sábado, 29 de octubre de 2016

El "Gerete", cruza de Gerente y de Sorete… @dealgunamanera...

El "Gerete", cruza de Gerente y de Sorete…


© Escrito el domingo 23/10/2016 por Alberto Levy (*) y publicado en Levy - Dinámica Empresarial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


En mi vida profesional, empresarial y social he conocido en el mundo a grandes empresarios de todos los tamaños y devenires. De muchos de ellos me precio de ser amigo personal. Con muchos de ellos la amistad ha trascendido a sus familias a través de la mía. Con varios he trabajado como “co-pensor” o “thinking partner” o “soporte semi-externo” en los procesos de sus empresas de tener éxito en el logro de sus objetivos estratégicos y operacionales.

Desde empresas internacionales que todos conocemos, especialmente en casi toda América Latina, hasta StarUps y emprendimientos desde sus etapas iniciales de gestación hasta su consolidación o su desaparición o fusión o transformación en otra cosa.

Gracias a Dios no me puedo quejar por cómo me fue todos estos años desde que inauguré mi estudio profesional en 1981. Entonces, en este último tramo de mi vida (que espero que sea lo más largo posible) he tomado una decisión fundamental que ha logrado que no sólo se incremente mi desempeño profesional sino también la calidad de mi vida. Se basa en un solo principio: No trabajo para empresas que no respeto que son las de empresarios que no respeto porque no respetan a su gente. Estas empresas son las que generan “morgues de almas” en lugar de “bandas de hermanos”. Son empresas “chimpancé”. No para mí. Gracias.

Debo aclarar que mi postura ideológica se basa en la libertad, en la libre empresa y en el capitalismo consciente que intenta crear valor económico pero que también apunta a la creación de valor social, ambiental, público y emocional. Esta combinación es para mí “creación de Valor Sostenible y Sustentable”.

Pero en muchas de las empresas que admiro como modelos a imitar, estas empresas que privilegian “lo humano de lo humano”, más o menos escondido entre las tinieblas, entre las bambalinas o agazapados en los pasillos, más cercanos o más lejanos al Número 1, casi siempre bien disfrazados de buenas personas totalmente alineadas con el principio básico que ese Número 1 impone, “respeto irrestricto por la gente”, está el despreciable personaje del “gerete”, cruza de gerente y de sorete. (Y puede ser hombre o mujer, de cualquier edad, de cualquier parámetro socio demográfico).

Este personaje nefasto, repugnante, despreciable, pernicioso, cuanto más astuto peor, ya que mejor será su disfraz y su escondite, presenta una serie de disfuncionalidades y patologías que en esta nota voy a tratar de relatar.

En aquellas empresas que yo llamo “modelos a imitar”, el concepto de Visión ha sido realmente trabajado en serio y la gente no ha sido “informada” de cuál es esa Visión sino que ha participado en diseñarla. 

Como comunidad con un puerto de destino común, se han involucrado en formular esa Visión como una imagen del futuro y del presente que apela a la razón y a la emoción para proveer un sentido de dirección, de empuje, de ideales, de valores, de objetivos, de formas de ser y de formas de hacer que diferencian a esa comunidad humana de todas las demás. 

Esas empresas de primera saben que lo que lidera es la Visión. Que cada líder la personifica con su ejemplo. Bueno, nuestro personaje seguramente no ha participado, o ha fingido que cree en esto cuando en realidad va a contrapelo de sus entrañas, o le ha dado alergia el involucramiento masivo o, hasta inconscientemente, ya está agazapado en su escondite para sabotearla. Y esperando la oportunidad para traicionar a sus colaboradores, a sus pares y a sus jefes.

El mayor problema es que no puede ver que tiene este problema. Esto se llama autoengaño. Estar en la jaula. Estar en la caja.

Puede ver el mundo sólo desde sus mezquinos mapas mentales y resistir profundamente cualquier sugerencia de que la “realidad” no es la que él o ella ha inventado. No vive su vida como una persona entre personas. Vive su vida como una persona entre objetos. (Esto lo escribí por oposición a la maravillosa contribución del Arbinger Institute, “Liderazgo y Autoengaño”)

El gerete está dentro de su caja, de su jaula mental, construida de materiales refractarios de las virtudes humanas.

 Como está dentro de su caja no puede enfocar en los resultados porque estás enfocado sólo en él (Disculpen, voy a usar el masculino para simplificar).
 No es tan feliz cuando otros tienen éxito como cuando tiene éxito el mismo.
 Oculta información.
 Trata de controlar a los demás.
 Acapara recursos.
 Provoca que otros acaparen recursos para después culparlos.
 Los culpa.
 Justifica que los culpa porque tienen que “mejorar”.
 Los culpa de que por su culpa él no puede tener éxito.
 Satisfacción principal (consciente o inconsciente): Conflicto de todos contra todos.

Según Kolb (1984), el aprendizaje experiencial es un proceso de este tipo:

La experiencia concreta, como objeto de la observación reflexiva, da lugar a la elaboración de teorías. De éstas se extraen, a su vez, hipótesis respecto de su aplicación en situaciones futuras que operan como guías de la acción y abren paso a nuevas experiencias concretas. Así, en el pasaje de una fase a otra durante el proceso de aprendizaje se producen cuatro tipos de conocimientos. El gerete está incapacitado racional y emocionalmente para vivir este desarrollo cognitivo

• Experiencia concreta – observación reflexiva → conocimiento divergente. Supone la capacidad de percibir situaciones concretas desde perspectivas diferentes y de integrarlas en una estructura significativa (Gestalt) novedosa. El gerete no puede. Está enjaulado en su trampa mental.

• Observación reflexiva – conceptualización abstracta → conocimiento asimilativo. Implica asimilar observaciones inconexas, incorporarlas en una explicación integradora, crear modelos y razonar de manera inductiva. Resulta imprescindible para la elaboración de teorías, evaluar alternativas, fijar criterios, etcétera. El gerete no puede. Está enjaulado en su trampa mental. 

• Conceptualización abstracta – experimentación activa → conocimiento convergente. Producto característico del razonamiento deductivo, se centra en la aplicación de las teorías y el recorte de los problemas. El gerete no puede. Está enjaulado en su trampa mental.

• Experimentación activa – experiencia concreta → conocimiento acomodativo. Busca poner a prueba las teorías mediante su puesta en práctica. El gerete no puede. Está enjaulado en su trampa mental.

Ahora, por oposición al excelente modelo de Liderazgo Transformacional, (Bass y Avolio 1991) el gerete está racional y emocionalmente bloqueado en cuatro grandes competencias interpersonales:

1. No proyecta una motivación inspiradora; 

• No diseñan ni transmiten una Visión en la cual el futuro es mejor para todos. 
• No son creadores de significados.
• No mueven a la gente hacia el logro de la Visión y los objetivos a través del optimismo de que pueden ser alcanzados.
• No generan optimismo y confianza.
• No propician el deseo de avanzar en el desarrollo personal de cada uno de sus colaboradores.
• No focalizan en lo mejor de la gente como la armonía, la caridad y el trabajo noble.
• No están convencidos y lo demuestran sobre el bien que puede ser logrado para el equipo, el grupo, la organización y la sociedad.

2. No genera una influencia idealizada, que permite al líder inspirar orgullo, fe y respeto, causando identificación y emulación;

• No tienen magnetismo personal, ni capacidad de comunicación ni persuasión.
• No irradian confiabilidad y capacidad.
• No demuestran un claro sentido de misión, propósito y valores y se comportan de acuerdo con ellos.
• No tienen voluntad de hacer sacrificios personales para lograr los objetivos, misión, propósito y valores.
• No se ganan la confianza y el respeto de sus seguidores.
• No propician intenso apego personal de su equipo de trabajo.
• No obtienen esfuerzo extra de sus seguidores para lograr niveles óptimos de desempeño.

3. No provoca estimulación intelectual; 

• No provoca estimulación intelectual. 
• No inducen a mirar los problemas desde ángulos novedosos.
• No cuestionan los supuestos ni el statu quo.
• No estimulan la creatividad, la innovación, la autocrítica y la búsqueda de nuevas soluciones a viejos problemas.
• No fomentan la colaboración y el comportamiento positivo.
• No propician la integración grupal y la responsabilidad personal.
• No generan así la superación personal de sus seguidores.

4. No puede desarrollar una consideración individualizada;

• No tratan a sus seguidores como individuos con necesidades, habilidades y aspiraciones propias.
• No diagnostican las necesidades y capacidades de cada miembro de su equipo.
• No se convierten en mentores que aconsejan, entrenan, delegan y retroalimentan.
• No creen en las personas y se focalizan en celebrar sus fortalezas más que en corregir sus debilidades.
• No son flexibles y abiertos al aprendizaje de la experiencia.

Para R. Gal (1985) el compromiso es el concepto central en la motivación militar en contraste con el tradicional énfasis en la obediencia. El compromiso hasta el extremo de la muerte crea la “cláusula de responsabilidad ilimitada”. 

Para ese nivel de compromiso Gal sostiene que el liderazgo transformacional es imprescindible en tres niveles: la organización, la carrera y la moral.

Estas tres perspectivas deben estar fuertemente alineadas entre sí. Para aquellos que detentan posiciones de comando, el compromiso debe ser hacia su gente, su unidad y su tarea. El compromiso deriva del sentido internalizado del deber, de la responsabilidad y de la convicción. A diferencia de las órdenes, este no proviene de una fuente externa, como en el caso de la obediencia, sino que refleja la interacción entre creencias, valores y conciencias. Esto es impensable en el gerete.

El compromiso organizacional es con respecto a los objetivos, propósitos y normas de la organización. El gerete no lo tiene.

El compromiso de carrera tiene que ver con el éxito propio individual. El gerete lo desarrolla sólo dentro de su jaula de egoísmo.

El compromiso moral es con los valores básicos en los que uno cree y por los que uno está dispuesto a sacrificarse. El gerete no sabe qué son “valores básicos”, las virtudes trascendentes del ser humano.

Lamentablemente, el gerete no sabe que hay otra manera de vivir.

Bibiografía

The Arbinger Institute, (2001) “Leadership and Self-Deception”, Empresa Activa.

Bass, B.; Avolio, B. (1991). Assessing leadership across the full range. Miami Beach (FL): Society for Industrial and Organizational Psychology. 

Gal, R. (1985). “Commitment and obedience in the Military: An Israeli case study”. En Armed Forces and Society, 11, 553-564.

Kolb, D.A. (1984). Experiential learning. Experience as the source of learning and development. Englewood Cliffs (N.J.): Prentice Hall.

(*) Alberto Levy es Director General de Levy – Dinámica Empresarial, firma especializada en asesoramiento en el Planeamiento y Ejecución del proceso Estratégico-Operacional de empresas, clusters y ciudades.

Director de IAIATI – Alta Tecnología e Innovación, Israel. 

Es Doctor en Ciencias Económicas, UBA, Doctor en Psicología, UBA, Certified Project Management Professional, PMI, Profesor Emérito, UBA, Profesor Emérito, Foro Europeo, Navarra, España, Profesor Especial, MBA / UCA. 

Se ha especializado en Estrategia Empresarial en el Harvard Business School de la Universidad de Harvard y en el Graduate School of Management de la Universidad de California, y en Psicología Social Sistémica en el Mental Research Institute de Palo Alto, California. Es Master Consultant, GR Institute for Organizational Development, Israel. 




martes, 25 de octubre de 2016

Historias de la Guerra de Malvinas... El casco del Cabo Orazi... @dealgunamanera...

El casco del cabo Orazi…


La Guerra de Malvinas duró 73 días y dejó miles de historias que aún hoy siguen saliendo a la luz. Los protagonistas en esta oportunidad son el Suboficial Mayor (RE) Oscar Orazi y el soldado inglés Anthony Leigh Johnson. Ambos pelearon en Malvinas cuando tenían 30 y 19 años, respectivamente. Un casco volvió a unirlos 34 años después.

© Publicado el jueves 20/10/2016 por el Periódico Gaceta Marinera de la Ciudad de Punta Alta, Provincia de Buenos Aires.

El pasado 7 de septiembre, el Suboficial Mayor (RE) Oscar Orazi se sentó frente a su computadora acompañado por una taza de té. Además de leer los portales digitales de noticias, revisó su cuenta de Facebook. En la bandeja de mensajes había uno escrito en inglés que le cambió la vida.

El mensajero se identificaba como Anthony Leigh Johnson y decía vivir en Inglaterra. También decía que él había luchado en el conflicto del Atlántico Sur y lo que terminó de sorprender a Oscar Orazi, que tenía en su poder el casco que había protegido al soldado argentino en aquella guerra.

“El sentido humanístico del señor Anthony Johnson en tomarse la molestia de buscarme en el listado de militares argentinos que estuvieron en Malvinas, produjo en mí una emoción muy fuerte. Tener esa información fue revivir todo lo que sucedió en Malvinas”, relata Orazi, quien por entonces era cabo principal de la Armada Argentina y tenía 30 años.

El punto de encuentro de ambos, se remonta –si la memoria de ambos no falla- a la noche del 13 de Junio de 1982. El soldado Johnson, con 19 años, y de guardia cerca del Aeropuerto de Puerto Argentino, se encuentra en la recorrida habitual como cada noche, con el casco de un soldado, aparentemente perdido durante su estadía como prisionero en dicho lugar. El mismo llevaba el nombre de Orazi.

Finalizada la guerra, el casco y un borceguí que lo acompañaba pasaron a formar parte de un altillo en la casa de Johnson. Para él era importante saber el paradero del dueño de ese casco, pero su temor por saber si Orazi estaba vivo o muerto le impedía avanzar en la búsqueda de esa información.

Pero un día, 34 años después, algo cambió y de repente Johnson sintió fuerzas para saber más sobre ese casco y su dueño. La búsqueda la inició consultando el listado de militares argentinos que participaron de la guerra. Uno de los apellidos que encontró coincidía con el que aparecía en el casco. La red social Facebook fue el soporte que sirvió para iniciar el contacto.

“Toda mi vida como naval, siendo electrónico radarista, estuve con un diccionario de inglés al lado, incluso al inglés técnico lo llegué a leer de corrido. Gracias a las nuevas tecnologías pude entender lo que él me narraba. Luego volvimos a hablar pero para intercambiar opiniones de otros temas cotidianos” dice el suboficial (RE) Orazi.

No se trata de un simple casco o una pieza bélica de colección sino un símbolo de lo que aún hoy representa la Causa Malvinas. “Si bien el casco es el símbolo de un soldado, el casco es un símbolo de la guerra. Yo no pierdo la esperanza que este casco sea un poco una unión entre ingleses y argentinos, darle un sentido espiritual. Dios y el tiempo lo dirán”, concluye Orazi.

Un viejo refrán dice que la esperanza es lo último que se pierde y, en esta historia, la esperanza se traduce en que algún día ambos protagonistas se fundan en un abrazo, y que ese casco llegue a un museo con una breve descripción de esta historia.

Una vida dedicada al Servicio

El Suboficial Mayor (RE) Oscar Orazi, nació el 25 de Mayo de 1952 y actualmente es Profesor de Historia y Tradición Naval en la Escuela de Suboficiales de la Armada Argentina (ESSA).

Ingresó a la Armada Argentina el 1 de Febrero de 1971 y entre los principales acontecimientos de su vida naval, formó parte de la primera tripulación que trajo desde Alemania, en el año 1993, al destructor ARA “Sarandí”. Se retiró el 31 de Diciembre de 2005 y dos años más tarde comenzó a dictar clases en la ESSA.

En cuanto a su actuación en la guerra, Orazi fue destinado al Apostadero Naval Malvinas en febrero de 1982. El mismo 2 de abril desembarca en la Isla junto a dos compañeros navales para presentarse en la Unidad de Control Tiro del Ejército Argentino, en la costa Este de Puerto Argentino. Allí desempeñó su tarea como electrónico radarista del radar GADA 601, donde era el encargado su operación y mantenimiento.

“Ir a Malvinas fue algo emocionante, fui con mucho entusiasmo. Desde el momento que aterricé y vi lo que sucedía, la realidad fue muy diferente a lo que me imaginaba; obviamente con la guerra no gana nadie; la sufrimos los dos bandos” cuenta Oscar.

Para Orazi las Malvinas fueron, son y serán argentinas, y su deseo es que “algún día la bandera celeste y blanca flamee de nuevo en Puerto Argentino”.

Fotos:




La Iglesia prohíbe esparcir o guardar cenizas de las cremaciones… @dealgunamanera...

La Iglesia prohíbe esparcir o guardar cenizas de las cremaciones…

El prefecto de la Congregación para la doctrina de la Fe, Ludwig Müller, ofreció hoy una rueda de prensa en el Vaticano (EFE).

Vaticano. Un nuevo documento expresa que no se pueden conservar en casa, dividir entre familiares, ni dispersar en aire, tierra o agua.

© Publicado el martes 25/10/2016 por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Las cenizas de los católicos que desean ser cremados no pueden ser esparcidas, divididas ni conservadas en la casa sino que deben ser guardadas en un lugar aprobado por la Iglesia y consagrado, de acuerdo con nuevas normas emitidas hoy por el Vaticano. Las instrucciones fueron divulgadas antes del Día de Difuntos, que se celebra el 2 de noviembre, en el cual los fieles recuerdan a sus muertos y oran por ellos.


Según lo difundido por AP, durante la mayor parte de su historia bimilenaria, la Iglesia católica solo permitió el entierro con el argumento de que expresaba mejor la esperanza en la resurrección. Pero en 1963, el Vaticano autorizó explícitamente la cremación siempre que no implicara una negación de la fe en la resurrección.

El nuevo documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe insiste en que es preferible el entierro, pero expresa las normas para conservar las cenizas del número creciente de católicos que prefieren la cremación. Explica que lo hacía para contrarrestar "ideas nuevas contrarias a la fe de la Iglesia" que surgieron desde 1963, como las del New Age de que la muerte es una "fusión" con la Madre Naturaleza y el universo o una "liberación definitiva" de las ataduras del cuerpo.

El Vaticano expresó que las cenizas y fragmentos óseos no se pueden conservar en casa porque con ello se priva a la comunidad católica de recordar al difunto. Por eso, las autoridades eclesiásticas deben escoger un terreno consagrado, como un cementerio o iglesia, para recibirlas. En casos extraordinarios un obispo puede permitir que se conserven las cenizas en el hogar, dice el documento.


El informe agrega que las cenizas no se pueden repartir entre familiares, conservar en relicarios ni dispersar en el aire, la tierra o el agua porque ello crea la apariencia de "panteísmo, naturalismo o nihilismo", sostienen las normas. Reitera la doctrina de que a los católicos que optan por la cremación por razones contrarias a la fe cristiana se les debe negar la sepultura cristiana.

Las nuevas instrucciones están fechadas el 15 de agosto y dicen que el papa Francisco las aprobó el 18 de marzo. No estaba claro si eran retroactivas o qué deben hacer los católicos que eliminaron los restos de sus seres queridos en formas que ahora se consideran indebidas.


A continuación se publica el documento completo

CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE

Instrucción Ad resurgendum cum Christo acerca de la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de cremación

1. Para resucitar con Cristo, es necesario morir con Cristo, es necesario «dejar este cuerpo para ir a morar cerca del Señor» (2 Co 5, 8). Con la Instrucción Piam et constantem del 5 de julio de 1963, el entonces Santo Oficio, estableció que «la Iglesia aconseja vivamente la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos», pero agregó que la cremación no es «contraria a ninguna verdad natural o sobrenatural» y que no se les negaran los sacramentos y los funerales a los que habían solicitado ser cremados, siempre que esta opción no obedezca a la «negación de los dogmas cristianos o por odio contra la religión católica y la Iglesia». Este cambio de la disciplina eclesiástica ha sido incorporado en el Código de Derecho Canónico (1983) y en el Código de Cánones de las Iglesias Orientales (1990).

Mientras tanto, la práctica de la cremación se ha difundido notablemente en muchos países, pero al mismo tiempo también se han propagado nuevas ideas en desacuerdo con la fe de la Iglesia. Después de haber debidamente escuchado a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el Consejo Pontificio para los Textos Legislativos y muchas Conferencias Episcopales y Sínodos de los Obispos de las Iglesias Orientales, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha considerado conveniente la publicación de una nueva Instrucción, con el fin de reafirmar las razones doctrinales y pastorales para la preferencia de la sepultura de los cuerpos y de emanar normas relativas a la conservación de las cenizas en el caso de la cremación.

2. La resurrección de Jesús es la verdad culminante de la fe cristiana, predicada como una parte esencial del Misterio pascual desde los orígenes del cristianismo: «Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce» (1 Co 15,3-5).

Por su muerte y resurrección, Cristo nos libera del pecado y nos da acceso a una nueva vida: «a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos… también nosotros vivamos una nueva vida» (Rm 6,4). Además, el Cristo resucitado es principio y fuente de nuestra resurrección futura: «Cristo resucitó de entre los muertos, como primicia de los que durmieron… del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo» (1 Co 15, 20-22).


Si es verdad que Cristo nos resucitará en el último día, también lo es, en cierto modo, que nosotros ya hemos resucitado con Cristo. En el Bautismo, de hecho, hemos sido sumergidos en la muerte y resurrección de Cristo y asimilados sacramentalmente a él: «Sepultados con él en el bautismo, con él habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que le resucitó de entre los muertos» (Col 2, 12). Unidos a Cristo por el Bautismo, los creyentes participan ya realmente en la vida celestial de Cristo resucitado (cf. Ef 2, 6).

Gracias a Cristo, la muerte cristiana tiene un sentido positivo. La visión cristiana de la muerte se expresa de modo privilegiado en la liturgia de la Iglesia: «La vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma: y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo». Por la muerte, el alma se separa del cuerpo, pero en la resurrección Dios devolverá la vida incorruptible a nuestro cuerpo transformado, reuniéndolo con nuestra alma. También en nuestros días, la Iglesia está llamada a anunciar la fe en la resurrección: «La resurrección de los muertos es esperanza de los cristianos; somos cristianos por creer en ella».

3. Siguiendo la antiquísima tradición cristiana, la Iglesia recomienda insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios u otros lugares sagrados.

En la memoria de la muerte, sepultura y resurrección del Señor, misterio a la luz del cual se manifiesta el sentido cristiano de la muerte, la inhumación es en primer lugar la forma más adecuada para expresar la fe y la esperanza en la resurrección corporal.

La Iglesia, como madre acompaña al cristiano durante su peregrinación terrena, ofrece al Padre, en Cristo, el hijo de su gracia, y entregará sus restos mortales a la tierra con la esperanza de que resucitará en la gloria.

Enterrando los cuerpos de los fieles difuntos, la Iglesia confirma su fe en la resurrección de la carne, y pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia. No puede permitir, por lo tanto, actitudes y rituales que impliquen conceptos erróneos de la muerte, considerada como anulación definitiva de la persona, o como momento de fusión con la Madre naturaleza o con el universo, o como una etapa en el proceso de re-encarnación, o como la liberación definitiva de la “prisión” del cuerpo.

Además, la sepultura en los cementerios u otros lugares sagrados responde adecuadamente a la compasión y el respeto debido a los cuerpos de los fieles difuntos, que mediante el Bautismo se han convertido en templo del Espíritu Santo y de los cuales, «como herramientas y vasos, se ha servido piadosamente el Espíritu para llevar a cabo muchas obras buenas».

Tobías el justo es elogiado por los méritos adquiridos ante Dios por haber sepultado a los muertos, y la Iglesia considera la sepultura de los muertos como una obra de misericordia corporal.


Por último, la sepultura de los cuerpos de los fieles difuntos en los cementerios u otros lugares sagrados favorece el recuerdo y la oración por los difuntos por parte de los familiares y de toda la comunidad cristiana, y la veneración de los mártires y santos.

Mediante la sepultura de los cuerpos en los cementerios, en las iglesias o en las áreas a ellos dedicadas, la tradición cristiana ha custodiado la comunión entre los vivos y los muertos, y se ha opuesto a la tendencia a ocultar o privatizar el evento de la muerte y el significado que tiene para los cristianos.

4. Cuando razones de tipo higiénicas, económicas o sociales lleven a optar por la cremación, ésta no debe ser contraria a la voluntad expresa o razonablemente presunta del fiel difunto, la Iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica, ya que la cremación del cadáver no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo y por lo tanto no contiene la negación objetiva de la doctrina cristiana sobre la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo.

La Iglesia sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos, porque con ella se demuestra un mayor aprecio por los difuntos; sin embargo, la cremación no está prohibida, «a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana».

En ausencia de razones contrarias a la doctrina cristiana, la Iglesia, después de la celebración de las exequias, acompaña la cremación con especiales indicaciones litúrgicas y pastorales, teniendo un cuidado particular para evitar cualquier tipo de escándalo o indiferencia religiosa.

5. Si por razones legítimas se opta por la cremación del cadáver, las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente.

Desde el principio, los cristianos han deseado que sus difuntos fueran objeto de oraciones y recuerdo de parte de la comunidad cristiana. Sus tumbas se convirtieron en lugares de oración, recuerdo y reflexión. Los fieles difuntos son parte de la Iglesia, que cree en la comunión «de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia».

La conservación de las cenizas en un lugar sagrado puede ayudar a reducir el riesgo de sustraer a los difuntos de la oración y el recuerdo de los familiares y de la comunidad cristiana. Así, además, se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas.

6. Por las razones mencionadas anteriormente, no está permitida la conservación de las cenizas en el hogar. Sólo en casos de graves y excepcionales circunstancias, dependiendo de las condiciones culturales de carácter local, el Ordinario, de acuerdo con la Conferencia Episcopal o con el Sínodo de los Obispos de las Iglesias Orientales, puede conceder el permiso para conservar las cenizas en el hogar. Las cenizas, sin embargo, no pueden ser divididas entre los diferentes núcleos familiares y se les debe asegurar respeto y condiciones adecuadas de conservación.

7. Para evitar cualquier malentendido panteísta, naturalista o nihilista, no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos, teniendo en cuenta que para estas formas de proceder no se pueden invocar razones higiénicas, sociales o económicas que pueden motivar la opción de la cremación.


8. En el caso de que el difunto hubiera dispuesto la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se le han de negar las exequias, de acuerdo con la norma del derecho.

El Sumo Pontífice Francisco, en audiencia concedida al infrascrito Cardenal Prefecto el 18 de marzo de 2016, ha aprobado la presente Instrucción, decidida en la Sesión Ordinaria de esta Congregación el 2 de marzo de 2016, y ha ordenado su publicación.

Roma, de la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, 15 de agosto de 2016, Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María.

GerhardCard. Müller Prefecto +Luis F. Ladaria, S.I.

Arzobispo titular de Thibica Secretario