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sábado, 7 de junio de 2014

La gran editora... De Alguna Manera...


La gran editora...

LAUROS. Cristina Fernández. Foto: Pablo Temes

Como balance de su gestión quedarán los intentos por limitar a la prensa. Boudou, un caso ejemplar.

Yo tengo mucho más de lo que alguna vez pensé”, dijo Cristina. Y tiene razón. Es la primera mujer electa y reelecta presidenta de la Argentina. Además, fue esposa de un jefe de Estado como Néstor. Ni Perón ni Menem consiguieron tres períodos consecutivos de gobierno con el mismo apellido y proyecto. Hace rato que entró en la historia. En lo personal, tuvo dos hijos, tiene un nieto que se puede colocar vacunas carísimas contra el meningococo y una fortuna inexplicable que le va a permitir vivir llena de lujos a ella y a varias generaciones más.

Pero no todo es color de rosa. Cristina será responsabilizada junto con su marido fallecido de haber provocado la fractura social expuesta más importante desde los tiempos de Perón. Nunca el odio dividió tanto a los argentinos en períodos democráticos como ahora. Cristina lo hizo. Y Néstor también. Será su peor herencia: el veneno que inoculó y que sigue inoculando en las venas de la sociedad. No fue una exitosa abogada, ni una arquitecta egipcia. Pero va a tener que explicar ante la Justicia su complicidad con íconos de la corrupción como Lázaro Báez y Amado Boudou. Entre sus fracasos más notorios aparecen sus intentos frustrados de convertirse en la gran editora nacional. En el Día del Periodista, se puede decir que ella se comportó como una elefanta en el bazar de la comunicación.

Ningún integrante del matrimonio presidencial entendió jamás la lógica del periodismo. Humillaron a este oficio maravilloso creyendo que existían sólo dos posibilidades: tener escribas y mercenarios a sueldo o enemigos golpistas. Cristina jamás se tomó un respiro, y exploró todos los caminos posibles para hacer arrodillar a los periodistas ante su altar. Instalaron un inédito aparato de persecución y hostigamiento. Apelaron a todas las trampas y extorsiones posibles. Y no lograron su objetivo porque fueron contra la naturaleza misma de nuestro trabajo. Por eso, después de 11 años con un poder casi absoluto se quejan amargamente, como políticos primerizos, de que los diarios no les publican las buenas noticias como el calendario de vacunación o la moratoria jubilatoria.

Compraron medios, dueños de medios y alcahuetes de todo grupo y factor y no consiguieron capturar audiencias importantes. Dilapidaron fortunas en subsidios o regalos encubiertos para fogonear diarios de cuarta, revistas de quinta y programas de televisión o radio que no acusaron peso en la balanza. No les entra en la cabeza que la obsecuencia es enemiga del oficio. No saben que los cronistas disfrutamos de la adrenalina que se siente cuando se le toca el culo a un poderoso o se descubre algo que ellos trataban de encubrir. 

Esa es la esencia del periodismo. Su ADN crítico. Que un simple movilero que gana un sueldo modesto le pueda pegar a Ramón Díaz en River, a Cristina en el país o a Lázaro Báez pese a que haya transferido 22 millones de dólares de todos los argentinos a su cuenta en Suiza.

Les cortaron el chorro de la pauta publicitaria estatal a los que no se dejaron domesticar. Apretaron a los empresarios privados como nunca ocurrió para que anunciaran en sus diarios sin lectores y para que dejaran de colocar sus publicidades en los medios hegemónicos. Hasta hace poco, lo hicieron bajo cuerda y en forma reservada. Pero ahora Cristina lo blanqueó en una suerte de sincericidio o de confesión de ignorancia. Para ella, si una empresa pone un aviso en Clarín, La Nación o Perfil es porque adhiere a la campaña desestabilizadora. 

Es tan conspirativa en su vida que cree que todos son de su misma condición. No piensa con lógica ni sentido común que el negocio de los súper o los híper es vender azúcar o televisores y que tienen que avisarle a la gente sus ofertas, los precios de los productos y facilidades de compras que les dan. Para esa actividad básica y comercial no necesitan ideología. Necesitan que del otro lado haya lectores, oyentes y televidentes a los que dirigirse con su mensaje publicitario.

Igual que con el Indek patotero de Guillermo Moreno, intentan medir los ratings de la televisión con Tristán Bauer. Recién ahora Cristina podrá dormir tranquila con las planillas nacionales y populares que le dirán que al golpista de Jorge Lanata no lo ve nadie y que todo el mundo sintoniza a Víctor Hugo Morales. El rating de Cristina será una versión tecnológica del diario de Yrigoyen.

Camino al ocaso, tienen un plan. El cristinismo se encierra sobre sí mismo y produce actitudes más sectarias todavía. Sobreactúa su gesto. Amado Boudou acusa a los periodistas de hacer bien su trabajo, es decir conseguir información antes que los otros, y les exige algo que prohíbe la Constitución, que revelen sus fuentes. Ricardo Forster medirá la pureza ideológica del pensamiento, inspeccionará la partida de nacimiento intelectual del debate público.
“Forster es a la fábrica de las ideas lo que Boudou fue a la fábrica de billetes”, chicaneó con lucidez Julio Bárbaro. Corrupción temprana más stalinismo tardío, se podría resumir.

Los más descarados se movilizarán pasado mañana a Tribunales para respaldar a un “ladrón de cuarta”, como definió Elisa Carrió al vicepresidente. Pero la postal más patética que resume la decadencia es la incorporación de CN23. Un ganador de la década como Sergio Szpolski fue obligado, por la prepotencia del dinero fácil, a someterse en dos ocasiones por uno de sus principales enemigos.

Luis D’Elía lo acusó en su momento de ser “un perro sionista de derecha”. Sin embargo, ahora S.S. no tuvo más remedio que darle un programa en su canal para que difunda su discurso. Para que fomente el fusilamiento de opositores y defienda a Irán, “el más grande exportador de terrorismo del mundo”, según acaba de declarar el canciller canadiense, John Baird. Ni su socio, Matías Garfunkel, pudo comprender la profundidad de la sumisión. Tal vez por eso, Marcelo Tinelli tuiteó: “La Presidenta banca en la primera fila a un violento antisemita que niega el holocauso, es patético”.

Tal vez por eso, Cristina lo sentó en ese lugar. Luis D’Elía es el símbolo de la nueva era de un gobierno cada vez más chavista y menos popular. Hay una táctica: refugiarse entre los soldados verticalistas para volver al llano

© Escrito por Alfredo Leuco el Viernes 06/06/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


lunes, 24 de junio de 2013

La Corrupción según Carta Abierta...


Discutiendo con Ricardo Forster: ¿Existe la corrupción K para Carta Abierta?...


Ricardo Forster es integrante del colectivo oficial “Carta Abierta”, desde donde se intenta dar un cerco discursivo a la gestión de Cristina Kirchner. Para los integrantes de esa agrupación, lo que ha hecho el kircherismo es casi una epopeya, sin fisuras, sin nada que rever.

La corrupción es apenas un esbozo de golpismo y las denuncias contra los funcionarios K son un intento fugaz de volver con “las botas” a Balcarce 50. Nada nuevo bajo el sol.

No soy un tipo necio, soy de los que reconocen algunos de los logros de este gobierno, como la conformación de la Corte Suprema de Justicia o el avance sobre los dictadores de los años 70.

Sin embargo, ello no obnubila mi criterio periodístico a la hora de observar el preocupante nivel de corrupción que embebe a ciertos funcionarios que se encuentran en el “corazón” del modelo.

Las pruebas de ello abundan: ¿Quién duda de la culpabilidad de un Ricardo Jaime, un Aníbal Fernández o de un Amado Boudou? Y ello obliga a otra pregunta: ¿Por qué el oficialismo de turno se permite la existencia de esa clase de funcionarios?

Volviendo a Forster, tuve la oportunidad de entrevistarlo el pasado sábado en el programa que conduzco, “Políticamente incorrecto”, que se emite por MDZ Radio. Allí, el filósofo se mostró molesto por el hecho de que le pregunten por la corrupción en el seno del kirchnerismo y nuestra charla terminó de manera pastosa, incómoda, infructuosa.

“Yo reconozco los logros del gobierno si quiere, pero usted reconozca la corrupción”, le dije.

No tuve suerte. Forster insiste en que todo señalamiento se trata de un show mediático que está a la altura del golpismo contra Cristina.

-“Lea nuestra carta número 13”, me dijo.

-“Ya la leí”, respondí. Y es absurdo lo que allí se sostiene.

El diálogo radial merece ser escuchado, porque muestra a las claras cómo se puede ser necio sin recurrir más que al discurso.

Todo es relativo, según Forster y sus “colegas” de Carta Abierta, todo es opinable. No es que Boudou es corrupto y no puede justificar cómo hizo su fortuna, sino que ello debe valorarse según el cristal con el que se lo mire.

Suena absurdo, claro que sí, pero es lo que dice este filósofo, a quien respeto a pesar de todo. No pierdo la fe de que alguna vez pueda caer en la cuenta de su error. Mientras tanto, me conformo en volver a escuchar una y otra vez este diálogo inconducente, pero diálogo al fin. Un regalo para ustedes, caros lectores:


© Escrito por Cristian Sanz el lunes 24/06/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 24 de febrero de 2013

Carta Abierta y el acuerdo con Irán... De Alguna Manera...


Desde Carta Abierta respaldan el acuerdo…

Miradas. Ricardo Forster, Eduardo Jozami y María Pía López, algunos de los intelectuales K. 

Aseguran que lo peor sería que los acusados se negaran a declarar, piden que se revise la causa judicial, critican el rol de la oposición y acusan a los medios por explicarlo mal.

Los intelectuales de Carta Abierta, que en general respaldan las políticas del Gobierno, advirtieron que el acuerdo con Irán para juzgar a los acusados por el atentado a la AMIA es positivo, y cuestionaron a la oposición por difundir conceptos “falsos” sin ofrecer alternativas para descongelar la causa judicial.

“También estaría de acuerdo con una solución negociada en la cuestión Malvinas. Estoy de acuerdo con este memorándum, aunque sepa que Irán tiene intereses contrapuestos a los de la Argentina. Es una salida de política exterior necesaria”, expresó en diálogo con Perfil María Pía López.

Para López no existe ningún riesgo para la Argentina con este entendimiento: “Peor de lo que estamos, no podemos estar”, aseguró. “Lo peor que puede pasar es que los acusados se nieguen a declarar”, sostuvo.

López añadió que es necesario que el memorándum vaya acompañado de una revisión de la causa judicial, en especial del accionar de las fuerzas de seguridad argentinas en relación con el atentado a la mutual israelí.

Ricardo Forster, por su parte, dijo en el programa 6, 7, 8 –que se emite por la TV pública– que el acuerdo es una decisión soberana del Estado argentino para ver si es posible recuperar alguna posibilidad de que algún día se pueda echar un manto de verdad sobre el atentado: “Sin rescindir un principio soberano, sin ni siquiera aceptar el tipo de sociedad iraní. Se trata de hacer un acuerdo con un país que no sabemos si es culpable, porque la causa es muy turbia. El Gobierno está tratando de avanzar y el juez va a tener por primera vez la posibilidad de tomarles declaración a los acusados. Esto es un avance”, explicó.

Para Forster, la oposición formula juicios mezquinos sobre este acuerdo, sin argumentos. Además, consideró que hubo dirigentes cómplices del encubrimiento del atentado, muchos de los cuales –afirmó– forman hoy parte de la oposición. “Tampoco hay alguien que represente a la comunidad judía: hoy la AMIA está gobernada por una combinación de ortodoxos y macristas. Y la gobiernan a su antojo”, expresó.

Eduardo Jozami, en tanto, advirtió que en un principio tanto la AMIA como la DAIA habían aceptado el acuerdo. “El escándalo posterior no se explica sin las presiones de los Estados Unidos e Israel. El aislamiento iraní es prioridad para el Estado judío y el Pentágono no ha descartado bombardear ese país”, explicó el intelectual.

Agregó que el malestar que se generó alrededor del acuerdo es producto de la acción de los medios y de la oposición. “La lógica maniquea que guía a la oposición mediático-política hizo el resto, acumulando una tras otra inexactitudes y simplificaciones”, expresó y reconoció: “El memorándum con Irán no es la panacea para resolver la causa Amia y nadie puede asegurar los resultados, pero no es menos cierto que constituye el único intento para destrabar la causa”.

© Escrito por M. C. el domingo 24/02/13 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.