miércoles, 9 de octubre de 2013

Sinarquía... De Alguna Manera...

Sinarquía...


Lo mandó a José Mujica a ocuparse de su chacra. Lo acusó de plegarse a la extorsión de una multinacional. Lo definió como enemigo. Lo puso en la misma liga que los fondos buitre. En suma, la misma guerra, verbal y ardiente, como es habitual. Una vez más, como en 1946, en 1955 y en muchas oportunidades posteriores, la Argentina es el blanco dilecto de una temible conjura planetaria. El más tosco y mediocre canciller civil que haya tenido la Argentina no se anduvo con eufemismos. No es él quien habla sino su patrona total, la Presidenta.

Ratificación ritual de una vieja obsesión con las conjuras de quienes “no quieren el éxito de la Argentina”, Héctor Timerman reanudó esta semana la vieja batalla contra Uruguay. La excusa es que el gobierno soberano de Uruguay autorizó para 2014 un aumento de un total de cien mil toneladas más de pasta de celulosa a la empresa UPM en Fray Bentos. Es un endeble pretexto.

La noción de que los problemas argentinos derivan de la agresión de ultramar es vieja como el populismo. Munición de grueso calibre y, a la vez, de escuálida sustancia, en la Argentina se repite desde hace un siglo. En versión kirchnerista suena aguda y hostil, pero ellos no abandonan la épica retórica. Así como Mariano Recalde, el presidente de Aerolíneas Argentinas, aseguró que la empresa aérea LAN expresaba a la derecha pinochetista, Timerman acusa ahora al gobierno izquierdista de Uruguay de participar activamente de un complot mundial contra la Argentina.

Los kirchneristas vienen agraviando a la izquierda uruguaya desde que Tabaré Vázquez asumió el gobierno el 1º de marzo de 2005, dos años después de que Néstor Kirchner iniciara su mandato. El comisario político de Kirchner, Carlos Kunkel, definía como “Tabaré Menem” o “Carlos Saúl Vázquez” al presidente uruguayo ya a comienzos de 2007 (ver mi libro Esto que pasa. Abecedario de la Argentina, Sudamericana, página 380). Iguales a sí mismos, seis años después agravian groseramente al gobierno de tupamaros, comunistas y socialistas que encabeza Mujica. Para los comisarios del grupo gobernante, la ideología es lo de menos. El “pinochetista” Sebastián Piñera y el “buitre” José Mujica están conjurados para hacerle daño a la Argentina.

La transformación de los problemas domésticos en consecuencia de delirantes complots internacionales está en el ADN del peronismo en general (Braden o Perón en 1946), y del peronismo de izquierda en particular. Ya en 1973, Montoneros aseguraba que la CIA de los Estados Unidos había estado detrás de la matanza de junio de ese año en Ezeiza perpetrada por esbirros de Perón. El gen conspirativo es fornido al interior de regímenes y movimientos totalitarios. Algunos ejemplos recientes permiten entenderlo y, a la vez, salir del enfermizo solipsismo argentino, esa rústica creencia según la cual las cosas que “nos pasan” son excepcionales.

El pasado 22 de septiembre, por ejemplo, 85 fieles cristianos que se hallaban dentro de la Iglesia de todos los Santos en Peshawar (Paquistán) fueron asesinados, y cien quedaron gravemente heridos cuando dos suicidas se estallaron con sendos cinturones explosivos. El grupo Jundallah, una rama del Talibán ultraislamista, reivindicó el crimen. La respuesta oficial y la de varios grupos islamistas fue que se trató de un complot de la CIA norteamericana, del Mossad israelí y de los servicios de inteligencia de la India.

El 9 de octubre de 2012, el grupo terrorista Tehrik-i-Taliban Pakistan (TTP) disparó en repetidas ocasiones con un fusil contra la estudiante Malala Yousafzai, de 14 años, impactándole en el cráneo y el cuello. Sobrevivió de milagro y ahora vive en Occidente. Razón del intento de homicidio: la niña pretendía estudiar, algo prohibido para la variante crecientemente dominante del islamismo más cavernícola. Una fuerte corriente de opinión doméstica está convencida de que el frustrado asesinato era, en realidad, una conjura occidental para desprestigiar a la República Islámica de Paquistán, una nación de más de 182 millones de habitantes, la segunda más poblada del mundo islámico, con un 97% de musulmanes (por cada cristiano hay 63 musulmanes). Los terroristas son minoría, relativamente tolerada o, al menos, justificada. Por eso la destrucción de iglesias se sigue produciendo impunemente, así como los perpetuos y letales atentados a mezquitas y mercados entre sunitas y chiitas.

El alegato ambientalista argentino en el caso de la pastera uruguaya es de una endeblez notable. La Argentina, cuyo producto interno bruto fue de 475 mil millones de dólares en 2012, se siente amenazada por una planta de pasta de celulosa instalada en Uruguay, país cuyo producto es de 53.550 millones de dólares. La Argentina, con sus cuarenta millones de habitantes y sus 2.780.400 kilómetros cuadrados, le teme a un Uruguay poblado por 3.369.000 habitantes, desplegados en un breve espacio de 176.215 kilómetros cuadrados, equivalente a la mitad de la provincia de Buenos Aires. En resumidas cuentas, los buitres uruguayos tienen una economía nueve veces menor que la argentina, una población 12 veces menor y una superficie 16 veces más chica.

Para los Kirchner, no hay “enemigo” pequeño; el mundo está en contra de ellos, desde pinochetistas hasta tupamaros. Hijos de la mítica pesadilla paranoica de la “sinarquía internacional” con la que deliraba Perón, son como eran y como serán. Falta el retorno del piquete de Gualeguaychú y ya está, sale con fritas.

Sinarquía: es el sistema político en el que el poder es ejercido por una corporación.

© Escrito por Pepe Eliaschiev el domingo 06/10/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


martes, 8 de octubre de 2013

Boca Unidos de Corrientes 0 vs. Huracán 0... De Alguna Manera...

Huracán en Corrientes igualó con Boca Unidos…


Mientras que en Parque Patricios se espera por la llegada de un nuevo técnico, esta tarde Huracán, en Corrientes, igualó 0 a 0 con Boca Unidos. El conjunto quemero sumó su primer punto luego de cinco derrotas consecutivas. Alexis Ferrero llegó a la quinta tarjeta amarilla y se perderá el próximo compromiso ante Alsovisi.

Conducido interinamente por Néstor Apuzzo, luego del alejamiento de Antonio Mohamed, el globo salió a enfrentar a Boca Unidos con el objetivo de revertir el mal momento que atraviesa en el plano futbolístico.

Tratando de atacar a su rival por intermedio de Matías Deferico, la visita intentó ser el protagonista en el primer tiempo aunque fue muy poco el trabajo de Matínez Gullotta en el arco correntino.

Ya en complemento, con Nuñez y Estevez dentro del campo de juego, el encuentro se hizo más parejo para ambos dejando, con el correr de los minutos, de ser atractivo.

Si bien en la última jugada el local se pudo quedar con el triunfo, teniendo por medio de Benitez la jugada más clara con un remate cruzado que pasó muy cerca del palo izquierdo de Monzón, el pitazo final de Silvio Trucco dejó en claro que el empate fue el resultado más justo por lo realizado en el partido.

Síntesis:

Boca Unidos 0

José Luis Martínez Gullotta; Alan Pérez, Ruben Maldonado, Matías Moisés y Leonardo Baroni; Gonzalo Ríos, Diego Sánchez Paredes, Santiago Raymonda y Guillermo Israilevich; Lucas Oviedo y Alejandro Toledo.

DT: Claudio Ubeda

Suplentes: Matías Garavano, Alejandro Manchot, Alexis Danelón, Jonathan Benítez, Oscar Gómez, Raúl Estévez, Cristian Nuñez.

Huracán 0

Gastón Monzón, Federico Mancinelli, Alexis Ferrero, Eduardo Domínguez, Carlos Arano; Matías Defederico, Lucas Villaruel, Victor Cuesta, Gonzalo Martínez; Mauro Milano y Juan José Arraya

DT: Néstor Apuzzo

Suplentes: Marcos Díaz, Guillermo Sotelo, Lucas Fernández, Germán Mandarino, Leandro Kuszco, Alejandro Romero Gamarra y Leandro Caruso.

Cambios: Nuñez por Oviedo, Estevez por Ríos y Benitez por Raymonda en Boca Unidos; Caruso por Milano, Romero Gamarra por Martínez y Fernández por Defederico en Huracán

Amonestados: Ferrero y Cuesta (Huracán); Moisés (Boca Unidos)

Arbitro: Silvio Trucco

Estadio: José Antonio Romero Feris

© Escrito por Marcelo Salvio el domingo 06/10/2013 y publicado por Mundo Ascenso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Las fotos:


Los goles
 
No hubo goles.

La tabla:


Próxima fecha




 

Partido completo:


© Tavo969

domingo, 6 de octubre de 2013

Del Potro logró su 16° Título... De Alguna Manera...

Está en la cabeza...


Del Potro logró su 16° título y dijo que el Masters de Londres se mira de reojo. “Hay que seguir concentrados y si se da, buenísimo”, soltó. Además, destacó que se siente “cómodo” con su revés y “confiado” con su tenis.

“Estás rondando por el pueblo, voy a salirte a buscar. Estoy saliendo a tu encuentro, la risa empieza a flotar…”, canta Kapanga, en busca de Ramón. Pero lo que merodea por el mundo de Del Potro es al Masters de Londres, el torneo que juegan los ocho mejores de la temporada a fin de año. “El Masters siempre está rondando en la cabeza a partir de estos torneos que ya son los últimos. Hay muchos jugadores peleando por esas posiciones que quedan”, soltó Juan martín luego de ganarle la final a Raonic en Tokyo y abrochar su 16° corona, que lo acerca a ese certamen.

Igual, el tandilense prefiere ser cauto. “También hay que pensar en los torneos que uno está jugando y nada más que eso. Después, si uno llega y se clasifica, mucho mejor. Sería como terminar el año de una muy buena forma. Los ocho primeros juegan ahí y significa que tuvieron un gran año. Todavía no hay nada asegurado. Hay que seguir concentrados y si se da, buenísimo”, siguió Delpo. El argentino disputó tres Masters: en el fue eliminado en la zona de grupos, en el perdió la final ante Davydenko y en el 2012 se quedó en semi frente a Djokovic. Tiene un récord de seis ganados y misma cantidad de perdidos. En la carrera de campeones quedará quinto, por delante de Berdych, y casi adentro de su cuarto torneo de esta estirpe.

Con respecto a la final ganada ante Raonic (fue 7-6 y 7-5), Juan destacó el nivel del rival, pero también su propio juego para poder superarlo. “El partido fue muy parejo, se podía definir para cualquiera de los dos en muy pocos puntos. Estuve bien concentrado y esperando mi chance para poder quebrarle el saque, que era muy complicado. En último game pude jugar buenos puntos y cerrar el partido ahí”, comentó. Y agregó: “Fui paciente, trabajé muy bien la parte ofensiva y en los momentos clave pude subir a la red y ganar puntos importantes con la volea que es lo que me gusta y lo que estoy trabajando”. Por último, aclaró que su muñeca está muy bien. “Ahora me siento más cómodo pegando del revés como a mi me gusta. Ya puedo sentirme confiado con ese golpe que me sirve mucho”, cerró.

© Publicado el domingo 06/10/2014 por el Diario Deportivo Olé de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



Bartolucci, aquel rebelde fundador de La Palomita... De Alguna Manera...


Bartolucci, aquel rebelde fundador de La Palomita...


Pablo Bartolucci, crack de los años 20, se destacó en Huracán y jugó en la Selección. De su modo de cabecear nació una jugada que forma parte del folclore del fútbol mundial. Por su reivindicación de los derechos de los futbolistas, la prensa de la época lo señaló como "anarquista".

La Mutual de Veteranos de Huracán queda en un rincón del Palacio Ducó, aunque poco se parece a un palacio. Allí, un hombre que mucho vio y que mucho sabe, evoca una verdad que -de algún modo- resulta una contradicción: "Quienes más reivindicaron la profesión terminaron siendo los primeros olvidados". El hombre, elegante al vestir, impecable al hablar, dice que Hugo Settis, Juan Scursoni y Pablo Bartolucci -pionero también en otras cuestiones- fueron la versión local y futbolera de los Mártires de Chicago. Ellos -no por dinero; sino por búsqueda colectiva en nombre de ciertas libertades individuales- fueron los primeros en cuestionar a un amateurismo que pagaba sueldos pero que no homologaba a los futbolistas como profesionales ni como trabajadores.

Por expresarse en nombre de aquella cuestión, a Bartolucci y a sus compañeros de lucha los llamaron "los anarquistas". Ellos no se preocupaban ni cuestionaban los apodos. Se juntaban y tiraban para el mismo lado. En el libro Fútbol: pasión de multitudes y de elites, de Ariel Scher y Héctor Palomino, el mismo Settis señala: "No estaba en juego el aspecto económico (...) Aunque lo nuestro era un amateurismo marrón, lo que queríamos era la libertad como seres humanos. Los señores dirigentes pretendían mantener de por vida la llamada ´ley candado´, de su invención, es decir, utilizándonos como una mercancía a los jugadores de fútbol y convirtiéndose así en los negociadores exclusivos de nuestras transferencias". La frase había sido publicada en el diario La Opinión en 1976. Unos meses antes había fallecido Bartolucci, el otro gran buscador de aquellos días de finales de los años 20 y principios de los 30.

Bartolucci es ahora un olvidado, aunque a su recorrido le cabe la condición de celebridad. La memoria del fútbol argentino lo ignora como si no fuera tan inmenso. En días no tan lejanos, el periodista Oscar Barnade recordó aquellos tiempos de cambios: "El campeonato de 1930 terminó el 12 de abril de 1931 y al día siguiente los jugadores, agrupados en la Mutualista y liderados por los jugadores de Huracán Pablo Bartolucci y Hugo Settis, elevaron un petitorio exigiendo poner fin a la cláusula candado: si se iban del club por dos años no podían arreglar con otro de la categoría. Ese día, en plena dictadura militar, los jugadores marcharon por las calles adoquinadas de la ciudad exigiendo hablar con el presidente José Uriburu. El líder golpista recibió a los representantes de los jugadores y derivó el problema a José Guerrico, intendente de la Ciudad de Buenos Aires. Guerrico convenció a todos de que el reclamo de los jugadores estaba íntimamente relacionado con la declaración del profesionalismo. El 18 de ese mes, los jugadores declararon la huelga". En breve, brotaría el profesionalismo. Aquel impulso nacido de un puñado de futbolistas que se abrazaban como trabajadores había sido un éxito de todos.

En el mismo rincón del Ducó donde late la Mutual de Veteranos, otro hombre cuenta: "Bartolucci fue un fundador en todo sentido". Lo dice por aquello del profesionalismo, claro. Pero también por otro detalle que el fútbol del mundo le agradece y que incluyó en el folclore de sus jugadas más atractivas: La Palomita. Bartolucci se vestía con una venda sobre su frente y, con ella, fue el impulsor de esa maniobra que terminó siendo parte de la historia del principal de los deportes para siempre. En su condición de futbolista del seleccionado, el 15 de agosto de 1929, frente a Bologna de Italia, que estaba de gira por Argentina, Bartolucci se convirtió en una suerte de mito. Ese día ganó el equipo albiceleste 3-1. Pero lo más importante fue un detalle: él quedó en la historia como el creador de esa jugada que ahora es orgullo en potreros y en estadios. Nadie sabe estrictamente si fue el primero en realizar esa pirueta. Pero a su repetido rechazo de cabeza volando hacia adelante -zambulléndose casi al ras del piso- él le puso un nombre que desde entonces pasó a ser parte del diccionario futbolero. "Rechacé de palomita", dijo Bartolucci. Y así quedó para siempre. La tapa de El Gráfico, que lo retrató particularmente en esa circunstancia, ayudó a la construcción de su carácter de leyenda.

Alguna vez Carlos Gardel le puso su voz al recuerdo de esa jugada memorable: "Guarda con la Canaveri, / Miranda que en lo Canaro, / si de usted bate un Purcaro / qu'es Cafferata de acción. / Olvide el Carricaberry, / tírese a la Bartolucci... / ¡que mejor es hacer Bucci / que dársela de Mathón!" El tango se llamaba Largue a esa Mujica, de Juan Faustino Sarcione, y era un homenaje -según cuentan los especialistas, como Marcelo Martínez, del sitio Gardel.es- al Huracán multicampeón de los años 20; pero también a los grandes futbolistas de ese tiempo dorado y de refundación para el fútbol argentino. "A la Bartolucci" significaba, sin más explicaciones, de palomita. Ya con el tiempo, más de cuatro décadas después, Aldo Pedro Poy la refundó y hasta luego la paseó por el mundo, ya convertida en leyenda. En 1971, le hizo de ese modo un gol a Newell's que valió la eliminación del rival de siempre y más tarde, el título.

No era sólo un militante por los derechos de sus pares ni un crack en ese territorio del rechazo novedoso. Bartolucci era también un destacado futbolista. Perteneció a un tiempo (los años en los que el fútbol del Río de la Plata era, claramente, el mejor del mundo) y a un equipo (ese Huracán capaz de ser el más campeón de la década del 20 junto a Boca) que también a él lo definieron. No estaba en la Selección por casualidad: Bartolucci pertenecía a la elite de aquellos días. Jugaba de lo que entonces se mencionaba como half. Era más mediocampista que defensor, de todos modos. Y aunque está indeleblemente asociado a Huracán, donde disputó 100 partidos y marcó seis goles, vistió otras cuatro camisetas: Sportivo Buenos Aires, Ferrocarriles del Estado, Sportivo Barracas y Tigre.

Bartolucci fue parte de, quizá, el mejor Huracán de la historia: aquel que en 1928 sumó su cuarto título de Liga en el campeonato más numeroso del fútbol argentino (participaron 36 equipos y finalizó en el último día de junio de 1929). Allí jugaban algunas de las grandes figuras de ese tiempo, futbolistas de Selección: Juan Pratto (luego transferido al Genoa, de Italia); Cesáreo Onzari (fundador del Gol Olímpico; paradigma del wing izquierdo); Angel Chiesa (el diez de esos días) y Guillermo Stábile (primer Botín de Oro de la FIFA, en el Mundial de 1930). Y también Bartolucci, ese "anarquista" que creó -casi sin querer- La Palomita.

© Escrito por Waldemar Iglesias el miércoles 14/08/2013 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



Señora Presidenta... De Alguna Manera...

Señora Presidenta...

 

 


Punto por punto, una réplica respetuosa a los dichos presidenciales respecto del columnista de Perfil. Debo comenzar por agradecerle a la Presidenta el inusual protagonismo que me otorgó durante la entrevista que le realizó Jorge Rial. Desde entonces, no he parado de atender llamados de medios de todas partes interesados en hablar del tema. A todos ellos también les extiendo mi gratitud.

Desde que vengo utilizando el recurso de dirigirme a Cristina Fernández de Kirchner como si ella me estuviera mirando, mucha gente me ha preguntado: “¿Usted cree realmente que lo mira?”. Mi respuesta, basada en los testimonios de los poquísimos funcionarios que en estricto off the record se animan a hablar, ha sido, invariablemente, que la Presidenta no mira mi programa pero que hay quienes le cuentan. Eso mismo fue lo que la jefa de Estado respondió: “Yo no lo miro, pero me dijeron que él le habla a la cámara como si me hablara a mí”, fue la expresión que usó al ser interrogada sobre su parecer acerca de mis comentarios sobre sus problemas de salud y mi diagnóstico del síndrome de Hubris, al que me referiré un poco más adelante, que tanto revuelo causó y sigue causando. Agradezco, pues, a esos funcionarios arriesgados la calidad de la información brindada acerca de este y otros asuntos concernientes al cerrado universo del cenáculo presidencial.

Otro de los tópicos sobre los que se interrogó a la Presidenta era su parecer acerca de esta conducta mía de haber hecho un diagnóstico a distancia del síndrome de Hubris. Visto el interés que el tema del diagnóstico a distancia ha despertado, no sólo durante la entrevista sino también en otros ámbitos, incluso médicos, es preciso señalar que esta metodología –la del diagnóstico a distancia– es uno de los recursos más relevantes utilizados en la medicina en los últimos tiempos, que se ha hecho posible gracias a la tecnología, lo que ha dado lugar a una verdadera disciplina como es la telemedicina. Así, entonces, a través de lo que permite la transmisión de datos, imágenes y sonido, un médico en su consultorio del Hospital Universitario de Nueva York puede tener como paciente a una persona que está en Buenos Aires. Esto ha posibilitado acercar a enfermos de distintas y distantes procedencias a los profesionales de los centros médicos de excelencia de diferentes lugares. Una de las especialidades más beneficiadas con estos métodos es la psiquiatría, ya que allí lo único que se necesita es el medio a través del cual el médico y el paciente puedan estar en contacto directo. Así, entonces, por medio del sistema Skype o de una teleconferencia, el profesional accede a la información necesaria a partir de la cual no sólo puede diagnosticar sino también medicar. En algunos casos extremos, el diagnóstico a distancia salva vidas.

Fue a propósito de esa pregunta que la Presidenta se extendió sobre el tema de la salud de Néstor Kirchner. Allí apareció, una vez más, la actitud de la jefa de Estado de contar la historia en forma parcial –lo que ocurrió también en otros segmentos de la entrevista– a fin de acomodarla a su relato tan cercano, en muchos casos, a una novela. Habló entonces Fernández de Kirchner de alguien que se había dedicado a diagnosticarle a su esposo un cáncer de colon que nunca tuvo. Sin embargo, hubo un episodio relacionado con esto que preocupó al ex presidente. Ella no lo contó, pero la verdad es que en una ocasión su esposo tuvo una proctorragia: una pérdida de sangre que se exterioriza por la vía anorrectal, una de cuyas causas es el cáncer de colon. Por lo tanto, desesperado como todo hombre del poder por la posibilidad de que eso trascendiera y lo dañara políticamente, Kirchner aprovechó uno de los viajes de su esposa a Nueva York para desplazarse hasta Washington y someterse a una videocolonoscopia, estudio que no mostró presencia de lesiones cancerosas.

En el caso de Kirchner, me tocó advertirle públicamente que, de seguir con el ritmo desordenado y estresante al que lo obligaba la candidatura presidencial a la que aspiraba, su vida estaba en serio riesgo. Ese fue un pronóstico exacto hecho a distancia que lamentablemente el ex presidente no escuchó, y que partió de un diagnóstico a distancia basado en información certera. Kirchner padecía una enfermedad polivascular o panarterial, así llamada porque afecta diferentes arterias de los distintos órganos del cuerpo humano (cerebro, corazón, riñones, etc.).

Como consecuencia de ello, como se recordará, el paciente padeció una suboclusión de la arteria carótida primitiva del lado derecho en febrero de 2010 y una oclusión de la arteria coronaria descendente anterior en septiembre de ese mismo año. Estos episodios agudos constituyeron emergencias médicas que obligaron a tratamientos inmediatos. En el caso de la suboclusión carotídea, a una endarterectomía, y en el caso de la coronaria, a una angioplastia con colocación de un stent. Además, en la tomografía computada de cerebro que se le realizó a propósito del cuadro carotídeo, se le detectó un pequeño infarto en el hemisferio cerebral derecho.

Cuando los enfermos que padecen una afección polivascular presentan dos episodios agudos oclusivos o suboclusivos en distintos territorios vasculares en un período no mayor de siete meses, el riesgo de muerte aumenta entre 37% y 40%. El caso de Kirchner cayó dentro de esta estadística.

Aquel pronóstico mío, realizado en la emisión de El juego limpio del 16 de septiembre de 2010, despertó la furia del Gobierno, por lo que desde sus usinas mediáticas se descargó contra mí una artillería de vilipendios que no me sorprendieron ni me inquietaron. Uno de ellos se llevó adelante en 6,7,8 y se tituló “El papelón de Nelson Castro”. Allí se reproducía mi comentario de advertencia y a continuación se pegaba un testimonio del ex presidente diciendo lo bien que se sentía. Eso fue así hasta el 27 de octubre, día en el que el fallecimiento de Kirchner demostró, lamentablemente, la certeza de mi pronóstico.

Sé que a la Presidenta le disgusta profundamente que hable de su salud. No me sorprende: es lo que le ha pasado y le pasa a la mayoría de los hombres y las mujeres del poder. Esta actitud de Fernández de Kirchner lleva a practicar un secretismo inconducente. Hoy es imposible pensar que los problemas de salud de un presidente pueden mantenerse ocultos a la opinión pública. Los procedimientos médicos hacen que sea mucha la gente que entra en contacto con el paciente, lo que transforma la confidencialidad en un imposible. Cuando el doctor José Rafael Marquina, oncólogo venezolano radicado en Miami, pronosticó que, tras habérsele diagnosticado un cáncer –un rabdomiosarcoma del psoasilíaco–, Hugo Chávez no viviría más de dos años, hizo un pronóstico exacto basado en un diagnóstico a distancia.

También él sufrió todo tipo de descalificaciones hasta que la realidad, tristemente, le dio la razón.

Como consecuencia de este secretismo, la Unidad Médica Presidencial –el día que este gobierno haya cumplido su mandato serán varios los médicos que hablarán y contarán la verdadera historia de lo que allí se vive– informa de modo desprolijo e incompleto, con lo cual mucho de lo que comunica es dudoso. Un último ejemplo: cuando la Presidenta se internó en el Sanatorio Otamendi el último fin de semana de agosto, se informó que lo hizo a fin de proceder al control del tratamiento de sustitución de la hormona tiroidea y a un chequeo ginecológico. Lo que no informó fue que, además, se le realizó también una videocolonoscopia. Nadie se inquiete: el estudio no detectó anomalías.

El síndrome de Hubris es una enfermedad del poder –y no sólo del poder político– mantenido por un período de varios años en los que el líder casi no ha tenido límites. Este es el núcleo de la discusión que he querido plantear al señalar los síntomas del síndrome que exhibe la Presidenta. Lo que hay que remarcar es que casi todos los síntomas tienen que ver con las conductas públicas del líder o se manifiestan a través de ellas. Por lo tanto, son esas conductas, que están a la vista de todos, las que llevan al diagnóstico. Repaso algunas: pérdida de contacto con la realidad y progresivo aislamiento; inquietud, impulsividad y desasosiego; excesiva confianza en el juicio propio y desprecio por las críticas y los consejos de los otros.

Lo que ha ocurrido después de haber hecho este diagnóstico tampoco me ha sorprendido. Fue similar a lo que sucedió con mi pronóstico sobre la enfermedad de Kirchner. Hubo críticas –siempre bienvenidas– y furia expresada a través de descalificaciones, ofensas, insultos y un largo etcétera de agravios. Incluso, hubo quienes amenazaron con llevar adelante un juicio ético en mi contra con la finalidad de cancelar mi matrícula médica. Lo que casi nadie hizo fue interesarse por discutir el síndrome de Hubris, al que muchos reconocieron desconocer.

En el medio de todo este fárrago, es importante que nadie desespere, ya que hay una buena noticia –que ya consigné en otra columna– para bien de la Presidenta y tranquilidad de sus acólitos: el síndrome de Hubris tiene cura. Ello ocurre a partir del momento en que la persona se aleja del poder. Es lo que le sucederá a Cristina Fernández de Kirchner el 11 de diciembre de 2015, cuando haya cumplido su mandato.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 06/10/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.