miércoles, 22 de mayo de 2013

Bonavena, eterno… De Alguna Manera...


Bonavena, eterno…


Mohamed Alí y Oscar "Ringo" Bonavena.

Hoy se cumplen 37 años la muerte del boxeador  Oscar Natalio Bonavena, quien fue asesinado de un disparo por Ross Brymer, guardaespaldas del burdel Mustang Ranch, en una fría madrugada de Nevada.

Pasan los años, pero cada vez está más presente. Las generaciones que no lo conocieron ni lo vieron pelear lo admiran y los que si son contemporáneos a sus años de gloria, lo recuerdan con cariño y hasta algunos largan una pequeña lágrima de nostalgia, recordando aquellos tiempos donde Ringo acaparaba la escena televisiva con los ravioles de su madre, sus típicos alardes y su amor por Huracán.

El espíritu de guapeza lo acompaño durante toda la vida y lo hizo un luchador desde sus comienzos. Entrenaba en la arena del hipódromo por sus problemas de pie plano y de joven decidió formarse como boxeador en Estados Unidos, país en el cual obtuvo su apodo tras ser confundido por el baterista de los Beatles, mientras corría una mañana y en donde conoció el negocio que existe detrás del boxeo.

Carismático como él solo podía ser, fue capaz de dar vuelta a la afición más multitudinaria de la historia del Luna Park (25236 espectadores) el 4 de septiembre de 1965, quien lo recibió con insultos y silbidos y lo retiró ovacionado en la pelea que le arrebata el título argentino a Gregorio Miguel “Goyo” Peralta.

Años después, se dio el lujo de luchar dos veces por el título del mundo frente a Joe Frazier y de tratar de gallina al mismísimo Mohamed Alí en la previa de su combate el Madison Squere Garden, sede del lugar que vio tambalear al más grande boxeador de todos los tiempos ante un argentino nacido en Parque Patricios, que llegó a la gran manzana prometiendo que iba a hacer “volar a un negro por los aires”.

Esa histórica pelea, que todavía es recordada en los programas de archivos midió 79,3 puntos de raiting y paralizó a un país, que días después recibió como un campeón a su querido Ringo, que para ese entonces ya había entrados en los corazones de casi todos, inclusive de los que no disfrutaban de su deporte.

Pero el boxeo no era la única actividad que ocupaba la vida de Bonavena, porque como todo buen oriundo de Parque Patricios le gustaba el fútbol y más que el fútbol le gustaba ir a ver a Huracán. Cabulero, un día plantó una ruda macho atrás de uno de los arqueros para acabar con una racha negativa que atravesaba el club y en 1972 compró el pase de Daniel Willington para que pudiera jugar en el Globo e hiciera de local en el estadio cuya tribuna lleva su nombre.

El 22 de mayo de 1976, hace ya 37 años, Ringo se fue para siempre, aunque su esencia estará presente en los Hinchas de Huracán, en Parque Patricios, en los boxeadores y en todas aquellas personas que lo recuerden, porque Bonavena no fue una persona cualquiera, Bonavena fue un ídolo y los ídolos viven para siempre.

© Escrito por el miércoles 22/05/2013 y publicado por Patria Quemera de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

martes, 21 de mayo de 2013

Murió Videla… De Alguna Manera...


Murió Videla…


Murió Videla, claro, todos morimos algún día, pero hoy, cuando supe la noticia, sinceramente no sentí nada. En las redes sociales hubo festejos, puteadas, recordatorios, pero a mí, no me pasaba nada. Todo ese asco, toda esa revulsión, toda esa bronca acumulada que me causaba cada vez que lo veía, pasaron a un segundo plano y me puse a reflexionar todo lo que me hubiese gustado que viva para que diga lo que sabe a la justicia y a los familiares, para que le explique a la sociedad quienes le ordenaron la barbarie que desató con placer y hasta se debe haber regodeado con los aullidos de sus víctimas, pero ya es tarde, él no va a hablar, tampoco sus cómplices, ni siquiera para acusar a los que le ordenaron un genocidio y hoy son socios los más turbios negociados. Los mismos empresarios que en 1976 fueron a pedirle que ponga el país en orden, son los mismos que hoy celebran la democracia que supimos conseguir.

Si hay algo de mi vida personal con lo que siento un profundo orgullo es que siempre los odie, y esa es la palabra justa, siempre los odie con el odio de clase que me nace de lo más hondo de mis sentimientos y mis entrañas. Cuando veo todos los que quedaron en el camino, los que hoy no están, los que no pudieron ver un nuevo amanecer, la sangre se subleva y el insulto quema la garganta.

Murió en la cárcel, como morirán muchos de sus cómplices en el genocidio y en este momento me gustaría que fuéramos capaces de ver un poco más allá, porque ese “señor” que fue el dueño de la vida y de la muerte, fue simplemente un lacayo y acá no hay odio, porque de verdad fue un lacayo, de esos que no dudan en asesinar a un compatriota para defender los oscuros intereses del amo imperial. ¿Sentirán los argentinos la misma alegría cuando muera Henry Kissinger? Porque el señor Premio Nobel de la Paz fue uno de los arquitectos del genocidio en Latinoamérica.

Murió en la cárcel, solo, o acompañado de sus seguidores que es lo mismo que estar solo. Solo sin su adorado uniforme de asesino, sin sus jinetas, sin sus cuarteles, sin sus misa de once y todo lo que fue su tenebrosa vida. Ahora pienso que cuando estuvo preso en la cárcel de Magdalena don Goyo Pérez Companc le regaló a la esposa del asesino una vivienda frente a la prisión para que no tenga que viajar tanto y estén más tiempo juntos.

Murió en la cárcel ¿Murió hoy? Eso dicen las noticias, pero creo que no es verdad. Don Jorge Rafael murió hace mucho, sucumbió cuando decidió alinearse con los enemigos de la aurora, cuando eligió libremente hundirse en el peor de los basurales. Los médicos hablaran del estado de salud, de las patologías, pero para mí, murió de cobardía, enfermo de cinismo, y acorralado por sus fantasmas.

Desde lo más profundo de mi corazón yo no festejo su muerte, no me gusta celebrar la oscuridad, prefiero pensar junto con Mario Benedetti que siempre llueve sobre el surco y soy un militante de la vida. Prefiero recordar a los que no están cuando estaban riendo y celebrando el porvenir y sembrando utopías.

Murió Videla el dictador, el desaparecedor, el torturador, el asesino. El que desmanteló el país y lo hizo retroceder al Medioevo, el aprendiz de Torquemada. Murió Videla, murió el NADIE más grande del país.

© Escrito por Guillermo Berasategui el lunes 20/05/2013 y publicado por el plazademayo.com de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



La Argentina Nazi de 1938... De Alguna Manera...


Trascendieron imágenes de un inédito encuentro en 1938. La historia.

Símbolo nazi, cruz esvástica.


Difunden fotos nunca vistas del enorme festejo nazi en el Luna Park. El matutino español El Mundo publicó hace unos días una serie de fotos pocas veces divulgadas en nuestro país que muestran a miles de personas en el estadio Luna Park de Buenos Aires expresando su apoyo al III Reich de la Alemania Nazi. Era el 10 de abril de 1938 y se trataba de la demostración más grande que se realizó fuera de Europa en pro del nazismo, que se hallaba en plena efervescencia en Europa.

Las imágenes, según el diario cedidas por la administración del Luna Park, muestran a unos 15.000 argentinos nazis festejando el "Anschluss", es decir, la anexión de Austria por parte del régimen de Hitler. Ese mismo día, el líder nacionalsocialista ganaba con el 99% un plebiscito sobre su permanencia en el poder y la embajada alemana en Buenos Aires quiso festejarlo.

Mientras entonces algunos diarios hablaban con preocupación de las "las pretensiones alemanas de extraterritorialidad", otros destacaban las "convicciones profundas" de Hitler y sus esfuerzos por establecer "la igualdad social" en Alemania, intentos que "se asemejan a un ideal democrático". Desde Alemania, el líder intentaba seducir a los argentinos publicando en el diario La Prensa: "Por intermedio del diario La Razón, envío a la prensa argentina y a los alemanes de la Argentina mis cordiales saludos".

El fervor de miles de argentinos por las "promesas" del nazismo y su "cautivante" líder, sin embargo, no se debía a la falta de información sobre lo que realmente sucedía en Alemania. En 1936 la prensa argentina ya informaba que Hitler buscaba "aniquilar, con los medios más abominables, a la laboriosa e inteligente población israelita".

Pese a todo, según los registros históricos, Alemania estuvo a punto de ampliar sus conquistas en América con Argentina como un poderoso aliado: 70.000 argentinos eran afiliados al Partido Nacional Socialista alemán, muchos de los cuales aquel 10 de abril vivaron a Hitler ("Heil Hitler!") en pleno centro de Buenos Aires.

Según la crónica del diario La Prensa, aquel domingo 10 de abril de 1938, las columnas al estadio Luna Park comenzaron a llegar pasadas las 9 de la mañana. “Era un público numeroso y entusiasta”. Las delegaciones austríacas y alemanas arribaron portando sus banderas e indumentarias nazis.

Dentro del estadio se pudo apreciar el escenario adornado con banderas alemanas con la cruz esvástica y argentinas, destacándose en la parte posterior del telón de fondo en rojo la inscripción “Heil Führer” y otra (en alemán) que decía: “Un pueblo, una nación, un conductor”.

“Muchos miembros de las entidades nazis, quienes vestían camisas pardas y llevaban brazaletes con la cruz esvástica, tuvieron a su cargo la ubicación del público realizada en un orden casi militar”, relató entonces La Prensa.

El delegado comercial de la embajada alemana, Erich Otto Meynen, arengó a la concurrencia que respondía "¡Heil Führer!" saludando con el tradicional saludo nazi, brazo en alto. Meynen destacó la anexión de Austria “sin violencia ni sangre” y “el afecto de los austroalemanes hacia la Argentina”, al que definió como un “país hospitalario en el cual se sienten cómodos y orgullosos de cobijarse bajo sus instituciones y bandera”.

Tras una manifestación antinazi, que se saldó con 2 muertos y 57 heridos, saltaron las alarmas. El presidente Roberto Marcelino Ortiz creó una comisión especial que investigaría las actividades “ilícitas” de organizaciones extranjeras, que consistían en el adoctrinamiento de niños en escuelas de nuestro país, entre otras cosas. Además decretó la disolución del multitudinario Partido Nacionalsocialista Alemán de la Argentina y decidió la expulsión de dos espías de la Gestapo.

Pero el "affaire" entre Argentina y el nazismo, sin embargo, no concluyó con la caída de Hitler. Se sabe que, finalizado el conflicto, y durante el primer gobierno de Perón, Argentina y varios países americanos se lanzaron a una encarnizada carrera por atraer a los más célebres cerebros alemanes, en lo más diversos campos de las ciencias o la ingeniería.

Al mismo tiempo, según el historiador Felipe Pigna, "entre 1945 y 1950 arribaron al país criminales de guerra nazis (…). Según las fuentes, se habla de 6.000 a 8.000 ‘refugiados’”. Este fue un largo periodo durante el cual tuvieron acceso al país, entre otros, el criminal croata Dinko Satic, el médico Joseph Mengele, y el jerarca Eric Priebke.

Seria el mismo Priebke quien admitiría, en un juicio en Roma, que “en 1945 el gobierno nacional [argentino] negoció con Alemania la entrega de documentación que permitió el ingreso de nazis. Se distribuyeron unos 2.000 pasaportes y 8.000 cédulas en blanco… Con esta modalidad ingresaron en la Argentina unos 2.000 nazis”.

En tanto, Adolf Eichmann, el ideólogo de la "solución final" para el "problema judío" ingresó a la Argentina con un pasaporte italiano falso a nombre de Riccardo Klement en 1950, se radicó en el barrio bonaerense de San Fernando y hasta llegó a trabajar en la planta local de la automotriz Mercedes Benz.

La reflexión y conclusión de El Mundo es categórica: "Al revisar las páginas de la Argentina nazi se comprende porqué se ha ido al carajo esta nación que a principios del siglo XX alcanzó el puesto número ocho de las más desarrolladas del mundo. Una saga intermitente de golpes de Estado y dictaduras cívico-militares -con la previsible reacción de guerrillas- y miles de ciudadanos desaparecidos llevan la señal distintiva de aquel totalitarismo mesiánico".

© Escrito por Darío Silva D'Andrea el lunes 20/05/2013, especial para Perfil.com y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



Era el 10 de abril de 1938 cuando más de 15 mil argentinos festejaron entre esvásticas y banderas nacionales. Diario El Mundo de Madrid España.

Fue el encuentro Nazi más concurrido fuera de Europa. Diario El Mundo de Madrid España.

El tradicional Luna Park, entre esvásticas y símbolos nazis. Diario El Mundo de Madrid España.


Aquel domingo 10 de abril de 1938, las columnas al estadio Luna Park comenzaron a llegar pasadas las 9 de la mañana, informó en ese momento el diario La Prensa. Diario El Mundo de Madrid España.

Dentro del estadio se pudo apreciar el escenario adornado con banderas alemanas con la cruz esvástica y argentinas. Diario El Mundo de Madrid España.

El delegado comercial de la embajada alemana, Erich Otto Meynen, arengó a la concurrencia que respondía "¡Heil Führer!". Diario El Mundo de Madrid España.