lunes, 22 de octubre de 2012

La involución argentina... De Alguna Manera...


La involución argentina...

 CON LAS DEFENSAS BAJAS. Ministro Arturo Puricelli. Dibujo: Pablo Temes.

Obsesión cristinista por el 7D. Operativo K contra Lorenzetti. El Fragatagate: internas e ineptitud. Tensión sindical. Lula dio clase.

Son estos tiempos de cólera en la vida política de la Argentina. La Presidenta teme que de aquí al 7D una medida judicial frene la brutal embestida que ha ordenado llevar adelante con la intención de destruir a Clarín. No quiere repetir el papelón que ya vivió en dos ocasiones: una, cuando minutos antes de comenzar la conferencia de prensa en la que pretendía anunciar la intervención de Papel Prensa y la eventual detención de Héctor Magnetto y Bartolomé Mitre, se topó con la declaración de Isidoro Graiver que la obligó a desmontar aquella operación; la segunda, con el caso de la imputación de ser hijos de desaparecidos –que resultó ser falsa– que se les hizo a los hijos adoptivos de la señora Ernestina Herrera de Noble.

“El 7D no debe pasar nada”, señala una voz que conoce el pensamiento mayoritario que anida en el seno de la Corte Suprema. La Presidenta tiene la misma información, por lo que presa del enojo viene zamarreando al ministro de Justicia, Julio Alak, a fin de obligarlo a desplegar toda la artillería de medidas con que en estos días el Gobierno busca avasallar al Poder Judicial. La reelección de Ricardo Lorenzetti –circunstancia que él mismo trató de evitar y no pudo debido a que ninguno de sus colegas quiso ocupar su cargo– disgustó al Gobierno. Ante ello, hay decisión en el pináculo del poder de esmerilar la figura del presidente de la Corte.

No contenta con ello, y como muestra del ambiente de desenfreno que se vive en la Babel de Olivos, la Presidenta ha ordenado impulsar la reglamentación del per saltum. En esta carrera hacia el pasado a la que se ha lanzado el Gobierno, el per saltum representa uno de los emblemas del menemismo. En el gobierno de Carlos Menem se lo aplicó para desbloquear la escandalosa venta de Aerolíneas Argentinas en 1990. Fue tal el desprestigio de este recurso que, siendo senadora, en 2006 Cristina Fernández de Kirchner se pronunció en contra. “Este es un per saltum para causas buenas. Yo no sé, en materia de derecho, cómo se hace una distinción entre per saltum para causas buenas y per saltum para causas malas. No se puede legislar un instituto para una situación en particular, porque luego va a venir otro a pedir exactamente lo mismo y quedaríamos en el medio de la inconstitucionalidad”, dijo por entonces. Nada que sorprenda desde el punto de vista de la contradicción que, al fin y al cabo, está en los genes políticos del kirchnersimo.

Claro que mientras la obsesión de la Presidenta con el 7D tiene a todo el Gobierno en ascuas, la vida continúa y los efectos de la mala praxis en la gestión van aflorando semana tras semana. He ahí el caso de la fragata Libertad, que sigue anclada, sin saberse hasta cuando, en el puerto de Tema, en Ghana. Ya se conoce que el ministro de Defensa, Arturo Puricelli, le presentó su renuncia a la Presidenta, quien no la aceptó. La interna que el episodio ha desatado en el Gobierno es feroz. Puricelli, quien venía de Fabricaciones Militares y nunca gozó de la simpatía de su predecesora Nilda Garré, llegó al ministerio de la mano de Julio De Vido. Una vez en el cargo no sólo se preocupó de nombrar a familiares –dos hijas y un sobrino– y amigos que, con una conducta imitativa, también se encargaron de poblar con familiares la repartición, sino de desandar varias de las políticas implementadas por  Garré.

“El problema de estos funcionarios no es tanto que sean familiares o amigos del ministros, sino que son unos absolutos ineptos”, señala una fuente del Ministerio. De allí la dureza del enfrentamiento que Puricelli mantiene con la también devaluada ministra de Seguridad. Como consecuencia de la orientación y estilo de conducción que reina, las distintas fuerzas retomaron un nivel de autonomía que habían perdido en la gestión de Garré. “Está bien que vayan porque la gente piensa que están al pedo”, es una frase que aún resuena por los pasillos del Ministerio dicha por Puricelli cuando desde Desarrollo Social se tomó la decisión de enviar tropas del Ejército a las villas.

Agregados a estos aspectos políticos, el caso de la fragata Libertad deja al descubierto los problemas de funcionamiento que tiene el Gobierno y que afecta su gestión. Al no haber reuniones de gabinete, cada ministerio se transforma en un feudo casi inexpugnable. Esto, además, le quita reflejos al Gobierno y le impide evitar problemas y/o encarar soluciones conducentes. La gestión Zuaín-Forti, los dos funcionarios que fueron enviados a Ghana, fue la crónica de un fracaso anunciado.

Donde también hay dificultades es en el ámbito sindical. La endeblez de la CGT Balcarce debe enfrentar el problema que origina la depreciación salarial que genera la inflación. La presión de las seccionales de bases en algunos de esos gremios va haciéndose cada vez más difícil de manejar. El cobro del medio aguinaldo de diciembre puede poner a muchos trabajadores en una verdadera encrucijada, ya que debido a las escalas impositivas que produce la falta de adecuación del mínimo no imponible, sus ingresos lejos de incrementarse pueden llegar a verse disminuidos.

En ese marco, el peso político de Hugo Moyano habrá de crecer. La foto del líder de los camioneros con el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio “Lula” Da Silva, debe haber indigestado a la Presidenta. El ex mandatario brasileño cautivó a la audiencia reunida en el coloquio de IDEA en Mar del Plata con anécdotas de sus presidencias, en las que supo conquistar el favor de muchos de quienes se le oponían. Dejó, además, algunas definiciones de puro sentido común –“Un presidente nunca sabe todo”; “la democracia es un ejercicio de alternancia de poder”; “la prensa no tiene la culpa de todo”– propias de alguien que durante su paso por el poder no sólo aprendió sino que también reafirmó sus convicciones democráticas.

Así pues, el impacto propio de las cosas extraordinarias que produjeron las definiciones de Lula, no hace más que dejar al descubierto el proceso de involución política en que se halla inmersa la Argentina, país increíble en el que se pretende construir el futuro repitiendo el pasado.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 20 de Octubre de 2012.

Envenenados... Ernesto Laclau... De Alguna Manera...


Envenenados…
Todo sucedió en una misma edición, caso curioso de acontecimiento duplicado en una sola jornada. Lo hizo PERFIL o, mejor dicho, le pasó a PERFIL, y se trata de un procedimiento que vale la pena subrayar, destacar y visibilizar. En esencia, demuestra el océano de acrimonioso veneno que ha sido inyectado en las venas cerradas de la Argentina. En la edición del domingo pasado, 14 de octubre, PERFIL dedicó el título de su portada, lugar elegido por los editores para los temas y firmas que juzgan más importantes, a una gran foto del profesor británico Ernesto Laclau (1935), bajo la cual la frase en caracteres más pesados era “Operativo clamor en la Corte”. Arriba de la foto de Laclau, que ha vivido más de la mitad de su vida en el Reino Unido, la volanta rezaba: “Así piensa el padre filosófico del cristinismo”. Una frase de Laclau era reproducida como epígrafe de su foto: “El constitucionalismo busca mantener el poder conservador”.

El texto propiamente dicho ocupó una página y media de este diario. Eran 2.454 palabras (15.279 caracteres con espacios), más del doble de lo que ocupa esta columna semanal. Pero Laclau aparecía firmando algo que él no había enviado a PERFIL. Como explicaba correctamente el diario en nota al pie, se trataba de la transcripción de la conferencia del teórico en el ciclo “Debates y combates”, ofrecida el viernes 12 en Tecnópolis y financiada por la Secretaría de Cultura de la Nación. Al pie, la productora del trabajo, Silvina Márquez, puntualizaba prolijamente: “Laclau se niega a dar entrevistas a PERFIL”.

Ese mismo día, el excelente suplemento Cultura de este diario, editado por Guillermo Piro, dedicó dos de sus 16 páginas (6.190 caracteres con espacios, en 1.054 palabras) a reseñar una antología crítica de la poesía de los años 90 titulada “La tendencia materialista” y publicada por la editorial Paradiso. El artículo, firmado por Gonzalo León, fue titulado “La visión marxista de la creación poética”. El texto comentaba con lujo de detalles los trabajos poéticos de Alejandro Rubio, Fernanda Laguna, Sergio Raimondi, Martín Gambarotta, Fabián Casas, Washington Cucurto y Juan Desiderio. Pero hubo un problema, que León tuvo que destacar al pie de su trabajo. Los compiladores (Violeta Kesselman, Ana Mazzoni y Damián Selci) le dijeron al redactor que “por el momento no queremos hablar para PERFIL, ni para La Nación ni para Clarín”.

No es la primera vez, ni será la última. He visto con admiración no exenta de desconcierto los magnos esfuerzos hechos por este diario, y sobre todo por su fundador Jorge Fontevecchia, para acercar a estas páginas el pensamiento y las ideas de intelectuales y comentaristas adictos al Gobierno, a quienes se les ha deparado aquí larguísimas páginas para que se expresen. En este diario han hablado cuanto y de lo que quisieron, figuras como Ricardo Forster. Horacio González y José Pablo Feinmann, para mencionar a los oficialistas más mediáticos e incontinentes del micrófono. No una, sino en muchas oportunidades, han sido consultados y sus palabras han sido reproducidas aquí. Este es, además, el diario que ha premiado a Horacio Verbitsky, quien al recibir el galardón hace dos años lo primero que hizo fue anunciar desde el podio que él discrepa totalmente con lo que calificó como “la ideología (sic)” de PERFIL.

No pueden consigo mismos, son irremediables. Atosigados de vociferante odio interior, abominan incluso de quienes los convocan para que se expresen. Calculo que PERFIL publicó las palabras de Laclau atendiendo a que es la figura intelectual más lustrosa del cristinismo. Se lo suele considerar como el pensador más culto y riguroso del oficialismo. No pienso lo mismo que PERFIL; antes bien, Laclau me parece superficial, antiguo, pedante y –sobre todo– profundamente democrático. Pero lo importante es que este medio tuvo que apelar a grabar las enormidades de este anglo-argentino, porque él no se dignó a conceder un reportaje a quienes considera enemigos. De antigua prosapia trotskista, este Laclau es una caricatura pintoresca de Lev Davidovich Bronstein, un sofisticado intelectual judío que amaba la polémica y procuraba el debate. Laclau se enrola más bien de la raigambre ideológica del asesino de Trotsky, Stalin. Los compiladores (¿camporistas?) de esos poetas marxistas se perfilan como el equivalente argentino de los temibles guardias rojos de China, que hace cuatro décadas quemaban obras y producciones artísticas al compás de la “gran revolución cultural” desatada por la tiranía de Mao.

¿Incurables? Sí, eso son hoy, al menos en lo actitudinal, irremediablemente embriagados de un mesianismo grueso y persistente, que se turbopropulsa a sí mismo. Para estos nuevos mandarines, o se es tropa o se es enemigo, no hay opciones. ¿Cómo van a darle un reportaje a PERFIL? ¿Cómo van a dignarse a hablar con un medio cuyos periodistas y columnistas somos una pútrida carne de cañón al servicio mercenario de intereses “destituyentes”? Proceden y razonan desde un antiliberalismo rancio y hosco: no hay debate de ideas, hay guerra. El rival es enemigo porque no le reconocen entidad civil. Recuerdo la torpe chanza de Ricardo Forster, cuando en un programa de televisión que nos juntó una noche, meses después de que Néstor Kirchner le ordenara a Alberto Fernández que me echara de Radio Nacional, se me acercó y me dijo, risueño: “Vos deberías tener un programa en Radio Nacional”. Cuando le aclaré que era ridículo su sarcasmo, que ya me habían expulsado, pero que lo importante es que en el disco rígido de la tropa mediática oficial lo central es manejarse sin pensamientos diferentes, me preguntó: “¿Por qué decís eso? La otra noche en 6,7,8 me cruzaron con Sandra Mihanovich, que no es kirchnerista...”.

Desde un pensamiento liberal, ofrecer todas las perspectivas es natural, además de recomendable. El conflicto deriva de los lenguajes diferentes, cuando son meras arquitecturas retóricas que encubren un totalitarismo visceral. Desde ese lugar sombrío y belicoso surge una paranoia sistémica: un reportaje es una trampa, un periodista no adicto es un operador enemigo, un medio no colonizado es un campo minado. El veneno es implacable, no hay neutralidad, sólo hay conflagración. Melancólica resignación a la hora de hacerse una pregunta fatal: ¿cuál será la frontera entre la ingenua rectitud y la candorosa funcionalidad a los proyectos antidemocráticos? ¿No estaremos ante un auténtico choque de civilizaciones?

© Escrito por Pepe Eliaschev y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 20 de Octubre de 2012.

domingo, 21 de octubre de 2012

¿Dos Bandos?... De Alguna Manera...

Motivos insólitos para el 8N...

 8 de Noviembre de 2012. 8N

Durante mi visita a Buenos Aires hablé más de kirchnerismo que en la suma de los últimos diez años. Era inevitable. Pero cuando en una sobremesa familiar se empezó a hablar de “los dos bandos”, supe que mi participación era imposible. Quedarme callado no era una opción; no suele serlo porque no me aguanto, pero en este caso era más difícil, porque me hacían preguntas. Objetar las supuestas bondades del kirchnerismo y/o defender posturas del bando opositor que considero inexistente era tentador, pero fútil porque –justamente– no hay dos bandos. Me limité a decir esto último y me fui, con la esperanza de dotar mi ausencia de algún sentido didáctico. No sé de qué habrán sido equidistantes después; es muy difícil ser equidistante cuando hay un lado solo.

El tenembaumismo, incluso en sus encarnaciones de entrecasa, insiste en ser salomónico para salvarse. Pero sólo se puede ser salomónico si hay dos extremos en pugna. Si hay uno solo, las únicas posibilidades son: tener una opinión clara sobre el fenómeno o prescindir de ella. Esto es un lujo que el progresismo no puede permitirse, no al menos sin retroceder, reconocer sus errores, pedir disculpas, tres cosas que no están acostumbrados a hacer.

Sabemos que no hay dos bandos. Así como no soy del bando del vecino si vamos juntos a la municipalidad cuando se cae un árbol, tampoco me contagio si el 8 de noviembre salgo a la calle con gente que cree en la existencia de los duendes. Lo que hay es un problema, tenemos un problema que queremos resolver. Si se te queda el auto en el barro y Cecilia Pando quiere ayudar, no veo cuál es el inconveniente en dejarla que empuje y darle las gracias. Siempre y cuando no tengamos que firmarle un petitorio antiabortista a cambio; por suerte no es el caso.

El grueso de la oposición alienta –a los ponchazos, porque son muy brutos y ni siquiera eso hacen bien– la idea de que la única manera de resolver este problema, el que tenemos ahora, es mediante la construcción de una alternativa política viable. Vengo a decirles que eso es mentira.

No sé a ustedes, pero a mí me importan muy poco el agonismo, El Eternauta, la pasión según Sandra Russo, el peronismo, el antiperonismo, la patria y la liberación. Puedo vivir sin ellos. Es más: reclamo mi derecho a vivir sin que ellos se me impongan como dogma, eso es justamente parte del problema que hay que resolver.

No nos debemos la construcción de un sistema ideológico alternativo; eso es algo que uno hace si tiene ganas, y si no tiene ganas no lo hace, no es obligatorio. Si bien es cierto que sería bueno contar con partidos políticos más o menos votables que pudieran después gobernar como en cualquier país normal, no dependemos de ellos para reclamar derechos. Es entendible que ellos pretendan que los esperemos hasta el improbable día en el que decidan representarnos, pero para algunas cosas ya no podemos seguir esperando.

Es cierto: no son las más urgentes. Esas cosas –paradoja– nos acompañan desde hace mucho, en la forma de bultos durmiendo en la vereda, nenas de seis años vendiendo flores por la calle, mil caras de la pobreza por las cuales somos incapaces de manifestar en un contexto que las naturalizó todas bajo el impermeable paraguas populista. Es dificilísimo. ¿Qué hacés? ¿Llevás un pobre a la plaza? ¿Y por qué nos escucharía un gobierno que miente sistemáticamente sobre los índices de pobreza?

No todos los manifestantes tendrán la misma educación o sensibilidad social. Cada uno irá por lo que pueda, por lo que crea más pertinente, en un experimento que puede salir mal pero debería salir bien si entendiéramos –la oposición incluida– que todos los reclamos confluyen en el mismo: se le pide a un gobierno que no haga lo que no corresponde. Que no mate, ni mienta, ni oprima, ni robe, ni amenace ni pretenda imponer a los ciudadanos ideas, símbolos y prácticas que, en democracia, sólo pueden ser optativos. No es tan difícil de enunciar, y es bien fácil de entender.

© Escrito por Guillermo Raffo, escritor y cineasta y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 20 de Octubre de 2012.


Murió Sara Cobacho, referente de Madres... De Alguna Manera...


Murió Sara Cobacho, referente de Madres...

 Sara Cobacho era una referente de los derechos humanos en la Provincia de Buenos Aires. Foto: Télam

Había sido secretaria de DDHH bonaerense. A los 81 años, luego de padecer graves problemas de salud,  falleció esta madrugada Sara Dorotier de Cobacho, quien había sido secretaria de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires y una referente de la agrupación Madres de Plaza de Mayo.

Sus restos serán velados esta tarde en la unidad básica de la localidad de Merlo, según publicó la agencia DyN.

Sara Cobacho había presidido la Secretaría de Derechos Humanos provincial desde el comienzo de la gestión de Daniel Scioli en 2007, pero debió abandonar su función en mayo de este año por problemas de salud.

En su lugar, asumió el hijo de Estela de Carlotto, Guido Carlotto, quien expresó un "profundo dolor por la muerte de Cobacho", a quien se refirió como "una defensora incansable de los derechos humanos".

Por su parte la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo recordó a la referente como "una peronista convencida e inclaudicable".

Cobacho fue una ferviente militante durante la resistencia peronista y fue doblemente víctima del terrorismo de Estado ya que sus dos hijos, Oscar y Enrique, continúan desaparecidos.

La dirigente, contaba con una larga trayectoria legislativa en el gobierno provincial.

La noticia de su muerte conmovió a numerosos referentes políticos quienes manifestaron, a través de las redes sociales,  frases de elogio y de dolor por la pérdida de Cobacho.

Fue así que el senador Baldomero Álvarez, la recordó como una "gran militante y luchadora" de los derechos humanos, mientras que la ministra de Gobierno, Cristina Álvarez Rodriguez  la elogió como “un ejemplo de lucha por la memoria, verdad y justicia”.

© Publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 20 de Octubre de 2012.


Reportaje a Rodolfo Terragno... De Alguna Manera...


"Seré candidato para luchar por el consenso"...
 

Régimen. "Me parece que el gobierno de Venezuela es muy anticuado. Un régimen de dictadores populistas de la década del 50', legitimados en elecciones. No eran democráticos en ejercicio".

A horas de anunciar que se postulará como senador por la Ciudad de Buenos Aires en 2013, Rodolfo Terragno dice que la gente no cree en las soluciones de los políticos, y que Hugo Chávez es un gobernante al que no quisiera tener en la Argentina.

Regresando apenas de Boston, donde es parte de la Academia de Artes y Ciencias, el doctor Rodolfo Terragno (ex senador, ex diputado, ex ministro de la Nación por la UCR) ocupa un sitial como, en 1870, lo hicieran Washington o Jefferson cuando ya entonces la idea dominante era vincular las artes con la ciencia. Más tarde, Darwin o Einstein la enriquecieron con su presencia y sus aportes mientras que los argentinos Bernardo Houssay (Premio Nobel) o Federico Leloir (también Nobel) hicieron allí, de por vida, una profesión de talento e inteligencia.

—En Public Affaires somos 18 –explica Terragno– y, guardando las distancias –sonríe–, uno de ellos es, por ejemplo, Nelson Mandela. Pero, sobre todo, la Academia es un ámbito para aprender. Para escuchar.

—Y en ese cenáculo, por ejemplo, ¿qué decían de estos últimos tramos de la campaña presidencial norteamericana?
—No mucho. Pero lo que sacudió a todos fue el inesperado fiasco de Obama en el primer debate con Romney. Al día siguiente, uno de los comentarios fue: ¿quién es ese tipo que se hizo pasar por Obama? Es cierto. Estaba irreconocible. Quedaron relativamente parejos y la discusión se centró particularmente en pronosticar si la tendencia se revertiría o no en los próximos debates. Muchos coincidían en que Romney no dijo la verdad y que se muestra como un hombre bastante variable pero lo cierto es que Obama no reaccionaba. Estaba contra las cuerdas.

—Un cambio absoluto con lo que vimos en el segundo debate de esta semana, en el que Obama se alzó con las encuestas y se mostró fuerte como siempre… Con su amplia experiencia política, Terragno, cómo ve las elecciones norteamericanas?
—Las veo como comicios que van a dejar al futuro gobierno norteamericano sin mayoría en el Congreso. Hay que pensar en una elección muy pareja. Por supuesto que Obama ha sufrido un lógico desgaste y lo mismo que le ocurrió en el primer debate puede ocurrirle en el ejercicio del poder. Una estrella rutilante puede irse apagando. Pero, sin embargo, tiene un talento personal y una energía que le permitirán recuperarse. Un gobierno de Romney, en cambio, me parecería peligroso porque no sólo es un hombre variable (se lo ha encontrado hablando mal del 47% de la población) sino que tiene ideas reaccionarias que cambia cuando lo cree conveniente. Entonces, diría que es una incógnita. No es previsible y lo probable es que, si gana, haga un gobierno que se apoye en concepciones de derecha que no me parece que sean las que requieren los Estados Unidos.

—Y usted, Terragno, que fue (durante su exilio en Venezuela) asesor del presidente Carlos Andrés Pérez, ¿cómo evaluó el triunfo de Chávez?
—Yo estaba todavía en Boston en el momento de las elecciones y me pareció revivir cosas muy ingratas como el golpe contra Carlos Andrés Pérez…Para mí, Chávez fue siempre un hombre odioso e incluso me he abstenido de abrir juicio sobre él porque reconozco que mi juicio podía ser sesgado. Sin embargo, hoy en día, haciendo abstracción de los antecedentes y de mis sentimientos, creo que es un gobernante que no quisiera tener en la Argentina.

—¿Usted calificaría al gobierno de Venezuela como una democracia autoritaria?
—Creo que no se le puede poner un rótulo. Me parece que es un régimen muy anticuado. Un régimen de dictadores populistas de la década del 50 que poseían estas características. Eran dictadores legitimados en elecciones. Por lo tanto, eran de origen democrático pero, en el ejercicio del poder, no aplicaban los beneficios de la democracia. La diferencia que yo encuentro es que se podría criticar cualquier cosa de esos gobernantes de otra época. Podría decir también que, por ejemplo, Perón no hizo un ejercicio democrático del poder. Y hay muchos elementos que corroboran esto. Pero, al menos, Perón desarrolló la industria liviana del país; creó un proletariado; confirió identidad política al asalariado.

—Puso en funcionamiento el Estatuto del Docente y el Estatuto del Peón.
—Por eso mismo. Hubo allí una obra, y lo que queda en definitiva es la obra. Lo demás sólo afecta a la coyuntura pero no trasciende. Y podríamos decir que Pérez Jiménez dejó, en Venezuela, toda una enorme infraestructura. Eso no lo exime de la crítica por un ejercicio autoritario del poder pero, al menos, algo queda. Yo creo, en cambio, que de Chávez no va a quedar nada. Si analizamos su obra, ni siquiera encontramos una redistribución del ingreso. De haberla, por lo menos podríamos decir que hay un ejercicio populista… Volviendo a Perón, por ejemplo, Perón terminó su segundo mandato (mejor dicho la revolución de 1955 se lo quitó) con la distribución del ingreso más equitativa que había conocido el país. No es, repito, el caso de Chávez. De modo que yo no veo en él ninguna trascendencia positiva. Ahora bien, lo que sé, porque conozco Venezuela, es que hay toda una enorme clase social que vive en condiciones de pobreza y que nunca se sintió representada por los partidos políticos tradicionales (aun cuando tenía que votarlos). Esos partidos no eran, en general, arquetipos representativos de una clase media urbana y más o menos ilustrada que no aparecía como tratando de reivindicar los derechos de esos sectores más marginales. Entonces, aunque Chávez efectivamente no haya hecho nada, yo he visto a mucha gente que lo considera como “uno de nosotros”. O como a alguien que, aun no siendo de “nosotros”, “nos representa”. Quiero decir que, en política, importan tanto las razones subjetivas como las objetivas. Y tanto los intereses subjetivos como los intereses objetivos. Fíjese que Chávez tiene esa relación de modo que a mí no me parecía probable que Capriles ganara las elecciones. Pienso también que Venezuela (en cualquiera de los dos casos) habría estado en condiciones difíciles. No pueden hacerse pronósticos médicos pero creo que hay elementos como para pensar que, por lo menos, no está garantizado que Chávez pueda terminar su mandato. Por otra parte, es el típico gobernante que no deja crecer la hierba y su desaparición crearía una confrontación dentro de las fuerzas armadas y dentro del aparato político del chavismo.

—¿Por qué dentro de las fuerzas armadas de Venezuela?
—Porque él, en definitiva, también es un exponente de las fuerzas armadas. No sólo porque es militar y surgió inicialmente de un golpe militar (también tuvo que contrarrestar uno contra él mismo), sino que se ha ido cuidando de eliminar sospechosos de la cúpula castrense logrando así tener un ejército disciplinado. Pero, reitero, la desaparición de Chávez podría provocar grietas y, como le decía, no hay nada en marcha como para continuarlo. A la vez, un triunfo de Capriles hubiera sido muy, muy revulsivo en cierto sentido. No sé, por ejemplo, cómo hubiera asegurado Capriles la gobernabilidad. En primer término, porque las fuerzas armadas venezolanas están “ahí” aun cuando eso no significa necesariamente que vayan a dar un golpe de Estado. Mire, un gobierno que no controle a las fuerzas armadas sufre una debilidad importante. Luego, en ese caso, el chavismo hubiera quedado en la oposición y Capriles representa a un mosaico que se une cuando hay que votar contra Chávez pero cuando, después, hay que gobernar… ¡eso es otra cosa! Aquí la heterogeneidad tiene un papel importante. De modo que soy bastante pesimista acerca del futuro inmediato de Venezuela. Tampoco veo que Capriles tuviera una idea del tipo “hay que impulsar a Venezuela”. Pero es un país que quiero mucho y querría que, de una u otra manera, las cosas salieran bien.

—¡Qué interesante también su historia personal, Terragno… recordamos que por su revista “Cuestionario” usted tuvo que exiliarse en Venezuela durante la dictadura.
—Eramos contemporáneos con Galeano, y cuando nos encontramos en el exilio él me dijo textualmente: “Nosotros estamos aquí porque no confundimos cobardía con estupidez”. A pesar de que su revista Crisis y la mía eran diferentes, trabajamos mucho juntos.

—¿Y usted cómo llegó a Venezuela?
—Sonia, mi mujer, es hija de republicanos españoles que tuvieron que exiliarse cuando Franco ganó la Guerra Civil de España. Recalaron en Caracas. Allí quedó parte de la familia, y cuando nosotros tuvimos que salir de Argentina el primer destino fue justamente Venezuela. Fuimos a vivir a la casa de los padrinos de Sonia e inicialmente las cosas fueron difíciles, como le ocurre a cualquiera que tenga que marcharse imprevistamente de su país. Yo era abogado pero para poder ejercer en Venezuela no podía revalidar sin cursar la carrera completa. Tampoco era periodista puesto que también el periodismo era una carrera terciaria y estaba colegiado. De modo que tampoco podía hacer periodismo. Tuve que inventar entonces un diario y ser su director. Para director no hacía falta un carnet–acota, riéndose–. Se llamó El Diario de Caracas. Trabajé mucho como oferente: ofrecía cosas que no lograba vender nunca: libros, ventonita para uso petrolero, etc. Hasta que llegó el momento en el que me convocaron desde el gobierno venezolano y allí se inició una relación que fue muy fructífera con el área del Ministro de Información y Turismo y logramos armar y financiar un diario, lo cual era una empresa integral puesto que, desde la impresión hasta la distribución, era todo propio.

—¿Y cómo llegó a ser asesor del presidente Carlos Andrés Pérez?
—Esto ocurrió porque el ministro de Turismo había sido gobernador de Caracas hasta poco tiempo antes. Creamos, de la nada, el nuevo ministerio. Había que organizarlo todo. Un trabajo muy interesante ya que, en aquel momento, Carlos Andrés Pérez tenía una relación muy especial con el presidente Jimmy Carter y me tocaba prepararle todos los memorandos sobre desaparecidos para poder así transmitirle la información necesaria al presidente Carter. Era también una manera de sentir que uno estaba haciendo algo desde afuera del país.

—Volviendo al presente, doctor Terragno, son muchos los que señalan que el gobierno de Cristina Kirchner tiene una gran semejanza (en aumento) con el gobierno de Chávez. ¿Cómo analiza la relación entre los dos países? Más bien, entre los dos gobiernos.
—En muchos aspectos, como le decía, veo a Chávez como a un mero imitador del general Perón. Tiene que haber entonces ciertos elementos en común… El Perón antiguo (por así decirlo).

—Estamos hablando del coronel Perón…
—No. Hablamos del Perón de 1973, el hombre que vuelve descarnado. El hombre que convoca a todos los sectores a un gran proyecto nacional. Realmente era una prenda de paz. Y no era marketing político. Ese Perón, efectivamente, no sólo era un hombre poco respetuoso de las normas democráticas y de los principios institucionales sino que tenía esa convicción. Quizás era más lógica en la época de la posguerra que hoy en día. Hablamos de la idea de la estatización, por ejemplo. Pero hay una cosa que creo que no se comprende bien: cuando termina la Segunda Guerra Mundial, se pensaba que habría una tercera. La segunda contienda mundial había sido una guerra de ocupación y de apropiación de ciertos recursos básicos: las comunicaciones, la industria pesada… ¿Por qué se dice que la telefonía o la electricidad son estratégicas? Porque se les da un sentido militar. No era entonces una guerra con misiles sino una contienda de ocupación física. En aquel momento, entonces, la estatización tenía ese sentido. Y también por eso, estatizaban la derecha y la izquierda. Lo hacían tanto De Gaulle como Clement Attlee. Cuando en los 90 se ve que no es necesario que sea el Estado el que maneje todo esto porque no se lo considera estratégico en el sentido militar, como había ocurrido años antes, comienza el proceso de privatización. Recuerde que, en Europa, estatizar o privatizar no son decisiones ideológicas sino decisiones prácticas que tienen que ver con el momento. Y el momento del Perón estatizador se vincula con una situación mundial.

—En ese sentido, ¿cómo analizaría a la sociedad argentina?
—Yo creo que la sociedad argentina no tiene un perfil capitalista. Como sabemos, la ley básica del capitalismo es la oferta y la demanda. A mucha oferta, precios bajos, etc. Pero la idea de que el precio lo determinan la oferta y la demanda no es una idea generalizada entre nosotros. Más bien se piensa que el precio debería ser costo de producción más utilidad razonable. Entonces, se plantea el concepto de que es el Estado el que tiene que manejar la economía. Directa o indirectamente, aun cuando ya haya pasado la época de estatización de empresas, que prolongan los gobiernos actuales. Entonces, comparar a Chávez con la señora de Kirchner es quizás un poco arbitrario. Pero entender que hay elementos comunes en los procesos de los dos países es algo indudable.

—Volvamos al tema apasionante de las democracias autoritarias: “El que no piensa como yo es un enemigo” cuando, en realidad, es un adversario. ¿Usted no cree que los gobiernos de Argentina y Venezuela tienen muchos puntos de contacto en esta clase de conceptos?
—¿Si tienen comunes denominadores? Sí, claro. Por supuesto. Vuelvo a decirle que esto es una imitación. Reproduce el enfrentamiento entre peronistas y gorilas. Cosas que han dividido fuertemente a la sociedad argentina. Esto es aún más intenso hoy en Venezuela. Pero entre nosotros se está produciendo una peligrosa confrontación social. Intolerancia. Negación a comprender las razones del otro aunque uno no las comparta. En esto Venezuela ha ido más lejos que nosotros. El odio es muy fuerte y muy militante.

—¿Y la captación de la juventud a través del voto a los 16 años o de asociaciones como La Cámpora en las escuelas?
—Ese no es un monopolio de los gobiernos populistas, aun cuando lo llevan al paroxismo. Grupos de jóvenes siempre los ha habido, aunque de distintas características. La Juventud Peronista, la Coordinadora, con distintos métodos, han sido asociaciones de jóvenes. La Cámpora no me asusta aunque hay cosas que hay que analizar. Por ejemplo, el voto a los menores de edad. Incomprensiblemente, se habla de “voto joven”. Los jóvenes de 18 o de 19 años votan pero no hablamos de menores de edad. Creo que, cuando se reforman leyes que están en relación con la creación de poder, nunca pueden ser de vigencia inmediata. Las reformas de las que se sabe a quién benefician son jurídicamente muy débiles. La ley tiene que ser ciega para que sea realmente justa. Cuando tiene nombre y apellido o cuando se sabe que favorece a uno en contra de otro, es muy peligroso reformar el sistema institucional con ese criterio. En cuanto a la Constitución Nacional, yo no veo razones para reformarla y sí, en cambio, muchas razones para cumplirla. En realidad, lo que se está planteando el la re-eligibilidad del presidente o de quien lo sea. Y si esto se planteara hacia adelante, es decir, “creemos que conviene que el pueblo pueda reelegir y, a partir de 2019, tenga esa oportunidad”, bueno… ése es un argumento jurídico con el que se puede estar de acuerdo o no pero no se sabe a quién va a favorecer. Cuando se pretende que favorezca a quien detenta el poder esto es absolutamente criticable.

—Son temas de gran importancia y, diría también, casos de conciencia en determinadas oportunidades. ¿Es por eso que usted acaba de anunciar su postulación como senador cuando no lo esperábamos?
—Mire, yo he llegado a esta conclusión: la gente está angustiada por la inseguridad y la inflación y no cree que los políticos vayamos a darle solución. Ni espera nada del Congreso. Y entonces sale a la calle a protestar. Como salió en septiembre y como va a salir el 8.  Está muy bien pero la catarsis tampoco va a resolver esto ¿no? Y fue entonces cuando se me ocurrió lo siguiente: dentro de unos meses hay que elegir nuevos senadores y diputados y es necesario que los candidatos discutan mil cosas. Pero también que en esto tiren todos para el mismo lado y vayan sentando las bases de leyes que ayuden a contener justamente la inseguridad y la inflación. Usted se dará cuenta que si yo proponía eso en un artículo o en un libro no pasaba nada. Era sólo la opinión de un señor bien intencionado y nada más. Entonces decidí ser candidato para hablar con todos mis rivales. De todos los partidos. Y, ahí sí, luchar por el consenso. Ya sé que a algunos les parecerá ingenuo pero yo le propongo que hablemos dentro de unos meses. O cuando yo sea senador. ¿Qué le parece?

© Escrito por Magdalena Ruíz Guiñazú y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 20 de Octubre de 2012.