Mostrando las entradas con la etiqueta Luis Ventura. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Luis Ventura. Mostrar todas las entradas

sábado, 27 de abril de 2013

Corrupción, mal menor... De Alguna Manera...

Corrupción, mal menor... 
 
 
En la segunda semana del caso Lázaro Báez, quienes defienden al Gobierno pasaron a su clásico contraataque ad hominem. Ahora Lanata sería culpable de consumir cocaína y yo de infidelidades mientras estuve casado. 
Comenzó el mismo domingo a la noche, cuando Luis Ventura anticipó en su canal lo que luego sería durante varios días tema de su programa Intrusos, donde junto a Jorge Rial me “atendieron” a mí, para concluir el jueves con la tapa de su revista Paparazzi, en la que atendieron a Lanata. 
Seguramente sólo por casualidad, el lunes frente al edificio de PERFIL, y justo en las paredes de la Secretaría de Comercio, se pegaron afiches –que también poblaron el microcentro– en los que, bajo el título “Este es el equipo que armó la cámara oculta”, aparecían en el medio Magnetto como manager y seis vedettes: Binner, Carrió y Buzzi de un lado, y Lanata, yo y Macri del otro (foto), en ese orden. 
Pero nada de eso es sustancial; el argumento ad hominem se utiliza siempre que se carece de una antítesis conceptual. Lo peligroso está en el argumento más pesado, y no introducido por esos agentes, sobre que la corrupción no es tan grave porque resulta ser el precio necesario para conseguir gente y sostener estructuras sin las cuales no se puede hacer política revisionista. Por eso, no habría que hacerle el juego a la derecha ni escandalizarse con la corrupción, que es un mal menor. Para ellos, lo importante es conseguir cambiar la matriz de poder para distribuir mejor la renta; la política requiere estar dispuesto a meterse en el barro y ensuciarse, y el republicanismo es hipócrita: defiende una ética de los medios que es una trampa, ya que es inferior frente a la ética superior de los fines. Esos kirchneristas dicen que prefieren el derecho natural (de los pobres) mientras los burgueses se quedan con el derecho procedimental para defender y mantener sus privilegios. 
Desgraciadamente, este discutible y primitivo utilitarismo no es sólo de los simpatizantes del Gobierno. Tiene su espejo en muchos de quienes hoy se oponen al Gobierno, pero mientras la economía generaba crecimiento y bienestar durante los primeros años del kirchnerismo, la corrupción tampoco era un problema importante para ellos y también la consideraban un mal menor. 
Los récords de treinta puntos de rating de Lanata el domingo pasado, diez veces más que los que obtenía en 2011 en un canal de noticias, no hablan sólo de la mejora de recursos con los que cuenta Lanata al trabajar dentro del Grupo Clarín, su mayor visibilidad y la mayor llegada de un canal abierto. Hablan también de un cambio de actitud de una parte significativa de los argentinos que hoy quiere creer lo que hasta hace dos años prefería ignorar. 
De la misma forma que los siempre oficialistas C5N y Radio 10 no pagaban un precio en audiencia por defender al Gobierno en 2011, a partir de este año el mismo González Oro, que durante más de una década lideró ampliamente su segmento, pierde frente a los dos programas de Radio Mitre con los que se superpone en horario. Y la misma insignificantización padece C5N, aunque –al ser menos dependiente de sus figuras– su caída es más progresiva.
El domingo pasado, PERFIL publicó una encuesta en la que el 70% de los consultados le cree a Lanata. Entre el 30% restante, porcentaje bastante similar al de los votantes más persistentes del kirchnerismo, se encuentran personas que saben que existe la corrupción pero prefieren creer –y alegrarse por ello– que Fariña verdaderamente le tendió una cama a Lanata con el fin de hacerle perder su credibilidad. Que el Gobierno urdió ese plan y que Fariña lo ejecutó también por dinero. 
Más allá de lo difícil de creer y la no valoración de otras pruebas que presentó Lanata, detrás de esa versión nuevamente emerge el desprecio por una ética de la acción. Por ejemplo: para hacerle pisar el palito a alguien que hoy tiene mucho poder de daño al Gobierno, en este caso Lanata, como en la guerra real es válido contratar a cualquier tipo de persona y llevar adelante cualquier engaño. Esta perspectiva significa concluir que la política es la continuación de la guerra por otros medios; invirtiendo el orden de la famosa frase de Clausewitz, convirtiendo lo extraordinario en ordinario: la guerra perpetua. 
Como una especie de sindicato antikantiano, ciertos kirchneristas se ríen (y así se justifican) de quienes pregonan que la bondad de los fines debería también probarse en la bondad de las prácticas cotidianas, porque –ampliado– es el mismo argumento de la “crisis moral” con la que tantas dictaduras justificaron sus golpes militares. 
Uno de los muchos daños que la dictadura y el menemismo nos dejaron fue dar argumentos a interpretaciones berretas sobre el conflicto entre la ética de las convicciones y la ética de la responsabilidad de Max Weber. Quienes así actúan no tienen convicciones ni tampoco son responsables.
© Escrito por Jorge Fontevecchia el viernes 26/04/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 

domingo, 21 de abril de 2013

América, Vila, Manzano y el Periodismo Rentado... De Alguna Manera...


La operación mediática del periodismo y la SIDE para salvar a Báez...


Las grietas quedaron expuestas. Fue después del Fariña-gate que desnudó Jorge Lanata y que involucró al siempre sospechado Lázaro Báez.

A partir de entonces, la locura mediática llegó a los lugares menos pensados. Por un lado, el grupo Clarín llevó la historia a una hipérbole de bombardeo de información insistente, como si se tratara de un tema relevante a los intereses de la sociedad.

Por el otro, puntuales periodistas a sueldo de la Secretaría de Inteligencia —ex SIDE— montaron una vergonzosa operación a efectos de “farandulizar” la denuncia efectuada por Lanata.

A esos efectos, se conjuraron Rolando Graña, Facundo Pastor, Gustavo Sylvestre y Mauro Viale. Luego se agregaron Jorge Rial y Luis Ventura. Casi todos, cobran interesantes salarios por parte del Dirección de Reunión Interior de la Secretaria de Inteligencia, Fernando Pocino.

Bajo un libreto armado por Carlos “Chino” Zannini, secretario de Legal y Técnica del kirchnerismo, todos siguieron al pie de la letra una actuación casi perfecta del plan oficial. “Casi”, sí; pero no perfecta.

El primer tópico que levantó sospechas fue el sintomático silencio que se dio durante todo el lunes pasado. El mutismo fue tal que ni siquiera los siempre activos blogueros K se dejaron ver ese día.

Al mismo tiempo, comenzaron los reservados contactos entre Zannini y Leonardo Fariña a efectos de pergeñar el culebrón que se vería 24 horas más tarde. No sería en cualquier canal, sino en América TV, perteneciente a los operadores Daniel Vila y José Luis Manzano. Ambos siempre sedientos de negocios con el Estado.

Luego llegaría uno de los momentos más vergonzosos para el periodismo vernáculo: la sorprendente defensa periodística de las figuras de Fariña y el financista Fernando Elaskar, ambos asesorados por otro oscuro personaje, el abogado Fernando Burlando.

El encargado del trabajo sucio fue Graña, por instrucciones directas y precisas de Zannini. Él fue el que “bajó línea” a los periodistas arriba mencionados para que avanzaran en el plan de “farandulización” de la investigación de Lanata y, al mismo tiempo, blanquear las figuras de Fariña y Elaskar.

La estrategia jamás tuvo que ver con la protección de estos últimos, sino con la necesidad de detener la curiosidad periodística —y judicial— sobre la figura de Lázaro Báez, quien a su vez puede llevar hasta los incómodos rastros de Néstor y Cristina Kirchner.

Todos, cada uno a su manera, actuaron su papel estelar en esta pieza. Eso sí, lo hicieron tan desprolijamente que hasta copiaron sus argumentos entre sí a la hora de desacreditar el informe de Lanata. La postal cruda de la operación llegó de la mano de Mauro Viale, quien no solo colaboró en la farandulización del caso, sino que además criticó al conductor de Periodismo Para Todos con duros e innecesarios calificativos. Toda una sobreactuación que nadie le había pedido en realidad.

Así fue, en resumidas cuentas, cómo se llevó adelante esta operación que se armó en plena Casa Rosada y que contó con la participación de periodistas de la talla de Graña, Pastor, Viale y Sylvestre. Un verdadero muestrario de lo que es el antiperiodismo.


No obstante ello, a pesar de todo lo ocurrido, la ciudadanía no le termina de creer a Fariña y menos aún a Elaskar. ¿Cómo dar fe a un cambio de discurso tan repentino y sugestivo de ambos personajes?

Más allá de la prueba concreta, la ciudadanía insiste en respaldar a Lanata y a creer que la corrupción dentro del oficialismo es un hecho.

Mañana, Periodismo para todos promete evidencia concisa sobre esta misma trama. Más allá de lo que se muestre, la sociedad ya ha dado su veredicto: Báez es culpable y la corrupción oficial es innegable.

No es poco.

© Escrito por Christian Sanz el sábado 20/04/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.