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sábado, 29 de septiembre de 2012

La reina está desnuda... De Alguna Manera...


La reina está desnuda...

Foto: http://www.embelezzia.com

Florencia estudió Dirección de Cine en la New York Film Academy. Y a sus padres les costó la friolera de 42 mil dólares A.d.C. (que no significa “antes de Cristo” sino “antes del cepo o del corralito verde”, como usted prefiera).

Juan Ignacio Maquieyra tuvo que pagar 40 mil dólares para hacer una maestría en la Escuela de Gobierno de Harvard. En este caso, fue becado en 26 mil, gracias a que se recibió como licenciado en Ciencias Políticas con medalla de oro (9,19 de promedio). Los restantes 14 mil los pudo afrontar sumando la venta de su autito, un préstamo de un amigo y los ahorros de su trabajo con Esteban Bullrich en el gobierno macrista.

Florencia dejó las filmaciones en la Gran Manzana el día que murió su padre y después no volvió porque se quedó a acompañar a su madre, ambos presidentes de la Nación con un patrimonio compartido superior a los 79 millones de pesos.
Apenas tiene 22 años cumplidos y en 2008 se quedó libre y tuvo que rendir todas las materias en diciembre para poder terminar el secundario. La propia Presidenta, Cristina, tuvo que cortarle el acceso a internet para que se ocupara más de sus estudios. Pasó fugazmente por la militancia camporista y hoy tiene un perfil mucho más que bajo.

Juan Ignacio tiene 25 años, nació en General Pico, La Pampa, y tuvo los 15 minutos de fama que proclama Andy Warhol cuando le preguntó a la Presidenta sobre si pensaba buscar una nueva reelección. Disfrutó porque junto a sus compañeros lograron su objetivo de alentar a través del debate y la polémica el pensamiento diverso. También con Sebastián Piñera y Dilma Rousseff se había levantado polvareda por las consultas críticas de los alumnos. Pero nadie se había enojado tanto como Cristina, según contó Federico Sturzenegger, presidente del Banco Ciudad y profesor de esa prestigiosa universidad durante tres años.

Juan Ignacio no se ofuscó. Pero pudo palpar el malestar de sus compañeros, sobre todo de otros países, por la manera agria y altanera con que Cristina los maltrató. Sobre todo con sus referencias a lo caro que estaba Harvard y esa actitud chicanera de mirarlos con sospecha por estar estudiando en ese lugar de “ricos”. Entre los varios sincericidios que cometió la Presidenta en Estados Unidos, los más impactantes fueron los relacionados con el dinero. Es un tema que no logra procesar. Sus juicios son variables y antagónicos según de qué lado de los billetes esté ella. Por eso, no solamente se olvidó de lo que les costó Florencia en su abortado desembarco en el cine. También dijo que su fortuna se debía a su exitosa carrera como abogada y generó respuestas de todos los colores recordando la forma en que el matrimonio hizo sus primeros millones y cómo los multiplicó luego desde la función pública. 

El recuerdo más amargo, sin duda, es aquel famoso diálogo con el ex diputado Rafael Flores, defensor de los derechos humanos y de presos políticos. El estudio Kirchner facturaba muy bien ejecutando deudas. Gente sencilla que no podía pagar la cuota del televisor o del auto o de su casa (por la tristemente célebre 1.050, una ley de la dictadura). Flores defendía a la madre de un futuro diputado y abogado que fue primero amigo y luego enemigo íntimo de los Kirchner. Flores y Cristina eran compañeros de militancia en el peronismo y en la juventud universitaria de La Plata. Flores creía que el intento de quitarle la casa a su clienta era un despojo inhumano y usurero y se extralimitó en sus palabras en un escrito. Un día en tribunales se cruzó a Cristina y le preguntó si era necesario caer en ese tipo de legalidades no dignas de un militante popular.

—Mirá, Rafa, nosotros queremos hacer política en serio y para eso necesitamos platita.

Hoy, ese concepto egoísta, más cercano a dos abogados de la abundancia que a dar la vida por el socialismo nacional, generaría rechazo. ¿Se imaginan lo que significaba esa posición mercantilista y mezquina en aquella época de utopías? Los jóvenes peronistas se dividían en cuatro, igual que Eduardo Galeano etiquetó a los argentinos: enterrados, encerrados, desterrados y aterrados. Los izquierdistas en muchos casos se proletarizaban. Jóvenes de clase media iban a trabajar a las fábricas o al campo para vivir en carne propia lo que habían aprendido en los libros de Cooke y Lenin. “Hacer plata” era una actividad reservada para burgueses y enemigos.

En ese choque de realidad y fantasía que Cristina tiene con el dinero, siempre tuvo una actitud distinta que Néstor. El jamás gastó un peso en sus pilchas ni le gustaba aparentar con una casa lujosa. Ella se tiraba la plata encima en carteras, zapatos y accesorios de alta sofisticación internacional. Tal vez por eso no termina de entender qué es lo que está pasando con el dólar. Primero dijo que el cepo era un invento de los medios. Más o menos la misma mentira que decir que habla con los periodistas (algo que comentaremos mañana) o que Perón era un radical que nació en Inglaterra. Después atribuyó a la codicia y la especulación la fiebre por el dólar de los argentinos, sin tener en cuenta dos cosas:

1) Con Lavagna ministro, Prat-Gay titular del Banco Central y Néstor presidente, la gente ahorraba en pesos. No había inflación que obligara a todos a refugiarse en otra moneda.

2) Fue Néstor quien compró dos millones de dólares, algo inédito para un presidente, mientras Martín Redrado mandaba en el Central y sospechaba de cierto tráfico de información privilegiada.

Cristina mostró su verdadera cara en EE.UU. Francisco Quevedo podría haber dicho que don dinero es un poderoso caballero. Un niño de un cuento de Andersen podría denunciar: “La reina está desnuda”.

© Escrito por Alfredo Leuco y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el vienes 28 de Septiembre de 2012.

 Expuesta. Durante su periplo estadounidense, la Presidenta mostró varias de sus peores caras.


viernes, 18 de mayo de 2012

La refundación del capitalismo... De Alguna Manera...

La refundación del capitalismo…


Desconfío siempre de todos aquellos que se llenan la boca con palabras para acabar no diciendo nada o, lo que es peor aún, siendo correa de transmisión de la unicidad de un pensamiento que ha renunciado a recrearse en ideas y que únicamente es capaz de expresarse mediante consignas, que son como las órdenes cuarteleras que el sistema da a los que se pliegan a sus cada día más inútiles y estériles exigencias.

La verdad no es más que una entelequia. Nos hemos adocenado de tal forma que estamos imposibilitados para expresar nada, ni siquiera una emoción, porque en medio de tanta conciencia anestesiada, de tanta dignidad pisoteada y humillante conformismo, si fuéramos capaces de sentir algo podríamos gritarlo a los cuatro vientos y compartir con los demás nuestra indignación, convertida en una actitud inherente a nuestro estado de ánimo, todas esas inquietudes que van conformando la vida hasta convencernos de que merece la pena vivirla, sufrirla, transformarla, compartirla hasta poder ser dueños de nuestra propia existencia para transformarla en un futuro que merezca la pena. Que nadie pueda doblegarnos y que, en nuestra ciega determinación, liberemos un destino que hoy nos oprime y asfixia.

Todo esto es posible, igual que es posible otro mundo, pero jamás lograremos avanzar en el cambio si no damos el primer paso, si permanecemos de rodillas ante un capitalismo corrupto cuya relectura y reformulación ya piden incluso los enemigos de la libertad, desde la amenaza totalitarista y autoritaria, que se expande por Europa como una mancha de aceite y que ha germinado ya en las urnas, legitimando un modelo que niega la razón y rinde culto al miedo hasta que todo es un horror, hasta la violencia antisistema que se disfraza de izquierda cuando no es sino una careta más del fascismo.

Mientras la intolerancia gana terreno, nos resistimos a refundar el capitalismo para dar la puntilla a esta crisis sistémica que ha entrado en un bucle demencial que va desde el pacto de estabilidad que cercena derechos y acaba con el gasto público y las conquistas sociales hasta una austeridad impotente para estimular el crecimiento y generar riqueza, empleo, oportunidades.

La austeridad, como el hambre y la necesidad, mata. Primero aniquila el espíritu y luego te destruye física y moralmente. En medio, oscilando en un difícil y temerario equilibrio, nos situamos la mayoría de los ciudadanos que, si no ponemos remedio y nos plantamos, haciendo frente al mismo tiempo a todos aquellos que han profanado lo público y han contribuido al descrédito de la política corrompiendo la sociedad y despreciando los principios democráticos, estaremos condenados a sobrevivirnos en medio de tanta mediocridad servil y tanta estulticia disfrazada de conocimiento.

Ahora, ya nos movemos por impulsos y solo nos sostienen los hábitos y los reflejos, respuestas condicionadas a estímulos primarios. Sin embargo, nos queda la palabra y ese verbo tiene que hacerse carne de nuevo para darnos una vida mejor. Cualquier palabra, incluso las que no dicen nada, o aquellas otras que solo añaden dolor y miseria, cualquiera, insisto, es preferible al cómplice silencio. Levanta la voz y exclama ¡basta ya! Aquel que ya no tiene nada que perder ni puede ser desposeído ni tiene nada que disimular.

"Coincido con el uruguayo Eduardo Galeano, el escritor de las venas abiertas de la globalización, en que efectivamente somos hijos de los días y, como hijos del tiempo que nos ha tocado vivir, es más necesario que nunca defender todo aquello en lo que creemos y que está siendo sistemáticamente aniquilado."

© Escrito por Manuel Domínguez Moreno y publicado por la Revista Cambio16 de la Ciudad de Madrid, España el domingo 13 de Mayo de 2012.


sábado, 1 de mayo de 2010

1º de Mayo... Día del Trabajo... De Alguna Manera...

1º de Mayo... Día del Trabajo...


En homenaje al Dia Del Trabajador...

El origen del mundo.


Hacia pocos años que había terminado la guerra de España y la cruz y la espada reinaban sobre las ruinas de la República. Uno de los vencidos, un obrero anarquista, recién salido de la cárcel, buscaba trabajo. En vano removía cielo y tierra. No había trabajo para un rojo. Todos le ponían mala cara, se encogían de hombros o le daban la espalda. Con nadie se entendía, nadie lo escuchaba. El vino era el único amigo que le quedaba. Por las noches, antes los platos vacíos, soportaba sin decir nada los reproches de su esposa beata, mujer de misa diaria, mientras el hijo, un niño pequeño, le recitaba el catecismo.
Mucho tiempo después, Josep Verdura, el hijo de aquel obrero maldito, me lo contó. Me lo contó en Barcelona, cuando yo llegué al exilio. Me lo contó: él era un niño desesperado que quería salvar a su padre de la condenación eterna y el muy ateo, el muy tozudo, no entendía razones.
-Pero papá- le dijo Josep llorando-. Si dios no existe, ¿quién hizo el mundo?
-Tonto- dijo el obrero, cabizbajo, casi en secreto-. Tonto. Al mundo lo hicimos nosotros, los albañiles.

© Eduardo Galeano, del Libro de los abrazos...

domingo, 10 de enero de 2010

Eduardo Galeano... Derecho al Delirio... De Alguna Manera...

El derecho al delirio...


Ya esta naciendo el nuevo milenio. No da para tomarse el asunto demasiado en serio: al fin y al cabo, el año 2001 de los cristianos es el año 1379 de los musulmanes, el 5114 de los mayas y el 5762 de los judíos. El nuevo milenio nace un primero de enero por obra y gracia de un capricho de los senadores del imperio romano, que un buen día decidieron romper la tradición que mandaba celebrar el año nuevo en el comienzo de la primavera. y la cuenta de los años de la era cristiana proviene de otro capricho: un buen día, el papa de Roma decidió poner fecha al nacimiento de Jesús, aunque nadie sabe cuándo nació.
El tiempo se burla de los límites que le inventamos para creernos el cuento de que él nos obedece; pero el mundo entero celebra y teme esta frontera. Una invitación al vuelo Milenio va, milenio viene, la ocasión es propicia para que los oradores de inflamada verba peroren sobre el destino de la humanidad, y para que los voceros de la ira de Dios anuncien el fin del mundo y la reventazón general, mientras el tiempo continúa, calladito la boca, su caminata a lo largo de la eternidad y del misterio. La verdad sea dicha, no hay quien resista: en una fecha así, por arbitraria que sea, cualquiera siente la tentación de preguntarse cómo será el tiempo que será. Y vaya uno a saber cómo será. Tenemos una única certeza: en el siglo veintiuno, si todavía estamos aquí, todos nosotros seremos gente del siglo pasado y, peor todavía, seremos gente del pasado milenio. Aunque no podemos adivinar el tiempo que será, sí que tenemos, al menos, el derecho de imaginar el que queremos que sea.
En 1948 y en 1976, las Naciones Unidas proclamaron extensas listas de derechos humanos; pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar. ¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si deliramos, por un ratito?

Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible: el aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones; 


en las calles, los automóviles serán aplastados por los perros;

la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor; el televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas; 


la gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar; se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega; 

en ningún país irán presos los muchachos que se niegan a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo; 

los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas;

los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas;

los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos; los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas;

la solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo; 


la muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes, y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero;

nadie será considerado héroe ni tonto por hacer lo que cree justo en lugar de hacer lo que más le conviene; 


el mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra;

la comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos; nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión;

los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle;

los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos; la educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla; 


la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla;

la justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda; una mujer, negra, será presidenta de Brasil y otra mujer, negra, será presidenta de los Estados Unidos de América;

una mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú;

en Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria;

la Santa Madre Iglesia corregirá las erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo;

la Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: “Amarás a la naturaleza, de la que formas parte”; 


serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma;

los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar; seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo;

la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses;
pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero.

© Escrito por Eduardo Galeano

domingo, 26 de julio de 2009

Eduardo Galeano... Sobre los miedos... Sobre los Amigos

Los miedos... 
"En los suburbios de La Habana, llaman al amigo mi tierra o mi sangre.

En Caracas, el amigo es mi pana o mi llave: pana, por panadería, la fuente del buen pan para las hambres del alma; y llave por... -Llave, por llave -me dice Mario Benedetti.

Y me cuenta que cuando vivía en Buenos Aires, en los tiempos del terror, él llevaba cinco llaves ajenas en su llavero: cinco llaves, de cinco casas, de cinco amigos: las llaves que lo salvaron"

© El libro de los Abrazos de Eduardo Galeano... Sobre los miedos... Sobre los Amigos...