martes, 7 de julio de 2015

Copa América... Argentina 0 (1) vs. Chile 0 (4)... @dealgunamanera...

Ganamos, perdemos, siempre perdemos…


Un equipo condicionado por el rival jugó su peor partido de la Copa, se fue deshilachando con el correr de los minutos y finalmente sucumbió en la ronda de los penales. Chile consiguió así su primer título en el fútbol internacional.

La tercera final que la selección deja pasar en las cuatros últimas Copas América.

Esta película ya la vimos. El festejo de los otros que nos recuerda a Brasil, la sonrisa de la Bachelet que nos trae la imagen de la Merkel en el Maracaná, la caravana de anti-Messi que ya no le tiran disparos en las sombras al pibe y salen abiertamente a plantear el Apocalipsis. “¿Qué he hecho yo para merecer esto?”, se debe preguntar el pibe aunque ya sabe cómo son las cosas por estas tierras, que hoy sos el Rey Lionel y mañana sos el Satánico doctor No: no cantás el Himno, no hacés un gol, no jugás como en el Barcelona, no sos Maradona, no la tocás, no ganás ningún campeonato.

Al Tata Martino también le caen con todo, por derecha y por izquierda, los nostálgicos del Coco Basile y los que empiezan a poner fichas para que vengan caras extrañas. Estos fueron los siete pecados capitales:

1) Que no dio la talla.

2) Que no puso a Tévez.

3) Que hizo mal los cambios.

4) Que el equipo no tuvo fuego sagrado porque él mismo no lo tiene.

5) Que se encontró con un equipo en serio y no como Paraguay.

6) Que no respetó la esencia del fútbol argentino.

7) Que dijo que Argentina había merecido ganar porque estaba viendo otro canal.

Algunas críticas son acertadas, otras son lapidarias, pero ya se sabe que por acá lo que el viento se llevó hace rato es la reflexión, la cordura, el equilibrio, cuando el muerto que deja la derrota todavía está caliente.

Pero lo que sí tal vez se le debe cuestionar al entrenador es que en el afán de protegerse, de anular el poder ofensivo de Chile, le restó poder de fuego al propio equipo. Por primera vez un rival en esta Copa tuvo más tiempo la pelota que Argentina. Martino pensó, seguramente, que de contra se podía llegar con cierta facilidad y que todo se resolvía con un par de genialidades de Messi o de Pastore.

Pero Pastore estuvo impreciso, solo apareció en cuentagotas y a Messi lo rodearon bien. Es cierto que Chile casi no inquietó a Romero, pero puso el partido muy lejos de Bravo en casi todo el desarrollo del juego. El cero a cero fue producto de que se anularon mutuamente, pero Sampaoli respetó un poco más su línea, su idea, su estilo. Y eso es independiente del resultado final.

La verdad es que no se dio el partido de película que todos esperábamos. Tuvo la emotividad y la tensión propia de cualquier final importante, pero nunca el brillo deseado ni la lluvia de goles. Hasta pocas situaciones de gol hubo en los 120 minutos de juego.

Quedan registradas –son casi anécdotas a esta altura– algunas historias mínimas:

- La lesión de Di María. Estaba jugando un buen partido y rápidamente quedó afuera. ¿Era Lavezzi el reemplazante natural? Si se recuerda lo bien que había jugado en el primer tiempo de la final del Mundial, se entendía el cambio. Pero Lavezzi no anduvo.

- El patadón de Medel. Una patada en el estómago a Messi para ablandarlo (el chileno merecía la roja directa, sin duda) pero la amarilla no lo condicionó para ejercer una marca férrea y formar parte de la telaraña que dejó fuera de acción al rosarino.

- El gol que no hizo Higuaín. Fue una gran jugada de Messi sobre el epílogo de los ’90 (de lo mejorcito en su pobre actuación) que le dio la pelota a Lavezzi, como se la había dado a Di María contra Suiza y Lavezzi decidió meterla en profundidad para Higuaín, quien llegó un segundo tarde. Una pena realmente.

- Wilmar Roldán no cobró una clara falta a Rojo en una jugada de pelota detenida y debió echar a Medel, pero cargar todas las tintas sobre el árbitro es tan injusto como hacerlo sobre Martino o sobre los jugadores.

- El penal de Alexis. Pasó casi inadvertido que en el último penal Alexis Sánchez picó la pelota y que, con eso, con ese lujo le puso broche de fantasía a una merecida coronación de su equipo. Con una interesante camada, pero sin el nivel técnico de los argentinos, sabían que era una oportunidad única y la aprovecharon: fueron dignos campeones. Y tienen derecho a gritar “Chile campeón, carajo” y quien quiera oír que oiga. Qué se le va a hacer. Otra vez nos tocó una de terror.


 © Escrito por Juan José Panno el sábado 04/07/2015 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.







Capturan en Brasil a un policía argentino acusado por el crimen de Rodolfo Walsh… @dealgunamanera...

Capturan en Brasil a un policía argentino acusado por el crimen de Rodolfo Walsh…

Roberto Oscar Gonzalez. Foto: Interpol

Roberto Oscar González, de 64 años, era buscado por Interpol por la desaparición del periodista.

Agentes de la Policía Federal (PF) de Rio Grande do Sul, que representa a Interpol en Brasil, capturaron a un policía federal argentino, buscado por crímenes cometidos durante la última dictadura militar.

Se trata de Roberto Oscar González, de 64 años, quien vivía en Viamão, hace casi una década, según informó el sitio Hora Zero. Fue uno de los responsables por la muerte del periodista y escritor Rodolfo Walsh durante la última dictadura cívico-militar en Argentina.

Además de González, los acusados de haber matado a Walsh, según la policía argentina, son: Julio César Coronel, Enrique Yon, Ernesto Frimon Weber, Pedro Osvaldo Salvia, Juan Carlos Fotea, Juan Carlos Linarez, Gonzalo Sánchez, Roberto Naya, Carlos Orlando Generoso y Héctor Antonio Febres. También estuvieron involucrados en su secuestro Alfredo Astiz, Jorge “el Tigre” Acosta y Jorge Rédic

El portal brasileño publicó que Pedro Salvia, de 63 años, vivía con González en Viamão, pero no fue detenido porque murió el 18 de junio en pasado.

Según la publicación, en 2013, las autoridades argentinas se reunieron con agentes de la PF, para localizar a los fugitivos. El gobierno de Buenos Aires ofreció una recompensa de 61 mil dólares para obtener información sobre ellos.

Rodolfo Walsh, que por entonces integraba la agrupación Montoneros, fue secuestrado en el barrio porteño de Constitución el 24 de marzo de 1977, primer aniversario del golpe militar, mientras difundía las primeras copias de la famosa Carta abierta de un escritor a la junta militar. Algunas versiones indican que el periodista se tiroteó en la vía pública con el grupo de tareas cuando intentaron capturarlo.

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© Publicado el martes 07/07/2015 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

  

lunes, 6 de julio de 2015

Argentina ganó algo más valioso que un título… @dealgunamanera...

Argentina ganó algo más valioso que un título…

Así sufrieron los penales los jugadores argentinos. Foto: AFP

Pese a la final perdida en Chile y la mezcla del fútbol con la política, el seleccionado de Martino se trajo algo duradero: una identidad.

Vea, vea, vea, Señor Presidente, tenemos el mejor equipo del continente”, le gritaba el público enfervorizado del Buenos Aires Lawn Tennis Club a un sonriente Videla mientras Guillermo Vilas era paseado en andas por delante del Palco Oficial. Era marzo de 1977 y la Argentina acababa de derrotar por primera vez en la historia a los Estados Unidos en la Final Americana de la Copa Davis.

“El que no salta es un holandés, el que no salta es un holandés”, fue el grito de batalla de la final del Mundial 1978. Decenas de miles de fanáticos saltaban y cantaban en las tribunas del Monumental aquel histórico 25 de junio. Los miembros de la junta militar ni cantaron ni saltaron. Hubiese sido un desliz imperdonable para gente enjuta que tampoco se permite tener sexo con la luz prendida. Pero sonreían manejando una batuta imaginaria, cual Barenboim de la tortura y el terror.

Millones replicaron el ritual, que se mantuvo indeleble hasta el presente con sus matices: reemplácese “holandés” por “inglés”, “militar”, “bostero”, “gallina” o lo que corresponda. Y muchos miles dedicaron idéntico cantito un año después, cuando una multitud se reunió en la Plaza de Mayo a pedirle a Videla que saliera al balcón de la Rosada para festejar el título mundial juvenil de Maradona y amigos.

1977. 1978. En la Argentina gobernaba Videla. En Chile gobernaba Pinochet. Dos personajes siniestros y repugnantes. Lo suficiente como para que comprendamos que ellos tenían demasiado más en común que lo que intentaron instalarnos a través de amenazas de guerra y traiciones regionales.

Los últimos días han tenido una cuota casi idéntica de ilusión por el gran fútbol y patetismo por la provocación de ida y de vuelta de la mano de argumentos que no tienen que ver ni con una pelota, ni con la realidad.

Lo de la pelota es obvio. Respecto de la realidad me gustaría recordar que, un rato antes de que un puñado de militares chilenos decidiera apoyar a los ingleses en la Guerra de Malvinas –33 años después supimos que ese apoyo se debió al eventual conflicto por el Beagle–, otro puñado de militares, pero argentinos, pretendió perpetuarse en el poder provocando uno de los más grandes crímenes de lesa humanidad que recuerda nuestra tierra: mandar al muere a chicos de mi generación –clase 63, número de sorteo 282, ausente de Malvinas por no haber tenido instrucción ya que fui número bajo para la colimba–, muchos de los cuales no conocían ni las armas que no pudieron usar, ni el mar cerca del cual murieron.

Me da una profunda tristeza que desde las redes sociales o los mensajes que se dejan en los programas de radio, de un lado y del otro de la cordillera mezclemos tanto las cuestiones hoy, momento en el que lo que nos enfrentó fue tener los dos mejores equipos de fútbol de la región. Seguro, los más ambiciosos.

También, desde algunos medios. Parece mentira que gente de prensa que vive a diario un fútbol miserable, vacío de visitantes y repleto de ladrones, instale cuestiones vinculadas con el miedo de unos o la arrogancia de los otros. Serán los mismos que, prontamente, hablarían de vergüenza, barbarie y descontrol si eso que siembran se convirtiese en violencia de tribuna. Saben perfectamente que se dirigen a un público que, en algunos casos, no está en condiciones de manejar adecuadamente las provocaciones. Ponemos en mano de un orangután una granada sin espoleta. Y no nos importa.

Doy fe de que la cuestión de la distorsión no fue sólo asunto nuestro. Tuve el honor de ser invitado a participar en un par de programas de radio chilenas y, en ambos casos, hubo que atravesar tanto el asunto de la violencia instalada por una rivalidad que, en el fútbol, no es tal, como el de la receta que tendría Sampaoli para frenar a Messi o si Martino mandaría a Di María a tapar a Isla.

Y mientras de un lado circulaba por cadena de WhatsApp una torpe versión adaptada del “Brasil, decime qué se siente”, del otro se despidió al equipo de su concentración santiaguina con carteles indignos de bien paridos. ¿Por qué habría idiotas de un solo lado de la cordillera?

Puedo entender a regañadientes que ante un momento de fútbol pobre alguno busque la alternativa de llamar la atención apelando a la mugre. Pero por la pretensión constante del seleccionado chileno, equipo que juega como cuadro grande desde el último Mundial para acá, y por la consolidación de una idea fantástica que insinuó la Argentina en el estreno, que afianzó ante Colombia y expresó brutalmente ante Paraguay, la de ayer era una final cuya previa ameritaba más que nunca hablar de fútbol. Y no atizar tristemente un fuego que, curiosamente, estaba apagado desde hace décadas. Porque una cosa es lo que usted piense de “los chilenos” –confieso que he tenido muchísima suerte con mis amigos trasandinos, pese a haber sido corrido a monedazos una vuelta en la Davis de 2000– y otra cosa es que ambos países vivamos en un conflicto permanente, que en realidad no existe.

¿Qué es lo que hace que tantos millones de personas pretendamos resolver alrededor de un partido de fútbol cuestiones que, de ser ciertas, nada tiene que ver con el deporte? ¿Qué pretendemos que hagan Mascherano, Messi, Medel y Vidal que no somos capaces de pretender de Cristina y de Michelle?

En un día de mucha gente yendo a las urnas, los argentinos deberíamos saber dónde y a quién se le reclaman las cosas de valor. Y que un éxito futbolero nos cambia el estado de ánimo durante un rato pero no revive a los muertos en una entradera del Conurbano, ni alimenta al pibe desnutrido, ni le da una mejor vida al jubilado. Ni mete en cana al funcionario corrupto.

Luego, el partido. Un partido decepcionante porque ninguno de los dos equipos se destacó en el aspecto del juego para el que demuestran tener más oficio, mayor vocación. Lo más sencillo sería entrar por el camino de los miedos. Sería faltar a la verdad. Lo que en realidad sucedió fue que los dos invirtieron brutalmente la ecuación éxito-fracaso que exhibieron en el resto del torneo. Tanto Martino como Sampaoli muestran, de modos diferentes, claro está, muchísima más vocación por construir y agredir que por desplegar defensas graníticas.

La Argentina afianzó la dupla Mascherano-Biglia que nació en el Mundial de Brasil como una herramienta clave para soltar casi permanentemente a Zabaleta y a Rojo. El Tata aprovechó aquella ocurrencia de Sabella pero ya no como un recurso para solidificar la estructura defensiva sino para permitirse sumar más gente en ataque, más un hombre con las características de Pastore.

Chile va potenciando un juego de posesión que a veces se contrapone con la característica frenética de sus dos hombres de punta, que ayer aparecieron demasiado frecuentemente por detrás de otros jugadores con menos oficio de área que ellos mismos. Sin embargo, la presencia de Bosejour como uno de los “cinco” del fondo –es mucho más hombre de medio juego exterior y de ataque que de defensa– y el enorme oficio de Isla para atacar por la banda derecha son parte de esa impronta de equipo protagonista que Chile viene buscando desde la llegada de Bielsa, con un correlato nítido de su heredero.

A esos equipos nadie debería ponerle en duda la ambición. Ni criticar la falta de ajuste que esa ambición les provoca en defensa.

Anoche fue diferente. Tanto como para encontrar de los dos lados a las principales figuras de la mitad de la cancha hacia atrás.

Chile tuvo su rato de superioridad cuando, al comienzo, dejó en claro que tenía más jugadores para desdoblarse en la recuperación y el avance que su adversario. Después, en un partido parejo, finalmente impreciso y que empezó con piernas ásperas y terminó con piernas tiesas, la Argentina dejó una leve sensación de superioridad. Fundamentalmente en el par de ocasiones nítidas más que dispuso respecto de su rival.

Los penales sacaron del maleficio histórico a los chilenos y, durante muchas de las horas que se vienen, llenarán el aire de reclamos de éxito por parte de la prensa y la opinión pública argentina.

Por lo pronto, fue una final en la que el entorno tuvo, previsiblemente, cero influencia. Se jugó como se jugó por las características, los momentos y las decisiones de los jugadores. Con más errores que aciertos, con el infortunio de la pronta salida de Di María, de enorme influencia en el resto del juego y el coraje descomunal de Mascherano, cuyas piernas aún se estarán preguntando cómo es que su cerebro y su corazón las siguieron haciendo correr. Pero nada de esto fue consecuencia de las bravuconadas, las provocaciones, Pinochet, las Malvinas y Chito Faro, ese de “Cuando pa’ Chile me voy”.

Sin ignorar la impericia que hubo para ser claramente superior al adversario en la final –aun jugando mal, como contra Jamaica, o peleándola, como contra Uruguay, Argentina siempre lo había sido hasta entonces– y de la perplejidad que provoca ver a un tremendo campeón como Messi sin poder levantar la copa una vez más en competencias oficiales de mayores con la celeste y blanca, sigo convencido que el seleccionado de Martino se trajo de Chile algo más valioso y duradero que un título: una identidad.

© Escrito por Gonzalo Bonadeo el domingo 05/07/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

domingo, 5 de julio de 2015

Luis A. Capomasi... Apenas 48 años de trabajo... 20 Marzo 1967 - 25 Junio 2015 - ... @dealgunamanera

20 Marzo 1967 - 25 Junio 2015...

Hoy 25 de Junio de 2015 comienza el principio del Fin de un Ciclo comenzado el 20 de Marzo de 1967. Apenas 48 años de trabajo.

Pasaron 17.629 días y en ellos cientos de miles de experiencias. Todas han sido útiles, es la vida misma que ha trascurrido en eso días, donde con sólo 16 años de edad emprendería la más hermosas de las aventuras que fue el vivirla.

Pasaron muchas experiencias profesionales: 

Armada Argentina, donde aprendí además de la bella especialidad de ser Radiotelegrafista, a valorar lo importante de la Sociedad Civil y desdeñar el autoritarismo; 

Frumento Hermanos S.A.C.I.F.I. (Parabrisas y Cristales para Automotores), donde aprendí a que todo es según el Cristal con que se mira; 

Compañía Gillette de Argentina S.A., donde aprendí la mayor parte de lo que hoy soy como persona y profesional; 

Top Toys S.A. (Juguetes), donde aprendí la diferencia entre una empresa internacional y una nacional; 

Molinos Río de la Plata S.A., donde aprendí que la burocracia en los negocios hacer perder mercados;

Bic Argentina S.A., donde aprendí que a los líderes se les puede ganar con astucia en la aplicación de las estrategias y sus tácticas; nuevamente a la; 

Compañía Gillette de Argentina S.A. y su División Escritura (Paper Mate, Sylvapen, Waterman y Paker), donde re aprendí que muchas veces las segundas partes pueden ser buenas; 

EMI Odeón de Argentina S.A., donde aprendí que “no ser del palo” te libra de prejuicios y podes tomar acciones sin más trámite que tomarlas; 

Stafford Miller Argentina S.A., donde aprendí que la globalización es un  hecho real, concreto y que cierra empresas, dejando a su gente sin trabajo; 
Merak S.A. / Vali S.A.C.I.F.(Encendedores de Cocina), donde aprendí que los estafadores no tienen  condición social y también pueden ser personas millonarias en dinero y muy pobres en conductas; 

Famiel S.A. (Magiclick), donde aprendí que siempre que se quiera, se puede y que el valor de una marca no tiene precio; 

Productos de Agua S.A. (Cunnington, Neuss, Cellier, Córdoba), donde aprendí que el personalismo muchas veces no deja crecer a una compañía; nuevamente Top Toys, hoy Errekaese S.A., donde estoy aprendiendo a jugar como un niño…

Exprofeso omití mi otro oficio que es el de la docencia, y ha sido mi lugar de formación profesional quien me ha brindado la posibilidad de volcar mis experiencias profesionales a futuras generaciones en la disciplina de Marketing y Ventas. La Fundación de Altos Estudios en Ciencias Comerciales es la institución educativa donde ejerceré hasta dentro de unos pocos meses la más ímproba de las profesiones, desde mi punto de vista claro. Marketing Básico, Política y Desarrollo de Producto, Marketing de Servicios, Práctica Profesional I, Dirección Comercial, Administración de Ventas, Práctica Profesional II son algunas de las asignatura que ejerzo y con mucha pasión he tratado siempre de que quienes cursan, no sólo entiendan de procesos lógicos, sino que también aprendan a pensar, aprendan a utilizar un pensamiento lateral y no lineal, que el prejuicio es un enemigo de la creatividad, que las ideas pueden fluir si nos proponemos un ambiente afín para ello, que al fin de la cuenta, la vida del educando también puede ser bella si la meta no es sólo obtener una distinción llamada título, sino que la vida misma es un aprendizaje constante. 

Hoy, y hasta tanto me sea otorgado el derecho al Retiro, serán días de regalo, para luego y a través de otras actividades, seguir trabajando para contribuir a mi manutención, pero también a mi placer por los viajes por las rutas de la Argentina.

Hoy 22 de Junio de 2015 comienza el principio del Fin de un Ciclo comenzado el 20 de Marzo de 1967.

Allá vamos…

© Escrito por Luis Antonio Capomasi el domingo 05/07/2015 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


03-1967 - 12/1971
02/1972 - 12/1973

02/1974 - 05/1986 (Primera época)


06/1986 - 05/1987 (Primera época)
06/1987 - 07/1988

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06/2012 - Actual


2009-2015... A 6 Años del "Choreo" a Huracán... @dealgunamanera...

En una final caliente, los errores de Brazenas fueron determinantes…

Brazenas les da explicaciones a los jugadores de Huracán.  Foto: La Nación / Mauro Alfieri

El árbitro le anuló mal un gol a Huracán y hubo falta de Larrivey a Monzón en el decisivo tanto de Moralez; además, no le cobró un penal a Vélez.

Una de las frases de cabecera de Gabriel Brazenas es "el mejor árbitro es el que pasa inadvertido". Se había preparado mucho para este partido, a tal punto que reconoció que era "un honor" dirigir Vélez y Huracán. Pero ayer, en Liniers, entre sus fallos y las responsabilidades de los asistentes tuvo un muy mal arbitraje. Con sus errores fue determinante en el triunfo por 1 a 0, el mismo que coronó a Vélez como el campeón del Clausura 2009. Es cierto que la final tuvo muchos chispazos y factores extraños, como la suspensión por el granizo, la cantidad de gente que se coló en el campo de juego y la poca colaboración de los futbolistas a la hora de las simulaciones y las agresiones. Sin embargo, más allá de algunos aciertos (que los tuvo), cometió errores importantes.

Ya a los 9 minutos del primer tiempo el juez de línea Ricardo Casas le anuló en forma incorrecta un gol a Huracán tras un tiro libre desde la izquierda de Defederico y un cabezazo de Eduardo Domínguez. El defensor central estaba habilitado por Otamendi.

Tuvo aciertos: en esa primera etapa no hubo penal de Goltz a Papa ni tampoco de Eduardo Domínguez a Moralez. Acertó en sancionar el penal de Araujo a Moralez y en no convalidar por posición adelantada un tanto a López.

En la segunda etapa empezó el descontrol. Más allá de que le anuló bien un tanto a Nieto por offside a instancias del línea Hernán Maidana, Brazenas acumuló desaciertos: a los 22 minutos, Otamendi tocó la pelota con la mano y, como ya estaba amonestado, debió ser expulsado. A los 36, hubo un planchazo de Arano sobre Cubero dentro del área. Para el árbitro no fue nada, pero debió cobrar penal y haber expulsado al lateral izquierdo de Huracán.

El gol del triunfo también estuvo viciado de nulidad. Luego del cabezazo de López y antes de la definición de Maxi Moralez hubo una infracción de Larrivey a Monzón (similar a la anterior de Arano a Cubero) y la acción no debió seguir. El balón estaba por quedar en poder del arquero y Larrivey le cometió foul; en ningún momento logró conectar el balón.

Los jugadores de Huracán se fueron de control, le protestaron a Brazenas y el árbitro les repitió: "No hubo foul, no hubo foul; no fue foul".

Hubo un expulsado por doble amarilla (Moralez), por sacarse la camiseta en el festejo, pero en los ocho minutos que adicionó Brazenas debió expulsar a varios más: no había sancionado nada por las reacciones entre Cubero y Arano, pero los agarrones y las provocaciones continuaron. Tras un mano a mano que Monzón le desvió a Larrivey al tiro de esquina, varios futbolistas del Globo se le fueron encima al delantero de Vélez, que recibió varios golpes en la mandíbula y en las orejas.

Al final del partido, cerca de 300 hinchas de Vélez coparon el playón del club, cargaron a los jugadores visitantes y le "agradecieron" al árbitro porque se vieron favorecidos. Algunos hasta acompañaron a Brazenas en la retirada y le gritaron: "Gracias por todo" o "Tenés que ser el árbitro del Mundial". El juez dijo: "La verdad es que no sé la razón por la cual los simpatizantes de Vélez no paraban de decírmelo [muchas gracias], no me doy por aludido. Mi actuación la tengo que analizar con tranquilidad, viendo las jugadas puntuales varias veces por televisión".

Sobre el gol anulado a Domínguez sostuvo que se apoyó en el offside que le marcó el asistente Ricardo Casas y sobre el tanto que le dio a Vélez agregó: "No vi falta previa de Larrivey al arquero Monzón y por eso lo convalidé".

El marco y los protagonistas no lo ayudaron, pero no fue la final que soñó dirigir Brazenas en el Clausura 2009. Al margen de sus aciertos, los errores no permitieron que pasara inadvertido y terminó siendo decisivo en el resultado de la consagración.

10 partidos dirigió Brazenas a Huracán, de los cuales ganó uno (el último ante Central, en Rosario), empató otro y sufrió 8 derrotas.

26 partidos dirigió Brazenas a Vélez, de los cuales ganó 9, empató 10 y perdió 7. Con él como juez, llevaba 8 cotejos sin victorias.

© Publicado el lunes 06/07/2015 por el suplemento deportivo del Cancha Llena del Diario La Nación de la Ciudad Autónoma e Buenos Aires.