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domingo, 16 de marzo de 2014

Coimas, Dinero y Allanamientos truchos... De Alguna Manera...


La sociedad de Oyarbide, Roncaglia y Berni para "parar" allanamientos...


“Acá lo que nadie investiga es la sociedad entre Oyarbide, Berni y Roncaglia para apretar a financieras y sacarles dinero a cambio de no allanarlas”. La frase fue pronunciada por un empresario “arrepentido” de la mafia de los medicamentos a este cronista hace más de un año.


El nombre de la fuente de marras aparece en varias causas judiciales de alto calor político, como el supuesto blanqueo de dinero en los aportes de campaña del año 2007 —donde Cristina Kirchner fue coronada presidenta—, el triple crimen de General Rodríguez del año 2008 y, como se dijo, la mafia de los remedios.

Son tres expedientes que tienen íntima vinculación entre sí y que rozan a la Casa Rosada.

En los últimos días, la trama saltó a la luz gracias a la denuncia de un financista llamado Guillermo Greppi, cuya financiera Propyme sufrió un intento de allanamiento por parte de Norberto Oyarbide en diciembre pasado.

En ese mismo acto, los policías enviados por el juez le pidieron una jugosa coima, acto mismo que desató el vendaval que nadie esperaba. Greppi puso el grito en el cielo y zafó del mal trago por partida doble: nunca pagó ni tampoco fue allanado.

partir de entonces, comenzó a hacerse carne un crudo interrogante: ¿Los policías pidieron dinero por propia potestad o en nombre de Oyarbide?

La realidad indica que se trataría de esto último, sobre todo si se tiene en cuenta que no es la primera vez que alguien acusa al polémico magistrado de pedir coimas para detener procedimientos judiciales.

No hay especulación sino denuncias concluyentes que hoy reposan en el escritorio del fiscal Ramiro González, quien comenzó a mirar con desconfianza a Oyarbide luego de una serie de sospechosos allanamientos que se dieron en el marco de la mafia de los remedios y que terminaron en nada.

El dato es clave, porque allí fue cuando se terminó de aceitar la relación entre el magistrado y el superintendente de Drogas Peligrosas, Néstor Roncaglia, quienes —junto a Sergio Berni— armaron una maquinaria perfecta para amasar dinero a cambio de detener procedimientos.

El “Ronco” Roncaglia

Néstor “Ronco” Roncaglia nació en Chajarí, Entre Ríos, pero se instaló en Buenos Aires desde muy joven donde estudio abogacía; lo hizo en la Universidad Católica de Salta. Roncaglia es un hombre de bajo perfil, pero muy conocido dentro de la Policía: su carrera lo ha llevado a ser parte de la historia negra reciente del país, a raíz de que siempre encabezó o participó de las investigaciones más mediatizadas de los últimos años.

Según recuerda diario Perfil, antes de desembarcar en la Superintendencia de Drogas Peligrosas, Roncaglia fue el jefe de la DIFOC (División Investigación Federal de Organizaciones Criminales). Esa área la conoce desde la época en que se llamaba Análisis Delictivo. Su “capacidad” para resolver investigaciones complejas lo llevaron a encabezar casos como la mafia de los medicamentos, importantes robos a bancos, el crimen del agente chileno Arancibia Clavel o el caso Schoklender II.

Sin embargo, según referentes de la ONG La Alameda, se trata de “un eterno capo de la Federal nunca removido vinculado al juez federal Norberto Oyarbide (…) En el 2011 en los allanamientos a prostíbulos de Liniers en persona Roncaglia comandó el operativo ordenado por el juez federal Sergio Torres. Los únicos en la ronda de reconocimientos eran dos volanteros”.

“Si se fuera hasta el hueso en esto de las financieras, Roncaglia quedaría separado del cargo”, agregó a este periodista la fuente que aparece al comienzo del presente artículo, empresario de la salud él. Y agregó: “Roncaglia además de llenarse de plata, ascendió y hoy es el titular de Drogas Peligrosas”.

-¿Cómo es la modalidad?
-Aprietan a gente conocida, fijate la desprolijidad de lo sucedido con la causa Narco Vip, con la modelo: un día la detienen y a las 24 hs, sin indagarla, la dejan en libertad.

-¿Cómo aparece la figura de Berni?
-Es que Roncaglia pega el salto bajo el mando de Sergio Berni, anterior jefe de la DIFOC (División Investigación de Organizaciones Criminales de la Policía Federal).

El súper secretario de Seguridad —Berni— es una de las piezas más importantes de la trama, o al menos lo fue. Merced a las órdenes de Oyarbide, fue quien comandó los procedimientos que más generan sospechas hoy en el fiscal Ramiro González.

No son expedientes actuales, sino algunos que cobraron curiosa celebridad en el pasado, como aquel que involucra a la Fundación Madres de Plaza de Mayo o el que investigó presuntos delitos en las ventas de jugadores de fútbol al exterior.

Concluyendo

A tiempo que la trama no termina de explotar, Oyarbide presiona al poder político a más no poder y promete revelar datos que podrían incomodar al poder político.

Presumiblemente esa información tenga que ver con lo que declaró el policía Fabio Ascona, acusado de haber pedido la coima en nombre del Juez. El uniformado involucró al secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, y al líder de la CGT Hugo Moyano, catalogándolos de "socios" de Propyme. También salpicó al jefe de Gabinete, Jorge Capitanich.

Mientras tanto, Oyarbide tiene motivos para aliviarse: por un lado, los representantes del kirchnerismo en el Consejo de la Magistratura se negaron ayer a tratar su caso en la reunión plenaria.

Por el otro, la investigación sobre su persona la lleva adelante el juez Federal Luis Rodríguez, puesto a dedo por el kirchnerismo en un acto que no estuvo exento de escándalo.

Es que, según varias ONG que impugnaron su designación, el magistrado habría accedido al temario del examen escrito del Consejo de la Magistratura antes de la fecha del mismo. En sentido similar, se lo acusa de haber utilizado su influencia como juez para obtener material que luego lo ayudaría en el proceso de evaluación.

Como se ve, Oyarbide no tiene de qué quejarse: Rodríguez es apenas un espejo de su propia naturaleza.

© Escrito por Christian Sanz el Domingo 16/03/2014 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


De mafias y patotas... De Alguna Manera...


De mafias y patotas...

¿Será justicia? Norberto Oyarbide. Dibujo: Pablo Temes 

La Presidenta protege a indefendibles y sigue alejándose de la gente. El contacto Zannini-Oyarbide.

Es muy grande el daño político que Cristina sufrió últimamente. Y va mucho más allá de lo que retratan las encuestas. Es difícil establecer cuáles elementos erosionaron más su figura. Entre los más humildes, la queja es por el latigazo económico que están padeciendo en forma de ajuste ortodoxo y por el pánico que sienten ante la inseguridad multiplicada. Pero en el capital simbólico, la Presidenta debió sufrir el desgaste de los distintos niveles de mafias que fueron paridas o protegidas por el Estado y además la comparación con dos figuras como Michelle Bachelet y el Papa, que son casi su contracara en muchos aspectos claves, como la austeridad, la ausencia de actitud vengativa y la vocación por el diálogo.

El embate que más preocupó a Cristina, porque al parecer se enteró por los diarios, tuvo la impronta del hampa y la metodología de la camorra. No hay demasiados calificativos para describir lo que pasó y lo que todavía no se sabe cómo pasó entre Norberto Oyarbide y Carlos Zannini. El escándalo aún no estalló lo suficiente porque nadie esperaba semejante confesión de partes ni relevo de pruebas, pese a que ya nada nos sorprende. Pero se trata de un papelón institucional sin antecedentes. Nadie es ingenuo, y a esta altura sabe que son demasiado frecuentes los telefonazos del Poder Ejecutivo para meter la mano en el bolsillo del Poder Judicial. Pero esto superó todos los límites del sincericidio. El juez federal más polémico, escurridizo y acusado de complicidad con todos los poderes de turno, envió una señal y una advertencia sólo imaginada por Francis Ford Coppola, como diría Cristina.

Zannini es el segundo hombre más poderoso de la Argentina, después de Máximo Kirchner. El que más habla con la jefa del Estado. El inventor del kirchnerismo, según un flamante libro de Eduardo Zanini. Hay miles de preguntas que un juez o el Consejo de la Magistratura deben hacerse sobre el pantano donde se hunden tanto Oyarbide como Zannini. ¿Oyarbide acepta órdenes de Zannini? ¿Desde cuándo? ¿Quién es el verdadero dueño de esa cueva financiera que estaban allanando? ¿Es parte de esa red que, como La Rosadita de Federico Elaskar, lavaba dinero negro de la corrupción? En Tribunales afirman que hay 22 financieras que denunciaron la misma metodología extorsiva para pedir coimas con armas en la mano. Una asociación ilícita cantada.

Hay mucho que investigar y Cristina pidió proteger (una vez más y van..) a Oyarbide. Sabe que nada bueno para ella saldrá de todo eso.

Pero si de mafias hablamos, la de carácter sindical que simpatiza con el Gobierno ya no tiene ningún límite y actúa con impunidad en su máxima crueldad. No hay otra forma de llamar al salvajismo de los portuarios que tiraron de un puente a una persona discapacitada que sólo pretendía llevar en la moto a su esposa embarazada a un control. La ferocidad y la deshumanización de la que alardearon esos barras bravas de Juan Corvalán habla de la impunidad que siente un gremio que disfruta del calorcito del poder K. Están filmados y no hay un solo detenido.

Lo mismo pasó y viene pasando con la Uocra y el asesinato de un albañil de 39 años en el medio de una pelea de patotas. Una de las facciones que dijo que ya es el octavo crimen de estas características en poco tiempo acusó a Gerardo Martínez de ser responsable. La Presidenta lo llama “Gerardo”, y es uno de sus preferidos cuando calza un casco amarillo. Corvalán amenazó con renunciar. Gerardo no abrió la boca. No sabe no contesta. Viejo burócrata millonario, nunca colocó un ladrillo en su vida y además nunca pudo explicar cómo fue espía del Batallón de Inteligencia 601, uno de los más tenebrosos del terrorismo de Estado.

En este caso Cristina, al igual que con el general César Milani, coloca un agujero negro en su presunta política de defensa de los derechos humanos. Todo cambia según su conveniencia. Si Gerardo apoya a Cristina, ella lo considera un santo y no se discute más. Si hay cuatro testimonios creíbles y respetables que acusan a Milani de haber participado de los crímenes de lesa humanidad en Tucumán, para Cristina se trata de destituyentes pagados por Magnetto. La trampa siempre es la misma. Raul Othacehé fue siempre “el Vasco” peronista que le hacía ganar las elecciones en Merlo al Frente para la Victoria. Recién cuando se fue con Sergio Massa los medios oficialistas “descubrieron” lo que fue toda la vida: un apretador violento que se cansó de romper cabezas y piernas en su distrito, incluso a algunos aliados de Cristina que guardaron el conveniente silencio por especulación electoral, como Martín Sabbatella. Carlos Zannini llora por un obrero de YPF que perdió todo, pero el miembro informante de aquella privatización fue su casi hermano siamés, Oscar Parrilli.

Jorge Capitanich fue socio de Aldo Ducler, acusado de pertenecer al cartel de Juárez e investigado por los Estados Unidos, y fue funcionario de Menem y Cavallo. Pero ahora habla como un revolucionario porque está con Cristina. Casi un guevarista que fustiga a la senadora Laura Montero, una socialdemócrata eficiente y honesta, de ser “una perfecta representante del neoliberalismo que destruyó a la Argentina”.

No importa qué hayan hecho jueces, secretarios de Estado, ministros, intendentes, sindicalistas o generales si están del lado de Cristina. Ella se ve a sí misma como un río Jordán capaz de purificar a todos y a todas. Parece la lógica de Franklin Delano Roosevelt con Anastasio Somoza, el corrupto y feroz dictador anticomunista de Nicaragua. En realidad, lo dijo uno de sus secretarios, pero las crónicas de la época le atribuyen al presidente de los Estados Unidos haber dicho: “Puede ser que Somoza sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”.

© Escrito por Alfredo Leuco el Viernes 14/03/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


viernes, 1 de febrero de 2013

El negocio de los Derechos Humanos… De Alguna Manera...


El negocio de los Derechos Humanos…


El autor de “El Negocio de los Derechos Humanos”, Luis Gasulla, revela los detalles de la investigación antes de su indagatoria ante el juez Oyarbide.

Luis Gasulla nació en Buenos Aires y estudió Comunicación Social en la UBA. Docente y periodista, escribe para la página Plazademayo.com, para Tribuna de Periodistas y para Perfil. Conduce por FM Identidad 92.1 el ciclo "Ahora es nuestra la ciudad", lleva adelante la Biblioteca de la TV Pública en Canal 7 y es autor del libro Relaciones Incestuosas. Los grandes medios y las privatizaciones (Biblos, 2010).




Flujo desbocado de fondos públicos, tráfico de influencias y tergiversaciones simbólicas e ideológicas: de eso está hecha la alianza entre el poder y los Derechos Humanos en la Argentina K. No queda del todo claro cómo fue que el líder de una administración que jamás recibió a estos organismos durante años y años de intendencias y gobernaciones patagónicas, terminó embanderado como caudillo en la defensa de los DDHH. 

Luis Gasulla señala que la matriz de eso que se conoce como "El Relato" está allí mismo: en una bandera que pasó a ser fundamento de la hegemonía política de los Kirchner. Sólo que junto al dinero derivado hacia Madres de Plaza de Mayo, empezaron a reproducirse también los escándalos. Sergio Schoklender, uno de los protagonistas de este libro, no hubiese podido transformarse en lo que llegó a ser sin la complicidad de un sistema conformado por los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, que decidieron mirar hacia otro lado. Se archivaron denuncias, se silenciaron protestas y se continuaron subsidiando obras sin importar cómo se usaba el dinero. 

El discurso del "juicio y castigo" y la reescritura del pasado parecían servir para tapar cualquier desaguisado, pero la ruptura escandalosa entre Hebe de Bonafini y Sergio Schoklender indica que no es así. Y que las manchas en el pañuelo más significativo de la historia nacional sólo pueden multiplicarse.

© Reportaje de Gabriel Levinas, publicado el lunes 31 de Enero de 2013 por plazademayo.com