domingo, 17 de julio de 2011

Ante Garmaz... Hasta pronto Ante... De Alguna Manera...

Ante Garmaz... 07-01-1928 / 16-07-2011

Ante Garmaz en una publicidad del año 1965 para la marca "Oscense Ropa Caballeros" de Argentina.


Murió Ante Garmaz. El ex conductor televisivo, modelo y actor argentino falleció a los 83 años

El ex actor, diseñador de moda, modelo y animador televisivo Ante Garmaz falleció hoy a los 83 años, luego de una larga enfermedad. Según informaron fuentes del Gobierno de Buenos Aires a LA NACION, murió en el hospital Fernández de la Capital Federal.

Garmaz nació en 1928 en Croacia y emigró a Argentina con sus padres cuando era niño. En 1947, cuando tenía 19 años, comenzó su carrera como modelo, aunque luego se desenvolvería como actor, diseñador de moda, y animador televisivo.

Fanático de Boca Juniors y famoso por su colección de corbatas, condujo durante diez años el ciclo televisivo "El Mundo de Ante Garmaz", que se transmitía por el Canal 7.

Fue actor en las películas 'Cosquín, amor y folclore' (1965), 'Triángulo de cuatro' (1975), 'Los hombres sólo piensan en eso (1976) y 'El soltero' (1977)

© Publicado por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 16 de Junio de 2011



El pacto sindical militar y el decreto 4/2010... De Alguna Manera...

El pacto sindical militar y el decreto 4/2010...

SITRAIC (Sindicato de los Trabajadores de la Industria de la Construcción), junto a varias organizaciones de derechos humanos, se han presentado como querellantes denunciando la pertenencia, como personal civil de inteligencia del Batallón 601 en el período 1976/1983, de Gerardo Martínez, actual secretario general de la UOCRA. Dicho Batallón ya ha sido definido como parte de un Estado criminal de aquellos años. La querella solicita la instrucción de un sumario, la inmediata detención y la declaración indagatoria ya que la mera pertenencia funcional a esa estructura merece sin más establecer la relación entre Gerardo Martínez y víctimas de tortura y desaparición de trabajadores de la construcción.

Han pasado ya casi treinta años, desde la derrota de Malvinas y la imposibilidad de aquella dictadura de perpetuarse en el poder, han pasado casi treinta años del levantamiento de la clandestinidad de la actividad política, de aquellas denuncias sobre un Estado criminal y de la necesidad más absoluta de reinstaurar la democracia. Sin embargo, muchas cosas aún no se conocen en este proceso democrático. La democracia es un sistema que tiene entre otros pilares el respeto irrestricto a los derechos humanos, respeto que se cimenta día a día con memoria, verdad y justicia que nos plantea permanentemente nuevos desafíos, la de devolverles su historia a los desaparecidos y la de darle mayor visibilidad a quienes hasta hoy solo son un listado en la memoria colectiva. El SITRAIC se ha tomado una tarea, la de detectar quiénes en ese listado eran trabajadores de la construcción: 105 obreros de la construcción, apareciendo así, señalados, desde el Batallón 601, donde tiene legajo Gerardo Martínez. Frente a los indicios la Justicia ahora tendrá su tiempo y una balanza que vendrá a poner o no en tela de juicio la participación de sindicalistas durante la última dictadura, una participación que no es periférica de comprobarse tal relación.

El Decreto 4/2010 de la presidenta Cristina Fernández pasó desapercibido y es de nuestro interés darle relevancia parlamentaria; tal decreto desclasifica la información referida a aquel Batallón durante la dictadura. Antes de esto cada juez debía en cada causa pedir autorización al Ejecutivo para avanzar en la información. Para que sigan “apareciendo” es necesario darnos una tarea de difusión de acceso rápido y simple a los legítimamente interesados, a quienes aún no han podido reconstruir el pasado.

Sería muy importante impulsar desde este parlamento la actualización del listado de desaparecidos en la reedición del Nunca Más, así como anexar el listado de represores y la nómina de personal afectado al Batallón 601 sobre la que ya se ha trabajado en varias causas y el acceso de dicha documentación desclasificada en la Web de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación; de no ser así estamos hablando de un decreto mudo.

Han pasado treinta años de lo que entonces parecía una locura, la participación de sindicalistas en actividades criminales del Estado, el llamado pacto sindical-militar. Treinta años para detectar el primer indicio de aquella denuncia de quien luego fuera presidente de los argentinos, Raúl Alfonsín.

Es necesario volver a plantearse la democracia como estado perfectible, como herramienta evolutiva de una sociedad, una democracia que supere el estadio eleccionario y retome su carácter participativo y ciudadano, una democracia que no debe permitirse el lujo de seguir mirando de reojo el modelo sindical y apañando oscuras relaciones con aquel Estado criminal; debemos preguntarle al Gobierno nacional cuántos archivos quedan por desclasificar, cuántos listados, legajos y destinos siguen gozando de impunidad bajo el secreto de un Estado, esta vez democrático. Debemos seguir profundizando, no se tolera ni un solo paso atrás, la política viene para distribuir poder, para eso queremos una democracia republicana, que no negocia con sectores y que construye su soberanía sobre dos columnas: el respeto irrestricto a los derechos humanos y la soberanía popular. La democracia y su profundización nos devolverá un país grande para las generaciones venideras. Si por el contrario todo es uso, abuso, manipulación e impunidad, habremos renunciado a nuestros mejores sueños.

En el caso en particular, justicia. En la profundización de la democracia: libertad sindical.

© Escrito por la Diputada Nacional de la UCR y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 17 de Junio de 2011.

El arte de mentir...

El arte de mentir...

La mentira es mucho más interesante que la verdad. Las ventajas que tiene la mentira sobre la verdad provienen de su incesante creatividad. Las verdades son a menudo grises y monótonas. Cuando no son espantosas.

Se dice la verdad de una sola manera. Pero se miente de muchas. Seleccionaremos tres modos de operar con la mentira: el que se refiere a quien engaña a los otros; quien se engaña a sí mismo; y el que miente sin engañar a nadie. Le daremos un nombre a cada uno. El primero es un estafador y el segundo un ignorante. Pero es el tercer modo el que suscita nuestra atención: el que miente sin engañar a nadie. Si el primero es un clásico, ya que corresponde al paradigma del que manipula al otro –una forma de dominación–, y el segundo deriva de una vertiente socrática del sujeto que pretende saber lo que precisamente no sabe –el fracaso del conócete a ti mismo–, ¿el tercero a qué tipo de personalidad pertenece? Es un bromista. Nos miente, sabemos que miente, él sabe que nosotros sabemos que nos miente, nos sigue mintiendo, y nosotros le pedimos que no deje de mentir. Mientras que en el primer caso la mentira es la obra de uno que se aprovecha de otro que oficia de convidado de piedra y en el segundo, es el acto realizado por el que no sabe nada sobre sí mismo –otra labor solitaria–, quien miente sin engañar a nadie requiere de la participación del prójimo. Se necesita de un bromista y de un festejante. De ser más concretos, diríamos de un payaso y de un público espectador.

Por eso, el tercer caso nos remite al teatro, a la actuación, y al trabajo actoral. La escena del drama y de la comedia es el espacio en el que un individuo se muestra como si fuera otro para alguien que hace como si le creyera. Digo esto porque el juego político nacional se ha poblado de estos actores que mienten sin engañar a nadie. Y no me refiero a ciertos políticos sino a un número importante de periodistas y encuestadores. Para llegar a esta fase de engaño recíproco libremente consentido, el circo nacional ha levantado sus tiendas de a poco y con prolijidad. El método ha sido claro y distinto. En un principio fue la sospecha. Nuestro país se ha convertido en el país de la sospecha. La desconfianza generalizada puede llegar a ser considerada como un estimulante para el pensamiento. Nos obliga a calibrar las mil y una posibilidades de que nos estén metiendo el perro. Limita nuestra credulidad y atiza nuestra imaginación. Gracias a este estado de permanente alerta, podemos llegar a ser una comunidad en la que todos sus miembros se miran de reojo.

Después del anuncio de que la política se ha hecho presente en la mesa de los argentinos –como lo celebran los académicos en las escuelas terciarias para adultos que insisten en llamarse universidades–, nos han informado que no existe la neutralidad informativa, que la objetividad es una simulación revestida de honestísimo, que en la vida hay una traza que divide zonas con trincheras, que el conflicto es sano, y que es de primera importancia saber quién pone la plata. Por lo tanto, las personas que participan del armado de lo que se denomina opinión pública son declaradas mercenarios que trabajan para diferentes patrones. Unos trabajan para TN; otros, para la TV Pública. Unos manipulan el Indec para satisfacción del Gobierno, otros lo hacen para alegría de clientes de las consultoras privadas. Unos dicen que Macri gana por equis puntos y otros, que con Filmus para el ballottage no hay más diferencia que un solo punto. Y todos estamos de acuerdo en que los diarios mienten, que las consultoras mienten y que los encuestadores mienten. Todos mienten porque les pagan, y nosotros sabemos que mienten y les pedimos que nunca dejen de mentir, ya que por eso les pagamos con el abono al cable, el diario y los impuestos. La elección de nuestra mentira preferida depende de la militancia a la que adscribamos. El sentido común refuerza esta evidencia al hacernos conscientes de que la campaña política es continua, que nunca hay que distraerse porque el enemigo está al acecho y aprovecha los espacios libres, que los números y las palabras tienen que estar al servicio de la causa.

Esta operación de estafa consensuada con beneplácito unánime se condensa en la sentencia siguiente: toda verdad reside en un poder. La verdad del poder en lugar del poder de la verdad. Los aficionados a la filosofía disfrutan de esta afirmación que remitiría a filósofos de vanguardia como pueden serlo Nietzsche y Foucault, y con figuras de tal envergadura la legitimidad revulsiva y demistificadora estaría asegurada. El problema es que hemos confundido los términos. No se trata de la verdad sino de la mentira. Es la mentira del poder. Es propio de los despotismos funcionar sobre la base de dos cimientos: la mentira y el secreto. En los pasillos del poder y en los rincones de las salas palaciegas, lo que allí se trama no sale del recinto y el acceso está reservado a un círculo íntimo. No se sabe qué decidirá la Presidenta. Se prolonga el suspenso. A quién elegirá. Con quién se quedará. Qué pensará. Misterio. Los formadores de opinión se encargan de hacer del secreto trascendidos alternativamente ratificados o rectificados; crean expectativas, parasitan la ansiedad y, luego, sencillamente, mienten. Algunos lo llaman pensamiento estratégico; otros, operaciones políticas; muchos, defender el modelo, ser parte del relato, tener una vida militante, etc.

Tampoco se trata en este caso del síntoma descripto por los psicólogos de años atrás con el nombre de viveza criolla. Ese rasgo tan nuestro es propio del nativo que se defiende ante la irrupción del inmigrante por un desprecio que siente que le tiene el gringo. Para vengarse desde su debilidad, lo carga, le hace cachadas, lo sobra. Pero de lo que aquí hablamos no es de un ser débil que hace uso de sus mecanismos de defensa, sino de la mentira del poderoso puesta en sintaxis por su corte narrativa y aritmética.

Erigimos así una nueva Babel en la que no sólo las lenguas se confunden sino los valores, de un modo que espantaría al mismo Discepolín, para no hablar de moralistas siempre dispuestos a dar su sermón dominical ya sea en púlpitos o editoriales. De todos modos, no hay que exagerar ni temerle al fantasma nihilista, porque los mentados valores no sólo no se han esfumado sino que los vemos elevarse por obra y gracia del poder que miente. Se llaman justicia y memoria. Entre ambas, la majestad de la verdad. Las antiguas divinidades griegas: Mnemosyne y Diké, que garantizaban la vigencia de Alétheia, están en el frontispicio de los despachos políticos y de las casas de la cultura. Que memoria y justicia protejan la verdad en un territorio en el que el intercambio de mentiras es una práctica cotidiana, compartida por muchos y administrada por el poder, nos da una idea del ágora nacional y popular.

La paradoja del cretense Epiménides enunciaba que todos los cretenses eran unos mentirosos. Con lo que la afirmación se anulaba a sí misma. Los argentinos resolvieron el problema a partir del espíritu de sospecha, la certeza de que todos engañan y que hay una verdad y una justicia por las que vale la pena mentir.

© Escrito por el Filósofo Tomás Abraham y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 16 de Julio de 10211.

Link: www.tomasabraham.com.ar

El peor momento K… De Alguna Manera...

El peor momento K…

Piñon Fijo. Mauricio Macri.

La derrota ante Macri y el resultado negativo del ADN de los Noble Herrera impactan en el oficialismo.

Fue el peor escenario imaginado: encandilados con los espejitos de colores creados por las cifras de las encuestas pagas por el Gobierno con los dineros públicos, con los que algunos ganan plata con inexplicable facilidad –alguna consultora predijo un triunfo de la fórmula Filmus-Tomada–, en la Babel de Olivos se ilusionaron con lo que no fue.

Pasada una semana de la elección que ha colocado a Macri a las puertas de la reelección como jefe de Gobierno porteño, no queda claro que en el oficialismo se haya hecho una lectura adecuada del resultado.

Filmus habrá de competir por la segunda vuelta. “Estamos con todas la pilas para enfrentar el ballottage y buscar convencer al votante porteño que está enojado con el Gobierno nacional, pero que tampoco lo quiere a Macri”, señalaba Aníbal Ibarra durante un almuerzo que compartía en el mediodía de ayer con Filmus y Tomada. El senador –una persona respetable y habituada al diálogo con los que discrepan con él– fue obligado a llevar adelante la peor campaña posible. La Presidenta, quien lo designó, le quitó todo poder de decisión sobre el armado de las lista de candidatos a legisladores, le impidió asistir al debate por TN para el cual Filmus había dado su consentimiento, le restó protagonismo en la campaña, forzándolo a adoptar un perfil confrontativo y a aparecer como figura de acompañamiento en los actos que le organizó el Gobierno como el del comienzo de las actividades de la Gendarmería y la Prefectura en los barrios del sur de la Capital castigados por la inseguridad.

Algunas de las expresiones vertidas desde el Gobierno, y por personas afines a él, en los días posteriores a la elección, tampoco han ayudado a Filmus. Un párrafo aparte merece la carta abierta de Fito Páez en la que descalificó –“Me da asco la mitad de la Ciudad”, dijo– a quienes votaron a Macri. Tan preocupante como la carta han sido las manifestaciones de apoyo a su contenido por parte de personalidades de la cultura. “Pasan los años, pasan los gobiernos, los radicales y los peronistas, pasan veranos, pasan inviernos, quedan los artistas”, es la inmortal frase con la que Enrique Pinti describe la permanencia del artista por sobre los avatares de la coyuntura. He ahí la explicación para comprender el nivel de la repercusión que tuvo la expresión del cantante rosarino. Y esa reacción –a las que hay que agregar algunas igualmente intolerantes y, por lo tanto reprochables, de aquellos que pedían poco menos que la lapidación de Fito– constituye un hecho que ilustra el nivel de antagonismo creciente que atraviesa la sociedad argentina. Los ciudadanos que votaron por Macri deben ser tan respetados como los que lo hicieron por Filmus. Esta es una verdad de Perogrullo. Páez o cualquiera tienen el derecho de criticar a quienes votaron por Macri y estos, a su vez, de hacer lo mismo por quienes votaron a Filmus. Esa es la esencia de la democracia. Pero el asco refiere a algo que repugna. Y con lo que repugna no hay convivencia posible. ¿Qué habrían dicho estas mismas voces si, entre los que votaron por el jefe de Gobierno, hubiera habido alguien que hubiese dicho que le daba asco el 28% de la población de la Capital que votó por Filmus?

La sociedad está atravesada por un germen de intolerancia inquietante al que hay que prestarle atención. El kirchnerismo ha hecho y hace mucho para fomentarlo. Algunos de sus opositores, también. Esta es una circunstancia involutiva en el período democrático iniciado en diciembre de 1983. El pensar diferente es visto casi como una herejía cuando debería ser considerado como una virtud. “Estoy en desacuerdo con tus ideas, pero defiendo tu sagrado derecho a expresarte”–frase erróneamente atribuida a Voltaire y perteneciente a Stephen Tallentyre, pseudónimo de Evelyn Beatrice Hall– tiene el valor de un imposible para aquellos sectores de la sociedad impregnados de un pensamiento sectario que alarma.

Estas reacciones del Gobierno y de sectores que lo apoyan no han hecho otra cosa que hacerle todo más fácil a Macri a quien, por otra parte, tanto el resultado del domingo como su seguro triunfo en la segunda vuelta, lo han vuelto a posicionar como un actor de peso en el escenario político de la oposición a nivel nacional. Los consejos de Jaime Duran Barba, hombre de un concepto pragmático de la política tan discutible como eficaz, que fue clave ala hora de inducirlo al jefe de Gobierno a bajarse de la carrera presidencial, fueron validados por los hechos. Las acciones de Macri en cuanto a su poder de negociación política en el desarrollo de la campaña presidencial están en alza. Ahora los dos principales líderes de la oposición, Alfonsín y Duhalde, buscarán algún tipo de acuerdo con él, quien se involucrará en el tramo final de la elección a gobernador de Santa Fe, en apoyo de Miguel Torres Del Sel, con una innegable plusvalía.

La semana no ha sido buena para el Gobierno. A las complicaciones que siguen apareciendo con el caso Schoklender y la Fundación de Madres de Plaza de Mayo, se agregó el resultado negativo de los tests de ADN de Marcela y Felipe Noble Herrera. Si bien falta completar el cotejo con tres casos de esta parte de la prueba en los que faltó material y con otros casos del Banco Nacional de Datos Genéticos, los resultados conocidos eran clave porque se referían a aquellos ocurridos durante el período en que se produjo la adopción de los hermanos Noble Herrera. El hecho ofrece dos planos: uno, el humano; el otro, el político.

Desde la dimensión humana, es trascendente que se haya conocido la verdad, despejándose las incógnitas que el caso generaba para muchas abuelas que creyeron, genuinamente, que tal vez Marcela y Felipe podrían ser sus nietos.

Desde lo político, el hecho pone al descubierto los males que produce la utilización de la causa de los derechos humanos con esos fines y de los peligros que para los derechos de los ciudadanos representa la decisión del gobernante de turno de usar el aparato del Estado con el objetivo de perseguir a quienes son sus críticos. La intención real de Kirchner primero y de su esposa después no fue la de dilucidar un caso de apropiación de supuestos hijos de desaparecidos. El objetivo real de este operativo de difamación de rasgos nazi-fascistas fue el de la destrucción del Grupo Clarín y de sus periodistas. He aquí la realidad que, como siempre, es la única verdad.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 16 de Julio de 2011.


Binner, Boudou y Fito... De Alguna Manera...

Binner lamentó su pasado descalificador como Fito…

El ministro de Economía y candidato a vice, Amado Boudou, le pegó al gobernador Hermes Binner, que salió a contestarle. Foto: Cedoc

El gobernador le contestó a Boudou, que había recordado cuando habló de los votantes de Reutemann.

El gobernador santafesino y candidato a presidente por el FAP, Hermes Binner, aseguró hoy que no le "alcanzó el tiempo" para rectificarse y admitió que por "supuesto que se pueden cometer errores", en referencia a lo que había dicho sobre los electores santafesinos que habían votado en 2009 a Carlos Reutemann.

"No me ha alcanzado el tiempo para poder rectificarme. Por supuesto que se pueden cometer errores", reconoció el mandatario provincial, tras ser consultado por las declaraciones del ministro de Economía, Amado Boudou, quien había recordado ayer que Binner había descalificado al electorado santafesino que había sufragado por Reutemann.

Luego del triunfo de Carlos Reutemann, que le permitió ser reelecto como senador, el gobernador de Santa Fe había asegurado que la gente que votó masivamente al ex corredor sufría el Síndrome de Estocolmo, aquel que vincula afectivamente a las personas secuestradas con sus captores.

La referencia de Binner apuntaba a la porción del electorado que había sufrido inundaciones durante el gobierno del actual senador justicialista. El debate se inició esta semana al opinar Fito Páez que le daba "asco" la mitad del electorado que votó a Mauricio Macri.

La polémica no es casualidad. Faltan 10 días para las elecciones en esa provincia. La imagen del candidato K, Agustín Rossi no es la mejor y el gobierno decidió nacionalizar la campaña. Con ese objetivo llegará el 20 de julio la presidente Cristina Fernández de Kirchner. La idea es que el "Chivo" suba en las encuestas que lidera el candidato de Binner, Antonio Bonfatti

El gobernador socialista insistió que no comparte esos dichos y aclaró que lo "apena la situación porque a veces en el fragor de las cosas uno emite un juicio en el que verdaderamente comete una equivocación". "Son palabras que uno impensadamente termina haciendo lo contrario de lo que uno piensa. Creo más en el Fito de 'Vengo a ofrecer mi corazón'. Hay que salir de esa ida de que todo es blanco o todo es negro. Llegamos a una situación de crispación que no nos lleva a ningún lado", señaló el gobernador a LT8.

© D. y N. y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 16 de Julio de 2011.

Propaganda política Nazi... De Alguna Manera...

La radio que Goebbels fabricó para que todos los alemanes escucharan a Hitler…

Omnipresente. La entrega de receptores, el 29 de octubre de 1938, día del cumpleaños de Goebbels. Foto: Cedoc

En 1933, cuando llevaba seis meses en el poder, llegar a todos los hogares alemanes era la obsesión –y el desafío– del ministro de Propaganda del Tercer Reich. Y la encontró: a través de la radio, el medio de comunicación más penetrante de la época. Hizo producir receptores baratos y subsidiados, y los bautizó VE301, por “Volks Empfänger” (radio del pueblo) y la fecha de asunción de Adolf Hitler. Pero además, puso todo el aparato de propaganda a funcionar: los afiches publicitarios mostraban a las masas “pegadas” al aparato. A la radio le siguieron autos, televisores y casas.

A mediados de 1933, el cómo llegar a todos los alemanes con el mensaje del flamante gobierno nazi era un desafío mayor para Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda de Adolf Hitler, que llevaba menos de seis meses en el poder. Casi inexistente la televisión, inimaginable Internet, era la radio el vehículo necesario para capturar audiencias masivas. Goebbels convocó entonces a Otto Griessing, un ingeniero a cargo de la empresa Seibt y le exigió: “En agosto, durante la Internationale Funkausstellung Berlin (Feria Internacional de la Radio de Berlín) presentaremos la Volksempfänger (Radio del Pueblo). Serán receptores económicos, más baratos que los actuales, para que todos los alemanes tengan uno”.

Griessing apenas sugirió las dificultades para lograrlo en tan poco tiempo. Goebbels sólo necesitó una fría mirada para frenarlo en seco: “Otra cosa, Herr Griessing. Al nombre se le agregará una sigla: VE (por Volks Empfänger) 301”. El 30 de enero (30/1) de ese año, Adolf Hitler había asumido el máximo cargo del gobierno, canciller del Reich.

El 18 de agosto de 1933 (en un mes se cumplirán 78 años), la Radio del Pueblo, Radio Nazi, Radio del Tercer Reich o Radio Para Todos los Alemanes era la estrella de la Feria. En los seis años siguientes, se venderían siete millones de aparatos, el 40% de la producción total del país. Entre 1939 y 1945, durante la Segunda Guerra Mundial, fueron entregados otros 1.800.000, entre el modelo VE301 y el novedoso DKE, bastante más barato. Ambos tenían en su frente un águila y una svástica.

Consumo y propaganda. La VE301 fue lanzada a 76 Reichsmarks (RM) un precio más accesible que el de sus competidoras en un mercado con creciente intervención del Estado y ascendente compromiso de las grandes empresas con el régimen. En 1933, un trabajador alemán ganaba entre 120 y 150 Reichsmarks por mes. Un pan costaba 0,30, un litro de leche 0,20 y un kilo de papas 0,07. Cada dólar de la época cotizaba 3,50 RM. Que un aparato de radio demandara la mitad del sueldo no parecía muy atractivo para los consumidores, por lo que desde los despachos del Ministerio de Propaganda salió la orden de subsidiar parcialmente las ventas. Cinco años más tarde, llegaría una versión más barata, la DKE38, que costaría 35 RM y sería bautizada por la gente, de modo sugestivo, “El hocico de Goebbels”. El 29 de octubre de 1938, cientos de receptores DKE serían distribuidos como homenaje al 41º cumpleaños del ministro de Propaganda.

Goebbels había hecho suyas las palabras de Erich Scholz, el ministro del Interior del gobierno previo al nazi: “La radio alemana sirve al pueblo alemán, así que todo lo que degrada al pueblo alemán debe ser excluido de ella”. Y fue bastante más allá: la Volksempfänger y su hermana pobre presentaban muchas limitaciones para escuchar otras emisoras que las manejadas por el régimen (todas las del país, en verdad), y sólo por la noche o con antenas especiales era posible sintonizar radios de otros puntos de Europa. En el dial sólo estaban indicadas las emisoras locales, y a partir de las primeras acciones bélicas en 1938 se prohibió escuchar toda emisión de fronteras afuera. “Piense en esto –decía un papel pegado a los receptores al momento de su venta–: escuchar emisoras extranjeras es un crimen contra la seguridad nacional y contra nuestro pueblo. Es una orden del Führer, y su no cumplimiento será castigado con prisión y trabajos forzados”. En los territorios ocupados durante la guerra, el simple hecho de escuchar radio –cualquiera– podía ser penado con la muerte.

Goebbels tenía claro que la radio era el medio más apto para llevar el mensaje unívoco del gobierno nazi. También lo era el cine, pero producirlo resultaba más caro y demoraba más tiempo. La inmediatez para llevar la palabra de Hitler –todos sus discursos eran transmitidos por radio en cadena– a los hogares alemanes potenciaba la intensidad de la palabra. El alto precio de los receptores limitaba el acceso y se habían creado por ello numerosos clubes de radioescuchas que se reunían ante un mismo aparato, pero la gente quería uno en su casa y el régimen se lo proveería. Desde 1938, el gobierno intensificó la agresiva campaña de ventas y ordenó a fabricantes de otras marcas, como Siemens y Telefunken, dar prioridad a la producción de la VE301 y la DKE.

Contenido y continente. Resuelto el tema del medio, Goebbels metió mano directamente en el mensaje. La programación se fue reestructurando para que nadie hablara de nada que contradijera la palabra oficial y para que cada nota musical, cada sonido, fueran consecuentes con las ideas y la praxis del partido nazi. Se transmitían no sólo los discursos del Führer sino también los de los máximos líderes del partido y del gobierno. Había charlas sobre nacionalsocialismo destinadas al público en general y otras para segmentos específicos, como las amas de casa y los obreros. Paulatinamente primero y de manera acelerada más tarde, la música clásica y popular alemanas fueron desplazando –hasta hacerla desaparecer– a las de otras latitudes. El jazz fue eliminado por “negroide y decadente” y los compositores de origen judío quedaron fuera de toda difusión. Para reforzar la idea de llevar un receptor de radio a cada hogar, el aparato de propaganda nazi dedicó importante presupuesto a publicitar masivamente –en medios gráficos, en el cine y en la vía pública– la Radio del Pueblo. Un anuncio reproducido en diarios, revistas y afiches mostraba una VE301 en medio de una multitud, con la leyenda “Toda Alemania escucha al Führer con la Volksempfänger”.

El medio fue también esencial fuera del territorio alemán. Ejemplo de ello fue su empleo para ganar voluntades en Saar, un territorio que quedó bajo jurisdicción francesa al concluir la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y en el que se celebraría un referéndum en 1935 para que sus habitantes decidieran si querían seguir como franceses, volver a ser alemanes u optar por la independencia. Desde fines de 1934, el aparato de Goebbels saturó Saar con más de mil programas radiales, y en tres meses logró que el territorio volviera a Alemania. Años más tarde, la misma estrategia se aplicaría en Checoslovaquia, en Polonia y en Austria, aunque con un aditamento: además de propaganda positiva de seducción, se difundirían textos amenazantes.

Todo termina al fin. La población alemana no tenía acceso a otra voz que no fuera la oficial, y esto se hizo más patente durante la guerra. Tanto, que la audiencia se hartó de la uniformidad –y de las proclamas e informes triunfalistas– y comenzó a dejar de escuchar radio. Goebbels ordenó entonces que al menos el 70% de la programación estuviera dedicada a la música ligera. En abril de 1945, cuando los aliados rodeaban Berlín y Hitler se refugiaba en su búnker subterráneo, Radio Berlín, emitiendo desde las ruinas, informaba que Alemania estaba a punto de ganar la batalla de la capital. El 20 de abril, día del cumpleaños 56 del Führer, el propio Goebbels proclamaba a la audiencia que el curso de la guerra estaba girando a favor de los nazis. Diez días después, Hitler y la mujer con la que se había casado horas antes, se suicidaban.

A las nueve y media de la noche del 1º de mayo, los alemanes se enteraron por Radio Hamburgo que todo terminaba, con el mismo tono marcial y la misma línea mentirosa que le había impuesto Goebbels: tras interrumpir la programación para dar “una grave e importante noticia”, se escucharon fragmentos de ópera de Wagner y algunos acordes de la Séptima sinfonía de Bruckner, para dar lugar a una voz sonora: “Nuestro Führer, Adolf Hitler, luchando hasta el último aliento contra el bolchevismo, cayó por Alemania esta tarde (había sido la tarde anterior), en su cuartel general de la Cancillería del Reich”.

Era el final del régimen nazi y también de la Volksempfänger, que dejó de producirse de inmediato, aunque tantos eran los aparatos en actividad que le dieron a un ingeniero eléctrico sin dinero llamado Max Grundig la oportunidad de poner en marcha un emprendimiento propio: arreglar y vender los receptores creados para todos los alemanes. Se hizo rico y más tarde, con marca propia, famoso.

Un decálogo con yapa

Once ítems resumen el sistema propagandístico que Joseph Goebbels aplicó desde bastante antes de su gestión al frente del Ministerio de Propaganda del Tercer Reich y hasta el fin de la guerra. El más conocido es aquel que sintetiza la frase “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.

1. Principio de simplificación del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.

2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

3. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.”

4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

5. Principio de la vulgarización. “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión, escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.”

6. Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas.” De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.

7. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público estará ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

8. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.

9. Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

10. Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

11. Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que piensa “como todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad.

© Escrito por Julio Petraca y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 16 de Junio de 2011.

Un radioescucha de un clásico hogar alemán de la época del régimen nazi se dispone a escuchar la "Radio del Pueblo". Foto: Cedoc

"La radio para todos los niveles", expresa el afiche. Foto: Cedoc

Década del 30. Una ama de casa de alemana sintoniza la radio de Hitler. Foto: Cedoc

La propaganda comunicaba imágenes como está: una clásica familia alemana en una ilustración de época, mientras escuchaban la radio alemana. Foto: Cedoc

Adolf Hitler frente a miles de soldados de régimen. El 29 de octubre de 1938, cientos de receptores DKE serían distribuidos como homenaje al 41º cumpleaños del ministro de Propaganda. Foto: Cedoc

La radio alemana VE301 fue lanzada a 76 Reichsmarks (RM) un precio más accesible que el de sus competidoras en un mercado con creciente intervención del Estado y ascendente compromiso de las grandes empresas con el régimen. Foto: Cedoc

En el dial sólo estaban indicadas las emisoras locales, y a partir de las primeras acciones bélicas en 1938 se prohibió escuchar toda emisión de fronteras afuera. Foto: Cedoc

"Toda Alemania escucha al Führer con la Radio del Pueblo", reza el afiche propagandística. Foto: Cedoc

Plegaria Furiosa para las Madres Abuelas… De Alguna Manera...

Plegaria Furiosa para las Madres Abuelas…

Octubre se nos quedó atrás. Y nosotros muy entretenidos, excitados, como es costumbre anual, por el anuncio de los premios Nobel. Nunca terminamos de cicatrizar la frustración porque no lo consiguió una y otra vez y otra vez tampoco el sumo ciego, don Borges.

Este año, nos dijimos nuevamente: “A ver si ligamos”. Porque no hay caso, nos gusta, demasiado, ser campeones mundiales. ((Digámoslo bajito pero no dejemos de decirlo: aquí, el que no es campeón mundial de algo, es un pelotudo.))

Sigamos: el esperado Nobel de literatura no fue para Gelman, nuestro hondo Juan. El muy esperado Nobel de la Paz no fue para las Abuelas de Plaza de Mayo. Otra vez será o no. Gelman, poeta como es, seguirá crepitando, destripando palabras para que las palabras digan algo más.

Y nuestras porfiadas Madres Abuelas no le aflojaron, no le aflojan, no le aflojarán. Ya consiguieron devolverle la identidad a 102 seres que fueron robados al nacer por aquella dictadura que primero, tortura mediante, violaba las vidas. No le era suficiente. Después violaba las muertes, negando la identidad de la sepultura. No le era suficiente. Finalmente, además, como yapa atroz, afanaba criaturas de cuajo, arrancadas en el umbral del vientre.

Quedan por encontrarse alrededor de 400 secuestrados en su identidad. La no otorgamiento del Nobel a las Madres Abuelas, es una anécdota, un mero detalle comparado con el descubrimiento que ellas vienen haciendo, de cada identidad. Porque cada una es un parto, un nacimiento.

Estas mujeres prodigiosas nos vienen enseñando la ciencia de la paciencia. Enseñando que la paciencia es lo contrario de la resignación. Enseñando que la tan basureada memoria no es retroceso, porque semilla el futuro.

Tienen, ellas, el mejor optimismo, el optimismo de la memoria. Entonces, si me permiten, ¡al carajo con el premio Nobel!

Y ya mismo descorcho y propongo brindis. Brindo por las Madres Abuelas que fueron la última cornisa de la dignidad en una sociedad, en su promedio, indiferente y digestiva. Brindemos con el luminoso vino oscuro, con agua, con lo que haya: ¡Salud! ¡Huija!

Para acompañar el brindis retomo una plegaria al revés, de intemperie, que me nació como posdata de mi libro Madre Argentina hay una sola (Sudamericana, 1999)


Permiso, Memoria. Permiso, Conciencia.
¿Qué sería de nosotros si Ellas, las Madres Abuelas, no existieran?
¿Qué quedaría de nosotros si Ellas no hubieran salido
a alumbrar la más eterna de las noches?
¿Qué sería de nosotros? ¿Qué?
¿Estaríamos de pie? ¿Estaríamos en cuatro patas?¿Estaríamos?

– Ellas nacieron para semillar semillas.
Ellas nacieron para resucitar lo desaparecido.
Ellas gritan con el alarido y gritan con el silencio.
Pueden desentenderse del hambre y del frío y del dolor.
Supieron, ellas, convertir a la intemperie en abrigo
y a la desgracia en linterna.

– Fueron la única la luz que atravesó aquella demasiada noche
impuesta por los dueños de la vida y de la muerte.
Ellas se tutean con el milagro
pero no esperan que caiga del cielo.
Una de dos: lo hacen o lo hacen, al milagro.

– Si el diablo mete la cola, no importa:
ellas siguen adonde iban.
Si Dios no baja, no importa:
ellas llegarán donde querían.
Ellas van, siempre van:
van cuando van y van cuando regresan.
Van hacia adelante, aunque giren:
ellas son la memoria del círculo.

– Ellas, al miedo, lo dejaron sin uñas sin dientes sin aliento.
Pueden, ellas, mirar la oscuridad sin un temblor,
y pueden mirarlo al sol sin bajarle la mirada.
Tenaces, porfiadas, tercas,
ellas son el templo andante
del último resto de locura que le queda al mundo.

– Salen, ellas, a sacudir a los que se esconden
en la abstinencia, en la distracción,
en el borrón y cuenta nueva.

– Salen, ellas,
a darle vuelta los bolsillos a la muerte.

– No necesitan brújula, ¡para eso sus corazones!
– No necesitan sol, ¡para eso sus corazones!
– No necesitan luz ni luna, ¡para eso sus corazones!
– No necesitan escudos, ¡para eso sus corazones!
– No necesitan pensar, ¡para eso sus corazones!
– No necesitan armas, ¡para eso sus corazones!

– Salen, ellas, a cara descubierta,
a buscar una arena en el desierto.
Y la lluvia les baja por pómulos hombros pechos vientres piernas.
Y el sol les seca pómulos hombros pechos vientres piernas.
Y tienen, ellas, olor a sí mismas.

– Pobrecitas y colosales, ellas.
– Desguarnecidas y huracanadas, ellas.
– Impacientes pero con cuánta paciencia, ellas.

– Llegado el caso
pueden voltear la pared y correr de lugar la pirámide
y más todavía:
pueden deletrear el desierto arena por arena
hasta encontrar la sílaba,
el rostro de la arenita que buscaban.
Y cuando la encuentran a su arenita
dicen hija mía, hijo mío,
y nada más dicen,
ya están abrazándose.

Camino se hace al andar, conciencia se hace al girar.
Si es rueda la Vida, rueda por ellas,
por sus corazones con paciencia.

– Así fue. Así es. Así será.
Pero, ¿por qué, por qué
ni de noche a ellas se les apaga el sol?

– Porque saben, ellas, pensar con el instinto.
Porque tienen, ellas, el optimismo de la memoria.
Porque ¡ya basta de acusar a la piedra, de la pedrada!

– Porque cuando llegue el momento de rajarle el vientre al Apocalipsis
(ese momento llegará, llegará…),
ellas, justamente ellas, serán las que hagan profundo el tajo.
No les temblará el pulso.
Y después del tajo, ellas, desde muy adentro,
le arrancarán una aurora,
al Apocalipsis.

– Entonces, acunarán al nuevo día,
le arrimarán el pezón y le darán de mamar.
Y la Vida no tendrá más remedio que continuar,
¡por ellas, las del vientre!
¡por ellas, esposas de la Vida!
¡por ellas, mujeres de la Vida!

Permiso, Memoria. Permiso, Conciencia.
¿Qué quedaría de nosotros si Ellas, las Madres Abuelas,
no hubieran existido?
¿Qué quedaría de nosotros si Ellas no hubieran salido
a alumbrar la más eterna de las noches?
¿Qué hubiera sido de nosotros? ¿Qué?
¿Estaríamos de pie? ¿Estaríamos en cuatro patas? ¿Estaríamos?

– Sin ellas, los puntos cardinales
no serían cuatro, ni tres, ni dos, ni uno, ni nada.
Sin ellas, esta olvidadiza patria idolatrada,
sería un definitivo agujero con forma de mapa.
Sin ellas, de tanto tocar y tocar y tocar fondo
¡hubiéramos desfondado el abismo!!!

© Escrito por Rodolfo Braceli y publicado en http://lateclaene.blogspot.com el martes 9 de Noviembre de 2010.

Link: http://www.rodolfobraceli.com.ar/

Pobres Madres... Pobres Abuelas... De Alguna Manera...

Pobres Madres, pobres Abuelas...

Inauguración del Jardín de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo en París. En la foto de izquierda a derecha: la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo Estela B. de Carlotto, la presidenta de la Argentina Cristina Fernández de Kirchner, el alcalde de París.

Los pañuelos no se manchan... Aunque es abuso del uso de los Derechos Humanos lo hizo...

Daba pena ver la imagen de Hebe de Bonafini sentada en una camioneta, con la mirada perdida mientras su custodia la tenía que resguardar de los obreros de la Fundación Madres de Plaza de Mayo que reclamaban cobrar sueldos impagos. Más tristeza daba la cara demudada de otras Madres de Plaza de Mayo más viejitas, indefensas y débiles que Hebe, que sí no dejaban de mirar a los obreros que les protestaban. Patética fue una de las pocas respuestas de Hebe cuando dijo: “Vayan a cobrarle a Schoklender”, y reveladora de su problema paranoico cuando les preguntó a sus obreros: “¿A ustedes quién los manda?”. Esa frase quizás encierre la clave para entender la combinación de exceso y déficit con el que ha venido actuando públicamente desde hace años. Una capacidad de juicio trastornada por el dolor y un sentimiento de persecución permanente del que el Gobierno se aprovechó.

Que en las recientes elecciones por cada votante de Cabandié haya habido tres por el rabino Bergman (de estilo Figureti y original cercanía con Neustadt), me volvió a recordar el único encuentro que tuve con Cabandié. Viene a cuento porque quizá su propio fracaso electoral tenga alguna relación con el abuso del relato, y en el abuso por las mentiras adheridas que se relacionan con mi cruce con él.

Estaba parado junto a Estela de Carlotto al terminar la entrega de una distinción en la Legislatura donde ambos habíamos sido oradores y Cabandié, que imagino se había acercado para saludar a Carlotto, me reclamó por haber escrito criticando el uso político de las Madres. Todavía 6, 7, 8 no existía, pero su espíritu estaba latente en esa forma de miopía. Los periodistas que nos animamos a criticar desde el principio el uso de los derechos humanos, porque habíamos sido víctimas de la dictadura o militantes de los derechos humanos, como Magdalena y Lanata, padecimos luego en los medios oficiales el estigma de lo opuesto.

Poco después tuve que entrevistar a Schoklender y durante las casi tres horas que duran esos reportajes choqué nuevamente con otra perturbación del juicio en la que alguna forma de dolor tampoco debía estar exenta. Pregunté y volví a preguntar cuáles podían ser las ventajas competitivas que tendrían las Madres de Plaza de Mayo para dedicarse a construir viviendas y los riesgos que implicaba exponer a las Madres a las lógicas del funcionamiento del mercado, con obligaciones económicas que exigen una experiencia de la que carecían. No hacía falta ser un especialista en gestión para darse cuenta de que las Madres no estaban preparadas para convertirse de la noche a la mañana en uno de los mayores empleadores del país. Y Schoklender podía ser listo para sus propios fines, pero carecía de los conocimientos necesarios para desarrollar una burocracia que administrase tantos recursos.

Por entonces, antes de la crisis de la 125, todavía Estela de Carlotto mantenía una distancia del Gobierno que preservaba a las Abuelas de Plaza de Mayo de los avatares de la política. Pero tan pronto el kirchnerismo decidió iniciar su Guerra Santa contra Clarín, Estela de Carlotto ya no pudo mantener una posición independiente y, obligada a aliarse a uno u otro bando, no le quedó más alternativa que convertirse en incondicional del Gobierno y asumir un discurso beligerante contra Clarín y su dueña, que dejaba pocas dudas sobre su condición de apropiadora.

Tal era la convicción del Gobierno en su cruzada que era lógico suponer que contaba con informaciones de los servicios de inteligencia que garantizaban que Marcela y Felipe Noble fueran hijos de desaparecidos. Ver ahora que los estudios genéticos confirman lo contrario, mínimamente obliga a analizar si el Gobierno está plagado de locos que no sólo mienten sin pudor, sino que además se creen sus propias mentiras.

Los especialistas en dinámica de grupos acuñaron conceptos como “interfantasía”, lo “imaginario grupal” o “la fantasía inconsciente colectiva”, que quizá puedan ser útiles para comprender cómo el relato kirchnerista se expande sobre sí mismo retroalimentándose continuamente.

Al tratar de mantener vivo el pasado con fines electorales, terminaron sustentando la memoria sólo sobre cicatrices y pagaron el precio de fugarse del sentido. No se trataría entonces de un Gobierno integrado por fríos sujetos de cálculo que miden sus pasos para maximizar sus beneficios o, como señala el título del libro de Beatriz Sarlo, La astucia y el cálculo, sino de creyentes autosugestionados que no alcanzan a separar los gatos de su relato de las liebres de la realidad.

Enrique Pichon-Rivière, el más reconocido especialista en el funcionamiento de los grupos humanos, decía que un paciente está mejor cuando puede descubrir que el portero del edificio de al lado no lo mira con odio, o torcido, sino que es bizco.

Nadie nace loco. Hay grandes otros con poder enfermante. En el estudio del funcionamiento de los grupos se sostiene que la patologización de un miembro del grupo da estabilidad y homeostasis a todos los demás. Es la figura del chivo expiatorio que Schoklender tan bien vendría a encarnar, pero que cada vez se hace menos sostenible como única explicación. El ya inverosímil “vayan a cobrarle a Schoklender” de Hebe de Bonafini a sus obreros.

El gran relato que daba pertenencia se está consumiendo junto al prestigio de las Madres de Plaza de Mayo y, en menor medida, de Abuelas. El Gobierno precisa un cambio de repertorio. Con una economía desbordante y sin grandes opositores puede no ser difícil que lo encuentre. Lo triste es que en su ambición manchó los pañuelos blancos.

Los libros de ciencias políticas sobre acciones colectivas y política contenciosa explican que si a los movimientos sociales se los institucionaliza para darles recursos materiales que los mantengan en el tiempo independientemente de su originario fin de su lucha, dejan de ser movimientos sociales y pasan a integrarse a la política. Desde cierta perspectiva, en lugar de evolucionar, involucionan.

Lo mismo sucede con el periodismo. Más allá del resultado positivo para Clarín de los ADN de sus herederos, no dejan de ser criticables todas las dilaciones que sus abogados produjeron mientras creían que podrían ser hijos de desaparecidos o del motivo que haya justificado su radical cambio de estrategia.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 17 de Junio de 2011.

Niños desaparecidos... La jueza entregadora… De Alguna Manera...

La jueza entregadora…

Los tribunales de Lomas de Zamora fueron allanados y la Justicia analiza más de mil expedientes de menores que fueron a parar a hogares o familias adoptivas entre 1976 y 1983.

“Señoras, sobre mi cadáver van a obtener la tenencia de esos niños”, cuentan las Abuelas de Plaza de Mayo que les advirtió la jueza de Lomas de Zamora, Marta Delia Pons, cuando en pleno terrorismo de Estado buscaban a sus nietos, hijos de sus hijos desaparecidos. Pons falleció hace más de diez años, pero su juzgado siguió siendo territorio infranqueable en las investigaciones sobre la apropiación de hijos de desaparecidos, igual que muchos otros tribunales de menores, a pesar de las sospechas sobre su papel esencial en la entrega en guarda de chicos nacidos en cautiverio y arrancados de los brazos de sus padres. Ese disfraz de legalidad que tuvo el plan sistemático de robo de niños empieza a desmoronarse.

El emblemático juzgado de Lomas fue allanado dos semanas atrás. De sus oficinas y dos depósitos ubicados en otros edificios, los abogados de Abuelas y un equipo de la fiscalía de Alberto Gentili pudieron rescatar más de mil expedientes dudosos de menores que fueron a parar a hogares o familias adoptivas entre 1976 y 1983 sin que mediara investigación alguna para rastrear a sus familias. El procedimiento pudo realizarse después de muchas resistencias y obstáculos originados en el propio tribunal, que impedían saber siquiera adónde estaban las causas.

Las sospechas sobre el ex juzgado de Pons tienen su génesis en comentarios que la propia magistrada les hacía a las Abuelas en pleno terrorismo de Estado. “Personalmente estoy convencida de que sus hijos eran terroristas. Para mí, terrorista es sinónimo de asesino. Y a los asesinos no pienso devolverles los hijos. Porque no sería justo hacerlo. Porque no sabrían criarlos y porque no tienen derecho tampoco a criarlos”, es una frase que le dijo a una abuela, publicada en el libro Botín de guerra, de Julio E. Nosiglia. Con el correr de los años, se sumó la corroboración de seis casos de menores cuyos padres habían sido secuestrados, a quienes la jueza envió a hogares e institutos.

“Pons directamente los internaba en lugar de buscar a la familia, que es la obligación de todo juez de menores. O si los familiares se presentaban buscando a los niños, ella ponía escollos. Presumimos que si investigamos los expedientes de su juzgado podríamos encontrar a algunos de los 400 chicos que aún no fueron restituidos”, explicó a Página/12 Luciano Hazan, abogado de Abuelas. “También pediremos que se investigue al ex juez Raúl Donadío, que estuvo a cargo del juzgado hasta hace dos meses”, anunció.

La historia de los hijos de Julio Ramírez y la denuncia que ellos mismos harían años más tarde fue la que abrió la puerta para que hoy se estén analizando todos los expedientes que pasaron por el juzgado de Pons. Los chicos (de dos, cuatro y cinco años) fueron llevados al hogar Belén, en Banfield, por orden de la jueza, que los hizo internar como “NN” después de que su madre, Vicenta Orrego, fuera secuestrada en marzo de 1977. El padre estaba preso a disposición del Poder Ejecutivo. La pareja que manejaba el hogar (Manuel Maciel y Dominga Vera de Maciel) les puso a los niños su apellido. Su papá reclamó desde la cárcel que los entregaran a su hermana, Lucila, pero Pons se lo negó.

Estuvieron hasta 1983 en el hogar, donde –relataron ante la Justicia– fueron sometidos a abusos sexuales, físicos y psíquicos constantes por parte de Manuel Maciel y de dos militares apodados “Flaco Darío” y “Gordo Marcelo”. Ese año, con un fallo de la Corte Suprema, fueron restituidos a su papá, con quien se fueron a vivir a Suecia. Su mamá está desaparecida. El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) advirtió que Pons mandó a internar a los chicos como NN “a pesar de que conocía sus datos filiatorios” y sus decisiones implicaron “la negación de sus lazos afectivos con su familia biológica” y su complicidad con “el ocultamiento a los menores de su verdadera identidad”.

La causa penal por la sustracción y la supresión de la identidad de los Ramírez no llegó demasiado lejos hasta ahora. Manuel Maciel murió y los militares no fueron identificados. Pero el juez Daniel Rafecas dio pie para que se investigue el papel del tribunal de menores de Pons en el plan sistemático de apropiación de hijos de desaparecidos. Rafecas fue el primero en toparse con escollos de parte de los herederos del juzgado de Pons. Rara vez contestaron sus pedidos de documentación y expedientes.

Ahora, la investigación está a cargo del juez federal Carlos Alberto Ferreiro Pella y delegada en la fiscalía de Gentili, con el impulso de Abuelas. Pons falleció en 1999, aunque al frente del tribunal ya había quedado en los ochenta Donadío, quien había sido asesor de menores en la misma jurisdicción durante la última dictadura. Desde la segunda mitad del año pasado la fiscalía notificó en buenos términos el pedido de todos los libros y expedientes de entrega en guarda y adopción correspondientes al período del terrorismo de Estado.

Las respuestas, relataron allegados a la pesquisa, han sido desde el silencio absoluto hasta excusas como que son causas que no están digitalizadas, lo cual es una obviedad, tratándose de papeles de hace más de treinta años con mínimas chances de estar en buen estado. El intríngulis para dar con los expedientes se destrabó llamativamente después de la renuncia de Donadío, quien se jubiló. Fueron incautadas más de mil carpetas, que están en la fiscalía. Ahora viene la tarea fina de analizar una por una y cruzar datos con casos sospechosos.

© Escrito por Irina Hauser y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 17 de Junio de 2011.