domingo, 4 de noviembre de 2018

Los ciclos dirigidos desde Estados Unidos de Norte América de la política latinoamericana… @dealgunamanera...

Los ciclos dirigidos desde Estados Unidos de Norte América de la política latinoamericana… 


Hay una ilusión bastante recurrente entre los latinoamericanos acerca de su autodeterminación política. ¿Realmente creen que sus políticas estatales son independientes de la influencia de la gran potencia global del norte, EEUU, que es capaz de ejercer presión sobre gigantes económicos como China o Alemania o sancionar a una potencia nuclear como Rusia? Si lo creen así están totalmente engañados y seguramente ese engaño sirve a los propósitos estratégicos de EEUU.

© Escrito por Héctor Casavieja Píriz y publicado el sábado 03/11/2018 por Red Filosófica del Uruguay de la Ciudad de Montevideo, República Oriental del Uruguay.

Pero antes de considerar nuestra situación veamos lo que ocurrió con África. Todos sabemos que los gobiernos africanos fueron levantados y depuestos según antojos de las potencias occidentales desde siempre, por lo menos hasta el ciclo de las “independencias” programadas en todo el continente que ocurrieron casi simultáneamente en los años 60. Es decir, es indudable en el caso africano que la política de casi todos sus estados es manipulada desde el exterior, incluyendo la política de los estados del norte de África cuyos gobiernos están siendo utilizados hoy día como un arma contra los propios africanos en su intento de migrar a Europa.

Y ahora regresemos al caso latinoamericano. ¿Acaso podemos pensar que la historia de América Latina no se encuentra tan manipulada por las potencias occidentales como la de África? Sería imposible sostener que la destrucción sistemática de los gobiernos nacionalistas latinoamericanos de los años 50 y 60 fue simultánea por otro motivo que no sea que el destructor de todos ellos fue, sin duda, EEUU.


También sería imposible sostener que todas las dictaduras militares que se dieron en la región en los años 70, fueron simultáneas por pura casualidad porque bien sabemos que EEUU, a través de esquemas en los que la CIA fue una fundamental herramienta, usó a los ejércitos de los propios países latinoamericanos en su campaña contra la influencia del comunismo soviético y cualquier cosa que se le pareciera, mediante la práctica del terrorismo de estado, mediante la cual se exterminaron decenas de miles de personas por mecanismos tan feroces como la desaparición forzada.

Y fue el retroceso de esa política estadounidense, justamente, lo que permitió que de ese proceso de instalación de autoritarismo militar digitado se pasara en primer lugar a democracias con un sesgo neoliberal totalmente agradable a los ojos de nuestro gran hermano, también simultáneamente en todo el continente. Pero luego, y bien sabemos esto, EEUU concentró sus esfuerzos militares, políticos, económicos y de inteligencia en una campaña en el mundo árabe que duró hasta hoy día, una costosa y larga campaña iniciada allá por el año 2000, aproximadamente, y que tenía como principal objetivo desestabilizar la región sobre todo en países que fueron en el pasado aliados de la Unión Soviética como Libia, Siria, Irán, Irak, Afganistán.


Probablemente esta maniobra fuera al mismo tiempo el producto de la creencia en las alturas del poder estadounidense de que ya no había ningún obstáculo para políticas agresivas de cualquier tipo a partir de la caída de la URSS, algo que sin duda también se reflejó en la intervención de EEUU para desmembrar a Yugoslavia, en el avance de la OTAN hacia el este de Europa, y la introducción de un gobierno pro-occidental en Ucrania, así como en Georgia.

Pero esa zona de avance geopolítico de EEUU se ha enfriado últimamente a causa de la reconstrucción de las capacidades militares y económicas rusas, demostradas en su contención de la desintegración del gobierno pro ruso de Assad, en su creciente influencia sobre Turquía, en su apoyo tácito a Irán, en el aumento de los lazos geoestratégicos entre Rusia y Alemania y la alianza de tremenda profundidad y dimensión Rusia-China.

Lo que ocurrió mientras EEUU se distraía con sus grandes avances geopolíticos en Medio Oriente y el Este de Europa, es que bajo cuerda en América Latina se fueron creando algunos gobiernos claramente anti-estadounidenses como el de Venezuela, Ecuador, Nicaragua o Bolivia, y otros moderadamente nacionalistas o progresistas en sus políticas, como el de Brasil con Lula da Silva o el del Frente Amplio en Uruguay. Si miramos el mapa veremos que ese proceso nació básicamente hacia el año 2000, justo un poco antes de que EEUU iniciara su feroz campaña en el Medio Oriente y cuando todavía estaba más que ocupado en hacer avanzar a la OTAN hacia las fronteras de Rusia. 

Pero EEUU ya no está tan distraído en aquellas actividades por el simple hecho de que su avance se encuentra estancado por el contraataque geopolítico de Rusia y China en toda Eurasia e incluso en África. Y lo peor es que China, que todavía sigue siendo una potencia comunista que solo enfrió estratégicamente su conflicto con EEUU por un período corto de tiempo, ha hecho grandes avances para enlazar a África y a Latinoamérica a su poder económico de crecimiento imparable, lo cual tiene que resultar absolutamente preocupante para EEUU.

Y este es el momento en que debemos sacar las apropiadas conclusiones sobre el paso de un mapa naranja a un mapa azul: EEUU ha decidido no distraer más sus intereses en América Latina, y está interviniendo fuertemente para que se produzca este cambio de color en el mapa latinoamericano, de nuevo en simultáneo, como reflejo de su acción geopolítica total sobre este pobre continente que por el momento es incapaz tanto de unificarse, como de autodeterminarse frente al intervencionismo del hermano norteño.


Es EEUU el que está digitando en este momento con fuerza demoledora el avance del poder conservador favorable a sus políticas regionales en toda Latinoamérica, no solo poniendo bajo presión económica feroz a Nicaragua y Venezuela y manteniendo, por supuesto, la que ya tiene 50 años de historia sobre Cuba, sino usando los sistemas judiciales manipulables, la nostalgia de los militares por el pasado dictatorial, la cooperación de partidos políticos locales, su control corporativo sobre los medios de comunicación y sobre las redes sociales que usan los latinoamericanos, etc. 

Latinoamérica, como desde hace décadas, vuelve a ser encarrilada según los mandatos de su hermano intervencionista con engendros como Macri y Bolsonaro como piezas fundamentales de su ajedrez regional. Y es muy difícil que algo lo impida excepto una toma de conciencia sobre el intervencionismo estadounidense que parece muy lejos de concretarse dada la escasa criticidad y la perpetua distracción en asuntos locales que caracteriza el pensamiento político de los latinoamericanos.

Breve nota final:


Resta decir que en el cambio de color del mapa latinoamericano son Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Uruguay los que aparentemente aún no han sufrido el proceso. Pero son casos muy distintos, sin duda. Venezuela es un enclave fuerte de los intereses de China y Rusia, que la están apoyando militar y económicamente desde la época de Chávez. Nicaragua tiene una vieja tradición antiestadounidense debida al sandinismo y también tiene cierto apoyo de China y Rusia, lo que la hace un hueso duro de roer para EEUU a pesar de su pequeñez.

En ambos casos la intervención militar directa escandalosa ha sido sustituida por la intervención indirecta mediante el agenciamiento de fuerzas internas poderosas y bien financiadas y por el bloqueo y el sabotaje económico. Con respecto a Bolivia, el gobierno boliviano ha tenido la temprana idea de expulsar todas las organizaciones no gubernamentales relacionadas con EEUU impidiendo la infiltración de inteligencia y se apoya, además, en una identidad indígena muy fuerte, muy nacionalista y que puesta a prueba, puede llegar a ser muy resistente.

Y finalmente nos queda considerar el caso de Uruguay, un caso muy especial, porque sin duda Uruguay, dada su total debilidad geopolítica, ha optado por mantener relaciones lo más amistosas posibles con EEUU (recordemos la recepción de prisioneros de Guantánamo en tiempos de Mujica, o las relaciones muy amistosas entre este y la embajadora de aquel país) al tiempo que liga cada vez más su economía a China, que constituye hoy día su principal comprador. La fortuna de Uruguay consiste, quizás, en que no tiene prácticamente importancia para EEUU y el discurso oficial uruguayo es sumamente apacible y silencioso cuando se trata de criticar las políticas estadounidenses en Latinoamérica o en el mundo.

La izquierda gobernante en Uruguay ha optado, por lo que se ve, por un pragmatismo de sobrevivencia frente a un poder que podría borrarla de un plumazo al primer pronunciamiento equivocado. Sin embargo, no es una izquierda como la de Bachelet en Chile, que de izquierda solo ha tenido el nombre ya que ha aplicado políticas neoliberales siempre y además, ha mantenido el eje Chile-E.E.U.U. sin cambio alguno.



La acarició como las olas del mar… @dealgunamanera...

La acarició como las olas del mar…


Ayer publiqué la mención que gané por una crónica. Como no va a ser publicada, me dieron ganas de compartirla. Aquí está. Lo único que cabe aclarar es que el concurso tenía por tema formas no habituales de relacionarse con la muerte y que, como toda crónica, y como es el nombre del encuentro, el texto debía ser "Basado en Hechos Reales". Eso significa que lo que cuento, pasó.

© Escrito por Federico Lorenz el Domingo 04/11/2018 y publicado en su muro de Facebook en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La acarició como las olas del mar…

Ana Mancebo no conoció el mar hasta que secuestraron a su hijo. La primera vez que enterró sus pies descalzos en la arena suave para que el agua salada la besara ya era una mujer grande.

Me lo contó una mañana, durante una entrevista sobre la militancia sindical de Carlos Ignacio Boncio, su hijo. Carlos era delegado de la Juventud Trabajadora Peronista en astilleros Mestrina, en Rincón de Milberg, en el Tigre. El 24 de marzo de 1976, día del último golpe de Estado en la Argentina, los militares acordonaron la zona de astilleros y secuestraron a unas sesenta personas. Hicieron un trabajo preciso: tenían listas que los patrones y la burocracia sindical les habían proporcionado. Muchos de esos obreros, el hijo de Ana entre ellos, no aparecieron nunca más.

Hoy sabemos que los tuvieron secuestrados en la Comisaría de Tigre, bajo control militar. Durante algunos días, sus familiares pudieron llevarles comida y ropa para que se la entregaran en las celdas. Ana y su marido alcanzaron a escuchar la voz de Carlos, pared de por medio, gracias a un policía conocido. Las colas de familiares a plena luz del día, a la espera de ver a detenidos cuya condición de tales se negaba, eran lo opuesto a la clandestinidad de la represión.

Santiago Omar Riveros, jefe del Comando de Institutos Militares a cargo de la represión en la zona, dispuso al fin el traslado de todos a Campo de Mayo, en la zona Norte del Conurbano bonaerense. Ese lugar, junto a la ESMA y La Perla, en Córdoba, fue uno de los mayores centros de exterminio del país.

Durante meses, los secuestrados, asesinados y sus cuerpos arrojados a aguas abiertas desde aviones.

El caso de Carlos Ignacio es especial porque la represión cometió un error administrativo. A Carlos, el joven delegado, lo “blanquearon”: figura como detenido en Coordinación Federal junto a otros secuestrados que fueron posteriormente liberados. Carlos Ignacio no: la maquinaria de exterminio se impuso y lo llevaron, junto a otros desgraciados, para que los masacraran y finalmente asesinaran. 

Hubo un ensañamiento especial con los sindicalistas clasistas que habían osado instalar, efímeramente, el control obrero de la producción. Un compañero de Carlos en Mestrina, el Macaco, compadreó: dijo que cuando los milicos lo fueran a buscar, “los iba a echar con los perros”. Los testigos sobrevivientes de Campo de Mayo recuerdan que al Macaco le cortaron los garrones, para que se arrastrara, y le largaron encima los perros de la guarnición.

La saña fue proporcional a la amenaza que sintieron los patrones. A sus ojos, y a los del plan represivo, los obreros merecían un castigo ejemplar: toda la zona debía ser “limpiada de bichos colorados”. Así me habló en 2009 el dueño de uno de los astilleros, que había sido tomado como rehén en 1973.

Lo dijo con un odio chocante, como si el daño que le habían inferido hubiera sucedido el día anterior, y no hacía más de treinta años. Cuando lo entrevisté, en su oficina de unos talleres de maquinaria industrial, negó reconocer a los delegados en las fotografías que le mostré mientras hablábamos.

No podía ser: seguramente se habría cruzado con ellos diariamente y, muy probablemente, temido. Recuerdo que miró las imágenes como quien ve a través de una ventana. Como si esas personas no hubieran existido. Y sin embargo, allí estaban, durante una toma de fábrica, o un asado. 

Las fotografías pueden ser engañosas: mantienen vivo lo que ya no es. Pero en esa aparente ambigüedad está su verdadero poder. Nos confrontan con la idea de que nadie muere del todo.

La entrevista con Ana Mancebo fue en su casa, en una zona llamada Talar de Pacheco. El camarógrafo y yo tuvimos que hacer algunos kilómetros por un camino desolado rodeado de montañas de autos abandonados. El camino serpenteaba entre la chatarra como si una gigantesca topadora hubiera abierto paso apartándola a ambos lados. El puente sobre el Río Reconquista nos mostró un horizonte de basura y podredumbre. Al otro lado, aparecieron las primeras casas de un barrio obrero como todavía podían verse en 2003. No voy desde entonces; es probable que el camino hoy sea más peligroso, que se haya amontonado más miseria. Pero tal vez sean solo los prejuicios nacidos del privilegio del que puede entrar y salir de los escenarios que visita para describir el mundo. 

En todo caso, esa escenografía deprimente era la adecuada para mi estado de ánimo. La noche anterior había dormido muy mal, como venía sucediendo hacía tiempo. Para ser más preciso, desde que había comenzado mis entrevistas a víctimas del terrorismo de Estado. Muchas veces tenía visiones fugaces de rostros o evocaba fragmentos de las cosas que me habían narrado secuestrados, exiliados, madres y padres de desaparecidos.

Sin embargo el sueño de la víspera a la visita a la casa de Ana Mancebo fue fundacional. Yo no lo sabía entonces, pero iba a ser la primera de muchas otras noches diferentes. Yo no sabía que empezaba mi trabajo como mensajero. 

Soñé que se me acercaba un joven. Nos encontrábamos en una esquina, y él, serio, miraba atentamente a los costados con las manos metidas en los bolsillos de una campera. Estaba serio. Cuando pareció estar seguro de que estábamos solos, me miró y me dijo:

-Mañana vas a ver a una señora. Te va a explicar por qué se mete al mar. Le vas a decir que es verdad.

-¿Qué es lo que es verdad?

-Lo que te dice es verdad. Y le vas a decir que la acaricio como las olas del mar. 

Me desperté sobresaltado. Pensé que era una más de tantas pesadillas. Porque yo sabía, aunque nada racional lo justificara, que esa persona con la que había hablado había existido, y estaba muerta. 

Fue una entrevista difícil. Los sectores populares no abundan en metáforas, son directos, tienen el dolor a flor de piel. Contestan con monosílabos. Pero además, el esposo de Ana estuvo todo el tiempo presente, algo bastante frecuente también en esos casos. Nos recibieron en una casa humilde. Nos convidaron café en unas tazas viejas y nos sentamos en torno a una mesa con uno de esos viejos manteles de hule estampados con flores. 

El viejo había sido testigo del secuestro de su hijo, ya que también él trabajaba en el astillero. Desaprobaba la militancia sindical de su hijo. Pero él no abrió la boca durante toda la entrevista. Sólo tamborileaba con impaciencia sobre la mesa. Lo hacía con tanta insistencia que por momentos yo fijaba la vista más en sus manos que en la cara de la anciana, que contaba sus cuitas en tono monocorde. Él tenía los dedos como garras, callosos y fuertes, con las uñas largas. 

Ana dijo que nunca esperó que el Ejército hiciera lo que había hecho con su hijo. Más aún, que el día del golpe hasta se alegró de que lo detuvieran, porque ya estaban muy preocupados con todo lo que estaba pasando.

¿Todo lo que estaba pasando? –pregunté.

-Los asesinatos. Usted sabe. Era cuestión de que cada mañana apareciera una persona muerta a tiros en la calle, y yo tenía miedo por él.

-Entiendo.

-Pero nunca pensé que los militares iban a ser peores. No era eso lo que me habían enseñado.

Hubo un silencio incómodo.

-¿Y cómo era Carlos en esa época? –pregunté al fin.

-Ah, era un muchacho fuerte, buen hijo… ¿Quiere que le muestre una foto?

-Por favor.

No hay muchas imágenes de los militantes de aquella época. De los trabajadores, menos. Porque una cámara fotográfica era algo caro entonces. 
Porque por seguridad las destruyeron o las saquearon durante los allanamientos. En algunos casos, de esas personas desaparecidas no quedó nada, salvo la tozudez o la resignación de sus familiares. 

-Esta es la única que nos quedó de él, es la del documento de identidad. Con la que hicimos la pancarta. Mire qué lindo chico.

Mientras hablaba, la señora me alcanzó en pequeño retrato.

Dicen que los que mueren trágicamente nunca nos dejan del todo. Pero es más que eso: convivimos con los muertos. Nuestra soberbia, nuestro miedo, son tan poderosos que achican el campo de nuestras experiencias. Pero bastaría estar atentos, y ver o escuchar. Porque lo que no pueden decirnos en las horas diurnas nos lo hacen saber durante el sueño.

Lo supe esa mañana cuando ví que la foto de Carlos Ignacio Boncio era la del rostro del joven con el que yo había hablado en sueños. El joven que me había visitado para yo transmitiera un mensaje.

-A usted le va a parecer raro –me dijo entonces Ana, como si me leyera los pensamientos- Pero cuando supe que los tiraban al río, pensé: Carlos sabía nadar, a lo mejor se salvó…

-¡No empieces con eso! –fue la única vez que el papá de Carlos intervino en la conversación, y lo hizo para pegar un grito, dar un manotazo, levantarse e irse para el fondo.

Ella lo vio alejarse con una expresión de dulzura:

-El pobre tuvo que seguir trabajando en ese lugar, no digiere lo de nuestro chico. Yo me junté con las Madres de por acá, reclamamos, pero además, ¿sabe qué?

-¿Qué Ana?

La vieja me miró con un gesto de complicidad, como una abuela que va a contar un cuento.

-Me llevó un tiempo darme cuenta de que no se había podido salvar. Que los tiraban al río para que se ahogaran. Después me enteré de que los drogaban para que ya llegaran inconscientes al agua.

El viejo estaba en el fondo de la cocina, con los brazos cruzados, la mirada clavada en el piso.

-Ese verano, habrá sido el primero de la democracia, le insistí a mi marido para que nos fuéramos de vacaciones al mar. Nos fuimos a Mar del Plata.

Yo no conocía el mar, ¿sabe? Nunca nos habíamos ido de vacaciones. Y llegué a la orilla. Tenía puesto un vestido, me saqué los zapatos y me lo arremangué, y me metí en el mar, y sentí las olas.

Yo no podía dejar de mirar a Ana. El recuerdo de esa escena la había embellecido. Un amor doloroso le hacía brillar la mirada.

-Y cuando el mar me tocó, yo sentí que mi hijo estaba en esas olas, y que me acariciaba.

La señora calló, y se me quedó mirando.

-Usted me cree, ¿verdad?

-Sí, Ana, sí.

-Mi marido piensa que estoy loca. Pero yo sé que ese día mi hijo me acarició.

-Le creo Ana. Estoy seguro de que es así–dije con la mirada del hombre que me había visitado en sueños clavada sobre mí. Mientras tanto su padre, en la cocina, decía que no con la cabeza. 

Terminamos la entrevista unos minutos después. Esta vez el viejo, que nos había recibido junto a su esposa en la puerta, ni siquiera se acercó para despedirse.

Yo le pedí permiso a la señora para abrazarla. Sentí que mi trabajo no estaba completo. Que tenía que cumplir.

Con su cabeza a la altura de mi pecho, volví a decirle:

-Estoy seguro de que ese día su hijo llegó con las olas para acariciarla.

Sentí cómo su cuerpo agradecía esas palabras.

-¿De verdad no piensa que estoy loca?

Y entonces, por fin, me animé:

-Carlos me contó anoche que lo había hecho. 

Separó su rostro de mi pecho. Me miró:

-Me dijo: “la acaricio como las olas del mar” – reforcé. 

Fue un abrazo breve. Pero mientras duró me pareció escuchar el rumor eterno e incesante del mar, ese rumor que también escucho ahora mientras termino de escribir, mientras pienso cuándo será la próxima vez que vuelva a hacer de mensajero.

Federico Lorenz 2018.



sábado, 3 de noviembre de 2018

Prueba Documental sobre las Islas Malvinas y la Soberanía Argentina... @dealgunamanera...

Prueba Documental sobre las Islas Malvinas y la Soberanía Argentina...


Malvinas: el Archivo General de Indias certificó más documentos que sustentan la soberanía de la Argentina. Un historiador argentino encontró nueva documentación y se la presentó al senador Cobos, que tramitó la autenticidad en el Archivo situado en Sevilla.

© Escrito por Martín Dinatale el sábado 03/11/2018 y publicado por el Diario Digital Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Entre esas rarezas que cada tanto se dan entre la política, los historiadores y las causalidades, la Argentina acaba de sumar una prueba documental histórica en su largo reclamo por la soberanía de las islas Malvinas: se trata de un plano y dos documentos inéditos de 1767 que demuestran que Puerto Soledad era una posesión española y que allí había población estable en conexión con Buenos Aires.

Bajo el sello del Archivo General de Indias los planos de una capilla de los franciscanos construida en 1768 y establecida en las islas Malvinas se sumarán –a partir de ahora– a otros documentos que la Argentina contará en sus archivos para ratificar el histórico reclamo por la soberanía de las islas del Atlántico Sur.

El año pasado Infobae publicó en exclusiva el hallazgo de tres cartas de 1767 que fueron adquiridas por un coleccionista privado y que revelan un pedido para la construcción de una capilla en la isla Soledad. Luego, apareció otro documento que muestra la continuidad de aquellos oficios: en un escrito y un plano figura la concreción de la obra de la iglesia mandada a construir por el gobernador de Buenos Aires de aquel entonces Francisco Bucarelli y Ursúa a requisitoria de Felipe Ruiz Puente, primer mandatario de las Islas Malvinas.

A partir de allí, el historiador argentino Roberto Colimodio se presentó ante el senador radical de Mendoza Julio Cobos para exponerle los datos de un documento que está guardado en el Archivo General de Indias de Sevilla en España donde se revela la existencia de la capilla de los franciscanos en 1768, lo que otorga sustento a las cartas halladas por un coleccionista de identidad reservada cuyas iniciales son N.L.D y de esta forma ratifica el predominio español en las islas de lo que luego sería el territorio argentino.

El nuevo hallazgo se registró en el Archivo General de Indias por parte del historiador argentino Roberto Colimodio y luego de una gestión del senador Cobos, la Argentina acaba de recibir una certificación formal de esos documentos de parte del Archivo General de Indias.

Toda esta documentación fue entregada recientemente a la Cancillería y se sumará de esta forma a los expedientes que forman parte de la extensa lista de textos que sustentan el reclamo histórico de la Argentina sobre Malvinas contra el planteo y ocupación de las islas de parte de Gran Bretaña.

Hace más de un año, cuando se hizo pública la restitución de tres cartas de Malvinas que Infobae reveló en forma exclusiva, Colimodio se contactó con Cobos porque a partir de esa noticia había revisado el catálogo del Archivo de Indias buscando información relacionada a las Cartas de Malvinas.

Esos documentos inéditos, datados en el año 1767 y que había comprado un coleccionista privado, consisten en un intercambio epistolar entre el por entonces Gobernador de Buenos Aires Francisco de Bucarelli y Ursúa y Felipe Ruiz Puente, Primer Gobernador de las Islas Malvinas.

Es precisamente en esas misivas dónde se mencionó la necesidad de contar en Malvinas con una capilla y elementos para ponerla en funcionamiento.

Las cartas revelan que el gobernador de Buenos Aires envía los vasos sagrados y ornamentos para erigir una nueva capilla en dicha "colonia" así como una imagen de la Virgen de la Soledad, para que sea declarada patrona de la población.

Este documento demuestra que Puerto Soledad era posesión española y que había población estable. Una capilla no se construye en un "campamento" o "asentamiento precario". Es una prueba más que puede considerarse importante para la causa.


En la búsqueda realizada por Colimodio se descubrió que en el Archivo de Indias situado en la localidad española de Sevilla, existía un archivo titulado "Plano de la Capilla Provisional de las Yslas Malvinas". Ese documento hacía referencia directa al contenido de los textos recuperados. Frente a esto y entendiendo la importancia de ello Cobos empezó a gestionar por medio de la Cancillería, la posibilidad de contar con una copia autenticada del mismo para incorporarla a la colección que hoy obra en poder del Archivo General de la Nación.

"Solicitamos una copia autenticada de los documentos por parte del Archivo de Indias para que el uso de estos documentos tenga garantías y sin fines de lucro tenga uso educativo y patrimonial para ser exhibidos en dónde las autoridades afines lo crean pertinentes", dijo Cobos a Infobae.

Finalmente el Archivo General de Indias envió una copia autenticada del "Plano de la Capilla provisional de las Yslas Malvinas", completando así los archivos epistolares sobre las Islas Malvinas recientemente recuperados para el Estado argentino.


Antonio Sanchez Mora, Jefe del Departamento de Referencias del Archivo General de Indias certificó la copia autenticada del documento que se encuentra archivado bajo la nomenclatura MP-BUENOS AIRES, 74. El documento se denomina "Planta de la capilla provisional de los franciscanos establecidos en las Islas Malvinas" y data del 22 de marzo de 1768.

"Es innegable la importancia histórica y patrimonial de estos documentos. De hecho, fueron mencionados este año en la presentación de Argentina ante el Comité de Descolonización de Naciones Unidas", dijo Cobos.

A la vez, por solicitud del embajador argentino en España, Ramón Puerta, se enviaron las copias autenticadas de las cartas para ser incorporadas al Archivo General de Indias. 


Colomino expresó a Infobae que "el Archivo de Indias contiene mucho material documental no investigado para sumar a la reclamación de nuestros derechos soberanos sobre las Islas".

A diferencia del plano de la Capilla, estos documentos no han sido digitalizados y se conservan en soporte papel en las instalaciones del Archivo en Sevilla.

De los tres documentos descubiertos sobre las Islas Malvinas, dos de ellos hacen mención de "erigir una nueva capilla en esa Colonia", refiriéndose a la necesidad de poblar Malvinas por parte de España ante los avances de los gobiernos francés e inglés con pretensiones de soberanía sobre las Islas atlánticas.

Estos documentos son la Carta fechada en Malvinas el 25 de abril de 1767 enviada por el gobernador de Malvinas Felipe Ruíz Puente a su par bonaerense Bucarelli y Ursúa. En esa misiva le explica la necesidad de levantar una capilla en Malvinas "para todo el pueblo, pues solo se cuenta con una muy precaria, con una imagen de San Luis". Y solicita a la vez "un pequeño sagrario o tabernáculo con su copón correspondiente y una imagen de la Advocación que V.E determinare para Patrono de esta posesión".


A la vez, está el documento datado en Buenos Aires el 2 de diciembre de 1767. También se trata de una carta dirigida por el gobernador de Buenos Aires al primer gobernador de Malvinas. Allí se sostiene que desde la capital argentina se enviarán los vasos sagrados y ornamentos para "erigir una nueva capilla en esa Colonia", así como una imagen de la Virgen de la Soledad para que sea declarada patrona de la población. Quizás esta sea la única pista para descubrir el origen del nombre de la Isla Soledad.

En el tercer documento datado el 22 de marzo de 1768, escasos meses más tarde de los oficios anteriores, Felipe Ruiz Puente, gobernador de las Islas Malvinas remitía a las autoridades el plano de la "Planta de la capilla provisional de los franciscanos establecidos en las Islas Malvinas", en cuyos márgenes Ruiz Puente describía los estados de la construcción en diferentes momentos dándosele a la fecha de envío del documento los últimos "remates a los interiores" a la Capilla.

Esto demuestra que la correspondencia intercambiada entre el gobernador Ruiz Puente y su colega porteño Bucarelli en 1767 no era sólo "expresión de deseos" sino que eran realidades concomitantes resultantes de las notas anteriores.

Este documento se encuentra en línea en el portal PARES del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de España y físicamente en el Archivo General de Indias de Sevilla. Y toda esta documentación se sustenta aún más con los documentos encontrados por el historiador argentino que ahora certificó el Archivo General de Indias y que la Argentina incorporó como parte de la documentación que sustenta el reclamo sobre las islas Malvinas.



viernes, 2 de noviembre de 2018

Sangre de su sangre. Cómo "maté" a mi hija… @dealgunamanera...

Sangre de su sangre. Cómo "maté" a mi hija…


"Cómo maté a mi hija” la removedora crónica de un padre conquista las redes

© Escrito por Cadu de Castro el martes 04/09/2018 y publicado Montevideo Portal de la Ciudad de Montevideo, República Oriental del Uruguay.

Narrado en primera persona, el relato procura llamar la atención sobre la responsabilidad colectiva en los casos de feminicidio.

Brasil es un país sumamente castigado por el flagelo del feminicidio, lacra que en nuestro país también campa a sus anchas.

Conmovido por esas muertes cotidianas -trece al día, según las estadísticas- el historiador brasileño Cadu de Castro escribió y compartió en Facebook una conmovedora crónica.

En su breve relato, el autor deja claro que un feminicidio no se produce sólo en el instante en el que un hombre le arrebata la vida a una mujer. Comienza mucho antes, y con la involuntaria y anónima complicidad de todos.

Publicado hace menos de un mes, el relato de Castro fue compartido más de cincuenta mil veces y reproducido en varios medios de prensa brasileños.

A continuación, ofrecemos el texto traducido al español.

Soy machista. Fui criado así. Crecí, me casé y tuve una hija. Siempre sometí a mi mujer, algo que me parecía completamente natural. Al fin y al cabo, el machismo es tan estructural que se naturaliza. Usaba adjetivos como incompetente, idiota, estúpida, para criticar muchas de sus palabras y posturas, y así disminuirla, empequeñecerla. Nunca la agredí físicamente, pero ejercía violencia psicológica. Mi hija fue criada en ese ambiente.

Me reía de los chistes que humillan o descalifican a las mujeres, y los reproducía. Cuando alguna se ofendía y protestaba le preguntaba si no tenía sentido del humor, era sólo un chiste, una broma. Aparte de eso, siempre fui muy moralista, especialmente cuando veía mujeres con ropas muy cortas. Muchas veces dije que estaban pidiendo ser violadas. Recuerdo que una vez me contaron sobre un caso de violación de una chica "modernosa" del barrio donde vivo, y cuestioné si se trataba realmente de una violación. Al fin y al cabo, ella abusaba, lo pedía ¿no? Mi hija escuchaba todo eso.

Defendía que hombres y mujeres son muy diferentes y por eso sus derechos no podían ser iguales. Reproducía las falacias de que el hombre es más racional y la mujer más sentimental, que tener muchas mujeres en un mismo lugar de trabajo no da resultado, que la mujer habla demasiado, que le gustan los chismes, que los hombres son más competentes para gerenciar negocios, que hay mujeres a las que les gusta que les peguen, que los niños mal educados lo son por culpa de la madre, etc. Mi hija aprendió todo eso.

Una vez, un vecino agredió físicamente a su mujer. Mi esposa y mi hija hablaron de llamar a la policía, pero lo impedí. Dije que "en pelea de marido y mujer no se mete cuchara". ¿Quién sabe lo que ella hizo para hacerle perder a él la cabeza? Mi hija incorporó esa idea.

Deshumanizaba la figura femenina. A las mujeres más independientes y despegadas de esas reglas morales que yo defendía, las llamaba vacas, yeguas, cerdas. Decía que el feminismo era cosa de mujeres "mal atendidas", feas, desequilibradas, desubicadas. Me ofendía cuando alguien me llamaba machista, y decía, "ni machismo ni feminismo, nada de ismos". Mi hija llegó a reproducir algunas de mis expresiones.

Recuerdo cuando ella me lo presentó. Estaban empezando a salir. Una vez la oí conversando con una amiga y le contaba que a veces era un poco grosero, pero los hombres son así, ¿verdad? Yo era su referencia.

En otra ocasión hablaba con una prima sobre cómo lo encontró con otra, pero él se disculpó y dijo que era sólo un desliz, que la amaba. Recordó que unos años antes, su madre había descubierto algunas aventuras mías, y que eso era, al fin y al cabo, cosa de hombres.

Él me caía bien. Era un muchacho simpático y trabajador. Reía mucho de los chistes sobre mujeres que le contaba, y hasta aportó algunos nuevos que ampliaron mi repertorio.

Se casaron. Con mi bendición. Una vez ella se quejó con la madre de que él era muy celoso y posesivo, que la agobiaba. Me metí en la conversación y dije que él era el hombre de la casa y que ella tenía que respetarlo, y que los celos eran señal de amor. Ella estuvo de acuerdo. Noté que algunas veces hablaba con ella de manera agresiva. Lo llamé para tener una charla. Me pidió disculpas y dio que procuraría controlarse "pero que la mujer habla demasiado y sabes cómo es eso, a veces hace que uno se ponga nervioso". Terminé concordando con él.

Hace poco ella llegó a casa con un hematoma en un ojo, el rostro hinchado y marcas en los brazos. Le pregunté sobre eso y contestó que se había caído por las escaleras, pero que estaba bien, que no hacía falta que me preocupara. Le pregunté si todo iba bien con su marido y me dijo que sí, que él la amaba.

Ayer recibí una llamada de la policía. Supe que mi hija estaba muerta. Su compañero la había tirado del balcón desde un décimo piso. O la había apuñalado, o baleado, o estrangulado, o golpeado hasta la muerte durante una pelea conyugal.

Los vecinos oyeron sus gritos pidiendo socorro, pero nadie intervino ni llamó a la policía. Al fin y al cabo, en pelea de marido y mujer no se mete cuchara.

Yo caí, o fui apuñalado, o baleado o estrangulado junto con mi hija. Ahora yazgo en este suelo frío, La caída, o el tiro, o el estrangulamiento, o los golpes, o la puñalada que destrozó mi alma, agudizó mis sentidos. Puedo ver, oír. Veo ahora con una claridad y lucidez que me lastiman: el machismo, que siempre naturalicé y reproduje, oprime, hiere, mata. Oigo el grito de los feminismos. Es un grito de dolor. Es un grito ancestral. Es un grito por igualdad de derechos y oportunidades. Es un grito por respeto. Es un grito por la vida. Es el grito de mi hija. Es el grito de tu hija.

Es tarde para mí. Es tarde para ella. Maté a mi hija. En cada acto machista maté a mi hija. Maté también otras hijas, hermanas, madres. Defender y reproducir el machismo es mancharse las manos con sangre. Tú puedes aún salvar a tu hija, hermana, madre y tantas otras mujeres. Actúa antes de que sea tarde.

Debes estar preguntándote si esta historia es verídica. Respondo: sí y no. Sí porque ocurre todos los días, en muchos lugares y a muchas familias. Criamos una serie de feminicidas, y algunos feminicidas en serie. Brasil está entre los países con mayor tasa de feminicidios: ocupa la quinta posición en un ranking de 83 naciones. Mueren 13 mujeres al día en casos de feminicidio, y casi el 80% de ellas a manos de sus parejas.

Y no, no es verídica porque no me ocurrió a mí.

Simplemente escribí esta crónica porque me sentí tocado por un grave problema social: el machismo, al que tenemos que exponer, revelar y combatir todos los días y en todas partes.

Tengo la dicha de estar rodeado de mujeres feministas. Esposa, hija, sobrina, nuera, primas y amigas

Crié una hija feminista. Desde pequeña le enseñé a aceptar un NO sólo si tenía una justificación coherente, proviniera de quien proviniera, incluido yo.

Cuando surgieron expectativas sobre hacerla estudiar ballet, la apoyé para que entrenara taekwondo como ella quería. Ahora es cinturón negro segundo dan. Fue campeona brasileña combatiendo con hombres (en aquella época no había otras mujeres) y campeona panamericana. Está casada con un tipo maravilloso. Y ahora esperamos a Mel, su hija y mi primera nieta, y sólo de pensarlo me lleno de amor y ternura.

Necesito luchar por un mundo mejor para ella. Por un mundo mejor para todas las mujeres. Quiero un mundo mejor para todas las personas.

Y para eso, nosotros, los hombres, tenemos que empeñarnos en una férrea lucha que comienza dentro de cada uno de nosotros, contra el machismo nuestro de cada día. Tenemos que desaprender lo que somos.

¡Sólo los feminismos salvan! Esa lucha es de todos nosotros. Le enseño eso a mi hijo, que es un tipo maravilloso.