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martes, 21 de mayo de 2013

Murió Videla… De Alguna Manera...


Murió Videla…


Murió Videla, claro, todos morimos algún día, pero hoy, cuando supe la noticia, sinceramente no sentí nada. En las redes sociales hubo festejos, puteadas, recordatorios, pero a mí, no me pasaba nada. Todo ese asco, toda esa revulsión, toda esa bronca acumulada que me causaba cada vez que lo veía, pasaron a un segundo plano y me puse a reflexionar todo lo que me hubiese gustado que viva para que diga lo que sabe a la justicia y a los familiares, para que le explique a la sociedad quienes le ordenaron la barbarie que desató con placer y hasta se debe haber regodeado con los aullidos de sus víctimas, pero ya es tarde, él no va a hablar, tampoco sus cómplices, ni siquiera para acusar a los que le ordenaron un genocidio y hoy son socios los más turbios negociados. Los mismos empresarios que en 1976 fueron a pedirle que ponga el país en orden, son los mismos que hoy celebran la democracia que supimos conseguir.

Si hay algo de mi vida personal con lo que siento un profundo orgullo es que siempre los odie, y esa es la palabra justa, siempre los odie con el odio de clase que me nace de lo más hondo de mis sentimientos y mis entrañas. Cuando veo todos los que quedaron en el camino, los que hoy no están, los que no pudieron ver un nuevo amanecer, la sangre se subleva y el insulto quema la garganta.

Murió en la cárcel, como morirán muchos de sus cómplices en el genocidio y en este momento me gustaría que fuéramos capaces de ver un poco más allá, porque ese “señor” que fue el dueño de la vida y de la muerte, fue simplemente un lacayo y acá no hay odio, porque de verdad fue un lacayo, de esos que no dudan en asesinar a un compatriota para defender los oscuros intereses del amo imperial. ¿Sentirán los argentinos la misma alegría cuando muera Henry Kissinger? Porque el señor Premio Nobel de la Paz fue uno de los arquitectos del genocidio en Latinoamérica.

Murió en la cárcel, solo, o acompañado de sus seguidores que es lo mismo que estar solo. Solo sin su adorado uniforme de asesino, sin sus jinetas, sin sus cuarteles, sin sus misa de once y todo lo que fue su tenebrosa vida. Ahora pienso que cuando estuvo preso en la cárcel de Magdalena don Goyo Pérez Companc le regaló a la esposa del asesino una vivienda frente a la prisión para que no tenga que viajar tanto y estén más tiempo juntos.

Murió en la cárcel ¿Murió hoy? Eso dicen las noticias, pero creo que no es verdad. Don Jorge Rafael murió hace mucho, sucumbió cuando decidió alinearse con los enemigos de la aurora, cuando eligió libremente hundirse en el peor de los basurales. Los médicos hablaran del estado de salud, de las patologías, pero para mí, murió de cobardía, enfermo de cinismo, y acorralado por sus fantasmas.

Desde lo más profundo de mi corazón yo no festejo su muerte, no me gusta celebrar la oscuridad, prefiero pensar junto con Mario Benedetti que siempre llueve sobre el surco y soy un militante de la vida. Prefiero recordar a los que no están cuando estaban riendo y celebrando el porvenir y sembrando utopías.

Murió Videla el dictador, el desaparecedor, el torturador, el asesino. El que desmanteló el país y lo hizo retroceder al Medioevo, el aprendiz de Torquemada. Murió Videla, murió el NADIE más grande del país.

© Escrito por Guillermo Berasategui el lunes 20/05/2013 y publicado por el plazademayo.com de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



jueves, 21 de marzo de 2013

Adolfo Perez Esquivell... De Alguna Manera...


Adolfo Perez Esquivel...

 
Francisco con Pérez Esquivel, uno de los primeros en salir a defenderlo. "Fue un reencuentro muy emotivo", dijo el premio Nobel de la Paz. Había negado cualquier relación de Bergoglio con la dictadura.

El papa Francisco, el argentino Jorge Mario Bergoglio, recibió este jueves en audiencia a su compatriota Adolfo Perez Esquivel, premio Nobel de la Paz 1980, informó el vocero vaticano Federico Lombardi.

"Fue un reencuentro muy emotivo. Estábamos muy emocionados los dos", comentó Pérez Esquivel ante la prensa a la salida del encuentro con el Papa. "Pidió que lo acompañemos con la oración, y yo ofrecí mi compromiso de trabajar para que su papado pueda estar al servicio del pueblo de Dios y de la humanidad", dijo el defensor de derechos humanos.

Y agregó: "Hablamos sobre la elección del nombre Francisco y sobre la importancia del diálogo ecuménico. 'Todos somos iguales, todos tenemos que construir la paz en el mundo', me dijo".

Esquivel viajó a Italia la semana pasada y después de conocerse la elección de Bergoglio afirmó que Francisco no fue cómplice de la última dictadura, como lo sostienen algunos medios periodísticos.

A Bergoglio "se lo cuestiona porque se dice que no hizo lo necesario para sacar de la prisión a dos sacerdotes. Sé personalmente que muchos obispos pedían a la junta militar la liberación de prisioneros y sacerdotes y no se les concedía", aseveró entonces Pérez Esquivel.

El Nobel de la Paz agregó que "Francisco podrá tener un papel de intermediación entre Argentina y Reino Unido en la cuestión de las Islas Malvinas". No obstante, se mostró poco optimista en que haya una solución rápida.

Esquivel, nacido en Buenos Aires el 26 de noviembre de 1931, fue apresado por la dictadura entre 1977 y 1978, período durante el cual recibió el Premio Memorial de Paz Juan XXIII otorgado por la Pax Cristi Internacional.

El titular de la organización no gubernamental Servicio Paz y Justicia (SERPAJ) obtuvo el Premio Nobel de La Paz en 1980 por "su lucha en favor de los Derechos Humanos".

"Recibo este Premio en nombre de los pueblos de América Latina y de manera muy particular de mis hermanos los más pobres y pequeños, porque son ellos los más amados por Dios; en nombre de ellos, mis hermanos indígenas, los campesinos, los obreros, los jóvenes, los miles de religiosos y hombres de buena voluntad que renunciando a sus privilegios comparten la vida y camino de los pobres y luchan por construir una nueva sociedad", dijo Pérez Esquivel al aceptar el galardón.

Poco después fue nombrado miembro del comité ejecutivo de la Asamblea Permanente de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos y contribuyó en numerosas misiones de paz.

© Publicado el jueves 21/03/2013 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



lunes, 24 de septiembre de 2012

Reportaje a Adolfo Pérez Esquivel... De Alguna Manera...

"Al que no está de acuerdo, se lo trata como a un enemigo"...

Voto. "Hay jóvenes que tienen conciencia crítica, valores, capacidad de análisis. Y esto a mí, personalmente, me gusta. Pero hay jóvenes que tienen pensamiento propio y otros no. Los hay muy dirigidos, y no estoy hablando sólo de los menores".

El Premio Nobel de la Paz cree que la convocatoria del jueves 13 fue un llamado de atención para el Gobierno y también para la oposición. Y denuncia el maltrato sufrido por las Madres de Plaza de Mayo que tienen una posición diferente a la del kirchnerismo.

El Premio Nobel de la Paz es un hombre de mirada serena pero muy firme, y sus palabras reflejan toda una posición de vida. Buscamos entonces su pensamiento ya que, a través de la calle, el país está discutiendo grandes temas.

—Creo que hay un alto grado de intolerancia y de confrontación –explica Pérez Esquivel–. Y esto no ayuda a la construcción democrática del país. Fíjese que la riqueza de un país está dada por la diversidad. Nunca por la uniformidad. Y es muy importante que los ciudadanos escuchen diversas voces, como corresponde en una construcción democrática. No es posible llegar a la intolerancia porque entonces se levantan muros y se dividen las aguas como si todo tuviera que ser blanco o negro. Recordemos a aquel sindicalista que decía “conmigo o sinmigo”. Y me parece que las cosas no son así. Además, el Gobierno tiene la obligación de escuchar las voces del pueblo. De no ser así, estaremos entrando en un callejón sin salida en el que o se piensa como dice el Gobierno o el ciudadano se convierte en un enemigo. Y el pueblo no es un enemigo. Podemos escuchar distintas voces, distintos criterios, y deben ser oídos. 

Por eso siempre digo que no entiendo por qué los pueblos tienen que honrar a sus gobernantes cuando son, en cambio, los gobernantes los que deben honrar al pueblo a través de las acciones y la construcción democrática. Todo esto, claro, en el respeto a la diversidad. Y lo que le estoy diciendo tiene mucho que ver con esa convocatoria del jueves pasado, que ni siquiera fue una marcha. Una concentración de gente que salió a la calle por su cuenta. Y esto no estuvo organizado por ningún partido político. Se sumaron voces diversas, incluso contradictorias. Lo que yo vi personalmente no puede estar de acuerdo con aquellos que reivindican la dictadura militar o el nazismo. O con aquellos que se ponen un pañuelo blanco y dicen: “La Constitución está desaparecida”. Estas son aberraciones y estoy totalmente en contra de esas posiciones. Pero, en cambio, estoy de acuerdo con que la gente salga a manifestarse en una acción democrática. No veo tampoco por qué tanto alboroto porque la gente salió a la calle. Siempre salimos a la calle. Yo no estuve en esa oportunidad pero respeto a la gente que salió a la calle y manifestó. Me parece que esto es válido. Ahora bien, querer denigrar o descalificar porque la gente salió... Eso no es bueno para la democracia.

—Además, hay cosas que son casi infantiles. Por ejemplo, hablar de “gente bien vestida”. Gracias a Dios, la clase media argentina no tiene por qué estar andrajosa…
—Y yo me pregunto –continúa Pérez Esquivel–: ¿por qué hay que salir a la calle mal vestido? Fíjese que los que dicen estas cosas siempre están bien vestidos. Entonces, ¿por qué se descalifica a la gente por estar bien vestida? Me parece que estas cosas no ayudan. Tenemos que serenar los ánimos, tratar de analizar hoy dónde estamos parados en el país. Mire, la democracia no se regala. Son espacios a construir y todos somos responsables de esto. Pero también creo que si esto es un llamado de atención al Gobierno, no es sólo un llamado de atención al Gobierno nacional sino también a los gobiernos provinciales. ¿Por qué? Pues, simplemente, porque la manifestación no fue únicamente en Plaza de Mayo. Fue también en el interior del país. Es un llamado de atención, como le decía, también a los gobernadores que son señores feudales. A la oposición que no ofrece alternativas. Es decir, vivir lo dividido sin tener la capacidad de generar un proyecto común para superar las crisis. Porque no basta con ser oposición y decir “esto no me gusta”. Hay que hacer propuestas superadoras a la situación del país. Y éste es el ejercicio del azar democrático.

—Y usted, Pérez Esquivel, que es también padre y abuelo, ¿cómo ve a los chicos de 16 años votando? En este momento es un tema que se está discutiendo en el Congreso…
—Mire, hay jóvenes que tienen conciencia crítica, valores, capacidad de análisis. Y esto a mí, personalmente, me gusta. Pero hay jóvenes que tienen pensamiento propio y otros, no. Los hay muy dirigidos y no estoy hablando sólo de los menores. También esto ocurre con los adultos. Entonces, creo que hay que evaluar todo esto. Por ejemplo, en la cuestión de Minoridad, nosotros trabajamos con los jóvenes, y a veces el joven tiene el análisis político necesario para después poder elegir sin ser dirigido. Que tenga la responsabilidad y la opción de poder estar en un acto electoral. También, a veces me doy cuenta (y estamos trabajando mucho con el problema minoridad) de que quieren bajarles a los chicos la edad de imputabilidad a 14 años. Y en esto nosotros, el Servicio de Paz y Justicia, junto con muchas otras organizaciones, no estamos de acuerdo. Que esto, entonces, no se utilice. Nosotros trabajamos en redes. Que no les bajen la edad de imputabilidad para penalizar a los menores al decir “son responsables y entonces hay que meterlos en la cárcel”. Creo que hay que analizar detenidamente todo esto y no dejarse llevar por las narices porque el Poder Ejecutivo presenta un proyecto de ley para que los menores voten a los 16 años. Son temas delicados. Hay que tener cuidado.

—¿Usted no cree que incorporar a extranjeros y chicos de 16 años en el padrón electoral es una forma de compensar el nivel de las encuestas, que han bajado para el Gobierno en los últimos meses?
—No lo sé. No quiero entrar en esa reflexión. En otros países los extranjeros votan pero no para elegir jefe de Estado. Lo hacen en las elecciones regionales. Por ejemplo, en España. Personalmente, yo tengo la doble ciudadanía pero en España voy a votar sólo regionalmente. Por ejemplo, en la Comisión Provincial por la Memoria, que presido junto al doctor Hugo Cañón, tenemos el programa Jóvenes y Memoria. ¡Hay que ver los excelentes análisis críticos, el trabajo fantástico que realizan esos jóvenes! Son chicos de 15, 16 y 17 años que tienen posiciones muy claras desde el punto de vista social, cultural y político. Creo que es importante que esto se analice y que se pueda evaluar correctamente. También es interesante consultarlo con los jóvenes: qué quieren y cómo lo quieren. Sería bueno, tal vez, haber hecho una consulta popular entre los jóvenes.

—¿Un referéndum?
—Sí. Y hablando de referéndum, la reforma constitucional del año ’94 habla de plebiscitos y referendos. Pero, hasta ahora, nuestros legisladores no lo han votado. Y me estoy refiriendo al año ’94 hasta hoy. Entonces, con este estado de cosas, no puede haber una democracia participativa. Estas son democracias delegativas pero no participativas. El Gobierno decide y se hace tal y cual cosa. ¡Y dicen que nos representan! No sé si nos representan.

—El otro día, el presidente de la Corte Suprema, el doctor Lorenzetti, decía que no es el caso de Constituciones del pasado como podría ser el Código Napoleónico, sino que la generación que hizo la reforma del ‘94 está actualmente muy activa en el Gobierno, en la Legislatura, en puestos públicos. No estamos hablando de otra generación.
—Sí, creo que es una generación que hoy está actuando. Yo recuerdo muy bien a un querido hermano como Jaime de Nevares, obispo de Neuquén, que renunció a ser constituyente pero insistía mucho en que yo lo fuera. Sin embargo, cuando hablamos del tema yo le decía: “Esto se hace para la reelección de Menem”. Fui a Neuquén a ver a De Nevares y cuando le pregunté: “¿Por qué has renunciado?”, él me contestó: “Mirá, renuncié porque eso era como fumarse un cigarrillo encendido por las dos puntas”. Era quemarse por cualquier lado y él no podía ni quería traicionar ese mandato del pueblo. Su renuncia se produjo cuando advirtió que se tomaba otro camino. Entonces, creo que hay cosas que tenemos que ajustar si queremos vivir en democracia. Hay muchas contradicciones. Cosas que nos preocupan en nuestro país y que están relacionadas, por ejemplo, con los derechos humanos como es el derecho de los pueblos. Me refiero a la persecución a los indígenas, el despojo de sus territorios. Creo que en muchos casos (y lo digo con todas las letras) el Gobierno tiene la política del avestruz. Me refiero, por ejemplo, al ministro Randazzo. Durante todo este año, la Comisión de Garantes en la Cuestión Indígena no ha tenido reuniones. Y cada vez que se le llama, el ministro se esconde. Entonces, esto no es correcto. Este es, fundamentalmente, un gobierno de confrontación y no de diálogo. Nunca hemos podido dialogar en nada.

—¿Y el tema de las cárceles, Pérez Esquivel?
—En esta área podríamos decir que, en la provincia de Buenos Aires tenemos jurisdicción. No trabajamos en cárceles generales porque no es el ámbito de la Comisión Provincial por la Memoria pero la situación de las cárceles es grave no solamente en la provincia de Buenos Aires. En las cárceles federales y en el país no se puede seguir en esta situación porque ahí se está violando el derecho de las personas. Y por más que esas personas hayan cometido un delito y cumplen entonces una reparación a la sociedad, hay que recordar que son seres humanos. Y deben ser tratados con equidad y justicia. Hay también otros problemas graves: la fuerte represión a la gente que reclama por la situación de las mineras. No estamos en contra de la industria minera sino de una explotación irracional que va a contaminar el agua y los recursos naturales. Y eso va a ser un daño permanente para el pueblo argentino. Fíjese que, entonces, dentro de unos años, en vez del vergel que es nuestro país pasaremos a tener tierras arrasadas con un alto índice de contaminación. En vez de dialogar, a esa gente se la reprime. Estas son entonces violaciones a los derechos humanos como derechos de los pueblos. ¡Y tenemos la obligación de denunciarlo! Y de pedirle al Gobierno que corrija esas políticas, que no son buenas para el país.

—Usted dice que sobre esto no hay diálogo.
—No. No hay diálogo. Lamentablemente. El otro día fueron Nora Cortiñas, el obispo Aldo Etchegoyen y algunos indígenas para presentar una carta en Casa de Gobierno y no sólo no los dejaron entrar sino que la Guardia de Infantería no los dejó pasar.

—¿Cómo?
—Sí. Y los presionaron empujándolos hasta la reja de la Casa de Gobierno. ¡Esto no se hace! Yo no pude acompañarlos ese día pero es muy preocupante que ocurran estas cosas con las Madres de Plaza de Mayo que tienen una posición diferente a la del Gobierno y con los miembros de la Comisión de Garantes que iban a pedir una reunión con la Presidenta para tratar el problema de los pueblos originarios.

—Pero explíqueme, Pérez Esquivel: ellos entraron, fueron a mesa de entradas...
—¡No! ¡Nada! ¡En la reja, nomás! Pero las cosas son así… Entonces, si no se está de acuerdo con alguien, hay que tratarlo como a un enemigo. Hasta ahora, la Presidenta no sólo no nos ha recibido nunca sino que jamás dio señal de atender este grave problema. Y digo grave porque aquí hay muertes, causas judiciales, persecuciones. Ayer estuve con Félix Díaz (dirigente de la etnia qom) de la comunidad La Primavera de Formosa, que defiende sus tierras. En Formosa tienen un gobernador, Gildo Insfrán, que es un señor feudal y quiere suplantar las comunidades indígenas con gente que le es adicta. Insfrán no reconoce los derechos de los representantes elegidos en comicios claros y por amplia mayoría. Y como Insfrán es un aliado del Gobierno nacional, ocurren estas cosas. Es grave. No es un ejercicio democrático sino autoritarismo. Y esto hay que decirlo.

—¿Y con respecto al documento que usted acaba de publicar acerca del resurgimiento de la Doctrina de Seguridad Nacional?
—Mire, cuando se plantea algo tan serio como la llegada de instructores norteamericanos para las Fuerzas Armadas argentinas… esto es un hecho gravísimo y volvemos a la Doctrina de la Seguridad Nacional (identificando al enemigo interno, restringiendo libertades ciudadanas y asumiendo acciones represivas contra los movimientos sociales) que tanto daño hizo al continente latinoamericano y a nuestro país.

—¿Cómo se enteró de esto, Pérez Esquivel?
—Porque Horacio Verbitsky publicó dos artículos en Página/12 (el 9 y el 16 de septiembre) y también a través de un comunicado de la gente del Cemida (Centro de Militares para la Democracia), que denuncia todo esto. También a través de la Asociación Americana de Juristas, que publica un comunicado en este sentido. Pero hay cosas que son aún más graves: nosotros nos hemos opuesto a la Ley Antiterrorista que, hoy, en Chile se está aplicando a los mapuches. Y aquí, en Argentina, para garantizar las inversiones extranjeras, el Gasfi (que regula las inversiones en el país) obliga al Gobierno a sacar la Ley Antiterrorista pero en ningún momento se habla de terrorismo de Estado. Creo que con estas cosas hay que tener mucho cuidado porque se pronuncian grandes discursos y luego nos encontramos con esto. Leyes que afectan la vida democrática del pueblo argentino. El mes próximo (del 7 al 10 de octubre) habrá una reunión de los ministros de Defensa en Punta del Este y habrá entonces que analizar qué está pasando. Cuando comenzamos a ver quiénes vienen como instructores militares en los Estados Unidos, observamos que es gente que estuvo en los bombardeos en Vietnam. O en la tremenda ofensiva en Afganistán y en Irak.

—En el comunicado que usted nos ha hecho llegar señala que “… lo preocupante es que tanto el Gobierno nacional como el ministro de Defensa Puricelli acepten realizar estos encuentros que promueven el sometimiento de nuestras políticas a las de EE.UU. Esto se realiza a espaldas del pueblo, sin un análisis sobre el rol de las FF.AA. en la construcción democrática”.
—Nosotros nos desayunamos con esta noticia sin ningún tipo de información ni reunión previa alguna. No solamente a través de los editoriales de Verbitsky sino de las instituciones que le he mencionado. Creo también que, en la construcción democrática, hay funciones de las FF.AA. que tienen un eje del que no se habla. Debemos volver sobre la pregunta de qué es la soberanía nacional. Hoy es algo tan diluido y amorfo que nadie sabe qué significa el término “soberanía nacional”. Un pueblo es soberano cuando dispone de los recursos y decisiones para llevar adelante a una nación. Si se ha entregado el patrimonio del pueblo a las grandes corporaciones extranjeras, ¿de qué soberanía estamos hablando? ¿Territorial? ¿Del pueblo? ¿Cuál es el concepto que tenemos hoy? Recién nos enteramos (a través de las fuentes que le mencionaba) de la reunión de Punta del Este pero el pueblo no lo sabe. Está entretenido con otras cosas que no son problemas centrales. Vuelvo a la ley minera: nos hemos cansado de mirar cartas y de reclamar una reforma en la Ley de Minería cuando se llevan el 97% de los recursos del país. Mire, yo le recomendaría a la Presidenta varios libros: uno de ellos, de Vandana Shiva, que es una investigadora de la India que viene trabajando mucho sobre los problemas de medio ambiente. Si la presidenta de la Nación hace un acuerdo con Monsanto (que se va a establecer en Córdoba con los bancos de semilla y que luego cobrará las patentes de los agricultores), se va a generar una dependencia que provocará grandes desastres. Varios países están haciendo juicios a Monsanto y expulsando a esta empresa. ¡En Argentina, ingresa sin ningún tipo de consulta! Vuelvo a Vandana Shiva para recordar que, entre sus muchas obras, hay varias de sumo interés como La biopiratería, La semilla robada, Democracia en la tierra. Sería bueno, repito, que la Presidenta los leyera porque no sólo ha llevado al suicidio a grupos de campesinos y a la dependencia no sólo de la semilla sino de los agrotóxicos. Entonces, si queremos preservar el medio ambiente, hay que tener un gran cuidado con estas cosas. La Barrick Gold va a contaminar los glaciares. Y esto es cianuro de mercurio. Y el Gobierno lo sabe y tiene un proyecto en conjunto con Chile. Creo que esto es ceder la soberanía nacional. El gobernador Gioja, de San Juan, es parte de todo este conglomerado de grandes intereses mineros. No hay una regulación de la minería, de preservación del medio ambiente y del cuidado que esto merece para la población tanto del presente como del futuro.

—Y Chile, ¿qué dice?
—Lamentablemente está en las mismas. No preservan nada. Chile es un país, como sabemos, esencialmente minero. Aparte de las riquezas de cobre que posee. Yo he estado en las minas, en los socavones, en Copiapó. Pero también he estado en Bolivia y creo que en estas cosas es necesario trabajar con mucha prudencia. Se necesitan recursos pero que esto no nos deje en la miseria como consecuencia de perder lo nuestro además del desastre ambiental que esto significa. Es muy importante la política de derechos humanos como un derecho de los pueblos y en su construcción democrática. Son valores indivisibles. No estamos planteando nada en contra de lo que el país necesita. Recuerdo, en San Juan, una marcha en la que la empresa Barrick Gold mandó los mineros diciendo que queríamos sacarles el trabajo. Hablé con ellos y terminamos sacándonos fotos juntos. Repito que no estamos contra la minería pero sí contra una explotación irracional donde sólo se privilegia el capital financiero sobre la vida de los pueblos.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 22 de Septiembre de 2012.


lunes, 27 de febrero de 2012

Reportaje a Adolfo Pérez Esquivel... De Alguna Manera...

"Los derechos humanos no se agotan en la dictadura militar"...

 Minería y contaminación. "Si esto no se resuelve, tendremos que ir a la Corte Interamericana a denunciar lo que pasa."  Foto: Cedoc

Premio Nobel de la Paz, advierte que la minería a cielo abierto y las tareas de inteligencia ilegal de la Gendarmería también son graves violaciones a los derechos humanos, y sostiene que la dura represión a los ambientalistas y la Ley Antiterrorista son una grave amenaza para la democracia.

Durante esta semana movilizada por hechos que no sólo se convierten en un duelo nacional, sino también en conceptos de fuerza moral conversamos largamente con Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz.

Como titular del Servicio de Paz y Justicia cuestionó, por ejemplo, la sanción de la Ley Antiterrorista promovida a instancias del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) advirtiendo, al mismo tiempo, sobre la represión policial desatada en localidades de Catamarca que protestan contra la minería.

—Mire, explica Pérez Esquivel, nosotros nos oponemos a la Ley Antiterrorista por varias razones, pero básicamente porque es el control social y tiene que ver con el GAFI justamente para asegurar las inversiones en el país. Pero esto es a costa del derecho del pueblo.

—Cuando usted dice “nosotros”…

—Me estoy refiriendo no solamente al Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), sino también a muchas otras organizaciones no sólo de derechos humanos ( le diré también que algunas ni siquiera tocaron el tema). Sin embargo, estos hechos hacen peligrar movimientos sociales, ya que esta ley puede ser aplicada como ocurre en Chile con los mapuches y el derecho a la tierra y también en Paraguay. Esto daña profundamente lo que debe ser la construcción democrática. Incluso me recuerda a las leyes de Obediencia Debida y Punto Final porque se aprueba a ojos cerrados, sin ningún tipo de debate en la sociedad.

—En ese caso, fue una falta de respeto hacia el informe “Nunca más”.

—Claro. Es una falta de respeto al pueblo, y no deja de asombrarnos la celeridad con que se aprobaron todas estas leyes en los últimos días del año con un apuro terrible cuando, por ejemplo, desde la reforma constitucional del año 1994 hasta el día de hoy no se ha votado el tema de las consultas populares en los plebiscitos. Fíjese que es un derecho constitucional que no podemos ejercer porque si llamamos a un plebiscito, no es vinculante. Pero, sobre todo, nos llama la atención y nos preocupa el polémico Proyecto X que ha puesto en marcha la Gendarmería Nacional con prácticas de espionaje a dirigentes políticos y sociales. Sobre esto, creo también que hay algunas cosas que debemos analizar. Porque una cosa es la fuerza de seguridad que, como en el caso de las Fuerzas Armadas, debe tener información. Sería ingenuo pensar que no tiene cómo manejar la fuerza de seguridad en un país desprovisto de toda información. Esto es una cosa y otra, el espionaje.

"El espionaje se infiltra en los movimientos sociales y cumple un trabajo operativo. Y esto ya constituye otro problema que está prohibido por la ley. Sería necesaria la autorización de los jueces para realizar las acciones que significan un verdadero espionaje. Entonces, no confundamos lo que debe ser información con espionaje". Foto: Cedoc

—¿Cómo lo definiría?

—El espionaje se infiltra en los movimientos sociales y cumple un trabajo operativo. Y esto ya constituye otro problema que está prohibido por la ley. Sería necesaria la autorización de los jueces para realizar las acciones que significan un verdadero espionaje. Entonces, no confundamos lo que debe ser información con espionaje. Creo que esto debe estar claramente diferenciado. Por otra parte, refiriéndome a la ministra de Seguridad, Nilda Garré, le repito que es una persona que me merece confianza por todo el trabajo que viene realizando dentro de las fuerzas de seguridad, en cuanto a cambios que no son fáciles. Junto con Hugo Cañón, yo soy presidente de la Comisión Provincial de la Memoria en la provincia de Buenos Aires. Nosotros trabajamos específicamente sobre cárceles y comisarías y también nos encontramos con hechos de tortura. Con picana eléctrica, por ejemplo….Lo hemos denunciado, por supuesto, y ha intervenido la Provincia, puesto que ésas no son políticas de gobierno. Son prácticas.

—¿Podríamos llamarlas “rémoras”?

—Claro. Y quedan insertas en la vida institucional de las distintas fuerzas y… ahí quedan. Entonces, la pregunta es: ¿cómo destrabar esto?. Ciertamente no es fácil porque requiere educación, comportamiento. Por eso la Comisión Provincial de la Memoria (y me parece bien que le gobiernador Scioli lo haya tomado) ha presentado un proyecto acerca de la formación de la Policía Judicial. O sea que la Policía Judicial con otra formación y dependiendo de la Corte Suprema de Justicia pueda actuar en todo lo que son sumarios; evitar que se “armen” las causas; ejercer un control sobre cómo se hacen los sumarios, cómo se confeccionan. Y le explico por qué: sobre esto, luego, se basarán los jueces y, entonces, lo que debemos intentar es ayudar al fortalecimiento de las instituciones. Es la única forma de fortalecer la democracia.

—¿Usted cree, Pérez Esquivel, que la Justicia tiene conciencia del peso social que significan las enormes demoras que observamos en las causas?

—Sí, claro. Venimos trabajando en esto. No puede ser que haya gente que, durante tres o cuatro años, tenga prisión preventiva. Más del 60% de los internos en las cárceles tienen prisión preventiva. Entonces, los equipos del Comité contra la Tortura tratan de analizar y evitar estas demoras. Pero también debo decirle que no podemos considerar las cosas en forma aislada: el Poder Judicial en sí (más que la Justicia como tal) tambien necesita una reforma en lo interno y una agilización de las causas porque esto no es posible. Fíjese que de este modo se está violando el Pacto de San José de Costa Rica, que determina que sólo por dos años se puede mantener a un detenido sin proceso. Pasando este lapso, debe ser puesto en libertad. Bueno, esto aquí no ocurre Hay gente que hace cuatro o cinco años que se encuentra en esta situación. Hasta hemos encontrado a algunos con siete años de prisión con preventivas. Y si esa persona es inocente, ¿qué pasa?.

"Más del 60% de los internos en las cárceles tienen prisión preventiva. Entonces, los equipos del Comité contra la Tortura tratan de analizar y evitar estas demoras. Pero también debo decirle que no podemos considerar las cosas en forma aislada: el Poder Judicial en sí (más que la Justicia como tal) tambien necesita una reforma en lo interno y una agilización de las causas porque esto no es posible". Foto: Cedoc

—Del mismo modo otros, que han sido declarado culpables, salen en libertad y reinciden.

—Bueno, creo que la única forma de poder construir una democracia (algo que va más allá de depositar un voto en una urna) es el fortalecimiento institucional y el correcto funcionamiento de las instituciones del Estado. Si no lo hacemos así, no cambiaremos todo esto.

—Es cierto. Pero fíjese también que lo peligroso del Proyecto X es que el propio jefe de Gendarmería lo describe con una gran naturalidad.

—Sí. Es también lo que ocurrió en la Base Almirante Zar, en Trelew, y le costó un juicio al almirante Godoy como jefe de la Armada.

—¿A raíz de la denuncia de un suboficial?

—Sí. Mencionó operativos de inteligencia dentro de la fuerza, lo cual fue un importante escándalo. Tambien hay que preguntarse: ¿por qué surgen estas cosas?. ¿Cómo no se ha logrado desterrarlas? Hay normas sobre las que deben manejarse las distintas fuerzas armadas.

—Por eso también hay que reiterarse una pregunta: ¿cuál es la formación que reciben esos cuadros?. Volvamos a Gendarmería, por ejemplo: ¿qué leen?, ¿qué profesores tienen?. ¿Hay algún control sobre esto?

—Se está intentando, pero no es algo fácil. Hay cosas que hay que desterrar. Lo mismo ocurre en los institutos penitenciarios con respecto a las prácticas que conservan… Creo que esto va a llevar tiempo porque requiere un cambio de mentalidad, de pensamiento y de práctica en las funciones que le corresponden a cada fuerza.

—En unas declaraciones recientes, usted manifestó: “Hoy se violan los derechos humanos”. ¿Se refería, por ejemplo, al intento de desplazar a una madre de Plaza de Mayo (Sara Cobacho) de la dirección de la Comisión de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires?

—La conozco muy bien. Es una luchadora. Nosotros no estamos en contacto con ella, pero es una militante que viene trabajando muchísimo por los derechos humanos. Habría que ver. Desconozco el funcionamiento de la Comisión provincial, pero con respecto a aquello de “violar los derechos humanos”, creo que hay que clarificarlo. A veces, se piensa que los derechos humanos pertenecen únicamente a la época de la dictadura militar. Nosotros apoyamos el juicio y castigo a los responsables de crímenes de lesa humanidad. Estamos acompañando los juicios para que esto no vuelva a ocurrir nunca más y además es el derecho de un pueblo a la verdad y a la justicia. Pero los derechos humanos no se agotan ahí. Hay que considerarlos en su integridad como derechos de los pueblos. Por ejemplo, el tema minería. Fíjese en los daños que se está provocando al medio ambiente. Esto no es sólo para las generaciones presentes, sino tambien para las futuras. Le aclaro que no estamos contra la minería.

"Creo que la única forma de poder construir una democracia (algo que va más allá de depositar un voto en una urna) es el fortalecimiento institucional y el correcto funcionamiento de las instituciones del Estado. Si no lo hacemos así, no cambiaremos todo esto".

—¿Cuando habla en plural se refiere al Servicio de Paz y Justicia?

—Y a muchas otras organizaciones. No estamos en contra de la industria minera. En la actualidad, sería absurdo pensar que no deben explotarse los recursos mineros. Son necesarios para la vida de los pueblos. Pero sí estamos contra la devastación. Contra la irracionalidad y el uso indiscriminado del agua en zonas en las que está faltando el agua. Y también combatimos la contaminación porque para sacar el oro y la plata se utilizan cianuro y mercurio que van a las napas de agua.

—Las compañías mineras lo niegan…

—Hay que ver los productos. Hay estudios sobre este tema. Vamos a ver si podemos convocar a científicos y a geólogos para efectuar un estudio más profundo. Hace dos años, envié una carta a todas las universidades nacionales porque Bajo de la Alumbrera (que es una de las grandes mineras) incluso está en juicio ( llevado adelante por el fiscal Gómez), que muestra indicios de contaminación por el uso de cianuro y mercurio, pese a que ellos lo niegan.

—¿Usted le envió una carta a la gobernadora Lucía Corpacci, no?

—Sí, acerca de la situación en Andalgalá. Pero esto también ocurre en otras provincias. Prácticamente en toda la zona cordillerana. Y, fíjese, hay cosas en las que hay que poner el acento: cuando yo subrayo cómo se privilegia el capital financiero por sobre la vida de los pueblos a raíz de los altos índices de contaminación y la destrucción ambiental, no puedo dejar de recordar el ejemplo de un productor viñatero cuyos productos no tienen ya precio en el mercado. ¿Por qué? Pues, por la contaminación Es gente que entonces se funde y deja de hacer lo que hizo durante toda su vida Los viñateros de San Juan, de Catamarca, productores rurales… bueno, toda esa gente se ha visto damnificada Es lo mismo que ocurre con los monocultivos y el glisfosato. Sobre el punto hay estudios que demuestran el daño que esto causa a la población. Entonces, hay que preguntarse: ¿cuáles son las perspectivas para las generaciones presentes y futuras?. Yo he estado en comisiones de las Naciones Unidas sobre desertificación.

—¿Se refiere a la lucha contra el desierto?

—Claro. Las zonas afectadas se van ampliando por la destrucción del medio ambiente. Las tierras terminan siendo áridas. Tierras donde no llueve y hay hambruna. Lo estamos viendo en Africa, en Asia y, lamentablemente, en América latina, en nuestro país.

"No estamos en contra de la industria minera. En la actualidad, sería absurdo pensar que no deben explotarse los recursos mineros. Son necesarios para la vida de los pueblos. Pero sí estamos contra la devastación".

—Ustedes enviaron una delegación a la zona minera, ¿no es cierto?

—Sí, fue hasta allí una camioneta nuestra con ocho delegados y abogados que los acompañaban. Fueron maltratados, me declararon persona non grata. Y, pese a que me encontraba en Cuba, inventaron que estaba organizando todo eso desde el exterior. Una mentira absoluta. Nosotros no tenemos recursos y todo lo hacemos a fuerza de voluntad y esfuerzo propios pero… bueno, son las situaciones que debemos asumir. No me estoy quejando porque cuando se asume una responsabilidad sabemos las consecuencias que esto puede acarrear. Lamentablemente, si esto no se resuelve, tendremos que llevarlo a la Corte Interamericana y denunciar allí lo que está ocurriendo. Si vemos que se está reprimiendo a los pobladores que están reclamando sus derechos; si éste es un país en el que se dice que se gobierna para 40 millones de habitantes, pero hay grupos que son totalmente excluidos y, encima, reprimidos, pensamos que esto es peligroso para la democracia. Otro tema muy importante en este sentido es el de los pueblos indígenas. Por ejemplo, los Qom. El 7 de marzo vamos a tener una audiencia pública en la Corte Suprema de Justicia, donde se hablará de los territorios de los pueblos originarios, como en el caso de Formosa. Lamentablemente, en el país, muchas provincias se han transformado en feudos medievales, donde algunos hacen lo que quieren y no lo que deben. Es desastroso y estamos viendo cada día que esto les representa ganancias. Volviendo a la minería, se están llevando el 97% de los recursos nacionales. Y hay algo de lo que se habla muy poco pero que, cada día, cobra mayor vigencia. Me refiero a las “tierras raras”.

—¿Qué son “las tierras raras”?

—Son minerales estratégicos que se usan para la alta tecnología. Para las computadoras o los viajes espaciales. Y el país que está a la cabeza de la investigación de los recursos que atesoran “las tierras raras” es China. Le sigue Estados Unidos, pero a bastante distancia y luego vienen otros países que están despertando a esta nueva realidad. Y uno se pregunta por qué no nos hacen caso cuando pedimos que se reforme la Ley de Minería. Pero seguimos insistiendo porque se llevan el famoso 97% de nuestros recursos con una simple declaración jurada.

—¿Ese es el único trámite?

—Efectivamente. Y uno se pregunta: ¿qué está pasando con esto?. Por barco, se llevan el barro en el que van las tierras “raras” y esto no genera costos ¿Qué está pasando entonces en el país? Creo que una de las cosas que tenemos que discutir a fondo es el tema del territorio nacional. Yo me alegro cuando dicen: “las Malvinas son argentinas” y se intenta recuperar un territorio colonial pero, repito, ¿qué pasa con el territorio nacional y sus recursos?. Porque, si hablamos de soberanía (y no vamos a hacerlo de manera trasnochada nacionalista) tenemos que preocuparnos por un pueblo que no controla sus recursos, sus bienes naturales y las industrias que produce; un país que no puede decidir es un país sin soberanía. Por ejemplo, la privatización de YPF.Hagamos un poco de memoria: Néstor Kirchner fue uno de los que más apoyó a Menem para privatizar YPF y quedarse así con los recursos de las regalías petroleras en su provincia. El patrimonio del pueblo no debe entregarse. Frondizi lo vió claramente. No digo todo esto con ánimo de crítica, pero si pensamos hablar en términos de nacionalismo y de soberanía tenemos que plantear las cosas con seriedad. Debemos ser coherentes. Hay un antiguo proverbio que dice: “Si no sabes adónde vas, regresa para saber de donde vienes”. Tenemos que tener claro de dónde venimos, quiénes somos, cuál es nuestra identidad y cuáles son los caminos a recorrer. Si no, corremos el riesgo de perdernos.

© Escrito por Magdalena Ruiz Guiñazú y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 25 de Febrero de 2012.