Fernández de Kirchner tiene mucho más de hitleriana que el nuevo presidente. Fue Hitler quien descubrió que tener un enemigo puede ser el mayor activo de los líderes carismáticos y que para éstos es más fácil definir su identidad por lo que se odia antes que por lo que se cree: la ex presidenta siguió al pie de la letra estas enseñanzas.

Al igual que el Führer, fue de esos contados mandatarios que se permitió maltratar a reyes, presidentes y embajadores de otros países: la lista es larga. Y como el de Hitler, su legado será discutido largo tiempo entre quienes analizan la historia desde la racionalidad y quienes dejan la puerta abierta al fatídico influjo de la psicopatología.

La locura nunca puede ceder el mando a la razón.




domingo, 11 de mayo de 2014

Ningún mal es eterno… De Alguna Manera...


Ningún mal es eterno…

Adolf Hitler.

Los medios argentinos poco eco se hicieron de una efeméride trascendental: el 8 de mayo, se cumplió un nuevo aniversario del tratado que le puso fin a la peor tragedia de la humanidad: la Segunda Guerra Mundial.

Las fechas nunca cuentan toda la historia. Recordaremos por siempre el día que el hombre había llegado a la Luna. Recordaremos cuando Yuri Gagarin se convirtió en el primer cosmonauta. La lista sería infinita. Las fechas condensan, los aniversarios simplifican, las efemérides marcan, como si se congelara por milésimas de segundo un momento de la historia que siempre tiene un antes y un después. Por eso, hablar hoy del 8 de mayo y evocar 1945 es, si se quiere, y en algún punto, una comodidad del lenguaje. Porque hacía ya varios meses que la Alemania nazi estaba derrotada.

Pero al leer la copia facsimilar del acta de rendición militar firmada el 7 de mayo de 1945, por los triunfadores (el comandante supremo de las Fuerzas Expedicionarias Aliadas, y el Alto Mando soviético) y el derrotado Alto Mando alemán, no puedo evitar una profunda conmoción. La Segunda Guerra Mundial que, formalmente concluía un día como hoy de 1945, fue en términos cuantitativos la mayor tragedia de la humanidad.

El día en que se firma este acta de capitulación dice claramente (traduzco del inglés las frases más importantes) que “El Alto Mando alemán habrá de emitir ya mismo órdenes a todas sus fuerzas militares, navales y aéreas, y a todas aquellas fuerzas bajo control alemán, de cesar completamente sus actividades militares a la hora 23:01, tiempo del Centro de Europa, del 8 de mayo, y permanecer en las posiciones que ocupaban en ese momento. Ningún barco navío o avión habrá de ser desplazado y ningún daño podrá ser hecho a ningún tipo de maquinaria o herramienta”. De esta manera, el acta de rendición pretendía evitar que los propios alemanes derrotados destruyeran sus equipos. Pero en realidad, ya el 30 de abril había entrado a Berlín el Ejército Rojo, ocupando la capital del imperio que había sojuzgado a Europa. 

Ese 30 de abril, las Fuerzas Armadas soviéticas entran, a sangre y fuego, en el Berlín inexpugnable de Adolf Hitler. Ése es el día cuando el más furioso y despiadado tirano que haya conocido la humanidad se pega un tiro en su búnker berlinés, junto con su mujer. Antes de suicidarse, Hitler desplaza, delega el poder en un hombre de la armada, de la marina alemana, el almirante Karl Doenitz, a quien le toca enviar delegados para firmar la rendición ante los Aliados

Esto que terminaba hace hoy 59 años, tenía antecedentes importantes en las semanas previas. 

La Segunda Guerra Mundial comenzó en 1939, pese a que la semana pasada una conocida historiadora profesional llamada Cristina Kirchner, anuncio que había comenzado en… ¡1938!  Comenzó el 1º de septiembre de 1939. En verdad, no terminó por completo el 8 de mayo de 1945, porque en el teatro de operaciones del Extremo Oriente, el tercer aliado del Eje nazi fascista que permanecía todavía de pie, Japón, siguió combatiendo hasta que fue aniquilado por las bombas atómicas norteamericanas lanzadas en agosto de ese año.

El 1º de septiembre de 1939 es el punto de partida que los historiadores reconocen como el arranque de la Segunda Guerra, cuando las tropas alemanas cruzan la frontera con Polonia y se devoran a ese país. El 16 de ese mes, el Ejército Soviético, en una operación de pinzas, cuando todavía no estaba en guerra con los alemanes, entra también en una Polonia que a lo largo de los siglos fue disputada y despedazada por potencias rivales.

Esta guerra, continuación de la no terminada Primera Guerra Mundial, que se había sellado con el tratado de Versalles de 1918, puso en práctica los últimos inventos del cerebro humano para la creación de sistemas masivos de destrucción. Precisamente, Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 fueron la demostración del poder mortal que teníamos los seres humanos para aniquilarnos.

La alianza que se configuró en esa Segunda Guerra Mundial entre las potencias nazi-fascistas, fue claramente la configuración de un eje del bien, de la libertad y de la democracia. Muchos se preguntarán si la Unión Soviética de Stalin era un país democrático. No, no lo era. Era ya en 1939 una feroz tiranía. Sin embargo, invadida y agredida por Alemania, la Rusia soviética de Stalin decide aliarse con Occidente para librar la gran guerra contra el enemigo principal.

Pero del lado de Occidente, del que la Argentina siempre estuvo deslindándose, las cosas eran claras: se combatía un proyecto totalitario milenarista. El Tercer Reich se proponía como un gobierno de mil años en base a la superioridad racial de una minoría iluminada “pura”, la supuesta “raza” aria; con métodos abominables y letales para destruir, conquistar y anexar naciones y pueblos.

La muerte de Hitler y la capitulación de la Alemania nazi fueron un precio durísimo que se pagó al costo de 60 millones de muertos, el saldo de la Segunda Guerra. Es notable que esto no haya tenido eco hoy en los diarios argentinos; el 8 de mayo debería ser una fecha año a año evocada, casi rutinariamente. No para mi generación, sino para los más jóvenes que deberían tener la posibilidad de comprender que esa fue la peor de las guerras, y que el mundo a partir de 1945 ya no sería el mismo.

Esa alianza entre Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y la Unión Soviética obviamente se rompió poco después de 1945, cuando se inició la guerra fría. Pero esa es otra historia. Es importante marcar que el proyecto hitleriano en gran medida fue exitoso: ejecutar la destrucción masiva de pueblos enteros. Hitler pensaba que era indispensable “depurar” a Europa de minorías que él estimaba nocivas y tóxicas, la judía en primer lugar, y procedió de esa manera. Más de la mitad de los judíos europeos perdieron sus vidas en la Segunda Guerra Mundial. Países enteros fueron ocupados, desde Escandinavia hasta el norte de África. Los ejércitos de Hitler desfilaron por toda Europa; arrasaron la Unión Soviética donde encontraron su tumba, porque, siguiendo la misma estrategia de las guerras napoleónicas, Stalin los dejó entrar hasta que el “General Invierno” impidió que zafaran de la nieve y el hielo, y ahí comenzó la derrota de los alemanes en el frente oriental.

Se han escrito, literalmente, centenares, quizás millares de libros, y se ha filmado igualmente una cantidad desmesurada de películas, pero el mundo se seguirá preguntando cómo fue posible tamaño horror. Es importante, por eso, recordar que existió. No fue un invento de Hollywood ni un producto de las películas; el mundo estuvo en guerra y millones de seres humanos dieron sus vidas para defender la idea de la libertad. Si hubiera triunfado el proyecto diabólico de Hitler y sus socios de entonces, el mundo que hoy conocemos ni siquiera habría nacido.

Afortunadamente no fue así. El precio fue enorme y el dolor ha sido y seguirá siendo infinito. La peor de las guerras concluía en un día como hoy, pero el alma se regocija al leer el acta de rendición. Esos caballeros siniestros que prometían durar mil años, duraron apenas doce años, señal de que ningún mal es eterno.


© Escrito por Pepe Eliaschev el Viernes 09/05/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



domingo, 6 de abril de 2014

Cristina cinéfila, entre La Noche de los Cristales Rotos y "Cabaret"... De Alguna Manera...


Cinefilia…

La noche de los cristales rotos. Dibujo: Pipo Gueler
  
Dada su compulsión por hablar sin guión ni referencias sólidas, Cristina Kirchner no titubeó días atrás en meterse con la llamada Noche de los Cristales (Alemania, 1938). No parece tomarse el tiempo de estudiar y reflexionar, o al menos pedir que la asesoren bien, una autosuficiencia altanera que sería sólo un rasgo psicológico individual si no fuera porque ella es la presidenta de la Nación.

En una de sus frecuentes “cadenas” de radio y TV, previendo que debía anunciar el monumento argentino a las víctimas de la Shoá (el Holocausto del pueblo judío), expresó que “sin comparar, porque no tiene punto de comparación con lo que pasó, pero siempre la historia enseña cosas terribles (…), me vino a la memoria la Noche de los Cristales. Tal vez no sepan mucho lo que es”. Sospecha razonable. Un joven argentino de 25 años no tiene idea de lo que fue la Triple A, ¿qué va a saber de la Noche de los Cristales? De inmediato, confiada como siempre en la vastedad y la profundidad de sus conocimientos, enunció su receta personal: “La Noche de los Cristales es una noche (sic), se vio en la película Cabaret, a los que les gusta la historia y les gusta el cine, por lo menos que lo vean en Cabaret, cuando por la propaganda (sic) que difundía el nazismo, se atacan todas las casas de las personas identificadas como de origen judío y se les rompen los cristales. 

Por eso se llama Noche de los Cristales”. Tras su curiosa propuesta (¿por qué no invitó en cambio a visitar el Museo del Holocausto, Montevideo 919, de Buenos Aires, que dudo que conozca?), soltó un extravagante comentario editorial: “Por favor, dejemos de lado todas las voces que convoquen a noches de los cristales. Nosotros no queremos ninguna noche de los cristales en la República Argentina”. Pregunta inquietante y central: ¿quién está convocando en la Argentina a una noche de los cristales? ¿Sabe la presidenta argentina de lo que está hablando?

En alemán, Kristallnacht, lo que se conoce hoy como Noche de los Cristales, fue una serie de feroces ataques perpetrados en la Alemania nazi y también en Austria durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938. Los ejecutores de primera línea fueron las tropas nazis de asalto, pero millares de alemanes y austríacos participaron de los pogroms con notable fervor. En el poder desde 1933, el Führer y su régimen alentaron y dejaron hacer. Para Hitler, esa noche de pesadilla fue una reacción “espontánea” del pueblo alemán en revancha por el asesinato, el 7 de noviembre de 1938 de un secretario de la embajada alemana en París, muerto por un joven judío polaco de origen alemán. Obviamente, fue Hitler quien ordenó que esa noche trágica se consumara.

Joseph Goebbels, las tropas de asalto SA, las siniestras SS y las Juventudes Hitlerianas, apoyadas por el servicio secreto de inteligencia SD, así como la policía política Gestapo y otras fuerzas uniformadas, fueron la vanguardia de aquella inicial orgía de sangre. Los ataques dejaron las calles de las ciudades alemanas y Viena cubiertas de vidrios rotos de los locales comerciales y las casas de los judíos. No menos de 91 judíos alemanes fueron asesinados esa noche, pero otros 30 mil fueron detenidos y posteriormente “trasladados” masivamente a los campos de concentración y exterminio de Sachsenhausen, Buchenwald y Dachau.

Aquella noche siniestra del 9 de noviembre precedió en pocos meses el comienzo formal de la guerra, desatada por Alemania el 1º de septiembre de 1939 cuando invadió y ocupó Polonia. La “solución final” de lo que Hitler había bautizado como “el problema judío” fue el corolario de aquella Kristallnacht: el exterminio de seis millones de judíos. Para Hitler, los judíos eran enemigos del país y debían ser obliterados. Hitler había escrito en Mein Kampf (“Mi lucha”) que Alemania debería quedar “libre de judíos” (judenfrei).

Tras ser nombrado jefe de gobierno por el presidente Hindenburg el 30 de enero de 1933, arrancó con un boicot a los negocios propiedad de judíos desde el 1º de abril de 1933, seguido de varias leyes antijudías para restringir el derecho de los hebreos alemanes a ganarse la vida, ejercer una plena ciudadanía y educarse. Una ley prohibió a los judíos trabajar en la administración pública. El 15 de septiembre de 1935 se aprobaron las leyes de Nuremberg, una de “protección de la sangre y el honor alemán” y otra de ciudadanía del Reich, que puntualizaba quién era judío, medio judío o cuarto de judío, según su ascendencia.

Prohibió relaciones sexuales y matrimonio entre ciudadanos de sangre alemana, o afín, y judíos, a quienes privó de la ciudadanía, al igual que de la totalidad de sus derechos políticos, incluido votar, además de excluirlos de la práctica de ciertas profesiones y la educación. Al comenzar 1938, Hitler mandó confiscar los pasaportes de todos los judíos alemanes. El 26 de abril los obligó a registrar todos sus bienes, para que éstos fueran “arianizados”. El 17 de agosto les prohibió a los médicos judíos ejercer su profesión y canceló los permisos de residencia para extranjeros, incluyendo a los judíos nacidos en Alemania pero de origen extranjero. Esa noche del 9 de noviembre fueron destruidas 1.574 sinagogas (casi todas las que había en Alemania) y muchos cementerios judíos, al igual que la mayor parte de las 94 sinagogas de Viena. Más de 7 mil negocios propiedad de judíos quedaron arrasados.

Para Cristina, cinéfila persistente, Kristallnacht es lo que cuenta Cabaret (1972), el film rodado por Bob Fosse y protagonizado por Liza Minelli.

© Escrito Por Pepe Eliaschev el Domingo 06/04/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.