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domingo, 15 de septiembre de 2013

La muerte invisible de Kevin... De Alguna Manera...

 La muerte invisible de Kevin...

Foto: lapoderosa.org

Existe una visión tranquilizadora y bastante extendida sobre la muerte. Se cree que es justa porque no hace distinciones entre pobres y ricos, entre príncipes y obreros: a todos los fulmina por igual. El gran poeta turco Nazim Hikmet refuta esa idea en uno de sus versos. "Para que la muerte sea justa, es preciso que la vida sea justa".

El sábado pasado Kevin Molina fue asesinado. El chico de nueve años estaba en su casa en su casa de la villa Zavaleta jugando junto a sus hermanitas cuando una bala atravesó una pared e impactó en su cabeza. En los pasillos del asentamiento una banda disputaba negocios y territorio. Cerca de allí, los miembros de la Prefectura Naval, encargados de la seguridad en la zona, se negaron a intervenir. 

La muerte de Kevin estalló en las redes sociales gracias a la militancia informativa de la revista La Garganta Poderosa, que tiene su redacción en el barrio, pero casi no tuvo cobertura periodística de los grandes medios. Otra paradoja: la muerte de Kevin ocurrió en la misma semana en que las portadas de los diarios reflejaron un debate fallido sobre bajar la edad de imputabilidad de los menores.

Los que defienden la aplicación de penas más duras aseguran, amparados en dudosas estadísticas, que cada vez hay más chicos que delinquen. Sin embargo, nunca se detienen en otros datos que sí están comprobados, como el que indica que los menores de 21 años encabezan las listas de víctimas de la violencia en la Argentina. Y otro muy elocuente: casi la totalidad de los menores a disposición del Poder Judicial son pobres.

En la muerte de Kevin se reiteraron dos situaciones: la presencia de bandas vinculadas a la venta de drogas que ajustan cuentas con total impunidad y la inacción de las fuerzas de seguridad que sostienen una teoría perversa: "que lo resuelvan entre ellos".

Los referentes de La Garganta Poderosa no dudaron en señalar "complicidad de la Prefectura que deja hacer y están más para cuidar a los de afuera (hay una garita en la avenida Iriarte) que a la gente del barrio". En este caso, denunciaron además que cuando la mamá de Kevin pudo volver a su casa la encontró llena de armas que nunca había visto y todavía tiene que dar explicaciones.

"Acá no hay cloacas, no hay gas, no hay nada. Por eso nosotros no queremos hablar con el Ministerio de Seguridad, queremos hablar con el Ministerio de Desarrollo Social", reclamó uno de los referentes del barrio y agregó: "Entendemos lo de Ángeles Rawson (la chica asesinada en un edificio de Palermo) pero no entendemos la asimetría, que a nadie le importe la muerte de Kevin es muy triste".

Si el domicilio de la familia de Kevin quedara en otro barrio de la Capital Federal, Palermo o Belgrano, por ejemplo, los medios de comunicación masivos todavía estarían tratando el tema. Es posible también que el asesino ya estuviese entre rejas y que la opinión pública se mantuviera estremecida por el asesinato durante semanas.

La carita de Kevin ya se habría instalado en la memoria popular a fuerza de la reiteración de su imagen en la televisión. Pero no. El poeta tiene razón. No sólo la vida de un chico que nace en un villa vale menos, su muerte también vale menos.

© Escrito por Reynaldo Sietecase el viernes 06/09/2013 y publicado en 7KC Periodismo Justo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



domingo, 7 de octubre de 2012

7D... De Alguna Manera...


7D...


En la contratapa de ayer comparé las pérdidas de contacto con la realidad de Cristina Kirchner con la de Fernando de la Rúa. En un caso, por exceso de poder, y en el otro, por su falta. La conjunción de hechos negativos que el Gobierno viene experimentando podría deberse mucho más al aislamiento de una Presidenta encerrada en su propia soberbia –a quien ninguno de sus colaboradores se anima a frustrar– que a la proximidad del día 7 de diciembre como cree el oficialismo.

Pero el Gobierno ve detrás de cada problema la mano negra de Clarín. Según su visión, Héctor Magnetto habría organizado los cacerolazos, las preguntas de los estudiantes norteamericanos a la Presidenta, la huelga de Prefectura y Gendarmería y hasta el secuestro del testigo en el juicio por el asesinato de Mariano Ferreyra.

Supongamos que no creen lo que dicen (aunque algunos parecen creerlo) y que asignar todos sus problemas a Clarín sea una estrategia que persigue un fin racional y conveniente para el Gobierno.

Una hipótesis sería que se trata de una buena táctica de presión a los jueces para que ni se les ocurra pensar en otorgarle una nueva cautelar a Clarín, que empañe la fiesta que el pueblo argentino está esperando para coronar épicamente el 7 de diciembre como “el día de la recuperación de la soberanía informativa”.

Pero si así fuera, el 8 de diciembre los estragos que producen la inflación, la falta de dólares, la inseguridad, el ruido de cacerolas o el malestar de las fuerzas de seguridad continuarían, y el kirchnerismo se quedaría sin el chivo expiatorio a quien echarle la culpa de todos sus males. Podría resultarle un triunfo pírrico porque, después de tanta energía colocada en ese tema, verían que cosechan muchas menos ventajas de las que esperaban, o dicen esperar.

Podría ser que realmente pensaran que los problemas perderían una parte significativa de su efecto negativo si los medios audiovisuales no los transmitieran, al quedar todos finalmente cooptados por el Gobierno. Si así razonaran, estarían asignándoles a los medios un excesivo papel en la construcción de sentido y además minimizando los cambios tecnológicos. La masificación de internet y los teléfonos inteligentes cambiaron para siempre las posibilidades de difundir y recibir información. Hace pocos días, la BBC realizó la primera transmisión en vivo utilizando como cámara un iPhone y con preguntas de los conductores del noticiero en los estudios centrales de Londres a los afectados de una inundación en Inglaterra (ver en http://e.perfil.com/Iphoneapp).

También se equivocarían si creyeran que manejando la grilla de los canales que las empresas de cable difundan (o no) –sumado a la ya existente discriminación con la publicidad oficial y la compra de medios por empresarios amigos– terminarían de cerrar el cerco de la censura. El interés de la audiencia se desplazaría hacia otros medios y los contenidos audiovisuales en internet crecerían geométricamente.


La otra hipótesis, y la más probable, es que el Gobierno especule con que el 7 de diciembre no pueda torcerle el brazo al Grupo Clarín y que, con tanto foco puesto en esa fecha, persiga victimizarse y venderle a la opinión pública que los problemas que enfrenta no son el resultado de sus crisis de gestión sino de las continuas operaciones destituyentes y antiargentinas de “la cadena nacional del desánimo”. Que la persistencia de un Grupo Clarín intacto después del 7 de diciembre, tras tanto énfasis público del Gobierno por lograr lo contrario, sea funcional al relato de que existen poderosísimas corporaciones, aun más fuertes que el propio Estado, que le impiden al kirchnerismo alcanzar la prosperidad que anhela para todos los argentinos. En vez del clásico enemigo exterior, un enemigo interior.

Repasemos los hechos de los últimos días. El kirchnerismo dice que la “familia judicial” nombró un juez contrario al Gobierno –Raúl Tettamanti– para que cubra la vacante en el juzgado que debe fallar sobre si es o no inconstitucional el artículo de la Ley de Medios que obliga a Clarín (y a los que estén en igual situación) a desinvertir. Y teme que antes del 7 de diciembre este juez tome cualquiera de estas tres decisiones favorables a Clarín: 1) un fallo definitivo que declare inconstitucional ese artículo de la Ley de Medios; 2) que conceda una ampliación de la cautelar a Clarín hasta tanto exista sentencia definitiva; o 3) ante un pedido de Clarín, que aclare que el 7 de diciembre comienza recién el año de plazo para la desinversión voluntaria y no que ese plazo termina en esa fecha, como interpreta el Gobierno.

El ministro de Justicia, Julio Alak, anunció que el Gobierno recusará a Tettamanti. Mientras dure el proceso de recusación que deberá decidir la Cámara (de la que también desconfía el kirchnerismo), Tettamanti no podrá tomar medida alguna en la causa. Lo más probable es que la Cámara rechace la recusación, porque los cuestionamientos que el kirchnerismo hace sobre las presuntas irregularidades en la designación de Tettamanti no son causales de recusación sino que deberá demostrar su subjetividad a favor de Clarín o en contra del Estado, algo difícil de probar porque este juez ya falló contra Clarín ante un pedido de la Afsca actuando como subrogante rotativo.

Y que también antes del 7 de diciembre Tettamanti quede repuesto en el cargo, supuestamente sin tiempo para un fallo definitivo aunque sí para concederle a Clarín una ampliación de la cautelar hasta la sentencia de fondo, o un dictamen que aclare que el 7 de diciembre comienza y no finaliza el año de plazo para desinvertir.

El pedido del Gobierno de recusación del juez sería para presionar sobre la Cámara y luego sobre el propio juez, con el fin de que se sientan obligados no sólo a no tener subjetividad contra el Estado sino también a demostrarlo. Y además, para ir preparando a la opinión pública ante un fallo adverso sobre la malignidad de las corporaciones.

Con la designación de Tettamanti por parte de la Cámara (un juez con fama de honesto y poco influenciable) y la unión de todos los no kirchneristas en el Consejo de la Magistratura para bloquear la designación de otro juez propuesto por el Gobierno, Clarín está mejor que en ningún otro momento desde que en mayo pasado la Corte Suprema falló colocando el límite del 7 de diciembre para la célebre cautelar.

En síntesis: el kirchnerismo insiste en que seguro el 7D cambia el país, por ignorancia o porque le conviene mantener un enemigo con el que entretener a militantes y críticos.

En la contratapa de ayer comparé las pérdidas de contacto con la realidad de Cristina Kirchner con la de Fernando de la Rúa. En un caso, por exceso de poder, y en el otro, por su falta. La conjunción de hechos negativos que el Gobierno viene experimentando podría deberse mucho más al aislamiento de una Presidenta encerrada en su propia soberbia –a quien ninguno de sus colaboradores se anima a frustrar– que a la proximidad del día 7 de diciembre como cree el oficialismo.

Pero el Gobierno ve detrás de cada problema la mano negra de Clarín. Según su visión, Héctor Magnetto habría organizado los cacerolazos, las preguntas de los estudiantes norteamericanos a la Presidenta, la huelga de Prefectura y Gendarmería y hasta el secuestro del testigo en el juicio por el asesinato de Mariano Ferreyra.


Supongamos que no creen lo que dicen (aunque algunos parecen creerlo) y que asignar todos sus problemas a Clarín sea una estrategia que persigue un fin racional y conveniente para el Gobierno.

Una hipótesis sería que se trata de una buena táctica de presión a los jueces para que ni se les ocurra pensar en otorgarle una nueva cautelar a Clarín, que empañe la fiesta que el pueblo argentino está esperando para coronar épicamente el 7 de diciembre como “el día de la recuperación de la soberanía informativa”.

Pero si así fuera, el 8 de diciembre los estragos que producen la inflación, la falta de dólares, la inseguridad, el ruido de cacerolas o el malestar de las fuerzas de seguridad continuarían, y el kirchnerismo se quedaría sin el chivo expiatorio a quien echarle la culpa de todos sus males. Podría resultarle un triunfo pírrico porque, después de tanta energía colocada en ese tema, verían que cosechan muchas menos ventajas de las que esperaban, o dicen esperar.
Podría ser que realmente pensaran que los problemas perderían una parte significativa de su efecto negativo si los medios audiovisuales no los transmitieran, al quedar todos finalmente cooptados por el Gobierno. Si así razonaran, estarían asignándoles a los medios un excesivo papel en la construcción de sentido y además minimizando los cambios tecnológicos. La masificación de internet y los teléfonos inteligentes cambiaron para siempre las posibilidades de difundir y recibir información. Hace pocos días, la BBC realizó la primera transmisión en vivo utilizando como cámara un iPhone y con preguntas de los conductores del noticiero en los estudios centrales de Londres a los afectados de una inundación en Inglaterra (ver en http://e.perfil.com/Iphoneapp).

También se equivocarían si creyeran que manejando la grilla de los canales que las empresas de cable difundan (o no) –sumado a la ya existente discriminación con la publicidad oficial y la compra de medios por empresarios amigos– terminarían de cerrar el cerco de la censura. El interés de la audiencia se desplazaría hacia otros medios y los contenidos audiovisuales en internet crecerían geométricamente.

La otra hipótesis, y la más probable, es que el Gobierno especule con que el 7 de diciembre no pueda torcerle el brazo al Grupo Clarín y que, con tanto foco puesto en esa fecha, persiga victimizarse y venderle a la opinión pública que los problemas que enfrenta no son el resultado de sus crisis de gestión sino de las continuas operaciones destituyentes y antiargentinas de “la cadena nacional del desá-nimo”. Que la persistencia de un Grupo Clarín intacto después del 7 de diciembre, tras tanto énfasis público del Gobierno por lograr lo contrario, sea funcional al relato de que existen poderosísimas corporaciones, aun más fuertes que el propio Estado, que le impiden al kirchnerismo alcanzar la prosperidad que anhela para todos los argentinos. En vez del clásico enemigo exterior, un enemigo interior.

Repasemos los hechos de los últimos días. El kirchnerismo dice que la “familia judicial” nombró un juez contrario al Gobierno –Raúl Tettamanti– para que cubra la vacante en el juzgado que debe fallar sobre si es o no inconstitucional el artículo de la Ley de Medios que obliga a Clarín (y a los que estén en igual situación) a desinvertir. Y teme que antes del 7 de diciembre este juez tome cualquiera de estas tres decisiones favorables a Clarín: 1) un fallo definitivo que declare inconstitucional ese artículo de la Ley de Medios; 2) que conceda una ampliación de la cautelar a Clarín hasta tanto exista sentencia definitiva; o 3) ante un pedido de Clarín, que aclare que el 7 de diciembre comienza recién el año de plazo para la desinversión voluntaria y no que ese plazo termina en esa fecha, como interpreta el Gobierno.

El ministro de Justicia, Julio Alak, anunció que el Gobierno recusará a Tettamanti. Mientras dure el proceso de recusación que deberá decidir la Cámara (de la que también desconfía el kirchnerismo), Tettamanti no podrá tomar medida alguna en la causa. Lo más probable es que la Cámara rechace la recusación, porque los cuestionamientos que el kirchnerismo hace sobre las presuntas irregularidades en la designación de Tettamanti no son causales de recusación sino que deberá demostrar su subjetividad a favor de Clarín o en contra del Estado, algo difícil de probar porque este juez ya falló contra Clarín ante un pedido de la Afsca actuando como subrogante rotativo.

Y que también antes del 7 de diciembre Tettamanti quede repuesto en el cargo, supuestamente sin tiempo para un fallo definitivo aunque sí para concederle a Clarín una ampliación de la cautelar hasta la sentencia de fondo, o un dictamen que aclare que el 7 de diciembre comienza y no finaliza el año de plazo para desinvertir.

El pedido del Gobierno de recusación del juez sería para presionar sobre la Cámara y luego sobre el propio juez, con el fin de que se sientan obligados no sólo a no tener subjetividad contra el Estado sino también a demostrarlo. Y además, para ir preparando a la opinión pública ante un fallo adverso sobre la malignidad de las corporaciones.

Con la designación de Tettamanti por parte de la Cámara (un juez con fama de honesto y poco influenciable) y la unión de todos los no kirchneristas en el Consejo de la Magistratura para bloquear la designación de otro juez propuesto por el Gobierno, Clarín está mejor que en ningún otro momento desde que en mayo pasado la Corte Suprema falló colocando el límite del 7 de diciembre para la célebre cautelar.

En síntesis: el kirchnerismo insiste en que seguro el 7D cambia el país, por ignorancia o porque le conviene mantener un enemigo con el que entretener a militantes y críticos.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 6 de Octubre de 2012.