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miércoles, 20 de marzo de 2013

Despechados... De Alguna Manera...


Despechados...


Tras el ruido y las humaredas, los hechos. Esos hechos se atrincheran en palabras. Esas palabras no son vanas ni vacías. Expresan, como es habitual, la emoción primordial del gobierno de la Argentina, que desde 2003 a hoy vive sumergido bajo un manantial de despecho y enojo. La elección de Jorge Bergoglio como nuevo papa no escapó al guión de hierro del Gobierno y sus seguidores: enojados, molestos, irritados, les acontece lo que siempre caracteriza a los despechados: no son capaces de contener ni de maquillar sus contratiempos.

Para el libreto que abarrota a la Argentina desde el comienzo del siglo XXI, el papa Francisco es, por lo menos, un fastidio importante. Ellos han santificado desde el ejercicio del poder la supremacía de la dialéctica bélica y se han cansado de elogiar las supuestas bondades de la confrontación permanente. ¿Cómo sería buena para ellos una noticia que no sólo traslada el eje autorreferencial de los actuales gobernantes, sino que deposita esta nueva centralidad en un hombre y en una institución que, al menos actualmente, predican convergencia versus divergencia, acuerdo en vez de desacuerdo, armonías en desmedro de crispaciones?

En muchas ocasiones del pasado, la Iglesia Católica ha sido una estructura de poder abroquelada en la intolerancia, la crueldad y el privilegio. Siglos después de consolidarse como religión primordial de Europa, el cristianismo se despeñó en la barbarie nefasta de la Inquisición y esposó el funesto cargo de deicidio para con los judíos. Fueron tiempos oscuros y de complicidad con poderosos intereses terrenales. A medida que pasaba el tiempo, la alianza entre jerarquía y poder secular era más evidente. Pero todo cambia. ¿Hay algo más retrógrado que postular la inexistencia de los cambios?

En el último medio siglo, desde Juan XXIII, la Iglesia dio varios aunque zigzagueantes pasos hacia una positiva evolución. Juan Pablo II se abocó a la empresa de aventar y superar la herencia del comunismo en Europa. La historia fue coherente con ese propósito y desde 1980 el imperio soviético, con sus muros de concreto y sus cortinas de hierro, se sumergió en un ocaso irreversible. No hace falta ninguna sabiduría especial para advertir que los legítimos apetitos espirituales y libertarios, a los que se abocaba ese cristianismo recargado de Karol Wojtyla, fueron atendidos.

En la Argentina, la áspera reacción oficial para con el ascenso del papa Francisco se explica. Nada exaspera e irrita más al Gobierno que la activa existencia de sensibilidades y movilizaciones sociales autónomas del colosal poder de este Estado colonizado, reacio a compartir el escenario de la realidad con nada ni con nadie que no se le someta. En este punto, Bergoglio era un “competidor” y un incordio, espina clavada en las huestes oficialistas, incapaces de darse cuenta de que ni la propia Cristina Kirchner tuvo la valentía de avalar la despenalización del aborto.

Bergoglio es un obispo septuagenario que no simpatiza nada con rupturistas reclamos culturales de época formulados por diversos sectores. El problema es que, siendo adversario ideológico de esas reivindicaciones que el dogma por él profesado no admite, es igualmente un pastor sensible y, sobre todo, muy enérgico en el combate a la pobreza, la desigualdad y los crímenes sociales más perversos, como la trata de personas y el tráfico de drogas.

Convertir a Bergoglio en “cómplice” de la dictadura que se instaló en el país hace treinta y siete años es la confesión de un cinismo político todo terreno. Así procede la misma prole airada que acepta sin vacilar el currículum neoliberal de Amado Boudou, cuya (¿ex?) novia, la aguerrida militante revolucionaria Agustina Kämpfer, tuiteó que el papa Francisco era un argentino “al mando de una institución que encubrió y encubre el abuso sexual de curas a miles de niños en todo el mundo. Y bueno”.

Los crímenes cometidos por sacerdotes católicos en todo el mundo son horribles e inaceptables. Imputar por ellos a toda la Iglesia como institución es una escandalosa manipulación de aliento pequeño. En todo caso, debe decirse que si Bergoglio no hubiese sido decisivo en el fuerte compromiso para con sus curas villeros en las barriadas más castigadas por la indemne pobreza argentina, el tratamiento oficial hubiese sido mucho más benévolo con él. La hostia a Videla nunca existió, pero igualmente un cura da la comunión a quien lo pida y no tiene autoridad para negársela a nadie. Hasta los judíos lo sabemos.

El despecho motoriza la gélida y taciturna impotencia oficial. Podrá discutirse largamente sobre celibato, anticoncepción, casamiento homosexual y aborto, pero en las fauces del Gobierno estos argumentos “progresistas” son especiosos y oblicuos, esencialmente hipócritas. No es eso lo que molesta en la Casa Rosada. El despecho proviene de dos cuestiones determinantes. La más importante es que, tras diez años de soliviantar artificialmente las confrontaciones, al punto de haber convertido “la pelea” en una religión, se les aparece un vecino de Flores e hincha de San Lorenzo que predica el acuerdo y descarta la descalificación. No vivía en El Calafate ni en Puerto Madero, tampoco se movilizaba en helicóptero, sino que viajaba en subte y colectivo; Satanás hecho Papa. A este cura tradicionalista y prudente lo angustia la pobreza y su vida respira austeridad. Corta la figura de un perfecto destituyente. Por eso el despecho oficial, emoción tóxica que tal vez preanuncie el advenimiento de otra época en la Argentina.

© Escrito por Pepe Eliaschev el domingo 17/03/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



viernes, 15 de marzo de 2013

Francisco I... De Alguna Manera...


El argentino Bergoglio es el nuevo Papa y se llamará Francisco I…

Jorge Bergoglio es el nuevo Papa Francisco I

La Iglesia Católica comienza una nueva era bajo el liderazgo del arzobispo de Buenos Aires. "Soy uno de los cardenales que vino del fin del mundo pero estamos aquí".

Finalmente la Iglesia conoce al sucesor de Benedicto XVI. El nuevo Papa, recién anunciado, es el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio. "Soy uno de los cardenales que vino del fin del mundo", expresó.

El cardenal protodiácono, el francés Jean Louis Tauran, proclamó desde el balcón de la Basílica de San Pedro la famosa frase en latín "Anuntio vobis gaudium, habemus Papam" ("Os anuncio una gran alegría, tenemos Papa"), con la que reveló al mundo el nombre del 266º sumo pontífice ante 1.200 millones de católicos.

Nacido en 1936, el sacerdote argentino era uno de los principales pilares en las negociaciones para elegir al reemplazante de Benedicto XVI. Enfrentado con el Gobierno nacional desde hace años, Bergoglio era uno de los principales candidatos para suceder, en su momento, a Juan Pablo II. Finalmente, su momento para liderar la Iglesia católica llegó hoy,

Bergoglio fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina hasta 2011, año en que fue reemplazado por el arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo.

Se asomó luego para impartir su primera bendición "urbi et orbi" ("a la ciudad y al mundo") vestido por primera vez con la sotana blanca papal.

“Comenzamos este camino con el pueblo, un camino de fraternidad y amor”, expresó, luego de las primeras oraciones en el balcón desde donde se presentó a los fieles.

“Rezamos por todo el mundo, por una gran fraternidad”, continuó.

“Que este camino que comienza hoy sea fructífero”, deseó Bergoglio, conocido en adelante como Francisco.

Durante la hora que separó su elección de su presentación pasó por la llamada "Sala de las lágrimas", donde los elegidos suelen llorar allí en relativa intimidad, ante la magnitud de la responsabilidad que acaban de asumir.

Con esta elección concluyen cuatro semanas inéditas en la historia moderna de la Iglesia después de la renuncia inesperada de Benedicto XVI, alegando "falta de fuerzas", un hecho sin precedentes en los últimos siete siglos.

El nuevo pontífice también tendrá que responder a los escándalos que estallaron durante el último pontificado, como el de los abusos sexuales a menores o el caso "VatiLeaks" de filtración de documentos confidenciales del pontífice que terminó por revelar una trama de abuso de poder en la Curia, el gobierno central del Vaticano.

A estos problemas, se suma una pérdida de influencia de la Iglesia debido a la disminución de fieles y a las críticas de una parte de los católicos por hacer oídos sordos a la evolución del mundo moderno en temas como el papel de la mujer en la Iglesia y la sexualidad.

Los 115 cardenales, de 51 países de los cinco continentes, entraron en cónclave el martes. Según la constitución apostólica, debían permanecer recluidos hasta que un candidato obtuviera dos tercios de los votos, en este caso 77.

© Publicado el miércoles 15/03/2012 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Las fotos: 













Trascendió también que, tras su histórica aparición desde el balcón del Vaticano, el Papa Francisco rechazó ser trasladado a la residencia vaticana de Santa Marta en un auto oficial y llegó hasta allí en el autobús que compartió con el resto de los cardenales. 











El papa Francisco en la recepción de la residencia Domus Internationalis Pauls IV, pagando su noche de estancia antes del cónclave. (EFE)















El Papa Francisco mantuvo una audiencia con periodistas de todo el mundo, llamó la atención que siga usando sus viejos zapatos, en lugar de los púrpuras tradicionales en los Papas. (Reuter)


















Una multitud acompañó el primer Angelus del Papa Francisco en la Plaza de San Pedro en el Vaticano. (AFP)