sábado, 20 de abril de 2013

1965 - 20 de Abril - 2013... Alfredo Lorenzo Palacios... De Alguna Manera...


1965 - 20 de Abril - 2013... Alfredo Lorenzo Palacios... 


Un día como hoy fallecía el primer Diputado Socialista de toda América. Estamos hablando del gran Alfredo Lorenzo Palacios. Su ética, su moral, su solidaridad, su lucha por los trabajadores, su compromiso legislativo y su ejemplo, siguen latentes.

"El socialismo realiza la síntesis entre la libertad del individuo y la actividad colectiva, con exigencias éticas. No propugna un suceso que se realizaría por la simple acción de las cosas, mecánicamente por el juego dialéctico de las fuerzas económicas.
Propugna un ideal de propiedad social basado en la justicia y realizado por el esfuerzo y la voluntad de los hombres sobre la base de las relaciones materiales.
Y pretende transformar la estructura social como un medio para extender la libertad que es un fin, la libertad de todos, no la libertad del privilegio".
Alfredo Palacios.

La victoria olvidada de Alfredo Palacios




Hace pocos días se cumplieron cincuenta años de uno de los más grandes batacazos electorales de la historia argentina. Las encuestas aún no existían y, ni por asomo, el establishment pudo prever que el viejo Alfredo Palacios (1880-1965) se impondría a todos, incluso a la orden de Perón.

En la práctica, el comicio no parecía demasiado importante –sólo se elegía en el ámbito porteño un senador y un diputado–, pero, en medio de un clima de franca rebeldía social, esa elección llegaría a ser trascendente con el correr de los días.

Eran los tiempos de la Resistencia peronista y de la feroz persecución desatada por el gobierno de Arturo Frondizi contra los trabajadores y el peronismo proscripto. La represión a los obreros de la carne que habían ocupado el frigorífico Lisandro de la Torre en Mataderos para impedir su privatización y la aplicación del Plan Conintes mediante la movilización militar compulsiva de los ferroviarios y otros gremios en lucha fueron algunos de los hitos emblemáticos de la época.

Las cárceles estaban repletas de presos políticos y, cuando se esperaba una actitud más confrontativa del líder exiliado en Puerta de Hierro, llegó la orden de votar por Raúl Damonte Taborda, uno de los clásicos oportunistas de la época que, apenas producido el golpe setembrino del ’55, había publicado Ayer fue San Perón, calificado por muchos como el libro gorila más duro de aquellos tiempos y, poco tiempo después, ante la evidencia de que las masas peronistas se mantenían leales a sus convicciones, pegó la voltereta desde su periódico Resistencia Popular, viajando con frecuencia a Madrid.

Sorprendidos, el Consejo Coordinador Peronista y las 62 Organizaciones desobedecieron la orden y llamaron a votar en blanco. También Arturo Jauretche decidió sumarse a la desobediencia, pero no al votoblanquismo; y, frente a las indecisiones, aceptó ser el candidato del Partido Laborista, el mismo rótulo que había catapultado a Perón en 1946.

En aquellos días, cuando la incipiente televisión estaba prácticamente monopolizada por la propaganda de la UCRI y la UCRP, los medios no tomaban en cuenta a la izquierda.

(Entonces se entendía como izquierda a los partidos Socialista y Comunista, porque el trotskismo y sus variantes casi no existían.)

Pero la izquierda estaba ahí. Hacía dos años que había triunfado la Revolución Cubana. Y las juventudes socialistas y comunistas, pese a la reticencia que tenían hacia Alfredo Palacios por haber sido embajador en Uruguay de la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu, decidieron apoyar la candidatura del viejo maestro, porque algunas semanas antes Palacios, a su regreso de La Habana, había pronunciado en la Facultad de Medicina una entusiasta conferencia de adhesión a Fidel y los suyos.

Entonces la ciudad se llenó de pintadas y actos masivos. “Cuba es el camino del pueblo argentino”, rezaba una de las consignas más difundidas. Y centenares de banderas rojas recorrieron los barrios ante el estupor de los sectores hegemónicos.

En Blanco Encalada y Triunvirato, Raúl Alterman (que tres años después sería asesinado en su domicilio de la calle Azcuénaga por una patota fascista) le dijo a la multitud que “estamos luchando junto a los obreros contra la política de hambre dictada por el FMI”. Y el recientemente fallecido Abel Alexis Latendorf, que en aquellos días era uno de los jóvenes líderes socialistas, denunció en un acto masivo realizado en Avenida del Trabajo y Varela que “las cárceles argentinas están llenas de partidarios de la Revolución Cubana”.

Y llegó el 5 de febrero. A medianoche, el gobierno aún no había dado a conocer el total del escrutinio, y al día siguiente el diario El Mundo, que era muy leído por la clase media progresista, le dio el triunfo al candidato de la UCRP, Nicolás Romano. Pero al día siguiente tuvo que rectificarse y ningún medio pudo ocultar ya la realidad: Palacios se había impuesto con 315.641 votos, en tanto la UCRP obtenía 309.194; la UCRI de Frondizi, 241.760, y el voto en blanco, 241.384. Damonte Taborda apenas cosechó 20.763 (fue quizá la más estrepitosa derrota de una “orden de Perón” en los años proscriptivos). Otro de los grandes perdedores fue el Partido Conservador (cuyo candidato era Miguel Martínez de Hoz, otro integrante de la familia fundadora de la Sociedad Rural), que no llegó a los 50.000 sufragios.

Por algunos días la derecha no ocultó su estupor.

El Panorama político del diario La Nación, que no estaba firmado aunque se sabía en el ambiente periodístico político que era escrito por un joven abogado en ascenso que militaba en las juventudes católicas llamado Mariano Grondona, señaló sin inhibiciones que había triunfado la “dialéctica del paredón” y, en un sutil llamado al golpe, subrayó el papel que deberían desempeñar “los grupos de presión y factores de poder (...), capaces de aportar nuevos contrapesos que el Estado no contiene ya dentro de sus propios engranajes”.

Usted, una revista que se decía era financiada por la SIDE, aunque esto último siempre resulta difícil de comprobar, incluyó a toda página un título alarmante: “Boom soviético en Buenos Aires”.

Y simultáneamente llovieron las declaraciones de los políticos de derecha. Vicente Solano Lima, número uno del Partido Conservador Popular, que doce años después acompañaría a Héctor J. Cámpora en la fórmula presidencial del Frejuli, se quejó de que el centro y la derecha “están anarquizados”, mientras las izquierdas “se están canalizando en una dirección”. Y Eduardo Augusto García, uno de los dirigentes conservadores más conocidos de la época, declaró sin pelos en la lengua: “Me aflige que el triunfo del doctor Alfredo Palacios haya sido facilitado por las izquierdas, especialmente los comunistas, que procuran la destrucción de nuestro régimen constitucional”.

Por su parte, el comandante en jefe del Ejército, teniente general Carlos Severo Toranzo Montero, que era furiosamente antiperonista y siempre se había negado a recibir a dirigentes obreros, esta vez, apenas tres días después de las elecciones, se apresuró a dialogar con una delegación de las 62 integrada, entre otros, por Amado Olmos (Sanidad), Juan Carlos Loholaberry (textil), Nicolás Raccini (aguas gaseosas) y el recordado dirigente de los empleados de farmacia Jorge Di Pasquale, que tres lustros después sería un detenido-desaparecido más durante la última dictadura militar. Toranzo Montero no ocultó el objetivo de la reunión: evitar que el peronismo se vuelque a la “izquierda castrista”. Pero se encontró con un grupo muy combativo que, inmediatamente, le exigió el cese de la represión y la libertad inmediata de los presos del Plan Conintes.

Las juventudes de los dos partidos que habían apoyando la candidatura de Palacios salieron a celebrar la victoria con banderas rojas y fotos de Fidel y el Che. Y numerosos cánticos en los que predominaba el desafiante “paredón, a todos los burgueses que vendieron la nación” (años más tarde, obviamente, los acontecimientos harían cambiar la palabra “burgueses” por “milicos”). Y la revista Che, que dirigía Pablo Giussani, con la secretaría de redacción del ya nombrado Latendorf, publicaría la foto del rostro de Fidel en la tapa con este título: “Cuba plebiscitada en Buenos Aires”.

Pero la euforia no duró demasiado tiempo. Terminado el escrutinio, Palacios trató de tomar distancia de la juventud más radicalizada. Empezó a formular declaraciones antisoviéticas, criticó los fusilamientos en Cuba y, para calmar el ambiente, visitó a tres políticos que habían sido sus adversarios en la elección: Lucas Ayarragaray (demócrata cristiano), Eduardo Augusto García (conservador) y Agustín Rodríguez Araya (Unión Cívica).

El escritor David Viñas, que todavía hoy recuerda con entusiasmo aquellas jornadas inéditas “en las que el socialismo venció a la orden de Perón”, publicó entonces en la revista Che una nota de advertencia: “Cuidado con los caballeros, doctor Palacios”.

Pero Palacios ya escuchaba únicamente a quienes le susurraban al oído que había sido un triunfo personal suyo y no un “giro a la izquierda” de las masas. Y las juventudes no ocultaron su malestar.

Estas tensiones generaron poco después la división del viejo Partido Socialista Argentino en varias fracciones. Y Palacios, que en esa fragmentación terminó apoyando al ala más de derecha del partido, falleció en 1965, cuando aún le faltaban algunos años para concluir su mandato como senador.

Más allá de sus errores, queda como saldo la trayectoria impresionante y plena de aportes positivos de un socialista reformista nato que, desde 1904, cuando el barrio de La Boca lo eligiera el primer diputado socialista de América, hasta su muerte, fue factor clave en la promulgación de leyes proobreras, dejando además libros importantes, como El nuevo Derecho, La fatiga y sus proyecciones sociales, Nuestra América y el imperialismo yanqui, Almafuerte y tantos otros.

© Escrito por Herman Schiller el  Miércoles 16/02/2011 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires


Biografía de Alfredo Palacios. (1880 - 1965)         



Autor: Felipe Pigna



Alfredo Palacios, el primer diputado socialista electo en toda América, nació en Buenos Aires el 10 de agosto de 1880, mientras Nicolás Avellaneda terminaba su mandato y Julio A. Roca se preparaba para asumir el poder.

Era hijo natural de Aurelio José Florencio Palacios Bustamente, en pareja con Ana Ramón Beltrán, ambos uruguayos. Don Aurelio ya era un hombre destacado en la política  oriental cuando en 1854 se graduó como abogado en la Universidad de Buenos Aires. Era  propietario de campos en Santa Fe y de una casa y un estudio de abogados en Buenos Aires que se fue convirtiendo en la cita obligada para los uruguayos que pasaban por la “Reina del Plata”. Don Aurelio tuvo diecinueve hijos: nueve con Ana Ramón Beltrán, cinco con Dolores Almada y otros cinco con quien fue su única esposa legítima, María Costa Smith, con quien se casó cuando Alfredo no había cumplido dos años.

Doña Ana, la madre de Alfredo, era una mujer muy religiosa y fue ella quien introdujo al futuro dirigente socialista en la lectura de los Evangelios. Así lo contaba Palacios: “En el socialismo me inició mi madre a los 11 años. Ella puso en mis manos el Nuevo Testamento, con el sermón de la montaña, y llegó a apasionarme la figura de Jesús. Luego hice mías las palabras del doctor Juan B. Justo, fundador del Partido Socialista que decía: ‘Socialismo es la lucha en defensa  y por la elevación del pueblo trabajador que, guiado por la ciencia, tiende a realizar una libre e inteligente sociedad humana basada sobre la propiedad colectiva de los medios de producción, o sea la tierra, las máquinas, los medios de transporte’.”

Mientras todavía se sentían los efectos de la Revolución de 1890, que puso fin al gobierno de Juárez Celman, Alfredo terminaba la primaria e ingresaba al Colegio Nacional Central (actual Nacional Buenos Aires). En septiembre de 1890, Don Aurelio Palacios, gravemente enfermo decidió reconocer legalmente a todos sus hijos. Tres años más tarde moría dejando a Ana Ramón Beltrán y a sus hijos en una grave situación económica, lo que los llevó a mudarse a una casa de alquiler en Charcas 4741, en el barrio de Palermo, donde Alfredo Palacios vivirá hasta su muerte.

La influencia cristiana impartida por su madre caló hondo en Alfredo que comenzó a acercarse al Círculo de Obreros Católicos fundado por el cura alemán Federico Grote.

En marzo de 1893, cuando apenas tenía trece años  Alfredo dirige el periódico La Juventud, órgano del Centro Católico Pedro Goyena. Parecía que su vocación se orientaba hacia el periodismo y, para ayudar a su madre, comenzó a colaborar con El Diarito. Por su trabajo cobraba 40 pesos, veinte de los cuales se los entregaba a su madre y los otros veinte los usaba para comprar libros y financiar sus estudios.

En 1894 se produce la primera aparición pública de Alfredo Palacios que fue destacada por los diarios de la época: será uno de los oradores en el entierro de uno de los pensadores y hombres de acción más notables del catolicismo argentino: José Manuel Estrada.

En aquella ocasión demostró su capacidad y calidad oratoria a tal punto que el propio padre Grote le pidió que dictara cursos y hablara en las reuniones con los obreros católicos. Pero el pensamiento del joven Palacios estaba recibiendo ya las influencias de otras lecturas. Su sensibilidad social lo estaba llevando a autores ateos, anarquistas y socialistas, que también se dirigían a los pobres pero con otro discurso, más combativo y que proponía la redención de los obreros aquí en la tierra y no en el cielo. Estas lecturas comenzaron a filtrarse en sus discursos en el Centro de Obreros Católicos y el padre Grote lo reprendió llamándole la atención sobre términos y conceptos que usaba frecuentemente que no respondían al pensamiento católico. Alfredo se ofendió y nunca más volvió a frecuentar aquellas instituciones y se atrevió a darle rienda suelta a un anticlericalismo que ya se venía incubando en él.

En medio de este proceso ideológico clave en su vida, allá por 1895 terminó su secundaria e ingresó en la Facultad de Derecho de Buenos Aires.

En 1904 se produjo un hecho trascendental. Ese año Alfredo Palacios fue electo diputado por el barrio de La Boca, convirtiéndose de esa manera en el primer legislador socialista de toda América. Un gran logro para aquel letrado que había colocado en la puerta de su casa la siguiente placa: “Abogado. Atiende gratis a los pobres”. Cuando presentó su tesis doctoral, titulada “La Miseria en la República Argentina”, los académicos de la Facultad de Derecho de entonces, la rechazaron argumentado que contravenía el artículo 40 de la Ordenanza General Universitaria, que prohibía atentar contra las instituciones. Allí decía Palacios: “Sabiendo que nuestros Gobiernos tienen por norma de conducta el despilfarro y que las defraudaciones y los latrocinios se cometen a diario y quedan impunes. (…) Que contesten esos suicidas morales que formando círculos han rodeado a todos lo gobernantes para lucrar a la sombra de las grandes empresas. Ellos son los responsables de la ruina del país, ellos que han hecho levantar palacios con los dineros del pueblo para habitarlos después de la catástrofe, encastillados en su asqueroso egoísmo, o que con las arcas repletas desparraman a manos llenas en el viejo Continente el oro que malversaron.” La tesis concluía incitando a la lucha: “Nuestros obreros deben unirse para la lucha, recoger las fuerzas dispersas que son fácilmente derrotadas, producir un movimiento de concentración y dar lugar por último a un todo orgánico, coherente y definido, capaz de establecer combate con probabilidad de éxito.”1

El militante socialista estrenará su banca de legislador con un vibrante discurso en contra de la nefasta Ley de Residencia. Decía Palacios: “Pero, señor!, si no hay una ley que castigue lo que no es un delito, si esa propaganda anarquista todavía no tiene los caracteres que la hacen punible, si todavía no ha adquirido esa forma externa a que se refiere el señor Cané, ¿cómo es posible, entonces, que nosotros sostengamos que se debe castigar? Es precisamente aquí en donde se pone de manifiesto todo lo deleznable de la argumentación que ha sostenido el señor ministro informante, cuando nos decía que no se trata de una pena, siendo así que el señor Cané precisamente nos prueba con su argumentación, que se trata de imponer una pena por una ley de excepción. Estas incongruencias en que caen los hombres que harto saben de leyes, vienen a poner de manifiesto, de una manera que no permite la más leve duda, lo que he dicho antes de ahora: se ha buscado un pretexto para matar las ideas. Pero ya sabemos que no es posible detenerlas, que cuando aparecen en la forma en que se presentan las ideas nuevas, cualesquiera que ellas sean, es claro que todos los valladares, que todos los obstáculos, que todos los inconvenientes que se opongan a su paso no han de hacer sino acrecentar la ola cuyo empuje es cada vez mayor".2

Palacios llevará las ideas socialistas al parlamento y logrará la aprobación de importantes leyes como la del descanso dominical en 1907 y  la ley de la silla que obligaba a los patrones a disponer de una silla para el descanso de los empleados de comercio.3 El diputado paquete Belisario Roldán se quejaba del estilo de Palacios y sus seguidores: “Creo que esa turba que a diario acompaña al señor diputado hasta las puertas de esta casa, turba que suele honrarnos con sus silbidos y que para algunos constituye la expresión misma de la soberanía popular, no es otra cosa que la prolongación del despotismo sectario… Creo que mi país debe seguir desarrollando… sin que banderas rojas, que serán siempre trapos intrusos en su seno, turben la augusta majestad de su marcha”. 4

En 1913 el Partido Socialista denunció públicamente un escandaloso acto de corrupción que involucraba a ministros y legisladores. Se trataba nada más ni nada menos que de los exorbitantes sobreprecios pagados para la construcción del edificio del Congreso de la Nación. El diputado Alfredo Palacios logró que se conformara una comisión investigadora que quedó integrada por el propio diputado socialista, por Lisandro de la Torre, Julio Sánchez Viamonte, Francisco Oliver y Delfor Del Valle. Palacios no se andaba con vueltas y declaró: “Aquí se ha realizado un ‘Negotium’. Y conste que empleo esta palabra como eufemismo, pues la verdadera calificación está en la conciencia y en los labios de todo el pueblo…Necesitamos saber quiénes son los delincuentes para aplicar el rigor de la Ley”. 5

La Comisión dirigida por Palacios y De la Torre designó a dos peritos técnicos para que averiguaran cómo había sido posible que de un presupuesto original de $ 5.776.746,45 moneda nacional, se pasara a 25.117.745,35 en apenas siete años, en épocas de muy baja inflación. Los técnicos nombrados por la comisión, ingenieros Miguel Estrada y Jorge Dobranich, concluyeron que las irregularidades eran indisimulables. De la Torre, en poder del lapidario informe pidió que se suspendieran los pagos a las empresas contratistas, ya que se pudo constatar que la cuadruplicación de costos entre el presupuesto original y el final se debía a irregularidades atribuibles a la estrecha relación de las empresas y funcionarios gubernamentales. Decía Lisandro en su dictamen de Comisión: “El Palacio del Congreso no ha sido ni certificado por la Dirección de Arquitectura ni por los Inspectores ni por persona alguna que haya representado los intereses de la nación; ha sido medido y certificado por el empresario mismo de acuerdo a sus conveniencias. El Ministerio de Obras públicas mandaba pagar los certificados: ésa era toda su misión.”6

El diputado Palacios aportó un invalorable documento, el 31 de diciembre de 1907, dirigido al Ministerio de Obras Públicas por el contratista, donde abriendo el paraguas decía: “Las mediciones se llevan con extrema exactitud y forman en la actualidad un conjunto de más de 30 volúmenes con sus correspondientes planos, lo que permite a cualquier técnico y en cualquier tiempo darse cuenta de los métodos seguidos, de la corrección de las medidas y de la aplicación de los precios unitarios”7. En pocas palabras el contratista se decía a sí mismo y le decía al Ministro que había hechos las cosas bien y que podían seguir gozando para siempre de la deliciosa impunidad. Pero ahí no terminaba la cosa. Uno de los contratistas llamado a declarar dijo sin ruborizarse, según consta en la versión taquigráfica del 14 de septiembre de 1914: “…que si él va a medir una cosa y de un extremo se le tira la cinta, tiene que haber enormes diferencias”. Todos nos imaginamos quienes tiraban de la cinta de hacer dinero. Finalmente el empresario hizo uso de la “Obediencia Debida” declarando ante los parlamentarios: “que carecía en absoluto de atribuciones y que siempre procedió como un soldado obedeciendo las instrucciones de sus superiores.”8

La comisión envió todos los elementos de juicio al Poder Ejecutivo, que no hizo nada al respecto salvo pagarle puntualmente a los contratistas denunciados por Palacios y De la Torre.

Por querer batirse a duelo, cosa que estaba expresamente prohibida en el estatuto partidario que lo consideraba un vicio burgués, en 1915 Palacios fue expulsado del Partido Socialista. Su reacción fue inmediata: renunció a su banca de diputado nacional y fundó el Partido Socialista Argentino, por el que se presentó a las elecciones legislativas de 1916 y 1918 pero fue derrotado por los radicales.

Durante la presidencia de Hipólito Yrigoyen, Palacios concentra su mayor actividad en la vida universitaria y en comprometerse con las distintas situaciones latinoamericanas. En 1915 fue designado profesor de Legislación Industrial en la facultad de Ciencias Económicas de la UBA.

En 1918 apoyó entusiastamente el movimiento a favor de la reforma universitaria que estalló en Córdoba y en ese mismo año fue electo consejero de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA, donde en marzo de 1919 creará la cátedra de Legislación del Trabajo y de Seguridad Social, fruto de esta tarea es su obra El nuevo Derecho, editada en 1920.

Palacios, fue designado “Maestro de América” por el Congreso de Estudiantes Latinoamericanos, reunido en Lima que reconocía en él a uno de los difusores del movimiento reformista en los países latinoamericanos.

Su especialidad es reconocida internacionalmente. La Oficina Internacional del Trabajo le encarga un estudio sobre “la fatiga y sus proyecciones sociales” y para ello, Palacios recurre a expertos e instala el laboratorio en los Talleres del Estado, situados en el Riachuelo, y durante el mes de julio de 1921 estudia a los trabajadores in situ. Sus conclusiones son terminantes y asestan un duro golpe al taylorismo: concluye diciendo que a medida que avanza la extensa jornada laboral, el rendimiento de los obreros decae y la fatiga llega a la extenuación si no se realizan medidas tendientes a fomentar los descansos.

En 1922 es elegido por profesores y alumnos decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de La Plata.

Durante 1923 realiza una gira por América Latina: viaja a Uruguay, Brasil, México, Panamá, Perú y Bolivia; y es designado miembro honorario de las universidades de Mérida, Lima, Arequipa, Cuzco, y La Paz.

El 25 de noviembre de 1924 lanza su Mensaje a la juventud iberoamericana, en el que propone la renovación educativa, la elaboración de una nueva cultura y federación de los pueblos iberoamericanos. Desde México, en 1925 el primer Congreso Iberoamericano de Estudiantes lo declara “Maestro de la Juventud”, junto a otros intelectuales. Ese mismo año se funda la Unión Latinoamericana que lo nombra presidente. Su posición sobre América Latina es clara: rechaza la intromisión estadounidense en territorio mexicano de 1925 y la política intervencionista en Panamá y Nicaragua. En 1926 se pronuncia contra la enmienda Platt (por la cual EE.UU. se arroga el derecho de vetar a los candidatos a presidentes de Cuba) y condena la tercera invasión de EE.UU. a Nicaragua.

De regreso a Buenos Aires, continúa con su prédica, conferencias y clases universitarias. En 1928, muere Juan B. Justo, de quien está distanciado desde hace doce años. Sin embargo, da un caluroso discurso de despedida de sus restos. Cada acción, cada acto de Palacios, es acompañado por una multitud de gente que le expresa su admiración.

En 1928 se opone al panamericanismo (impulsado por EE.UU.) y en nombre de la Unión Latinoamericana envía un fervoroso mensaje de adhesión a la lucha nicaragüense de Augusto César Sandino por su noble causa.

En 1930 en su obra publicada en España Nuestra América y el imperialismo yanqui, condena las intervenciones a los países centroamericanos y el Caribe. A fines de julio del 30 es elegido decano de la Facultad de Derecho. Palacios se dirige a los estudiantes que han sido maltratados por la policía y si bien es contrario al gobierno de Yrigoyen, se pronuncia contra el golpe de José Félix Uriburu. Dijo entonces: “Es, en efecto, un gobierno inepto el de nuestro país, pero la juventud debe fiscalizar celosamente a la oposición, que no siempre es digna y detrás de la cual se agazapa el ejército. La juventud no podrá honrosamente llamarse así si permitiera, sin que la masacren, que gobernara el país una dictadura militar. En mi carácter de de decano de esta casa de estudios, declaro que si se constituye una junta militar, dictaré en el acto un decreto repudiándola y desconociéndola, e incitando a la juventud a que se prepare a derrocarla, aún con el sacrificio de sus vidas.”

Durante la Década Infame

La dictadura de Uriburu, apoyada por los grupos de derecha que actuaron contra Yrigoyen, pretende instalar un régimen corporativo. Esta es una de las razones por las cuales acepta volver al Partido Socialista, que venía insistiendo desde 1927 con su reincorporación. La dictadura militar lo detiene por sus actos políticos y lo traslada a la Penitenciaría Nacional.

Luego, por su enorme prestigio, es designado candidato a senador por la capital junto a Mario Bravo. La fórmula de la Alianza Civil, formada por el Partido Demócrata Progresista y el Partido Socialista, está integrada por el binomio Lisandro de la Torre – Nicolás Repetto.

En enero de 1931 estalla la sublevación radical del teniente coronel Gregorio Pomar, muchos dirigentes radicales son encarcelados, entre ellos Marcelo T. de Alvear. Palacios, Carlés y Gondra son sus defensores. Alvear es confinado en Martín García en virtud del artículo 23 de la Constitución Nacional. Palacios corrige una interpretación del artículo y Alvear queda en libertad. Luego insistirá en el Congreso con esa corrección. Durante la campaña electoral, Palacios se salva de la muerte al ser baleado mientras habla en un acto de la localidad de Bragado. Proscritos los radicales, la Alianza Civil obtiene el segundo puesto, pero Palacios y Bravo triunfan en Buenos Aires e ingresan al Senado. Palacios desconoce la autoridad de Uriburu y denuncia la existencia de detenidos políticos y gremiales en las cárceles y las torturas inflingidas durante la dictadura; por lo cual se enfrenta a Sánchez Sorondo que fuera ministro del Interior de Uriburu.

Palacios ejerce el cargo de senador hasta 1935 porque, según el sorteo, su mandato duraba tres años, pero es reelecto. Durante su período legislativo preside la Comisión administradora de la Biblioteca del Congreso desde la que impulsa el aumento del acervo bibliográfico. En este prolongado período presenta 494 proyectos legislativos sobre la defensa de los trabajadores, de las mujeres y los niños, del patrimonio nacional y de la soberanía nacional.

Publica Las Islas Malvinas, archipiélago argentino y promueve la sanción de la ley 11.904 por la cual se conoce públicamente la historia de las islas. Insiste con el tema en 1936, 1939 y más adelante en 1961 y 1964.

En 1937, costeado de su propio dinero, Palacios recorre Santiago del Estero, Salta, Tucumán y Jujuy. Se contacta con Salvador Mazza -que trabaja sobre el mal de Chagas-, quien le entrega un informe sobre la grave situación sanitaria de la región y las necesidades de tener viviendas dignas, y Palacios presenta en el Senado su Plan Sanitario y Educativo de Protección a los Niños. En 1938 presenta el proyecto de ley de voto femenino, que no es siquiera tratado en su momento y que luego el peronismo  convertirá en ley en 1947.

Palacios intervino activamente en el escándalo por la compra de tierras para el ejército de El Palomar.

En 1942, recorre el Noroeste y hace suya la frase “hemos condenado a la montonera sin oírla”; denuncia las enfermedades de la pobreza como el bocio endémico, la fiebre ondulante, el paludismo y mal de Chagas.

Desde el Senado luchó contra el monopolio del transporte, por la nacionalización del petróleo, de los ferrocarriles y de la tierra y denunció la penetración extranjera. Defendió al periodista José Luis Torres, autor del término “década infame” y quien le aportó las pruebas del negociado de El Palomar, y denunció los negocios non sanctos del grupo Bemberg.

En 1941 había sido elegido presidente de la Universidad de La Plata y desde donde promueve la creación del Instituto de Teatro de la Universidad y en el ’43 crea el Instituto Iberoamericano de la Universidad Nacional de La Plata que contará con biblioteca, hemeroteca, museo de arte, discoteca, archivo musical, cinemateca y servicios de información bibliográfica. Proyecto que se interrumpe con la renuncia de Palacios y la intervención de la universidad durante la revolución del ’43.

El golpe de Estado de 1943 encuentra a la CGT divida en dos: La CGT Nº 1 liderada por Domenech y la CGT Nº 2 con Pérez Leirós. El partido socialista no puede evitar la fragmentación del movimiento sindical que queda representado en 5 sectores: ambas CGT, la USA (Unión Sindical Argentina), la FORA (Federación Obrera Regional Argentina) de orientación anarquista y las  organizaciones independientes.

Perón se hace cargo del Departamento Nacional del Trabajo, que convierte en Secretaría y desde allí emprende el acercamiento con el movimiento obrero. Interviene los sindicatos que no lo aceptan y crea gremios paralelos a los ya existentes. La CGT de Domenech, llama “el primer trabajador” a Perón y adhiere a su política.

En disidencia con la nueva situación Palacios renunció a su cargo de presidente de la UNLP y a todas sus cátedras. A los pocos días recibe la adhesión de profesores universitarios de EE.UU. -entre ellos Albert Einstein- y, harto de la persecución policial se exilia en Montevideo.

Junto a varios exiliados, refundan la Asociación de Mayo, difunden su programa por radio Carve y editan periódicos: Urquiza despierta, La voz de Mayo, El Himno Nacional, Pueblo argentino, y Voz argentina. A diferencia de los exiliados antirrosistas, Palacios se opone a cualquier tipo de  sanciones o intervenciones internacionales contra la Argentina. Su problema es con el gobierno no con el país.
Regresa en 1945 para trabajar en la campaña de  la Unión Democrática.  En sus discursos públicos Palacios se niega a  reconocer los avances producidos por Perón desde la Secretaría y el estado económico de las finanzas argentinas. Habla de una Argentina que describe más la década del ’30 que la coyuntura del ’45. Califica a Perón como un “fascista”. Centra su discurso en  el  reclamo de libertad y respeto a la Constitución Nacional y sigue describiendo al país como “agro-exportador” con una clase obrera “sometida”.

En aquel contexto asumió la defensa del Presidente de la Corte Suprema de Justicia, doctor Antonio Sagarna, que ha puesto trabas a la legislación laboral impulsada por Perón, la misma por la cual Palacios había luchado tantos años. Perón se defiende diciendo que “no ha hecho otra cosa que ejecutar lo que los socialistas pensaron y dijeron”.


Durante el gobierno peronista, el Partido Socialista es atacado en actos, baleado por la Alianza Libertadora Nacionalista, que cuenta con el absoluto amparo de la policía. Palacios sostiene que actúan dominados por “la obsesión de los totalitarios: que no haya adversarios”. Para Palacios, Perón no es su enemigo sino un adversario; reconoce en Perón a un “distinguido técnico militar” pero no a un estadista. Perón, por su parte, decía que Palacios era un payaso; cuando intentaron acercarlos algunos dirigentes, Palacios les dijo: “Dígale a Perón que este payaso no trabaja en ese circo”.

En cambio, el dirigente socialista respeta críticamente a Eva Perón. Rechaza las críticas hacia su conducta o su origen y sostiene que Perón la utiliza ante las masas.

Tras el fallido golpe de Menéndez, en septiembre de 1951, Palacios fue detenido junto a otros dirigentes opositores. El decreto 19.376 y su ratificación por la ley 14.062, imponen el estado de guerra interno. Palacios y otros presos son puestos a disposición del Poder Ejecutivo. Sus recursos de amparo son rechazados. La prisión de Palacios, por ser un personaje de enorme fama, es un poco más relajada que la del duro régimen que sufren los otros presos políticos. En 1953, estando detenido en la Comisaría 23, cercana a su casa, atiende desde el escritorio del subcomisario a quienes llegan a visitarlo. El 25 de mayo es trasladado a la Penitenciaría Nacional de avenida Las Heras. Permanece allí hasta julio del ’53. Cuando recupera su libertad, visita a los detenidos regularmente. El Partido Socialista decide no concurrir a elecciones en 1954 bajo el lema “sin libertad, todo es fraude” y Palacios explica la postura en un acto en Plaza Constitución en marzo del ’54. También repudia a través de su Mensaje a los jóvenes de Iberoamérica, la invasión estadounidense a Guatemala y la caída del presidente Jacobo Arbenz, en junio de ese año. En ese mismo año, publica La justicia social, obra que sintetiza su lucha obrera.

Tras los sucesos del 16 de junio de 1955, en el que la Marina bombardeó la Plaza de Mayo causando unos 360 muertos, Perón convoca a la pacificación nacional y ofrece a los partidos opositores que expongan su pensamiento por radio. El 1º de julio le debió tocar al Partido Socialista. Pero  cinco días antes le comunica que la Oficina de Radiodifusión del Ministerio de Comunicaciones no permite la transmisión radial del discurso de Palacios y Repetto se niega a hablar en repudio.

Producido el golpe, el Partido Socialista enfrenta una nueva ruptura entre la línea dura pro golpista manejada por Américo Ghioldi y los que formarán el PSA con Palacios y Alicia Moreau.

El presidente de facto Lonardi lo designa embajador en la República Oriental del Uruguay. Palacios se propone, según decía, ser embajador del pueblo argentino y no de un gobierno. No cumplió las reglas del protocolo de la Cancillería y se manejó libremente: rindió homenaje a Artigas, encargó un monumento al caudillo oriental al escultor uruguayo José Luis Zorrilla de San Martín para emplazarlo en Buenos Aires. Cuando cayó Lonardi, renunció porque no estaba de acuerdo con la creación del Consejo Militar Revolucionario, pero continuó en su cargo de embajador por pedido de Aramburu. En sus constantes viajes a Buenos Aires, dirige mensajes a los jóvenes, a los trabajadores y a la oficialidad del ejército.

Cuando se producen los fusilamientos del ’56, Palacios reclamó por el cese de las ejecuciones de civiles y militares y se opuso a la pena de muerte. El partido se rompe por las distintas posiciones sobre qué tipo de apoyo dar a la “revolución libertadora”. Alicia Moreau es desplazada de la dirección de La Vanguardia por Ghioldi, y Palacios que sigue en la embajada, decide no poner la bandera a media asta ni dejar de trabajar por la muerte del dictador de Nicaragua Anastasio Somoza. Sus enemigos llaman a su desempeño en la embajada “embajoda”, pero Palacios logra restablecer relaciones fraternales con Uruguay e impulsa la creación de la ciudadanía latinoamericana y el pasaporte único entre los dos países. Palacios vivía austeramente. Siempre entregó el 50% de su sueldo al Partido Socialista, como lo estipulaba el estatuto partidario.

En abril de 1957 renunció finalmente a su cargo de embajador mientras la dictadura autodenominada “Revolución Libertadora”  convocaba a elecciones para una Convención Nacional Constituyente que se proponía anular la Constitución peronista de  1949. Los votos en blanco del peronismo proscripto obtienen un simbólico primer puesto, el segundo lugar lo ocupa la UCR del Pueblo liderada por Balbín, el tercero la UCR Intransigente de Arturo Frondizi y el cuatro lugar le corresponde al Partido Socialista y obtiene 12 convencionales: 7 por Capital, 4 por Buenos Aires, y 1 por Chaco. Pese a la fisura, el Partido Socialista va a Santa Fe donde se reúne la convención desde el 30 de agosto al 14 de noviembre de 1957. Palacios defiende los derechos de los trabajadores, se opone a los métodos represivos de Aramburu y critica duramente a Alende y la UCRI que se retiran de la convención porque ya está en marcha el pacto Frondizi-Perón.

En las elecciones del 23 de febrero del ’58, tras una serie de ardides el PS aprueba la fórmula Palacios-Sánchez Viamonte y se convierte por primera vez, en candidato a presidente; también es candidato a senador por la Capital.

Durante la campaña electoral viaja a Chubut, a Mar del Plata, y otros sitios. Ocupan el cuarto lugar en la elección que gana Frondizi, con los votos peronistas. El 10 de julio del ’58 en el XLIV (44) Congreso del partido, se dividen entre PSA y PSD (Argentino y Democrático respectivamente). La Vanguardia y la mayoría de los locales partidarios quedan para el PSA y el PSD crea el periódico Afirmación.

Palacios se embarca en el Movimiento en Defensa del Petróleo Argentino contra los contratos petroleros de Frondizi. El 20 y 21 de noviembre se modifica la carta orgánica y se acepta la ruptura definitiva del Partido Socialista.

Palacios arremete contra la política de Frondizi sobre la impuesta ley marcial y le recrimina que su argumentación en defensa del orden es sólo para acallar obreros: “es el orden de las piedras para realizar la entrega del petróleo a la voracidad de los consorcios imperialistas”. Profundizará más su crítica en enero del ’59 por la vigencia del estado de sitio, la ley 14.234 de organización de la Nación para tiempo de guerra pero aplicable en tiempos de paz, las modificaciones al Código Penal y el Plan Conintes, de “conmoción interna”. Palacios denuncia que las cárceles están llenas de trabajadores. Muchos de los cuales fueron sometidos a vejaciones: ferroviarios, obreros del frigorífico Lisandro de la Torre, petroleros, bancarios. La Vanguardia publica la nómina de los cientos de presos políticos y gremiales y reclama su libertad. Por ese estado de guerra, Palacios renuncia a su candidatura a diputado para las elecciones del 27 de marzo de 1960.

Mientras tanto preside el Congreso Nacional del Derecho del Trabajo organizado por la Universidad de Tucumán y viaja a Cuba y adhiere a la Revolución Cubana que está en marcha. Pese a su adhesión “formal”, en el PSA hay clima de ruptura porque defienden la línea de acción cubana a la que Palacios y Alicia Moreau se oponen. No obstante las disidencias, el PSA designa a Palacios candidato a senador para las elecciones del 5 de febrero de 1961 y triunfa. Lo primero que hace es visitar a los presos políticos y gremiales. El 20 de mayo de 1961, revólver en mano, Palacios secuestra una picana eléctrica empleada por la policía de San Martín. Días antes, había interpelado al ministro del Interior de Frondizi, Alfredo Vítolo por la ley marcial, las torturas policiales, las proscripciones políticas y los presos.

Su labor en el Senado es importante; presenta 15 proyectos de ley sobre amnistía a los que cometieron “delitos” políticos, gremiales y de opinión; derogación de la ley 13.234, levantamiento del estado de sitio, intervención a Salta y levantamiento de la intervención a varias provincias; creación del Seguro Nacional de Maternidad; y otros.  Cuando en marzo del ’62 triunfa el peronismo, sostiene que debe entregarse el gobierno a los triunfadores y que las Fuerzas Armadas no deben intervenir. Tras el golpe, pedirá la liberación de Frondizi y desconoce el nuevo gobierno de Guido.

Es designado profesor emérito por el rector de la UBA Risieri Frondizi, en julio del ’62 y se opone al enfrentamiento militar de Azules y Colorados repudiando que hayan olvidado sus fines específicos.

En abril de ’63, es elegido candidato a diputado nacional por el PSA. Realiza su tarea de legislador desde su casa, con su biblioteca y aun es fructífera: presenta 82 acciones; su último proyecto es presentado el 1º de diciembre de 1964, es la declaración de interés nacional de las investigaciones de causas de mortalidad infantil y creación del Instituto Nacional de Investigaciones Pediátricas. Antes, se había dirigido al presidente Illia para que, en la reunión de cancilleres de la OEA, la Argentina no votara las sanciones a Cuba defendiendo el principio de autodeterminación de los pueblos y la no intervención.

Finalmente, el más argentino de los socialistas, el eterno don Juan y el más ególatra de los políticos del siglo XX (en el XIX Sarmiento lleva la delantera) fallece el 20 de abril de 1965, cuando todavía era diputado nacional.

1 Víctor García Costa, Alfredo Palacios, Buenos Aires, CEAL, 1971

2 Homenaje a Alfredo Palacios, Buenos Aires, Editorial Círculo de Legisladores de la Nación Argentina, 1998

3 Ambas leyes pioneras rigieron en la Argentina hasta la nefasta década infame Menem-De la Rúa y sus respectivas reformas laborales.

4 Víctor García Costa, op. cit.

5 Alfredo Palacios, La Justicia Social, Buenos Aires, Claridad, 1954

6 Idem

7 Idem

8 Idem

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Biografía de Juan B. Justo

Primer manifiesto electoral del Partido Socialista



CFK... Dueña de su silencio, esclava de sus palabras... De Alguna Manera...

 
  REPÚBLICA ARGENTINA
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
(PROVISIONAL)
CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN
7° Reunión - Sesión especial - 24 de abril de 2002
Presidencia del señor presidente provisional del H. Senado, doctor Juan Carlos Maqueda,
Secretarios: señor Juan Carlos Oyarzún y señor Jorge Horacio Amarfil
Prosecretarios: señor Juan J. Canals, señor José D. Canata y señor Alfredo A. Luques
 


PRESENTES
AGÚNDEZ, Jorge Alfredo
ALFONSÍN, Raúl Ricardo
ALPEROVICH, José Jorge
AVELÍN, Nancy Barbarita
BAR, Graciela Yolanda
BARRIONUEVO, José Luis
BRIZUELA DEL MORAL, Eduardo Segundo
BUSTI, Jorge Pedro
CAFIERO, Antonio Francisco
CAPARROS, Mabel Luisa
CASTRO, María Elisa
CHIAPPE, Lázaro Alberto
COLAZO, Mario Jorge
COLOMBO, María Teresita
CURLETTI, Miriam Belén
DANIELE, Mario Domingo
ESCUDERO, Sonia Margarita
FALCO, Luis
FERNÁNDEZ, Nicolás Alejandro 
FERNÁNDEZ DE KIRCHNER, Cristina E.
GALLIA, Sergio Adrián
GIOJA, José Luis
GÓMEZ DE BERTONE, Deolide Carmen
GÓMEZ DIEZ, Ricardo
GUINLE, Marcelo Alejandro Horacio
HALAK, Beatriz Susana
IBARRA, Vilma Lidia
ISIDORI, Amanda Mercedes
JENEFES, Guillermo Raúl
JUAREZ, Carlos Arturo
LAMBERTO, Oscar Santiago
LATORRE, Roxana Itatí
LEZCANO, Marcela Fabiana
LÓPEZ ARIAS, Marcelo Eduardo
LOSADA, Mario Aníbal
MAESTRO, Carlos
MAQUEDA, Juan Carlos
MARTÍN, Floriana Nélida
MAYANS, Miguel Ángel
MAZA, Ada Mercedes
MENEM, Eduardo
MORALES, Gerardo Rubén
MORO, Eduardo Aníbal
MÜLLER, Mabel Hilda
NEGRE DE ALONSO, Liliana Teresita
OCHOA, Raúl Ernesto
OVIEDO, Mercedes Margarita
PARDAL, Jorje Alberto
PASSO, Juan Carlos
PAZ, Elba Azucena
PERCEVAL, María Cristina
PICHETTO, Miguel Ángel
PRADES, Carlos Alfonso
PUERTA, Federico Ramón
RASO, Marta Ethel
SEGUI, Malvina María
TAFFAREL, Ricardo César
TERRAGNO, Rodolfo
USANDIZAGA, Horacio Daniel
VERNA, Carlos Alberto
WALTER, Pablo Héctor
ZAVALÍA, josé

AUSENTES
BAGLINI, Raúl Eduardo
MARTI, Rubén Américo
PARDO, Ángel Francisco
SAPAG, Luz María
YOMA, Jorge Raúl

LICENCIA POR ENFERMEDAD
ARANCIO, Lylia Mónica
SALVATORI, Pedro

LICENCIA
CAPITANICH, Jorge Milton 
 
SUMARIO 
  • Izamiento de la bandera nacional
  • Incorporación de nota y decreto al Diario de Sesiones
  • Modificación de la ley de impuesto a los bienes personales
  • Desapoderamiento de fondos depositados o impuestos en entidades financieras
  • Cuestión de privilegio
  • Desapoderamiento de fondos depositados o impuestos en entidades financieras (continuación)
  • Ejercicio Cruz del Sur 2002
  • Apéndice
  •  

    -- En Buenos Aires, a las 18 y 35 del miércoles 24 de abril de 2002:

    Sr. Presidente (Maqueda). -- La sesión especial queda abierta existiendo el quórum correspondiente.

    A continuación la parte de la sesión donde la Senadora Cristina Fernández de Kirchner alega sobre la intromisión en la Justicia... 


    Sr. Presidente (Maqueda). -- Tiene la palabra la señora senadora Fernández de Kirchner.

    Sra. Fernández de Kirchner. -- Señor presidente: podría fundamentar mi voto negativo al proyecto en consideración sosteniendo su inconstitucionalidad en virtud de que, sin lugar a dudas, restringe uno de los pilares del sistema de garantías y defensas que establece la Constitución Nacional. Me refiero a los recursos de amparo y de hábeas corpus, ya sea que se pretendan proteger dos bienes jurídicos muy importantes como lo son el patrimonio y la libertad.

    Bastaría leer solamente el artículo 43 de la Constitución Nacional para advertir que se está frente a una norma y una restricción decididamente inconstitucional. Pero hablar hoy de inconstitucionalidad en una Argentina donde ya no se respeta ningún derecho me parece casi un anacronismo.

    La norma en consideración, por sobre todas las cosas, además de inconstitucional es inútil. Inútil procesalmente porque le doy 48 ó 72 horas para que un juez la declare inconstitucional y prosiga adelante con las acciones y los embargos. Pero además es inútil a los fines de la medida política que propone que los bancos vuelvan a abrir para que el sistema vuelva a funcionar. Y acá quiero hacer una distinción. Algún senador preopinante sostuvo que tenemos que lograr que el sistema financiero vuelva a funcionar, que tenemos que abrir los bancos. 

    Pero quiero hacer una leve diferencia; no basta con que los bancos estén abiertos para que un sistema financiero funcione. De hecho han estado abiertos estos días y, sin embargo, el sistema financiero no funciona. ¿Por qué? Es muy simple; porque se ha roto la base y el eje fundamental del sistema financiero que es la credibilidad frente a los depositantes, frente a los ahorristas, que es lo que hace que un sistema financiero funcione o no. Pueden estar todos los bancos abiertos pero nadie va a volver a depositar un solo peso en este sistema financiero. Sería casi como --sin que nadie se ofenda-- volver a votar a de la Rúa. Nadie lo volvería a hacer.

    Entonces, frente a esta situación de total desconfianza de la sociedad ante los bancos, las medidas que tenemos que tomar deben ir más a fondo. Si queremos que el sistema financiero funcione, cada banco deberá asumir la responsabilidad frente a sus ahorristas sobre los fondos depositados en él. De hecho muchos sabemos --porque lo han publicitado-- que algunos bancos están devolviendo el dinero a sus ahorristas. Es más, han pactado con muchos de ellos para que presenten el recurso ante la Justicia -- para no quedar mal ante el Banco Central-- y así obtener la devolución de sus depósitos. Inclusive se los devuelven en la moneda pactada en origen. 

    Es cierto que esto puede provocar la caída de bancos, pero es la única manera de salvar al sistema. Lo dije exactamente hace tres meses en este mismo recinto cuando tratamos la ley de emergencia. Y expresé: ojalá me equivoque, pero estoy viendo que por salvar a cuatro o cinco bancos vamos a hundir a la República. Y eso es lo que hoy está pasando. Por eso digo que esta norma no sólo va a ser inútil procesalmente, porque los jueces van a decretar su inaplicabilidad por inconstitucional en pocas horas sino que, además, tampoco va a cumplir el fin para el cual está queriendo ser sancionada. Sé --porque también lo han dicho públicamente--, que muchos de los que hoy votarán afirmativamente tienen buenas intenciones y lo hacen para ganar tiempo. Pero todo depende de cómo uno vea el problema; de cómo uno vea la botella, si medio vacía o medio llena. Los que creemos que lo único que no le podemos regalar a la crisis es tiempo, que hay que actuar ya sobre ella, sostenemos que esto es exactamente lo contrario a lo que tenemos que hacer, porque si esta situación se sigue profundizando en la misma medida en que lo viene haciendo, mucho me temo que va a transformarse en un problema absolutamente insoluble.

    Señor presidente: lo único que vamos a lograr con esta ley es prolongar la agonía, la sangría, la discusión, la no puesta en funcionamiento del sistema financiero, que es indispensable en una economía capitalista. De hecho todos estamos de acuerdo, estamos difiriendo en cómo encaramos la crisis y creemos que el problema radica en mantener abiertos los bancos y no en tener un sistema financiero. Considero que estamos equivocando las soluciones.

    Señor presidente: sería hipócrita hoy aquí, en la República Argentina, en este contexto, no abordar el verdadero problema que tiene la sociedad argentina.

    Esta sesión que se está desarrollando parece casi de ficción, donde estamos discutiendo medidas procesales mientras el país se nos está cayendo a pedazos.

    Además de la crisis del sistema financiero, que se disparó a partir de diciembre, hoy estamos ante la ruptura de la dialéctica del poder político en el país. ¡Hoy no hay poder político en la República Argentina! No nos confundamos. Puede haber un presidente que se reúne con gobernadores en Olivos, puede haber un presidente con su banda presidencial, podemos estar nosotros sentados aquí en las bancas pero, en realidad, se ha roto la dialéctica del poder, porque hay una sociedad que no está dispuesta a acatar lo que ese poder institucional quiere y manda.

    Y esta es la dialéctica del poder; lo otro, son los atributos formales del poder. Alguien tiene poder político y las instituciones lo tienen en la medida en que haya una gran porción de la sociedad --a la que tienen que conducir y administrar-- dispuesta a respetar lo que ese poder institucional establece.

    Hace unas pocas horas un puñado de ahorristas reunidos en las puertas de este Congreso, más las discusiones fuertes que han habido en nuestro propio bloque, hicieron rechazar la iniciativa del Plan Bonos. Y también esto va a ser rechazado Lo que tenemos que abordar es la licuación del poder político en la Argentina, que afecta a todos y del que nadie está exento.

    Si bien esta cuestión puede ser apoyada por los veinticuatro gobernadores del país, quienes pueden reunirse con el presidente en Olivos, cabe destacar que algunos de esos gobernadores ni siquiera pueden controlar sus propias provincias. O sea que no pueden transferir un poder que ni siquiera tienen sus provincias de origen. Y es necesario que abordemos la crisis en toda su magnitud, para que después no sea tarde.

    Recordemos los discursos --no los de la época de la sanción de la ley de convertibilidad, donde algún compañero fundamentó sobre ella, ya que en 10 años pueden pasar muchas cosas-- de hace dos meses apenas, cuando se discutía en este mismo recinto la ley de emergencia, o cuando se discutió la ley de quiebra, que ahora aparentemente piden que se derogue y se diga lo contrario de lo que se dijo.
    Creo que uno puede tener compenetración con quien conduce un Poder Ejecutivo, pero me parece que hay cosas que hacen a la dignidad, a la representación y a la autoestima de cada uno, inclusive de cada legislador, a la hora de formular opinión o de emitir voto.

    Sinceramente, me parece que no podemos asistir más a ceremonias de este tipo. Siento que los legisladores teatralizamos cuando el país, la gente y la crisis demandan otras actitudes. No voy a hablar de elecciones anticipadas; creo que podríamos clasificarlas ya de "elecciones posdatadas", si tenemos en cuenta el nivel de la crisis y de lo que se está demandando.

    Pero quiero que reflexionemos enserio para que esta crisis, que primero fue de representación --por eso tenemos que legislar con parlamentos vallados-- y que ahora ya es directamente de poder de imposición hacia el otro en el ejercicio del poder institucional, sea abordada a la brevedad antes de que los hechos nos superen a todos y en la cual, en todo caso, quedemos como responsables por no haber podido dar siquiera una respuesta institucional que esté a la altura de las circunstancias y de la historia.

    Todos los hombres y mujeres que hoy estamos sentados acá somos militantes de distintos partidos políticos, con distintas historias; pero, en definitiva, cada uno a su manera y con su visión tiene un concepto de cuál es el rol de la política, de los partidos y de cada uno de ellos como militantes en un momento histórico.

    Pero seguramente la crisis es muy superior a la de hace tres meses atrás, y es imprescindible tomar absoluta conciencia de esta circunstancia. No es con medidas procesales --ni siquiera con medidas económicas o anuncios de planes económicos-- que vamos a poder supera esta dificilísima circunstancia histórica.



    Rubén A. Marino        
    Director del Cuerpo de Taquígrafos
     




El empleado del mes… De Alguna Manera...

La peor semana...
 
EL EMPLEADO DEL MES. Lázaro Báez DIBUJO: PABLO TEMES.

CKF, con viento en contra… El “Lázarogate”, el revés por la Ley de Medios y el 18A impactaron en el Gobierno. A qué juegan Scioli y Massa.

Por falta de lectura, quizás no conocían la anécdota. Hubiera sido un aporte. Cuentan que estaba por comenzar el gobierno de John Kennedy, realizaba el Presidente una de sus primeras reuniones de gabinete y le preguntó a sus colaboradores: ¿qué hacemos con Edgar Hoover? Como el titular del FBI estaba en el cargo desde antes de la II Guerra Mundial, atribuida su permanencia y continuidad en el cargo (siguió luego de Kennedy) por conocer costumbres y hábitos comprometidos de los políticos, se supuso que el nuevo mandatario se encargaría de despedirlo. Pero el responsable de la “nueva política” prefirió consultar. Casi todos cuestionaron a Hoover hasta que Robert Kennedy, hermano presidencial, selló la discusión con una referencia popular: “Entre tener adentro un tipo que mea para afuera y tener afuera un tipo que mea para adentro, prefiero lo primero aunque sea indeseable”. Ese episodio demuestra cínicamente que en materia de secretos la política norteamericana exigía el mayor de los cuidados, no dejar cabos sueltos, alimentar inclusive a elementos de sospechosa calaña.

Desde afuera, entonces, dos individuos propios volcaron litros de orín sobre los Kirchner y su hermético entorno santacruceño encabezado por el próspero empresario Lázaro Báez, quien no leyó la historia de los Kennedy. Nunca viene mal un librito. En su derrame humillante, una mejicaneada oral sobre fondos que tal vez provenían de otra mejicaneada (vaya uno a saber), Leonardo Fariña y Federico Elaskar se vistieron de “arrepentidos” sin causa, iluminaron a Báez, enterraron de nuevo a Néstor 15 subsuelos más abajo, enmudecieron a la viuda e hijos y, si continuaban en sus revelaciones íntimas sobre movimientos de dinero non sancto, merecían por devotos la inscripción en La Cámpora y Carta Abierta. Finalmente, disponían de más confianza con el ex presidente que los militantes de esas agrupaciones.

Fue ese estallido en el programa de Jorge Lanata, curiosamente el periodista importado por el monopolio el año pasado que, en un solo domingo, pudo descolgar el cuadro “Clarín miente” que el poderoso diario no logró durante años. Se paralizó Cristina al menos 24 horas, también su equipo, ni hablar de la Justicia; víctimas de un ACV colectivo, no respondieron a las acusaciones, se puso en vilo hasta la concesión de dos gigantescas represas en Santa Cruz que ya parecían otorgadas a Báez. Allí habló De Vido: las obras se hacen de cualquier manera, no hay negocio que se detenga.

Quizás la Justicia tardía ni siquiera encuentre una prueba, pero en la Casa Rosada admiten que el confesionario público de Fariña y Elaskar fue una de las peores derrotas políticas para CFK: el fango se filtró hasta en los sectores más carenciados, algo más que suspicacia sobre venalidad en la gestión. Doble el impacto, además, porque luego los dos insolventes morales, repentina y sospechosamente, modificaron su declaración en otro canal de TV, se desmintieron a sí mismos, pidieron nerviosos perdón a sus denunciados alegando que se habían equivocado porque eran jóvenes. Nueva categoría de la estupidez organizada. Mientras, Ella, conmovida por el turbión impúdico, se hundía tensa en un bache comprensible sin que los masajes y las pastillas pudieran aliviarla, insomne, aferrada a un control remoto en la madrugada como si fuera un tótem de la filosofía oriental que en el ejercicio ritual del zapping le devolviera sosiego.

Para colmo salió en letra de molde lo que ya sabía: el fallo a favor de Clarín por la Ley de Medios en la Cámara Civil y Comercial. “La peor semana de Cristina”, otra vez, la quinta o sexta en 2013 y todavía no se llegó a la mitad de año. Ofuscada insistió con una réplica: arrancar con fórceps la “reforma judicial” en el Congreso para demostrar poder, a pesar de que también sabe que un juez suspenderá la vigencia de esas leyes por inconstitucionales y la elección directa de los consejeros a la Magistratura no podría realizarse en octubre como Ella dice querer. Para decir, si ése es el curso, “no me dejan gobernar”. Este juego parece una premeditada acción del Gobierno: montar una discusión con la excusa de que la mafia judicial también impide que el pueblo vote, que la mayoría se exprese, como si el kirchnerismo fuera el proscripto peronismo de la Revolución Libertadora.

Aun faltaba, en la semana traumática, la movilización del 18A con multitudes voceando su nombre. No favorablemente, claro. Demasiado para una sola mujer, atendible que se sujetara a un viejo dicho popular –corazón que no ve, corazón que no siente– y se embarcara a otro país, desatendiéndose de otra medicina que heredó de su marido: tanto dijo Néstor que la gente debía participar y movilizarse, que la prédica tuvo su premio: la muchedumbre marchó fustigando al Gobierno.

Lo más curioso de la protesta: casi nadie vociferó contra la re-reelección, como en otras oportunidades. Más que un cambio de opinión, ese olvido obedece a la realidad de que el gentío entiende ya como alternativa imposible lo de “Cristina eterna”. Ni siquiera en la organización previa del evento se debatió la desaparición de la consigna, para ellos es un hecho consumado. Y para Ella, otro misil en su línea de flotación, de ahí que atosigara con 60 tuits de rabia mientras buena parte del país se le plantaba en las calles. Como si la palabra pudiera parar la marea humana.

Después de la movilización y el descrédito, no es Cristina la única preocupada por conservar políticamente la cabeza en su sitio: la conmoción también afecta a Daniel Scioli y Sergio Massa, héroes del doble estándar, del mostrar y no ejercer, hasta hace horas intocables en la vanguardia de las encuestas. Uno porque aparece comprometido con la Casa Rosada aunque allí no lo quieren; y el otro porque se le agota el tiempo para coquetear entre la oposición y el Gobierno. Se prometían pacífica convivencia y ahora estalló el conflicto que el próximo 11 alcanzará el climax cuando el tigrense junto a otros intendentes salga a cuestionar la política de seguridad bonaerense. ¿Ataca a Scioli por orden de Cristina o por su propia aspiración presidencial? Mucho diálogo con De la Sota, Barrionuevo, Lavagna, pero a la hora de la verdad sentó a su diputado Roberti para que el cristinismo pudiera reunir el quórum y aprobar las leyes judiciales.

A la histeria o a los pactos secretos se los llevará la correntada junto a los carteles con sus nombres. Raro que no lo sepan dos hombres que viven junto al río.

© Escrito por Roberto García el viernes 19/04/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



viernes, 19 de abril de 2013

El manual de la mafia... De Alguna Manera...


El manual de la mafia...

La presidenta Cristina Fernández le ordenó a Carlos Zannini que rescatara del escándalo a Lázaro Báez. No lo hizo por amor ni por afecto hacia el Yabran K. Ella lo desprecia ética y estéticamente. Pero quiere ayudar a Báez porque es como ayudarse a si misma. Cristina protege a Báez en defensa propia. Elisa Carrió, anoche, por televisión y en vivo y en directo, probó con papeles que Lázaro y Néstor fueron socios. En el 2007 la revista Noticias lo definió como “El testaferro de Néstor”. 

La presidenta se dio cuenta que la investigación de Jorge Lanata es un golpe directo al corazón corrupto del modelo. Es tan grave para el relato presuntamente progresista del cristinismo que no tuvieron empacho en poner en funcionamiento los movimientos básicos del manual de la mafia. Salieron a apretar ferozmente a dos arrepentidos y lograron que se volvieran a arrepentir. 

Los testimonios de Jorge Alejandro Fariña y Federico Elaskar fueron patéticos. Sus flagrantes contradicciones y mentiras seriales conforman un verdadero insulto a la inteligencia. Fariña delira y sueña que alguien le va a creer que inventó todo para darle la ficción que el golpista Lanata quería. Elaskar dijo “nos tiramos baldes de mierda encima” y también cedió a las presiones brutales, pero sus palabras fueron tan burdas que da vergüenza ajena. Del rosario de falsedades quiero subrayar las que se caen del mapa. Dijo que se equivocó porque estaba enojado y es muy joven y que nunca nadie lavó dinero, que nunca nadie lo amenazó de muerte y que le pide disculpas a todo el mundo que está lleno de madres teresas de Puerto Madero. 

Con cara de piedra aseguró que resolvió desmentir sus propias palabras porque recién ahora se dio cuenta de la gravedad y la conmoción social que generó. Sin embargo, en franca contradicción, también relató que le había pedido 5 veces a Lanata que no pusiera su testimonio al aire. Que había llorado frente a Lanata, presa de un ataque de pánico y le dio a Rolando Graña un mail del 9 de abril donde le rogaba a Lanata que no utilizara sus declaraciones a cámara abierta. 

Pregunta: si sufrió ataques de pánicos y de llanto en aquel momento, ¿Cómo es que recién ahora se dio cuenta de la gravedad del tema? ¿A quién teme ahora? ¿Qué tipo de amenaza le han hecho como para que se de vuelta como una media y se haya convertido igual que Fariña en mentirosos y arrepentidos al cuadrado? Una vez en el canal 13 y otra vez en América. 

Otro infantilismo que nos quieren hacer creer: ¿Cómo es posible que ambos hayan hecho, cada uno por su lado, el mismo invento, con las mismas acusaciones, personajes y cifras de lavado de dinero negro de la corrupción, de los euros, las sociedades truchas y las guaridas de piratas fiscales y los bancos en Panamá o Belice? ¿Hubo telepatía? ¿Juegan de taquito? ¿O ambos dijeron la verdad y ahora ambos recularon en chancleta? 

Cualquiera se da cuenta de la operación que montó el monje negro Zannini por orden de Cristina. Ensuciar la causa, embarrar la cancha, deslegitimar los personajes, frivolizarlos y apuntar a que sus testimonios se caigan y no tengan validez. Y de paso, intentan minar la credibilidad de Jorge Lanata que en todas las encuestas de la década aparece como el periodista más confiable. En las redes sociales está circulando una foto de Marlon Brando caracterizado como Don Corleone en la película “El Padrino”. Tiene un cartel que dice: Hay gente que no quiere manchar su honor y aclara: “No tengo nada que ver con Lázaro Baez”. Tragicomedias de la era K. El padrino no quiere que lo vinculen con Lázaro. Humor corrosivo y doloroso en tiempos de cólera.

Lo concreto es que la carátula del expediente que está en la justicia dice: “Báez Lázaro y otro sobre encubrimiento y asociación ilícita”. Si el juez produce el milagro de investigar a fondo y procesa a alguien, tal vez pueda encuadrar esos delitos como “lavado de dinero”. Veremos. Tengo mis dudas. El juez participa del movimiento kirchnerista llamado “Justicia Legítima” que quiere decir justicia militante. Tiene razón la procuradora general, Alejandra Gils Carbó, jefa espiritual de esa movida. 

Ella dijo que hay que democratizar la justicia porque hoy es “ilegitima, corporativa, oscurantista y de lobbies aceitados”. En este caso, con la parálisis y lentitud exasperante y adrede, parece que a la justicia se le escapó la tortuga del mayor escándalo de corrupción de la última década. De hecho todos sabemos que casi no hubo funcionarios que hayan ido presos o condenados por corrupción en estos 30 años de democracia. La pregunta terrible se cae de madura. ¿En este tiempo, no hubo corrupción o no hubo justicia? La gente no es tonta y sabe la respuesta. En Argentina hay una reina que reina: la impunidad.

© Escrito por Alfredo Leuco el viernes 19/04/2013.