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sábado, 18 de octubre de 2014

El diablo blanco… De Alguna Manera...


El diablo blanco…

Dando Cátedra. Atahualpa y CFK. Dibujo: Pablo Temes

El oficialismo agita el fantasma del terror post Cristina. Scioli suscribe y se anota como heredero.

Según la versión que grabó Atahualpa Yupanqui en 1969, la canción de cuna para un negrito le advierte que “si no se duerme/ viene el diablo blanco/ y zas/ le come la patita”. Manotazo de ahogado: el cristinismo amenazó con el mismo terror a los argentinos que cometan el suicidio de votar a algún opositor. Fue una primicia del Clarín camporista. En sus portadas aseguraban que si ganan Massa, Macri o Cobos van a pagarles a los fondos buitre, algo que –según información calificada– ocurrirá a principios del año que viene tal como les anticipó Alejandro Vanoli a banqueros internacionales. Sólo falta encontrar el disfraz de gesta heroica. Como llenarles la cara de billetes a los buitres desde la izquierda revolucionaria. Pero esta semana todo el oficialismo salió a advertir que si ellos no siguen en el poder, después de 2015 van a llover calamidades sobre esta patria. Va a venir el diablo blanco y no nos va a comer la patita pero, agoreros, auguran que nos van a comer los salarios con un 40% de inflación o con el antipopular cobro del impuesto a las ganancias a los trabajadores. Algunos llegaron a la exageración de decir que con el próximo presidente se va a restringir la posibilidad de comprar dólares o se va a paralizar la actividad inmobiliaria, e incluso se va a desatar la peor de las recesiones, que es la que frena la economía y el consumo pero no logra bajar los precios.

Cristina nos advierte que el país con Massa, Macri o Cobos en el sillón de Rivadavia producirá una fractura social expuesta terrible porque inoculará el odio en las venas abiertas de la sociedad. Dicen que ese cambio de gobierno desatará la inseguridad y el delito mezclado con el narco, que lo hace más sanguinario todavía. Si Cristina o alguien que ella bendiga con su dedo no sigue gobernando, asistiremos a verdaderos tsunamis económicos. Diagnostican que podemos llegar a dilapidar 163 mil millones de dólares del superávit externo o permitir la fuga de casi 95 mil millones de dólares. O que tendremos 10 millones de pobres y al 35% de los trabajadores en negro. El ala iraní del cristinismo anunció que se vienen crímenes de la derecha contra los enfermos de sida. Y la santa de Santa Cruz, emocionada con el “cuete” de Julio De Vido, por cadena nacional advirtió que el diablo blanco va a querer derogar los satélites y varias leyes, incluso la ley de gravedad.

Hay que tomar con cierta ironía semejante campaña K. Lo único que falta que nos digan es que el próximo gobierno va a ser tan corrupto que va a tener un vicepresidente que robará una fábrica de billetes y que falsificará tres veces sus documentos, o un empresario testaferro que se enriquecerá a la velocidad de la luz y pagará fortunas por cientos de habitaciones de hoteles del futuro presidente que nunca utilizará.

Hay que decirlo de una buena vez: Cristina nos amenaza con un fantasma muy parecido a su actual gobierno. Todas estas cosas ocurren ahora. Y es mentira, o a lo sumo una expresión de deseo, que todo el mundo hable maravillas de este país, como ella dijo. Todo lo contrario: junto con Venezuela, somos los dos países del planeta con inflación colosal. Nos acompañan varios países africanos. Reforzamos el chavismo con putinismo en los ataques a la libertad de prensa.

Esta nueva etapa de los humores de Cristina tiene el mérito de ordenar el rompecabezas electoral que se viene. Está claro que Daniel Scioli es Cristina. Que el gobernador ató definitivamente su suerte como candidato a la voluntad y a la gestión de la Presidenta. Su participación como principal vocero de las acusaciones contra la oposición, que trae el apocalipsis, cierra definitivamente el sueño de ruptura del sciolismo que algunos todavía albergaban. Ya casi no existen los famosos “operativos de diferenciación”, y una de las variantes que Cristina estudia con seriedad es bendecir a Scioli pero sin que él pueda colocar un solo concejal en las listas ni elegir un ministro. Hay otras alternativas en estudio en Casa de Gobierno, pero ésta se fortaleció en consonancia con la consolidación en las encuestas tanto de Sergio Massa como de Mauricio Macri.

Pero ésta es otra batalla. Massa primereó con los radicales que pueden ser gobernadores y aspira a subirse al escenario del ganador en algunas elecciones provinciales anticipadas. Macri intentó primero esa movida pero luego eligió el camino de fortalecer su propio espacio, con candidatos propios en distintos distritos. Las urnas dirán quién tiene la mejor táctica. Porque en varios distritos, si los candidatos radicales no son apoyados por Macri o Massa, podrían perder a manos de caudillos peronistas históricos que pueden ser menemistas o kirchneristas según venga la mano. La gran esperanza de estos caudillos del interior es Daniel Scioli. El también acompañó a Menem y a Duhalde hasta sus últimas horas, y repetirá ese gesto de lealtad con Cristina. Sólo falta saber de qué manera resolverá este desafío el Frente Amplio UNEN. La realidad y las movidas políticas le hacen correr el serio riesgo de la tupacamarización. Todos tironean y se quieren llevar un pedazo. Eso puede terminar con un radicalismo fortalecido con media docena de gobernadores o por atomizarlo en partidos regionales. Se verá. Eso es discutible.

Lo que a esta altura del desarrollo democrático no se puede discutir más es en términos de vida o muerte según sea el partido que gane una elección. La irracionalidad de Alex Freyre fue la de un perejil autoritario y discriminatorio. Pero varios dirigentes más representativos siguieron la misma línea. Hasta el prudente Julián Domínguez entró en ese juego perverso planteando que hay dos proyectos en pugna, uno de vida y otro de muerte. Si el cristinismo considera que Massa, Cobos o Macri, por no ser populistas autocráticos, tienen un proyecto de muerte por estrangulación económica de los más pobres, habría que calificar a Carlos Menem de asesino serial. Y muchos de los defensores de Cristina fueron defensores del ex presidente riojano.

Hoy, por suerte, no hay propuestas ni dirigentes que fogoneen salidas extremas ni violentas. Y si hay algún eslabón perdido de los 70 que aún está afiliado a la lógica de exterminar al enemigo, merodea a este gobierno y a esta presidenta.

© Escrito por Alfredo Leuco el Sábado 18/10/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.





sábado, 11 de octubre de 2014

Entre CFK y la KGB… De Alguna Manera...


Entre CFK y la KGB…

 Le petit Martin Sabbatella. Foto: Dibujo: Pablo Temes

Medios y Denuncias. Cristina parece haber recurrido a Sabbatella para unir a Lázaro Báez y Vladimir Putin. Un nuevo avance contra el periodismo.

Sorpresivamente, Cristina le ordenó a Martín Sabbatella dinamitar al Grupo Clarín. De esa manera, la Presidenta violó el mandato constitucional que le prohíbe a la Afsca aceptar injerencias del Gobierno para discriminar a algún medio. La movida fue de tanta premeditación y alevosía, que Sabbatella no les avisó ni siquiera a sus compañeros kirchneristas del organismo. Se movió en la clandestinidad para engañar a los directores por la oposición y malversar la orden del día. El dictamen de “adecuación forzosa fue leído sólo por dos personas antes de ser difundido: Cristina y Sabbatella.

Este intento de aplicación autoritaria y punitiva de la Ley de Medios fue parte de un operativo más complejo cuyo objetivo es el de siempre: censurar las voces críticas. El mensaje es que Cristina y sus camporistas aún conservan una gran capacidad de daño para domesticar a periodistas díscolos como Marcelo Longobardi, mediciones de audiencias golpistas como las de Ibope y cadenas norteamericanas de noticias destituyentes que serán combatidas de la mano de un adalid de la libertad de prensa llamado Vladimir Putin.

En el pase entre Marcelo Longobardi y Jorge Lanata en radio Mitre, el jueves, llegamos a la conclusión de que “algo” había enloquecido de ira a la Presidenta, más allá de su histórico intento de controlar a los medios y de que nadie la controle a ella. Esta vez el manotazo de ahogado tiene mayor envergadura. No parece responder al fastidio permanente que Cristina siente cuando el periodismo habla de inseguridad, inflación y recesión.

Coincidimos en que las fuertes versiones que habían corrido la semana pasada tenían más verosimilitud de lo que creíamos. Decía así: los buitres están extorsionando a Cristina porque descubrieron un par de cuentas bancarias no declaradas en Estados Unidos a nombre del matrimonio Kirchner. Y tenía una explicación: estaban siguiendo la ruta del dinero de Lázaro Báez y se encontaron con esta información altamente explosiva. Para poner las cosas en su justo término y ser absolutamente responsables, hay que decir que hasta ahora no hay una sola prueba de esto. Nadie lo puede confirmar ni mostrar algún papel que lo pruebe. Pero hay indicios, cabos sueltos. Lanata dijo que eso explicaría la insólita afirmación que hizo la Presidenta cuando planteó que la podrían querer meter presa en Nueva York. Ella aclaró que, aun así, iba a viajar cuando fuera necesario. 

¿Presa Cristina en Nueva York? ¿Bajo qué acusación? Hasta en su entorno llamó la atención que denunciara un magnicidio que viene del Norte y que criticara a Barack Obama por la forma de eliminar a Osama bin Laden. ¿Cuál fue el hilo conductor de toda esa movida? ¿Qué quiere evitar que se publique en Argentina con el renovado ataque al periodismo? Está claro que cada vez que Lanata y Nicolás Wiñazki destaparon alguna olla de Lázaro, la cima del poder entró en pánico. Con aquel comunicado incomprensible de Oscar Parrilli sobre las 13 horas que Cristina pasó misteriosamente en las islas Seychelles y con la molestia de Cristina sobre los periodistas que “hacen cuadritos” en referencia a las infografías que Daniel Santoro había publicado para explicar cuentas y empresas fantasma de Lázaro Báez y sus muchachos. Uno de ellos, Federico Elaskar, el ex dueño de La Rosadita, nada menos, no pudo ocultar entre sus giros uno a una fábrica de explosivos en Irán. Lo único que falta es que Luis D’Elía tenga un local partidario en Puerto Madero.

Son varios los elementos que se deben sumar en este análisis. No hay un solo habitante de Barrio Parque que recuerde algo similar al ataque “quirúrgicamente violento y militar” que sufrió Marcelo Longobardi. Fue el mismo día del anuncio de Sabbatella. El día siguiente a la entrega de un premio al mejor comunicador y a enterarse de que, nuevamente, había superado el récord histórico de audiencia con el 50,3% del share. Esa mañana tuvo una reunión con uno de los principales líderes empresarios del país, que le comentó que “nunca hubo una corrupción tan extendida y sistemática en la obra pública: está tabulada en el 15%”. Longobardi recibió dos infrecuentes llamados de su chofer porque le habían chocado suavemente su vehículo, casi como una forma de obligar al conductor a que se bajara. El mismo reveló que varias veces Apple le informó que alguien estaba intentando geolocalizar su teléfono. Finalmente, en una calle angosta llena de cámaras de video, policías y seguridad privada, y a metros de ingresar a la casa de Jorge Fontevecchia, fue reducido “con la habilidad de un marine”, le robaron su reloj y huyeron en dos segundos.

Por suerte, todavía las coincidencias entre Cristina y Putin se mantienen en el plano teórico. Ambos aplicaron el mismo mecanismo para cooptar medios obsecuentes: entregarles miles de dólares para obra pública a sus dueños. Los patrones de Argentina y Rusia están convencidos de que la información “es un arma terrible que permite manipular la conciencia social con los monopolios de la verdad”. Putin es acusado, por varias entidades humanitarias y de defensa de la libertad de prensa, de garantizar impunidad a los que cometieron los asesinatos de 28 periodistas en los últimos 14 años. No hay antecedentes de un promedio de dos crímenes de periodistas por año.

Anna Politkovskaya fue envenenada, le hicieron un simulacro de fusilamiento y finalmente acribillada en el ascensor de su edificio, en Moscú. Había denunciado la violación de los derechos humanos de las tropas rusas en Chechenia. Putin, el nuevo amigo que Cristina aplaude eufórica por teleconferencia, fue un feroz integrante de la KGB que manejó la temible policía política en Alemania Oriental y que es el frío ejecutor de un ultranacionalismo imperial, autocrático y despótico. El mismo autoriza al Parlamento a censurar y bloquear sitios web que el gobierno ruso crea que atentan contra la verdad o lo que esta versión con corbata de los zares cree que es la verdad. Se silencian aquellas voces críticas que se levantan contra el maltrato con que el régimen somete a los homosexuales.

Persecusión igualitaria para todos, diría Cristina. Esa es la verdadera Rusia que según la Presidenta debemos conocer los argentinos. ¿Cuál será la verdadera Argentina que debemos conocer los argentinos? ¿La que informará el Indek de los rating televisivos donde todos miran a Víctor Hugo y nadie a Lanata? ¿Cómo se dirá trucho en ruso?

© Escrito por Alfredo Leuco el Sábado 11/10/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.