Máximas del buen socialista...
Francisco Largo Caballero
En el aniversario de su muerte, recordamos a
Francisco Largo Caballero con "Las máximas del buen socialista".
El buen socialista abraza y defiende sus
ideales no sólo por sentimiento y espíritu de protesta contra las injusticias
sociales, sino por reflexión y convencimiento profundo, lo que vigoriza su
espíritu de abnegación y sacrificio para soportar, estoicamente los atropellos
e injusticias del régimen actual, y fortalecer su voluntad a fin de hacer
frente y vencer las innumerables dificultades y obstáculos que le salen al paso
en la lucha política de todos los días.
El buen socialista comprende que la gran
transformación social a que aspira no puede realizarse súbitamente, por un
golpe de mano, sino por etapas, por revolución progresiva y que su deber es
impulsar esa evolución con perseverancia e inteligentemente, y apresurar el
momento de su completa emancipación.
El buen socialista no propugna la violencia
como sistema, prefiere la actuación legal, pacífica, pero al mismo tiempo sabe
que debe estar siempre dispuesto a luchar contra el fascismo cualesquiera que
sean sus manifestaciones y color, y sacrificar, si es necesario, su libertad,
su vida hasta vencerle.
El buen socialista no es infalible, se
equivoca como todos los hombres, pero reconoce su error y lo rectifica sin
sufrir mortificación alguna de su amor propio.
El buen socialista tiene noción exacta del
cumplimiento del deber en el Partido, Sindicato, taller, obra y oficina.
El buen socialista es enemigo de la guerra
porque ésta destruye la civilización, realiza la selección al revés y es el
agente más eficaz de desmoralización de la humanidad.
El buen socialista respeta y admira a los
correligionarios que, por sus condiciones excepcionales, se distinguen en la
defensa de los intereses de la clase obrera, pero no se suma a ninguna bandería
ni hipoteca su opinión, sino que examina, analiza los problemas y resuelve con
absoluta independencia de criterio.
El buen socialista no es un fanático que se
aferra al todo o nada; tiene flexibilidad mental y de espíritu para adaptarse a
las imposiciones de la realidad, siempre en favor de los trabajadores y de su
país, sin claudicar por ello de los principios socialistas.
El buen socialista es respetuoso y tolerante
con el criterio ajeno y evita las intemperancias que puedan hacerle antipático
a él y al Partido donde está afiliado.
El buen socialista no es vengativo sino
justiciero.
El buen socialista observa en todo momento
una conducta moral en su vida privada o pública en armonía con las ideas que
profesa, y da prestigio a su persona y a su Partido.
El buen socialista sabe diferenciar los fines
que persigue el socialismo y otras comuniones políticas, filosóficas o
religiosas y tiene el convencimiento que es el llamado a realizar la
transformación del régimen capitalista en otro de verdadera democracia
económico-social, y que sin ésta no es posible la democracia política.
El buen socialista no defiende sus ideas a
base de injurias, calumnias ni ofensas personales contra el adversario
político; es comprensivo y tolerante con las ideas ajenas, ya sean políticas,
económicas, filosóficas o religiosas, y observa con él relaciones correctas,
sin debilitar ni ceder, por ello en sus convicciones.
El buen socialista no es versátil, sino
consecuente, porque antes de realizar sus actos los medita y los reflexiona.
El buen socialista no habla, ni escribe para
halagar a la clase obrera, sino para convencerla, exponiéndole la verdad aunque
no le guste.
Francisco Largo Caballero