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miércoles, 13 de marzo de 2019

La Armada confirma que el A.R.A. San Juan (S-42) sufrió una implosión... @dealgunamanera...

 La Armada confirma que el A.R.A. San Juan (S-42) sufrió una implosión y se hundió más de 900 metros.

A.R.A. San Juan (S-42), que desapareció en el Atlántico Sur el 15 de noviembre de 2017 cuando se dirigía a su base naval en la ciudad balnearia de Mar del Plata, se halla en la actualidad "en un área de escombros de 70 por 75 metros" a una profundidad de 920 metros. Imagen: CEDOC

Frente a la Comisión Bicameral que investiga lo sucedido con el navío, el contralmirante David Burden y el excomandante Rafael Pietro dieron detalles de lo sucedido al submarino.

El contralmirante David Burden, director general de Material de la Armada argentina, afirmó este martes ante el Senado que el submarino A.R.A. San Juan (S-42) se hundió debido a una implosión que sufrió a 920 metros de profundidad. "Definitivamente hubo una implosión", aseguró Burden al brindar testimonio ante la Comisión Bicameral que investiga lo sucedido con el navío, de acuerdo a un comunicado del Senado.

A esa conclusión llegó el fabricante alemán de la embarcación siniestrada, Thyssen Nordseewerke, según le transmitió en una visita que realizó el contraalmirante el pasado 1 y 2 de diciembre a los talleres de la empresa, en la ciudad de Emden (noroeste), junto con el capitán de navío y submarinista Marcelo Flamini.

A.R.A. San Juan (S-42), que desapareció en el Atlántico Sur el 15 de noviembre de 2017 cuando se dirigía a su base naval en la ciudad balnearia de Mar del Plata, se halla en la actualidad "en un área de escombros de 70 por 75 metros" a una profundidad de 920 metros, de acuerdo con el informe de Burden. Al comenzar su última travesía desde Ushuaia, el submarino "estaba bien", hasta que el ingreso de agua de mar por el sistema de tuberías hasta las situadas en la proa del barco provocó "un cortocircuito con incendio de humo, sin llama", agregó el contralmirante.

Burden dijo que esa fue la conclusión a la que se llevó en los talleres de Thyssen Nordseewerke, fabricante del submarino A.R.A. San Juan (S-42), en la ciudad de Emden (Alemania), adonde viajó el 1 y 2 de diciembre pasado junto al submarinista capitán de navío Marcelo Flamini, para establecer la situación estructural del buque tras el hundimiento.

Burden dijo además que cuando inició la última travesía marina el submarino “estaba bien”, que siempre confió en las decisiones que adoptaban los comandantes de los buques y el jefe de la fuerza de submarinos, y aprovechó su contacto con los legisladores para mostrarles un gráfico en el que se veía claramente el sistema de tuberías por el que se cree que habría ingresado agua de mar hasta las baterías de proa provocando “un cortocircuito con incendio de humo, sin llama”.

Ante la comisión del Senado también se presentó contralmirante retirado Rafael Pietro, excomandante de la Flota de Mar al momento de la desaparición del A.R.A. San Juan (S-42), quien recordó que el 22 de noviembre de 2018 se comenzó a hablar de “una posible implosión” en el marco de una videoconferencia del entonces comandante de Alistamiento y Adiestramiento, contralmirante Luis López Mazzeo, “con el comandante del Comando Sur de Estados Unidos”, Kurt Tidd.

Durante las tareas de búsqueda del submarino, "jamás hubo una disidencia con el comando ruso, de Estados Unidos y británico respecto de qué se hacía" para hallarlo, afirmó Pietro en su presentación. La comisión bicameral, que se constituyó por el plazo de un año para investigar el siniestro que sufrió el buque, solicitó una prórroga de su vigencia hasta el próximo 31 de julio, petición que deberán validar las autoridades de ambas cámaras legislativas.

D.S.

(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com

miércoles, 13 de febrero de 2019

A tres meses del anuncio del descubrimiento del A.R.A San Juan (S-42)… @dealgunamanera...

Un mar de dudas…

“La oscuridad rodea el caso”, asegura la querella.

Los familiares de las víctimas denuncian que solo se conocen tres imágenes borrosas del submarino, editadas por la Armada, de las 67.000 que dicen tener. La jueza no pudo verlas hasta ahora porque los archivos “están dañados o no tenía el software necesario”.



© Escrito por Carlos Rodríguez el miércoles  13/02/2019 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Cuando están por cumplirse tres meses del hallazgo del A.R.A. San Juan (S-42), ni la jueza de Caleta Olivia, Marta Yáñez, ni los familiares de los 44 tripulantes del submarino han podido observar y analizar las 67 mil imágenes que la empresa Ocean Infinity dijo haber tomado de la nave hundida a 903 metros de profundidad. En diálogo con Página/12, Valeria Carreras, quien encabeza una de las tres querellas reconocidas en la causa penal, denunció que “hasta hoy no hemos podido ver las 67 mil imágenes porque los archivos enviados por la Armada al juzgado federal de Caleta Olivia o están dañados o no se ha aportado el software que se necesita” para lograr ese cometido esencial para la marcha de la investigación que permita establecer las causas de la tragedia ocurrida el 15 de noviembre de 2017.

Carreras le dijo a este diario que la imposibilidad de acceder a las fotos forma parte de “la oscuridad que rodea al A.R.A. San Juan (S-42)”. Ante la insólita dificultad, fuentes de la investigación señalaron a Página/12 que “la jueza le ha pedido al Servicio de Hidrografía Naval de la Armada el software con que cuenta el organismo y que lo utilizará muy pronto para acceder a la totalidad de los contenidos”. La abogada, que en esta causa cuenta con el acompañamiento del Estudio Burlando, sostuvo que por ahora “los familiares de los 44 tripulantes y todos los argentinos, hemos tenido que conformarnos con ver tres fotos oscuras, parciales y editadas por la Armada, en las que se ve muy poco” sobre el estado en que se encuentra la nave.

“Cuando observamos las fotos que fueron difundidas por la Armada, nos llamó la atención que en las zonas de fecha y datos se veía un sombreado de color azul y al respecto, se nos informó que fue la Armada la que ‘las editó (con los datos) en castellano’”. Carreras estimó que “otra vez los argentinos nos estamos comiendo un sapo, porque alegan que el problema es que el submarino estaba a 903 metros de profundidad, cuando en las fotos del avión en el que iba (el futbolista argentino) Emiliano Sala, se pueden ver con total claridad cada detalle y lo mismo ocurre con fotos de otros naufragios de barcos que han sido encontrados a tres mil metros de profundidad” (ver aparte).

Como querellante, Carreras hará una presentación ante la jueza Marta Yáñez  “para que podamos acceder a las 67 mil imágenes que nos dijeron que se han tomado” en el lugar del hallazgo porque “lo que está pasando con las fotos hace que los familiares sigan teniendo dudas razonables sobre la información oficial”.

El 10 de diciembre pasado, la jueza de Caleta Olivia envió un oficio a la Armada, para pedir información sobre las razones de la imposibilidad de ver las imágenes tomadas desde el barco Seabed Constructor, de la empresa Ocean Infinity, en la búsqueda de una respuesta para solucionar el problema.


En el escrito se mencionan a varias autoridades de la Armada y del Ministerio de Defensa, que deben tomar cartas en el asunto, como el subsecretario Legal y de Articulación Institucional de la cartera, Juan Manuel Mocoroa; los integrantes de la Comisión Asesora del Ministerio; el director general del Material Naval de la fuerza, Hernán Gerino, y de manera puntual el director general del Material Naval de la Armada, contralmirante David Burden.

La jueza les comunicó que “al momento de certificar el contenido del disco rígido WXNIE877X986 identificado como 13 Target Linstin y 18 Catlix Camera Photomosaic se encontraban vacías (‘O’ Bytes)”. Al mismo tiempo “de la carpeta identificada como 8 Cailix Camera Photomosaic /site  Image stitching not corrected no se pudo visualizar el contenido del archivo individualizado como LR30 LR37 Part-1 modificldtif”. La imposibilidad se dio “tanto en ordenadores como software de base Windows 10 como en Mac Osx 10,13 con características técnicas suficientes para su reproducción”. El problema de este archivo es que “aparece como ‘dañado’”.

La doctora Yáñez pidió también que “se haga saber” al titular de la Dirección General de Material Naval que “conforme acta de protocolo, rubricada con fecha 03/12/18 por el capitán de navío Héctor Alonso (ARA) y el señor Timothy Maise (Ocean Infinity) en Ciudad del Cabo, república de Sudáfrica”, el disco rígido “contendría 156.613 archivos, 1447 carpetas y el espacio de memoria ocupado alcanzaría los 704.126.376.713 Bytes”.

Yáñez apuntó al respecto que de la “certificación realizada por el actuario y personal del Área de Tecnología” de la Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia  “se advirtió que el mencionado disco rígido (HDDI) contenía realmente 156.571 archivos, 1446 carpetas y el espacio de memoria ocupado en el disco alcanzaba los 740.090.007.481 Bytes”.

Por lo expuesto, la jueza le solicitó al contralmirante David Burden que “ponga en conocimiento de las autoridades de la empresa Ocean Infinity la totalidad de las novedades advertidas en el disco HDD1 a los fines de que los mismo ratifiquen o rectifiquen el contenido de los datos enviados”. También le pidió que se contacte con “personal del Servicio de Hidrografía Naval a los fines de posibilitar la lectura de los archivos contenidos en los discos HDD2 y HDD3”.




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viernes, 23 de noviembre de 2018

La batalla legendaria del A.R.A. San Juan (S-42)... @dealgunamanera...

Este era el Submarino A.R.A. San Juan (S-42)


Esta es la mejor forma de recordarlo. Pagaron con sus vidas, vigilando nuestro mar, el estado de abandono de todas nuestras fuerzas armadas. QEPD.

© Escrito por Jorge Fernández Díaz el jueves 15/11/2018 y publicado por cienradios.com de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El submarino del capitán Trama ingresó en el puerto de Norfolk bajo una niebla ominosa. Su misión secreta consistía en participar de una guerra ficticia.

Fue recibido por altos oficiales de esa base naval y quedó al cuidado logístico del USS Canopus, un buque que abastecía a otros cinco submarinos clase Los Ángeles.

Gustavo Trama y sus hombres fueron alojados en tierra y agasajados bajo las usuales normas de la fraternidad del mar. El A.R.A. San Juan (S-42) había zarpado el 17 de febrero de 1994 desde Mar del Plata y estaba ahora en el Atlántico Norte por una única razón: la flota más poderosa de la Tierra utilizaba desde hacía décadas submarinos nucleares, y quería probar su sistema de detección y su capacidad de maniobra frente a una nave convencional.

Acaso la leyenda y el prestigio del A.R.A. San Luis (S-22) hacían más interesante todo el operativo: aquel otro submarino diésel-eléctrico con torpedos filoguiados, primo mayor del San Juan, había vuelto literalmente locos a los tripulantes de la Royal Navy durante la guerra de Malvinas, y su derrotero era estudiado con admiración.


Trama llegaba a esas fechas con vasta experiencia. Había encontrado su vocación en el cine clásico de Ford, Fuller y Powell. Y se había sometido a esa escuela extremadamente rigurosa: años después él mismo ejercería allí como instructor de submarinistas y buzos tácticos.

El oficio no es para cualquiera. En cuanto un aspirante ejecuta el “escape del submarino”, dentro de un tanque de agua y a través de una escotilla, se descubre si verdaderamente posee la fibra necesaria para emprender esa épica.

Es una prueba crucial, que prefigura una vida de navegaciones largas y espacios cortos, poco recomendable para los impacientes, los expansivos, los conflictivos y los claustrofóbicos.

Un viejo chiste asegura que la Marina se divide entre los submarinistas y los que no pudieron serlo. En el bautismo del A.R.A. San Juan (S-42) tocaron la marcha “Viejos camaradas”, que frasea: “Tanto en la necesidad como en el peligro, siempre manteniéndonos juntos”. Ese himno también alude a la filosofía pragmática del “hoy es hoy”, porque así es “la vida del guerrero”.

En una sala de situación, Trama y los demás guerreros de la base de Norfolk fueron anoticiados acerca de la batalla estratégica y psicológica que daría comienzo cuanto antes.

Partirían de una hipótesis territorial, el desembarco militar bajo presunto fuego hostil y el rescate de imaginarios rehenes que mantenían prisioneros en una embajada inexistente.

Habría dos equipos: uno azul, que concentraría a la Segunda Flota, encargada de la recuperación, y uno rojo, que haría las veces de enemigo y trataría de impedir esas acciones. Los azules corrían con obvia ventaja: más de treinta unidades de línea, incluidos dos portaaviones, destructores, submarinos, buques logísticos y la nave Comando, el USS Mount Whitney.


Los rojos, que tenían la orden de esconderse y atacar, eran solo tres fantasmas sumergibles; el San Juan estaba entre ellos. El ejercicio debería efectuarse en áreas de diversa profundidad, y Trama pensó íntimamente que se trataba de una cacería y que la mejor tecnología del mundo los buscaría para batirlos o neutralizarlos.

Una ejercitación de semejante complejidad es mucho más que un juego: está en cuestión el orgullo y se vive como una guerra real.

El San Juan se sumergió al este del cabo Hatteras y se lanzó a la aventura de no ser descubierto y de lastimar a la US Navy. A partir de entonces hubo abordo silencio mortal y alerta constante.

Los azules lanzaban desde el aire sonoboyas y los helicópteros rastrillaban con prismáticos y sonares la zona operacional. La embarcación argentina se cruzó con un submarino azul, que no llegó a detectarla, y más adelante, se metió entre varios pesqueros y navegó a plano de periscopio haciendo creer a todos que era uno de ellos.

Esas jugadas son riesgosas: en zona de submarinos nucleares una colisión bajo el agua puede tener una dimensión extraordinaria, y las redes de pesca pueden malograr el ardid y causar accidentes fatales.

Durante jornadas de insomnio y atención completa, en situación de combate, el San Juan fue completamente invisible.

Llegó a cursar tres días sin hacer snorkel, escuchando el acecho de los aviones, los helicópteros y los distintos barcos azules.

Hasta que ubicados en una nueva área de patrulla, de pronto el sonarista le comunicó a Trama rumores acústicos inequívocos. Esta vez no se trataba de simples incursiones; la mismísima Segunda Flota del Atlántico Norte parecía encontrarse a pocas millas náuticas.

Con los instrumentos, el capitán confirmó la presunción y concluyó que venían directamente hacia ellos; ordenó entre susurros avanzar también a su encuentro, pero con rumbo oblicuo.

Todo indicaba que los destructores estaban formando una cortina protectora en la vanguardia. Frecuentemente, eso significa que protegen en el núcleo al buque Comando.

Trama bajó la velocidad a tres nudos, especulando con la corriente, y dejó que los destructores lo pasaran por encima sin sospechar nada.

Atravesó así la cortina, ordenó emersión a plano de periscopio y divisó el centro mismo de la formación a unos cinco mil metros. Se trataba efectivamente del USS Maunt Whitney.

En un combate real, Trama habría disparado un solo torpedo: a esa distancia no hay forma de fallar, lo hubiera hundido de inmediato.

Lo que hizo esta vez fue tomar una foto desde esa posición, volvió a sumergirse con sigilo y transmitió la novedad encriptada.


Siguieron jugando al gato y al ratón con ese submarino endemoniado durante dos días más, hasta que fracasados todos los intentos de localización, les ordenaron reaparecer y volver a puerto. En el muelle, el comandante del bando rojo les gritaba: “¡Los vencimos!”.

Al regresar a casa, Trama descubrió que había bajado ocho kilos y sospechó que esa misión lo perseguiría a lo largo de toda su carrera.

De hecho, durante varios viajes profesionales sus colegas de otros países se encargaron de recordarle aquella proeza: el ejercicio fue un hito porque demostró la vigencia, la ubicuidad insólita, la mortífera eficacia de los submarinos convencionales.

El capitán llegó a contralmirante y nunca consideró que aquel simulacro tuviera el valor de una hazaña. Hubiera preferido combatir en Malvinas con ese mismo buque y esa misma dotación.

Pero existe un fuerte vínculo sentimental entre el comandante y la nave que lo arropó en aquella peripecia famosa. Es por eso que cuando la noticia de su desaparición le llegó por WhatsApp se le aceleró el pulso.

Entre los 44 figuraba el suboficial principal Javier Gallardo, que en 1994 era su cabo de operaciones (infinidad de veces se acodaron juntos en la carta náutica para estudiar las corrientes), y también el hijo de su gran amigo, el capitán Jorge Bergallo, con quien compartieron vacaciones y crianza.

A Trama y a Bergallo se unió otro profesor de la Escuela de Guerra Conjunta: Alejandro Kenny. El Ministerio de Defensa los sacó a los tres de su retiro y los nombró en una comisión cuyo objeto consiste en resolver, cueste lo que cueste, el doloroso enigma. Trama fue preparado para ser un guerrero; nunca imaginó que debería ser un detective.

Y el A.R.A. San Juan (S-42), su compañero más fiel, fue diseñado para volverse invisible al ojo humano. Hoy, librado a su suerte, sigue paradójicamente cumpliendo ese destino inescrutable.

La vida es caprichosa, tiene vueltas sorprendentes, y el océano, como decía Borges, es un antiguo lenguaje que ya nadie alcanza a descifrar. 



sábado, 17 de noviembre de 2018

Submarino A.R.A. San Juan (S-42) localizado... @dealgunamanera...

Se hallaron los restos del submarino A.R.A. San Juan (S-42) un año después de su desaparición…


La nave de la Armada Argentina, con 44 tripulantes a bordo, está alojada en el lecho marino a 800 metros de profundidad.



A modo de homenaje permítanme nombrar a nuestros compatriotas que están en este momento en el A.R.A. San Juan (s-42):

Capitán de fragata Pedro Martín Fernández,
Capitán de corbeta Jorge Ignacio Bergallo,
Teniente de navío Fernando Vicente Villarreal,
Teniente de navío Fernando Ariel Mendoza,
Teniente de navío Diego Manuel Wagner,
Teniente de navío Eliana María Krawczyk (Primera mujer submarinista de América Latina),
Teniente de navío Víctor Andrés Maroli,
Teniente de fragata Adrián Zunda Meoqui,
Teniente de fragata Renzo David Martín Silva.
Teniente de corbeta Jorge Luis Mealla,
Teniente de Corbeta Alejandro Damián Tagliapietra,
Suboficial Principal Javier Alejandro Gallardo,
Suboficial Primero Walter Germán Real,
Suboficial Primero Hernán Ramón Rodríguez,
Suboficial Primero Alberto Cipriano Sánchez
Suboficial Segundo Cayetano Hipólito Vargas,
Suboficial Segundo Roberto Daniel Medina,
Suboficial Segundo Celso Oscar Vallejos,
Suboficial segundo Hugo Arnaldo Herrera,
Suboficial segundo Víctor Marcelo Enríquez.
Suboficial segundo Ricardo Gabriel Alfaro Rodríguez,
Suboficial segundo Daniel Adrián Fernández,
Suboficial segundo Luis Marcelo Leiva,
Cabo principal Humberto René Vilte,
Cabo principal Jorge Ariel Monzón,
Cabo principal Jorge Eduardo Valdez,
Cabo principal Cristian David Ibáñez,
Cabo principal Mario Armando Toconas,
Cabo principal Franco Javier Espinoza,
Cabo principal Jorge Isabelino Ortiz,
Cabo principal Hugo Dante Cesar Aramayo,
Cabo principal Luis Esteban García,
Cabo principal Sergio Antonio Cuellar,
Cabo principal Fernando Gabriel Santilli,
Cabo principal Alberto Ramiro Arjona,
Cabo principal Enrique Damián Castillo,
Cabo principal Luis Carlos Nolasco,
Cabo principal David Alonso Melián,
Cabo principal Germán Oscar Suárez,
Cabo principal Daniel Alejandro Polo,
Cabo principal Leandro Fabián Cisneros,
Cabo principal Luis Alberto Niz,
Cabo principal Federico Alejandro Alcaraz Coria,
Cabo segundo Aníbal Tolaba. 

© Escrito por Federico Rivas Molina el sábado 17/11/2018 y publicado por el Diario El País de la Ciudad de Madrid, España. Fotografías: Armada Argentina.


La búsqueda llegó a su fin. Cuando el destino de los 44 tripulantes del A.R.A. San Juan (S-42) pareció perdido para siempre en algún punto remoto del Atlántico sur, una empresa privada halló los restos de la nave a 800 metros de profundidad y a unos 600 kilómetros de la costa de Comodoro Rivadavia, en la Patagonia argentina. El hallazgo llegó a un año y un día de la última comunicación del submarino argentino con su base y horas antes de que Ocean Infinity diera por abortada la misión. El gobierno de Mauricio Macri deberá ahora decidir si emprende el rescate del casco, una operación compleja que aún no fue ni siquiera analizada, o deja que los cuerpos de los marinos descansen para siempre en el fondo del mar. Los familiares de la tripulación enfrentaron el jueves al presidente en un acto realizado en Mar del Plata, destino final del submarino, descreídos ya de que el hallazgo fuese posible.



Según las primeras informaciones aportadas por la Armada, el A.R.A. San Juan (S-42) se encuentra en la zona 1, que corresponde con el lugar donde hace un año organismos internacionales encargados del control de pruebas militares submarinas no autorizadas detectaron una "falla hidroacúsica", es decir una explosión. La zona 1 fue en su momento rastrillada, pero sin éxito. El submarino está apoyado sobre un sector de fuertes corrientes submarinos, conocidas como cañadones.


La Armada Argentina confirmó el éxito de la misión de búsqueda mediante un breve mensaje que subió a su cuenta en Twitter y luego de comunicarse con las familias de los marinos muertos. “El Ministerio de Defensa y la Armada Argentina informan que en el día de la fecha habiéndose investigado el (Punto Dato) POI 24 informado por la empresa Ocean Infinity, mediante la observación realizada con un ROV (vehículo de observación remota) a 800 metros de profundidad, se ha dado identificación positiva al submarino A.R.A. San Juan (S-42)”, informó. Luego, el portavoz de la Armada, Rodolfo Ramallo, dijo que "ahora se abre otro capítulo" en la historia del submarino. "Hay que continuar con el análisis y ver realmente lo que pasó. Es necesario tener cautela, por respeto a las familias", agregó Ramallo en declaraciones al canal de noticias TN.

La posibilidad de hallar el submarino creció en la mañana del viernes, cuando la empresa decidió enviar un vehículo a analizar un punto donde los sonares habían detectado un objeto de 60 metros de largo apoyado sobre el fondo marino. La imagen había sido catalogada como categoría C, de “fuerte probabilidad”. Por eso volvió a la zona del hallazgo cuando el tiempo lo permitió y, tras unas pocas horas de búsqueda, las cámaras de un vehículo no tripulado confirmaron que, efectivamente, la imagen registrada un día antes correspondía al A.R.A. San Juan (S-42).

"Un 15 nos lo quitó, y un 15 nos los trajo de vuelta. Tantos sentimientos tenemos en estos momentos, pedimos respeto y honor para ellos, un paso más cerca de volver a casa #44heroespresentes #arasanjuan", escribieron los familiares de los tripulantes en su cuenta oficial en Twitter.

La empresa se había puesto este viernes como plazo máximo para la búsqueda. Recibirá ahora 7,5 millones de dólares, una suma que estaba supeditada al éxito de la operación, iniciada a principios de septiembre. Cuarenta tripulantes trabajaron durante dos meses a bordo del buque Seabed Constructor, de bandera noruega, y rastrillaron 7.000 kilómetros cuadrados de lecho marino.

Ocho horas antes del hallazgo, la Armada informó de que la nave había puesto proa "hacia el Sitio 1, área 15A-4, para investigar con ROV el punto de interés N°24. Por mejora de la meteorología el arribo será aproximadamente a las 22 hs". Al filo de la medianoche confirmaba el hallazgo. Ha sido toda una proeza, cumplida al límite y cuando el gobierno argentino y los familiares ya daban por perdido al A.R.A. San Juan (S-42).

En el homenaje realizado el jueves en Mar del Plata, Macri escuchó el reclamo de las familias de los marinos desaparecidos que se consideraron maltratados y olvidados por el Gobierno. El Presidente tuvo que prometerles que la búsqueda continuaría, pero un fracaso de la empresa Ocean Infinity dejaba sin demasiadas opciones a la Casa Rosada. "¡Cuánto lamento que nada de lo que diga pueda calmar el dolor!", les dijo Macri, sin saber aún que horas después una imagen de sonar daría pistas certeras sobre el casco.

Una búsqueda global.


Durante el primer mes que siguió a la desaparición del A.R.A. San Juan (S-42), diez países prestaron buques y aviones en las operaciones de búsqueda. En un momento dado, hasta 27 barcos rastrillaron a un mismo tiempo las zonas posibles, ubicadas en la ruta que une Ushuaia, el puerto de partida del submarino, con su destino en Mar del Plata. Pero ni siquiera los equipos más modernos de Estados Unidos y Rusia pudieron dar con el casco.

El A.R.A. San Juan (S-42) se comunicó por última vez con su base de operaciones en Mar del Plata durante la mañana del 15 de noviembre del año pasado. Su capitán informó entonces de que una entrada de agua había producido un cortocircuito en uno de los bancos de baterías, lo que derivó en un principio de incendio. Pero eso fue todo. El submarino se encontraba en buenas condiciones y con rumbo a Mar del Plata, según lo fijado en la hoja de ruta.

Horas después de aquella comunicación oficial, un sistema de alertas de pruebas militares detectó una explosión en el Atlántico Sur y tanto el Gobierno argentino como las familias supieron que se trataba del A.R.A. San Juan (S-42). Los motivos que provocaron el colapso del buque son aún materia de especulación. Un cuerpo de expertos determinó que lo más probable fue una falla en el snorkel, que permitió una entrada de agua en una maniobra de recuperación de oxígeno realizada con mar muy bravo. Tras una noche de trabajo para controlar el incendio, en medio de un ambiente irrespirable por el aire contaminado por la combustión, el buque volvió a sumergirse y siguió su ruta. 

Pero un segundo incendio habría terminado en desastre. La tripulación, agotada, poco pudo hacer. La explosión detectada fue, según los expertos, una implosión, producida por la presión de afuera hacia adentro del casco, que quedó reducido a un amasijo apretado de hierro. El hallazgo del A.R.A. San Juan (S-42) podrá ahora ayudar a reconstruir que pasó realmente hace un año en el fondo del mar.