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sábado, 29 de agosto de 2015

Víctor Hugo Morales: El opresor aglutinante... @dealgunamanera...

El opresor aglutinante...

Dos caras, una moneda. Víctor Hugo, TN y Tucumán. Foto: Cedoc

De cómo el kirchnerismo convirtió al Grupo Clarín en el ‘significante’ de muchas de sus críticas y cambió su influencia. La interpretación de Víctor Hugo Morales acusando a Clarín de ser el autor intelectual de las marchas en Tucumán revela tanto una herramienta que le fue muy útil durante doce años al kirchnerismo como, en su efervescencia, que tanto Víctor Hugo Morales como Elisa Carrió, cada uno en su dirección, por exageración, no pocas veces consiguen el efecto opuesto al buscado.
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Después del resentimiento que dejó en la mayoría de la sociedad el colapso de 2002, la identidad política del kirchnerismo se construyó en torno a un antagonismo con un “otro” que permitiera generar un vínculo por compartir la condición de oprimido. Néstor Kirchner corporizó ese  “otro” siniestro y maléfico en los enemigos externos encarnados en el FMI como significante de los acreedores internacionales en su conjunto, los fondos de inversión, los bancos y las compañías extranjeras que se habían apropiado de las empresas públicas argentinas canjeando bonos de la anterior refinanciación de deuda externa a comienzos de los años 90.

Cuando se resolvió el problema de la deuda con sus dos reestructuraciones, y también se disciplinó a todos los representantes de las empresas de servicios públicos que habían sido privatizadas congelando sus tarifas, y también se habían estatizado las empresas de jubilación privada, y hasta la propia Repsol aceptó entregar casi gratis parte de las acciones de YPF a argentinos, pasando además el gerenciamiento a sus manos, sumado a la cancelación anticipada de la deuda con el simbolizante FMI, para el kirchnerismo fue preciso crear otro cuco. Ese cuco fue Clarín, que, como el FMI en los primeros años, vertebró y es el significante de múltiples actores, en su caso: el periodismo crítico, los jueces independientes, el gran empresariado y hasta “la pata local” de los fondos buitre.

Una vez logrado identificar ante la sociedad el papel de villano siniestro de ese “otro”, todos los ataques de ese “otro” no sólo no producen daño sino, como si se tratara de un agujero al que cuanto más se saca más se agranda, estos ataques benefician al agredido. Cuanto más feroces sean su crítica y su arremetida, más claramente confirman su intencionalidad malévola, vacunándolo frente a futuras críticas.

Cuando se decía que nadie resistía cuatro tapas de Clarín en contra, era otra época. Pero con la microsegmentación actual, sería equivalente a decir que nadie aguanta cuatro días de campaña negativa de la propaladora de Clarín a pleno con el diario, TN, Canal 13 y radio Mitre. Pero a pesar de que Clarín tiene más poder de fuego hoy que hace diez o veinte años, su poder de daño se redujo notablemente.

El último ejemplo fueron las relativas consecuencias electorales que tuvo la gravísima acusación de Lanata sobre Aníbal Fernández. En un país normal, donde los candidatos renuncian hasta porque se les descubre que les mintieron a sus parejas, que el principal canal de televisión acuse de asesino al jefe de Gabinete y candidato al segundo mayor puesto electivo de gobierno del país, no sólo lo hubiera hecho perder la elección, sino también tener que renunciar a su candidatura. Aquí perdió apenas algunos puntos, que igual no le impidieron ganar la elección.

Si el condenado por el triple crimen hubiera realizado la misma acusación ante un juez en lugar de un programa de televisión del Grupo Clarín, y la noticia hubiera llegado a la opinión pública simultáneamente por todos los medios de comunicación a través de la vía judicial, probablemente habría producido un efecto en la sociedad más contundente, porque ni Lanata, ni Carrió, ni Clarín son percibidos hoy como imparciales. Un buen ejemplo de cuando Marshall Mcluhan, el primer gran especialista en medios masivos de comunicación, ya decía en los años 60, y se lo entiende simplificadamente, “el medio es el mensaje”.

Consciente o inconsciente, en algún momento el kichnerismo descubrió que Clarín le resultaba un cuco electoralmente rentable, que no le venía mal tenerlo de continuo contendiente, y comenzó a provocar a su audiencia cebando el odio neogorila para dejarlos en ridículo por sus propios excesos, como le sucedió a Carrió, que a lo largo de los años pasó de ser la candidata más votada de la oposición a perder nueve de cada diez votos que tuvo. Tanto funcionó la resurrección del término “gorila” por parte del kirchnerismo que hoy hay hasta gorilas peronistas.

Quizá Néstor Kirchner quiso realmente destruir a Clarín y fracasó en su tarea. Y no sea el kirchnerismo tan sofisticado como para haber creado a un “otro” ideal, aprovechando su enorme y continua visibilidad, como es la mayor corporación de medios del país, con el único fin de mantenerlo siempre en su posición dominante para usarlo como “opresor  aglutinante”, engrandeciendo al Gobierno en una lucha ficticia. Pero aun si hubiera sucedido que buscando ese camino a las Indias el Gobierno encontró América, sorprende que el kirchnerismo no haya aplicado, al comenzar su enfrentamiento, la Ley de Defensa de la Competencia, obligando a deshacer la fusión de Multicanal de Clarín con Cablevisión de David Martínez en lugar de pasarse tantos años primero en el Congreso y después en los tribunales con la Ley de Medios.

Es más, hay quienes fundadamente piensan que David Martínez compró Telecom para que en el próximo gobierno, ya con el triple play vigente, haya una fusión entre Telecom y Cablevisión y el Grupo Clarín pase a cocontrolar también Telecom.

Hace tres domingos en Río Gallegos, tras votar, la Presidenta se quejó de Clarín por un dato equivocado sobre el nacimiento de su futura nieta y dijo que era el “diario de Yrigoyen al revés¨. Pero quizá crear un “diario de Yrigoyen al revés” pueda ser la más genial invención política, una construcción mucho más rentable y eficaz que un verdadero “diario de Yrigoyen a favor”, como lo demostró el propio Yrigoyen, y el kirchnerismo con sus intrascendentes diarios militantes.

Tras las PASO, el programa de la Televisión Pública 6,7,8 se reía de que Clarín sostenía que Máximo Kirchner había perdido la elección en Santa Cruz con el 44% de los votos a pesar de haber sido el candidato más votado, remarcando que la suma de todos los demás candidatos aliados en una coalición opositora lo había superado. Y al mismo tiempo Clarín calificaba de gran triunfo el de Eugenia Vidal por ser la candidata más votada en la provincia de Buenos Aires, con el 30% de los votos, a pesar y sin mencionar que la suma de los candidatos del Frente para la Victoria en la provincia la había superado por un tercio más de votos. La repetición en esa posición desequilibrada no le hace ganar votos a la oposición entre quienes ya son antikirchneristas, porque sería como pescar en su propio estanque, pero le hace ganar votos al kirchnerismo entre los independientes y moderados que terminan, como en la fábula del pastor y el lobo, descreyendo de todo lo que diga el mensajero.

Con la llegada de Scioli o de Macri, el gran cambio no va a ser el económico porque ya ambos fueron explicitando que confluirán al centro, lo mismo que hubieran intentado hacer Cristina Kirchner y Kicillof en 2014 tras el arreglo con el Club de París si el fallo de los holdouts hubiese sido favorable a Argentina, como ellos esperaban. El giro al centro no es ideológico, es práctico, es el único posible y hasta lo habría implementado la propia Cristina Kirchner si hubiera sido re-reelecta para 2015-2019.

El gran cambio será que tanto Scioli como Macri abandonarán la práctica del “aglutinante opresor” y el relato pasará a una fase positivista. Los grandes medios dejarán de ser el “diario de Yrigoyen al revés” para pasar a serlo al derecho. En distintas proporciones, más Scioli que Macri, pasarían a utilizar el soft power que, como Obama ya demostró con la ejecución de Bin Laden, sólo es parcialmente soft. Por ejemplo, quienes conocen en privado a Scioli sostienen que en la intimidad no es menos autoritario que Cristina Kirchner.

Dejar de fomentar que se edite un “diario de Yrigoyen al revés” cambiará por completo la política, haciendo más compleja la conformación de las identidades políticas, que ya no se verán contenidas dentro de los límites de K y anti K, lo que ayudará a que nuestra mirada de la política sea un poco más elevada. 



Parte de este texto integró la conferencia brindada por Fontevecchia el lunes en el Círculo Político Argentino y el martes en la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas.

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© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 29/08/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.








viernes, 29 de mayo de 2015

FIFAGATE: Alejandro Burzaco, del poder a la clandestinidad… @dealgunamanera...

FIFAGATE: Burzaco, del poder a la clandestinidad…


La Policía Federal allanó las oficinas del CEO de Torneos y Competencias. Quién es este empresario clave en el negocio del fútbol con vínculos en el Gobierno y en el Grupo Clarín.


Tras la denuncia de sobornos en la FIFA y por orden de Interpol, la Policía Federal allanó las oficinas de Torneos y Competencias, la productora de televisión cuyo CEO y accionista, Alejandro Burzaco, se encuentra con pedido de captura internacional, involucrado en este escándalo. Burzaco, un hombre fuerte en el negocio del fútbol local, gestó su poder de la mano del fallecido Julio Grondona.

Y, en las sombras, se convirtió en un nexo clave entre dos enemigos aparentemente irreconciliables: el Grupo Clarín y el Gobierno. 

Con ambos tiene negocios. De bajo perfil y siempre con gorrita, es el dueño de las transmisiones deportivas locales y de Latinoamérica.

¿Cuáles son los lazos que lo unen al Grupo Clarín y el Gobierno?

© Publicado el viernes 29/05/2015 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


sábado, 4 de abril de 2015

Maximalistas… @dealgunamanera

Maximalistas…


Cualquiera podría decir que Máximo Kirchner es el candidato del Grupo Clarín si la afirmación no sonara tan absurda. Pero fue la corporación mediática la que lo sacó de su casa en Río Gallegos y lo convirtió en el centro de un revuelo de declaraciones y cadenas espontáneas de radios para reproducir su conversación con Víctor Hugo Morales. El plan mediático opositor buscaba el efecto contrario, querían usar la denuncia para profundizar el impacto del paro de transporte por el Impuesto a las Ganancias. Sin colectivos ni trenes, la ciudad quedó vacía. Y encima, el hijo de la Presidenta y referente de La Cámpora aparecía con una acusación de corrupción. Un escenario ideal para el fin de ciclo apocalíptico con el que se ilusiona la corporación mediática.

Pero reinciden al dejar que esa ilusión obnubile su visión de la realidad. La información periodística ya no discurre con el halo de palabra santa con que la adornaron los que abusaron del discurso de los “independientes”. La sociedad, el ciudadano, va recuperando criterios propios de verificación y decodificación. Los medios y los periodistas han sido desmitificados, por lo menos por una parte de la sociedad –tanto opositores como oficialistas–, salvo por aquellos de ambas trincheras que prefieren todavía creer sólo en la información que les conviene.

La denuncia pretendía contribuir a lo que había iniciado el paro, pero estaba tan floja de papeles que disipó esos vapores tóxicos para el Gobierno e instaló una posible candidatura de Máximo Kirchner, algo que por lo menos hasta ese momento no se había planteado. Al día siguiente del paro, nadie hablaba de sus efectos porque la sociedad estaba enfocada en el discurso de un Máximo Kirchner al que no le significó gran esfuerzo desmentir la acusación ante un auditorio masivo y espontáneo que le envidiaron todos los candidatos presidenciales.

Quisieron hundirlo, pero lo promovieron. El dispositivo de las corporaciones mediáticas de la oposición no funcionó como otras veces. No hubo impunidad para una denuncia inconsistente. Tampoco la hubo antes para la inconsistencia de Alberto Nisman, aunque su muerte inoculó una dosis de dramatismo que suplió la falta de pruebas. El 18F fue por la conmoción que produjo la muerte del fiscal y no por una denuncia cuya mala fe quedó rápidamente demostrada.

El acto fallido del Grupo Clarín en el ataque a Máximo Kirchner reveló una fractura en la capacidad de manipulación mediática que el mismo grupo todavía no acierta a asumir y esa ceguera lo lleva a reincidir. La maniobra puso en evidencia otros mecanismos que la completan. Apenas se publicó la denuncia y antes de que se comprobara su veracidad, la diputada Patricia Bullrich presentó un pedido de informes y sus colegas de la Coalición Cívica, Fernando Sánchez y Paula Oliveto, pidieron al fiscal Pollicita que la incorpore a una causa. Es un mecanismo sincronizado. Un medio opositor hace una denuncia sin pruebas, y por lo tanto puramente difamatoria y en esencia mentirosa, y hay diputados que trabajan en el inodoro de la política, para amplificarla y darle entidad judicial con la complicidad de algún fiscal o juez amigo. Forma parte del juego político concebido como un escenario donde se ganan y se pierden puntos.

Para muchos, la política es nada más que eso, un juego sin moral. Pero este mecanismo se convierte en una bomba de profundidad para el sistema democrático. Los periodistas, los medios, los políticos y los funcionarios judiciales que coadyuvan en este mecanismo invierten el concepto constitucional sobre el que se basa el funcionamiento de la Justicia. No solamente por la difamación como práctica inmoral, sino también porque al aceptar como veraces y dar curso a denuncias que no tienen pruebas obligan al acusado a ponerse en el plano de demostrar su inocencia, cuando la definición constituyente, el corazón de la justicia democrática, es justamente la contraria: el sistema está obligado a demostrar la culpabilidad del acusado y no éste su inocencia. No se lo puede dar por culpable sin pruebas y sólo por conveniencia política como hacen estos políticos que degradan su actividad con una práctica que es propia de las dictaduras y los autoritarios.

La lógica de los medios es igual de perversa. Si alguien que es acusado de ladrón sale a responder, entonces los medios que originaron esa acusación sin pruebas reales, publican: “Fulano de tal dice que no es ladrón”. Diga lo que diga está condenado de antemano.

Además de su inconsistencia, en este caso la denuncia contra Máximo Kirchner coincide con una campaña contra la Argentina sobre cuentas en el exterior que vienen de-sarrollando los fondos buitre a través de su Task Force. Es una combinación temática de cuentas en el exterior con complicidades iraníes. Toda la novela, en clave supuestamente erótica entre Chávez y la entonces embajadora Nilda Garré, con espionaje bolivariano-iraní en el medio, cuyo objetivo era descubrir secretos atómicos argentinos, para lo cual se depositaban sumas millonarias en dólares desde el año 2005 en bancos norteamericanos, iraníes y de las islas Caimán, puede ser creíble para lectores malintencionados de la revista Veja, pero en la Argentina resulta periodismo escatológico. Leonardo Coutinho, de la revista Veja, viene publicando artículos cuyas fuentes son “ex altos funcionarios chavistas arrepentidos” o “un investigador financiero norteamericano” a los que nunca identifica. Estas fuentes le confirman desde conspiraciones para matar a Nisman hasta las cuentas de Nilda Garré y Máximo Kirchner en el exterior.

Usando la misma fuente sin identificar, Clarín se limitó a publicar lo de las cuentas, sin la novela soez de Coutinho porque acá sería aún más increíble. En 2005, Argentina estaba resolviendo la deuda externa. Néstor Kirchner creaba la Unidad Fiscal AMIA y se dedicaba, de allí en adelante, a denunciar en los foros internacionales a los acusados iraníes que, según esa información, venían depositando sumas millonarias en cuentas del hijo del presidente que los denunciaba en forma sistemática. La novela grotesca de Coutinho es incongruente con lo que sucedía en Argentina. Los medios opositores argentinos suelen levantar las publicaciones de este personaje, que parece más un mercenario a sueldo de los fondos buitre que periodista (o las dos cosas), para darles entidad local a estos exabruptos amarillistas. Ya lo hicieron con el fabuloso comando bolivariano-iraní entrenado por cubanos que habría asesinado a Nisman con pasmoso sigilo y prolijidad. Así como el fondo Elliot Management de Paul Singer invierte fortunas para comprar voluntades de congresistas y jueces norteamericanos, es evidente que en el reparto hay también para los medios de comunicación. Publicó solicitadas sólo en los medios opositores locales y convocó a conferencias de prensa, operó con información falsa sobre cuentas de funcionarios en el exterior y ahora utiliza este sistema para lograr un rebote local.

La presidenta Cristina Kirchner ha pedido a la Justicia norteamericana que publique los nombres de los titulares de esas cuentas. Pero la información que llega a los medios no proviene de fuentes oficiales, sino de fuentes turbias que nunca se identifican, ni en Clarín ni en Veja.

Esta semana falleció una querida compañera del gremio y de Página/12, la periodista Lilia Ferreyra, viuda de Rodolfo Walsh, una figura emblemática del periodismo de investigación. No está de más, como homenaje a Lilia, recordar que, al igual que ella, Walsh siempre se definió como un periodista comprometido, no como uno “independiente”. Y que las investigaciones de Walsh nunca fueron publicadas por los medios de las grandes corporaciones que hasta fines de los ’80 no daban lugar a este género del periodismo. Lo tomaron sólo para convertirlo en su propia herramienta. Las grandes corporaciones nunca van a publicar nada que comprometa a sus intereses y a los que representan. Para Lilia, que también fue lectora lúcida y correctora exigente de los trabajos de su compañero, la idea de periodismo comprometido de Walsh lo llevaba a ser extremadamente riguroso. En cambio, cuando el periodismo de investigación se convierte en la herramienta de intereses poderosos, no tiene la exigencia tan fuerte de rigurosidad, porque se la reemplaza en parte con una gran cantidad de artilugios que provienen de una fuente inagotable de recursos para construir una falsa credibilidad.

© Escrito por Luis Bruschtein el sábado 004/04/2015 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


sábado, 11 de octubre de 2014

Entre CFK y la KGB… De Alguna Manera...


Entre CFK y la KGB…

 Le petit Martin Sabbatella. Foto: Dibujo: Pablo Temes

Medios y Denuncias. Cristina parece haber recurrido a Sabbatella para unir a Lázaro Báez y Vladimir Putin. Un nuevo avance contra el periodismo.

Sorpresivamente, Cristina le ordenó a Martín Sabbatella dinamitar al Grupo Clarín. De esa manera, la Presidenta violó el mandato constitucional que le prohíbe a la Afsca aceptar injerencias del Gobierno para discriminar a algún medio. La movida fue de tanta premeditación y alevosía, que Sabbatella no les avisó ni siquiera a sus compañeros kirchneristas del organismo. Se movió en la clandestinidad para engañar a los directores por la oposición y malversar la orden del día. El dictamen de “adecuación forzosa fue leído sólo por dos personas antes de ser difundido: Cristina y Sabbatella.

Este intento de aplicación autoritaria y punitiva de la Ley de Medios fue parte de un operativo más complejo cuyo objetivo es el de siempre: censurar las voces críticas. El mensaje es que Cristina y sus camporistas aún conservan una gran capacidad de daño para domesticar a periodistas díscolos como Marcelo Longobardi, mediciones de audiencias golpistas como las de Ibope y cadenas norteamericanas de noticias destituyentes que serán combatidas de la mano de un adalid de la libertad de prensa llamado Vladimir Putin.

En el pase entre Marcelo Longobardi y Jorge Lanata en radio Mitre, el jueves, llegamos a la conclusión de que “algo” había enloquecido de ira a la Presidenta, más allá de su histórico intento de controlar a los medios y de que nadie la controle a ella. Esta vez el manotazo de ahogado tiene mayor envergadura. No parece responder al fastidio permanente que Cristina siente cuando el periodismo habla de inseguridad, inflación y recesión.

Coincidimos en que las fuertes versiones que habían corrido la semana pasada tenían más verosimilitud de lo que creíamos. Decía así: los buitres están extorsionando a Cristina porque descubrieron un par de cuentas bancarias no declaradas en Estados Unidos a nombre del matrimonio Kirchner. Y tenía una explicación: estaban siguiendo la ruta del dinero de Lázaro Báez y se encontaron con esta información altamente explosiva. Para poner las cosas en su justo término y ser absolutamente responsables, hay que decir que hasta ahora no hay una sola prueba de esto. Nadie lo puede confirmar ni mostrar algún papel que lo pruebe. Pero hay indicios, cabos sueltos. Lanata dijo que eso explicaría la insólita afirmación que hizo la Presidenta cuando planteó que la podrían querer meter presa en Nueva York. Ella aclaró que, aun así, iba a viajar cuando fuera necesario. 

¿Presa Cristina en Nueva York? ¿Bajo qué acusación? Hasta en su entorno llamó la atención que denunciara un magnicidio que viene del Norte y que criticara a Barack Obama por la forma de eliminar a Osama bin Laden. ¿Cuál fue el hilo conductor de toda esa movida? ¿Qué quiere evitar que se publique en Argentina con el renovado ataque al periodismo? Está claro que cada vez que Lanata y Nicolás Wiñazki destaparon alguna olla de Lázaro, la cima del poder entró en pánico. Con aquel comunicado incomprensible de Oscar Parrilli sobre las 13 horas que Cristina pasó misteriosamente en las islas Seychelles y con la molestia de Cristina sobre los periodistas que “hacen cuadritos” en referencia a las infografías que Daniel Santoro había publicado para explicar cuentas y empresas fantasma de Lázaro Báez y sus muchachos. Uno de ellos, Federico Elaskar, el ex dueño de La Rosadita, nada menos, no pudo ocultar entre sus giros uno a una fábrica de explosivos en Irán. Lo único que falta es que Luis D’Elía tenga un local partidario en Puerto Madero.

Son varios los elementos que se deben sumar en este análisis. No hay un solo habitante de Barrio Parque que recuerde algo similar al ataque “quirúrgicamente violento y militar” que sufrió Marcelo Longobardi. Fue el mismo día del anuncio de Sabbatella. El día siguiente a la entrega de un premio al mejor comunicador y a enterarse de que, nuevamente, había superado el récord histórico de audiencia con el 50,3% del share. Esa mañana tuvo una reunión con uno de los principales líderes empresarios del país, que le comentó que “nunca hubo una corrupción tan extendida y sistemática en la obra pública: está tabulada en el 15%”. Longobardi recibió dos infrecuentes llamados de su chofer porque le habían chocado suavemente su vehículo, casi como una forma de obligar al conductor a que se bajara. El mismo reveló que varias veces Apple le informó que alguien estaba intentando geolocalizar su teléfono. Finalmente, en una calle angosta llena de cámaras de video, policías y seguridad privada, y a metros de ingresar a la casa de Jorge Fontevecchia, fue reducido “con la habilidad de un marine”, le robaron su reloj y huyeron en dos segundos.

Por suerte, todavía las coincidencias entre Cristina y Putin se mantienen en el plano teórico. Ambos aplicaron el mismo mecanismo para cooptar medios obsecuentes: entregarles miles de dólares para obra pública a sus dueños. Los patrones de Argentina y Rusia están convencidos de que la información “es un arma terrible que permite manipular la conciencia social con los monopolios de la verdad”. Putin es acusado, por varias entidades humanitarias y de defensa de la libertad de prensa, de garantizar impunidad a los que cometieron los asesinatos de 28 periodistas en los últimos 14 años. No hay antecedentes de un promedio de dos crímenes de periodistas por año.

Anna Politkovskaya fue envenenada, le hicieron un simulacro de fusilamiento y finalmente acribillada en el ascensor de su edificio, en Moscú. Había denunciado la violación de los derechos humanos de las tropas rusas en Chechenia. Putin, el nuevo amigo que Cristina aplaude eufórica por teleconferencia, fue un feroz integrante de la KGB que manejó la temible policía política en Alemania Oriental y que es el frío ejecutor de un ultranacionalismo imperial, autocrático y despótico. El mismo autoriza al Parlamento a censurar y bloquear sitios web que el gobierno ruso crea que atentan contra la verdad o lo que esta versión con corbata de los zares cree que es la verdad. Se silencian aquellas voces críticas que se levantan contra el maltrato con que el régimen somete a los homosexuales.

Persecusión igualitaria para todos, diría Cristina. Esa es la verdadera Rusia que según la Presidenta debemos conocer los argentinos. ¿Cuál será la verdadera Argentina que debemos conocer los argentinos? ¿La que informará el Indek de los rating televisivos donde todos miran a Víctor Hugo y nadie a Lanata? ¿Cómo se dirá trucho en ruso?

© Escrito por Alfredo Leuco el Sábado 11/10/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.