miércoles, 2 de julio de 2014

Barrio La Carbonilla... De Alguna Manera...

Carta abierta al gobierno que fogoneó el odio y la intolerancia...

La Asociación Madres de Plaza de Mayo, que preside Hebe de Bonafini, acompañada por la agrupación italiana Kabawil Pescara visitan el barrio La Carbonilla para conmemorar el 37° aniversario del nacimiento de la agrupación. Foto: Télam

Respuesta a las injustificadas críticas del trabajo sobre "La Carbonilla".


Hacía 24 horas que mi video "Metáforas de una década ganada. La Carbonilla por dentro" estaba subido al portal de Perfil.com. Fue en ese momento, tras una interminable difamación pública, insultos y agravios de uno de los protagonistas del mini-documental y de un improductivo subgerente de la Televisión Pública, en que me pregunté de qué servía contestar a cada una de sus mentiras e insultos, a través de una red social.

No debería sorprender el nivel de sinsentidos y banalización de la discusión de Juan "Hank" Soriano, el líder del Vatayón Militante que la mismísima Presidenta de la Nación bancó, públicamente, luego de que Sergio Schoklender denunciara su existencia tras su segunda estadía en prisión por malversación de fondos públicos en la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Pero sí el de una influyente autoridad que representa a los medios públicos. Sin argumentos de ningún tipo, contestar seriamente sus mensajes sería como dialogar con Beavis and Butthead. Es la lógica imperante en los tiempos kirchneristas: la abogada exitosa premia este tipo de actitudes de inoperantes que han hecho de la alcahuetería una religión.

El video de 12 minutos transcurre en la villa "La Carbonilla" ubicada en el barrio de La Paternal en la ciudad de Buenos Aires. El barrio es noticia pues fue el lugar de encuentro de Hebe de Bonafini, cuestionada hasta por Estela de Carlotto por la forma en que se manejó en Sueños Compartidos, César Milani -el "progresista" general de Cristina- y "Unidos y Organizados", conjunto de agrupaciones que va de Kolina, La Cámpora, Movimiento Evita hasta el, antes mencionado, Vatayón de Soriano.

Es muy fuerte lo que el corto muestra, más aún, lo que no se dice. Las escenas indignaron hasta al director de cine Juan José Campanella. Allí se observa a la plana mayor del Gobierno nacional, festejando la inauguración apócrifa de las cloacas en el barrio junto a Víctor Heredia. El ejército de Milani que aparece en la villa para barrear, y la "militancia", para “palear”, como explica un vecino. Chicos corriendo a las puteadas en un local del Vatayón bautizado, cuándo no, con el nombre del prócer Néstor Carlos Kirchner, mientras una colaboradora de la agrupación habla de integración social. Un grupo de pibes de 15 años que se animan a mostrar su casilla en la que tres baldes y un pozo hecho a mano demuestran que lo de las cloacas K es mitológico.

Una Bonafini que grita que "no tengan miedo de pedir". ¿Será la misma mujer que mandó a reclamarles a su ex hijo putativo, Sergio Schoklender, a cuatro trabajadores de su Fundación, que le pedían saber quién y cuándo se iba a hacer cargo de sus sueldos adeudados? Una dirigente local que aplaude a rabiar a Andrés Larroque y al ministro de Defensa, Agustín Rossi y que, casualmente, es la misma mujer que presentaban, los medios públicos, como una vecina común y corriente que denunciaba al gobierno de Mauricio Macri por dejarlos a la buena de Dios. Una canchita de fútbol sin arcos y una plaza en la que sólo quedaron los fierros del tobogán y el sagrado nombre que tatuó "la militancia" en sus ratos libres. Sí, adivinó: Néstor Carlos Kirchner.

Todos esos pequeños detalles conforman la gran estafa de estos años: el engaño de cuál fue la real inversión en obra pública y la apropiación y partidización del país, desde los organismos de derechos humanos, los grupos piqueteros, los artistas, el rock, los medios públicos hasta las villas miserias.

¿Alguien imagina que podría instalar un local en La Carbonilla sin pertenecer a una agrupación kirchnerista? ¿Quién autorizó al Vatayón a instalarse allí? ¿Con qué recursos bancan ese espacio? De esas cosas, Soriano jamás hablará. Tiene dignos ejemplos para comportarse impunemente. De Amado Boudou a César Milani, del Ricardo Echegaray sorprendido en Río de Janeiro por TN al José María Núñez Carmona de Punta del Este. Por esa razón, nos detestan. El periodismo de investigación es eso. Pero para los "intocables" del poder K, meternos donde nadie nos invita nos convierte en el mal: citan a Alfredo Astiz y a Jorge Rafael Videla de memoria. Señalan con su dedo acusador. Nací un 23 de enero de 1980, difícilmente pude haber tenido algún tipo de relación con la siniestra y asesina dictadura militar. ¿Dónde estaba el revolucionario Masllorens en esos años?

Dicen que somos fachos o la derecha, que nos paga Héctor Magnetto y que funcionamos como soldados que obedecemos las órdenes de tal o cual dueño de un medio. Lanzan el término "servicio", ¿sabrán que los servicios de inteligencia los maneja el gobierno a diestra y siniestra desde hace años? ¿Les sonará el Proyecto X? ¿Milani? Son tan caraduras que están diseñando una ley para no tener que pasear, jamás, por algún pasillo de Tribunales. Hablan de pluralismo porque ahora se escuchan "más voces" y "cada uno dice lo que quiere"... mientras sea dueño de un medio donde expresarse.

Pequeño detalle. Los medios de comunicación que afloraron durante la década ganada son, casi en su totalidad, K, filo K, recontra K y ultra K. Argumentan la crítica a una nota por la cantidad de visitas que obtuvo: "Nadie te conoce" o "El día que tengas 1000 visitas te compro una torta". Es su concepción de la democracia. A las minorías hay que silenciarlas, hostigarlas, aniquilarlas. La historia es cíclica. Se repite en forma de parodia, escribió un tal Karl Marx que, quizá algún día estos milibobos se animen a leer más allá de embobarse con su barba "onda el Che Guevara". En los últimos meses, los talibanes del kirchnerismo ingresaron en su etapa final: la de victimizarse asegurando que ellos son los perseguidos y hostigados. Casualmente, siempre que aparecen en las redes sociales para difamar al periodista, son funcionarios del Gobierno nacional, de mayor o menor rango o empleados del Estado. ¿Quedará algún kirchnerista que no pasa a cobrar a fin de mes por las arcas públicas?

Nada sorprende a esta altura. Pero la mañana del miércoles 25 de junio me encontré anonadado con mi respuesta desenfrenada. Había perdido la paciencia. Uno de los que me calificaban como "sorete", cómplice de la dictadura, amigo de Videla y de "ladrón" era el subgerente de Extensión y Desarrollo de Proyectos de la Televisión Pública, un cargo más anodino que el de Ricardo Forster y su pensamiento nacional. Jamás oculté que trabajo desde julio del 2008 en la Gerencia de Prensa e Institucionales del canal público. Público. No de un partido. Cuando salió publicado mi anterior libro, El negocio de los derechos humanos, seriamente me replanteé si debía renunciar a mi trabajo. Un sabio amigo periodista me dijo que no lo hiciera, que no dejara espacios vacíos que, raudamente, otro Hank seguramente ocuparía. La Televisión Pública no son ellos. No todos los que trabajan aquí se comportan como estos matones de poca monta que, ni siquiera, son reconocidos por sus superiores.

En fin, el funcionario que se desempeña bajo la misma gerencia de la que formo parte se preocupaba en difamarme, hostigarme. Se solidariza con el amigo del exdirector del Servicio Penitenciario, Víctor Hortel, el de las cloacas de mentira y los presos fugados de verdad. En seis años, jamás tuvo el coraje de comentar su malestar de trabajar con un "facho" como yo. Sin embargo, explotó en la impunidad de una red social. En una década en la que se fogoneó la intolerancia y el odio, el detalle es menor. Masllorens se presenta como "militante político". Sin embargo, su amor por la patria y su gobierno, no lo ha demostrado en su gestión diaria en la que nadie sabe para qué está ni qué hace.

A fines del 2013, en un duro momento del Gobierno nacional, en medio de los saqueos, la crisis económica y social e intensas protestas internas en los pasillos del canal que debería ser de todos, ideó junto con un pequeño grupo de empleados del canal, Canal 7 Para la Victoria. Quería imitar a los colegas de Télam. Empapelaron el canal para sobreactuar que “bancaban” a Cristina. Una vez más, confundían lo de todos con lo de un grupo determinado, aunque sean los supuestos iluminados que nos están rescatando del capitalismo salvaje y de los malditos monopolios.

Soriano es joven. Masllorens, no. Demuestran que la intolerancia no tiene edad, no envejece. El primero debería explicarle a la familia Taddei cómo el baterista de Callejeros, Eduardo Vázquez, se paseó por las calles de San Telmo acompañando a su Vatayón, poco después de ser condenado por prender fuego a su mujer Wanda. Recuerdo que el subgerente reclamó a su superior que me echaran cuando conoció la publicación de mi libro. La respuesta fue que “a pesar de las diferencias ideológicas, no echamos gente”. La justificación remitía a lo peor de la Historia humana. "Tengo un amigo judío", le faltó decir.

En el estatuto laboral está expresamente prohibida la discriminación religiosa, étnica e ideológica. ¿De qué ideología hablarán? ¿La de Fidel Castro o la de Chevron? Con ese "argumento" teórico, un representante de los medios públicos se enfurece porque alguien que piensa distinto y, encima trabaje y le aporte más al canal que diez subgerentes de vaya a saber qué, sobreviva en "su" canal. El otro, Soriano, odia quedar expuesto. Alberto Lebbos, alguna vez me dijo que "en este país la gente tiene más miedo a perder el trabajo que a que le maten un hijo". Es así. El temor paraliza. No todos somos como estos personajes que tienen que justificar sus jugosos y exclusivos ingresos económicos sobreactuando su supuesto convencimiento a un proyecto que ni ellos saben de qué se trata. 

© Escrito por Luis Gasulla el Viernes 27/06/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Juan Domingo Perón, la verdadera herencia... De Alguna Manera...


La verdadera herencia...


Un análisis del legado de Juan Domingo Perón, a cuarenta años de su muerte. En primera persona: estábamos desolados. Aquel 1º de julio de 1974, cuando a través de los medios se informó que había fallecido a los 78 años el presidente de la nación, el Teniente General Juan Domingo Perón, la percepción y el recuerdo de quien les habla, junto con todos mis coetáneos, era de desconsuelo. Desolación también: porque no solamente la jornada era invernal y los próximos días serían fríos y lluviosos, sino porque el desconsuelo perforaba el alma de los argentinos. Sin apelar a categorizaciones psicoanalíticas, nos habíamos quedado huérfanos. “El viejo” se había muerto.

En aquel entonces, 78 años era sinónimo de viejo. Hoy, el presidente más veterano que hay en ejercicio de su cargo en el mundo entero, el de Israel, tiene 90 años: Shimon Peres. Y hay varios de esa generación que siguen haciendo sus vidas. Pero en aquel momento, los 78 años de Perón los vivíamos nosotros –en mi caso, veinteañero– de una manera terrible. No porque fuéramos todos peronistas, ni porque pensáramos que “el Viejo”, como se lo denominaba, al desaparecer de escena habría de provocar la catástrofe que vivismos los argentinos. 

Pero lo que prevalecía en aquel momento era esa sensación terrible que nos acontece en algún momento, de que ya nada habría de ser igual a lo que había sido. Al irse del mundo de los vivos en medio de aquel cambalache atroz, siniestro e indescriptible de los ritos satánicos de López Rega y su banda, la Argentina se quedaba con lo puesto. Miento. No nos quedábamos con lo puesto. Nos quedábamos desnudos, atrapados por nuestros odios, la sed de venganza, la retribución permanente de “a cada bala, otra bala; a cada muerto, otro muerto”.

Para los más jóvenes, quiero que sepan que una frase de la política de aquellos años era “tirarle muertos a fulano”, asesinar, secuestrar, destrozar. La Argentina, que estaba al borde del precipicio, sintió, en esencia, que la muerte de Juan Perón nos arrojaba a ese precipicio.
Perón había sido mucho más que un jefe político. Había llegado a la condición de un hombre que parecía encabezar un culto divino. Había y hay, y en gran medida me temo que sigue existiendo, una divinización de su carácter infalible. Perón era un personaje que conducía pero que, de hecho, si se lo desafiaba políticamente quien lo hacía entraba en categoría de traidor. 

Otra de las frases, o de las palabras clave del peronismo, es la noción de “traidor”. Así se denominó a muchos que osaron alzarse contra un hombre que había hecho del culto táctico un verdadero resumen de las virtudes de la política: el tacticismo, la destreza o elasticidad de la cintura política de Juan Perón fue uno de los aspectos proverbiales de su larga trayectoria política.

Fue así como asumió, de manera no violenta, haber sido derrocado y rápidamente emprendió rumbo al refugio en Paraguay. Hay que decirlo: el Paraguay de una dictadura, que marcaba el comienzo de la larga era de Alfredo Stroessner. En aquel momento, ya Perón había dicho que no contasen con él para la violencia. Pero pocos meses más tarde, desde la Argentina y ya desde su exilio en diferentes países de América Latina, en donde siempre estaban en el poder dictaduras de extrema derecha, Perón fue capaz de operar el pacto con la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), a cambio de importantes prebendas políticas y corporativas que le había asegurado el candidato Arturo Frondizi, que efectivamente llega a la Casa Rosada, no solamente con la cantidad importante de votos de la UCRI, sino con un aporte importantísimo y determinante de votos del peronismo impulsados por Perón.

De la salida pacífica de 1955 por el puerto de Buenos Aires, a la insurrección y a los episodios de violencia política, primitivos pero de índole terrorista, se pasa al pacto con Frondizi, y años más tarde, cuando los militares vuelven a atrapar el poder una vez más, en 1966, proclamando el fin de la época del liberalismo –idea que fascinaba mucho a Perón-, Perón ordena el “desensillar hasta que aclare”. En una palabra: no hacerle frente al gobierno de la autodenominada Revolución Argentina.

Pero años muy pocos años más tarde, Perón, con la misma frialdad y naturalidad, apoya explícitamente lo que denominaría “formaciones especiales”, un eufemismo por darle aval político y legitimidad filosófica a asesinatos como el de Pedro Eugenio Aramburu y todos los que siguieron después.

Esa época abarca casi un lustro. A lo largo de ese lustro, Perón, que ya estaba radicado desde 1961 en la España de Francisco Franco, habrá de convertir ese arte del compromiso táctico en su marca registrada. El era capaz de hablar bien de Mao Tse Tung y de Fidel Castro, y a la vez no haber pisado jamás territorio cubano. Para eso lo tenía a John William Cooke. En 1973 la capacidad tacticista de Perón implicó proclamar una candidatura imposible: “Cámpora al Gobierno, Perón al poder”, una manera de hacerle pito catalán a los elementos más proverbiales de la legitimidad política institucional.

¿Qué herencia ha dejado Perón, cuarenta años después de su muerte? ¿Qué tenemos para mirar desde hoy y hacia adelante? El Movimiento Nacional Justicialista nunca se asumió como partido político. En su disco rígido, en el núcleo de su pensamiento ideológico, el peronismo nunca dejó de pensar, y sobre todo Juan Perón nunca dejó de considerar, que los partidos políticos eran una lacra de la democracia liberal. A su manera, él era también un claro impulsor de la acción directa, ya sea por la cúspide o por las bases. 

¿Qué herencia dejó? Hay una indiscutible y que sería necio negar: de esa manera imperfecta y parcial como fue el ascenso del peronismo, para la Argentina implicó la integración social de enormes mayorías desheredadas, a las que antes se había interpelado solamente de manera formal, pero no de manera directa. En ese sentido hay una cantidad importante de conquistas políticas y sociales –aguinaldo, voto femenino entre muchas otras- que implicaron un innegable progreso, pero que desafortunadamente se concreto en el marco de un autoritarismo y una falta de respeto por la institucionalidad democrática que marcaron desde el comienzo las falencias del peronismo.

Perón era, además, un personaje muy arraigado en la cultura argentina: tanto la del siglo XIX, cuando nació, como la del siglo XX en el que vivió y murió: era hombre de guiños y picardías. De alguna manera, personificaba la “viveza criolla”.

Años después, tras tanta sangre derramada, tras tantas “guerras de religión”, como las define Loris Zanatta, el peronismo ciertamente es herbívoro. Hoy no tenemos ni podemos hablar de violencia política, afortunadamente eso ha quedado atrás, no solo para el peronismo, sino para la totalidad de la sociedad argentina.

Perón no consiguió que su herencia política se plasmara en una fuerza orgánica, constituida, pluralista, y que discutiera abiertamente su futuro, y sobre todo su presente, en términos orgánicos. Y eso es lo que está presente en una mujer que no lo quiere, y que no lo quiso a Perón, como Cristina Kirchner, que ha vuelto a demostrar que, aún despreciándolo a Perón, ella es tan peronista como el que más. Ese disco rígido es la peor herencia, el desafío para las próximas generaciones del justicialismo: demostrar que es capaz de convivir con una Argentina que, por lo menos en un importante porcentaje, no piensa de la misma manera.

Esa es la herencia y ese es el desafío, cuarenta años después de la muerte del Teniente General del Ejército Argentino Juan Domingo Perón.


© Escrito por Pepe Eliaschev el Martes 02/07/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


sábado, 28 de junio de 2014

De "Telos" y algo más... De Alguna Manera...


“Telos”, más caros: los clientes piden rebajas y mudan el sexo a casa

Habitación vacía. “Llegan menos parejas, y las que recibimos intentan notoriamente gastar menos”, opinan los empresarios hoteleros. Foto: Lucía Merle

En un año la ocupación cayó 40%. Y sólo resisten como refugio de relaciones Clandestinas. Con consentimiento de los padres, los jóvenes optan por sus cuartos.

A fines de los 90, quienes teníamos 17, 18 años, íbamos a los telos –supongamos, los de Avenida Gaona– a desarrollar los temas que en casa sólo podíamos abordar de arrebato. Se hacía lo que se podía: hemos entrado caminando (sobrios y a pleno sol), nos ha venido a retirar el mismo remisero que nos llevaba al colegio y hemos llevado champagne escondido conociendo nuestras limitaciones con el frigobar. Eramos muy jóvenes y los telos que podíamos pagar tenían eso: olor a telo, juegos de espejos en el techo, potro del amor, cortinas floreadas y a veces, incluso, tela plástica debajo de las sábanas. Se hacía lo que se podía, decíamos, pero se iba. Sin embargo, los tiempos, las decoraciones y los hábitos fueron cambiando: los telos, como todo, se pusieron más caros, los padres más permisivos, cada vez más gente vive sola y hubo que buscarle la vuelta a tener sexo en casa.

Lo dice Néstor Casaprima, presidente de la Federación Argentina de alojamientos por horas (Fadeaph). “Estamos pasando por una situación bastante complicada: tenemos niveles de ocupación 40% más bajos que el año pasado. Hay que remontarse a la crisis de 2001 para encontrar niveles más bajos de actividad que los actuales”, dijo a Clarín. Y no sólo eso, sino que los que siguen yendo van “de ratones”: “Llegan menos parejas, y las que recibimos intentan notoriamente gastar menos. Sigue bajando la ocupación de las habitaciones de mayor categoría, como las que tienen hidromasaje, y creciendo la de las comunes. Además, bajó bastante lo que se consume en la habitación, principalmente el champagne, el whisky y la cerveza”.

Los telos –antes, “los amueblados”– son un fenómeno casi exclusivamente local. Tener un lugar donde pagar por un turno para tener sexo o incluso tener una razón para usar la palabra “pernoctar” no es algo que pase en cualquier parte del mundo. Pero más allá del precio (pernoctar en una “suite de diseño” o “Suprema” cuesta $640 en el hotel Black Jack y $1250 en el General Paz) ¿Por qué va cada vez menos gente?

Lujo no. Los pocos clientes que van ya no contratan los servicios vip.

“Si hablamos de los adolescentes, creo que los padres son más permisivos que en otras épocas y pueden aceptar mejor que sus hijos tengan un espacio de intimidad dentro de casa. A eso, se suma el tema de la seguridad y el ‘prefiero que estén acá y no que anden por la calle”, dice Adrián Helien, sexólogo y psiquiatra del Hospital Durand. “Creo que hoy los telos quedaron reservados para quienes no tienen otro lugar, para las relaciones no blanqueables, para los que se excitan con esa fantasía –los espejos, los juguetes eróticos, el hidromasaje– y para encuentros ocasionales con alguien que uno conoce por chat y no quiere arriesgar a llevar a su casa”.

El sexo en casa se volvió, en cambio, un Plan A para quienes viven solos (según el último censo, más de 2 millones de personas viven solas en el país). ¿Qué pierde el sexo cuando se queda sin telo? “Lo que sucede, cuando sos adulto y querés tener sexo en casa pero sabés que tus hijos pueden entrar o estar escuchando, es que el sexo se va empobreciendo: no podés gritar, no podés gemir fuerte, no podés dar un chirlo, la cama no puede hacer ruido, y así uno se va limitando”, dice el sexólogo Patricio Gómez Di Leva. “Además –agrega la sexóloga y ginecóloga Sandra Magirena–, a muchas personas les quitás el telo y les quitás la intimidad, que es el elemento fundamental para la respuesta orgásmica, sobre todo para las mujeres. Yo me arriesgo a decir, también, que se tiene menos sexo que antes”.

Y sostiene otra hipótesis: “Hay un cambio de paradigma: muchas mujeres de entre 30 y 40 años se quejan de la dificultad para concretar un encuentro sexual. Dicen que están ‘anestesiados de erotismo’. Esto es, que cuando tienen la posibilidad, van directo a tener sexo, sin cortejo, sin juego, sin fantasía. ¿Y qué es el telo? Un espacio donde no sólo se va a tener sexo: uno va a jugar, a darse un masaje, a mirar una película erótica. Justamente se va menos a los telos cuando parece que todo esto sobra”.

Como sea, la crisis del telo tiene que tener algo bueno. Hay promociones, hay una “tarjeta erógena” de descuentos, hay consumiciones gratis, hay estadías largas por el mismo valor que un turno, hay aplicaciones para celulares que indica dónde está el hotel más cercanos si toca resolver el asunto rápidamente. Y si algo falla, se cae, se escucha, se apura, lo que sea, para el día siguiente, hay un grupo de Facebook que te banca: se llama “Me pasó en un telo”.

Variada. La oferta de habitaciones con “extras” sigue siendo fuerte.

© Escrito por Gisele Sousa Dias con la colaboración de Martín Grosz el Sábado 28/06/2014 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




Histórico. Procesaron al vicepresidente Boudou... De Alguna Manera...


Histórico. Procesaron al vicepresidente Boudou por el caso Ciccone y le embargan $200 mil...


Además Lijo procesó a Nuñez Carmona, Vandenbroele, Resnick Brenner, Nicolás Ciccone y Reinwick. De qué está acusado.

El juez Ariel Lijo procesó esta noche al vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, en el caso Ciccone, informó el Centro de Información Judicial (CIJ) de la Corte Suprema.

El vice de Cristina Fernández de Kirchner fue procesado este viernes en la noche por "cohecho pasivo y negociaciones incompatibles". Boudou no se encontraba en el país este fin de semana, por compromisos oficiales.


También dispuso que se embarguen 200 mil pesos de cada uno de los imputados, incluído Boudou, por los gastos de la causa.

Tanto el vicepresidente como Nuñez Carmona y Vandenbroele están acusados de "cohecho pasivo en concurso ideal", en tanto a Ciccone y a Reinwick les cabe el cargo de "cohecho activo".

En el caso de Resnick Brenner, el cargo es por "negociaciones incompatibles" solamente.

En los casos de Nuñez Carmona, Vanderbroele, Ciccone, Reinwick y Resnik Brenner, Lijo resolvió que "no podrán ausentarse del país sin la debida autorización del Tribunal".

En la resolución, el magistrado describió de este modo el hecho imputado:

"Amado Boudou, junto a José María Nuñez Carmona, habrían adquirido la empresa quebrada y monopólica Ciccone Calcográfica, mientras Boudou era Ministro de Economía, a través de la sociedad The Old Fund y de Alejandro Vandenbroele, con el fin último de contratar con el Estado Nacional la impresión de billetes y documentación oficial. Boudou, aprovechando su condición de funcionario público, y Nuñez Carmona, habrían acordado con Nicolás y Héctor Ciccone, y Guillermo Reinwick la cesión del 70% de la empresa “Ciccone Calcográfica” a cambio de la realización de los actos necesarios para que la firma pudiera volver a operar y contratar con la Administración Pública. 
En este sentido, Amado Boudou habría tenido injerencia, de forma directa, presenciando las reuniones para la adquisición, y, junto a Resnick Brenner — Jefe de asesores de la AFIP— y César Guido Forcieri –Jefe de Gabinete de Asesores del Ministerio de Economía- en el trámite de un plan de pagos ilegal en AFIP. Asimismo, habría intervenido, a través de personas interpuestas, en los actos necesarios para el levantamiento de la quiebra, con el objetivo de obtener el certificado fiscal para contratar con el Estado Nacional. 
Esa finalidad se habría visto satisfecha una vez que Boudou ya era vicepresidente en, al menos, una oportunidad con Casa de la Moneda".

© Publicado el Viernes 27/06/2014 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


jueves, 26 de junio de 2014

Las agujas del reloj del Congreso boliviano giran al revés… De Alguna Manera...


Las agujas del reloj del Congreso boliviano giran al revés…

El nuevo reloj del Palacio Legislativo en la plaza mayor de la Paz. 

¿El objetivo? reivindicar "la recuperación de la identidad de los pueblos del hemisferio sur".

Desde el lunes el reloj del Palacio Legislativo en la sede del poder político en la plaza mayor de la Paz tiene los números invertidos y las agujas giran al revés. El canciller de Bolivia que es indígena aymara, David Choquehuanca, justifica dicha decisión como parte de la recuperación de la identidad de los pueblos del hemisferio sur.

Choquehuanca explicó que esa lógica se basa en el hecho de que el planeta se divide en dos hemisferios y por el tema de reflejo, en el hemisferio sur el reloj solar gira hacia la izquierda y de forma contraria en el hemisferio norte. "Estamos en el sur y como estamos en tiempos de recuperar nuestra identidad, el Gobierno boliviano está recuperando nuestro Sarawi, que significa camino, de acuerdo con nuestro Ñan, en quechua, nuestros relojes deberían girar a la izquierda", sentenció.

El nuevo reloj con cifras decimales luce en un cúpula recubierta de bronce y reemplazó a otro con sistema de numeración romano, que era el principal adorno del edificio de arquitectura clásica del Congreso, inaugurado en el año 1905. "El reloj invertido significa que para nosotros nuestro norte es el sur. Por qué desde el sur nacen ideologías", dijo el presidente de la Cámara de Diputados, Marcelo Elío.

Las autoridades también argumentaron que con ese artefacto el país busca reivindicar la “tecnología del sur” como un mensaje para todos los habitantes del globo. Asimismo, se puntualizó que no es una invención boliviana, sino que se trata de un mecanismo conocido a nivel mundial. “El reloj solar, que es un reloj natural, si ustedes ponen un bolígrafo, el sol gira así, a la izquierda en el sur, en el norte gira el sol al otro lado", sostuvo Choquehuanca. La medida, además de haber sorprendido a muchos oriundos de La Paz, generó un pedido de informes de la oposición en el Congreso.

© Publicado el Jueves 26/06/2014 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma e Buenos Aires.