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sábado, 24 de enero de 2015

Porquerías… De Alguna Manera...

Porquerías…


Pocos hechos reflejan mejor nuestro grado de descomposición institucional como el caso AMIA. Más allá del atentado en sí (hubo otros tanto o más salvajes en el mundo antes y después), su investigación se convirtió en un océano venenoso, que salpicó y salpica con distintos tonos a todos los que se involucraron. Y si algo le faltaba era la muerte de Nisman.

En las primeras horas tras la aparición del cuerpo sin vida del fiscal, se señaló que la novedad, políticamente hablando, impactaba casi exclusivamente en el Gobierno (http://e.perfil.com/muerteycerteza). Fuera suicidio o asesinato, el final de Nisman afectaba al kirchnerismo, epicentro de la que sería la última acusación del fiscal especial.

Aturdido por el golpe, el Gobierno intentó salir del paso con la doctrina del suicidio, que resultaba más digerible que la idea de que quedara instalado que el oficialismo había promovido ese final. Con claroscuros, la Presidenta abrazó esa lógica en su primera carta facebookiana. Otros dirigentes y adláteres, como siempre en estos casos, la hicieron propia con furia militonta.

La voltereta fue obvia, decidida el miércoles a la noche en Olivos –en un encuentro con Cristina donde al menos participaron Carlos Zannini y Oscar Parrilli– y típicamente K: no hay mejor defensa que un buen ataque. El “nos tiraron un muerto” era más potable que el resto de las alternativas, concluyeron algo tardíamente. Importaba poco la contradicción, lo dicho.

En ese paso, había que encontrar un responsable. El recientemente desplazado Jaime Stiuso caía como anillo al dedo, por sus más que estrechos vínculos con Nisman y la llamada pista iraní. Tampoco interesaba mucho otro aspecto contradictorio de esta película. Hasta ayer nomás, Stiuso fue el jefe de los espías más poderoso desde el retorno democrático, con un peso alimentado también (pero no sólo) por los Kirchner. Ahora es el enemigo público número uno y Cristina aspira a verlo preso.

Para ello, ya comenzaron a moverse algunos resortes pseudojurídicos, por llamarlos de alguna manera, que inquietan a actuales y ex funcionarios defendidos legalmente en no pocas causas por el “stiusismo”. La Cámpora fue corrida de esta ofensiva, donde abundarán los carpetazos entrecruzados. “Estamos jugados”, habría dicho CFK en esa noche de miércoles movida de Olivos. Allí habría planteado un argumento extra para sostener la ofensiva: “Quién le va a creer al ‘asesino’ de Nisman si dice que tengo una cuenta en el exterior”.

A este chiquero de porquerías se suman, como viene ocurriendo desde hace un tiempo, sectores judiciales, políticos y mediáticos que se rigen más por sus deseos e intereses que por avanzar hacia la transparencia.

Nisman se ha convertido en otro capítulo de esta guerra patética, que acaso no termine siquiera el 10 de diciembre. Ya se sabe: en cualquier guerra, la primera víctima simbólica es la verdad.

© Escrito por Javier Calvo el sábado 24/01/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

jueves, 22 de enero de 2015

Cristina puso en duda el suicidio del fiscal Nisman... De Alguna Manera...

“La acusación de Nisman constituye un verdadero escándalo político y jurídico”…


Cristina puso en duda el suicidio del fiscal Nisman: "Lo usaron vivo y después lo necesitaban muerto. Así de triste y terrible".

A través de Facebook, bajo el título "AMIA y la denuncia del Fiscal Nisman. Los espías que no eran espías. Los interrogantes que se convierten en certeza.

El suicidio (que estoy convencida) no fue suicidio", la presidenta de la Nación, Cristina Kirchner, advirtió que en el caso del fiscal de la causa AMIA "no sólo hay estupor e interrogantes, sino que además una historia demasiado larga, demasiado pesada, demasiado dura, y por sobre todas las cosas, muy sórdida".

"Repito -continúa la mandataria-, curiosa y sugestivamente se intenta convertir, 21 años más tarde, en encubridores, por tratar de que se le pueda tomar declaración a los imputados iraníes mediante un Tratado Internacional aprobado por Ley del Congreso.

Pero creo que lo más importante es advertir que se intenta hacer con el juicio de encubrimiento lo que se hizo con el juicio principal 21 años atrás: desviar, mentir, tapar, confundir." "Hoy más que nunca -agrega-, no se debe permitir que una vez más se intente hacer con el juicio de encubrimiento lo que ya se hizo con la causa principal.

Porque se descubrirá a los autores del atentado cuando se sepa quiénes los encubrieron.

Porque los delitos no tienen razones, sólo tienen móviles, y en Argentina todavía debemos explicar lo más obvio y simple."

© Escrito por Cristina Fernández de Kirchner el jueves 22/01/2015 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


martes, 20 de enero de 2015

¿Estamos en el límite?... De Alguna Manera...

¿Estamos en el límite?...


La muerte de Nisman expone, una vez más, el rostro del fracaso argentino.

La noticia conmocionó al país. La muerte del fiscal Alberto Nisman es una tragedia en el plano personal; además cayó como una bomba para toda la Argentina. No es necesario prejuzgar sobre las causas de esa muerte para concluir que este nuevo capítulo de la saga AMIA desnuda uno de los núcleos más complicados de nuestra sociedad, esa irreductible capacidad de impedir siempre la resolución de los problemas. La muerte de Nisman expone, una vez más, el rostro del fracaso argentino. El caso AMIA en sí mismo es un exponente de ese fracaso.

Es habitual en situaciones como éstas preguntarse quién gana y quién pierde. Ante todo, perdemos todos los argentinos. Perdemos por vernos superados por los hechos, perdemos por no poder esclarecer lo que nos sucede, perdemos porque la sociedad toda pierde confianza en sí misma, perdemos porque el mundo nos pierde confianza.

En el cortísimo plazo, el gobierno posiblemente pague un precio; en verdad, este gobierno, ducho en fabricar errores no forzados, ha hecho de Irán una fuente inagotable de problemas para sí mismo, desaprovechando la oportunidad de capitalizar políticamente la falta de resultados de los gobiernos que lo precedieron en el esclarecimiento del atentado contra la AMIA. Pero este posible balance de cortísimo plazo, principalmente electoral, dependerá de la habilidad con que tanto el gobierno como los dirigentes opositores respondan a este nuevo desafío. Ni unos ni otros pueden darse el lujo de esperar para informarse más acerca de las expectativas de la gente; deben producir respuestas y es difícil anticipar cuáles resultarán acertadas y cuáles no.

Hoy podemos conjeturar, a tientas, que esas expectativas sociales oscilan entre el desconcierto, la indignación y el temor. Esta no es una historia como las de la mafia siciliana, que por horribles que resulten terminan diluyéndose en las aguas más complejas y diversas de la vida; esto está más cerca -o al menos así lo parece hoy- al crimen de Aldo Moro o el de John Kennedy, hechos que sacuden violentamente a un país y ponen en evidencia la oscura trama de los entretelones de la política.

Muchas voces de periodistas, de políticos y de gente de la calle eligen repartir culpas y decretar sentencias apresuradamente. Esperable y comprensible, pero inconducente. También hay muchas otras voces más serenas -tanto desde el oficialismo como desde la oposición- que abogan por blanquear por lo menos todo lo que ya se sabe y no ha sido transparentado en el caso AMIA y piden la continuidad de la investigación en condiciones razonables de no interferencia política.

¿Estamos en el límite?

Por lo menos, estamos ante una oportunidad para reaccionar. Esperar que a partir de la muerte de Alberto Nisman se abra una nueva etapa política en el país suena a mucho pedir. Pero un pasito en esa dirección es ni más ni menos lo que millones de argentinos están esperando.

© Escrito por Manuel Mora y Araujo, Sociólogo, el lunes 19/01/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.