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miércoles, 24 de julio de 2013

Estrategia K, Divide todo... De Alguna Manera...


Estrategia K, Divide todo...


El Gobierno abre grietas sin parar: DD.HH., la economía, AMIA... El caso del nuevo jefe del Ejército, César Milani, ha generado un tembladeral dentro del Gobierno y de las organizaciones de derechos humanos que le son afines. El desconcierto cunde y las contradicciones se ahondan. Por situaciones similares a las que enfrenta Milani hay oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas que están siendo sometidos a largas causas judiciales en prisión. Sus presentaciones espontáneas ante los juzgados federales de La Rioja y Tucumán, en las que negó las acusaciones y habló de una campaña en su contra, fueron acciones planeadas desde el Ministerio de Defensa. Su titular, Agustín Rossi, necesita reganar la ofensiva.

Los dichos del jefe militar no agregaron nada. No hubo en ellos ninguna respuesta concreta a los testimonios que lo señalan formando parte del Operativo Independencia ni contra las denuncias que realizó el entonces conscripto Ramón Alfredo Olivera, víctima de secuestro y tortura en aquellos años de la terrible dictadura. Ese caso es el que más complica a Milani. Hay dos elementos objetivos para ello: el primero es que su nombre apareció mencionado en el listado del Nunca más de La Rioja; el segundo, que el viernes Olivera concretó en sede judicial la denuncia que realizó en el programa de Jorge Lanata.

A propósito de ello, la situación dentro de los organismos de derechos humanos en esa provincia se ha tornado muy compleja. La enorme mayoría de ellos tiene una orientación decididamente filokirchnerista, circunstancia que los ha dejado a merced de un fenomenal desconcierto.

La controversia ha acompañado también otros momentos de la carrera de Milani. En 2010, siendo ya director de Inteligencia, se vio envuelto en un episodio que levantó gran polvareda dentro del Ejército. Fue cuando el hoy jefe del arma, que era mencionado por sus pares como el nexo entre el comandante Luis Pozzi y la ministra Nilda Garré, tuvo a su cargo la lectura de la nómina de diez tenientes coroneles a los que se les impidió el ascenso por portación de apellido o discriminación ideológica. Según narran las crónicas, esos oficiales fueron Julio Baloffet, hijo del coronel Julio Baloffet; Luis y Gonzalo Cattáneo, hijos del general Alberto Cattáneo; Mario Díaz, hijo del fallecido general Mario Cándido Díaz; Oscar Faisal, que había asistido a familiares de militares juzgados en Corrientes; Hugo Gallard, hijo de un suboficial que en los años de la dictadura fue atacado por subversivos a los que enfrentó; Justo Rojas Alcorta, hijo del coronel Justo Jacobo Rojas Alcorta; Roberto Ruzzante, quien se había preocupado por la suerte del coronel Alejandro Duret, que estuvo detenido en Campo de Mayo; Guillermo Saá, sobrino del general Juan Saá; y Roberto Vega, quien había cuestionado al ERP en un homenaje a los caídos en el combate de Manchalá. Garré negó esos cargos, pero nadie le creyó. Los memoriosos, tanto del Ministerio de Defensa como del Ejército, han confirmado el hecho, así como sus motivaciones.

Tampoco es verdad, como se dice desde el oficialismo, que no hubiera habido cuestionamientos a Milani en el momento de tratarse en el Senado su pliego de ascenso a general de brigada. Aquella sesión tuvo un quórum complicado y desde el radicalismo se objetó a Milani por ser el autor “ideológico de toda la arbitrariedad de las persecuciones por portación de apellido y de algunas situaciones que generan sospechas en la venta de inmuebles y sobre situaciones irregulares”, según expresó entonces el senador Gerardo Morales. Lo que evidentemente nadie conocía era el caso de Olivera. Así es como están informados muchos de nuestros legisladores.

El escaso entusiasmo que acompaña a los Cedin tiene a la Presidenta preocupada y a Guillermo Moreno ocupado. Ya no sabe a quién más apretar para darle vuelo a una operatoria que, hasta ahora, no es más que un fiasco. La avalancha de inversiones que se esperaba no aparece, y para colmo el dólar “blue” no para de subir. Por eso, el secretario de Comercio debió recurrir a su consabida metodología del apriete para poner un freno que, como siempre, será transitorio.

El acuerdo entre YPF y Chevron para la explotación del gas shale en el yacimiento de Vaca Muerta, en Neuquén, es producto de la falta de inversiones que afecta a la compañía argentina. “No es un régimen para Chevron sino para garantizar las inversiones en el país”, dijo Axel Kicillof –¿quiso decir que hasta hoy esas inversiones no estaban garantizadas?– para justificar este contrato que le asegura a la compañía estadounidense precio internacional en el mercado interno, la liberación del cepo cambiario y la eximición de aranceles de exportación a partir del quinto año de la inversión a empresas que traigan al país al menos mil millones de dólares. “Pasamos de chavistas a vendepatrias en un día”, se explayó el extravertido viceministro de Economía, quien, con su encendida verba y un toque de atolondramiento, no advirtió que contratos como éstos nos acercan a Venezuela. Chevron tiene una estrecha asociación con Pdvsa, que padece la misma falta de inversiones que YPF.

“Señor Timerman, ¿usted aceptaría negociar con los genocidas del Proceso?”, fue la frase con la que Sofía Guterman, quien fue la oradora en representación de los familiares de las víctimas del atentado contra la AMIA, fulminó al canciller y al Gobierno por el cada vez más inentendible memorándum de acuerdo con Irán. La ausencia de la Presidenta –en un viaje a Colombia arreglado para tener una excusa para no estar presente a las 9.53 del jueves 18 en la calle Pasteur al 600– llenó de dolor a muchos de los que en ella creyeron genuinamente.

No sólo fue la ausencia física de Cristina Fernández de Kirchner lo que dolió, sino también su estrepitoso silencio. No se le escuchó una sola palabra de recuerdo para los 85 muertos que dejó aquel horroroso hecho hasta hoy impune. La dolorosa división existente entre los diversos grupos en los que se han nucleado los familiares de las víctimas ha permitido saber que hay algunos a los que la Presidenta recibe y otros a los que no. Sofía Guterman le escribió siete cartas a la jefa de Estado, que nunca le respondió.

El kirchnerismo es así: no hay cosa que no divida.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 20/07/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.





domingo, 24 de marzo de 2013

1976 - 24 de Marzo - 2013... A 37 Años... Nunca Más... De Alguna Manera...

1976 - 24 de Marzo - 2013... A 37 Años... No olvidar...


24 de marzo, recuerdos del infierno (Nunca más)

El golpe económico que significó la dictadura militar. Se cumple un nuevo aniversario de una fecha trágica, que recuerda la página más negra que pueda guardar la memoria vernácula. Ese día, en el año 1976, dio comienzo la dictadura más sangrienta que haya vivido la Argentina.

Pocas cosas pueden decirse que no hayan sido vociferadas ya a los cuatro vientos a lo largo de todos estos años. El testimonio desgarrador de las víctimas de la violencia de esos años se ha mostrado sin cesar, cual herida que no deja de cicatrizar.

La devastación que han dejado los militares luego de su paso por el poder —de facto— difícilmente pueda olvidarse por completo alguna vez. Hay que decirlo con todas las letras: el baño de sangre al que han expuesto a la sociedad, es imperdonable.

Sin embargo, muchos aún hoy no han logrado entender cuál fue el motivo que impulsó a ese terrible golpe dictatorial que llenó de dolor al espíritu argentino de esos días. Muchos creen que fue la mera locura de un grupo de irracionales, otros especulan con intereses políticos provenientes de las Fuerzas Armadas.

Ni una cosa, ni la otra: el “asalto” militar fue en realidad un “golpe económico”, que instaló “de prepo” un sistema económico que jamás hubiera sido aceptado pasivamente por la sociedad de otra manera.

La dictadura no dejó lugar a dudas a ese respecto e, inmediatamente después de asumir el Ejecutivo Nacional, puso en el cargo de Ministro de Economía a un orejudo personaje propuesto por funcionarios del Departamento de Estado norteamericano: el impresentable José Alfredo Martínez de Hoz, miembro activo del Council of Foreign Relations (CFR).

Lo que vino después, es historia conocida. Se abrieron las fronteras a todo tipo de productos foráneos y la industria nacional, pujante como pocas, comenzó un camino de declive que jamás pudo volver a remontar.

El trabajo estaba hecho. La más grande estafa económica de todos los tiempos se consumó en esos oscuros días del “Proceso de Reorganización Nacional”.

La deuda externa argentina fue multiplicada casi por seis veces su monto, merced a la política de los genocidas, y las fábricas comenzaron a bajar sus persianas de manera inexorable.

Un dato: gran parte del endeudamiento tomado por los militares es ilegítimo y fue refrendado por el ex ministro de Economía, Domingo Cavallo en su paso por la presidencia del BCRA en el año 1982. Sin embargo, ese monto engrosa la deuda que todos los gobiernos democráticos del 83 a la fecha, han jurado que pagarán.

En fin, los coletazos de lo vivido en esos días, siguen hoy vigentes, no sólo en lo referido al endeudamiento externo, sino también por la incesante aparición de nietos de desaparecidos y el testimonio de los dolidos sobrevivientes de esos miserables días.

Son los alaridos de un dolor que parece no querer terminar. Los gritos de una generación que fue diezmada por el capricho de una docena de imbéciles.

Por eso, este nuevo 24 de marzo, debe ser un día de recogimiento, de recordación de esos días trágicos, de trabajo humano interno para que lo ocurrido nunca más vuelva a pasar.

Nunca más…

© Escrito por Christian Sanz el sábado 23/03/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


























24 de Marzo, Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia. 

© Publicado el 24/03/2013 por De Alguna Manera en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


 


domingo, 4 de noviembre de 2012

Sobre prólogos y Sabato… De Alguna Manera...


Sobre prólogos y Sabato…
 

En estos días hubo algunas discusiones sobre Sabato y el prólogo de Nunca más. Me parece, sin ser muy sagaz, que detrás hay otra polémica. En realidad no es una polémica, sino más bien una impugnación: los derechos humanos en serio vinieron después, en 2003, con los verdaderos juicios, las condenas sin indultos, sin puntos finales ni obediencias debidas.

En ese espíritu, el episodio de la firma de Ernesto Sabato en el prólogo no es un tema de bibliófilos sino, más bien, un intento de apropiación histórica.

La ley de facto de “autoamnistía” de la dictadura (Ley de Pacificación Nacional) acababa de ser divulgada. Yo estaba con Alfonsín, quien –como solía hacer en los momentos en que tomaba decisiones con consecuencias serias– giraba en torno a la pequeña mesa de nuestra oficina. “Vamos a oponernos; escriba algo y tratemos de sacarlo antes del cierre de los diarios”.

Así sucedió. Luego de la consulta a unos pocos amigos salió el comunicado, que sostenía la nulidad de la pretendida ley y advertía que, en caso de acceder a la presidencia, se promoverían juicios contra los responsables de las violaciones de los derechos humanos.

En cambio, el candidato Luder apoyó la posición de los dictadores y la mantuvo durante toda la campaña.

Supongo que quienes impugnan el prólogo de Sabato votaron a Luder. Alguna vez explicarán por qué, luego de escapar a la responsabilidad en tiempos de peligro, se convierten en héroes de batallas sin guerras. Aquel 1983 era el momento en que se dividían las aguas en Argentina. Si el tema hubiese quedado oculto, tapado, habría sido imposible volver atrás. Claro, era peligroso hacerlo, y no hay dudas de que veinte años después las cosas estaban algo más tranquilas.

Esta historia es conocida por casi todos, y curiosamente olvidada por muchos. De todos modos, más allá de las grandes imposturas, hay otras más pequeñas que es útil desmontar, sobre todo cuando se ha sido testigo de los episodios que se discuten.

Jorge Federico Sabato, hijo de Ernesto, fue mi gran amigo, hermano, durante muchos años. Un accidente de auto en 1995 terminó con su vida. Compartimos la actividad intelectual y política de la Argentina. Me deleité con su música y su excepcional conocimiento de la historia.

Jorge había escrito una enciclopedia para ayudar a su padre, un renegado de la física, atrapado por la exploración de sí mismo y la transformación de sus búsquedas en palabras escritas. Jorge siempre parecía estar escribiendo esa enciclopedia,
que solía complicar con la creación teórica.

Recuerdo cuando Jorge me comentó que Alfonsín le había pedido a Ernesto Sabato que presidiera la Conadep y, luego, que escribiera el prólogo del informe que presentaría la comisión.

Tengo un recuerdo preciso de ese prólogo porque Jorge hablaba mucho con su padre cuando se trataba de textos que incursionaban en el mundo político. El me comentó varias veces cómo Ernesto encaraba la redacción del prólogo, y así conocí su texto.

No sé cuál fue la decisión con la firma; Ernesto pudo perfectamente decidir no incluirla a último momento, iba y venía cuando tenía que decidir. Lo más probable es que le haya dicho a Ruíz Guiñazú que lo firmaría y luego, Dios sabe por qué, cambió de idea.

Pero ése no es el problema ni el tema principal. La cuestión no es la firma impresa, sino el autor. Si alguien quiere insinuar que no fue Sabato, es ignorancia o mentira.

Sé que ese texto lo escribió Ernesto, simplemente porque lo vi.

© Escrito por Dante Caputo y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 3 de Septiembre de 2012.