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miércoles, 20 de junio de 2018

El viejo topo y las topitas… @dealgunamanera...

El viejo topo y las topitas…

Agua. Macri valoró el jueves en Corrientes el debate en Diputados que consagró la despenalización del aborto. Sin embargo, no quiere discutir el acuerdo con el FMI. Fotografía: NA

Un buen político sabe que es peligroso liberar fuerzas que no se está en condiciones de dirigir. En general, Macri no lo hace, por eso hasta hoy no ha puesto en debate público lo que ha firmado con el FMI.

© Escrito por Beatriz Sarlo el domingo 17/06/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“Hemos acordado un stand by de acceso privado por 50 mil millones de dólares. Esto es un reflejo del apoyo de la comunidad internacional al país”, publicaron los diarios el 7 de junio. Antes de eso, el Gobierno no había dado pistas sobre tal acuerdo. Ni los partidos aliados en Cambiemos conocían lo mínimo como para responder sin trastabillar las preguntas del periodismo. El acontecimiento que definirá los próximos años no fue discutido.

El secretismo del Gobierno contrasta con la decisión de habilitar, en Diputados, la discusión sobre la despenalización del aborto. Uno y otro tema definen, a su manera, el futuro. Pero, a diferencia de la bruma que rodeó el acuerdo con el FMI, el Gobierno le dio la bienvenida a ese debate parlamentario, que trasladó el centro de atención hacia otra parte.

Finalmente, la ley de despenalización tuvo media sanción. El mérito debe reconocerse a la masiva participación juvenil y a la tenacidad de un grupo de mujeres que, desde hace décadas, sostuvieron el reclamo. El debate fue excelente y aquí no cabe diferenciar por partidos. Fernando Iglesias y Daniel Filmus, Gabriela Cerruti y Silvia Lospennato, Fabio Quetglas y Facundo Suárez Lastra fueron tan elocuentes a favor de la despenalización como lo fue el silencio (¿religioso?, ¿narcisista?) de Lilita Carrió, que se expidió por Twitter desde la capilla de la sede parlamentaria. Buscó ese silencio porque se la sabía contraria a la despenalización y lejos de lo que declaró en un documental filmado por Raúl Beceyro que, en 1994, la mostraba dispuesta a defender ese derecho.

Preguntas. Las razones que impulsaron a Macri para habilitar el debate todavía deben conjeturarse. ¿Lo hizo para abrir un escenario que compitiera con el del acuerdo con el FMI? Viendo los resultados, poco importa. La ocasión es buena para que el Presidente aprenda lo que quiso decir Marx cuando se refirió al “viejo topo”, que cava su túnel hasta emerger inesperadamente a la luz. Marx pensaba en las revanchas de la historia y en la potencia invisible de la revolución. Lo que Marx escribía en el 18 Brumario sobre el viejo topo hoy puede servir de lección a Macri. Los jóvenes topitos del cambio, si no se los detiene, pueden horadar túneles hacia el futuro.

Un buen político sabe que es peligroso liberar fuerzas que no se está en condiciones de dirigir. En general, Macri no lo hace, por eso hasta hoy no ha puesto en debate público lo que ha firmado con el FMI. Hubo que esperar a la mañana del último viernes para una deslucida exposición y conferencia de prensa del ministro Dujovne, que agregó algunas precisiones. Primero se firmó el acuerdo con el FMI. Luego, a las cansadas, el Gobierno se refirió a sus imposiciones, sus límites y sus consecuencias. Hay palabras que los argentinos preferimos no volver a usar. Pero el pacto fue un blindaje y significa un severo ajuste, esa dupla semántica y económica que nos marcó en los comienzos de este siglo.

Como si se tratara de una obra jugada en otro teatro, el pacto con el FMI fue todo lo contrario a los apasionados debates de las últimas semanas. Sobre la despenalización del aborto, lo que sucedió en el Congreso fue un modelo de polémica. Una sociedad deliberativa en funciones. Los diputados y las voces de las organizaciones sociales tenían, en la mayoría de los casos, argumentos a favor y en contra. No simplemente un amontonamiento de consignas y prejuicios, sino razones. Hubo esfuerzo intelectual, razonamiento elaborado y movilización discursiva. Hubo deseo de convencer al otro. La ley ha sido aprobada en Diputados. Los que estamos a favor del aborto ganamos, pero no se impuso la humillación sobre los que perdieron, porque tuvieron también su oportunidad de resultar vencedores. La movilización dejará sus enseñanzas entre los más jóvenes, que ocuparon la calle quizá por primera vez.

Necesitamos de políticos que se hagan cargo de achicar la distancia entre complejidad y amplitud, dos cualidades a veces opuestas.

Efectos.

Una consecuencia se percibe de inmediato. La política ha sido siempre una esfera compleja de la vida social y, al mismo tiempo, los demócratas deseamos que sea lo más colectiva posible. Complejidad y amplitud son cualidades no necesariamente complementarias. Y muchas veces se manifiestan como opuestas. La democracia necesita de políticos que se hagan cargo de manera permanente e intensa de achicar la distancia entre estas dos dimensiones, y que reduzcan el indomable principio de contradicción entre lo complejo y lo colectivo.

Precisamente, el acuerdo firmado con el FMI es un ejemplo de opacidad extrema, no porque el periodismo no acerque los datos de las obligaciones contraídas, sino porque esas mismas obligaciones son complicadas y solo el discurso político democrático puede restaurar un nivel aceptable de inteligibilidad. Macri firmó primero y todavía no abrió la boca ni siquiera frente a sus aliados políticos, mucho menos frente a sus opositores. Reclama un acuerdo en un páramo discursivo. En este caso, la falla política no afecta solo a los excluidos sino a vastos sectores sociales más organizados y, probablemente, mejor preparados para comprender de qué se trata y, en consecuencia, para apoyar u oponerse razonadamente.

Todo el mundo está preocupado por alcanzar acuerdos. Debo decir que a mí me preocupa otra cosa: cómo se llega a ellos y cómo se los garantiza. Por eso, los acuerdos antes de firmarse deben ser públicos y debatidos. Lo que Macri y su ministro Dujovne hicieron respecto del FMI fue ciertamente lo contrario. Una falla en lo político que no asegura un buen futuro. La mencionada conferencia de prensa de Dujovne no fue más explicativa que declaraciones anteriores. Mientras tanto, con leyes y con acuerdos, los sectores excluidos son un agujero negro.

Posdata.

Pido a los lectores que disculpen mi prescindencia de la doble mención de masculino y femenino: “diputados y diputadas”. Y que también evite la pintoresca conversión del castellano en una rara especie de catalán rioplatense lleno de “e” finales: “les diputades”, “les alumnes”. Solo a veces coincido con la Real Academia pero, en este caso, le encuentro razón.



(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com

sábado, 26 de mayo de 2018

A 80 Años del Volkswagen Escarabajo... @dealgunamanera

A ochenta años de una exitosa iniciativa nazi que revolucionó la industria automotriz…


La plana mayor nazi estudia una maqueta del Escarabajo.

En mayo de 1938 Adolf Hitler ponía la piedra fundamental de la emblemática fábrica de Wolfsburgo. Allí se construyó el “auto del pueblo”, el modelo más vendido de la historia.

© Publicado el miércoles 16/05/2018  por la Revista Parabrisas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

A comienzos de los años treinta, las calles europeas comenzaban a poblarse de vehículos de todo tipo, con mecánicas muy dispares y soluciones estéticas diversas.

En esa época comenzaron a estudiarse los aspectos relativos a la aerodinámica, en pos de mejorar el rendimiento y bajar el consumo. La historia del Escarabajo tiene mucho que ver con esos aspectos y se remonta a 1932, cuando el barón Fritz von Falkenhayn, jefe de planta de NSU, que para ese entonces era una filial de Fiat, le encargó a Ferdinand Porsche el diseño de un auto sencillo, acorde con la complicada situación económica alemana.

Bajo el nombre de Tipo 32 nació un automóvil de formas muy parecidas al futuro Escarabajo, con una motorización de casi un litro y medio de capacidad cúbica, y refrigeración por aire. Cuando estas noticias llegaron al directorio de Fiat, que le tenía prohibido a NSU hacer desarrollos propios, le obligaron inmediatamente a detener el proyecto. Ferdinand Porsche había apostado mucho y no quería ver desperdiciado su trabajo, por lo que comenzó a buscar alguna clase de patrocinio para concretarlo independientemente.

Hace cincuenta años atrás, la revista Parabrisas se limitaba a probar autos de producción nacional, a los que tenía acceso sin mayores dificultades. Sin embargo, la importancia del Volkswagen Escarabajo para la industria del automóvil ameritaba un esfuerzo mayor: por primera vez, se recurrió a la revista hermana brasileña Quatro Rodas.

La mano del Führer

Hitler, conocedor y amante de los automóviles, estaba apostando a esta industria apoyando a Mercedes-Benz y a Auto Union en las competencias, pero quería un auto para el trabajador alemán, y allí estos dos personajes cruzan sus destinos. Porsche viajó a Berlín y se reunió con Hitler, quien le propuso algunos cambios y le dio el visto bueno para el desarrollo.

Porsche fue contratado por la RDA (asociación alemana de fabricantes de automóviles) y meses después nació el Tipo 60, al que se le hicieron unos 80.000 kilómetros de pruebas en la Selva Negra. Derivados del Tipo 60, nacieron tres prototipos: el V1 (fabricado por Reuter), el V2 (fabricado por Drauz) y el V3 (fabricado por Daimler-Benz).

Daimler mejoró el V3, dando lugar al V30 y, en 1938, este pasó a ser el Tipo 38, un auto mucho más pulido, al que le agregaron paragolpes y se le disminuyó la superficie de aireación posterior, permitiendo la aparición de una pequeña luneta partida a la que denominaron Pretzel, por su parecido con la galletita alemana.

Si algo le faltaba al Escarabajo para conquistar al mercado norteamericano, era protagonizar un filme de Hollywood. Y Herbie lo inmortalizó para siempre.

Conforme avanzaba el proyecto, Hitler se dio cuenta de que la RDA no colaboraría mucho más y decidió que sería más viable construir una fábrica propia.El lugar para erigir las instalaciones debía tener una usina eléctrica y vastas vías de comunicación, por lo que la elección recayó en el condado de Schloss Wolfsburg.

La ahora emblemática fábrica de Wolfsburgo fue presentada como un proyecto del frente de trabajadores alemanes, el kdf (Kraft durch Fraude), o fuerza a través de la alegría, un movimiento comenzado por el estado alemán en el que se buscaba que el obrero disfrutara de un buen tiempo de ocio para ser más eficiente en su empleo: la piedra fundamental se colocó el 26 de mayo de 1938, hace ochenta años.

El valor de 18 estampillas

El kdfwagen o Volkswagen (auto del pueblo) era promocionado como un auto económico, veloz y confortable, y para adquirirlo se necesitaba comprar un cuaderno de ahorro y llenarlo con dieciocho estampillas mensuales de cinco marcos cada una.

Con este dinero se financiaba la construcción de los autos y, al terminar ese lapso, se debían pagar unos cincuenta marcos más para retirarlo. El primero de septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia y se anuló el proyecto, con lo que 336.600 personas perdieron sus ahorros.

La fábrica pasó a dedicarse a la construcción de material bélico, dando origen a las variantes militarizadas del kdf. Tras seis años de contienda, Alemania quedó en ruinas, sin hombres para trabajar, sin materia prima y sin combustible. Los aliados tomaron las riendas de la fábrica de Wolfsburg, poniendo a la cabeza al inglés Ivan Hirst, quien, pese a los contratiempos, logró fabricar 58 autos en 1945.

En marzo del año siguiente ya se habían alcanzado a fabricar mil autos, y para octubre se habían completado las diez mil unidades. En enero de 1948, con veinte mil autos fabricados, la empresa retornaba a manos alemanas: Heinrich Nordhoff fue nombrado director general de la casa de Wolfsburg por recomendación del mismo Hirst y, con él, comenzó un período de crecimiento sin igual.

Se inició la exportación y nacieron dos versiones descapotables: una de dos plazas carrozada por Hebmüller y otra de cuatro hecha por Karmann. Nordhoff mejoró los procesos de fabricación para aumentar la calidad del producto y también buscó incesantemente hacerle modificaciones. En 1953, la luneta partida fue reemplazada por la oval, entre otras varias mejoras, mientras que el auto medio millón salía de Wolfsburg.

El primer Volkswagen Escarabajo junto a su versión moderna, el Beetle.

La expansión

La empresa seguía creciendo exponencialmente y ese mismo año se inauguró la primera planta Volkswagen fuera de Alemania, en Sao Bernardo do Campo, Brasil. A esta le siguieron una planta de montaje en Sudáfrica, en 1957, y otra, en 1962, en Puebla, México, en donde se comenzó a fabricar el Escarabajo. En 1958, la luneta volvió a modificarse: esta vez se agrandó considerablemente en función de mejorar la visibilidad hacia atrás.

En 1964 se inauguró la fábrica de Emden, un puerto en el Mar del Norte, cuya localización fue estudiada estratégicamente, ya que favorecía el envío de autos a los Estados Unidos. En 1966 vio la luz el Escarabajo 1300, que mejoraba las cualidades mecánicas del 1200, aunque por fuera se veían iguales.

En 1970 llegó el 1302, que mostraba varios cambios estéticos, pero principalmente mejoraba su habitabilidad, confort y seguridad. El 1302 incorporaba suspensión delantera MacPherson, permitiendo un 85 % más de lugar en el baúl.

Al año siguiente, el 1302 recibió un motor más potente de 1.600 cm3. El 17 de febrero de 1972, el Escarabajo batió el récord de producción que ostentaba el Ford T, al alcanzar las 15.007.034 unidades. Un año más tarde apareció el 1303, diseñado especialmente para el mercado norteamericano.

Sus señas particulares eran un capó más corto y redondeado, el parabrisas curvo y los faros traseros circulares y de mayor tamaño. El 1303 se ofrecía con motor 1.3 (1303 i y 1303 L) y 1.6 (1303 S y 1303 LS). Sin embargo, las ventas venían decreciendo y para 1974 llegó su reemplazo, el Volkswagen Golf. Así y todo, el Escarabajo siguió generando simpatía, y muchos compradores aún deseaban tenerlo.

Las plantas fuera de Alemania lo siguieron fabricando para países con menores exigencias en materia de contaminación y seguridad. El 15 de mayo de 1981, en Brasil se produjo el Escarabajo veinte millones, y quince años después salió el último de esta fábrica, pese a ser el modelo más vendido de ese momento.

De esta forma, la única planta en la que el Escarabajo permaneció en producción fue la mejicana de Puebla, hasta que en 1993, por sugerencia del presidente brasileño Itamar Franco, Volkswagen do Brasil volvió a producir el Escarabajo unos años más. En 1996 nuevamente Puebla quedó como la única planta de fabricación del Escarabajo, a la que se le sumaría en 1998 el New Beetle, nacido en el Centro de Diseño de Volkswagen de California como un concept.

Estaba desarrollado sobre la Polo contemporáneo y tomaba elemento estéticos del Tipo 1, pero su mecánica era más acorde a la época, lo que le permitía cumplir con todas las normativas exigentes en los países del Primer Mundo. Todo lo contrario pasaba con el Escarabajo original, que ya no podía enfrentar los requerimientos de contaminación, consumo y seguridad, y llegaba al final de una larga y exitosa vida.

El 30 de julio de 2003 Volskwagen de México dejó rodar de su línea una serie limitada de tres mil unidades denominada Última Edición. Se llegaba así a la menuda cifra de 21.529.464 Escarabajos producidos. En Puebla se siguió con la fabricación del New Beetle hasta que en 2011 fue reemplazado por el Beetle, también fabricado exclusivamente en esa planta.

Si bien estos modernos Escarabajos no respetan las ideas rectoras del modelo original, ni tampoco su concepto mecánico, sus atractivas formas remiten afectivamente al auto más adorado del mundo y siguen generando ventas a costillas del Escarabajo.



lunes, 19 de marzo de 2018

La quiebra de Toys "R" Us... @dealgunamanera...

Las tiendas de Toys R Us cerrarán, pero el nombre sobrevivirá al 'apocalipsis'…


La famosa juguetera anunció la semana pasada su liquidación en EEUU, y el resto de divisiones parece que seguirá su camino. Sin embargo, es bastante probable que su nombre no desaparezca: la marca, el logo, su mascota (una jirafa)... probablemente sean adquiridos durante el proceso, por lo que no sería extraño que Toys R Us no desaparezca.


© Publicado el lunes 19/03/2018 por el Diario El Economista de la Ciudad de Madrid, España.

De momento, no hay rumores de ofertas, pero no es nada extraño que haya múltiples compradores buscando una marca icónica en un proceso de liquidación. Y Toys R Us puede que sea probablemente uno de los principales ejemplos de un nombre con una base de clientes fieles y una clara identificación con un sector.


En resumen "es un nombre fabuloso. El jingle, la lista de consumidores, el logo... y la jirafa", explica Cathy Hershcopf, abogada especialista en bancarrotas del sector comercial, a la agencia Reuters


El nombre, que adorna locales en más de 30 países, podría ayudar en el proceso de bancarrota, consiguiendo fondos con su venta para pagar a los acreedores. Habitualmente, los compradores están interesados en añadir una marca a sus operaciones online, libres de las cargas del negocio tradicional, aunque el caso de Toys R Us puede ser distinto.


La fortaleza de la marca y la buena situación de algunos locales podría provocar que los interesados quisieran mantener algunas localizaciones a modo de exposiciones y tiendas insignia.


Alexander Chernev, profesor de Marketing de la Kellogg School of Management, cree que los 'compradores de marcas' que triunfan son aquellos que ya tienen una operativa potente pero necesitan una conexión emocional con los clientes. "Buscan acceso no solo al mercado, sino también a las mentes de los consumidores", explica el profesor antes de añadir que los fabricantes chinos de juguetes podrían encajar en el perfil.


No sería la primera vez. En 2011, Robb & Stucky, una cadena de muebles de Florida, entró en liquidación. Una compañía china compró la marca, la propiedad intelectual y relanzó las operaciones. Otros, por el contrario, buscan lo contrario: comprar una marca para que desaparezca del mapa y así eliminar un competidor. 
Hershcopf cree que la marca Toys R Us no se verá afectada por el colapso de la empresa, ahogada en deuda. "No creo que la marca esté contaminada. Creo que es el hecho de comprar en tiendas tradicionales lo que ha perdido atractivo", en clara referencia al apocalipsis del retail.

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sábado, 17 de marzo de 2018

El beneficio de ser pobres... @dealgunamanera...

El beneficio de ser pobres...


Mi vieja es una mina marginal. Toda la vida vivió fuera del sistema y ahí quedará. Por un problema que tuvo al nacer, es muy pequeña: no llegó nunca al metro cincuenta, y por los muchos embarazos que tuvo ya se le cayeron varios dientes. Tiene 41, pero la falta de dientes sumada a su escasa estatura y marcada delgadez, hacen que aparente mil años más.


© Escrito por Mayra Arena el sábado 10/03/2018 y publicado en su muro de Facebook en la Ciudad de Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires.

Mi vieja dejó la escuela porque era al pedo. Vos le explicás algo y no lo entiende. Incluso las cosas más simples, se las tenés que explicar despacio, varias veces. Si querés enseñarle a ir al chino de la vuelta lo mejor es acompañarla y que vaya, porque si le explicás el camino, no entiende. Mi vieja nunca prendió una computadora, ni la va a prender. Apenas sabe leer y escribir, y cuando digo “apenas” quiero decir, escribe como el orto y cuando lee no le queda nada. Tiene que leer algo simple varias veces para que le quede. A veces nos pide ayuda a las hijas grandes, y hay que explicarle despacio y con palabras claras, sino no entiende.

Mi vieja no laburó nunca, no se desenvuelve. Siempre que intentó tuvo laburos muy malos, porque a los buenos, no pudo ni podrá acceder nunca. Siempre limpiando, cada vez que le conseguíamos un trabajo la echaban al poco tiempo: la gente no le tiene paciencia porque vos le explicás y no entiende. Mi vieja nunca aspiró a tener nada, siempre sintió que hay cosas que simplemente no eran para ella. Siempre sintió que ciertas cosas “son cosas de ricos” incluso cosas mucho más sencillas de las que piensan. Mi vieja tuvo varios hijos, todos de distintos hombres. En el hospital le explicaban que no tuviera más, que tenía que cuidarse, pero ella no entiende. Nosotros llevamos el apellido de ella y salvo el más chico, ninguno conoció a su respectivo padre.

Mi hermana Gisella Marisol y yo, tuvimos el beneficio de ser pobres. De pibas, mi vieja marginal nos mandaba a pedir todos los días. Íbamos a las panaderías porque son los que mejores cosas dan, y con lo que volvíamos se cenaba. Mate cocido con lo que hubiera. Cuando no nos daban las del barrio, nos íbamos abriendo cada vez más hasta llegar a las del centro. Por eso nunca compartí la filosofía de no darle monedita al nene que pide: lo único que lográs es que tenga que caminar más, porque ese pibe no va a volver a la casa con las manos vacías. Teníamos hermanos más chicos, pero no quedaban en casa, salíamos todos juntos porque a los más chicos siempre les dan más. Entonces salía mi vieja con nosotros y mi vieja se quedaba afuera y nosotros íbamos al negocio y pedíamos. Cuando íbamos con mi hermanito, la cosa era bastante rápida porque era muy chiquito y la gente siempre te da lo que puede. Mi vieja no entraba porque a los grandes no les dan casi nunca nada. Hay lugares que igual nunca dan nada y lugares que siempre te dan aunque sea un pancito. La cosa es que siempre volvíamos con algo para acompañar el mate cocido.

Mi abuela estaba apenitas mejor que nosotros porque laburaba limpiando. No teníamos a nadie que trabaje excepto ella, entonces lo poco que sabíamos de trabajo era que era horrible: las patronas eran malas y siempre le hacían cosas horribles, le pagaban menos de lo que le prometían y se hacían las desentendidas. A veces se iban un mes a Europa y ese mes la dejaban totalmente en banda. Cuando trabajaba, no le pagaban casi nada, incluso nosotras pidiendo en la panadería, a veces conseguíamos cosas que ella no podía comprar ni ahorrando.

Nuestra casa era un cuadrado con un baño en la época que mi abuela podía pagar alquiler, pero cuando mi vieja se peleó con mi abuela nos mudamos a una piecita sin baño en Pampa Central. Las necesidades se hacían en un balde y la comida del mediodía nos la daba un comedor que daba comidas riquísimas, polenta, guiso, tallarines. A veces hasta había postre, una naranja o un flancito. A la tarde tomábamos la leche en una iglesia en frente de casa y en esa época mi vieja empezó a cobrar una cosa que se llamaba jefes y jefas y eran 150 pesos por mes. Siempre que cobraba, los veintipico de cada mes, comíamos un yogur cada uno y para nosotros era la gloria.

De piba, cuando sos pobre, lo que te salva de la marginalidad es creer. Creer que algún día vas a tener todo eso que querés tener. Cuando conocés grandes que no son pobres y que te preguntan qué vas a ser cuando seas grande, empezás a soñar un poco. Todos los grandes te dicen todo el tiempo que no dejes la escuela, que estudies mucho. Nosotras, mi hermana y yo, conocimos un grande en particular que fue significativamente importante para nosotras: Marcelo General. Seguramente no lo conozcan, no era más que un vecino nuestro. Él y su adorada esposa siempre nos invitaban a su casa a jugar con su hijita, a pesar de que nosotras no teníamos juguetes ni nada para llevar. Ellos tenían cosas que nosotras no habíamos tenido ni visto jamás. La casa de ellos era una mansión, aunque ahora que lo pienso no era más que una casa con comedor y un par de dormitorios. Pero nosotras ahí adentro estábamos en nuestra salsa. Mi hermanita jugaba con todos los juguetes de la nena, yo siempre pedía pasar al baño porque era espectacular: tenía un espejo gigante y papel higiénico de esos con dibujitos y los puntitos para cortarlo derechito. Cuando sos pobre, la riqueza se mide en esas cositas. Ellos eran ricos. Todos los días la acompañábamos a la cooperativa y ella nos dejaba elegir el yogur que quisiéramos. Todos los días le preguntábamos de hasta qué precio podíamos agarrar, y ella nos decía que de cualquier precio, que agarráramos el que más nos guste. Definitivamente eran ricos.

La mamá de la nena nos contaba que el marido a veces se levantaba a las 4, o sea, trabajaba desde muy temprano. El hombre era muy bueno, siempre hacía chistes y miraba la tele. A veces nos daban hielo para tomar agua fresca en casa, porque nosotras no teníamos heladera, pero solo a veces porque otra vecina de la esquina, Silvia, también nos daba hielo siempre. Hay vecinos que te ayudan muchísimo.

Marcelo y Claudia, su esposa, siempre nos decían que fuéramos a la escuela. Una Navidad nos dijeron que había venido Papá Noel pero nosotras ya sabíamos que habían sido ellos. Los regalos, mi hermana todavía los tiene guardados. Así de valioso es todo cuando sos pobre.

En la escuela, también éramos pobres, no marginales. No teníamos las cosas que tenían todos, a mi hermana incluso una maestra no le corregía las tareas porque no llevaba cuaderno tapa dura. Siempre la retaban por no llevar las cosas que pedían y ella siempre lloraba. Pero éramos muy estudiosas, teníamos esa ventaja. Era una escuela pública, los pobres éramos nosotros y los ricos eran los que se compraban alfajores en el recreo, tenían mochila con carrito y cartucheras de dos pisos. Todos los grandes que conocíamos nos decían que si estudiábamos nos iba a ir bien, y nosotras lo creíamos de verdad. Mi hermana no tenía la cartulina que pedían, pero jamás se olvidaba de hacer los deberes. Hubo una asistente social que nos ayudó muchísimo y que siempre nos daba mercadería, lo hacía delante de todos y eso nos daba vergüenza, por eso mi hermana era medio tímida. No lo hacía de mala porque era buenísima, yo creo que no se daba cuenta que es feo que te den mercadería cuando a nadie le dan, en el aula todos te quedan mirando además. Hubo un invierno en que teníamos una sola campera buena, la violeta, asique iba unos días mi hermana y unos días yo. Yo decía que nunca tenía frío e iba igual pero después me recagaba enfermando entonces era mejor así. Mi hermana odiaba faltar porque después no entendía las cosas. Asique yo faltaba mucho. Mucho. Pero en casa había varios libros y los leía, una y otra vez. Yo sabía que estudiando me iba a ir mejor, eso me decían todos.

Éramos pobres, no marginales. No queríamos dejar la escuela. Conocíamos gente que no era pobre y era gente que trabajaba y había estudiado, entonces por ahí venía la mano. 

Pasaban los años, mi vieja seguía sin laburar. A veces se afanaba queso de un supermercado, lo sacaba entre la ropa o debajo de la axila. Una vez me afané un alfajor de un kiosko y me dijo que si lo volvía a hacer me iba a hacer pasar la vergüenza de mi vida: nunca más toqué nada. La vergüenza es a lo que más miedo le tenés cuando sos chico, ni que te caguen a palos es tan fulero. No sé cómo explicarles lo que deseás un alfajor o una milanesa. Los que pueden comerlo cuando quieren, para uno son ricos. Yo ya tenía como 12 años y no quería salir más a pedir: me daba vergüenza. Y ahí ocurrió algo que casi nos empuja a la marginalidad, pero con el tiempo zafamos.

Mi vieja había tenido un marido golpeador, un alcohólico hasta los huesos que había vivido con ella cuando éramos mocosas. De nuestros padrastros y otros horrores, no voy a hablar. Este tipo estaba preso hacía varios años, era el papá de mi hermanito, el único que tuvo padre. Estaba por salir de la cárcel y nosotras sabíamos que mi vieja iba a volver con él. Mi hermana, ante el terror de volver a sufrirlo, se fue a vivir con mi abuela y no volvió. Ella tenía 9 años cuando lo decidió, todo para no volver a ver a mi padrastro. Yo me quedé, porque quién iba a cuidar a mi vieja y a mi hermanito, si no yo. Salió mi padrastro de la cárcel y me di cuenta de la triste realidad: yo no podía contra él. Entonces me metí de novia con un tipo 30 años mayor que yo y me pasaba todo el día en la casa de él. Lo importante era no volver a mi casa. Hasta que me tuve que ir definitivamente, a los 13. Confié que a mi hermanito no le iba a pasar nada porque era hijo, no hijastro.

Dejé la escuela porque si se descubría mi relación, mi pareja iba a terminar en la cárcel y yo iba a ir a un colegio o con mi padrastro. No me hubiera arriesgado a eso por nada del mundo asique dejé de estudiar y me alejé de todo el que me conociera. Por supuesto, quedé embarazada. Y como nadie te da laburo siendo una cría de 14 años embarazada, yo me volví, por un tiempo, marginal, no pobre. Ya no podía estudiar porque eso era un peligro para el papá de mi hijo, y nadie me daba trabajo porque… era menor y tenía un hijo. De nuevo y siempre, los vecinos me ayudaron mucho. Ya no eran los mismos vecinos porque yo vivía más abajo, pero acá también me ayudaron, y no saben cuánto. Mi hermana seguía siendo pobre, siempre estudiando, siempre esperanzada de salir adelante.

Pasaba el tiempo, vivíamos como podíamos y yo accedía a los laburos que te dan cuando sos menor. Vendía perfumes en la calle, puerta a puerta o hacía campaña de socios para algún hogar, esos que te pagan el 10 por ciento de lo que recaudás. No existía la asignación y para todos los planes existentes, yo era menor. Todo me empujaba a ser marginal, porque ni siquiera podía acceder a los laburos o planes de pobres. A los 15 hice un curso de peluquería, pero en esa época no existía internet y era muy difícil ir haciéndote conocido en un oficio. Además yo tenía 15 y se me notaba en la cara, nadie se iba a dejar cortar el pelo por mí. A los 16 mentí diciendo que tenía 19 y accedí a mi primer laburo con sueldo mensual: tenía que cuidar a un abuelo hemipléjico. ¡De nuevo pobre! Ya no marginal. Es abismal la diferencia. Cobraba un sueldo por mes que no era más que un sueldito, pero podía comprar comida y cositas para mi hijito. Mi abuela me había regalado un lavarropas automático que le regaló una patrona, ese lavarropas lo vendimos y lo cambiamos por unas garrafas, y esas garrafas las vendimos y juntamos dos mil pesos. Con eso compramos el ranchito que se ve en la foto. Dos mil pesos nos costó, un rancho de chapa con piso de tierra, y estábamos en la gloria. Tiempo después las cosas no anduvieron con el papá de mi hijo, la verdad es que yo hacía rato no lo quería más. Entonces me fui con mi nene y de ahí en más cuidamos viejitos siendo cama adentro, o cuidábamos alguna abuela de noche y yo de día trabajaba de otras cosas. Entonces teníamos casa, comida y un pequeño sueldo. A los 21 años aprendí un oficio y gracias a internet y la facilidad de promocionar tu laburo gratis, pude laburar menos horas durante el día y empezar a estudiar. Pobres, no marginales.

Los años de laburo siendo joven, estudiante y pobre, son durísimos. No es nada fácil este ambiente, se vive siempre al día, y muchas veces te gastás los últimos veinte pesos que tenés en fotocopias del currículum, vas al centro caminando para no gastar en boleto y uno tras otro te dicen que lo dejés, que después te llaman. Los días se hacen eternos cuando nadie llama. Pero la diferencia crucial entre nosotras y mi vieja es que, nosotras teníamos la esperanza de que alguien iba a llamar. Todos los días salís a patear esperanzada, deseando que alguien te diga “venite el lunes a primera hora”. Y tarde o temprano ese día llega.

Mi hermana empezó laburando a los 16 para un tipo que le pagaba “según como trabajara ese día” o sea, le pagaba lo que se le cantaban las pelotas. Como es mucho más desenvuelta que mí vieja no sólo no pierde los laburos, sino que tiene cada vez más. Alquila un departamentito y labura todo el día para poder pagar su alquiler y comer. Yo la he visto llorar de cansancio y frustración, pero como todo pobre, al otro día se levanta y sale a ganarse el mango igual. Además estudia, cuando sos pobre siempre te dicen que estudiar es la salida y vos lo creés. Ya le falta poco para ser maestra, cagate de risa. Capaz hasta se cruza con la que no le corregía las cosas por llevar esos cuadernos que te daba el gobierno que si borrabas dos veces se transparentaba la hoja. Andá a saber.

Mi vieja sigue siendo marginal. Tiene un solo laburo de limpieza hace algo de un año y nunca sabemos cuánto le va a durar. Ya pasó los 40 y es muy joven como para jubilarse, pero grande como para encontrar un laburo fijo. Gracias a la asignación que cobra de los dos más chicos, sumada al laburito, la miseria no es tan espantosa como la de mi infancia en los 90. Las hermanas más grandes nos independizamos hace ya mucho, entonces ayudamos a los más chicos. Ellos no tienen la vida que nosotros, no salen a pedir y pueden ir al colegio con útiles comprados, no esos lápices de porquería que a nosotros nos daba el gobierno y que los pasabas por la hoja y no pintaban. Siempre hay que darle una mano a mi vieja con los trámites de la asignación, porque a ella le explican, pero no entiende.

Cuando sos marginal, como mi vieja, aceptás que tu único futuro es la pobreza. No te interesa tener nada porque estás segurísimo de que nunca vas a poder tener nada. A los ricos los mirás con bronca, son unos miserables que no te dan nada, ni trabajo. A mi vieja nunca le dieron ni trabajo. En cambio, cuando sos pobre, lo que te salva de caer en la marginalidad, es la esperanza de salir de esa pobreza. Es muy dificultoso, porque labures de lo que labures, empezás ganando muy poco, y tenés muchas, pero muchas necesidades para cubrir. Además, siempre tenés en la familia alguien que está peor, y ayudás. En lo poco que podés ayudás. Entonces todo crecimiento se hace más lento, porque le comprás zapatillas a tu nene, pero no podés dejar de comprarle a tu hermanita. Y mi hermana vuelve a cenar el mate cocido con un mignoncito, para comprarle una campera buena a la más chica. Entonces sos sostén tuyo y de tu familia, porque sos pobre, pero tu vieja es marginal y sabés que no va a conseguir laburo. Ni siquiera uno de limpieza como el de mi hermana, o en geriatría, como yo.

No es lo mismo ser marginal que ser pobre: el mundo es de un color distinto. Cuando sos pobre sentís, sabés, la gente te dice constantemente que si te esforzás mucho vas a salir adelante. Mi vieja es marginal, no espera nada del mundo. Sabe, siente, percibe que el mundo es de los otros. Tiene una capacidad cognitiva bajísima y tiene mal aspecto: la gente no le dice nada y si le dijeran, no entiende.

Cuando sos pobre y venís de familia pobre, no marginal, aunque no lo creas ya tenés un montón de ventajas. Tenés otra forma de ver la vida de entrada: son tus propios padres los que te dicen que con esfuerzo vas a lograrlo. Y salís, por supuesto con muchísimo esfuerzo, pero tarde o temprano salís adelante. Con ganar un buen sueldo ya vivís mejor, cubrís tus necesidades y vas mejorando, poco a poco, tus posibilidades.

Una vez leí, en esta carrera que estudio con la esperanza de descubrir cómo hacer que los marginales puedan llegar a ser pobres y que los pobres dejen de serlo, una frase que me voló la cabeza. La frase dice “la diferencia entre un marginal y un pobre es que el pobre tiene claro su lugar en el mundo”. El que lo escribió lo hizo, claro, analizando desde afuera. Pero no le erra. El beneficio de ser pobres es que entendés rápido que tenés que adaptarte al medio para sobrevivir. A un marginal como mi vieja, le expliques como le expliques, no lo entiende.

Cuando los leo odiando a ciertos pibes porque sus padres o ustedes mismos fueron pobres y salieron adelante, no puedo ponerme a explicarles esto de que ser pobre es infinitamente menos malo que ser marginal. Es muy largo, es muy complejo, y además no sé si me van a querer escuchar. Por eso estudio ciencia política y por eso estoy segura de que mi hermana estudia para maestra. Para poder explicarles mejor a los marginales, a los pobres y a los que no entienden por qué los pobres siguen siendo pobres. Igual sabemos que estudiemos lo que estudiemos hay gente que no nos va a querer escuchar. Hay gente que no es marginal, pero igual le explicás, y no entiende.