La vida es un tablero de ajedrez en donde los cuadros blancos son los días y los cuadros negros son las noches... Nosotros, somos las piezas que vamos de aquí para allá para caer al final en el cuadro de la nada... De Alguna Manera... Una Alternativa…
Fiesta en
Santiago: Argentina goleó 7-0 a Curazao con triplete deMessi que superó los 100 goles…
Messi
llegó a los 102 goles con la Selección Argentina.
Lionel Messi (x3), Nico González, Enzo
Fernández, Ángel Di María y Gonzalo Montiel, marcaron los goles del equipo
campeón del mundo en el estadio Madre de Ciudades que se vistió de gala.
La fiesta de la selección en Santiago del Estero tuvo un
guion a pedir de los fanáticos: los campeones del mundo trituraron a Curazao
por 7-0 y el capitán Lionel Messi, autor de un triplete, superó la barrera de
los 100 tantos con la camiseta argentina.
El astro necesitaba
apenas una conquista para transformarse en el primer futbolista de la historia
con registro goleador de tres dígitos en el seleccionado pero no se conformó
con ello y se despachó con otros dos antes del descanso para la veneración de
las 42.000 personas que reventaron el Estadio Único Madre de Ciudades.
Leo consiguió el gol 100 con
la pierna derecha a los 20 minutos y luego amplió su estadística con el tercero
y el quinto del equipo, a los 32 y 37 minutos, con una zurda quirúrgica, para
llegar al 55to. hat trick en su carrera.
Nicolás González, en su reencuentro con la Selección tras perderse el Mundial
de Qatar por una lesión, consiguió el 2-0 (23m.) al capitalizar un rebote de
cabeza y Enzo Fernández, asistido por el 10, puso el 4-0 con un remate desde el
borde del área grande. En el segundo tiempo, Ángel Di
María (33m.), de penal, y el héroe de la ejecución consagratoria ante Francia,
Gonzalo Montiel (42m.), decoraron la victoria más abultada del ciclo de Lionel
Scaloni. Giovani Lo Celso, otra
de las bajas de último momento en la Copa del Mundo, también regresó al equipo
nacional como uno de los seis cambios dispuestos por el entrenador en relación
al amistoso del jueves pasado ante Panamá en el Monumental.
Con la goleada ante
Curazao, Argentina desplazará a Brasil y retornará al primer puesto del ranking
FIFA tras seis años, otra buena noticia de su pletórica actualidad.
Después de la versión
autóctona del Himno Nacional Argentino, a cargo de Los Manseros Santiagueños,
Néstor Garnica y Las Mulleris, las emociones continuaron el partido entre
rivales sin equivalencias.
En el primer cuarto de
hora, la Selección tuvo seis chances de gol que anticipaban una cómoda victoria
apenas pudiera quebrar el cero del arco de Eloy Room, que amenazó complicarle
la noche a Messi con dos buenas tapadas antes del 1-0.
Lautaro, sin goles en
Qatar 2022, perdió una increíble chance a los 2 minutos con el arco a
disposición en una confirmación de su sequía. El delantero del Inter lleva seis
meses sin festejar un gol con Argentina, tras conseguir el último en un
amistoso con Honduras en septiembre pasado.
La apertura del
marcador desató un aluvión de goles y un ambiente ensordecedor en el Madre de
Ciudades, al compás de los bombos y las trompetas de una de las cabeceras.
Cuando el derechazo de
Leo tocó la red, el número 100 con la bandera "albiceleste" de fondo
se proyectó en las dos pantallas superiores y la voz del estadio felicitó al
máximo emblema del equipo argentino.
El abrumador dominio
sobre Curazao sólo pudo interrumpirse por el pitazo del uruguayo Gustavo
Tejera, quien al momento de dar la orden del segundo capítulo no advirtió que
La T y la M todavía interpretaba su hit "Pa'la Selección".
Había pasado un minuto
de juego cuando su cantante disminuyó la intensidad de su voz a regañadientes
para permitir el desarrollo del juego en un ambiente propicio, sólo con el
incesante aliento de los fanáticos de la "Scaloneta".
De inmediato llegaron
los cambios que le quitaron ritmo al partido, entonces convertido en un
acertijo estadístico: ¿cuántos goles más hará Messi?, ¿quebrará Lautaro su mala
racha?, ¿ingresará 'Fideo' (Ángel Di María) como pedían los hinchas?
Messi dispuso la
ocasión del cuarto a nivel personal con el penal sancionado a los 32 minutos
pero tuvo la grandeza de cederlo a su amigo Di María para que también se
luciera en la calurosa noche santiagueña.
La hinchada le regaló
una ovación al goleador de las grandes finales como también al "Dibu"
Martínez cuando un minuto después le dejó su lugar en el arco a Franco Armani.
Todo redondo: goles,
aplausos, ovaciones y un aliento que ganaba intensidad ante cada acción de
juego positiva. El final del partido llegó con el himno mundialista
"Muchachos" y el unánime "Dale campeón".
Sintesis:
Argentina: 7
Emiliano Martínez; Gonzalo Montiel, Germán
Pezzella, Nicolás Otamendi y Marcos Acuña; Alexis Mac Allister, Enzo Fernández
y Giovani Lo Celso; Lionel Messi, Lautaro Martínez y Nicolás González. DT:
Lionel Scaloni. Curazao: 0
Eloy Room; Jurien Gaari, Cuco Martina,
Roshon Van Eijma y Sherel Floranus; Vurnon Anita y Leandro Bacuna; Brandley
Kuwas, Juninho Bacuna y Kenji Gorre; Rangelo Janga. DT: Remko Bicentini.
Goles en el primer tiempo: 20m.,
32m. y 37m. Messi (A); 23m. Nicolás González (A) y 34m. Enzo Fernández (A)
Goles en el segundo tiempo: 33m. Di
María (A), de penal, y 42m. Montiel (A).
Cambios en el segundo tiempo: 4m.
Rodrigo De Paul por Mac Allister, Exequiel Palacios por Enzo Fernández y Juan
Foyth por Otamendi (A); 12m. Jeremy Antonisse por Gorre y Richairo Zivkovic por
Janga (C); 21m. Ángel Di María por Lo Celso y Paulo Dybala por Lautaro Martínez
(A); 28m. Xander Severina por Kuwas y Giovanni Trouppe por Van Eijma (C); 34m.
Franco Armani por "Dibu" Martínez (A); 39m. Kevin Felida por Leandro
Bacuna y Godfried Roemeratoe por Anita (C).
Amonestados: De Paul (A). Anita (C).
Árbitro: Gustavo Tejera (Uruguay)
Estadio: Único Madre de Ciudades,
Santiago del Estero.
Argentina le sumó a la fiesta del Mundial un
triunfo sobre Panamá y el gol 800 de Messi…
El seleccionado argentino
completó su primera fiesta post Mundial ante el multitudinario público que
colmó el renovado estadio Mas Monumental con un triunfo sobre el final ante
Panamá por 2 a 0 que tuvo como frutilla del postre el gol 800 en la carrera de su
capitán, Lionel Messi, en su séptimo intento de tiro libre de la noche.
Selecciones de Argentina y Panamá. Fotografía: ESPN
La
presunta desproporción entre el campeón del mundo y este conjunto panameño, que
vino a afrontar este compromiso con equipo alternativo, si bien se notó en la
jerarquía individual y colectiva, no se tradujo en el resultado y tampoco en
acumulación de situaciones de gol durante el primer tiempo.
Salvo un tiro libre
que rebotó en el palo izquierdo ejecutado por Lionel Messi, que antes de esa
acción terminó todo raspado en la rodilla derecha, sobre el cuarto de hora, no
hubo otras aproximaciones con riesgo real para el arco defendido por José
Guerra.
Obviamente que los
dirigidos por Lionel Scaloni hegemonizaron la posesión del balón, pero lo
manejaron en forma de abanico entre tres cuartos de cancha y el área rival, sin
generar filtraciones dentro de ella.
También y como
consecuencia, el arquero Emiliano Martínez nunca entró en contacto con el
balón, por lo que fue saludable para él que los "Dibu, Dibu" de los
hinchas argentinos se hubiesen producido antes del encuentro, ya que durante su
transcurso no había acción alguna que lo ameritara.
La fiesta no parecía
ser completa por entonces, pero a su vez tenía el atractivo que ofrece un
partido de fútbol jugado "en serio", con una oposición real para el
"homenajeado". Y eso intentó Panamá: no ser un simple partenaire.
Y a fuerza de
disciplina táctica, prolijidad y entrega, los centroamericanos hicieron olvidar
por un buen rato ese estado emocional que flotaba en los más de 80.000 hinchas
para reemplazarlo por una ansiedad creciente a la espera de algo también
"especial", como por ejemplo el gol 800 en la carrera de Messi.
Pero se fue el primer
tiempo sin nada de eso, y el segundo transitó por el mismo camino, De entrada
nomás Lionel Scaloni realizó tres cambios, dos más antes del cuarto de hora y
el sexto y último a los 23 minutos.
Es
decir que a esa altura del complemento habían variado el 60 por ciento de los
jugadores de campo que habían iniciado la final del Mundial de Qatar ante
Francia.
Pero esa persistencia
en el dominio argentino y un par de tiros libres de Messi que siguieron pasando
cerca del arco "rojo" fueron los que pintaron de colores tenues la
escenografía de la primera hora de la segunda etapa.
Hasta que en la
ejecución de su quinto tiro libre de la noche, Messi hizo rebotar nuevamente el
balón en un palo del arco de Guerra, pero en este caso y a diferencia del
primer tiempo, en el derecho. Y del rebote apareció el ingresado Thiago Almada
y su zurda para registrar su primera conquista oficial con la camiseta del
seleccionado argentino.
Por la misma vía
siguió intentando Messi inmediatamente llegar al 800, pero su sexto disparo se
fue por encima del travesaño.
Evidentemente esa
marca, que de extenderse a dos tantos más la elevaría a 100 con el seleccionado
mayor, y de ser tres le sumarían el 55to. "hat Trick" de su carrera,
parecía que iba a quedar para el próximo martes en el estadio Único Madre de
Ciudades, de Santiago del Estero.
Pero la película no
guionada no podía tener otro final que el que tuvo, cuando su zurda mágica
entró nuevamente en acción.
Y así, cuando
restaban apenas dos minutos para los 90, en su séptimo tiro libre clavó el
balón contra el ángulo superior izquierdo del arco de Guerra, y entonces
levantó sus brazos al cielo, fue nuevamente sepultado por sus compañeros como
en Qatar, y por fin pudo festejar el tanto 800 de su carrera y el 62do. de tiro
libre, superando por uno nada más y nada menos que a Diego Maradona.
La película, ya hecha
serie, como quedó dicho, tendrá más episodios, ya que el martes continuará en
Santiago del Estero.
Pero esa será otra
historia, una celebración más, ya en el interior del país, que volverá a
regocijarse con estos terceros campeones del mundo que viven de emoción en
emoción, con llantos a raudales como los exhibidos especialmente por
"Dibu" Martínez y Scaloni al momento de sonar el Himno Nacional.
Aunque no fueron los únicos. Los que no lloraron para afuera lo hicieron hacia
dentro. Pero nadie pudo quedarse al margen de la emoción de los campeones del
mundo.
-
Síntesis –
Argentina: 2
Emiliano
Martínez; Nahuel Molina, Cristian Romero, Nicolás Otamendi y Nicolás
Tagliafico; Rodrigo de Paul, Enzo Fernández y Alexis MacAllister; Lionel Messi,
Julián Álvarez y Ángel Di María. DT: Lionel Scaloni.
Panamá: 0
José
Guerra; Iván Anderson, Edgardo Fariña, Richard Peralta y Kevin Galván; Jiovany
Ramos, Irving Gudiño y Cristian Quintero; José Manuel Murillo, Alfredo Stephens
y Ronaldo Córdoba. DT: Thomas Christiansen.
Goles en el segundo tiempo: 32m. Almada (A) y
43m. Messi (A).
Cambios en el segundo tiempo: Al comenzar Víctor
Medina por Quintero (P), Omar Browne por Córdoba (P), Thiago Almada por Mac
Allister (A), Lisandro Martínez por Otamendi (A) y Lautaro Martínez por Julián
Álvarez (A), 14m. Paulo Dybala por Di María (A) y Leandro Paredes por Enzo
Fernández (A), 23m. Marcos Acuña por Tagliafico (A), Gilberto Hernández por
Fariña (P), Martín Morán por Gudiño (P) y Michael Casazola por Galván (P) y
31m. Miguel Camargo por Murillo (P)
Existen varios tipos
de muchachos en la Argentina. Obvio, se nos vienen a la mente los muchachos
peronistas. También estaban Los muchachos de antes no usaban gomina, Adiós
muchachos, de Gardel, o Los muchachos de mi barrio, de
Palito Ortega. Pero en estas últimas semanas todos fueron claramente
desplazados por los Muchachos del tema de La Mosca, con lo cual ahora nuestro
país tiene dos himnos: el de López y Planes y el del grupo musical que
entronizó a la Selección hasta el próximo Mundial.
Los Muchachos –con
mayúscula– son el nuevo parámetro de la sociedad. No solo porque hayan
triunfado, sino porque son lo que la mayoría social quiera que sea la
Argentina: tenaces, profesionales, humildes, con garra, planificados, serios,
que juegan en equipo y que tiran todos para el mismo lado. En los últimos meses
era común en los estudios de opinión pública que los entrevistados querían que
el país se pareciese a Messi por esos atributos
mencionados. Esa identificación, más allá del éxito deportivo, es lo que hizo
que se movilizaran cuatro o cinco millones de personas para saludarlos, que en
un punto es como saludarse a sí mismos.
La Selección le mostró
a la sociedad que el esfuerzo y la disciplina (o sea, el mérito) rinden y
tienen su premio, a la corta o la larga. Por eso, de toda la letra de La Mosca,
quizá lo que más impacte sea: “nos volvimos a ilusionar”. ¿A ilusionar con qué?
¿Con el equipo? Desde ya. Pero en realidad, el punto es que los argentinos y
argentinas se volvieron a ilusionar con ellos mismos, porque de la política
claramente poco esperan.
En los grupos focales
realizados esta misma semana no visualizamos un cambio de ánimo respecto al
país. Los mismos sentimientos de los últimos meses siguen estando sobre la
mesa: angustia, impotencia, bronca, desesperación. ¿Pero, entonces, cómo le
impactó a la sociedad el triunfo deportivo? “Fue un día de alegría sin pensar
en la economía”, “despejar un rato la mente”, “tirar todos para el mismo lado”,
“la unión, no estaba dividido como en la política”, “éramos un solo país”. Casi
les faltó decir que sin la política estaríamos mejor, porque lo que no cambió
fue la perspectiva sobre el futuro del país: “la gente se olvida pronto”,
“Argentina no va a cambiar”, “va a ser un proceso largo para salir de la
situación”, “hay mucho para arreglar”. En definitiva, lo deportivo y la alegría
colectiva transitan por un carril distinto del derrotero del país.
Un triunfo deportivo
en el principal deporte de masas y en la cúspide de la competencia global, iban
a generar un sentimiento de felicidad temporal enorme. Pero hay un ingrediente
adicional a la lógica alegría individual, que es la satisfacción porque también
se viva una dicha colectiva. Es decir, la buenaventura de todos bajo una misma
consigna es un rasgo que potencia la que siente cada uno en forma personal.
Cuatro o más millones
de personas en paz bajo una misma consigna también muestra el desagrado que
despierta la grieta, como lo hemos comentado en esta columna muchas veces, o a
la inversa, lo que conmueve la unidad. Algún lector o lectora me podrán decir
legítimamente: “Pero, ¡qué vivo! Cuando se trata de la Selección campeona todos íbamos a estar
unidos”. Es verdad. Pero acá hay varios puntos por señalar que muestran dónde
está la opinión pública:
·La movilización más grande de la historia argentina, sin
duda (el tamaño sí importa), teniendo en cuenta que a priori había un circuito
a recorrer o un punto de encuentro.
·Mucha gente en cualquier circunstancia y con alto fervor,
puede ser el caldo de cultivo de que algo termine mal, una “puerta 12” o algo
parecido. Pero casi nada de eso pasó, salvo los hechos aislados que todos
conocemos.
·La gran mayoría de los cuatro millones de personas que
esperaban saludar a la Selección se vieron frustradas por la imposibilidad
física. Sin embargo, la reacción masiva fue de alegría y comprensión con los
jugadores en los helicópteros luego de muchas horas de trajinar.
·Se comentó mucho la desorganización o falta de previsión,
que si fue un papelón, etc. Obvio, que todo el operativo fue fallido, como
estamos bastante acostumbrados en la Argentina. Lo cierto es que la alegría
desbordante percibida en la calle hizo que nadie se preocupase mucho por una
organización fracasada. Capítulo aparte es la saga de si iban o no a Casa Rosada, los cambios de trayectoria sobre
la marcha, etc.
¿Qué significa todo esto?
·Cuando la sociedad se siente agradecida a quienes
muestran los atributos deseados, los detalles negativos pasan de largo (de los cuales
los jugadores no eran los responsables, claramente).
·Cuando los liderazgos transmiten calma, la mayoría social
no se enerva por deporte. Luego, claro está, los conflictos producen
reacciones. Sería tonto pensar que el clima del martes va a ser el permanente.
El punto es si queremos vivir de forma agresiva los conflictos o no.
Seguro no somos los
maravillosos del martes solamente. También somos conflictivos, irreverentes
ante todo tipo de autoridad, reacios a apegarnos a las reglas, cuestionadores
hasta el infinito, propensos a los excesos. Sin embargo, el punto es que no
somos una sola cosa. También somos los que nos movilizamos en el final de la
dictadura y la llegada de la democracia. Los que llenamos plazas en Semana
Santa del 87. Los que repudiamos el atentado a la AMIA en el 94. O los que
saludamos a los subcampeones en 2014 como si hubiesen traído la copa a casa.
Scaloni, Messi y compañía muestran que la
historia se empieza a escribir de vuelta todos los días. Que una serie de
derrotas sin fin siempre se pueden revertir. Que todos podemos cambiar para
mejor. Que lo inesperado acontece. Que tenemos con qué. Que no somos geniales,
ni un desastre. Que no estamos condenados al éxito, ni tampoco al fracaso.
La frase que ha calado
hondo y se ha viralizado hasta el infinito ha sido la de De Paul: “Más que
nunca todos juntos”. No nos olvidemos que esos 26 jugadores y el equipo técnico
nacieron acá y también podemos ser nosotros. ¡Feliz
Navidad!