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sábado, 12 de agosto de 2017

Masiva marcha para reclamar la aparición de Santiago Maldonado… @dealgunamanera...

Masiva marcha para reclamar la aparición de Santiago Maldonado…

Marcha por Santiago Maldonado. Fotografía: Obregón/Piemonte

No hay rastros del joven desde el 1º de agosto. Participan organismos de Derechos Humanos. Qué dijo Gerardo Milman.



© Publicado el sábado 11/08/2017 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Una multitud de personas se dio cita en Plaza de Mayo para  reclamar la aparición con vida de Santiago Maldonado.  Las referentes de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora Nora Cortiñas y Taty Almeida, y el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, estuvieron presentes en el palco central junto a la familia del joven desaparecido hace ya 10 días.

"Santiago, te quiero ver", exclamó visiblemente conmovido Sergio Maldonado, hermano del joven desaparecido, desde el palco.

Por su parte, el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, advirtió que "el gobierno tiene que dar explicaciones" y reclamó la "aparición ya" del joven, al tiempo que exigió que "saquen el destacamento de Gendarmería" de la zona donde se produjo la desaparición de Maldonado, porque "están atemorizando a la comunidad".

Taty Almeida, referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, también se hizo presente en el escenario para leer un documento en el que se pidió por la "aparición con vida ya de Santiago Maldonado". "Castigo a los culpables, con vida se lo llevaron, con vida lo queremos", sostuvo. 

El caso. 


Maldonado, de 28 años, desapareció el 1ro. de agosto cuando participaba de una protesta mapuche que fue desalojada por Gendarmería en Chubut. Más temprano, Sergio Maldonado, hermano de Santiago dijo a Radio 10: "Por favor, en cualquier rinconcito del país tenemos que estar hoy apoyando la aparición con vida de Santiago porque esto no puede quedar así". Maldonado admitió que se siente "tranquilo" porque los allanamientos ordenados ayer por el juez Guido Otranto en los escuadrones 35 y 36 de Gendarmería Nacional "corroboran todo lo que veníamos diciendo mientras nos acusaban de que no queríamos colaborar y, en realidad, sabíamos dónde había que buscar". Sin embargo, lamentó que se haya "perdido una semana de búsqueda porque los allanamientos se tenía que haber hecho el jueves pasado".

Consultado acerca del rol cumplido por el Gobierno Nacional en la búsqueda de su hermano, Maldonado denunció que el secretario de Seguridad Interior, Gerardo Milman, "tardó ocho días" en contactarlo con la excusa de que "no atendía el teléfono" y aventuró: "No quiero imaginarme lo que tardará en encontrar a mi hermano". "Si me guío por las cosas que pasan, están ocultando (información) porque si el juez (Otranto) el domingo dice, en un comunicado, algo diferente de lo que dicen los peritajes y la Defensoría, y el lunes (Milman) me contesta que se guía por Gendarmería, no entiendo en manos de quiénes estamos", agregó.

En diálogo con PerfilMilman negó esto y señaló: "Antes de que él no me atendiera , me comuniqué con la madre y me dijo que no querían hablar con nosotros. Así y todo acordamos una reunión en Bariloche. Pero ellos se fueron a Esquel, fuimos a Esquel y nos recibió. Nos grabó toda la conversación, nos calificó, pero no es nuestro objetivo pelearnos con la familia".


Milagro. 

Por su parte, la dirigente de Tupac Amaru, Milagro Sala, envió un mensaje desde la cárcel en Jujuy: "Nunca creí que en nuestro querido país, después de tantos años de lucha, con la enseñanza que nos dejaron las madres, abuelas e hijos, tuviéramos que marchar otra vez para reclamar por la aparición con vida de una víctima de desaparición forzada como la es la de Santiago Maldonado. 

Aunque esté detenida voy a seguir estando a su lado, defendiendo las instituciones y reclamando para que Nunca Más volvamos a vivir lo que vivimos en dictadura. Con presos políticos y con desapariciones forzadas no hay democracia. Exigimos la renuncia de Patricia Bullrich, responsable política de esta desaparición y denunciamos a los medios de comunicación que por omisión o con falsas notas, como en la dictadura, pretenden negar la dura realidad que nos golpea. Toda la solidaridad con la familia de Santiago y un fuerte abrazo".



martes, 24 de marzo de 2015

Los otros vuelos de la muerte... De Alguna Manera...

Escenas del final…


Personas subiendo por la escalerilla de los aviones, incluso niños. Bolsas que aparentaban tener cuerpos adentro que pasaban de camiones a aviones. Los datos surgen de numerosos testimonios de personas que hicieron el servicio militar durante la última dictadura, en Campo de Mayo.
Una chica muy joven, adolescente, subía muy lentamente por la escalerilla del avión, un Twin Otter canadiense con las insignias del Ejército Argentino. La chica tenía el pelo muy corto, más bien oscuro y a diferencia de otros detenidos, no estaba vendada. Mientras subía, una niña de unos cinco o seis años, de pelo más bien claro, comenzó a ascender rápido por la escalerilla del avión, pasó al lado de la adolescente y llegó hasta el último escalón. Sonriente, saltaba y abría los brazos como si estuviera volando. Se veía que estaba excitada por la situación del vuelo -contó el testigo que presenció la escena- inconsciente de lo que realmente estaba pasando. La niña volvió a bajar por la escalerilla del avión hasta llegar a la pista. La adolescente, entonces, la llamó y la nena subió. La adolescente la agarró de la mano y subieron juntas. Poco después, el avión carreteó para despegar en dirección al este, desde la pista principal del aeródromo de Campo de Mayo.
Miguel Angel Hait hizo el servicio militar obligatorio en la Compañía Helicópteros de Asalto del Batallón de Aviación de Ejército 601, de la guarnición de Campo de Mayo, entre febrero y julio de 1976. Estuvo seis meses, tres semanas y unos pocos días. En 2008 brindó su testimonio a la Justicia sobre las imágenes de ese vuelo, el único que vio, al que ubicó temporalmente entre fines de abril y comienzos de mayo de 1976, a las 8.20 de la mañana, un horario no habitual para esos despegues, que usualmente se hacían en la noche cerrada. Los prisioneros subieron al Twin Otter, una aeronave que según los testimonios de los colimbas volaba con una puerta abierta tapada por una lona y a la que ellos recuerdan que se la llamaba El Verdugo. Hait es sólo uno de los cientos de soldados que declararon en los últimos años, una vez reabierto el proceso de justicia. Su declaración es parte de un relevamiento de testimonios del Programa Verdad y Justicia del Ministerio de Justicia, que estuvo primero a cargo de Luciano Hazan y ahora de Elizabeth Gómez Alcorta, y de la Dirección de Derechos Humanos del Ministerio de Defensa, a cargo de Stella Segado.
“Que allí, después de ocurrido el golpe militar del 24 de marzo de 1976, en el mes de abril de ese año, siendo aproximadamente las 08:20, el dicente había ido a retirar las fichas de vuelo desde la Torre de Control de Vuelos que se encontraba junto al Aeródromo de Campo de Mayo y regresaba hacia la compañía de helicópteros”, dijo. Observó a la derecha dos camiones Unimog camuflados con pintura del Ejército, estacionados ante un avión marca The Havilan modelo Twin Otter, tipo Stol, de despegue y aterrizaje corto.
Un grupo de personas estaba junto a la escalerilla del avión y otras iban ascendiendo. Entre ellos, había un integrante del Ejército con campera de vuelo. Detrás subía un hombre. Chocó la cabeza contra el marco superior de la puerta, giró y, entonces, el soldado vio que tenía los ojos vendados. Se dio cuenta, sin embargo, de que era Roberto Quieto, el segundo o tercer jefe de Montoneros, explicó en su declaración. Lo conocía porque su imagen era pública aunque lo notó delgado, menos morocho, muy pálido, como quien no ve la luz del sol durante mucho tiempo. Se sorprendió de que Quieto continuara con vida. Lo habían secuestrado el 28 de diciembre de 1975. Creía que estaba muerto, supo del secuestro, pero se había comentado que lo habían interrogado y lo habían matado. Hait observaba a 35 o 40 metros de distancia. Quieto estaba bien vestido, con traje. Sus movimientos eran muy lentos. Al darse vuelta, luego del golpe con el marco de la puerta, se detuvo y una mujer, vestida de civil, posiblemente integrante del Ejército porque no tenía vendas en los ojos, lo tomó del brazo y lo ingresó con ella a la aeronave.
Luego subió otra mujer con los ojos vendados, de apariencia relativamente joven. También tenía movimientos muy lentos y fue llevada del brazo por otra mujer, tal vez otra represora, que no tenía los ojos vendados. Subieron la adolescente y la niña que se puso a jugar con las manos sobre la escalera. Y luego otra adolescente. Tenía el pelo largo, castaño y con ondas. No tenía vendas, pero también caminaba lento. El soldado entró finalmente en su oficina en el hangar de la Compañía de Helicópteros. Ya no tenía la escena a la vista, pero al bajar más tarde vio el despegue. Mientras subían los detenidos había visto que los camiones Unimog se iban retirando del lugar.
El abogado Pablo Llonto, querellante de parte de las causas de Campo de Mayo, señaló a Página/12 que todavía no se sabe quiénes son esas niñas.
“Razonablemente, Hait no debía haber visto este vuelo”, se afirma en la sentencia de diciembre de 2013, en la que se condenó al represor Santiago Omar Riveros, jefe del Comando de Institutos Militares de Campo de Mayo por crímenes de lesa humanidad. Porque ese tipo de vuelos se hacía entre las cinco y las siete de la mañana, cuando todavía no había luz y con el aeródromo apagado. En ocasiones, por razones meteorológicas, los vuelos salían un poco más tarde.
El relevamiento
El Programa Verdad y Justicia y Defensa trabajan desde hace años en la reconstrucción del Comando de Institutos Militares de Campo de Mayo, el corazón represivo de la zona operacional IV. Cuenta con análisis de los testimonios de las víctimas y, en los últimos años, fundamentalmente, de quienes integraron el servicio militar obligatorio y declararon en diversas causas. Los relatos tienen múltiples dimensiones. (Las identidades de algunos imputados son preservadas para no interferir en la labor de la Justicia.) Entre otras cosas permiten reconstruir las prácticas y metodologías aberrantes del exterminio. Los vuelos, los horarios, el tránsito de camiones. Se habla del Ketalar, esa droga con la que los adormecían, los “vuelos fantasma”, los cajones de madera, los bultos con formas humana, las persecuciones desde el aire a quienes intentan escapar.
El aeródromo de Campo de Mayo estaba ubicado entre El Campito y el polígono de tiro. Uno de los lados daba hacia la ruta nacional 202, de la que van a hablar los testimonios. La jurisdicción operativa de Campo de Mayo se extendía sobre un amplio territorio, de San Miguel a Zárate, Campana y San Isidro. El predio, de unas cinco mil hectáreas, tuvo distintos lugares de reclusión ilegal, como El Campito o Los Tordos, Las Casitas o La Casita; el Hospital Militar con la maternidad clandestina y la prisión de Encausados. Se calcula que por Campo de Mayo pasaron entre 3500 y 5000 detenidos desaparecidos, la mayor parte de los cuales no sobrevivió. Hubo prisioneros del PRT-ERP, embarazadas, integrantes de otras organizaciones políticas, y también niños. Se cree que el lugar alojó transitoriamente a prisioneros de otros lugares para incluirlos en los vuelos de la muerte. El general Santiago Omar Riveros estuvo a cargo de la zona de septiembre de 1975 a los primeros meses de 1979. Por debajo, estuvo Reynaldo Benito Bignone.
De la mano
En dos ocasiones, un sargento le ordenó a Hait limpiar un helicóptero, pero él se negó. “Suponía que debía limpiar sangre, vísceras y vómito”, explicó. Los días antes, alrededor de las 8.30, en momentos en que hacía a pie el trayecto diario hacia la Torre de Vuelo, por delante suyo, conversaban dos sargentos. Uno le decía al otro que resbaló en un helicóptero. Hablaban de una persona a la que llevaban en el aire. Un sargento hizo un gesto “como los movimientos que las personas efectuaban dentro de un helicóptero”. Había una tercera persona, que se descompuso, se mezcló todo con “la sangre y las vísceras”, y el que estaba hablando estuvo a punto de caer al agua. Otro militar lo evitó.
En mayo de 1976, mientras dormía en la cuadra, un teniente entró a los gritos. Hait podía volver a su casa, pero esa noche se quedó porque había problemas con los trenes y temía llegar tarde. El teniente pedía dos soldados artilleros. Había dos. Hait era uno. Los mandaron a la “calle de acceso” para ayudar a un sargento a instalar dos ametralladoras en un helicóptero. Cuando llegaron, el helicóptero estaba listo para despegar. Una vez instaladas las ametralladoras, tomaron su puesto de artilleros. Volaba un piloto, un copiloto y ellos a cargo de las ametralladoras, a uno y otro lado de la aeronave. El helicóptero despegó. Voló en círculos. Recorrió el predio militar e iluminaban distintos sitios con un reflector: “Iluminaron a una pareja joven –explicó Hait–. Tomados de la mano, corrían, huían velozmente. El hombre era más alto que la mujer, ambos eran de piel blanca y estaban completamente desnudos y descalzos. La pareja fue iluminada durante un breve lapso, uno o dos segundos y entonces inmediatamente el helicóptero apagó el reflector.” Al instante, desde abajo, se escuchó y se vio un disparo al aire. Hait entendió que era un aviso de los militares que estaban abajo. Habían visto a la pareja gracias al reflector. La aeronave viró. Aterrizó donde había partido. Cuando bajaron, un teniente le dijo: “¿Usted vio algo, soldado?”. Hait entendió la amenaza: dijo que no había visto absolutamente nada.
“Milicos hijos de puta”
Eduardo Bravo hizo el servicio militar entre enero de 1977 y mayo de 1978. Luego del período de instrucción, fue destinado a la Compañía de Servicios. Realizaba guardias de una semana por mes en la torre de control, llevando a cabo la función de señalero. “Durante las guardias entraban, dos o tres veces por semana, unas camionetas azules, probablemente celulares de la Policía, que sin identificarse tenían libre acceso al predio.” Un día, un sargento ayudante llevó un grupo de conscriptos, entre ellos a Bravo, a un campo en las inmediaciones de la pista auxiliar. Los dejó y se fue. Pasado un rato, salió un avión y se posicionó en la pista adonde lo alcanzó uno de los celulares azules. Desde las camionetas, tre, s personas empezaron a sacar bolsas que contenían cuerpos y a cargarlos en el avión. Eduardo Bravo y sus compañeros asistieron a toda la carga, que fue finalmente de aproximadamente diez cuerpos. Por esta declaración, Bravo volvió a ser llamado. En su ampliación, contó que pudo reconocer que había cuerpos por la forma de las bolsas, como así también por el modo en que las agarraban. “Quienes subían las bolsas eran oficiales o suboficiales.” No eran de ahí. Llegaban en los Unimog. Los Unimog podían cargar cerca de diez personas. Cuando vio esto, el avión no estaba en la pista central, sino en la auxiliar, que tenía árboles a uno de sus lados. “Desea agregar, dice su testimonio, que los camiones que transportaban a los cuerpos, cada vez que llegaban al lugar, lo hacían muy rápido, a una velocidad altísima.”
Roberto Loeiro también habló de estas bolsas. Estuvo entre marzo y noviembre de 1977. Luego de la instrucción, lo designaron dragoneante o cabo de reserva, por eso relevaba a los soldados de guardias. “Por el mes de septiembre del año 1977, recibió un llamado de un capitán que le dijo que a las dos de la madrugada llegaría por el puesto de ingreso a la pista número uno, que era una barrera, un furgón de color azul marca Dodge, con la caja trasera metálica, pero de tipo funerario. El capitán le dijo que lo dejara pasar a la pista. Cuando llegó el momento, el furgón se acercó a la pista a encontrarse con el avión Fiat, de origen italiano, que estaba evidentemente a la espera del furgón debido a que tenía el portón de la bodega abierto esperando la carga. A una distancia de unos 200 metros pudo observar que del furgón sacaban bolsas como las de las morgues. No recuerda la cantidad exacta, pero era más de una. Las cargaban en el avión. Como la iluminación de los hangares estaba encendida normalmente, pudo observar todo con bastante nitidez. Estos episodios ocurrieron entre julio, septiembre y octubre. En otra llegada del furgón, en similares circunstancias, observó todo igual a lo narrado pero sin ver a persona alguna escuchó una voz masculina que gritaba: `Milicos hijos de puta`”.
Los vuelos
Los datos del Programa Verdad y Justicia confirman la existencia de los vuelos a partir del golpe de marzo de 1976, e incluso antes. El relevamiento señala que hubo diferencias entre 1976 y 1977. Que en 1976, “la ejecución de los vuelos se realizó con helicópteros (Bell UH-1H) y aviones (Twin Otter) del Ejército y (Fokker F 27) de la Fuerza Aérea. Y en 1977 en adelante se utilizaron los aviones Fiat G 222, traídos de Italia en ese año e incorporados a la flota de aeronaves del Ejército, conocido como Hércules chiquito o Herculito”.
Entre otras cosas, indican que en 1976 ya se usaba el Ketalar en las cercanías de la pista de despegue de aeronaves. Que había transportes de “carga” para llevar a los cautivos a los aviones. Entre los diferentes vehículos que trasladaban prisioneros mencionan: camiones Unimog y Mercedes 1114 del Ejército; autos Falcon; camiones frigoríficos civiles; camiones de Gendarmería Nacional, camiones celulares de la Policía Federal con personas detenidas en su interior.
Los vuelos de la muerte fueron realizados por la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea y las fuerzas de seguridad. Las denuncias existen desde temprano. Ancla (la agencia de noticias clandestinas) distribuyó un informe sobre la ESMA a fines de 1976 con datos de cuerpos aparecidos en las costas del Uruguay. El informe lo escribió Horacio Verbitsky. En el juicio ESMA declaró que para entonces creían aún que los “traslados” se harían con barcos. En marzo de 1977, la Carta a las Juntas de Rodolfo Walsh ya describe los vuelos, la sistemática y su dimensión. Luego hablaron los sobrevivientes. En 1995, el ex marino Adolfo Scilingo confesó ante Verbitsky su participación en ellos. Las Fuerzas Armadas nunca lo reconocieron. Los testimonios de los colimbas dan acceso a lo que no había hasta ahora: las escenas oscuras de la masacre.
El verdugo
Daniel Humberto Tejeda hizo el servicio militar entre 1976 y 1977 como artillero de puerta de helicóptero. Trabajó en mantenimiento, con mecánicos. Hizo guardias en el aeródromo y hangares. Habló de los aviones. El Twin Otter y un Fokker de la Fuerza Aérea. Dijo que los dos usaban la pista. Y mencionó un helicóptero: Bell UH-1H monoturbina al que le sacaban los asientos y quedaba de “carga”. Explicó que situaban al helicóptero cerca de un lugar boscoso, en los límites del batallón, cerca de la ruta 202, en referencia al centro de exterminio El Campito. Desde allí, según la reconstrucción, salía un vehículo carrier del Ejército que se acercaba hasta la pista, al encuentro de los dos aviones, y cargaban cuerpos de personas en esas aeronaves.
Raúl Escobar Fernández hizo el servicio militar entre enero de 1976 y julio 1977, también en Campo de Mayo. Era parte del grupo Apoyo de Vuelo. Cuando no cumplía guardias, hacía mantenimiento de pista, balizamiento de campaña y corte del césped. En el césped, “había montañitas de unas ampollas que eran unos frasquitos con la tapa de goma para introducir una jeringa dentro del frasco, con una leyenda que decía `Ketalar`”, indicó. “Refiere que era mucha la cantidad de estos frascos que estaban tirados, vacíos en la punta de la pista.” Supuestamente, ésa era la zona, dijo, donde se acercaba el carrier a cargar a la gente en los aviones.
Pedro Rogelio Leguizamón estuvo entre enero de 1976 y marzo de 1977. Fue encargado de conducir el camión cisterna de combustible JP1 que se utilizaba para los aviones de gran porte y helicópteros. Debía abastecer las aeronaves. Tenía guardias de 24 horas. “En muchas ocasiones –dijo–, el avión Twin Otter correteaba hasta la punta de la pista que se encontraba más cerca del penal militar de Campo de Mayo al encuentro de camiones del Ejército en los cuales había presos civiles.”
El avión llevaba una puerta de lona, y cuando preguntaban por qué era así, le decían que era para “tirar paracaidistas”. Los vuelos eran siempre de noche. Y al Twin Otter se lo conocía como El Verdugo”. En varias ocasiones, Leguizamón vio descender de los camiones personas “medio moribundas”. Los camiones venían del camino de tierra que estaba, sin dudas, hacia el penal militar. “En una oportunidad –dijo– observó que el avión Twin Otter, en uno de sus regresos, tenía en el piso coágulos de sangre.” Los camiones que llevaban a los detenidos para introducirlos en el avión eran los comunes del Ejército, los Mercedes 1114 con techo de lona.
Las jaulas
Rubén Danilo Núñez hizo el servicio militar entre febrero de 1976 y mayo de 1977, como ayudante de mecánicos del avión jet Sabreliner, para uso y traslado del teniente general Rafael Jorge Videla. Como mecánico “seguía” al avión donde quedara estacionado, es decir que debía permanecer en el aeródromo en que estuviese dicho avión (Ezeiza, Aeroparque, entre otros).
“Había en el interior del cuartel de los bomberos pertenecientes a la Policía Federal, una especie de kiosco donde podíamos adquirir alguna comida rápida o alguna bebida.” En una oportunidad, concurrió a fin de comprar bebida. Hacía frío y era antes de las doce de la noche. En ese momento, “pudo ver en primera persona lo que va a relatar: encontrándose en el interior del hangar de los bomberos, en forma repentina se apagaron las luces del playón donde se estacionaban normalmente los helicópteros, pudiendo observar que aterrizaban dos aviones Fokker de motores a hélices, pero pertenecientes a la Fuerza Aérea. (...) Uno de los bomberos le dijo: ‘Andate, porque algo va a pasar’. En forma inmediata se retiró del lugar velozmente, aprovechando la oscuridad provocada por el corte, cuando observó que por lo menos uno de los aviones, o sea el primero que descendió, comenzó a abrir el portón de la parte trasera de la nave, como para ser cargado algo en la bodega, pudiendo observar cómo camiones del Ejército se acercaban al encuentro del avión para cargar unas cajas tipo jaulas de madera. Que esa tarea de descarga la llevaban a cabo personal del Ejército vestidos con uniformes verdes, pero es opinión de quien declara que no eran soldados conscriptos, sino suboficiales. Interrogado para que diga qué había dentro de las jaulas de madera que menciona, contestó que había unos bultos que al parecer tenían cuerpos humanos en su interior. Los cajones se balanceaban, pero no se escuchaban voz, ni gritos, ni queja alguna en su interior, por lo que no está en condiciones de manifestar si lo que estaba siendo cargado en el avión eran personas que estaban con vida o no. En realidad, tampoco puede afirmar con certeza absoluta que el contenido de las jaulas fueran personas. Solamente observó un cajón, pero infiere que habría más debido a que eran dos aviones y por lo menos dos camiones del Ejército. Al día siguiente los formaron a todos los soldados y se presentó un capitán. Era muy raro que un capitán se presentara directamente a la tropa. Los interrogó, cargándolos, sobre si alguien había escuchado algo o visto a algún monstruo. Ningún soldado emitió palabra alguna.”
Vuelos fantasma
Juan Domingo Giménez estuvo entre febrero de 1976 y agosto de 1977, como artillero de helicóptero, en la guardia, enfermería del batallón y finalmente pasó a la torre de control de los hangares donde recibía los partes meteorológicos. Su testimonio comienza a marcar diferencias entre 1976 y 1977.
“Recuerda que había un avión al que se lo llamaba Herculito debido a su semejanza con el original, que es más grande.” Giménez cumplía servicios semanales. Solía hacer guardias, pero cuando despegaba ese avión, lo hacían bajar de la torre de control “para que no viera nada”. De lo contrario, sabía, podían mandarlo al penal militar. Estos vuelos, explicó, podían ser de mañana temprano o de noche, indistintamente. El despegue se hacía sin aviso previo y el personal que cumplía funciones allí estaba muy controlado. A esos vuelos se los denominó “vuelos fantasmas”. En la torre de control tenían una planilla de vuelos en la que figuraban los planes de vuelo, pero nunca se sabía los destinos de esos vuelos. En los registros de los oficiales tampoco aparecían los destinos. Una situación que también ocurría con el avión Twin Otter, explicó. Parte de esos despegues eran controlados por personal de Gendarmería Nacional. “A la cabecera de la pista llegaban camiones Unimog u otros, pero no ingresaban por la puerta de los proveedores, sino por otra ubicada detrás del monte con una arboleda muy espesa y se dirigían directamente a las puntas de las cabeceras de la pista, donde se hacían las cargas.”
© Escrito por Alejandra Dandan el lunes 24/03/2015 y publicado por el Diario Pägina/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 8 de diciembre de 2013

¿Amor y Paz?... De Alguna Manera...


¿Amor y paz?...

De corazón. CFK, en la jura de la ministra de Seguridad. Foto: Marcelo Aballay

La precaria salud que apartó a Cristina Fernández del proscenio fue una prueba del cielo (quizás un signo producido por su reconciliación con Bergoglio). En octubre, le permitió esquivar la noche de los resultados electorales y, ahora, le permite emitir órdenes para que sus ministros las cumplan y, si algo falla, se hagan responsables y renuncien. Pero el miércoles Córdoba fue saqueada. Veloz de reflejos, la Presidenta saltó sobre esa oportunidad, pensó qué le convenía, y abandonó al pueblo de la ciudad de Córdoba a lo que estaba sucediendo. Capitanich recibió la orden, tan despiadada como irresponsable, de no enviar a la Gendarmería. Que se entienda: no fue De la Sota el abandonado, fue el pueblo de Córdoba.

Conviene volver al home movie de Olivos, con el que la Presidenta anunció su regreso. El 18 de noviembre se mostró a su pueblo con dos simpáticos animalitos. Se ha escrito mucho sobre el estilo de ese retorno. Sin embargo, hay algo que no se subrayó. El home movie de Olivos no es un relato, sino la puesta en escena de una posición presidencial respecto de los ciudadanos, que se llama, sencillamente, paternalismo. Cristina Fernández no habló de cómo continuaría su gobierno ni de ningún tema político. Este silencio implica: “Ustedes deben confiar en mí, que puedo interpretar mejor sus necesidades y deseos, porque los conozco como nadie puede conocerlos”.

Para comunicar esto bastó que la Presidenta mostrara un despliegue de virtudes maternales (la forma femenina, modosa y televisiva del celebrity-paternalismo), con un perro en la falda, con un peluche plantado cerca, con una hija detrás de la cámara.

Ofreció la imagen restaurada de su cuerpo como prueba de que ella estaba todavía allí, para tranquilidad de su pueblo. Sin palabras, a ese pueblo le dijo: “Miren el perrito, miren el pingüinito, miren mi camisita blanca que pone fin al luto; hoy es un día nuevo para mí y para ustedes”. Su especulativo silencio nos transmitía: “Ustedes no necesitan saber lo que yo haré esta misma tarde. Todo lo que ustedes necesitan es confiar en que yo esté acá”. No se precisa más para definir una interpelación paternalista.

Muchos creen que el discurso hogareño fue pobrísimo. ¿De verdad? Me parece que armó una nueva escena: Cristina Fernández pasa más tiempo en Olivos que en la Rosada, no porque le indiquen que no viaje en helicóptero, sino porque le conviene a ella establecer una distancia. Lo adverso que suceda será atribuido a sus ministros y secretarios. Serán, como suelen serlo en muchas democracias, fusibles. La Presidenta, en cambio, avanza hacia el plano más iluminado pero menos comprometido de la escenografía. Allí donde sopla el viento o cae la lluvia, Cristina Fernández no estará porque tiene que cuidar su salud, meditar para bajar el estrés y otros diversos etcéteras. 

Por ahora la Presidenta eligió el hands-off. Como Menem (que en eso imitó a Bush padre), designó un vocero ejecutor: en los 90 era Corach; en la segunda década de este siglo, Jorge Capitanich. Sólo los diferencia que Corach no ambicionaba la presidencia que Capitanich desea. Eso significa que Menem tuvo más horas para jugar al golf y andar por el mundo que las que Cristina Fernández tendrá para los ejercicios antiestrés.

Cristina está haciendo menos que antes. ¿Y con qué reemplaza lo que hace menos? Con su presencia, con la diseñada y fotografiada presencia de su cuerpo que, mostrándose floreciente, prueba el triunfo de la salud y, en consecuencia, que la Nación ha salido de peligro. Cuerpo real y Nación son uno solo. Durante la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill gobernaba Gran Bretaña como primer ministro. Con estudiada periodicidad, sacaba a la familia real a pasear por las calles de Londres, sobre todo, después de los bombardeos nazis. El rey, la reina madre y las princesitas eran los cuerpos indispensables para animar el patriotismo.

Hoy el cuerpo de Cristina es indispensable a una causa probablemente algo menor: su propio futuro. Por ahora, con sabiduría muy tradicional, se ha mostrado en los juramentos de sus ministros (como un monarca constitucional) y haciendo mohínes en el balcón que da al Patio de las Palmeras: ¡cuánto los quiero y cuánto los extraño!

El estilo paternalista puede resultar insultante a quienes defienden el principio de autonomía de los ciudadanos. La Argentina tiene larga experiencia en paternalismo oligárquico y paternalismo populista (militar, de elite criolla, popular, religioso). No vamos a escandalizarnos a esta altura, cuando surgen nuevos dirigentes que practican la demagogia repitiendo el contenido más obvio de los deseos atribuidos a la gente: eso también es populismo paternalista. Los ciudadanos creen y delegan. Por eso, el pintoresco home movie de la menor de los Kirchner merece volver a verse. Todavía no se ha dicho lo suficiente.

A no distraerse: un perrito bolivariano y un pingüinito del PRO son sólo juguetes de una representación paternalista. Por lo demás, ella sigue siendo la misma. La noche de los saqueos reacondicionó una vieja máxima del general Perón: “Al enemigo (como De la Sota), ni la Gendarmería”. Y si el que sufre violencia es el pueblo de Córdoba, confiemos en que Dios lo ilumine y se dé cuenta de que no le conviene votar antikirchneristas.

Esa es nuestra Cristina, la que demuestra que no hay enfermedad ni terapia capaces de cambiar un temperamento.

© Escrito por Beatriz Sarlo el sábado 07/12/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

domingo, 7 de octubre de 2012

7D... De Alguna Manera...


7D...


En la contratapa de ayer comparé las pérdidas de contacto con la realidad de Cristina Kirchner con la de Fernando de la Rúa. En un caso, por exceso de poder, y en el otro, por su falta. La conjunción de hechos negativos que el Gobierno viene experimentando podría deberse mucho más al aislamiento de una Presidenta encerrada en su propia soberbia –a quien ninguno de sus colaboradores se anima a frustrar– que a la proximidad del día 7 de diciembre como cree el oficialismo.

Pero el Gobierno ve detrás de cada problema la mano negra de Clarín. Según su visión, Héctor Magnetto habría organizado los cacerolazos, las preguntas de los estudiantes norteamericanos a la Presidenta, la huelga de Prefectura y Gendarmería y hasta el secuestro del testigo en el juicio por el asesinato de Mariano Ferreyra.

Supongamos que no creen lo que dicen (aunque algunos parecen creerlo) y que asignar todos sus problemas a Clarín sea una estrategia que persigue un fin racional y conveniente para el Gobierno.

Una hipótesis sería que se trata de una buena táctica de presión a los jueces para que ni se les ocurra pensar en otorgarle una nueva cautelar a Clarín, que empañe la fiesta que el pueblo argentino está esperando para coronar épicamente el 7 de diciembre como “el día de la recuperación de la soberanía informativa”.

Pero si así fuera, el 8 de diciembre los estragos que producen la inflación, la falta de dólares, la inseguridad, el ruido de cacerolas o el malestar de las fuerzas de seguridad continuarían, y el kirchnerismo se quedaría sin el chivo expiatorio a quien echarle la culpa de todos sus males. Podría resultarle un triunfo pírrico porque, después de tanta energía colocada en ese tema, verían que cosechan muchas menos ventajas de las que esperaban, o dicen esperar.

Podría ser que realmente pensaran que los problemas perderían una parte significativa de su efecto negativo si los medios audiovisuales no los transmitieran, al quedar todos finalmente cooptados por el Gobierno. Si así razonaran, estarían asignándoles a los medios un excesivo papel en la construcción de sentido y además minimizando los cambios tecnológicos. La masificación de internet y los teléfonos inteligentes cambiaron para siempre las posibilidades de difundir y recibir información. Hace pocos días, la BBC realizó la primera transmisión en vivo utilizando como cámara un iPhone y con preguntas de los conductores del noticiero en los estudios centrales de Londres a los afectados de una inundación en Inglaterra (ver en http://e.perfil.com/Iphoneapp).

También se equivocarían si creyeran que manejando la grilla de los canales que las empresas de cable difundan (o no) –sumado a la ya existente discriminación con la publicidad oficial y la compra de medios por empresarios amigos– terminarían de cerrar el cerco de la censura. El interés de la audiencia se desplazaría hacia otros medios y los contenidos audiovisuales en internet crecerían geométricamente.


La otra hipótesis, y la más probable, es que el Gobierno especule con que el 7 de diciembre no pueda torcerle el brazo al Grupo Clarín y que, con tanto foco puesto en esa fecha, persiga victimizarse y venderle a la opinión pública que los problemas que enfrenta no son el resultado de sus crisis de gestión sino de las continuas operaciones destituyentes y antiargentinas de “la cadena nacional del desánimo”. Que la persistencia de un Grupo Clarín intacto después del 7 de diciembre, tras tanto énfasis público del Gobierno por lograr lo contrario, sea funcional al relato de que existen poderosísimas corporaciones, aun más fuertes que el propio Estado, que le impiden al kirchnerismo alcanzar la prosperidad que anhela para todos los argentinos. En vez del clásico enemigo exterior, un enemigo interior.

Repasemos los hechos de los últimos días. El kirchnerismo dice que la “familia judicial” nombró un juez contrario al Gobierno –Raúl Tettamanti– para que cubra la vacante en el juzgado que debe fallar sobre si es o no inconstitucional el artículo de la Ley de Medios que obliga a Clarín (y a los que estén en igual situación) a desinvertir. Y teme que antes del 7 de diciembre este juez tome cualquiera de estas tres decisiones favorables a Clarín: 1) un fallo definitivo que declare inconstitucional ese artículo de la Ley de Medios; 2) que conceda una ampliación de la cautelar a Clarín hasta tanto exista sentencia definitiva; o 3) ante un pedido de Clarín, que aclare que el 7 de diciembre comienza recién el año de plazo para la desinversión voluntaria y no que ese plazo termina en esa fecha, como interpreta el Gobierno.

El ministro de Justicia, Julio Alak, anunció que el Gobierno recusará a Tettamanti. Mientras dure el proceso de recusación que deberá decidir la Cámara (de la que también desconfía el kirchnerismo), Tettamanti no podrá tomar medida alguna en la causa. Lo más probable es que la Cámara rechace la recusación, porque los cuestionamientos que el kirchnerismo hace sobre las presuntas irregularidades en la designación de Tettamanti no son causales de recusación sino que deberá demostrar su subjetividad a favor de Clarín o en contra del Estado, algo difícil de probar porque este juez ya falló contra Clarín ante un pedido de la Afsca actuando como subrogante rotativo.

Y que también antes del 7 de diciembre Tettamanti quede repuesto en el cargo, supuestamente sin tiempo para un fallo definitivo aunque sí para concederle a Clarín una ampliación de la cautelar hasta la sentencia de fondo, o un dictamen que aclare que el 7 de diciembre comienza y no finaliza el año de plazo para desinvertir.

El pedido del Gobierno de recusación del juez sería para presionar sobre la Cámara y luego sobre el propio juez, con el fin de que se sientan obligados no sólo a no tener subjetividad contra el Estado sino también a demostrarlo. Y además, para ir preparando a la opinión pública ante un fallo adverso sobre la malignidad de las corporaciones.

Con la designación de Tettamanti por parte de la Cámara (un juez con fama de honesto y poco influenciable) y la unión de todos los no kirchneristas en el Consejo de la Magistratura para bloquear la designación de otro juez propuesto por el Gobierno, Clarín está mejor que en ningún otro momento desde que en mayo pasado la Corte Suprema falló colocando el límite del 7 de diciembre para la célebre cautelar.

En síntesis: el kirchnerismo insiste en que seguro el 7D cambia el país, por ignorancia o porque le conviene mantener un enemigo con el que entretener a militantes y críticos.

En la contratapa de ayer comparé las pérdidas de contacto con la realidad de Cristina Kirchner con la de Fernando de la Rúa. En un caso, por exceso de poder, y en el otro, por su falta. La conjunción de hechos negativos que el Gobierno viene experimentando podría deberse mucho más al aislamiento de una Presidenta encerrada en su propia soberbia –a quien ninguno de sus colaboradores se anima a frustrar– que a la proximidad del día 7 de diciembre como cree el oficialismo.

Pero el Gobierno ve detrás de cada problema la mano negra de Clarín. Según su visión, Héctor Magnetto habría organizado los cacerolazos, las preguntas de los estudiantes norteamericanos a la Presidenta, la huelga de Prefectura y Gendarmería y hasta el secuestro del testigo en el juicio por el asesinato de Mariano Ferreyra.


Supongamos que no creen lo que dicen (aunque algunos parecen creerlo) y que asignar todos sus problemas a Clarín sea una estrategia que persigue un fin racional y conveniente para el Gobierno.

Una hipótesis sería que se trata de una buena táctica de presión a los jueces para que ni se les ocurra pensar en otorgarle una nueva cautelar a Clarín, que empañe la fiesta que el pueblo argentino está esperando para coronar épicamente el 7 de diciembre como “el día de la recuperación de la soberanía informativa”.

Pero si así fuera, el 8 de diciembre los estragos que producen la inflación, la falta de dólares, la inseguridad, el ruido de cacerolas o el malestar de las fuerzas de seguridad continuarían, y el kirchnerismo se quedaría sin el chivo expiatorio a quien echarle la culpa de todos sus males. Podría resultarle un triunfo pírrico porque, después de tanta energía colocada en ese tema, verían que cosechan muchas menos ventajas de las que esperaban, o dicen esperar.
Podría ser que realmente pensaran que los problemas perderían una parte significativa de su efecto negativo si los medios audiovisuales no los transmitieran, al quedar todos finalmente cooptados por el Gobierno. Si así razonaran, estarían asignándoles a los medios un excesivo papel en la construcción de sentido y además minimizando los cambios tecnológicos. La masificación de internet y los teléfonos inteligentes cambiaron para siempre las posibilidades de difundir y recibir información. Hace pocos días, la BBC realizó la primera transmisión en vivo utilizando como cámara un iPhone y con preguntas de los conductores del noticiero en los estudios centrales de Londres a los afectados de una inundación en Inglaterra (ver en http://e.perfil.com/Iphoneapp).

También se equivocarían si creyeran que manejando la grilla de los canales que las empresas de cable difundan (o no) –sumado a la ya existente discriminación con la publicidad oficial y la compra de medios por empresarios amigos– terminarían de cerrar el cerco de la censura. El interés de la audiencia se desplazaría hacia otros medios y los contenidos audiovisuales en internet crecerían geométricamente.

La otra hipótesis, y la más probable, es que el Gobierno especule con que el 7 de diciembre no pueda torcerle el brazo al Grupo Clarín y que, con tanto foco puesto en esa fecha, persiga victimizarse y venderle a la opinión pública que los problemas que enfrenta no son el resultado de sus crisis de gestión sino de las continuas operaciones destituyentes y antiargentinas de “la cadena nacional del desá-nimo”. Que la persistencia de un Grupo Clarín intacto después del 7 de diciembre, tras tanto énfasis público del Gobierno por lograr lo contrario, sea funcional al relato de que existen poderosísimas corporaciones, aun más fuertes que el propio Estado, que le impiden al kirchnerismo alcanzar la prosperidad que anhela para todos los argentinos. En vez del clásico enemigo exterior, un enemigo interior.

Repasemos los hechos de los últimos días. El kirchnerismo dice que la “familia judicial” nombró un juez contrario al Gobierno –Raúl Tettamanti– para que cubra la vacante en el juzgado que debe fallar sobre si es o no inconstitucional el artículo de la Ley de Medios que obliga a Clarín (y a los que estén en igual situación) a desinvertir. Y teme que antes del 7 de diciembre este juez tome cualquiera de estas tres decisiones favorables a Clarín: 1) un fallo definitivo que declare inconstitucional ese artículo de la Ley de Medios; 2) que conceda una ampliación de la cautelar a Clarín hasta tanto exista sentencia definitiva; o 3) ante un pedido de Clarín, que aclare que el 7 de diciembre comienza recién el año de plazo para la desinversión voluntaria y no que ese plazo termina en esa fecha, como interpreta el Gobierno.

El ministro de Justicia, Julio Alak, anunció que el Gobierno recusará a Tettamanti. Mientras dure el proceso de recusación que deberá decidir la Cámara (de la que también desconfía el kirchnerismo), Tettamanti no podrá tomar medida alguna en la causa. Lo más probable es que la Cámara rechace la recusación, porque los cuestionamientos que el kirchnerismo hace sobre las presuntas irregularidades en la designación de Tettamanti no son causales de recusación sino que deberá demostrar su subjetividad a favor de Clarín o en contra del Estado, algo difícil de probar porque este juez ya falló contra Clarín ante un pedido de la Afsca actuando como subrogante rotativo.

Y que también antes del 7 de diciembre Tettamanti quede repuesto en el cargo, supuestamente sin tiempo para un fallo definitivo aunque sí para concederle a Clarín una ampliación de la cautelar hasta la sentencia de fondo, o un dictamen que aclare que el 7 de diciembre comienza y no finaliza el año de plazo para desinvertir.

El pedido del Gobierno de recusación del juez sería para presionar sobre la Cámara y luego sobre el propio juez, con el fin de que se sientan obligados no sólo a no tener subjetividad contra el Estado sino también a demostrarlo. Y además, para ir preparando a la opinión pública ante un fallo adverso sobre la malignidad de las corporaciones.

Con la designación de Tettamanti por parte de la Cámara (un juez con fama de honesto y poco influenciable) y la unión de todos los no kirchneristas en el Consejo de la Magistratura para bloquear la designación de otro juez propuesto por el Gobierno, Clarín está mejor que en ningún otro momento desde que en mayo pasado la Corte Suprema falló colocando el límite del 7 de diciembre para la célebre cautelar.

En síntesis: el kirchnerismo insiste en que seguro el 7D cambia el país, por ignorancia o porque le conviene mantener un enemigo con el que entretener a militantes y críticos.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 6 de Octubre de 2012.