jueves, 29 de mayo de 2014

Intimidad del viaje papal... De Alguna Manera...


Intimidad del viaje papal...

Francisco orando en el Muro de los Lamentos.

Crónica exhaustiva de un momento inolvidable. El mensaje del Sumo Pontífice. Anécdotas, kilos de más y rol histórico.

Al escribir la columna ya es la medianoche en Tel Aviv. Sin embargo, el día comenzó temprano y en Roma. Eran las 8 de la mañana en punto –hora local– cuando el papa Francisco ascendió sonriente por la escalerilla delantera del vuelo 7000 de Alitalia que lo llevaría a Amman, la capital de Jordania, en el comienzo de su histórico viaje a Tierra Santa. En la aeronave, los 69 acreditados –entre periodistas, camarógrafos y fotógrafos– vivíamos con creciente ansiedad el comienzo de una travesía de alto significado religioso, político y emocional.

Estoy sentado al lado de la corresponsal de The Wall Street Journal, Deborah Ball, y de su fotógrafo. Al ver mi credencial de periodista argentino, comienza a hacerme un pormenorizado interrogatorio sobre los días en que Francisco era el cardenal Jorge Bergoglio. Para cuando termina, ya estamos en vuelo. No habían pasado veinte minutos cuando uno de los asistentes de la oficina de prensa del Vaticano, Mateo Bruni, nos pidió que tomáramos asiento porque el Papa se disponía a saludarnos. Casi al instante llegó el Santo Padre acompañado de su vocero, el padre Federico Lombardi.

Francisco lucía relajado y sonriente. Está rejuvenecido. Se lo ve feliz. Habló poco pero claro: el propósito de su visita a Medio Oriente es que, a través de su liderazgo internacional, la Iglesia tenga un rol activo en el complejo proceso de paz que no termina de alumbrar en esa región. Lo veo bien. Tiene un rostro rozagante. Eso sí, está con algunos kilos de más.

Tras referirse a ello, comienza su caminata por el largo pasillo del avión. Saluda a cada integrante del cuerpo de prensa que lo acompaña y, cuando llega a nosotros, lo que emerge de su boca en forma espontánea es una bendición para los argentinos, lo que queda registrado en el micrófono de Radio Continental, única radio de la Argentina acreditada en el vuelo papal.

Ubicado detrás de mí está Henrique Cymerman, del Canal 2 de Israel. Cymerman, junto con el rabino Abraham Skorka, tuvo una participación muy importante en la génesis del viaje. “Fue después de una entrevista que le había realizado en la residencia de Santa Marta. Entonces el Papa me pidió que me quedara a almorzar, luego de lo cual tuvimos una charla que duró casi una hora. En ella él nos preguntó al rabino Skorka y a mí qué podía hacer para contribuir al proceso de paz en Medio Oriente. Ahí surgió la idea del viaje, sobre el que nos pidió que nos pusiéramos a trabajar”. Cymerman nos señala que es el primer periodista israelí que viaja en un vuelo papal. Cuando el Santo Padre se encuentra con nuestro colega, la conversación se centra en tareas que sobrevendrán al viaje. El Papa quiere ver hechos.

Al lado de Cymerman viaja Imad Freij, periodista católico de origen palestino. Imad es el primer periodista de Palestina que viaja a bordo de un vuelo papal. Está emocionado y mucho más cuando, al conocerlo, Francisco lo bendice y también bendice una cruz que lleva siempre consigo. Nada parece ser casual. La nota que junto con Sergio Rubin hicimos para TN fue emocionante.

A bordo del avión está también Andrea Tornielli, uno de los periodistas vaticanistas más calificados. Andrea, que supo predecir el triunfo del cardenal Bergoglio en la votación de los cardenales durante el dramático cónclave de marzo de 2013, tiene conceptos muy elogiosos hacia la labor del Papa y se empeña en destacar los cambios profundos que ocurren en la así llamada curia romana, el corazón de la estructura institucional de la Iglesia.

Cuando Francisco termina de saludar a todo el cuerpo de prensa, estalla un aplauso caluroso que él responde con una sonrisa.

El Papa viene de una semana compleja. Se mezclaron allí el affaire de la terraza para el jet set durante la ceremonia de canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, el escándalo del lujoso piso del ex secretario de Estado, Tarcisio Bertone, y el bochornoso episodio de la carta de salutación por un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo dirigida a la Presidenta.

Nada de ello lo ha turbado en relación con su objetivo: el de iniciar un camino de activa participación en el proceso de paz de Medio Oriente.

Arribamos a Amman en hora. Es un mediodía de cielo claro y sol radiante. Un viento cálido nos acompaña durante toda la jornada.

El primer acto es la ceremonia de recepción en el Palacio Real, algo que parece salido de Las mil y una noches. El rey de Jordania –en un inglés impecable– le da una cálida bienvenida. “Su liderazgo moral es de enorme importancia para el proceso de paz”, le señala el monarca jordano. En su respuesta, Francisco destaca el papel trascendente de Jordania en asegurar al menos un refugio para todos los ciudadanos sirios que no tienen otra opción que la de huir de su país a causa de la feroz guerra civil que viven. Los refugiados son personas sin presente y sin futuro, que además se han quedado sin pasado.

El Santo Padre repetirá los mismos conceptos con un énfasis creciente tanto en la misa en el Gran Estadio de Amman –donde unos cincuenta argentinos vistiendo la camiseta de la selección de fútbol lo vivan a rabiar– como en el sitio sagrado del bautismo de Jesucristo. La imagen de los chicos que viven en los campos de refugiados es conmovedora. En esta zona del río Jordán conocemos al padre Hugo, un cura mendocino que desde hace 18 años vive en la región y está a cargo de una escuela a la que asisten niños y jóvenes víctimas del desamparo.

No se observa aquí el baño de multitudes que hubo en Río de Janeiro. En esta zona del mundo, las comunidades cristianas y católicas son minoría. En la Palestina gobernada por Hamas, las cosas no son fáciles para los cristianos. La intolerancia religiosa hizo que allí la comunidad cristiana –que era de unas tres mil personas– se haya reducido a la mitad. 

Muchos de ellos tratarán de estar mañana (por hoy domingo) en la misa del Papa en Belén. Viven la presencia en el lugar del Santo con la esperanza de que eso ayude a cambiarles la vida para mejor.

La paz entre Israel y Palestina constituye la clave para el proceso de paz en Medio Oriente. El entonces cardenal Bergoglio trabajó muy fuertemente y con éxito por la integración religiosa entre judíos y musulmanes. Ojalá que el mismo éxito acompañe al hoy papa Francisco en su misión de paz. Será un hito mayúsculo que el mundo agradecerá en el devenir de un papado que ya es histórico.

© Escrito por Nelson Castro el Domingo 25/05/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

Las fotos:




 




 








 
Los videos:

Visita al Río Jordan.


A 45 años del Cordobazo, el hijo de Agustín Tosco habla sobre su padre... De Alguna Manera...


A 45 años del Cordobazo, el hijo de Agustín Tosco habla sobre su padre...

Agustín Tosco fue uno de los líderes del Cordobazo. Foto: WIKIPEDIA

Héctor tenía 11 años cuando su papá falleció en Buenos Aires. La vida clandestina, las persecuciones y las amenazas en el velorio del dirigente gremial.

El 23 de junio de 1975, Agustín Tosco, desde la clandestinidad, tomó una hoja y comenzó a escribirle a su hijo, Héctor, que cumplía 11 años. "Queridísimo hijo: Tengo una gran emoción al escribirte. Hoy cumples once años de edad y yo te siento todo un hombrecito. Hubiera querido estar contigo, conversar mucho, que me contaras tantas cosas, y yo contarte otras. 

Ahora se me hace un nudo en la garganta y casi no sé que decirte (...) Hubiera querido hacerte un regalo grande y hermoso, el que más te gustara. Cómo me han despedido del trabajo no cobro sueldo; cómo me persigue la policía y me ha amenazado las 'Tres A', vivo de la solidaridad económica y del amparo de mis compañeros. Estoy ajustado a ciertas privaciones, pero no podía olvidarme de ti. He hecho comprar un juego de ajedrez y te lo envió como presente por tu cumpleaños".

Héctor Tosco tenía 11 años cuando su padre, el secretario general del Sindicato de Luz y Fuerza, Agustín Tosco, le mandó esa carta desde la clandestinidad. El 5 de noviembre de ese mismo año murió enfermo en una hospital de la Ciudad de Buenos Aires. Agustín fue uno de los líderes del Cordobazo, insurrección obrera y estudiantil que estalló el 29 de mayo de 1969 contra la dictadura de Juan Carlos Onganía.

Hoy, a 45 años de ese hecho histórico que precipitó a la renuncia del dictador, Héctor dialogó con Perfil.com sobre como fue  la relación con un padre al cual siempre visitó en la clandestinidad o preso "aunque no era ningún ladrón".

Perfil.com: -¿Cómo era tu padre?

Héctor Tosco: Tuve una infancia bastante complicada porque falleció cuando yo tenía 11 años, entonces los momentos con él para mí fueron espectaculares, aunque posiblemente el escenario no era concordante con lo que te estoy diciendo porque esos momentos eran en cárceles de Devoto o Rawson o momentos difíciles en su vida. Pero mi viejo era muy cariñoso conmigo y con mi hermana por su convicción. Cuando me manda esa carta, hacía año y medio que no lo veía porque estaba clandestino.

- Inclusive antes que llegue el gobierno militar.
- Es que en el '75 era muy áspera la mano. Mi viejo escondido en Punilla en Córdoba con bandas paramilitares que lo amenazaban de muerte. Entonces para mi cumpleaños me mandó un jueguito de ajedrez.

-¿Qué te pasa cuando volvés a leer esa carta?
- Es volver en el tiempo y se me caen las lágrimas. Yo entendía bastante lo que pasaba porque mi mamá nos contaba la situación que vivíamos y que papá no era un delincuente.

- ¿Qué te decían en la escuela?
- En general no me decían que era un delincuente. Yo fui a escuela pública y los maestros sabían quien era Tosco y contra queen se enfrentaba. Y los padres de mis compañeritos eran todos laburantes.

- ¿Cómo analizás la vida de tu padre, con las protestas sociales de aquella época y la lucha armada que luego se produjo?
- Dentro del movimiento obrero mi viejo fue uno de los actores de la época que más claro tuvo la situación y vió lo que iba a pasar. Hace poco en un acto leíamos lo que escribió sobre el Cordobazo en junio del '70 y había cosas que aún suceden hoy, la entrega del patrimonio nacional con Martinez de Hoz, lo previeron ahí. Córdoba fue esa usina intelectual, ya que compartían el material con estudiantes y bases obreras.

- ¿Qué puntos en común tiene aquel sindicalismo combativo y este de hoy en día?
- En aquel momento tambien existían estructuras como las de hoy. Y surge una CGT de los argentinos, un modelo diferente que le dieron nombre de sindicalismo de liberación. Mientras tanto en Buenos Aires era más jerárquico. La CTA de hoy es una organización que se toma de esos tiempos. Por eso la lucha de ese momento era con Rucci, Vandor. Es difícil relacionar aquel momento donde no había democracia con la de hoy porque en su época desde el '55 hasta el '73 fueron dictaduras constantes.

- ¿Era peronista o marxista?
- Mi viejo decia claramente "filosoficamente soy marxista", pero en la práctica bregó por la unidad de todos los cuadros políticos para una sociedad mejor. Además acá la mayoría de los trabajadores era peronista, al igual que Atilio López, su compañero en Córdoba.

- Pero al mismo tiempo tuvo que luchar con peronistas.
- Es que dentro del peronismo tenemos a la derecha y a la izquierda. Cuando intervienen Córdoba gobernaban peronistas y los que llegan son de la derecha peronista y asesinan a López.

- ¿Cómo era vivir con un padre clandestino o preso?
- Siempre tuve orgullo de mi viejo y lo que sufrimos con mamá, fue puntal en eso. Las mujeres de estos hombres del Cordobazo hay que reconocerlas a ellas también porque tuvieron que enfrentar eso.

- ¿Fuiste al velorio? (NdeR: la derecha peronista amenazó a quienes asistieron a su funeral)
- Me acuerdo, estaba en el sepelio y la derecha peronista realizó una represión tremenda que incluyó disparos para todos lados. Mi tío me metió para adentro y tuve la suerte de poder enterrarlo. Sentí mucho miedo.

© Escrito por Ramón Indart el Jueves 29/05/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La insurrección que comenzó en Córdoba precipitó la renuncia de Onganía. Foto: Cedoc




Agustín Tosco fue uno de los líderes del Cordobazo. Foto: WIKIPEDIA



Hubo una feroz represión. Foto: Cedoc




La manifestación incluyó a obreros y estudiantes. Foto: WIKIPEDIA
 


Mario Vargas Llosa - El sueño el celta... De Alguna Manera...


El sueño del celta...


Una novela mayor del PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2010. Mario Vargas Llosa se adentra en la peripecia vital de un hombre que fue leyenda.

La aventura que narra esta novela empieza en el Congo en 1903 y termina en una cárcel de Londres, una mañana de 1916.

Aquí se cuenta la peripecia vital de un hombre de leyenda: el irlandés Roger Casement. Héroe y villano, traidor y libertario, moral e inmoral, su figura múltiple se apaga y renace tras su muerte.

Casement fue uno de los primeros europeos en denunciar los horrores del colonialismo. De sus viajes al Congo Belga y a la Amazonía sudamericana quedaron dos informes memorables que conmocionaron a la sociedad de su tiempo. Estos dos viajes y lo que allí vio cambiarían a Casement para siempre, haciéndole emprender otra travesía, en este caso intelectual y cívica, tanto o más devastadora. La que lo llevó a enfrentarse a una Inglaterra a la que admiraba y a militar activamente en la causa del nacionalismo irlandés.

También en la intimidad, Roger Casement fue un personaje múltiple: la publicación de fragmentos de unos diarios, de veracidad dudosa, en los últimos días de su vida, airearon unas escabrosas aventuras sexuales que le valieron el desprecio de muchos compatriotas.

El sueño del celta (2010) describe una aventura existencial, en la que la oscuridad del alma humana aparece en su estado más puro y, por tanto, más enfangado.

La crítica ha dicho:

«El sueño del celta reúne algunas de las mejores virtudes del escritor y se integra, además, en la estela de motivos temáticos fundamentales reiterados a lo largo de su obra.» Ricardo Senabre, El Cultural

«Vargas Llosa no tiene rival: en El sueño del celta la tarea de lectura y documentación previa es ingente, descomunal y titánica. Pero jamás abruma al lector. He aquí el primer mérito de esta novela: contar una historia como si todo fuera verdad escondiendo la mentira. El segundo mérito estriba en el dominio absoluto y constante del creador sobre su criatura. Ha escrito novelas más complejas técnicamente, pero la estructura de esta queda perfectamente encajada en lo que el novelista se ha propuesto... Con un dominio absoluto de la novela, que empieza en 1903 y acaba en una cárcel de Londres en 1916, demuestra por qué la Academia sueca lo premió con el Nobel.» Ricardo Baixeras, El Periódico

«El sueño del celta dibuja, con los recursos de la ficción, los despiadados entresijos del poder y la fuerza de la individualidad... La novela avanza envolvente, a ritmo impecable, y nos sumerge en una crónica sobrecogedora del despotismo, con unos personajes tan enraizados en su doliente y contradictoria humanidad que hacen de esta novela un gran regalo literario.» C. Méndez, Expansión

«Una novela que aspira a abarcar todo el inabarcable espacio de la vida de un hombre... Con esa manera de contar de Vargas Llosa que emboba, arrastra, hipnotiza y demuestra una vez más que, en efecto, la muerte lo encontrará escribiendo, pues, pasados los 70 años, escribir un prodigio como El sueño del celta mueve a envidia, admiración ilimitada y aplauso cerrado.» Francisco García Pérez, Información

«De nuevo en el mundo ficticio de Vargas Llosa se revela en toda su crudeza la verdad de las mentiras. Innecesarios los elogios.» Juan A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia (Cultura/s)