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miércoles, 28 de agosto de 2013

Modelo cambiado… De Alguna Manera...


Modelo cambiado…

¡Aguante la ficción! Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes.

Ni Australia ni Canadá: el país estaba mejor cuando Duhalde le pasó la posta a Kirchner. La responsable.

Investigación exclusiva: el plan del Gobierno para perder las elecciones. Autoatentados en Twitter, nombramiento de un jefe militar sospechado de delitos de lesa humanidad, regreso de un director del servicio penitenciario experto en mano dura, festejos por triunfos electorales en la Antártida y la comunidad qom, conferencias de prensa falsas, llantos en cámara y candidatos opas. Cómo es la estrategia del oficialismo para dilapidar en dos meses lo ‘ganado’ en una década”.

La tapa de la revista Barcelona editorializó así, por el absurdo, como una manera de reír para no llorar. Tal vez sea la única forma de comprender lo incomprensible de un gobierno que no deja de atentar contra sí mismo. Se podría sumar al plan de Cristina como jefa de campaña del Frente para la Derrota la comparación que hizo con Australia, Canadá y el aporte obsecuente de Débora Giorgi, que sumó a Estados Unidos a ese insólito torneo donde ganamos en algunos rubros y nos golean en los más importantes.

Si Cristina necesita medir su gestión, no es necesario que vaya a otras latitudes. Puede poner sobre la mesa de análisis los números actuales y colocar al lado los que recibieron de Eduardo Duhalde/ Roberto Lavagna, aunque no soporte a “el Padrino”, como ella bautizó al ex presidente para vincularlo a la mafia de Don Corleone pero que dio en la tecla porque fue Duhalde el que “apadrinó” la candidatura de Néstor Kirchner.

En esas planillas podría ver que recibieron un país que ya no estaba en llamas.

Cuando asumió Néstor encontró 16.500 millones de superávit comercial y crecíamos al 7%, con apenas el 4% de inflación.

Este año, y gracias a la incapacidad de Cristina, con suerte vamos a llegar a los 8.500 millones de superávit comercial, al 2% del PBI y con una inflación que los más prudentes ubican en el 25%. Duhalde se hizo cargo con los bancos cerrados y tapiados y con 18 cuasimonedas, después del default más importante de la historia de la humanidad (triplicó al de Rusia) y en medio de una anarquía social que sembró de muertos la Plaza de Mayo y que reclamaba “que se vayan todos”, con cinco presidentes y después de 42 meses consecutivos de caída del producto bruto y antes de que explotara la convertibilidad y huyera Fernando de la Rúa.

Ese gobierno de transición de 15 meses se retiró sin una sola denuncia de corrupción y le transfirió a Kirchner cuatro ministros (Lavagna, Pampuro, Aníbal Fernández y Ginés) y alrededor de treinta secretarios de Estado.

La mayor parte de lo que la década ganó se dio hasta 2007. Desde que se hizo cargo Cristina “cambió el modelo sin avisar”, como definió Jorge Remes Lenicov, otro de los padres del esquema productivo y virtuoso. Ese equipo que apagó el incendio, en su mayoría, hoy está con Sergio Massa, que en aquellos tiempos manejó la Anses: Lavagna, José Ignacio de Mendiguren, Jorge Sarghini, Miguel Peirano, Martín Redrado, entre otros, y hasta Alberto Fernández, que era jefe de Gabinete y un lado del triángulo del poder político.
Por eso es contraproducente para los K que, en la desesperación por satanizar a quien puede firmar el certificado de defunción del ciclo, lo acusen de neoliberal y de querer volver a los 90. Los colaboradores que eligió parecen querer volver al modelo de Néstor que a Cristina se le fue entre los dedos.

Tal como dice Roberto Gargarella, la segunda mitad del proceso kirchnerista se parece más a la máxima derecha posible que a la izquierda. ¿Cómo se pueden caracterizar la ley antiterrorista, el Proyecto X, la designación de Milani, el pacto con Irán, el abandono del Estado antes, durante y después de las víctimas de la masacre de Once –cuya responsabilidad fue de funcionarios, empresarios y sindicalistas kirchneristas–, el acuerdo secreto con Chevron, la alianza con empresarios de medios menemistas de tiempo completo y dudosa moral, la sociedad con gremialistas burócratas o espías de la dictadura, su obsesión discriminatoria con los pueblos originarios como los qom sólo para mantener su transa con señores feudales como Gildo Insfrán, los intentos de voltear las medidas cautelares –que son un verdadero escudo para los más desprotegidos–, las trabas a los juicios jubilatorios o cobrarle impuesto al salario de los trabajadores? Y es sólo una lista provisoria.

Juan José Campanella, conmovido en el acto por la tragedia del tren Sarmiento, en la que la corrupción de Estado asesinó a 52 personas, fue en el mismo sentido. En su discurso dijo: “Si está mal indignarse cuando alguien dice que la corrupción es abstracta, entonces soy culpable. Si eso es ilegal, soy más que culpable, soy reo confeso. Es más, me ofendería si me absolvieran”.

Esta Argentina bajo emoción violenta emite señales cruzadas. Daniel Scioli, que hasta hace un par de meses era “la gran esperanza blanca de la derecha y las corporaciones”, hoy es la última tabla de salvación a la que se aferran hasta los que se cansaron de fustigarlo, como Martín Sabbatella. Alberto Pérez, siempre tan prudente, acusó a Sergio Massa de “tener un pacto con Magnetto para socavar la gobernabilidad”. ¿No será mucho acuerdo para dos personas que no se conocen? Hasta hace 15 minutos, el niño mimado del Grupo Clarín era Scioli, quien no faltaba a ninguno de sus eventos institucionales.

El gobierno nacional no sale de su confusión porque no entiende o no quiere entender lo que pasó. Cristina dice que no van a cambiar nada y Daniel Scioli que se van a hacer todas las correcciones necesarias. ¿A quién hay que creerle? ¿En nombre de qué proyecto habla Scioli cuando dice que hay que cuidar que este gobierno termine lo mejor posible? ¿Está hablando de Cristina o de su propia provincia? La tozudez y el aislamiento de la Presidenta llevaron a su gobierno a esta situación de debilidad, que puede potenciarse en octubre. Ni la oposición ni los medios la obligaron a cometer torpezas seriales. El kirchnerismo llegó al poder sin el apoyo del periodismo, y ahora sufre fuertes turbulencias pese al respaldo de un amigopolio tan ineficiente como subsidiado por todos. Como dice Julio Bárbaro, “nunca tantos fondos públicos se transformaron en ganancias privadas”. Es la confirmación de que la historia la construyen los pueblos y no las operaciones de prensa.

Ella fue y sigue siendo la responsable principal de cuidar las instituciones, la paz social y la República. Todos debemos ayudar. Ojalá se deje ayudar.

© Escrito por Alfredo Leuco el domingo 25/08/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 

lunes, 24 de septiembre de 2012

7D... "Es un chiste de mal gusto"... De Alguna Manera...


Julio Bárbaro repudió el spot del Gobierno contra Clarín: "Es un chiste de mal gusto"...

"Esto es una payasada", exclamó Bárbaro. Foto: Cedoc.

El ex interventor del Comfer (hoy AFSCA) rechazó el video difundido en Fútbol para todos. Cómo ve la pelea mediática después de los cacerolazos.

El ex interventor del COMFER (hoy convertido en la AFSCA), Julio Bárbaro, señaló que el spot de propaganda que emite la TV Pública en relación al 7 de diciembre como fecha límite para la adecuación del Grupo Clarín a la Ley de Medios es "un chiste de mal gusto" que mezcla licencias de cables con otras de radio y televisión, impulsado "no por socialistas, sino por nefastos".

"Esta ley es para odiar a un Grupo. Hicieron la ley para aplicar el odio", explicó Bárbaro en radio Mitre, quien añadió que cree que "a este spot lo escribieron antes de que la gente saliera a la calle".

Además, señaló que a su juicio "hoy por hoy, no pueden tocar TN y el Trece y dejarnos sin ningún espacio donde pensar distinto, porque la sociedad no lo va a permitir".

El exfuncionario y referente histórico del justicialismo, quien manejó el COMFER durante la presidencia de Néstor Kirchner, calificó la propaganda gubernamental de "sectaria".

"A mí también me lastimaron, me persiguieron. Estos persiguen a todos. Yo tengo unos cuantos años de historia política para que un señor de La Cámpora me persiga y me agreda como ya lo hicieron. Ahora, la sociedad argentina no es lo que ellos piensan", agregó.

“Acá se está yendo contra la libertad de prensa", alertó el exfuncionario, al tiempo que explicó que "cuando la señora Presidenta (Cristina Fernández) dice que el 7 de diciembre hay cosas que tienen que cambiar, ella y muchos de ellos imaginan que se tiene que acabar TN, Canal 13, y que van a pasar a ser lo mismo que hizo este vendedor de tragamonedas, Cristóbal López, con C5N, que le prohíbe la entrada a los que pensamos distinto. Yo iba a C5N, lo compró el vendedor de tragamonedas y no puedo ir más”, se quejó.

Para Bárbaro, la Ley de Medios "está hecha por chicos universitarios que no entienden que si el Grupo Clarín o quien fuera pasa (los medios) a nombre de sociedades anónimas distintas se acabó la Ley. Es una Ley tan agresiva como inocente".

Y al respecto, añadió que "estos chicos no entienden nada, son universitarios y nunca que sentaron en una radio. Destruyeron un sistema. Vamos a tener que sentarnos en el Congreso a hacer una Ley en serio”, apuntó. “Esto es una payasada”, finalizó.

© Publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 23 de Septiembre de 2012.


domingo, 29 de julio de 2012

Divorcios controvertidos… De Alguna Manera...

Divorcios controvertidos…

 Enemigos intimos. Redrado, Lousteau, Ocaña, Alberto Fernández, Bárbaro, Solá, Prat-Gay, Acevedo, Arnold. Todos ex funcionarios K hoy odiados por el Gobierno.

La Presidenta es una polemista. Esta semana cargó contra quienes presidieron el Banco Central entre 2003 y comienzos de 2011, nada menos que ocho de los nueve años que el kirchnerismo lleva gobernando. Los denostados, Alfonso Prat Gay y Martín Redrado, incorporados a la oposición, vienen formulando críticas a la política económica. Pero quizás no sea ésa la causa principal sino el profundo desagrado que profesa el kirchnerismo por aquellos que alguna vez estuvieron cerca y ya no lo están, generalmente más cruel que el que practican con los adversarios de siempre. Lo que a veces genera la reacción opuesta.

Encabeza la lista Alberto Fernández, quien pasó de ser el hombre de mayor confianza a su actual papel, el de enemigo perseguido y aliado de adversarios del Gobierno. Menos ruidosamente, el ministro de Economía de la 125, Martín Lousteau, corrió contemporáneamente igual suerte. Otro ejemplo es el de Graciela Ocaña, al frente del PAMI desde 2004 y luego ministra de Salud entre 2007 y 2009, actualmente diputada de la oposición (Udeso, Alfonsín-De Narváez, 2011). Y Julio Bárbaro, titular del estratégico Comité Federal de Radiodifusión de 2003 a 2008, predecesor de Mariotto y que hoy habla pestes del kirchnerismo.

Si el estilo es la persona misma, el kirchnerismo demuestra su ser en el estilo con que procesa las desavenencias con sus propios funcionarios de confianza porque la costumbre de terminar mal con ellos viene de décadas. Eduardo Arnold, vicegobernador de Santa Cruz entre 1991 y 1999, durante dos de los tres períodos de Néstor Kirchner, también renunció peleado.

Suerte similar corrió Eduardo Acevedo, quien sucedió a Arnold como vicegobernador de Néstor Kirchner y luego fue el primer director de la SIDE kirchnerista hasta ser electo gobernador de Santa Cruz en diciembre de 2003. Enojado con el Gobierno nacional, renunció en 2006.

Se podría sumar a la lista Felipe Solá, ex gobernador de la provincia de Buenos Aires con Néstor Kirchner. Lo insultaron por no apoyar la 125 y terminó aliado con De Narváez y Macri en las elecciones de 2009.

Como en los amores, los divorcios son de a dos. Si no habla muy bien del Gobierno que sus principales figuras se vayan dando un portazo, tampoco deja libres de contradicciones a los que se fueron.

En el otro extremo está Scioli, quien nunca se dio por ofendido gracias a su paciencia infinita, que lo hizo perseverar donde cualquiera habría puesto un límite, pero tampoco esa actitud lo deja exento de contradicciones, críticas y costos.

Se podría decir que estar muy cerca del Gobierno es tan peligroso como estar en contra, y quizás más, confirmando aquello de que sólo la indiferencia es lo contrario del amor, porque el odio también es un afecto.

La lista de amores malavenidos trasciende a los funcionarios y se agregan Eskenazi, Moyano, el Grupo Clarín. Más un ambivalente purgatorio con Hadad y Brito.

Volviendo a los funcionarios, se distinguen dos casos que lograron metabolizar su participación en el Gobierno y su distancia posterior de una forma menos abrupta. El de Sergio Massa, jefe de Gabinete que sucedió a Alberto Fernández en el difícil tránsito del post 125 a la derrota en las elecciones legislativas de 2009, y logró como intendente de Tigre mantener una distancia crítica del Gobierno pero al precio de borrarse de los medios. Y el de Lavagna, que por su señorío tan previo al kirchnerismo está más allá de cualquier escándalo.
Es lógico que haya un recambio de funcionarios a lo largo de casi una década de gobierno, el menemismo produjo varios relevos en un período de tiempo similar pero los casos de ex funcionarios enemistados no fueron una constante como en el kirchnerismo, aunque sí hubo dos extremadamente ruidosos: el de Cavallo y el de Duhalde como vicepresidente.

Quizás por eso, para evitar futuros competidores, Néstor Kirchner prefirió un vicepresidente sin arraigo en el peronismo como Julio Cobos para acompañar la fórmula de su esposa, y ella misma haya elegido a Boudou casualmente por sus limitaciones más que por sus virtudes. También Cobos integra la lista de ex aliados enemistados.

Es probable que en este segundo mandato la Presidenta precise rotar menos funcionarios y a la vez genere menos separaciones ruidosas por el solo hecho de que al comienzo el kirchnerismo no había formado sus propios cuadros y tuvo que apelar a lo que había.
Veremos.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el viernes 27 de Julio de 2012.