domingo, 9 de diciembre de 2007

Los Siete Pecados Capitales

Los 7 Pecados Capitales

AVARICIA

Lo quieres todo porque crees que eres lo que tienes, y no tienes.. ¡Nada! Eres sólo una sombra proyectada a los pies de los demás. Crees poseer pertenencias y son ellas las que te poseen a ti.

LUJURIA

¡Placer! Te crees insaciable porque nada te basta. Dices que lo pruebas todo y siempre necesitas más. Nunca tendrás suficiente porque tus deseos son sólo el reflejo de tus carencias

IRA

¡Rabia! Sientes como se acumula en tu interior. Tus músculos se tensan, tu sangre hierve y tu mirada se hace terrible. ¡Odias! Todo aquello que tú nunca llegarás a ser

SOBERBIA

¡Arrogancia! Dices que el miedo es la mejor arma para ganarse el respeto. Nunca perdonas, te crees juez y verdugo cuando te impones, sólo, sobre quienes son mas débiles que tú... ¡Ridículo! En realidad necesitas demostrarte algo a ti mismo porque sabes que no le importas a nadie

PEREZA

Dices que eres calmado... ¡Doméstico! Nunca tienes prisa porque has nacido viejo. Se te llena la boca de mañanas y nunca haces nada, luego, te dices calmado. ¡Parásito! tu vida sólo es un lastre para los demás

ENVIDIA

Lívido y angustioso. ¡Imbécil! Arrastras tu grillete de fracasado y no te das cuenta que tus ladridos sólo te rebajan más. Ríes por fuera ante los méritos ajenos mientras tus propias palabras te queman en el interior. ¡Envidias! Porque te avergüenzas de lo que eres, y te duele que otros sean y posean lo que nunca harás tuyo

GULA

Dices que eres de buen comer, que te gusta vivir bien. No te preocupa tu imagen ni que no coman los demás. ¿También le morderías la mano a tu madre para no pasar hambre?. ¡Cerdo! ¿Qué pesa más, la grasa en tu culo o los excrementos en tu cabeza?

© http://es.groups.yahoo.com/group/abajolacensura/

Lhasa De Sela... Los peces en el río... De Alguna Manera...


Lhasa de Sela, la cantante que ganó fama internacional en 1997 por su álbum "La llorona", murió el pasado 1 de enero en la ciudad de Montreal, tras casi dos años de lucha contra un cáncer de mama, según se supo hoy.

Un comunicado publicado a última hora del domingo en su página web confirmó la muerte de la cantante, que tenía 37 años y vivía en Montreal desde los 19.

Nacida el 27 de septiembre de 1972 en la localidad de Big Indian, en el estado de Nueva York, su padre era de origen mexicano y su madre estadounidense. Gran parte de su infancia la pasó viajando en un autobús con su numerosa familia entre Estados Unidos y México, un estilo de vida nómada que fomentó su espíritu artístico.

En 1997 publicó su primer álbum con el título en español de "La llorona" y que se convirtió en un éxito internacional.En Canadá, el disco le proporcionó ese mismo año el galardón artístico más prestigioso de Québec, el Premio Félix, y en 1998 consiguió el premio Juno al Mejor Artista Mundial.

En Francia, "La llorona" se mantuvo 30 semanas consecutivas entre los cinco álbumes de más ventas de "Palmarés Fnac Musique du Monde", el mayor distribuidor discográfico francés. Pero tras el éxito de "La llorona", Lhasa se apartó de la música para dedicarse al mundo del circo junto con sus hermanas.

Poesía y sencillezTras mudarse al sur de Francia, Lhasa empezó a trabajar en su segundo álbum, "The Living Road", que finalmente vio la luz en 2003 y en el que combinó canciones en español, inglés y francés. Durante una entrevista que concedió a Efe en 1999, Lhasa explicó: "cada frase que logro escribir en español me parece que es un milagro. La cosa más sencilla me parece tan poética. Siempre siento asombro con esta lengua".

En el 2004, durante un gira realizada por España con motivo del lanzamiento de "The Living Road", Lhasa dijo: "yo no soy quién decide en qué idioma voy a cantar una canción, lo mismo que una madre no decide si va a tener un niño o una niña. Son las propias canciones las que antes de nacer ya saben cuál es su idioma".

Finalmente, el año pasado, ya enferma de cáncer de mama, la artista publicó su tercer y último álbum titulado simplemente "LHASA". La página oficial de Lhasa señala que con su muerte la cantante deja a "su compañero Ryan, sus padres Alejandro y Alexandra, su madrastra Marybeth, y sus 9 hermanos y hermanas".

© Publicado por el Diario ABC de Madrid, el lunes 4 de Enero de 2010
















Azucena Villaflor de Devicenti. 30 años... @dealgunamanera...

Hace 30 años secuestraban a la fundadora de Madres de Plaza de Mayo…


Azucena Villaflor fue raptada por un grupo de tareas mientras juntaba firmas para una solicitada en la que denunciaban la desaparición de sus hijos. El plan fue de Alfredo Astiz, quien estaba infiltrado con el nombre de Gustavo Niño.


Hace 30 años la fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, Azucena Villaflor de Devicenti, era secuestrada por un grupo de tareas que comandaba el ex marino, Alfredo Astiz, actualmente detenido por crímenes durante la última dictadura militar.

En aquella oportunidad, Azucena Villaflor se encontraba junto a Mary Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga juntando firmas y dinero para una solicitada en que denunciaban el secuestro y desaparición de sus hijos cuando fueron secuestradas y trasladadas a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde fueron torturadas y posteriormente asesinadas.

"Los llevaron a todos a la Escuela de Mecánica de la Armada y los torturaron y a los pocos días los llevaron a un 'vuelo de la muerte' especial, porque el objetivo era desarticular mediante un escarmiento a ese movimiento de mujeres que no se detenían ante nada", aseguró Ana Bianco, hija de Mary y hermana de Mónica, una militante secuestrada en abril del '76 y cuya desaparición puso en marcha a su mamá.

Aquel día, el grupo inicial de Madres de Plaza de Mayo estaba acompañado por dos monjas francesas que las ayudaban, Alice Domon y Leonie Duque, militante de derechos humanos, y otros seis familiares que colaboraban en esa tarea: todos fueron asesinos tras ser torturados en la ESMA.

Treinta años. Al cumplirse hoy tres décadas de ese hecho, el grupo será recordado en la porteña Iglesia de la Santa Cruz. Ana Bianco investigó en detalle el episodio para un documental en producción y aún sin nombre, cuyo avance será presentado en el homenaje que se realizará por la tarde del sábado.

"Astiz fue el Judas, pero el plan político de ese golpe fue ideado por (Eduardo) Massera y el Tigre Acosta. Las mataron enseguida porque los cuerpos fueron sepultados como NN en el cementerio de General Lavalle durante diciembre, cuando aparecieron en las costas bonaerenses arrastrados por la corriente", precisó.

Algo falló en el plan de los represores porque el 10 de diciembre de 1977, la solicitada en que trabajan las tres madres apareció a toda página en el diario "La Nación", rompiendo el muro de silencio que desde fines de abril esas madres buscaban quebrar reuniéndose en Plaza de Mayo a instancias de Azucena.

Tenía unas 2.500 firmas, en su enorme mayoría de mujeres que usaron sus apellidos de casadas para "identificar" a sus hijos, y entre ellas puede localizarse a algunos que luego alcanzaron trascendencia: Cata Guagnini, Marta Vázquez, Graciela Fernández Meijide, Carmen Lapacó, María Adela de Antokolotez, Chela Mignone, o el aguerrido grupo de La Plata que integraban la primera presidenta de las Abuelas, Chicha de Mariani y Hebe de Bonafini.


También, en la tercera columna puede leerse repetido dos veces el nombre Gustavo Niño, ese joven rubio que se hizo pasar por un familiar de desaparecido de Mar del Plata pero en realidad hacía la "inteligencia" del secuestro: era Astiz.

El texto fue tipiado con cinco copias por el marido de Nora Cortiñas y quince madres debieron pedir certificado de domicilio a la policía para cumplir con las exigencias del diario para publicarla.

"Sólo pedimos la verdad". El encabezado de la solicitada conserva aun hoy una pasmosa actualidad: "Sólo pedimos la Verdad", y está dirigido al presidente, "a la altos mandos de las fuerzas armadas", "a las autoridades eclesiásticas", y a la prensa, que también pregunta "donde están" los desaparecidos.

La propia aparición de esa lista parcial de desaparecidos desafía la lógica ya que el 8 de diciembre, al concluir una reunión para recolectar dinero, la patota de la ESMA secuestró en la vereda de la iglesia a Bianco y Careaga junto a la monja Domon.

En el arrebato también se llevaron a la militante de derechos humanos Ángela Aguad y a los activistas Patricia Oviedo, Raquel Bulita y Gabriel Roran, mientras que horas antes ya habían hecho lo propio con Remo Berardo, Julio Fondo villa y Horacio Ebert.

Pese a los secuestros de sus compañeras, Azucena Villaflor y las demás Madres lograron concretar la publicación, que apareció el mismo día en que ella fue secuestrada de su casa de Sarandí, casi al mismo tiempo que la hermana Duquet de una capilla en Ramos Mejía. 

Los rostros de estas tres Madres de la Plaza de Mayo y de las dos religiosas sonríen, 30 años más tarde, desde las gigantografías ubicadas a la derecha del altar de la Iglesia de la Santa Cruz, base de la congregación pasionista, de origen irlandés.

© Publicado en el Diario Perfil. Domingo 09/12/2007. (Agencia Telam)


  

domingo, 18 de noviembre de 2007

Dictadura Militar... Las Monjas Francesas: Evelyn, Ivonne, Alice y Léonie.... @dealgunamanera...

Dictadura Militar. Mi Oratorio San Pablo... 
Las Monjas Francesas: Evelyn, Ivonne, Alice y Léonie...

Hermanas Léonie Duquet y Alice Domon

Cronología de un hallazgo, y de una búsqueda...

Evelyn Lamartine

Junio 1977: Alice Domon e Yvonne Pierron son detenidas en la procesión de Corpus Christi. Las liberan un día después.

Diciembre 1977: El 8, secuestran a Alice de la Iglesia de la Santa Cruz, junto a otros ocho familiares de desaparecidos. El 10, se llevan a Léonie Duquet de la parroquia San Pablo de Ramos Mejía. Las llevaron a la ESMA.

Diciembre 1977: Evelyn Lamartine presenta el hábeas corpus por sus compañeras.

Enero 1978: Evelyn ayuda a Yvonne a salir del país y a exiliarse en Francia.

Diciembre de 1985: El Juicio a las Juntas condena a los jerarcas de la represión ilegal.

Diciembre 1986-Junio 1987: Se aprueban las leyes de Punto Final y Obediencia Debida.

Marzo 1990: En su ausencia, Astiz es condenado a prisión perpetua en Francia por la desaparición de las monjas.

Agosto 2003: El Congreso declara nulas las "leyes del perdón".

Septiembre 2003: El 16, Astiz es detenido por la causa ESMA.

Junio 2005: La Corte confirma la inconstitucionalidad de esas leyes.

Agosto 2005: El 29, el Equipo de Antropología Forense anuncia la identificación de los restos de Léonie, que un mes después son inhumados en la Iglesia de la Santa Cruz. Alice Domon sigue desaparecida.

"Desaparecieron hace 30 años, pero aún espero a Alice y Léonie"

Lo dice Evelyn Lamartine, la madre superiora en la Argentina de las monjas francesas desaparecidas durante la dictadura. Ella arriesgó su vida para salvarlas. En exclusiva, a 30 años del secuestro, habla por primera vez.

Durante 30 años eligió el silencio. Hoy decide romperlo: "Es una forma de que mis amigas sigan vivas", sonríe Evelyn Lamartine con sus 74 años y un mate por cebar. Vive en uno de los barrios más humildes del conurbano. Ahí donde el frío o el calor nunca son bienvenidos.

"Nosotras optamos por esta vida. La gente, en cambio, no elige vivir en la pobreza". Cuando dice "nosotras" habla de las monjas de las Misiones Extranjeras de París y, en especial, de Alice Domon y Léonie Duquet, las religiosas francesas desaparecidas después de que Alfredo Astiz se infiltrara en el grupo de Madres de Plaza de Mayo.

En 1977, Evelyn era la madre superiora de la orden en la Argentina, una tarea nada sencilla durante esos años. "Yo elegí ser monja porque en el fondo mi preocupación era el mundo obrero, que era el mundo de mis padres", recuerda. Nunca pensó que esa elección la llevaría a protagonizar "casi una telenovela", como le vuelven ahora los hechos a la memoria.

Había conocido a Alice Domon en el noviciado en Francia y llegaron juntas a la Argentina el 5 de febrero de 1967. "Alice quería ir a la India, pero la convencimos de que acá también nos necesitaban", cuenta. A Léonie Duquet e Yvonne Pierron, otra hermana, las conoció en Buenos Aires: "Ellas ya estaban trabajando acá, en villas y colegios", explica. El compromiso con los más necesitados pronto las llevó a involucrarse en la lucha de las Madres de Plaza de Mayo. "En ese momento, ellos también estaban entre los más desamparados", rememora sobre aquella época.

Hermanas Léonie Duquet y Alice Domon

"Ya en el 77, la cosa estaba peligrosa, lo sabíamos, pero no sentíamos miedo, sino bronca", enfatiza Evelyn. Por eso, Alice y Léonie habían intentado renunciar a la Congregación. No querían comprometer al resto de las religiosas ni tener privilegios. Las demás monjas se opusieron y les rogaron que pidieran una dispensa. El obispo de Toulouse les concedió la licencia.

En junio de ese año, participaron de la procesión de Corpus Christi. "Léonie, Yvonne y Alice iban con los familiares de desaparecidos rezando el rosario, de Congreso a Plaza de Mayo. Era una forma de pedir explicaciones por lo que estaba pasando. ¡No podía ser que la gente desapareciera como si se la hubiera llevado un ovni!", se indigna Evelyn. Léonie se volvió antes porque se sentía cansada, esta vez se salvaría. En cambio, Alice e Yvonne fueron detenidas junto a otros manifestantes: "Las llevaron a la comisaría 5ª de la calle Lavalle. Me avisaron y salí corriendo a pedir un velo para ir a buscarlas", señala. Las monjas habían decidido dejar de usar los hábitos para no verse diferentes y para trabajar más cómodas en sus barrios.

Evelyn se presentó al comisario como la madre superiora, pero aún así tuvo que tolerar los embates del funcionario que la retó porque no controlaba a "su tropa" y acusó a Alice e Yvonne de estar con los subversivos. "Nooo, estaban rezando el rosario, le dije yo con cara de idiota", ironiza Evelyn cuando habla de la primera vez que arriesgó su vida para salvar a sus hermanas. Las monjas quedaron "en investigación" y fueron liberadas al día siguiente.

Esa detención fue el preámbulo de lo que vendría meses más tarde: a Evelyn le estaría reservado el rol de la búsqueda, el rescate y la protección. Nadie sabe bien qué le pasó a Alice esa noche en aquella comisaría. Nunca lo contó, pero lo que haya sido no la detuvo y se involucró aún más con el reclamo por los desaparecidos. Alice, junto a Léonie, comenzó a elaborar las listas de desaparecidos, recolectaban dinero con los familiares para publicar una solicitada en la que reclamaban por el paradero de su gente. Ivonne regresó a Corrientes, mientras Evelyn misionaba en las villas de Hurlingham. Allí, 10 años antes, había conocido a uno de los vecinos más devotos del barrio: Jorge Rafael Videla. "Nunca imaginamos que iba a formar parte del infierno que vendría después", reflexiona y recuerda que lo conoció porque llevó a su hija María Cristina Videla de campamento.

El infierno para Yvonne comenzó tras el golpe: "Desde 1976 nos dimos cuenta de que esto iba mal, y que en cualquier momento había que aceptar la cárcel o morir" (ver reportaje). Para Alice y Léonie fue el secuestro, la tortura y la muerte. "La última vez que vi a Alice fue 15 días antes de que se la llevaran. Estaba llena de proyectos: quería abrir una escuela y planeaba visitar a su familia en Francia. La acompañé a tomar el colectivo...", revela Evelyn. Nunca más la vio.

El 8 de diciembre, un seminarista le avisó: "Agarraron a Alice de la iglesia de la Santa Cruz". "Dios mío, en la iglesia de mi barrio", pensó Evelyn, que se había criado en un conventillo de Once, a pocas cuadras de allí. En la iglesia de la Santa Cruz, hizo su catequesis y definió su vocación religiosa. "Llamé a Léonie, le conté y le rogué que se fuera", dice Evelyn. Pero Léonie se negó: "A lo mejor viene con hambre o quiere bañarse", le contestó. Dos días después, se la llevaron de la Parroquia San Pablo de Ramos Mejía.

Evelyn comenzó un peregrinaje inesperado: golpear puertas de tribunales, comisarías, despachos, y hasta de la Nunciatura. Acompañada por la hermana Montserrat Bertrán, fue a ver al representante del Papa, monseñor Pío Laghi. "Nos miró como si fuéramos bichos asquerosos, y nos dijo: "nosotros no sabemos nada, por algo habrá sido". Montse se arrodilló y le rogó que hiciera algo. «él se la sacó de encima, instintivamente, describe Evelyn, que entonces pensó: "Dios no se olvida de lo que dijiste".

Hermana Léonie Duquet

No sintió miedo ni se retractó, buscaba a sus hermanas y no se detuvo. El caso de las monjas francesas desaparecidas cobraba relevancia internacional y para Francia ya era cuestión de Estado. Evelyn presentó los recursos de hábeas corpus para Alice y Léonie. "En esos años mucha gente moría por firmar ese papel. Ella, sin embargo, no tuvo temor y conociendo su suerte, no dudó y lo firmó", destaca Horacio Méndez Carreras, abogado de los franceses desaparecidos durante la dictadura, mientras señala la foja 1 del expediente Nº 40.249 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº 3, donde se abrió una de las causas (ver facsímile).

Después vinieron semanas de desesperación e incertidumbre. A pedido del embajador francés Francoise de la Gorce, Evelyn volvió a arriesgar su vida, esta vez, para sacar a Yvonne Pierron del país, la otra monja que estaba en la mira de Alfredo Astiz, quien ayer cumplió 57 años en el Instituto Penal de Campo de Mayo: "Le tengo lástima, usó toda su belleza y su inteligencia para hacer el mal", confiesa Evelyn.

Evelyn se repone de ese horror con una sonrisa cuando piensa en los chicos del centro de rehabilitación de adictos con los que trabaja. "No es exactamente lo mismo que hacían ellas, pero estamos en la misma línea. Son otras épocas y otras necesidades. En lo que hacemos, también están ellas. Entonces, no lograron matarlas", reflexiona y concluye: "Igual, uno siempre las sigue esperando".

© María Arce, Andrea Basconi, Florencia Bianco - (Diario Clarín de Buenos Aires 18-11-2007)


Cuando la verdad resiste a la impunidad...

La religiosa estaba enterrada como NN en el cementerio de General Lavalle, donde fue sepultada durante la dictadura, luego de que su cuerpo apareciera en las playas bonaerenses. Es del grupo de Azucena Villaflor. Por este caso fue condenado en Francia Alfredo Astiz.

El cuerpo de la religiosa francesa Léonie Duquet, secuestrada el 10 de diciembre de 1977, fue identificado por el Equipo Argentino de Antropología Forense. Su cadáver estuvo sepultado como NN durante 28 años en el cementerio de General Lavalle junto con los de las tres madres de Plaza de Mayo cuyos restos ya fueron entregados a sus familiares. “La verdad salió a la luz. Necesitábamos este poco de justicia. Esto es importante para toda la gente que luchó, los que conocimos a Léonie, su familia y por tantos que dieron su vida en Argentina”, señaló Thérèse Logerot, quien fue compañera y superiora de las monjas francesas desaparecidas en Argentina que estuvieron cautivas en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).

El juez Horacio Cattani fue el encargado de hacer el anuncio público del hallazgo. “Esta mañana nos llegó la confirmación del estudio genético que establece que se identificó a Léonie Duquet y por lo tanto se procedió a ordenar la rectificación de su partida de defunción”, señaló ayer al mediodía el magistrado, acompañado por sus colegas Gabriel Cavallo, Eduardo Freiler, Martín Irurzun y Eduardo Luraschi.

“Es un día de agradecimiento y reconocimiento”, dijo Blandine Kreiss, encargada de negocios de la embajada francesa, que estaba presente cuando Cattani dio la noticia. La desaparición de Duquet y su compañera Alice Domon provocó durante años roces entre el gobierno argentino y el de Francia, que impulsó tanto en Buenos Aires como en París la investigación de los hechos (ver aparte). “Argentina tiene una gran deuda con Francia”, reconoció Horacio Méndez Carreras, durante años representante de las familias de las religiosas y actualmente encargado del área de derechos humanos de la Cancillería, que estuvo en tribunales en su “doble rol” de funcionario y abogado. Méndez Carreras hizo hincapié en la responsabilidad del represor Alfredo Astiz en el secuestro de Duquet: “El quería borrar toda huella que lo uniera con los secuestros en la iglesia de Santa Cruz, que ya estaba teniendo mucha repercusión”, afirmó.

Duquet fue secuestrada el 10 de diciembre de 1977, dos días después de que la Marina se llevara a un grupo de familiares de desaparecidos y a Domon de la puerta de la iglesia de Santa Cruz, donde estaban reunidos para preparar una solicitada que saldría en el diario La Nación. El mismo día que fue detenida Duquet desapareció Azucena Villaflor, fundadora de las Madres de Plaza de Mayo. Estas personas, doce en total, fueron apresadas a partir de un operativo de infiltración realizado por Astiz, que se hizo pasar por el hermano de un desaparecido para acercarse a las Madres.


El “Ángel Rubio”, actualmente detenido en una base naval de Zárate y sometido a un tratamiento para tratar de paliar un cáncer, fue condenado en ausencia en Francia a cadena perpetua por el secuestro y asesinato de las religiosas. “La identificación de Léonie no cambia la condena contra Astiz. Vamos a seguir pidiendo su extradición”, aseguró desde París Sophie Thonon, abogada de los familiares de las monjas.

El cuerpo de Duquet fue exhumado en enero de este año por el EAAF en el cementerio de General Lavalle junto con otros seis cadáveres. Tres pertenecen a las Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor de De Vicenti, Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco. Los estudios genéticos habrían descartado que dos de los cuerpos recuperados fueran del grupo de familiares de desaparecidos secuestrados en diciembre de 1977. El séptimo sí pertenece a una de las personas detenidas en la Santa Cruz. Aunque no se informó oficialmente, es de Ángela Aguad, cuya huella dactiloscópica hallada entre los papeles de un archivo de la policía bonaerense fue el primer indicio que permitió llegar a los restos de las madres y la monja francesa.

Los cadáveres ahora recuperados habían sido encontrados en las costas de San Bernardo y Santa Teresita entre diciembre de 1977 y enero de 1978 y fueron enterrados como NN en General Lavalle. La identificación de la religiosa fue posible porque el sobrino materno de Duquet, Michel Jeannigros, mandó una muestra de sangre desde Francia.

Al igual que lo ocurrido con las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, el análisis antropológico forense determinó que la causa de las fracturas que tenía Duquet en sus huesos largos era compatible con “las que son habituales observar como producto de una caída de un cuerpo desde cierta altura y su impacto contra un elemento sólido”. Este hecho, que confirma que la mujer fue arrojada al mar desde uno de los “vuelos de la muerte”, ya había sido advertido por los médicos de la policía que realizaron la primera autopsia en 1978.


Duquet y Domon pertenecían a la congregación de las Hermanas de las Misiones Extranjeras. La primera llegó a Buenos Aires en 1949 y la segunda en 1966. Léonie enseñaba catequesis en el colegio Sagrado Corazón, en Morón, y colaboraba en la capilla de su barrio, San Pablo.

Antes había recorrido el interior del país y trabajado con comunidades indígenas y campesinas. Alice se había volcado de lleno al trabajo social con los habitantes de las villas miseria. En 1971 se instaló en Corrientes para apoyar la formación de las Ligas Agrarias. Cuando los militares se hicieron con el poder, sus amigos y conocidos empezaron a desaparecer. La religiosa viajó a Buenos Aires para reclamar por ellos y de esta forma se conectó con las Madres de Plaza de Mayo. Se hospedaba con Léonie en Morón y, así, su compañera también se vinculó con el incipiente movimiento de derechos humanos que se organizaba en el país.

El paso de las monjas por la Escuela de Mecánica de la Armada está documentado por numerosos testimonios de sobrevivientes de ese centro clandestino de detención. “El 8 de diciembre (de 1977) sentimos entrar en el sótano a todo el grupo de la Santa Cruz. A nosotros (los otros detenidos) nos encerraron pero sabíamos que los traían y escuchamos el ruido de las cadenas. Sabíamos de la infiltración de Astiz porque ellos mismos lo contaban”, narró a Página/12 Graciela Daleo.

Dos o tres días después, cuando fue a lavar los platos, la mujer se encontró con una señora mayor con signos de haber sido maltratada. Estaba sentada y encapuchada. Se acercó, la abrazó y le preguntó si necesitaba algo. “Un café”, respondió. En ese momento un guardia se interpuso y con un grito le ordenó a Daleo que saliera del lugar. Luego le informó que la señora era una de las monjas del grupo de la Santa Cruz. Era Léonie.

La Armada se empeñó en negar esos secuestros, de los que se hacía demasiado eco la comunidad internacional. En un intento por despejar las sospechas evidentes, los subordinados de Emilio Eduardo Massera ordenaron a un detenido sacar una foto de las religiosas en el sótano de la ESMA con una bandera con la leyenda Montoneros de fondo. A Domon le obligaron a escribir una carta en la que decía que la había secuestrado “un grupo disidente del gobierno de Videla”.

Por esos días los detenidos de la ESMA también se enteraron del “traslado” (asesinato) del grupo secuestrado en la Santa Cruz. “Los oficiales, entre los que estaba Héctor Febres, volvieron con las botas embarradas. Decían que habían encontrado un buen lugar para dejar `los bultos`. Nosotros dedujimos que se las habían llevado en una lancha, que no había sido un vuelo”, recordó Daleo. Ahora se sabe con certeza de qué hablaban los represores cuando se referían a Domon y Duquet como “las monjitas voladoras”.

“Los políticos y militares de la época mentían y manchaban el nombre de Léonie y Alice. Decían que se habían ido a México a ejercer la prostitución, como dijo el ministro del Interior Albano Harguindeguy. Astiz fue condenado en ausencia en Francia y no creo que Argentina lo entregue al gobierno francés. Pero si lo juzgan y lo dejan preso sería aún más importante que entregarlo a otro país. Es la mejor forma de justicia y enseñanza, fortalece la memoria para que no se repita la historia”, afirmó la superiora Logerot, desde las afueras de Toulouse.

Una lucha incansable.

La Justicia argentina encontró e identificó los restos de la religiosa francesa Léonie Duquet, víctima de la dictadura militar argentina.
Este hallazgo es el resultado de la lucha incansable de casi tres décadas de las víctimas, los familiares, los sobrevivientes y los organismos de derechos humanos. Sus acciones han logrado revertir las políticas de perdón e impunidad y han permitido recuperar la esperanza de construir una sociedad basada en la justicia y la verdad.

Léonie Duquet fue secuestrada de la capilla San Pablo de Ramos Mejía, partido de La Matanza, el 10 de diciembre de 1977. Fue llevada a la ESMA, donde compartió cautiverio con Alice Domon y diez personas más, algunas de las cuales fueran secuestradas dos días antes en la Iglesia de la Santa Cruz. Desde su desaparición las autoridades francesas realizaron innumerables gestiones ante el gobierno argentino para lograr dar con los cuerpos y condenar a los responsables.

La labor silenciosa y eficaz de la Cámara Federal y el Equipo Argentino de Antropología Forense han permitido garantizar el derecho de los familiares a la verdad y al duelo. La anulación de las leyes de impunidad habilita la continuación de las acciones judiciales para condenar a los responsables: autores materiales e intelectuales.

De este modo, el Estado argentino ha dado cumplimiento al reclamo de las autoridades y de la sociedad francesa que clamaron durante todo este tiempo una respuesta institucional a lo ocurrido a los ciudadanos franceses víctimas de la dictadura militar argentina. Una vez más, gracias: Madres de Plaza de Mayo, organismos de Derechos Humanos, sobrevivientes por su incansable colaboración, gracias a las familias Domon y Duquet por la confianza depositada, y gracias a todos los amigos que sin pertenecer a estos sectores han manifestado un apoyo invalorable para poder continuar con esta lucha.

(*) Abogado de los familiares franceses desaparecidos durante la dictadura militar y actualmente se desempeña como representante especial para los Derechos Humanos en el ámbito Internacional de la Cancillería argentina.

© Horacio Méndez Carreras - (Diario Página/12 de Buenos Aires 30-08-2005) 




“Todavía no conocí la democracia en Argentina”


El eslabón fue hasta Pueblo Illia, Misiones, donde vive una de las monjas francesas que sobrevivió a la última dictadura militar. A punto de cumplir 80 años, continúa fiel a su compromiso de acompañar a los más necesitados.

“¿Pueblo Illia? Siga derecho nomás”, indicó un mensú a la célula dormida del eslabón en Misiones. La orientación necesitó, kilómetros más adelante, un refuerzo. Allí otro trabajador de la tierra, machete en mano, señaló que el camino, minado de monte, plantaciones de mandioca, té y choclo, iba a ser más largo de lo imaginado. Los 18 kilómetros que en teoría unen la ruta nacional 14 con Pueblo Illia se multiplicaban por la sinuosidad del trayecto, las piedras, curvas y picadas.

Cuando todo indicaba que era mejor pegar la vuelta y robar información de Internet para cumplir con el espacio de esta nota, un coqueto cartel anunciaba que estábamos en el lugar indicado.
Unos metros más adelante, como un milagro de la arquitectura, se levanta un complejo educativo imponente. Allí, los hijos de colonos y guaraníes estudian, hacen deportes, comen e incluso se internan como pupilos.

Una de las responsables de la obra es Ivonne Pierron, la misma monja francesa que salvó su vida de milagro durante la última dictadura militar, y que llegó a Misiones en 1987 por medio de un referente del Movimiento Agrario Misionero. A punto de cumplir 80 años, hoy sigue educando, asesora a la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia y asegura que no se calla nada porque “hace 50 años que vivo en Argentina y todavía no conocí la democracia”.

Compromiso con los pobres. Sin tiempo para precalentar, Ivonne toma la iniciativa en la entrevista y hace bailar el grabador con golpecitos en la mesa. “No podemos hablar de democracia si nuestros abuelos que trabajaron como esclavos en el campo y las ciudades después no tuvieron jubilaciones ni pensiones como deben. Acá para la gente de la chacra ni hablan del tema”, se indigna Ivonne, en un afrancesado castellano.

En el albergue no hay teléfono ni computadora, pero Ivonne está al tanto de la situación social. La monja sabe que este es un año electoral y que su figura sigue teniendo peso. “Me vincularon a distintos partidos en la provincia pero yo quiero vivir libre. Decían que yo apoyaba a una lista. No me pidan que me incline por alguno, mi color político es la liberación del pueblo”, arremete sin concesiones la religiosa.

Según la monja francesa, la juventud tiene la responsabilidad de asumir mayores compromisos con el momento político actual. “Para que la juventud luche –afirma– hay que darle un camino para luchar, hay que darle confianza e integrarlos. Desde este gobierno nacional veo por primera vez una intención de cambio, pero faltan muchas cosas. A un chico que pide en la calle no lo formás para un país. En educación aplicamos un plan como la EGB, que lo rechazó toda Europa, porque a los gobernantes le conviene el pueblo ignorante. El único fin es dominar al pueblo, por eso hay que sacarse el sombrero con estos fulanos por cómo planifican todo”.

Presente y pasado. Ivonne Pierron conoció de cerca al nazismo cuando vivió en Francia. En 1955 vino al país y se enamoró de la gente criolla. La religiosa estuvo un tiempo en Buenos Aires y luego se radicó en Corrientes. Allí trabajó junto a los campesinos cerca de la zona de Curuzú Cuatiá y Goya, hasta que tuvo que abandonar su misión porque mataron a sus compañeras Leonie Duquet y Alice Domon.



“Trabajaba con las ligas agrarias. Nosotras tomamos los votos de lucha junto a los campesinos porque tenemos que estar al lado del que sufre. Hicimos huelgas de hambre en la catedral de Goya y conseguimos mejoras en el precio del tabaco”, recuerda y reivindica Ivonne.

En ese entonces, Alice Domon, que misionaba con Pierron, acompañó a familiares de desaparecidos de Goya a Buenos Aires para sumarse a las Madres de Plaza de Mayo. Pero en las reuniones que mantenía el grupo había un infiltrado: el ex marino Alfredo Astiz, que bajo el seudónimo de Gustavo Niño se hizo pasar por hermano de un desaparecido y se ganó la confianza de las religiosas. “Ellas me hablaban maravillas de Astiz, pero yo les preguntaba de qué trabajaba, y ellas me decían que no tenía trabajo. Además tenía auto y todas las noches acompañaba a una madre distinta a su casa. Eso no me gustó nada. Yo le decía a las otras hermanas que era sospechoso, pero hasta una vez se enojaron conmigo por pensar eso”, memora ahora Ivonne.

El beso de Astiz en las mejillas de las religiosas y de Azucena Villaflor (una de las fundadoras de Madres cuyos restos fueron encontrados el año pasado por el Equipo de Antropología Forense) fue la señal de la entrega. Pierron se enteró inmediatamente de la noticia y recibió un mensaje de la embajada francesa para que abandonara el país si no quería correr la misma suerte que las otras religiosas. “Yo no me quería ir –dice–, porque es más doloroso dejar a la gente que morir”. Al final aceptó la partida con el compromiso de trabajar en la denuncia internacional.

El paso hacia la libertad no fue sencillo. En el vuelo de Air France tuvo que contar con el apoyo de la embajada francesa y la complicidad del piloto, que la protegió de los militares que registraron el avión.

En el exilio participó de algunos ámbitos junto a Mercedes Sosa, a Daniel Viglietti y a numerosos luchadores sociales. También conoció a Isabel Perón y a Mario Firmenich. “Un jefe montonero que en Francia se quiso reunir con (Emilio) Massera para tumbar a Videla, mientras sus compañeros morían”, rememoró Ivonne acerca del jefe guerrillero.

Antes del exilio, Pierron estuvo detenida por participar de una marcha junto a las Madres de la Plaza de Mayo en 1978. Su documento con dirección de Corrientes generó sospechas en las bestias de uniforme verde oliva. “Cuando me llevaban los militares yo les preguntaba por qué me apuntaban con una ametralladora. «Para defenderla hermana», me respondían. Yo estuve en la guerra contra Hitler, les dije, y sé que para defender un lugar hay que apuntar los cañones para el otro lado de la frontera ¿Usted que es militar no lo sabe? Me daba alegría provocar a los militares, si me mataban, me mataban”, cuenta la religiosa.

Hermana Ivonne Pierron

Pierron intentaba trasladar esa valentía a las madres de desaparecidos.

“Nosotras recomendábamos –dice la monja– que no tengan miedo, porque en las listas estabas vivo o muerto. Cuanto más hablabas, más te torturaban, porque más querían saber”.

El regreso. “En el 80 fui a Nicaragua porque pedían gente para la reconstrucción del país y a mí me faltaba América, la gente criolla. En noviembre de 1984 volví a Buenos Aires, pero no podía volver a Corrientes porque estaba marcada como terrorista y no quería asustar al pueblo. Entonces surgió la propuesta de Misiones. Yo estaba en el sur con los mapuches pero quería quedarme en el nordeste. Volví pero no sabía si verdaderamente había un cambio”, explica la monja.

“¿Qué más quieren saber?”, pregunta con cortesía la religiosa a este medio, sin importarle que el grabador caminó sin detenerse durante dos horas. La charla continuó en las afueras del albergue. Allí nos mostró la primera casa que habitó en el pueblo y la flamante estructura que funciona con energía solar y provee de agua caliente a todo el establecimiento. La noche ya se había adueñado del paisaje misionero. Ivonne se sometió a una sesión de fotos más y nos acompañó hasta la puerta. Sabía que nos deparaba un regreso arduo y culebrero. Como la construcción de la verdad histórica del país.

Nota de Edición.

El oratorio San Pablo Apóstol, ubicado hoy en Ramos Mejía, fue parte de mi barrio de pibe, allí jugábamos al fútbol, realizábamos kermeses, asistíamos a misa, enseñábamos catecismo y fue construido por el barrio, en aquella época pertenecía al municipio de Morón, más precisamente Haedo.

Conocí a la Hermana Léonie Duquet, tenía un temperamento muy fuerte, cuidaba el Oratorio como nadie, nos retaba cuando rompíamos sus plantas con la pelota de fútbol, pero denotaba la realización de un trabajo social como ninguna persona de la Iglesia había realizado en el lugar. Su ausencia fue irremplazable, aunque no faltaban en barrio aquellos tristes comentarios de... Por Algo será...

© Luis A. Capomasi. Publicado el 18 de Noviembre de 2007.
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