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martes, 7 de julio de 2015

Capturan en Brasil a un policía argentino acusado por el crimen de Rodolfo Walsh… @dealgunamanera...

Capturan en Brasil a un policía argentino acusado por el crimen de Rodolfo Walsh…

Roberto Oscar Gonzalez. Foto: Interpol

Roberto Oscar González, de 64 años, era buscado por Interpol por la desaparición del periodista.

Agentes de la Policía Federal (PF) de Rio Grande do Sul, que representa a Interpol en Brasil, capturaron a un policía federal argentino, buscado por crímenes cometidos durante la última dictadura militar.

Se trata de Roberto Oscar González, de 64 años, quien vivía en Viamão, hace casi una década, según informó el sitio Hora Zero. Fue uno de los responsables por la muerte del periodista y escritor Rodolfo Walsh durante la última dictadura cívico-militar en Argentina.

Además de González, los acusados de haber matado a Walsh, según la policía argentina, son: Julio César Coronel, Enrique Yon, Ernesto Frimon Weber, Pedro Osvaldo Salvia, Juan Carlos Fotea, Juan Carlos Linarez, Gonzalo Sánchez, Roberto Naya, Carlos Orlando Generoso y Héctor Antonio Febres. También estuvieron involucrados en su secuestro Alfredo Astiz, Jorge “el Tigre” Acosta y Jorge Rédic

El portal brasileño publicó que Pedro Salvia, de 63 años, vivía con González en Viamão, pero no fue detenido porque murió el 18 de junio en pasado.

Según la publicación, en 2013, las autoridades argentinas se reunieron con agentes de la PF, para localizar a los fugitivos. El gobierno de Buenos Aires ofreció una recompensa de 61 mil dólares para obtener información sobre ellos.

Rodolfo Walsh, que por entonces integraba la agrupación Montoneros, fue secuestrado en el barrio porteño de Constitución el 24 de marzo de 1977, primer aniversario del golpe militar, mientras difundía las primeras copias de la famosa Carta abierta de un escritor a la junta militar. Algunas versiones indican que el periodista se tiroteó en la vía pública con el grupo de tareas cuando intentaron capturarlo.

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© Publicado el martes 07/07/2015 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

  

viernes, 1 de mayo de 2015

Reportaje a María O´Donnell... @dealgunamanera...

“Desde el cautiverio, Born negoció su propio rescate con los Montoneros”…

Born. Jorge dio detalles del secuestro de 1975 a María O’Donnell. “Nunca había hablado públicamente del caso y por algún motivo (acababa de cumplir 80 años) me parece que tenía ganas de hacerlo”, dijo la periodista. Foto: Darío Giustozzi

En Born, la periodista investigó el secuestro por el que se pagaron 60 millones de dólares. Esta semana, con el comienzo de la Feria del Libro, una verdadera multitud se agolpa en el predio de La Rural, y entre las novedades que se presentan hay un libro que me interesó particularmente.

Born, de María O’Donnell (Sudamericana), relata e investiga el secuestro por cuyo rescate se ha pagado el mayor precio de la Historia. Nos referimos, claro, al secuestro y rescate de Jorge y Juan Born, por los cuales se terminó pagando sesenta millones de dólares.

Con infinita paciencia, O’Donnell no solamente ha investigado archivos y relatos sino que logra conversar largamente con una de las víctimas, Jorge Born, quien a su vez se muestra por primera vez hablando en público de aquellos meses atroces.

—Yo estaba haciendo un libro sobre el financiamiento de la política –explica María–, quería contar casos que mostraran cómo el que aporta plata obtiene algo a cambio. Necesitaba ejemplos y recordé el indulto a Firmenich. Como Firmenich había hecho aportes a la campaña de Menem, me metí con esa historia y, en realidad, descubrí que esa plata que venía de Cuba tenía que ver con el secuestro de los hermanos Born y, cuando comencé a investigar, me pareció increíble que esa historia no se hubiera contado en detalle. Se trataba, nada menos, que de los dos hijos de uno de los titulares del emporio económico más importante de la Argentina. Estuvieron nueve meses secuestrados (desde septiembre de 1974 hasta junio de 1975). A Juan lo liberaron unos meses antes pero Jorge cumplió todo aquel tiempo inexorable.

—¿Quiénes intervienen directamente en el secuestro?
—La cúpula montonera ordena el secuestro conducida por Firmenich y el sistema de inteligencia hace todo el relevamiento en el que 
Rodolfo Walsh desempeña un rol de búsqueda de datos aun cuando, en ese momento, no era el jefe de inteligencia. Los que realizan el secuestro propiamente dicho son los integrantes de la Columna Norte de Montoneros, cuyo secretario militar era Galimberti. Estaba a cargo de Fernando Vaca Narvaja pero quien lleva adelante el secuestro es Roberto Quieto.

—Las crónicas de la época recuerdan que, en la Avenida del Libertador, se encontraba presuntamente trabajando una cuadrilla de falsos operarios que interrumpe el paso de los Born y procede a secuestrarlos mientras mueren el chofer y Alberto Bosch, que ocupaban los asientos delanteros del auto.
—En aquel momento, el presidente de Bunge y Born era el padre de los hermanos Born. Jorge y Juan tenían entonces 40 y 39 años, respectivamente, y comenzaban a desempeñarse en cargos de responsabilidad de la empresa. Como los Montoneros preveían un secuestro muy largo, consideraron la edad avanzada del padre y optaron por los hermanos que, por otra parte, viajaban siempre juntos (por motivos de seguridad) desde la magnífica casa de Beccar hasta sus oficinas del Microcentro. En cuanto se produce el secuestro, Juan cae en una crisis psíquica muy grande y los carceleros advierten que iba a costar mucho que se adaptara a vivir en una de las celdas que les habían destinado. Durante meses, los hermanos Born estuvieron separados sin saber que ocupaban celdas contiguas. Aquellas “cárceles del pueblo”, como las llamaban los Montoneros, habían sido construidas especialmente para ellos y estaban separadas por aislaciones de telgopor que aislaban las paredes y no permitían ninguna filtración de ruidos. Esto, te repito, los hermanos no lo supieron mientras estuvieron en cautiverio. Tampoco conocían el destino que había sufrido el otro hermano.

—Es notable tu investigación acerca de los infinitos y complicados trámites que precedieron a la aceptación del rescate y, luego, a la forma en que se hizo…
—Los Montoneros comienzan pidiendo 100 millones de dólares –resume María– y allí se encuentran con algo inesperado como es la resistencia a pagar del padre de los Born… Cuando lo llamaban, les cortaba el teléfono y los Montoneros, sorprendidos, le decían a Jorge Born (hijo): “Pero ¿de qué está hecho su padre? Cuando lo llamamos nos corta la comunicación…”. Pero la respuesta de Jorge era invariable: “Ustedes no conocen a mi padre…”. En efecto, parece que el padre era un hombre muy estricto, puritano, a quien le costó mucho tomar la decisión de pagar el rescate. El mismo Jorge hijo sabía que su padre no pagaría 100 millones de dólares aunque los tuviera. Y allí empieza la dificilísima negociación en la cual, de alguna manera, el quiebre psíquico de Juan hace que los Montoneros le demuestren a Jorge que su hermano estaba muy debilitado. Jorge, entonces, escribe a su padre pidiéndole que, por favor, negocie con los captores. Allí empieza entonces una muy larga negociación…

—Claro. No era solamente dinero de la familia sino también de la empresa, ¿no?
—Sí. Los socios eran también los Hirsch. Bunge y Born eran comerciantes de granos y vienen a la Argentina desde Bélgica. Al cabo de un tiempo, Bunge vuelve a Bélgica y sólo Born queda aquí. En aquel momento, también de Bélgica, llegan los Hirsch, y allí se constituye una sociedad que, si bien seguía llamándose Bunge y Born, tenía también como socio a Mario Hirsch junto a Jorge Born padre como presidente. Los Hirsch estaban muy agradecidos a la familia Born, a pesar de no haber sido socios fundadores, y esto explica el formidable empuje que brindó Mario Hirsch a la compañía, haciéndola crecer en forma tal que, de ser una empresa exportadora de granos pasó a ser también propietaria de fábricas textiles, de alimentos y de productos químicos. Eran los principales industriales de la Argentina. En este libro, Jorge Born (hijo) me contó que Mario Hirsch le dijo: “Vos disponé de la plata. Hacé lo que quieras…”. Y ésos son fondos que termina poniendo la compañía Bunge y Born.

—Según tu relato, entonces, ése es el dinero que, cuando se paga el rescate, Montoneros deposita en Cuba…
—Los Montoneros fueron cobrando en distintas y sucesivas etapas. Primero cobraron la plata en pesos: tenían muchas deudas y, después, cuando ya estaban clandestinos (en el gobierno de Isabel Perón), no tenían obviamente cuentas bancarias ni podían administrar aquel dinero. Se preparaban para una larga clandestinidad y fue entonces cuando Firmenich viaja a Cuba y establece una negociación con el gobierno de 
Fidel Castro para depositar parte del rescate en Cuba, vía valija diplomática con escala en Perú porque, en aquel momento, Perú tenía vuelos directos, sin escalas, a Cuba. Una parte del dinero fue llevado así…

—Pero, ¿esa plata vuelve de Cuba?
—Bueno, éste es uno de los misterios de la plata de los Montoneros: una parte va a Cuba y otra es confiada al banquero 
David Graiver. Graiver estaba muy necesitado de dinero para comprar algunos bancos en los Estados Unidos. Tenía vínculos con Quieto y otros montoneros y ofreció pagarles muy buenos intereses. En aquella época de clandestinidad, los Montoneros les pagaban un sueldo a sus soldados, etc., y a David Graiver le era más fácil pagarles altos intereses (alrededor del 9%) en dólares. Con Cuba el tema era más complicado porque allí estaban prohibidos los dólares y, por lo tanto, no recibían remesas mensuales como las que les garantizaba Graiver. Por eso decidieron dividir aquel dinero entre Cuba y Graiver. Durante la dictadura, la cúpula Montonera se exilió primero en México y luego en Cuba. Se financió la contraofensiva, etc.

—Tampoco se aclaró nunca la misteriosa muerte de David Graiver en un accidente aéreo en el que también mueren los pilotos…
María rememora tramos de su libro:
—Ellos le habían dado a David Graiver 16 millones de dólares en Suiza porque, en un momento determinado, Born ya no podía seguir trayendo más dólares a la Argentina. A Born (padre) la Aduana le incauta valijas con millones de dólares y cuando se lo explicaron a Jorge (hijo), que estaba secuestrado, éste comentó: “Así no se pueden hacer las cosas…Cobren afuera…”. Pero, ¿cómo iban a hacer los Montoneros para cobrar en Suiza? Es allí cuando salen a buscar a David Graiver, quien tenía una estructura montada con bancos afuera, en el mundo, además de los que ya administraba aquí. Entonces, los Montoneros le dan a Graiver 16 millones de dólares, que eran una parte de los secuestros de los Born, y otra del secuestro de Metz, un directivo de Mercedes-Benz. Los 16 millones de Graiver están documentados, están los papeles, crean una sociedad panameña. Con Cuba, en cambio, nunca quedó claro cuánto depositaron allí.

—¿Dónde vivía Graiver?
—Parte en México y parte en los Estados Unidos porque todavía no tenía todos los papeles para Estados Unidos y, en un vuelo privado, como recordamos recién, se estrella y muere… Los Montoneros, entonces, presionan a la viuda, 
Lidia Papaleo, señalándole que existía una deuda de 16 millones de dólares y que ellos pretendían que la familia devolviera el dinero que ellos habían puesto. La muerte de Graiver es anterior al golpe del 24 de marzo de 1976 y allí aparece el doctor Paz, que reclama el dinero a Lidia Papaleo. En definitiva, los Montoneros pierden ese dinero. Nunca logran recuperarlo. Mucho después, con el correr de los años, a partir de una indemnización que Alfonsín le otorga a Lidia Papaleo, Born logra recuperar algo del dinero del rescate. En cuanto a los Montoneros, nunca consiguen recuperar la plata que le habían confiado a Graiver.

—¿Y el dinero de Cuba?
—Después del misterioso accidente de Graiver, los Montoneros dicen que a Graiver lo mató la CIA o alguna otra agencia, y en mi libro, Raúl Magario (jefe de finanzas de los Montoneros) relata que él recibió la plata de los Born en Suiza y que, poco antes de la muerte de Graiver, la conducción lo envió a Uruguay para un encuentro con Graiver. Tenía que hacerle una advertencia: “¡Usted se tiene que mudar de los Estados Unidos porque lo van a matar!”. La conducción le pide que vaya a Alemania y David Graiver no lo entiende así porque su padre ya era grande y no sabía hablar alemán, y no podría cuidarse, etc. En realidad, nunca se comprobó que la muerte de Graiver haya sido un crimen. Quedó como un accidente.

—Más allá del trabajo de investigación de tu libro, hay un hecho muy interesante como es el haber podido conversar directamente (y por primera vez) con el sobreviviente Jorge Born…
—Sí, él nunca había hablado públicamente del secuestro y por algún motivo, cuando fui a verlo por primera vez (acababa de cumplir 80 años), me parece que tenía ganas de hablar… Al principio yo no estaba segura de que quisiera colaborar pero se fue dando realmente una situación en la cual él decidió que iba a contar la historia de su secuestro tal cual había sucedido…

—Sí, llama la atención la tranquilidad con la que hablaba con sus captores… ¿Incluso, discutía con ellos?
—Sí –explica María–, yo entrevisté a Roberto Perdía (uno de los integrantes de la cúpula montonera), y en esto coinciden los testimonios de los Montoneros con el testimonio de Born. No es que Born cuente solamente que él tuvo una enorme fuerza de voluntad y se puso a negociar sino que los propios Montoneros dicen que Jorge (hijo) resultó clave para que ellos pudieran negociar con el padre. Y también señalan que el que llevó adelante la negociación no sólo por su vida sino también por la de su hermano, negociando simultáneamente con los Montoneros y su padre, fue Jorge (hijo) ¡desde su celda de cautiverio!

—Deben ser circunstancias que requieren de una enorme sangre fría…
—Desde ya. Hay que recordar que éstos eran ricos herederos pero que también habían sido criados con cierta severidad de parte de su padre, quien los hizo empezar como pinches en la
compañía; que habían hecho la colimba (en aquel tiempo no era habitual entre gente rica) y, en el caso de Jorge, ¡durante un año y medio! El me dijo que esa experiencia de una larga conscripción le había servido para estar preparado para lo que, luego, fue la cárcel de los Montoneros…

—Se dijo, también, que cuando Born (padre) dudaba de pagar el rescate por no ser dinero de su propiedad, su esposa lo amenazó con el divorcio si no lograba la liberación de sus hijos…
—Jorge (padre) envió a su esposa y a toda la familia al Uruguay porque no entendían que había que esperar y negociar… Entonces, después del secuestro (también el ERP había secuestrado a mucha gente), Jorge (padre) se queda solo a cargo de la negociación. En un momento dado, parece que sus carceleros le decían a Jorge (hijo): “¡Escríbale a su madre para que lo conmueva!”, a lo cual Jorge (hijo) recordó para este libro que su respuesta fue: “¡Ustedes no lo conocen!  No le voy a escribir a mi madre porque no lo va a conmover”. En verdad, fue él quien le escribió a su padre, a quien admiraba por una parte pero cuya dureza no podía dejar de reconocer…

—Sentimientos mezclados…
—Cuando Jorge le escribía a su padre sabiendo que no iba a pagar 100 millones, ¡le decía que estaba hablando con sus captores para conseguir un descuento! Te reitero que terminan pagando 60 millones de dólares pero, cuando Jorge sale del cautiverio, encuentra a su padre muy desmejorado. Sintió que haber tenido que pagar el rescate significaba, para su padre, una derrota…

—Debe haber sido muy interesante humana y periodísticamente conocer al protagonista de esta terrible historia…
—Bueno, se fue generando un vínculo a raíz de esas largas conversaciones. Me recibió siempre en su oficina del centro de la Capital. Una oficina muy sencilla: pequeña, bien iluminada pero, te repito, ¡muy sencilla para lo que uno podría esperar de alguien tan rico y poderoso! Nada ostentoso: diplomas con el título del Colegio Nacional de Buenos Aires y de la Universidad. Y un gran retrato de su padre, por quien, hasta hoy, siente una gran veneración…

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© Escrito por Magdalena Ruiz Guiñazú el lunes 27/04/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

domingo, 19 de abril de 2015

Razón y Pasión… @dealgunamanera...

Razón y Pasión…


Cuentan algunos memoriosos que antiguamente se enterraban las coplas anónimas escritas en prolijos trocitos de papel y en el mismo lugar se plantaba un árbol para que el viento las inmortalizara. El 13 de abril, cuando murió Eduardo Galeano, sus palabras ya estaban clavadas en la memoria colectiva de América latina y sus libros ya eran inmortales.

Perteneció tácitamente a una saga de escritores, de referentes ineludibles de las luchas revolucionarias: Ernesto Cardenal, Juan Gelman, Haroldo Conti, Paco Urondo y Rodolfo Walsh, entre otros. Ellos fueron parte de un movimiento cultural paralelo al llamado Boom latinoamericano. Bajo ese rótulo se inscriben los novelistas que se hicieron mundialmente conocidos por su pluma y porque tuvieron la suerte de llegar a los mercados internacionales a través de la traducción, los viajes, el exilio o simplemente gracias al apoyo de diversas editoriales europeas.

El conjunto de escritores a los que pertenece Galeano tuvo un origen, una identidad política semejante y un profundo arte militante. Incluso, un núcleo literario que marcó un hito: la revista Crisis, dirigida por el propio Galeano y fundada por Fico Vogelius, un soñador que vendió nada menos que un Chagall para costear la publicación. Crisis era sostenida también por las reflexiones de Conti, Gelman, Urondo, Zito Lema y tantos otros. Ellos no siempre contaron con el marketing editorial y la visibilidad del Boom, pero tuvieron el empuje de la oleada revolucionaria regional como energía literaria funcional a la reproducción y difusión de sus obras, tantas veces prohibidas, tantas veces censuradas, pero siempre murmuradas al oído de los militantes por los libres de pensamiento.

Eduardo Galeano y la mayoría de los colaboradores de Crisis tuvieron un  común denominador: eran más poetas que novelistas, eran periodistas de raza y mantuvieron una coherencia ideológica inquebrantable. El mismo Galeano expresó una vez: “Crisis fue un largo acto de fe en la palabra humana, solidaria y creadora. Por creer en la palabra, en esa palabra, Crisis eligió el silencio. Cuando la dictadura le impidió decir lo que tenía que decir, se negó a seguir hablando”.

En este sentido, apelando a la razón y al sentimiento, bien se podría definir a la “Carta Abierta a la Junta Militar”, de Walsh, y a Las venas abiertas de América Latina, de Galeano, como dos pilares de un movimiento cultural sin precedentes en nuestro continente. La primera encarna el alegato más contundente contra la dictadura cívico militar. La segunda, quizás sea la proyección sudamericana de Los condenados de la tierra, de Frantz Fanon.

Eduardo Galeano, sin otro recurso que su palabra, creó el templo de la sabiduría popular. Cada vez que un joven abra sus libros entenderá que la revolución es una muchacha encendiendo la luna sobre los montes, las piedras y los mares de la Patria Grande. Nadie lo dijo mejor que Osvaldo Bayer, otro de los históricos de Crisis: “Ha muerto el mejor de todos”.

© Escrito por Adolfo Marino Ponti, poeta y periodista el domingo 19/04/2015 y publicado por http://www.miradasalsur.com.ar de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




sábado, 4 de abril de 2015

Maximalistas… @dealgunamanera

Maximalistas…


Cualquiera podría decir que Máximo Kirchner es el candidato del Grupo Clarín si la afirmación no sonara tan absurda. Pero fue la corporación mediática la que lo sacó de su casa en Río Gallegos y lo convirtió en el centro de un revuelo de declaraciones y cadenas espontáneas de radios para reproducir su conversación con Víctor Hugo Morales. El plan mediático opositor buscaba el efecto contrario, querían usar la denuncia para profundizar el impacto del paro de transporte por el Impuesto a las Ganancias. Sin colectivos ni trenes, la ciudad quedó vacía. Y encima, el hijo de la Presidenta y referente de La Cámpora aparecía con una acusación de corrupción. Un escenario ideal para el fin de ciclo apocalíptico con el que se ilusiona la corporación mediática.

Pero reinciden al dejar que esa ilusión obnubile su visión de la realidad. La información periodística ya no discurre con el halo de palabra santa con que la adornaron los que abusaron del discurso de los “independientes”. La sociedad, el ciudadano, va recuperando criterios propios de verificación y decodificación. Los medios y los periodistas han sido desmitificados, por lo menos por una parte de la sociedad –tanto opositores como oficialistas–, salvo por aquellos de ambas trincheras que prefieren todavía creer sólo en la información que les conviene.

La denuncia pretendía contribuir a lo que había iniciado el paro, pero estaba tan floja de papeles que disipó esos vapores tóxicos para el Gobierno e instaló una posible candidatura de Máximo Kirchner, algo que por lo menos hasta ese momento no se había planteado. Al día siguiente del paro, nadie hablaba de sus efectos porque la sociedad estaba enfocada en el discurso de un Máximo Kirchner al que no le significó gran esfuerzo desmentir la acusación ante un auditorio masivo y espontáneo que le envidiaron todos los candidatos presidenciales.

Quisieron hundirlo, pero lo promovieron. El dispositivo de las corporaciones mediáticas de la oposición no funcionó como otras veces. No hubo impunidad para una denuncia inconsistente. Tampoco la hubo antes para la inconsistencia de Alberto Nisman, aunque su muerte inoculó una dosis de dramatismo que suplió la falta de pruebas. El 18F fue por la conmoción que produjo la muerte del fiscal y no por una denuncia cuya mala fe quedó rápidamente demostrada.

El acto fallido del Grupo Clarín en el ataque a Máximo Kirchner reveló una fractura en la capacidad de manipulación mediática que el mismo grupo todavía no acierta a asumir y esa ceguera lo lleva a reincidir. La maniobra puso en evidencia otros mecanismos que la completan. Apenas se publicó la denuncia y antes de que se comprobara su veracidad, la diputada Patricia Bullrich presentó un pedido de informes y sus colegas de la Coalición Cívica, Fernando Sánchez y Paula Oliveto, pidieron al fiscal Pollicita que la incorpore a una causa. Es un mecanismo sincronizado. Un medio opositor hace una denuncia sin pruebas, y por lo tanto puramente difamatoria y en esencia mentirosa, y hay diputados que trabajan en el inodoro de la política, para amplificarla y darle entidad judicial con la complicidad de algún fiscal o juez amigo. Forma parte del juego político concebido como un escenario donde se ganan y se pierden puntos.

Para muchos, la política es nada más que eso, un juego sin moral. Pero este mecanismo se convierte en una bomba de profundidad para el sistema democrático. Los periodistas, los medios, los políticos y los funcionarios judiciales que coadyuvan en este mecanismo invierten el concepto constitucional sobre el que se basa el funcionamiento de la Justicia. No solamente por la difamación como práctica inmoral, sino también porque al aceptar como veraces y dar curso a denuncias que no tienen pruebas obligan al acusado a ponerse en el plano de demostrar su inocencia, cuando la definición constituyente, el corazón de la justicia democrática, es justamente la contraria: el sistema está obligado a demostrar la culpabilidad del acusado y no éste su inocencia. No se lo puede dar por culpable sin pruebas y sólo por conveniencia política como hacen estos políticos que degradan su actividad con una práctica que es propia de las dictaduras y los autoritarios.

La lógica de los medios es igual de perversa. Si alguien que es acusado de ladrón sale a responder, entonces los medios que originaron esa acusación sin pruebas reales, publican: “Fulano de tal dice que no es ladrón”. Diga lo que diga está condenado de antemano.

Además de su inconsistencia, en este caso la denuncia contra Máximo Kirchner coincide con una campaña contra la Argentina sobre cuentas en el exterior que vienen de-sarrollando los fondos buitre a través de su Task Force. Es una combinación temática de cuentas en el exterior con complicidades iraníes. Toda la novela, en clave supuestamente erótica entre Chávez y la entonces embajadora Nilda Garré, con espionaje bolivariano-iraní en el medio, cuyo objetivo era descubrir secretos atómicos argentinos, para lo cual se depositaban sumas millonarias en dólares desde el año 2005 en bancos norteamericanos, iraníes y de las islas Caimán, puede ser creíble para lectores malintencionados de la revista Veja, pero en la Argentina resulta periodismo escatológico. Leonardo Coutinho, de la revista Veja, viene publicando artículos cuyas fuentes son “ex altos funcionarios chavistas arrepentidos” o “un investigador financiero norteamericano” a los que nunca identifica. Estas fuentes le confirman desde conspiraciones para matar a Nisman hasta las cuentas de Nilda Garré y Máximo Kirchner en el exterior.

Usando la misma fuente sin identificar, Clarín se limitó a publicar lo de las cuentas, sin la novela soez de Coutinho porque acá sería aún más increíble. En 2005, Argentina estaba resolviendo la deuda externa. Néstor Kirchner creaba la Unidad Fiscal AMIA y se dedicaba, de allí en adelante, a denunciar en los foros internacionales a los acusados iraníes que, según esa información, venían depositando sumas millonarias en cuentas del hijo del presidente que los denunciaba en forma sistemática. La novela grotesca de Coutinho es incongruente con lo que sucedía en Argentina. Los medios opositores argentinos suelen levantar las publicaciones de este personaje, que parece más un mercenario a sueldo de los fondos buitre que periodista (o las dos cosas), para darles entidad local a estos exabruptos amarillistas. Ya lo hicieron con el fabuloso comando bolivariano-iraní entrenado por cubanos que habría asesinado a Nisman con pasmoso sigilo y prolijidad. Así como el fondo Elliot Management de Paul Singer invierte fortunas para comprar voluntades de congresistas y jueces norteamericanos, es evidente que en el reparto hay también para los medios de comunicación. Publicó solicitadas sólo en los medios opositores locales y convocó a conferencias de prensa, operó con información falsa sobre cuentas de funcionarios en el exterior y ahora utiliza este sistema para lograr un rebote local.

La presidenta Cristina Kirchner ha pedido a la Justicia norteamericana que publique los nombres de los titulares de esas cuentas. Pero la información que llega a los medios no proviene de fuentes oficiales, sino de fuentes turbias que nunca se identifican, ni en Clarín ni en Veja.

Esta semana falleció una querida compañera del gremio y de Página/12, la periodista Lilia Ferreyra, viuda de Rodolfo Walsh, una figura emblemática del periodismo de investigación. No está de más, como homenaje a Lilia, recordar que, al igual que ella, Walsh siempre se definió como un periodista comprometido, no como uno “independiente”. Y que las investigaciones de Walsh nunca fueron publicadas por los medios de las grandes corporaciones que hasta fines de los ’80 no daban lugar a este género del periodismo. Lo tomaron sólo para convertirlo en su propia herramienta. Las grandes corporaciones nunca van a publicar nada que comprometa a sus intereses y a los que representan. Para Lilia, que también fue lectora lúcida y correctora exigente de los trabajos de su compañero, la idea de periodismo comprometido de Walsh lo llevaba a ser extremadamente riguroso. En cambio, cuando el periodismo de investigación se convierte en la herramienta de intereses poderosos, no tiene la exigencia tan fuerte de rigurosidad, porque se la reemplaza en parte con una gran cantidad de artilugios que provienen de una fuente inagotable de recursos para construir una falsa credibilidad.

© Escrito por Luis Bruschtein el sábado 004/04/2015 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


sábado, 24 de enero de 2015

¿Quién mató a Nisman?... De Alguna Manera...

¿Quién mató a Nisman?...

Rehenes. Dibujo: Pablo Temes.

Señales inquietantes. Todo huele mal en torno a la muerte del fiscal. Su denuncia. Las cartas de Cristina. Las bandas de los espías. Y un Estado Pandilla. 

A Nisman le dieron pistas falsas. Lo sostuvo la Presidenta y también una autoridad jurídica como Zaffaroni, ecuánime evaluador de cualquier cosa que concierna al kirchnerismo. A su vez, Nisman, hace cuatro años, calificó como falsa la denuncia de Pepe Eliaschev sobre las negociaciones secretas con Irán. O sea que la que había sido “una falsedad” se convirtió más tarde en el núcleo de sus acusaciones a la Presidenta y al canciller.

Nisman afirmaba en su escrito que existía un plan para encubrir a los imputados iraníes. Y daba los nombres de una pandilla: D’Elía, Esteche, Yussuf Khalil, el camporista del riñón presidencial Andrés Larroque, Héctor Luis Yrimia y Allan, de quien todavía no podemos estar seguros si servía o no al Gobierno, estuviera o no en la nómina de la SI. En caso de que las operaciones hayan sido confiadas a esos sujetos, el panorama es tétrico.

Epistolario. El apresuramiento de Nisman por regresar a la Argentina abre preguntas todavía sin respuesta. Muchos kirchneristas se conduelen por una hija suya que estuvo tres horas sola en el aeropuerto de Barajas, como si éste, y no la muerte violenta de su padre, fuera el trauma de esa criatura.

La Presidenta, en su primera carta a los argentinos, no se olvida de mencionar a sus dos vástagos, Flor y Maximito, pero no tiene una palabra para la familia del fiscal. Todo sucede en esa carta como si quien la escribió fuera insensible. A la Presidenta le falta imaginación moral.

El estilo de esa primera carta es el de una enredada divagación, cuya chatura no impide que todo suene inapropiado y casi delirante. ¿La Presidenta no sabía que su carta iba a ser leída como la reacción oficial del gobierno argentino en el exterior?

De la segunda carta de la Señora Presidenta mejor no hablar. Nisman fue un cabeza de chorlito que le hizo caso a Stiuso (sólo porque así se lo había ordenado Néstor Kirchner) y si la Argentina le vende granos a Irán en algún momento, la Señora, con previsora táctica, le indica a la AFIP la lista de las empresas exportadoras. Si la primera carta era insensata, ésta es cruel y vengativa. Cristina Kirchner no escribe a la altura de la función que desempeña.

Llora por mí, Argentina. En la marcha del lunes pasado en Plaza de Mayo, vi un cartel que decía: “Nisman no se suicidó. Lo mató el miedo a la verdad”. Aunque se gritaban insultos a la Presidenta y su movimiento histórico (otro cartel: “Gobierno asesino y ladrón, mataste a Nisman”), había más gente emocionada y confundida que colérica. Muchos se abrazaban, buscando un cuerpo a cuerpo, un colectivo, un sujeto cuyo plural superara la confusión. Muchos lloraban.

Cuando los ciudadanos creen entender qué sucede, incluso cuando se equivocan, esta creencia es tranquilizadora. Por el contrario, cuando no se entiende, poco sirve atribuir una culpa a alguien. Esa noche en la Plaza, quienes culpaban al Gobierno no podían encontrar un relato que apoyara esa certeza, porque los fragmentos de “datos” y “hechos” pertenecen todavía hoy a una esfera oscura y cambiante.

La pesadilla no es sólo lo sucedido. La pesadilla es no entender lo que sucedió. Las pruebas que iba a presentar Nisman hablan de un pacto cuyos frutos serían de todos modos injustos para con las víctimas e irrisorios en términos de interés nacional. Si la denuncia de Nisman tenía bases ciertas, nos vendíamos barato.

El juego peligroso. Quizá dentro de veinte años, un historiador escriba este capítulo de nuestra política internacional señalando dos ejes: el amateurismo de la conducción diplomática local y el giro de la Argentina dentro de las zonas de influencia planetarias. En ese giro, el amateurismo argentino creyó que podía comportarse como país “grande” cuando, en realidad, ponía en práctica una estrategia poco responsable para un país que es tercera línea en la geopolítica mundial.

Y por si esto no alcanzara, están los espías y los servicios de inteligencia, una estructura de poder desconocida que cambió de jefe en diciembre. Ese cambio fue un presagio. 

Algo iba a suceder porque, sencillamente, nadie previó la enorme dificultad de reformar un servicio de inteligencia cuyos jefes no quedan nunca del todo a la intemperie. Mayor dificultad todavía si el nuevo jefe designado no es un experto. Mayor aun si, frente a un organismo típicamente corporativo como son los servicios, la Señora se ocupa de la única corporación que le quita el sueño: el periodismo y la megaempresa de Magnetto.

Argumento para Walsh. En su segunda carta, la Presidenta afirma que la operación contra el Gobierno no consistió en la denuncia de Nisman, promovida por Stiuso, sino en su asesinato. Las acusaciones del fiscal fueron simplemente un motivo aparente para que se pensara que sus (futuros) asesinos provenían del Gobierno.

Flor de trama para quien quiera ser el Rodolfo Walsh de esta etapa, aunque desconfío que haya aspirantes en el kirchnerismo. Walsh investigó el caso Satanowsky denunciando a los servicios y a un general del Ejército. Casi sesenta años después, sujetos igualmente protegidos por años de impunidad y chapucería política intervienen ya no en la disputa por la propiedad de un diario (como sucedió en el asesinato de 1957), sino en una guerrilla cuyo escenario son los niveles más altos del Estado.


© Escrito por Beatriz Sarlo el sábado 24/01/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




viernes, 7 de noviembre de 2014

Osvaldo Bayer, a 40 años de "La Patagonia Rebelde"... De Alguna Manera...


Osvaldo Bayer, a 40 años de "La Patagonia Rebelde": 
censura, exilio y anécdotas inolvidables...

 Foto: Diario La Nación. Ezequiel Muñoz.

En una entrevista con La Nación, el historiador recordó los días en que se estrenó la película, ganadora del Oso de Plata en el festival de Berlín; un repaso por su trayectoria.

"No es necesario agregar nada a la verdad histórica porque ésta tiene más fantasías que la propia fantasía", dijo alguna vez. Historiador, periodista, investigador, guionista de cine y también dramaturgo, amigo de Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, Paco Urondo y Osvaldo Soriano, entrevistador del Che Guevara, acusado de doble homicidio por su propio empleador de un diario patagónico, confinado a diez días en un calabozo durante el servicio militar por una confusión tragicómica-homosexual, preso en una cárcel de mujeres, amenazado por la Triple A y obligado al exilio en Alemania, nombrado persona no grata en el Senado por el menemismo. la vida de Bayer parece honrar sus propias palabras.

Anarquista, pacifista a ultranza y "defensor de los de abajo", como le dirá a La Nación, Bayer recorre el largo pasillo de su casa con pasos cortos, pesados, hasta que llega a un sillón en el pequeño patio del Tugurio, su casa-guarida en el barrio de Belgrano desde los siete años. Hace exactamente cuatro décadas, "La Patagonia Rebelde", la historia que marcó su propia historia, era censurada en su formato película. Hoy Bayer tiene 87 años, y sorprende con el nivel de detalle que recuerda de los hechos.

El 12 de octubre de 1974, pese a la autorización que había recibido meses antes del propio Juan Perón, el gobierno de Isabel, su esposa, a través de López Rega, censuró el film y el nombre de Bayer apareció en la lista negra de la Triple A, junto con el del director y el de sus principales actores.

Foto: Diario La Nación. Ezequiel Muñoz. 

-La película fue autorizada para su realización durante el gobierno de Cámpora y luego fue censurada por Isabelita a través de López Rega.
-Primero prohibieron mi libro sobre Giovanni [Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia; 1970], ya era una señal. Después de [Raúl] Lastiri sube Perón y él no me permite el final original del libro, que era el de las putas de San Julián. Entonces tuvimos que hacer otro, que es cuando los ingleses le cantan "porque es un buen compañero" al teniente coronel Varela. Se presenta a la censura en el Ente de Calificación y el miembro del ministerio de Defensa dice que no la aprueba. Como la censura tenía que ser aprobada por los cinco miembros, no estaba ni aprobada ni rechazada, sino en un limbo, pero no podía pasarse.

-¿Y cuándo finalmente se pudo exhibir?
-El secretario de prensa de Presidencia, Emilio Abras, nos cuenta que Perón todos los sábados a la noche pedía ver una película en Olivos, junto con Isabelita. Todos los lunes esperábamos el llamado. Pasaron los sábados, hasta que un día nos llamaron porque Perón había pedido que la den en todos los cines del país. No le creímos, pero era verdad. Perón había visto declaraciones del comandante en jefe del Ejército [Leandro Enrique Anaya], quien había dicho que obedecía a sus mandos superiores. "¿A quién si no? ¿Qué me está queriendo decir?", se enojó Perón, y entonces lo llamó a Abras para que pasen la película, donde el capitan Elbio Anaya, tío del general, actuaba [fue uno de los represores] en una de las huelgas. La película anduvo muy bien hasta que murió Perón; con Isabel, es prohibida un 12 de octubre. Y ese mismo día salgo en la lista de la Triple A. [Luis] Brandoni y [Héctor] Alterio también tuvieron que exiliarse.

Bayer es un férreo opositor a la conscripción obligatoria. Asegura que para él fue una pérdida de tiempo y recuerda con humor un extraño mal entendido. Un cabo primero, que estudiaba teatro, le consulta si lo ayuda a ensayar una escena donde él tiene que rechazar a su novia porque le fue infiel. Bayer actuó de su novia, y le abrazaba las piernas mientras que el cabo primero lo rechazaba. Justo en ese instante, entró un teniente coronel, y así relata el desenlace: "El teniente coronel me pegó una patada en el culo que todavía me duele. Al grito de 'Putos, putos, este cuartel está lleno de putos'. Yo estuve 10 días de calabozo y el cabo primero fue trasladado a Tandil".

"La Patagonia Rebelde" cuenta la historia de 1500 obreros rurales de Santa Cruz que fueron asesinados entre 1920 y 1921. Sus huelgas y rebeliones fueron reprimidas por el teniente Héctor Benigno Varela, enviado al Sur por el entonces presidente radical Hipólito Yrigoyen. Por entonces, los padres de Bayer vivían en Río Gallegos, a dos cuadras de la cárcel, y le contaron a él que escuchaban a la medianoche gritos aterradores: eran los huelguistas, reprimidos a sablazos por los guardias. Fue la primera vez que oyó hablar de los sucesos de la Patagonia. "Mi padre no podía superar la tristeza que le causaba la muerte de toda esa gente", cuenta Bayer.

Desde hace años que Bayer vive seis meses en la Argentina y seis en Alemania, donde se reencuentra con sus diez nietos y sus tres bisnietos. "No puedo estar sin la Argentina", reflexiona con la mirada fija en un punto.

Mientras la película era censurada en el país, ganaba el Oso de Plata en la Berlinale de 1974.

-¿Cree que su vida está cruzada por esa obra?
-Totalmente. Y por el libro de Severino Di Giovanni también.

-¿Por qué cree que pasó eso?
-Por la brutalidad de nuestra sociedad. ¿Cómo va a prohibir mis obras? Ahora, hagan escribir a historiadores que demuestren que lo mío es mentira. No pudieron encontrarme nada de inventado. Las críticas que me hicieron tienen que ver por cuestiones ideológicas. Mis héroes son los héroes de abajo, viste. Los huelguistas de la Patagonia, los anarquistas de Severino, los anarquistas expropiadores. Son héroes del pueblo. Y eso les da bronca a los milicos y a la policía.

-Usted se define como pacifista a ultranza, habrá tenido fuertes discusiones con su amigo Rodolfo Walsh sobre si tomar las armas o no.
-Sí, absolutamente.

-¿Cree que se justifica tomar las armas en algún momento?
-Mirá, yo no estoy en contra tampoco de eso. Pero yo no lo voy a hacer nunca. Soy amigo de la paz. Pero claro, con una dictadura y la desaparición de personas, qué otro método podés utilizar. Es decir, yo los justifico completamente a Rodolfo Walsh, al Paco Urondo y a Haroldo Conti, que fueron mis mejores amigos. Con Rodolfo Walsh, la última vez que me encontré, le dije: "¿Cómo es posible que hayas cambiado el marxismo por el peronismo?".Y él me dijo: "No te equivoques. Yo no soy peronista, soy siempre marxista, ¿pero dónde está el pueblo?". Y yo le dije: "Mirá, el pueblo peronista no los va acompañar". Y él me dijo: "Ya vamos a ver". Confiaba en el levantamiento del pueblo. Me dio pena, porque era el mejor de todos. El mejor intelectual de esa época. Era completo. Escritor y qué investigador.

Trailer de "La Patagonia Rebelde"


Director: Héctor Olivera; Guión: Osvaldo Bayer, Fernando Ayala, Héctor Olivera.
En esta película se retrata la confrontacion de dos clases sociales: La dominante (los terratenientes (tanto locales como fóraneos) y autoridades locales) y el proletariado: el sector obrero sindicalizado de tendencia anarcosocialista, liderados por Antonio Soto (Luis Brandoni), o explotadores-explotados, si esta mejor asi. 
Como contexto la Patagonia, propiamente dicho la provincia de Santa Cruz, alli por 1920, durante la presidencia del Dr. H. Yrigoyen. En este panorama nada alentador, en el que son paralizadas las exportaciones y las huelgas derivan en escaramuzas y saqueos, o excesos entre ambos bandos. El presidente resuelve enviar al Teniente Coronel Héctor Varela (Zabala en el film, encarnado por Héctor Alterio) para cambiar las tornas a la situacion.
Es un film historico y testimonial, basado en el libro de Osvaldo Bayer titulado: Los vengadores de la patagonia trágica. Notable pelicula cuya problematica planteada o visionado resulta ser, digamos, atemporal.


Roca y los Kirchner

El Tugurio es un caos de papeles por doquier. Con olor a polvo y humedad, a intelectualidad, a lectura y escritura. La puerta de calle, decorada hace poco con un mural en honor a los pueblos originarios, invita a recorrer un pasillo tan estrecho como una persona. En la pared de la izquierda, una repisa sostiene libros, papeles, diarios y hojas hasta el techo. Apenas avanzados unos pasos, a la derecha se abre una biblioteca oscura -las ventanas cerradas impiden el paso del sol de la tarde- donde la escena se repite: otra gran repisa sostiene libros, papeles, diarios y hojas del piso al techo. Hay de todo. En una mesa hay una caricatura de Bayer.

Cuando termina el pasillo, hay un pequeño patio, cuya pared está densamente cubierta de plantas que riega todos los días y que él mismo plantó. El patio comunica la casa con una pieza donde se repite el caos del intelectual (libros, papeles, diarios, distinciones y diplomas), y con una pequeña cocina (donde hay más libros). Entre todo ese caos, un cartel de una calle muestra otra de las batallas intelectuales de Bayer. "Av. Roca" dice la chapa ahora colgada en la pared y que, en alguna oportunidad, marcó una dirección en alguna ciudad. "Hemos sacado la calle Roca de 26 ciudades argentinas. Eso es un triunfo. Y acá el que se niega es Macri. Mientras esté él, va a estar la estatua del genocida ese", lanza Bayer. La figura de Julio Argentino Roca también es un leit motiv en la vida intelectual de Bayer, que lo considera un "genocida" por llevar adelante la Campaña del Desierto.

“Un crimen es un crimen. Por eso califico como los crímenes más grandes de la historia a la eliminación del indio en la Campaña del Desierto y la desaparición de personas”

Foto: Diario La Nación. Ezequiel Muñoz. 

-¿A qué otras calles les cambiaría el nombre?
-A la calle Rauch. Fue contratado por Rivadavia para exterminar a los ranqueles. Al hermano de Roca, Ataliva, que también tiene una ciudad en La Pampa, quien era el que cobraba la coima.
Bayer siempre defendió a los pueblos originarios, y su actitud le valió alguna vez la prisión en una cárcel de mujeres, luego de dar una conferencia en la localidad de Coronel Rauch, donde exigió a los mismos pueblerinos que le cambien el nombre a su pueblo.

-Algunos historiadores lo critican porque dicen que usted no analiza a Roca con las ideas de la época.
-Yo les respondería con documentos de Belgrano, Castelli y Moreno.

-¿Se puede ser libre y pertenecer a un partido político en busca de la verdad histórica?
-Mientras no se mienta. si ese partido cometió un error, hay que decirlo y publicarlo, y no esconderlo. No sé cómo reaccionarían los afiliados, si se responsabilizarían y harían autocrítica. El partido radical tendría que hacer la autocrítica por la represión de las huelgas patagónicas, a los obreros de La Forestal y los hechos de enero de 1919 contra los metalúrgicos. Fue una verdadera carnicería de la Policía Federal enviada por Yrigoyen. Siempre han callado la boca los radicales. Y el peronismo debería hacer la autocrítica por la actuación de López Rega, un criminal absoluto.

-¿Qué balance hace del gobierno de Néstor Kirchner?
-Néstor Kirchner hizo cosas más positivas que negativas. Por supuesto, que también se puede hacer alguna crítica. Pero es el primer presidente en tener el coraje civil de mandar a juicio a todos los asesinos de la dictadura. Es un gran mérito de él. Y más todavía, mandarlos a cárcel común y que el peor de todos, Videla, haya muerto en una cárcel común.

-Y al gobierno de Cristina Kirchner, ¿cómo lo ve?
-La veo también con cosas muy positivas y otras muy negativas. Desgraciadamente, hay mucha corrupción. Empezando por el vicepresidente, que ya tendría que haberlo hecho renunciar. Pero de los gobiernos después de la dictadura, ha sido el mejor.

-¿Qué opina del ascenso de César Milani?
-Una cosa así se hace para quedar bien con Dios y con el diablo. Pero mal hecho.

Son las cinco de la tarde y ya va casi una hora de entrevista. Osvaldo Bayer debe atender aún a cuatro periodistas más que están por llegar. El historiador traslada su disciplina historiográfica a su vida.Por eso, está levantado desde la cinco de la mañana. Asegura que a esa hora es cuando más productivo es. Se acerca la tardecita, y sus energías se van terminando, hasta que repentinamente, se reactiva y dice: "Me olvidé invitarlos con algo ¿Un pequeño whisky?"

© Escrito por Mauricio Caminos y Germán Leza el viernes 07/11/2014 7 y publicado por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Todo el contenido publicado es de exclusiva propiedad de la persona que firma, así como las responsabilidades derivadas.