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sábado, 7 de marzo de 2015

Binner, el que molestaba a todos… De Alguna Manera...

Binner, el que molestaba a todos…


Probablemente viva un momento de profunda frustración. Quizás se le haya desvanecido el sueño de devolverle institucionalidad a la Argentina. Hermes Binner bajó su candidatura presidencial, pero deja una estela difícil de borrar. Una enorme huella, en un país dónde es muy difícil dejarlas. En un país donde arrecia el oportunismo y la falta de identidad ideológica.

La noticia no sorprendió casi a nadie. Era de esperar, en cualquier momento, que Hermes Binner anunciara la caída de su candidatura. Con la excepción del GEN y Libres del Sur; el FAP-UNEN fue desguazado por los oportunistas y especuladores. Aquella foto de los radicales comprometidos con un espacio socialdemócrata, se volvió borrosa. Nadie respetó su palabra. Salvo él, Margarita Stolbizer y algunos pocos más. Los demás corrieron hacia donde les convenía. No al país, sino a ellos.

¿Era imposible un acuerdo de Centro-Izquierda? Era difícil. Entre dos fuegos, el de un gobierno que dice sostener las mismas banderas sociales y los sectores conservadores que se encargaron de dinamitarlo, es muy difícil. Al menos en el corto plazo. Mientras dure esta inconsistencia general. Mientras los dirigentes piensen en sus destinos particulares antes que en el destino del país.

¿Podía Binner sumarse a la carroza del “Gran acuerdo nacional”, que ahora pregonan cual “Lilitos”, la UCR y con el que coqueteó hasta el mismísimo Pino Solanas? Podía, pero hubiera dejado jirones de un compromiso que lo caracteriza desde hace décadas y que le permitió a Rosario y luego a la provincia de  Santa Fe, tener los primeros gobiernos socialistas de la historia.

Binner fue literalmente ninguneado por la prensa nacional y en su defecto, destrozado por los “analistas”. Su figura, con todas las debilidades que le quepan, molesta: Molesta al discurso K, porque “confunde”, y molesta al proyecto conservador de Mauricio Macri, Clarin y cia, porque “divide”.

La balas no solamente estaban hiriendo su figura y su candidatura. No. Las balas empezaron a dinamitar la construcción progresista santafesina, que en el último año sufrió, amén de sus propios errores, operaciones de la SIDE intentando vincular a familiares de Binner  con delitos espantosos como el robo de Bebes, pasando por una inescrupulosa selección e imputación selectiva de los problemas de inseguridad y narcotráfico a su ciudad y a su provincia.

Desde hace dos años, la provincia de Santa Fe y su gestión afrontan ataques desmesurados. Por izquierda y por derecha. El ejemplo más claro ocurrió esta semana en la capital provincial:  Podian elegir cualquiera de las provincias víctimas de las lluvias y las inundaciones. Podian ocuparse de Córdoba, en cuyo drama quedaron al menos diez vidas en el camino, o Tucumán que tiene pueblos aislados, o Santiago del Estero, que soporta además de la peor pobreza, una creciente de los ríos que compromete seriamente a buena parte de la población. 

Pero no. Eligieron Santa Fe. Una ciudad en la que efectivamente hay problemas, pero que son apenas un 10 % de los que supo tener en tiempos de gobiernos conservadores. Porque se hicieron obras. Porque se invirtió. Sin embargo, las cámaras nacionales ( las de TN respondiendo a los intereses de Macri, las de C5N respondiendo a las necesidades gubernamentales) eligieron Santa Fe y atacar a la gestión, sin reparar en las diferencias sustanciales entre aquellas inundaciones y esta.

Del mismo modo eligen Rosario para contar muertos, sin hablar del tendal de victimas diarias que deja la violencia y el narcotráfico en CABA y el  Gran Buenos Aires, sin dar números de muertos en las provincias del noroeste,  donde mueren a diario personas a causa de la violencia y del abandono de los gobiernos feudales.

Los diarios y los canales de noticias nacionales eligen Santa Fe cuando se trata de hablar de narcotráfico. Pero eluden hablar de la cantidad de policías detenidos y procesados por el tema en la provincia, eluden mencionar (y a Berni me remito) que los Jefes de los principales grupos Narcos mexicanos y colombianos, se alojan en las “seguras” tierras de Sergio Massa, o  que las oficinas de las “Empresas fantasmas” con las que se ocultan y blanquean los dineros del negocio narco, atienden en las cómodas y refrigeradas oficinas de Puerto Madero.

No hay un solo titular nacional que hable sobre la inversión pública en Educación en Santa Fe. Nadie dijo que la provincia hizo la mejor oferta salarial de la Argentina, nadie habla de la salud pública santafesina, del Plan Abre, de los 4 mil pibes que volvieron a estudiar buscados casa por casa por Asistentes Sociales, ningún programa especial habla de la calidad institucional de la Provincia, donde se gobierna con Cámaras opositoras, dónde no hay rastros de ninguna clase de avance sobre la independencia de los poderes. Nadie habla de los siete años sin denuncias de corrupción. Y si las hubo, que sus protagonistas ya no ocupan los cargos. Que nadie los ocultó ni los protegió de la actuación judicial.

Y habrá que decirlo sin vueltas: lo hacen porque gobierna Bonfatti, porque gobierna el Frente Progresista, porque no son funcionales a ninguno de los dos grupos gruesos que se disputan el poder en el país, y el emblema de esa construcción incómoda, se llama Hermes Binner.

Es probable que ayer hayan sonado algunas bocinas de felicidad en ciertos despachos. Las tapas de los diarios oficialistas celebran la decisión de Binner y aprovechan para burlarse en los chistes de tapa. La radio opositora por naturaleza también descorchó con chistes el anuncio. Un gangoso periodista intentó explicar en su confusa diatriba que el país, se había sacado un obstáculo de encima.

En eso coinciden los dos grupos y esa debería ser la regla para medir la importancia que tenía en la Argentina la construcción de una alternativa que no respondiera ni al esquema populista del saqueo y la discrecionalidad Kirchnerista; ni al retorno de las viejas prácticas conservadoras que sólo vienen por el ajuste y la profundización de las diferencias sociales.

En el medio existe algo, que representa a una gran parte de los argentinos, pero que por ahora, no está en condiciones de ser fortalecida. No porque no se crea en ello, sino porque no les conviene a los que se disputan la parte grande de la torta.

Allí van los radicales ofreciéndose al mejor postor. Diluyendo lo poco que les queda de historia y dignidad, abrazándose a quien les ofrezca más cargos en los futuros gabinetes. Da lo mismo si Macri o Massa. Lo importante son los empleos.

Allí van Lilita y sus delirios, creyendo que con los viejos cómplices del vaciamiento Menemista, con criminales inundadores como Carlos Reutemann o con payasos ignorantes de la gestión como Torres del Sel, serán capaces de construir “una nación decente”.

Enfrente, sólo queda la alternativa que hace muchos años empezó a construir Hermes Binner en la provincia de Santa Fe. Y Hermes, una vez más, bajará a defenderla. Con o sin candidaturas. Poniéndole el cuerpo a los que ya anunciaron su deseo de retorno al poder: Los que dejaron a la provincia sin banco, los que fusilaron a Pocho Lepratti en diciembre de 2001, los que saquearon al estado. Los que se jactan de no haber emitido cuasimonedas, mientras sembraron los peores indicadores de pobreza y desocupación que jamás haya tenido la provincia de Santa Fe. Los que les dieron a la educación los más bajos presupuestos que se recuerden. Los que fortalecieron al sistema privado de salud, destrozando a los hospitales públicos. Los que prefirieron “ahorrar” para que las cuentas les cerraran a pedido de los organismos internacionales, mientras dejaban defensas hídricas sin hacer, para que luego se inundaran 130 mil santafesinos, murieran más de 100, y muchos miles jamás hayan vuelto a dormir en paz.

Esas son las razones que lo obligaron a Binner a desistir de su intento.

Quizás en los próximos años sea posible. Mientras tanto, habrá que defender lo que queda en pie. Insistir con que se puede tener coincidencias  y diferencias con el gobierno nacional, sin ser cómplices de sus delitos, ni enemigos de los planes progresistas. Y para que entiendan aquellos que se empecinan en acusar a Hermes Binner de ser “blando” y “débil”, que la “derecha”, como gustan decir sin matices, se encargó de sacarlo de la cancha.

Que no sea en vano. Como nada de lo que Hermes Binner supo construir a lo largo de las últimas dos décadas.

© Escrito por Coni Cherep el sábado 07/03/2015 y publicado por http://notife.com de la Ciudad de Santa Fe de la Veracruz, Provincia de Santa Fe, República Argentina.


sábado, 18 de octubre de 2014

El diablo blanco… De Alguna Manera...


El diablo blanco…

Dando Cátedra. Atahualpa y CFK. Dibujo: Pablo Temes

El oficialismo agita el fantasma del terror post Cristina. Scioli suscribe y se anota como heredero.

Según la versión que grabó Atahualpa Yupanqui en 1969, la canción de cuna para un negrito le advierte que “si no se duerme/ viene el diablo blanco/ y zas/ le come la patita”. Manotazo de ahogado: el cristinismo amenazó con el mismo terror a los argentinos que cometan el suicidio de votar a algún opositor. Fue una primicia del Clarín camporista. En sus portadas aseguraban que si ganan Massa, Macri o Cobos van a pagarles a los fondos buitre, algo que –según información calificada– ocurrirá a principios del año que viene tal como les anticipó Alejandro Vanoli a banqueros internacionales. Sólo falta encontrar el disfraz de gesta heroica. Como llenarles la cara de billetes a los buitres desde la izquierda revolucionaria. Pero esta semana todo el oficialismo salió a advertir que si ellos no siguen en el poder, después de 2015 van a llover calamidades sobre esta patria. Va a venir el diablo blanco y no nos va a comer la patita pero, agoreros, auguran que nos van a comer los salarios con un 40% de inflación o con el antipopular cobro del impuesto a las ganancias a los trabajadores. Algunos llegaron a la exageración de decir que con el próximo presidente se va a restringir la posibilidad de comprar dólares o se va a paralizar la actividad inmobiliaria, e incluso se va a desatar la peor de las recesiones, que es la que frena la economía y el consumo pero no logra bajar los precios.

Cristina nos advierte que el país con Massa, Macri o Cobos en el sillón de Rivadavia producirá una fractura social expuesta terrible porque inoculará el odio en las venas abiertas de la sociedad. Dicen que ese cambio de gobierno desatará la inseguridad y el delito mezclado con el narco, que lo hace más sanguinario todavía. Si Cristina o alguien que ella bendiga con su dedo no sigue gobernando, asistiremos a verdaderos tsunamis económicos. Diagnostican que podemos llegar a dilapidar 163 mil millones de dólares del superávit externo o permitir la fuga de casi 95 mil millones de dólares. O que tendremos 10 millones de pobres y al 35% de los trabajadores en negro. El ala iraní del cristinismo anunció que se vienen crímenes de la derecha contra los enfermos de sida. Y la santa de Santa Cruz, emocionada con el “cuete” de Julio De Vido, por cadena nacional advirtió que el diablo blanco va a querer derogar los satélites y varias leyes, incluso la ley de gravedad.

Hay que tomar con cierta ironía semejante campaña K. Lo único que falta que nos digan es que el próximo gobierno va a ser tan corrupto que va a tener un vicepresidente que robará una fábrica de billetes y que falsificará tres veces sus documentos, o un empresario testaferro que se enriquecerá a la velocidad de la luz y pagará fortunas por cientos de habitaciones de hoteles del futuro presidente que nunca utilizará.

Hay que decirlo de una buena vez: Cristina nos amenaza con un fantasma muy parecido a su actual gobierno. Todas estas cosas ocurren ahora. Y es mentira, o a lo sumo una expresión de deseo, que todo el mundo hable maravillas de este país, como ella dijo. Todo lo contrario: junto con Venezuela, somos los dos países del planeta con inflación colosal. Nos acompañan varios países africanos. Reforzamos el chavismo con putinismo en los ataques a la libertad de prensa.

Esta nueva etapa de los humores de Cristina tiene el mérito de ordenar el rompecabezas electoral que se viene. Está claro que Daniel Scioli es Cristina. Que el gobernador ató definitivamente su suerte como candidato a la voluntad y a la gestión de la Presidenta. Su participación como principal vocero de las acusaciones contra la oposición, que trae el apocalipsis, cierra definitivamente el sueño de ruptura del sciolismo que algunos todavía albergaban. Ya casi no existen los famosos “operativos de diferenciación”, y una de las variantes que Cristina estudia con seriedad es bendecir a Scioli pero sin que él pueda colocar un solo concejal en las listas ni elegir un ministro. Hay otras alternativas en estudio en Casa de Gobierno, pero ésta se fortaleció en consonancia con la consolidación en las encuestas tanto de Sergio Massa como de Mauricio Macri.

Pero ésta es otra batalla. Massa primereó con los radicales que pueden ser gobernadores y aspira a subirse al escenario del ganador en algunas elecciones provinciales anticipadas. Macri intentó primero esa movida pero luego eligió el camino de fortalecer su propio espacio, con candidatos propios en distintos distritos. Las urnas dirán quién tiene la mejor táctica. Porque en varios distritos, si los candidatos radicales no son apoyados por Macri o Massa, podrían perder a manos de caudillos peronistas históricos que pueden ser menemistas o kirchneristas según venga la mano. La gran esperanza de estos caudillos del interior es Daniel Scioli. El también acompañó a Menem y a Duhalde hasta sus últimas horas, y repetirá ese gesto de lealtad con Cristina. Sólo falta saber de qué manera resolverá este desafío el Frente Amplio UNEN. La realidad y las movidas políticas le hacen correr el serio riesgo de la tupacamarización. Todos tironean y se quieren llevar un pedazo. Eso puede terminar con un radicalismo fortalecido con media docena de gobernadores o por atomizarlo en partidos regionales. Se verá. Eso es discutible.

Lo que a esta altura del desarrollo democrático no se puede discutir más es en términos de vida o muerte según sea el partido que gane una elección. La irracionalidad de Alex Freyre fue la de un perejil autoritario y discriminatorio. Pero varios dirigentes más representativos siguieron la misma línea. Hasta el prudente Julián Domínguez entró en ese juego perverso planteando que hay dos proyectos en pugna, uno de vida y otro de muerte. Si el cristinismo considera que Massa, Cobos o Macri, por no ser populistas autocráticos, tienen un proyecto de muerte por estrangulación económica de los más pobres, habría que calificar a Carlos Menem de asesino serial. Y muchos de los defensores de Cristina fueron defensores del ex presidente riojano.

Hoy, por suerte, no hay propuestas ni dirigentes que fogoneen salidas extremas ni violentas. Y si hay algún eslabón perdido de los 70 que aún está afiliado a la lógica de exterminar al enemigo, merodea a este gobierno y a esta presidenta.

© Escrito por Alfredo Leuco el Sábado 18/10/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.