sábado, 16 de febrero de 2013

Publicidad paradójica… De Alguna Manera...


Publicidad paradójica…
Algunas de las cadenas de supermercados de Argentina.

¿Qué tiene que ver un supermercado con una casa de venta de electrodomésticos? ¿En qué se parecen Coto o Carrefour a Garbarino o Frávega? Entre no muchas similitudes, en que tanto los supermercados como las casas de venta de electrodomésticos son los que más publicidad hacen en diarios. Y los diarios son los medios que más informaciones periodísticas nuevas sobre política y economía producen.

Resulta obvia la asociación entre la prohibición del Gobierno a supermercados y casas de venta de electrodomésticos de hacer publicidad, con su deseo de ver definitivamente vencidos a los diarios no oficialistas.

Esta prohibición fue calificada como “variantes de la censura” que busca el “ahogo financiero”, además de “boicot” a la “libertad de información”, por  la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa), la Asociación de Editores de Diarios de la Ciudad de Buenos Aires (Aedba), la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y el Foro de Periodismo Argentino (Fopea). Con distintos matices,  expresaron:

a) “Prohibir anuncios privados o amedrentar a las empresas que desean pautarlos son variantes de la censura.”

b) “Constituye un doble atentado contra derechos fundamentales reconocidos internacionalmente: prohíbe la comunicación al público de información útil y necesaria para su toma de decisiones e interfiere en el funcionamiento de los medios de comunicación, restringiéndoles arbitrariamente los recursos provenientes de la publicidad que permiten su autosustento.”

c)  “También está en juego el derecho a ejercer toda industria lícita (publicitar los productos y sus precios es una manera de hacerlo) y el de los consumidores a una información adecuada y veraz (artículo 42 de la Constitución). Los efectos perjudiciales de la censura indirecta se proyectan a toda la sociedad, que se verá impedida de informarse a través de los medios sobre los precios de los productos; se afecta así la libertad de elección de los consumidores.”

d)  “Los bloqueos económicos a la prensa repercuten negativamente de manera directa en el trabajo de los periodistas y en las condiciones de desarrollo de su profesión, sea por recortes salariales, en el no otorgamiento de aumentos de haberes y en las limitaciones para la cobertura noticiosa por restricciones de variado tipo. Por todo ello, indirectamente, afectan a la sociedad en su conjunto, que verá cómo cae la calidad de la información si esta situación se mantiene en el tiempo.”

e)  “Clarín, La Nación, Perfil y los canales televisivos 13 y TN circulan en la Capital Federal, publican avisos de hipermercados y casas de electrodomésticos y no reciben publicidad oficial, con lo cual esta medida refuerza la idea del cerco económico que el Gobierno quiere ejercer sobre los medios independientes. Entre otras consecuencias, de esta manera se imposibilita la llegada de información transparente a los consumidores que quieren conocer descuentos y promociones.”

Obviamente, Perfil, Clarín y La Nación son los más perjudicados y, aunque en este momento la defensa corporativa fuera lo más conveniente, Perfil estaría traicionando su espíritu si no dijera que entre las múltiples causas que hace 15 años hicieron que este diario no pudiera continuar editándose se encontró la prohibición de Clarín a los supermercados y casas de venta de electrodomésticos de hacer publicidad en Perfil.

Y que hace siete años, cuando volvió a aparecer, primero sólo los domingos y luego sábados y domingos, padeció lo que ahora escandaliza (y está bien que escandalice): Perfil no tenía publicidad oficial (mientras que Clarín y La Nación, sí) ni avisos de casas de electrodomésticos. En el caso de la publicidad oficial, por prohibición del Gobierno; en el de las casas de electrodomésticos, por prohibición de Clarín. Qué difícil fue sobrevivir así.

Recién después de que el Gobierno obligara a estos anunciantes a publicitar en los diarios oficialistas que aparecieron hace pocos años, rompiendo así los contratos de exclusividad de Clarín, Perfil pudo contar con las casas de electrodomésticos que ahora vuelve a perder, esta vez por impulso del Gobierno.

Es triste ver el uso poco profesional que se realiza de la publicidad en la Argentina, tanto por parte del Gobierno, de los anunciantes, que tienen su cuota de responsabilidad, como en su momento de Clarín, impidiendo que otros medios tuvieran cierto tipo de publicidad (prácticas prohibidas en todo el mundo en las legislaciones contra el abuso de posición dominante y en defensa de la competencia).

En esta lucha, como en la gran mayoría que enfrenta al Gobierno con los medios, Perfil está defendiendo los mismos principios que los diarios Clarín y La Nación. Pero mal favor nos haríamos los diarios no oficialistas a nosotros mismos si cerráramos filas acríticamente, como hacen los disciplinados medios oficialistas, y perdiéramos el respeto de los lectores inteligentes y de nosotros mismos al no reconocer antes que fue el propio sistema de medios privados el que primero acostumbró a las casas de electrodomésticos y, en una proporción menor, a los supermercados, a la prohibición de hacer publicidad en determinados medios.

Hecha esta aclaración y resaltando que siempre será peor que el boicot lo haga el Estado, vale concentrarse en los mecanismos de resistencia frente a esta absurda prohibición. Tras la publicación la semana pasada de la columna “Publicidad y la matrix” (ver http://www.perfil.com/ediciones/2013/2/edicion_752/contenidos/noticia_0008.html), recibí una serie de mails de personas relacionadas con los medios. Un publicista propuso que los diarios acordaran con los supermercados y casas de venta de electrodomésticos otra forma de hacer publicidad que no fuera avisos. Algo parecido a lo que en televisión se denomina publicidad no tradicional, donde en forma de contenido se difunde información paga sobre un producto.

Más preocupado por el lector que por el anunciante, un directivo de la Asociación Mundial de Periódicos (WAN) propuso que hiciéramos notas en las que se contaran las ofertas para que nuestros lectores siguieran teniendo acceso a esa información comercial.

Esto tiene sus antecedentes. En la década de los 50, en Nueva York, apareció un diario que decidió no publicar avisos de ningún tipo, cobrar el ejemplar más caro al lector y establecer un pacto de lectura de total independencia de la publicidad como estrategia de posicionamiento. Al cabo de unos meses, tuvieron que incluir todos los días notas donde se informaban las ofertas y los precios de las grandes tiendas (Macy’s, Bloomingdale’s, Sears, etcétera) porque los lectores reclamaban contar con esa información de alguna manera.

Algo más grave que la prohibición de hacer publicidad está en juego. Es la prohibición a los supermercados y a las casas de venta de electrodomésticos de hacer ofertas, o sea, la prohibición de competir.  El Estado fomentando una forma de cartelización u oligopolio. Un disparate que más temprano que tarde explosionará.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el viernes 15/02/13 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



jueves, 14 de febrero de 2013

Timerman, al pie de la letra… De Alguna Manera...


Al pie de la letra…

Timerman con su par iraní tras la firma del acuerdo.

Luego de un primer momento de confusión, incertidumbre y seguimiento ciego a las imposiciones del canciller Héctor Timerman, la AMIA en primer lugar y la DAIA en segundo lugar, volvieron sobre sus pasos y rectificaron las primeras reacciones benévolas que habían tenido para con el pacto argentino–iraní. Esto habla, primeramente, de una sensibilidad en las organizaciones, porque aunque instintivamente Guillermo Borger y Julio Schlosser parecieron avalar el acuerdo de Timerman con Irán, la reacción de los familiares de las víctimas del atentado, las encuestas de opinión en la calle judía y las reacciones de algunos columnistas, cambiaron rápidamente la bochornosa buena voluntad inicial de las dirigencias comunitarias.

En mi columna titulada “Aventura”, publicada en este diario el domingo 3 de febrero, yo había subrayado duramente la obsequiosa y lamentable predisposición de la DAIA a escuchar acríticamente el relato de Timerman justificando su pacto con Irán. Lo interesante es que esa columna mía en PERFIL suscitó airadas reacciones del vicepresidente de la DAIA, Waldo Wolff, y del secretario, Jorge Knoblovits, que en los más gruesos términos me acusaron en sendas cartas de trabajar contra la comunidad judía. Para Wolff, en particular, yo pretendía que la DAIA fuese “un instrumento al servicio de su posición opositora. Digo, la que ostenta hoy Señor Eliaschev”. Enseguida afirmaba que yo ando “saltando de corriente en corriente política a lo largo de su vida”.

Cuando, en marzo de 2011, Timerman me acusó de “pseudo-periodista” y dijo que el acuerdo con Irán era una patraña mía, lo más grave no fue eso que dijo de mí, sino que esa misma semana viajó a Israel a proferir la misma mentira (“no hay ningún acuerdo con Teherán”) al gobierno israelí. Dos años más tarde, la primicia en PERFIL se consumó, al pie de la letra.

Tomaré las palabras de Elisa Carrió, "Timerman es un traidor a su pueblo y un obsecuente de Cristina".

© Escrito por Pepe Eliaschev el sábado 09/02/13 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



martes, 12 de febrero de 2013

Del verbo mentir... De Alguna Manera...


Falsificaciones... 
  

Miente. Lanza cifras que nadie puede verificar en ese momento. Habla sin parar y avanza sin explicarse ni citar fuentes. Sigue de largo, como si nada. Sigue violando la verdad. Para defender su pacto secreto con Irán, la Presidenta hace lo de siempre. Hace poco, en su melancólico y desafortunado paso por Harvard, proclamó que era mentira la cifra de inflación que comunicaba oficialmente el gobierno de los Estados Unidos. ¿Cómo podíamos creerles que el costo de vida aumentaba sólo 1,7% por años en los Estados Unidos? Ahora habla de un aumento del comercio norteamericano con Irán. ¿Embargo? ¿Bloqueo? ¡Son mentiras! 

Casi sexagenaria, ella procede como si internet no existiera. Ignora que sus palabras son seguidas, verificadas y examinadas. Para edificar la endeble argucia de su acuerdo con el régimen de los ayatolás, se escuda en que los EE.UU. han aumentado “un tercio” (sic) su comercio con Irán. Ergo: ¿de qué nos acusan a nosotros? Descomunal ensimismamiento presidencial. Tiene la certeza de estar sola en el mundo, o de fingir estarlo, en pelea crónica con la transparencia, como si el mundo no existiera. Por eso, es necesario seguirla de cerca. Le pido ahora al lector de PERFIL un pequeño esfuerzo, total mañana y pasado seguimos de Carnaval.

En 2012, los Estados Unidos facturaron exportaciones por US$ 239,8 millones a Irán. Ese mismo año, le vendieron a la Argentina por US$ 9.488,9 millones. Aritmética: por cada dólar que le facturaron a Irán, a la Argentina le vendieron por 40. La otra parte: EE.UU. importó en 2012 dos (2) millones de dólares a los iraníes, contra US$ 4.078,1 millones de la Argentina. Por cada dólar de compras a los iraníes, a la Argentina les hicieron adquisiciones por 2.039.

La mentira de Cristina, además de infantil e insostenible, se arma sobre un solo y peregrino pretexto: pretende venderle al país la idea de que los norteamericanos presionan para que países como la Argentina hagan lo que ellos, en cambio, no harían. Según ella, claro. En 1987, antes del embargo norteamericano, que comenzó a aplicarse en 1979, tras el copamiento de la embajada norteamericana en Teherán y el secuestro de sus 52 diplomáticos durante 444 días, los Estados Unidos exportaron por apenas US$ 54 millones a Irán, pero les compraron por valor de US$ 1.667,5 millones. Compárense esos US$ 1.667,5 millones de 1987 con los dos (2) millones de 2012. Para visualizar la importancia de estos números y comprender qué significa para los norteamericanos un comercio de US$ 240 millones, en 2012 los Estados Unidos tuvieron un comercio de US$ 597.400 millones con Canadá, US$ 503.200 con China y US$ 460.600 millones con México, sus tres socios principales. ¿De qué habla la Presidenta mientras sus aplaudidores siestean?

Mentir, exagerar, engañar, “mandar fruta” y descontextualizar son procedimientos habituales del modo de operación presidencial. Los ha usado, los usa y los seguirá usando. La intelectualidad y el mundo profesional clasemediero que simpatiza con ella no la molestarán. Creen ciegamente en ella. Han suspendido el juicio, han cancelado la curiosidad, han dejado de hacerse preguntas. Formateado como religión revelada e intocable, cristinismo es creer, no pensar. Por eso, lo de Irán sirve como matriz. Es un tema que sólo apasiona a una microminoría. Pero su importancia monumental, es que desnuda un sistema de toma de decisiones. Lo de Irán no es diferente a lo de Guillermo Moreno con el Indec. Mismo mecanismo y similar impudicia. Triste decirlo, pero quizás ella no se equivoque demasiado. A la Argentina la enamora tropezar con la misma piedra. Una y otra vez. Sociedad irremisiblemente circular, regresa al mismo punto de partida, en el cual la mentira más explícita es moneda de curso aceptado. Hace pocas semanas, la Presidenta descalificó por inservibles los acuerdos de precios, ahora los adopta para congelar precios.

Cristina le reprocha a Israel que no reclamó como correspondía por el ataque contra su embajada en 1992, y en cambio lo hace por el de 1994 en la AMIA. ¡Cómo se atreven! Audaz humillación de la verdad más elemental: los israelíes se cansaron de reclamar que se dilucidara ese feroz atentado de hace casi 23 años. Luego, ante la escandalosa impunidad argentina, se hicieron cargo ellos mismos del tema. Típica criatura del nacionalismo populista que la formateó cuando era joven, ella no entiende por qué los israelíes se preocupan por el destino de los judíos argentinos. ¿Por qué no le pregunta a su canciller, Mrs. President, qué país le dio refugio y nacionalidad al padre del inefable Héctor Timerman, cuando un presidente argentino echó en 1979 del país a su padre, Jacobo, no sin antes sacarle la nacionalidad argentina, porque había nacido en Ucrania? Esa nacionalidad se la devolvió Raúl Alfonsín.

Importa, pues, la filigrana profunda. Dicharachera y adicta a hablar mucho, la Presidenta supo anestesiar a una sociedad que, aunque se cree lista y veloz, es más incauta y lenta de lo que presume. La ecuación es simple y tiene desenlace inexorablemente desolador: si falsificar aviesamente la verdad de ciertos hechos es una praxis consolidada, ¿por qué serían verdad las innumerables promesas y anuncios que han convertido la acción de gobierno en una pesadilla de promesas incumplidas?

Lo de Irán empezó como mentira, y no podrá apartarse de esa condición. Es inviable. No acontecerá. Presume el Gobierno que la fiesta puede continuar con sólo extremar las picardías e insistir en los camuflajes. Funciona con muchos elementos comunes a la estrategia del ruido con Malvinas. Es evidente que tanto barullo es inversamente proporcional a la importancia verdadera que la cuestión tiene para el país. La mentira como política de Estado, además, no es la única antigualla a la que sigue adherida la Argentina. Atado a la noria de sus regresiones perpetuas, el país insiste en control de cambios y congelamiento de precios, atajos probados y fracasados hace ya cuarenta años.

Fue coherente que el correveidile entre el Gobierno e Irán haya sido desde siempre Luis D’Elía. No sólo nunca fue desautorizado por la Casa Rosada, sino que termina como padrino del acercamiento a Teherán. En marzo de 2011, Cristina Kirchner envió un video de cálida bienvenida al lanzamiento del partido Miles, creado por D’Elía. Participaron del acto en el Luna Park el ministro de Trabajo, Carlos Tomada; el secretario de Cultura, Jorge Coscia, y el vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto. Hubo un invitado especial: Seyed Alí Pakdaman, encargado de negocios de Irán en la Argentina. Todo se repite. Mentir es muy barato, sobre todo cuando lo hace la Casa Rosada.

© Escrito por Pepe Eliaschev el sábado 09/02/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.