Los ciclos
dirigidos desde Estados Unidos de Norte América de la política latinoamericana…
Imagen: http://www.resumendelsur.com
Hay una ilusión bastante recurrente entre los
latinoamericanos acerca de su autodeterminación política. ¿Realmente creen que
sus políticas estatales son independientes de la influencia de la gran potencia
global del norte, EEUU, que es capaz de ejercer presión sobre gigantes
económicos como China o Alemania o sancionar a una potencia nuclear como Rusia?
Si lo creen así están totalmente engañados y seguramente ese engaño sirve a los
propósitos estratégicos de EEUU.
© Escrito por Héctor Casavieja Píriz y publicado el
sábado 03/11/2018 por Red Filosófica del Uruguay de la
Ciudad de Montevideo, República Oriental del Uruguay.
Pero antes de considerar nuestra situación
veamos lo que ocurrió con África. Todos sabemos que los gobiernos africanos
fueron levantados y depuestos según antojos de las potencias occidentales desde
siempre, por lo menos hasta el ciclo de las “independencias” programadas en
todo el continente que ocurrieron casi simultáneamente en los años 60. Es
decir, es indudable en el caso africano que la política de casi todos sus
estados es manipulada desde el exterior, incluyendo la política de los estados
del norte de África cuyos gobiernos están siendo utilizados hoy día como un
arma contra los propios africanos en su intento de migrar a Europa.
Y ahora regresemos al caso latinoamericano.
¿Acaso podemos pensar que la historia de América Latina no se encuentra tan
manipulada por las potencias occidentales como la de África? Sería imposible
sostener que la destrucción sistemática de los gobiernos nacionalistas
latinoamericanos de los años 50 y 60 fue simultánea por otro motivo que no sea
que el destructor de todos ellos fue, sin duda, EEUU.
También sería imposible
sostener que todas las dictaduras militares que se dieron en la región en los
años 70, fueron simultáneas por pura casualidad porque bien sabemos que EEUU, a
través de esquemas en los que la CIA fue una fundamental herramienta, usó a los
ejércitos de los propios países latinoamericanos en su campaña contra la
influencia del comunismo soviético y cualquier cosa que se le pareciera,
mediante la práctica del terrorismo de estado, mediante la cual se exterminaron
decenas de miles de personas por mecanismos tan feroces como la desaparición
forzada.
Y fue el retroceso de esa política
estadounidense, justamente, lo que permitió que de ese proceso de instalación
de autoritarismo militar digitado se pasara en primer lugar a democracias con
un sesgo neoliberal totalmente agradable a los ojos de nuestro gran hermano,
también simultáneamente en todo el continente. Pero luego, y bien sabemos esto,
EEUU concentró sus esfuerzos militares, políticos, económicos y de inteligencia
en una campaña en el mundo árabe que duró hasta hoy día, una costosa y larga
campaña iniciada allá por el año 2000, aproximadamente, y que tenía como
principal objetivo desestabilizar la región sobre todo en países que fueron en
el pasado aliados de la Unión Soviética como Libia, Siria, Irán, Irak,
Afganistán.
Probablemente esta maniobra fuera al mismo tiempo el producto de la
creencia en las alturas del poder estadounidense de que ya no había ningún
obstáculo para políticas agresivas de cualquier tipo a partir de la caída de la
URSS, algo que sin duda también se reflejó en la intervención de EEUU para
desmembrar a Yugoslavia, en el avance de la OTAN hacia el este de Europa, y la
introducción de un gobierno pro-occidental en Ucrania, así como en Georgia.
Pero esa zona de avance geopolítico de EEUU se
ha enfriado últimamente a causa de la reconstrucción de las capacidades
militares y económicas rusas, demostradas en su contención de la desintegración
del gobierno pro ruso de Assad, en su creciente influencia sobre Turquía, en su
apoyo tácito a Irán, en el aumento de los lazos geoestratégicos entre Rusia y
Alemania y la alianza de tremenda profundidad y dimensión Rusia-China.
Lo que ocurrió mientras EEUU se distraía con sus
grandes avances geopolíticos en Medio Oriente y el Este de Europa, es que bajo
cuerda en América Latina se fueron creando algunos gobiernos claramente
anti-estadounidenses como el de Venezuela, Ecuador, Nicaragua o Bolivia, y
otros moderadamente nacionalistas o progresistas en sus políticas, como el de
Brasil con Lula da Silva o el del Frente Amplio en Uruguay. Si miramos el mapa
veremos que ese proceso nació básicamente hacia el año 2000, justo un poco
antes de que EEUU iniciara su feroz campaña en el Medio Oriente y cuando
todavía estaba más que ocupado en hacer avanzar a la OTAN hacia las fronteras
de Rusia.
Pero EEUU ya no está tan distraído en aquellas actividades por el simple hecho de que su avance se encuentra estancado por el contraataque geopolítico de Rusia y China en toda Eurasia e incluso en África. Y lo peor es que China, que todavía sigue siendo una potencia comunista que solo enfrió estratégicamente su conflicto con EEUU por un período corto de tiempo, ha hecho grandes avances para enlazar a África y a Latinoamérica a su poder económico de crecimiento imparable, lo cual tiene que resultar absolutamente preocupante para EEUU.
Pero EEUU ya no está tan distraído en aquellas actividades por el simple hecho de que su avance se encuentra estancado por el contraataque geopolítico de Rusia y China en toda Eurasia e incluso en África. Y lo peor es que China, que todavía sigue siendo una potencia comunista que solo enfrió estratégicamente su conflicto con EEUU por un período corto de tiempo, ha hecho grandes avances para enlazar a África y a Latinoamérica a su poder económico de crecimiento imparable, lo cual tiene que resultar absolutamente preocupante para EEUU.
Y este es el momento en que debemos sacar las
apropiadas conclusiones sobre el paso de un mapa naranja a un mapa azul: EEUU
ha decidido no distraer más sus intereses en América Latina, y está interviniendo
fuertemente para que se produzca este cambio de color en el mapa
latinoamericano, de nuevo en simultáneo, como reflejo de su acción geopolítica
total sobre este pobre continente que por el momento es incapaz tanto de
unificarse, como de autodeterminarse frente al intervencionismo del hermano
norteño.
Es EEUU el que está digitando
en este momento con fuerza demoledora el avance del poder conservador favorable
a sus políticas regionales en toda Latinoamérica, no solo poniendo bajo presión
económica feroz a Nicaragua y Venezuela y manteniendo, por supuesto, la que ya
tiene 50 años de historia sobre Cuba, sino usando los sistemas judiciales
manipulables, la nostalgia de los militares por el pasado dictatorial, la
cooperación de partidos políticos locales, su control corporativo sobre los
medios de comunicación y sobre las redes sociales que usan los
latinoamericanos, etc.
Latinoamérica, como desde hace décadas, vuelve a ser encarrilada según los mandatos de su hermano intervencionista con engendros como Macri y Bolsonaro como piezas fundamentales de su ajedrez regional. Y es muy difícil que algo lo impida excepto una toma de conciencia sobre el intervencionismo estadounidense que parece muy lejos de concretarse dada la escasa criticidad y la perpetua distracción en asuntos locales que caracteriza el pensamiento político de los latinoamericanos.
Latinoamérica, como desde hace décadas, vuelve a ser encarrilada según los mandatos de su hermano intervencionista con engendros como Macri y Bolsonaro como piezas fundamentales de su ajedrez regional. Y es muy difícil que algo lo impida excepto una toma de conciencia sobre el intervencionismo estadounidense que parece muy lejos de concretarse dada la escasa criticidad y la perpetua distracción en asuntos locales que caracteriza el pensamiento político de los latinoamericanos.
Breve
nota final:
Resta decir que en el cambio
de color del mapa latinoamericano son Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Uruguay
los que aparentemente aún no han sufrido el proceso. Pero son casos muy
distintos, sin duda. Venezuela es un enclave fuerte de los intereses de China y
Rusia, que la están apoyando militar y económicamente desde la época de Chávez.
Nicaragua tiene una vieja tradición antiestadounidense debida al sandinismo y
también tiene cierto apoyo de China y Rusia, lo que la hace un hueso duro de
roer para EEUU a pesar de su pequeñez.
En ambos casos la intervención
militar directa escandalosa ha sido sustituida por la intervención indirecta
mediante el agenciamiento de fuerzas internas poderosas y bien financiadas y
por el bloqueo y el sabotaje económico. Con respecto a Bolivia, el gobierno
boliviano ha tenido la temprana idea de expulsar todas las organizaciones no
gubernamentales relacionadas con EEUU impidiendo la infiltración de
inteligencia y se apoya, además, en una identidad indígena muy fuerte, muy
nacionalista y que puesta a prueba, puede llegar a ser muy resistente.
Y finalmente nos queda
considerar el caso de Uruguay, un caso muy especial, porque sin duda Uruguay,
dada su total debilidad geopolítica, ha optado por mantener relaciones lo más
amistosas posibles con EEUU (recordemos la recepción de prisioneros de
Guantánamo en tiempos de Mujica, o las relaciones muy amistosas entre este y la
embajadora de aquel país) al tiempo que liga cada vez más su economía a China,
que constituye hoy día su principal comprador. La fortuna de Uruguay consiste,
quizás, en que no tiene prácticamente importancia para EEUU y el discurso
oficial uruguayo es sumamente apacible y silencioso cuando se trata de criticar
las políticas estadounidenses en Latinoamérica o en el mundo.
La izquierda gobernante en
Uruguay ha optado, por lo que se ve, por un pragmatismo de sobrevivencia frente
a un poder que podría borrarla de un plumazo al primer pronunciamiento
equivocado. Sin embargo, no es una izquierda como la de Bachelet en Chile, que
de izquierda solo ha tenido el nombre ya que ha aplicado políticas neoliberales
siempre y además, ha mantenido el eje Chile-E.E.U.U. sin cambio alguno.