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domingo, 15 de mayo de 2016

Quejas y sorpresas… @dealgunamanera...

Quejas y sorpresas…

Justo, justo, Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes

Macri esperaba que los aplaudidores apoyaran, y el FpV, aprobar la ley. Efecto Cristina procesada.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 15/05/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La discusión por la Ley Antidespidos y el pedido de los gremialistas para tratar el tema de manera más amplia bajo el rótulo de emergencia ocupacional seguirán en primer plano esta semana en el Congreso. Ninguno de los bloques que están a favor de la norma tiene el número propio para sancionar el proyecto. En esta etapa las negociaciones más fuertes se dan entre el Frente para la Victoria –que intenta recuperar la iniciativa luego de la derrota del jueves– y el Frente Renovador. Pero lo más importante radica en la trastienda, que se convirtió en una dura pulseada entre el Gobierno, los empresarios y los principales gremios.

La convocatoria del presidente Mauricio Macri –el pasado lunes 9 de mayo– a sostener  un “compromiso moral” entre empresarios y líderes gremiales para no despedir trabajadores y generar mejores condiciones laborales no sólo parece algo lejano a estas alturas, sino que además dejó esquirlas por todos lados. Macri selló el acuerdo con los empresarios en medio del disgusto que viene arrastrando con ellos por el “poco compromiso republicano”, por lo que les reprocha su costumbre de pedir, de mirarse el ombligo y dar muy poco a cambio. Los hombres de negocios corrieron a apoyar la iniciativa como un manotazo de ahogado para dar señales de que no hacía falta una ley para frenar los despidos. Además, no tenían margen para contradecir los deseos del Gobierno, cuyo fastidio con el sector no para de crecer. 

La historia con los gremios merece un capítulo aparte. El líder de una de las centrales de trabajadores puso de manifiesto que el Presidente hace reuniones por separado con cada sector esquivando los “encuentros conjuntos, oficiales y vinculantes”. “Eso no genera confianza”, asegura la fuente y agrega: “No conduce a nada que Macri se junte por un lado con un grupo de empresarios y en otro cuarto con el sector gremial 5 minutos antes de salir a hacer un anuncio. A veces actúa como un lobbista o como un rosquero de poca experiencia, y lo que no debe olvidar es que es el jefe de Estado”. 

El enfrentamiento verbal que el Presidente mantuvo con Antonio Caló, Omar Maturana y Gerardo Martínez en la malograda reunión del lunes quedó abierto y con la ratificación por parte de Macri de que, si hay ley, habrá veto. Por lo bajo, en el macrismo se quejan de los aplaudidores que ahora endurecen su postura. Pero según cuentan fuentes que asistieron a la reunión, el cruce más fuerte se produjo con el presidente de la Confederación Argentina de los Trabajadores del Transporte, Juan Carlos Schmid, no por el tono sino por el contenido. “Presidente –le dijo–, generar un acuerdo es algo más que discutir una ley.

Hay que trabajar en una agenda completa para abarcar el problema del empleo de los últimos 12 años. Estamos en emergencia ocupacional, tenemos un 35% de informalidad que son trabajadores cuya situación no figura en ningún lado”. Parecía una palabra autorizada, sobre todo porque a Schmid no se lo puede acusar de aplaudidor de Cristina. En realidad, desde el sindicalismo creen que la desprolijidad de la convocatoria de urgencia a una reunión que terminó de la peor manera tuvo su razón de ser en el apuro por lo que venía pasando en las discusiones previas a la sesión del Congreso. “Macri quería una foto conjunta del gremialismo con los empresarios todos sonriendo para frenar la discusión de la ley antidespidos, pero las cosas no se pueden hacer a las apuradas. En algunas cuestiones el Presidente tiene buena fe, pero parece mal asesorado”, concluyeron.

Dentro del mundillo sindical hay tres hombres que vienen sufriendo un desgaste creciente: Antonio Caló (UOM), Andrés Rodríguez (UPCN) y Gerardo Martínez (Uocra). Una fuente que conoce los entretelones asegura que Caló es el único que podría salvar su imagen, pero ante las presiones o las tentaciones, termina arreglando con cualquier gobierno.

Andrés Rodríguez tampoco tiene mucho crédito. En UPCN existe un escaso funcionamiento orgánico y mucho verticalismo. Gerardo Martínez corre la misma suerte: en la Uocra “no hay una asamblea ni el día del arquero”. Con dirigentes como éstos, es fácil para el Gobierno apretar el acelerador.

Es difícil saber hasta dónde avanzará la Justicia contra los ex funcionarios

Golpe. La frustrada sesión especial de Diputados convocada para el jueves le significó al kirchnerismo un golpe político que lo sorprendió. Se ve que todavía no hay conciencia en muchos de sus miembros de la derrota electoral de noviembre pasado.

Quien salvó la ropa fue Sergio Massa, cuyo liderazgo  se vio seriamente amenazado por una posible fractura de su bloque. Massa todavía no termina de aprender de sus errores de conducción. Para colmo de males, propios y ajenos aseguran que el ex intendente de Tigre  “se ha vuelto a subir al caballo que lo hizo chocar en el último tramo de la campaña presidencial. Mucho ego, prepotencia y soberbia política”.   


El ámbito judicial es la otra fuente de novedades que, a pesar de ser previsibles, no dejan de impactar. El procesamiento y embargo por la causa del dólar futuro a la ex presidenta  Cristina Kirchner, que se extiende además al ex ministro de Economía Axel Kicillof, al ex presidente del Banco Central Alejandro Vanoli y a otros 12 ex funcionarios, sacudió el final de la semana. 

El juez federal Claudio Bonadio sospecha que aun barajando la posibilidad de una futura devaluación, los ahora procesados avalaron la venta de dólar futuro y no podían desconocer que eso acarrearía enormes ganancias a los operadores y grandes perjuicios a las arcas del Estado, tal como terminó ocurriendo. Se vendió barato y la diferencia con el precio de mercado terminó perjudicando al gobierno macrista.

En los pasillos de Tribunales dicen que es difícil saber hasta dónde avanzará la Justicia contra los ex funcionarios implicados en causas sensibles. Este es el primer procesamiento de CFK, quien, además, está siendo investigada en otros tres casos resonantes. Una de las claves está en la coincidencia de nombres que aparecen en causas diferentes que terminarán corriendo en paralelo. El ejemplo más claro está en las fojas de Hotesur y Los Sauces. “Cuando hay tanta similitud en operatorias y personajes, el cerco se cierra más fácilmente”, sostiene un conocedor de lo que está pasando en los tribunales de Comodoro Py.

Otra fuente de probada experiencia en el mundo judicial advierte: “Hay que desdramatizar la situación. El procesamiento, por más que recaiga en un ex mandatario, es parte de la vida de los tribunales. Lo peor que puede pasar es creer que esto es algo fuera de serie y generar una alarma que termine siendo contraproducente para futuras investigaciones.”

Producción periodística: Santiago Serra.


domingo, 15 de julio de 2012

Hablemos de política... De Alguna Manera...

Hablemos de política...


En su primer discurso como reelecto secretario general de una de las cinco fracciones en que quedó dividido el movimiento sindical, Hugo Moyano corrió el último velo que ocultaba las motivaciones de su conducta del último año y medio: lejos de exponer una agenda gremial, describió un horizonte ya no sólo político sino electoral, en el que sus fuerzas restarían apoyo a la presidente CFK en los comicios legislativos de 2013. Moyano se hizo elegir con el 54 por ciento de los votos dibujados en su congreso de fantasía. Este mal no es exclusivo de su sector. El otro computa como propios a renunciantes, procesados y difuntos. El intento de incluir en esta nota un cómputo objetivo de las fuerzas respectivas fracasó, porque el Ministerio de Trabajo confesó que no existen registros oficiales, actualizados y confiables. 

Moyano también dio señales acerca del tipo de representación gremial que invoca, al elegir como acompañante en la secretaría adjunta de su agrupamiento al dirigente de los petroleros Guillermo Pereira; como vocal al secretario de la Asociación de Pilotos de Aviones, Jorge Pérez Tamayo y como secretario de prensa al dueño de una parada de diarios, Omar Plaini. 

Curiosa superposición de decisiones: en el mismo momento en que decide volcarse de lleno a la política, Moyano segmenta su representatividad gremial y se aventura en un terreno desconocido, seguido por los menos: camioneros, petroleros, pilotos y patrones quiosqueros integran el diez por ciento de la aristocracia obrera que resopla contra el gobierno porque debe pagar el impuesto a los ingresos de las personas. (Aristocracia obrera no es una descripción de Carlos Zannini sino de Carlos Marx). La solicitada que con la mejor intención inspiraron Plaini, Juan Carlos Schmid, Facundo Moyano y Héctor Recalde el miércoles decía que “apoyamos el modelo que comenzó en mayo de 2003 y que transformó una penosa realidad en cambios de enorme trascendencia como la liberación del FMI, el no endeudamiento, la política de derechos humanos, la defensa del mercado interno, las paritarias, el salario mínimo vital y móvil, la nacionalización de empresas públicas, de los recursos previsionales, la movilidad jubilatoria y un etc. importante. 

Pero ello no significa que no reclamemos por lo que falta, por la profundización necesaria, por el diálogo, las explicaciones sobre la coyuntura”. Estos buenos propósitos naufragan cada vez que Moyano compara a la presidente con la dictadura militar o atribuye las dificultades del gobernador bonaerense para pagar sus obligaciones a un golpe de Estado del mismo gobierno nacional al que Daniel Scioli no se cansa de agradecer su ayuda, que al menos le permitió pagar los sueldos. El dirigente de los albañiles (y ex personal civil de Inteligencia del Ejército) Gerardo Martínez, hizo un intento de último momento por evitar la fractura y propuso a Moyano prorrogar su mandato unos meses hasta alcanzar un acuerdo entre todos los sectores. Fracasó porque aquellos sindicatos comprometidos con el desguace del Estado en la década de 1990, como los electricistas de Oscar Lescano, los mercantiles de Armando Cavalieri y los paramédicos de Carlos West, no quieren saber nada con Moyano. 

Pero también Moyano declinó la propuesta con un argumento sorprendente: “Este gobierno no llega a fin de año”. Expresiones similares de deseos repite ante interlocutores más discretos el aún arzobispo de Buenos Aires pero ya no hombre fuerte de la Conferencia Episcopal, Jorge Bergoglio, enfurecido por las reformas progresistas al Código Civil propuestas por una comisión que encabezaron el presidente y la vicepresidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti y Elena Highton. La ratificación por la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual de la fecha del 7 de diciembre para que las grandes cadenas se adecuen de una vez a la ley sancionada hace ya tres años, incentiva todas esas urgencias y calienta tapas de diarios y pantallas de televisión. 

El hombre clave en el entramado que organizó Moyano es el secretario de interior Gerónimo Venegas. Titular de la asociación de trabajadores con los más altos niveles de informalidad del país, Venegas perdió una caja de 500 millones de pesos cuando el Congreso sancionó la nueva ley de trabajo rural, que devuelve a los trabajadores del agro derechos históricos perdidos y encomienda al Estado verificar su cumplimiento, en lugar del contubernio entre el sindicato y los patrones que creó Menem al finalizar su gobierno. Venegas transmite a Moyano su obsesión por el esquema de caos social, vacío de poder y salida anticipada de la presidente, proyecto que el ex senador Eduardo Duhalde delineó aún antes de la primera elección de Cristina y que sus dispersos partidarios mantienen como utopía reaccionaria y módico consuelo ante las contrariedades de la dura realidad. 

Venegas es también el puente de Moyano con las cámaras patronales agropecuarias, que amenazan con nuevos lockouts y movilizaciones, ante las medidas impositivas que preparan los gobiernos provinciales y el nacional, según la precisa lección de economía política que Cristina le asestó a Scioli: “Muchas veces hay que discutir cuando uno administra en nombre del pueblo; tenés que enfrentarte muchas veces con intereses, siempre hay que optar, sobre todo en economía, porque en la economía, como lo saben los empresarios, nada es neutro, lo que se le da a uno es porque lo pone otro”. 

Scioli va comenzando a comprender que antes de 2015 viene 2013. En ese año podría librarse del tormento de la administración y encabezar la lista de candidatos legislativos del Frente para la Victoria, con la lealtad a la presidente que proclama cada vez que se enciende una cámara y por la cual ha sido candidato a tres cargos distintos en 2003, 2007, 2009 y 2011.

© Escrito por Horacio Verbitsky y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 14 de Julio de 2012.