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domingo, 2 de febrero de 2020

Murió la abuela de Plaza de Mayo, Berta Shubaroff, a los 92 años…

Murió la abuela de Plaza de Mayo, Berta Shubaroff, a los 92 años…

Murió a los 92 años la abuela de Plaza de Mayo, Berta Shubaroff.
 
La ex esposa del poeta Juan Gelman pudo encontrar a su nieta, Macarena Gelman, en el año 2000. Sus restos serán velados en la Legislatura Porteña.

© Publicado el sábado 01/02/2020 en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en la República de los Argentinos.


La integrante de Abuelas de Plaza de Mayo, Berta Shubaroff, falleció este sábado 1 de febrero a los 92 años y sus restos serán velados la Legislatura Porteña. La ex esposa del poeta Juan Gelman logró recuperar en el año 2000 a Macarena, la nieta de ambos.

El funeral comenzará este sábado a las 19 y se extenderá hasta las 24, y mañana seguirá entre las 8 y 10, en tanto que sus restos serán cremados en el cementerio de Boulogne.

"Gracias a la lucha colectiva que abrazó desde el día que la dictadura comenzó a perseguir a su familia, Berta pudo abrazar a su nieta, Macarena Gelman en el año 2000. Fue una compañera entrañable que en cada reunión sabía desplegar la dosis justa de calidez y alegría para apaciguar el dolor de cada una de nuestras historias", indicó el comunicado de la emblemática entidad defensora de los derechos humanos.

Berta buscó a su nieta desde el día que se llevaron a su nuera Claudia García Iruretagoyena, embarazada de siete meses y medio, y a su hijo Marcelo Gelman, hijo de Juan Gelman.

En sus primeras búsquedas, Shubaroff se reunió con las Madres de Plaza de Mayo, pero antes de lo esperado debió partir a España donde estaba su ex marido y su hija Nora.

En el exterior continuó sus indagaciones, y al regresar a la Argentina se reunió con las Abuelas de Plaza de Mayo, que buscaban a sus nietos y nietas.

Su consuegra, María Eugenia Casinelli había sido una de las 12 fundadoras de Abuelas, y Berta “supo convertir odio y dolor, en amor y esperanza y así trabajó para encontrar a su nieta y a los de todas”, sostiene el texto difundido por la entidad.

“Su hija Nora la acompañó en cada momento. En el 2000 la hija de Claudia y Marcelo fue localizada en Uruguay, víctima del plan Cóndor al que también respondió la dictadura argentina. Macarena pudo conocer a su familia, compartir momentos con sus abuelos, su tía Nora y su primo Jorge”, repasa el texto de Abuelas.


Por su parte, el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti se refirió a este fallecimiento con un mensaje en las redes sociales, y le envió un “abrazo” a la familia de Shubaroff, y consideró que “siempre” será homenajeada con “lucha por más Memoria Verdad y Justicia”.

¡Hoy recibimos la triste noticia, nos dejó Berta Schubaroff Abuela de Plaza de Mayo. ¡Por suerte ella sí pudo abrazar a su nieta!

Siempre la voy a recordar por su alegría y cariño. Abrazo a su familia y siempre la vamos a homenajear luchando por más ¡Memoria Verdad y Justicia!

“Hoy recibimos la triste noticia, nos dejo Berta Schubaroff Abuela de Plaza de Mayo. Por suerte ella si pudo abrazar a su nieta! Siempre la voy a recordar por su alegría y cariño”, remarcó el funcionario.

ED/EA




lunes, 23 de septiembre de 2019

Fútbol y Derechos Humanos… @dealgunamanera...

Fútbol y Derechos Humanos…


Nahuel Guzmán es uno de los futbolistas más comprometidos con los derechos humanos. Su nombre aparece siempre asociado al de Claudio Morresi, ex futbolista y ex secretario de Deportes durante el kirchnerismo entre el 2004 y el 2014. Morresi, hermano de Norberto, acribillado a balazos por un comando militar durante la última dictadura, es hijo de Julio, un emblemático padre de Plaza de Mayo y por eso mostró su compromiso con los organismos desde los tiempos que asomaba en la primera de Huracán. Cuando dejó de jugar su militancia cobró otra dimensión.

© Escrito por Juan José Panno el lunes 23/09/2019 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Miembro de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, Morresi fue un activo propulsor de fotos y solicitadas de futbolistas de clubes y de la selección nacional reclamando por la restitución de los nietos de las Abuelas de Plaza de Mayo. 

Morresi fue el creador del espacio de Deporte y Derechos Humanos de la Ex ESMA en el que se recuerda muy especialmente a todos los deportistas desaparecidos durante la dictadura entre quienes se cuentan el delantero Carlos Rivada y el arquero Antonio Piovoso, ambos futbolistas de Huracán de Tres Arroyos. 

Morresi fue el nexo entre las Abuelas y muchos destacados jugadores como Diego Maradona, Lionel Messi y Enzo Francescoli, entre muchos otros que se fotografiaron con ellas para llamar la atención sobre su lucha.

Ángel Cappa, que en su juventud tuvo una militancia política comprometida, también se reconoció muchas veces admirador de la lucha de las Madres y las Abuelas. Cuando dirigía a Huracán, en el 2009, fue a visitar el predio de la Ex ESMA junto con Mario Bolatti, Carlos Arano y Paolo Goltz, en representación del plantel.

Kurt Lutman, ex jugador de Newell’s, es otro de los que se anotan en primera fila cuando se trata de manifestarse públicamente en favor de los derechos humanos, como el caso de la desaparición y asesinato de Santiago Maldonado. Lutman, autor de los libros El agua y el pez y Semillas para barriletes, escribió un hermoso cuento recordando el caso de Mauro Amato.

En pleno gobierno de Bussi en Tucumán, Amato, que jugaba en Atlético hizo un gol contra Godoy Cruz, se levantó una remera y mostró la inscripción que en los medios locales causó sorpresa. 

Inspirado en ese hecho Lutman escribió un hermoso cuento ubicando la escena en un partido entre Atlético Tucumán y San Martín. Pero lo que no cambió fue la descripción de la remera: cuatro pañuelos blancos sobre fondo negro y la frase "Aguanten las Madres".



lunes, 26 de agosto de 2019

Murió Chicha Mariani, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo… @dealgunamanera

Murió Chicha Mariani, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo…

Chicha Mariani tenía 94 años (NA)

Tenía 94 años. Falleció sin poder encontrar a su nieta, Clara Anahí. María Isabel Chicha Chorobik de Mariani murió este lunes a los 94 años. La fundadora y segunda presidenta de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo estaba internada desde el  11 de agosto tras sufrir un ACV.

© Publicado el  martes 20/08/2019 por el Diario Digital de Noticias Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Mariani fundó en 1996 la Asociación Anahí, en homenaje a su nieta, Clara Anahí Mariani, que el 12 de este mes hubiera cumplido 42 años.

Chicha Mariani tenía 94 años (NA)

Quizás lo más triste de la noticia es que Chicha falleció sin poder conocer a su nieta, apropiada por la dictadura militar con apenas tres meses de vida. Clara Anahí desapareció tras el ataque a la casa de La Plata en la que vivía con sus padres, Daniel Mariani y Diana Teruggi, ambos militantes de Montoneros, asesinados durante esos días.

Fue en 1977 que junto a Alicia Licha Zubasnabar de la Cuadra, decidieron crear una organización de abuelas buscando a sus nietos desaparecidos, la que sería conocida como Abuelas de Plaza de Mayo.

Clara Anahí Mariani (NA)

Comenzó buscando sola a Clara Anahí en cuarteles, comisarías, juzgados, convirtiéndose en una de las referentes más importantes de la causa de Abuelas. En 2007 la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires reconoció a Chicha con un diploma de honor por su tarea a favor de los derechos humanos.

El 11 de agosto pasado Chicha había sufrido un ACV que derivó en su  internación. Su estado de salud fue de carácter estrictamente reservado, hasta que este lunes, tras nueve días sin noticias, se conoció su fallecimiento.


domingo, 16 de junio de 2019

#Nieto130 con una búsqueda increíble y una pregunta: ¿vos sos Javi?... @dealgunamanera...

#Nieto130 con una búsqueda increíble y una pregunta: ¿vos sos Javi?


Abuelas de Plaza de Mayo anunció la restitución de Javier Matías Darroux Mijalchuk, el nieto 130. Tiene 41 años y es hijo de Elena Mijalchuk y Juan Manuel Darroux, desaparecidos en diciembre de 1977. Lo habían secuestrado junto a su mamá, quien además estaba embarazada de dos meses.  Su tío realizó la primera denuncia en 1999, mientras Javier Matías se acercaba a la filial de Abuelas en Córdoba. En 2016 les comunicaron lo que habían esperado toda la vida. “Los invito a tomar coraje, a acercarse a Abuelas. La restitución de mi identidad es una caricia al alma”, alentó Javier Matías a quienes tengan dudas sobre su identidad. “Si tengo que sintetizarlo es el abrazo con mi tío después de 40 años”. El tío, el otro protagonista, resaltó que aún tienen dos familiares desaparecidos: “No es mi propósito desmerecer esta celebración pero hoy también es un día de duelo. No olvidemos las cosas que hacían los genocidas”.

© Publicado el Jueves 13/06/2019 por La Vaca Org. (Revista Mu) de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Roberto Mijalchuk mantuvo toda su vida el mismo número de teléfono a la espera de ese llamado que le cambiara la vida. Dejó ese mismo contacto la primera vez que se acercó a Abuelas de Plaza de Mayo, en 1999, cuando se decidió a denunciar la desaparición de su hermana, Elena Mijalchuk, de su cuñado, Juan Manuel Darroux, y de su sobrino, Javier Matías Darroux Mijalchuk, en diciembre de 1977. Sabía en carne viva que un desaparecido no es “una entidad”, alguien que “no está, ni vivo ni muerto”, como escuchó de boca del genocida Jorge Rafael Videla el día que se le revolvieron las entrañas, sino alguien que vuelve todos los días. “Hasta en las boletas que entraban debajo de la puerta de casa y que uno pensaba que podían venir de mi hermana, de cualquier parte del mundo, de donde esté”, dice.

Su búsqueda comenzó a los 19 años, pero el teléfono sonó finalmente en 2016. Atendió. Era la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), que le comunicó lo que toda su vida había esperado.

Hoy Roberto tiene 60 años.

Está en la sede de Abuelas de Plaza de Mayo, veinte años después de dejar su teléfono.

Y a su lado está su sobrino, Javier Matías, el mismo al que llamó y le preguntó, con total respeto:

-Hola, ¿vos sos Javi?

Lo que sigue es el abrazo 130 de una historia de memoria, lucha y amor.

Javier Matías al lado de su tío, Roberto, que sostiene una foto de su hermana Elena, desaparecida en 1977. Foto: Martina Perosa.

Tomar coraje

-¿Es un hermoso día, verdad?

Estela de Carlotto sonríe de amor a una sala llena de abrazos. Afuera, paró de llover. “Y ya está saliendo el sol”, dice la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo en una sala repleta, mientras acaricia la mano de un hombre de pelo largo y barba. Lo mira. Le sostiene la mirada. La misma que Roberto, su tío, le sostiene ahora después de  41 años de búsqueda. Y Estela, sin dejarle la mano ni de sonreirle, anuncia:

-Es el nieto 130. Pero tiene nombre: es Javier Matías.

Javier Matías Darroux Mijalchuk es hijo de Elena Mijalchuk y Juan Manuel Darroux, ambos detenidos y desaparecidos en diciembre de 1977. Nació el 5 de agosto de 1977, tiene 41 años y agradece, antes que a nadie, a su tío Roberto, sentado a su lado.

“Nunca bajó los brazos ni perdió la esperanza de encontrarnos con vida. Mantuvo siempre su mismo número de teléfono a la espera del llamado que siempre esperó”. También agradece a su compañera, Vani, y a dos amigos que lo animaron a acercarse a Abuelas a dejar una muestra de ADN. “Siempre respondía que tenía la certeza de que mis padres podrían haber sido desaparecidos, pero que estaba bien en quién era”.

La Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Taty Almeida, presente en la conferencia. Foto: Martina Perosa.

Pero en 2006 –dice- lo pensó mejor. “Entendí el egoísmo de mi postura. Porque si no era importante para mí, tenía que ser conciente que del otro lado podría estar buscándome un tío, un hermano, una abuela”. Y tomó una decisión. “Vani y mis amigos tenían razón: había un tío buscándome hace 40 años”.

Javier Matías y Roberto se miran.

Se sonríen.

Se abrazan.

Javier Matías dice: “Los invito a tomar coraje. A acercarse. La restitución de mi identidad es una caricia al alma. Si tengo que sintetizarlo es el abrazo con mi tío después de 40 años. Sí: Abuelas son abrazos”.

La historia

Juan Manuel y Elena se conocieron en la Universidad de Morón. Él había trabajado en la Prefectura Naval Argentina durante poco más de cuatro años, y en 1969 entró a la Universidad, donde trabajó en tareas administrativas hasta mayo de 1975. Ella estudiaba para Contadora Pública.

Se pusieron de novios. La familia de Elena se opuso en un primer momento por la diferencia de edad: él era más grande.

Finalmente, se mudaron para Capital. Elena terminó la carrera a fines de 1976. Ocho meses después nació su primer hijo, en el Hospital Alemán de CABA. A Elena le gustaba Matías, pero le agregaron Javier para que tuviera las mismas iniciales que su padre. La pareja se mudó a Caseros con la familia Mijalchuk.

Al poco tiempo, Elena volvió a quedar embarazada.

Javier Matías besa y abraza a la presidenta de Abuelas, Estela de Carlotto. Foto: Martina Perosa.

Lo último que la familia supo sobre Juan Manuel fue a través de sus primos Luis Molina y Domingo Carmelo Graziadio, a comienzos de diciembre de 1977. Durante el anuncio, Estela leyó el comunicado oficial de Abuelas para precisar nombres y ubicaciones, a los fines de obtener más información:

·     “Se habían encontrado con él en un bodegón en la localidad de Valentín Alsina, ubicado en Rucci y Viamonte, donde se solían reunir. Luego Juan Manuel le pidió a su primo Domingo que lo acercara hasta Paraná y Panamericana, zona norte del conurbano. Domingo lo dejó allí pero como lo notaba preocupado volvió a pasar y vio cómo su primo discutía acaloradamente con cuatro hombres que lo subieron a una Chevy azul metalizada. Fue la última vez que lo vio”.

Elena recibió una llamada hacia fines de ese mismo año. También una carta en la que Juan Manuel le indicaba que el 26 de diciembre debía encontrarse con unos compañeros en Capital Federal.

Lee Estela:

·      “En la víspera, Día de Navidad, Elena mostró la carta a sus padres y les pidió que la acercaran con su bebé al lugar. Al día siguiente, tal lo convenido, llevaron a Elena y al pequeño Javier Matías a la cita, en Pampa entre Lugones y Avenida Figueroa Alcorta, en Núñez. Esa fue la última vez que los vieron”.

Elena estaba embarazada de dos meses. 


Foto: Martina Perosa.

El encuentro

Las familias Mijalchuk y Darroux pidieron a fines de los ´80 la presunción de fallecimiento en la Justicia. Sin embargo, en mayo de 1999 Roberto denunció la desaparición de su hermana embarazada, su cuñado y su sobrino. Allí dejó el número de teléfono de línea que nunca dio de baja. De a poco, las familias fueron incorporando sus muestras al Banco Nacional de Datos Genéticos, mientras Abuelas solicitaba las exhumaciones de familiares fallecidos para completar la información genética. El detalle es importante para entender el trabajo que hay detrás de este abrazo: la última muestra que se sumó fue la de la abuela paterna, que permitió la identificación de Javier Matías. Por su parte, la CONADI continuaba la investigación de las causas de la desaparición de Elena y Juan Manuel.

Javier Matías se acercó a la filial de Abuelas Córdoba con dudas sobre su identidad. Siempre supo que no era hijo de las personas que lo criaron. Estela precisa:

·      “Su expediente de adopción consignaba que había sido encontrado por una mujer la noche del 27 de diciembre de 1977. Fue en la intersección de Ramallo y Grecia, a tres cuadras de la ESMA, cerca de donde esa misma madrugada Elena Mijalchuk fue vista con su bebé por última vez”.

Foto: Martina Perosa.

El bebé se crió en la Ciudad de Buenos Aires. De joven, se mudó a Córdoba Capital en 1999. Allí inició su búsqueda. Casualmente el mismo año en el que su tío, Roberto, denunció su desaparición.  En 2016, el Banco informó que su perfil coincidía con el la familia Darroux Mijalchuk.

El abrazo estaba a punto de sellarse. La demora en su divulgación se debió a que la CONADI derivó el caso a la Unidad Fiscal Especializada para Casos de Apropiación de Niños para investigar qué pasó con sus padres, que envió la causa a la justicia federal, ya que no había información. Hasta hoy se siguen recabando datos y testimonios. Javier Matías tomó la decisión de hacerlo público con las precisiones del comunicado, para saber si algún compañero o amigo de sus padres, puede aportar algún dato nuevo. “Tengo la necesidad de difusión pública para poder reconstruir este rompecabezas”, dice.

Javier Matías inició así otra búsqueda: saber qué pasó con su hermano o su hermana.

El abrazo

“Hace 43 años comenzó nuestra búsqueda”, dice Roberto. “Yo tenía 18 cuando recorría las oficinas de Abuelas y de todos los organismos. Presencié el Juicio a las Juntas, donde sentenciaron el Nunca Más al genocidio y a la desintegración sistemática de la sociedad”. Cuenta que siempre tuvo esperanzas de encontrar a su hermana y a su cuñado con vida, pero que, lentamente, las esperanzas se les fueron desvaneciendo. Pero aclara: “Nunca perdí las esperanzas con Javier Matías”.

Por eso, recuerda la nefasta expresión del genocida Jorge Rafael Videla, cuando dijo: “Si reapareciera tendría un tratamiento X, y si la desaparición se convirtiera en certeza de su fallecimiento tendría un tratamiento Z. Pero mientras sea desaparecido no puede tener ningún tratamiento especial, es una incógnita, es un desaparecido, no tiene entidad, no está, ni muerto ni vivo, está desaparecido”.

Roberto se presenta como profesor universitario de Matemática y Física. “Conozco de variables, de X y Z, pero entre ellas falta otra letra: la Y. Esa era Javier Matías. Él no era una incógnita. La incógnita era lo que habían hecho con él y dónde estaba. Por eso, ese señor hipócrita tuvo un error de formulación”.

Javier Matías cuenta que lo tuvieron que buscar para contarle la noticia porque los datos de contacto que había dejado no eran vigentes: se había mudado de Córdoba Capital a Capilla del Monte. El 25 de octubre de 2016 se acercó a Abuelas y allí le abrieron un sobre con los estudios genéticos: “Me decían que habían encontrado a mi familia y que tenía un tío que me buscaba hacía 40 años”.

Le dieron un teléfono para que lo llame, ese mismo que Roberto nunca cambió. A su vez, a Roberto también le habían pasado el número de Javier Matías, pero le recomendaron que esperara el llamado de su sobrino y así respetar el tiempo que llevara el proceso de su nueva identidad. 

Javier Matías y su tío, Roberto, juntos después de 40 años de búsqueda. Foto: Martina Perosa.

“Pero yo no podía”, cuenta Javier Matías. “Entonces me terminó llamando él”.

Se abrazan otra vez.

Roberto sonríe. Y cuenta que después de tanta espera, de tanto dolor, no pudo aguantar más.

Llamó.

-Hola, ¿se encuentra Javi?

Del otro lado lo había atendido Vani, la compañera de su sobrino, que respondió:

-¿Quién es Javi?

Lo que sigue es el abrazo 130 de una historia de memoria, lucha y amor que, como a Javi, nos acaricia el alma.

Ahora y siempre.




martes, 21 de agosto de 2018

Murió Chicha Mariani, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo.... @dealgunamanera...

María Isabel Chorobik de Mariani. Q.E.P.D.


A los 94 años murió Chicha Mariani, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo. Donde esté, seguirá buscando a Clara Anahí.

Se convirtió en un símbolo de la lucha de la búsqueda de los niños robados por la dictadura. A su nieta la secuestraron cuando tenía tres meses durante un operativo en La Plata. Había sufrido un ACV.

A los 94 años y tras más de 40 de búsqueda incansable para encontrar a su nieta Clara Anahí, arrebatada por los genocidas de la última dictadura cívico militar, falleció en la ciudad de La Plata la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo María Isabel Chorobik de Mariani. Estaba internada desde hacía diez días tras haber sufrido un ACV. La despiden hoy desde las 7.30, en calle 7 entre 47 y 48.

Hasta el 24 de noviembre de 1976, Chicha, un sobrenombre que llevó desde siempre y que se volvió símbolo de la lucha por la búsqueda de los niños robados durante la dictadura, era docente de secundario. Desde esa noche, su vida cambió para siempre: en un megaoperativo de un centenar de represores del Ejército y la Policía Bonaerense fueron acribillados dentro de una casa ubicada en la calle 30 al 1116 de La Plata Diana Teruggi, la nuera de Chicha; y otros cuatro militantes de Montoneros. De esa casa y tras ese operativo la patota se llevó a Clara Anahí, de tan solo tres meses, con vida. Al padre de Clara Anahí e hijo de Chicha, Daniel Mariani, los genocidas lo encontraron y asesinaron en agosto de 1977. 

Para entonces, y después de recorrer instituciones y hospitales, de hacer averiguaciones de manera individual, Chicha comenzó a intentar ponerse en contacto con mujeres que estuvieran en su misma situación: sin saber el paradero de sus hijos ni de sus nietos. Supo de la incipiente existencia de Madres de Plaza de Mayo en donde encontró a Alicia “Licha” de la Cuadra. Junto a ella y diez más fundaron en noviembre de 1977 Abuelas de Plaza de Mayo. El organismo, que la tuvo como presidenta, se forjó al calor de la esperanza de localizar a los más de 400 bebés y niños robados en pleno terrorismo de Estado, objetivo con el que recorrieron el mundo en búsqueda de apoyo.

Dedicó una década a la constitución y fortalecimiento de Abuelas, que llevaban a cabo la búsqueda de los niños robados a pie y a pulmón: recorrían hogares y guarderías, hacían guardias en las casas de los posibles familias de apropiadores. Lideró los caminos que las Abuelas se abrieron hacia la posibilidad de poner la genética al servicio de la búsqueda. En 1989 dejó la institución pero no abandonó la lucha. Creó la Fundación Anahí, desde donde continuó andando con la esperanza siempre puesta en poder hallar a su nieta. Dedicó su vida a esa lucha, en la que estuvo acompañada por otras abuelas, como Elsa Pavón y Licha de la Cuadra, por jóvenes abogadas y abogados y militantes de derechos humanos de La Plata, sobre todo.

Convirtió la casa de la calle 30, cuya fachada continúa agujereada tal cual la dejaron los cazadores de la última dictadura, en museo y su propia casa en el núcleo de todas las actividades que tuvieran como objetivo central encontrar a Clara Anahí. Allí recibía cartas con información, así como correos electrónicos. Una vez anuladas las leyes de impunidad y comenzados los juicios de lesa humanidad no se cansó de exigirle a los genocidas enjuiciados que dijeran lo que sabían del paradero de su nieta. Que aportaran datos. Fue víctima en varias oportunidades de la saña con la que represor de la Bonaerense Miguel Osvaldo Etchecolatz –responsable del operativo en que su nieta fue secuestrada– sostuvo que sabía dónde estaba Clara Anahí, sin aportar un dato. “Tengo esperanzas de que va a aparecer, aunque yo no la vea”, dijo en una de las tantas entrevistas que ofreció a lo largo de su lucha.



viernes, 9 de marzo de 2018

El día en que Reynaldo Bignone recibió a Estela de Carlotto... @dealgunamanera...

El relato más crudo…

 Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Fotografía: Cedoc

El día en que Reynaldo Bignone recibió a Estela de Carlotto. En diciembre de 1977, la titular de Abuelas de Plaza de Mayo fue a pedirle al dictador que le devuelvan con vida a su hija.

© Publicado el miércoles 07/03/2018 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En diciembre de 1977, el recientemente fallecido exgeneral y dictador Reynaldo Bignone recibía a la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, quien le reclamaba que le devolvieran con vida a su hija embarazada de tres meses. La respuesta no sólo fue negativa, sino que incluyó frases como "hay que hacerlo", en alusión al asesinato de la joven militante de la Juventud Peronista.

Lo peor fue cinco días después, cuando le devolvieron el cuerpo a la familia Carlotto de Laura, la hija de Estela. "Fue para mostrar eso del honor", narró la titular de Abuelas en una entrevista con La Nación en 2006. En 2014, poco antes de encontrar a su nieto Guido, Estela recordó la reunión con el entonces secretario de la Junta Militar y último presidente de la dictadura más sangrienta.

“Él ya era secretario de la Junta Militar. Antes de verlo, me sometieron a terribles controles de seguridad. Me recibió en su despacho, a solas, con un arma sobre el escritorio, como ridícula ostentación de fuerza”. Carlotto, quien conocía a Bignone, afirmó en el juicio de La Cacha que el día en que la recibió "enseguida noté que ese hombre era otra persona, muy distinta a la que había conocido en Castelar. Era algo así como un loco suelto”. 

Le conté mi drama. Reaccionó descontroladamente”, continuó Carlotto ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal número 1 de La Plata. Luego, contó que Bignone le preguntó "señora, ¿en qué andaba su hija?”. “Fíjese, les hemos dicho que se entreguen voluntariamente y que les reducimos la pena y los ponemos, en esos casos, en cárceles especiales, que existen realmente. Yo le doy fe que existen… Pero no, no hay caso… Siguen y siguen”, le advirtió Bignone.

Tras la reunión, la presidenta del organismo de Derechos Humanos se fue sabiendo que lo peor podía pasar: “Yo le planteé que sólo le pedía que no me la mataran, que la pasaran a disposición del Poder Ejecutivo, que si había hecho algo… yo la iba a esperar, pero no me dio muchas esperanzas”.

En aquel encuentro de fines de 1977 con Carlotto, Bignone aludió a las diferencias entre las Fuerza Armadas argentinas y la persecución a los tupamaros uruguayos: “Nosotros no queremos que pase eso. Y entonces, ‘hay que hacerlo’”. Allí Carlotto tomó conciencia de que no volvería a ver a Laura. “Al decir ‘hay que hacerlo’ estaba diciendo una sola cosa: matarlos. Bueno, ahí me agarró la desesperación, cuando caí en la cuenta de las perspectivas reales que tenía Laurita por delante”, recordó la abuela de Ignacio Guido Montoya Carlotto.

"Esa conversación, más la experiencia vivida por mi marido -que veía cómo los mataban prácticamente al día siguiente del secuestro- me convencieron de que mi hija ya estaba muerta. Entonces le dije… 'Si ya la mataron, lo que quiero es que me devuelvan el cuerpo, porque quiero enterrarla cristianamente, para no volverme loca buscando en las tumbas NN”, relató Carlotto en el juicio de la Cacha. La respuesta de Bignone fue "deme más datos, cómo le decían, qué apodo de guerra tenía”.

Esa es la prueba evidente de que los mandos tenían toda la represión bajo su control… Salí de esa entrevista derrotada. Pero no lloré delante de Bignone, para nada. Ni le rogué, tampoco. Simplemente fui a pedir, con toda dignidad, por la vida de mi hija”.