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jueves, 31 de enero de 2013

Carta Abierta a Cristina Fernández... De Alguna Manera...


Carta Abierta a Cristina Fernández

Represión y muerte de ciudadanos argentinos miembros del Pueblo Qom

 
Sra. Presidente de la Nación, Dra. Cristina Fernández

Sr. Ministro de Justicia y Derechos Humanos, Dr. Julio César Alak.

Sr. Presidente del INAI, Dr. Daniel Fernández

Viernes 18 de enero de 2013

Como es de público conocimiento, en los últimos tiempos se produjeron diversos hechos en los que resultaron muertos miembros del Pueblo Qom de las provincias de Chaco y Formosa, y que hasta hoy no han sido investigados satisfactoriamente.

Entre ellos, pueden citarse los casos de:

* Roberto López, muerto en la represión policial del 23 de noviembre de 2010 a la comunidad Potae Napocna Navogoh (La Primavera), Pcia. de Formosa.

* Mario López, dirigente pilagá de Colonia Alberdi y delegado del MoCaFor que se dirigía al día siguiente a expresar su solidaridad con Potae Napocna Navogoh, muerto tras ser atropellado por un policía.

* Alberto Galván, jornalero Qom perteneciente a la comunidad Paraje El Colchón, cercana a Villa Río Bermejito, Pcia. del Chaco, asesinado a tiros y arrojado a las pirañas el 21 de enero de 2011.

* Mártires López, dirigente de la Unión Campesina, muerto el 14 de junio de 2011 en circunstancias dudosas, luego de ser atropellado dos días antes por un vehículo mientras circulaba en su moto por la ruta en Libertador General San Martín, Pcia. del Chaco.

* Celestina Jara y su nieta Natalia Lila Coyipe de 11 meses, también miembros de Potae Napocna Navogoh, muertas el 10 de diciembre de 2012 tras ser atropelladas por un gendarme quien no sólo no las auxilió sino que junto con sus acompañantes golpeó a Ricardo Coyipe, dirigente Qom y esposo de Celestina, para impedir que, aun estando malherido, les prestara ayuda.

* Imer Flores, de 12 años, miembro de la comunidad Qompi Naqona’a de Villa Río Bermejito, Pcia. del Chaco, asesinado a golpes por una patota el 5 de enero de 2013.

* Daniel Asijak, 16 años, sobrino del qarashe Félix Díaz de La Primavera, muerto en circunstancias dudosas mientras circulaba por la ruta en su moto, el 9 de enero de 2013.

También resultaron víctimas de hechos violentos, siendo gravemente heridos aunque no fallecidos, el propio Félix Díaz, atropellado el 9 de agosto de 2012 por un vehículo 4 x 4 propiedad de la familia en conflicto con su comunidad; su hijo Abelardo Díaz a quien un grupo de matones intentó degollar el 28 de junio de 2012; Samuel Garcete, un hombre de 48 con 9 hijos, perteneciente a la misma comunidad de Formosa, quien aún no se repone de las graves heridas recibidas en la represión del 23/11/2010; en los últimos días (12 de enero de 2013) se conoció un nuevo ataque a otro joven, Gerardo Rodríguez, en el Paraje El Colchón, Villa Río Bermejito, Pcia. del Chaco y a Omar Ávalos, de la comunidad Potae Napocna Navogoh quien fue atacado por varios criollos en el pueblo Laguna Blanca de la Pcia. de Formosa.

Todos los fallecidos eran ciudadanos argentinos pertenecientes al Pueblo Qom y han muerto en circunstancias dudosas, o asesinados. Tres de estas personas eran niños: Natalia Lila de 11 meses, Daniel Asijak de 16 años e Imer Flores de 12 años.

A lo anterior deben sumarse las amenazas verbales y ataques permanentes que sufren los miembros de estas comunidades, la quema sistemática de sus documentos y pertenencias, y otras acciones destinadas a atemorizar y a potenciar la impunidad de los criminales. Hace tan sólo unas horas se conoció el ataque y las amenazas sufridas por Héctor Alonso, también miembro de Potae Napocna Navogoh.

En la mayoría de los casos se han visto involucrados miembros de las agencias de seguridad estatales, que debieran salvaguardar, no amenazar, la integridad de todos los argentinos.

Todos estos casos han sido denunciados y están o debieran estar siendo investigados por los organismos correspondientes. Sin embargo, la reacción de los respectivos estados provinciales y de la justicia ha sido dispar, evidenciando lamentablemente en muchos casos llamativa indiferencia o incluso negligencia respecto de los crímenes cometidos contra indígenas en sus respectivos territorios.

A pesar de que existe un organismo específico, el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), que debiera poder intervenir en los casos señalados, nos encontramos ante una escalada de violencia donde se exhibe la poca o nula capacidad de acción del Estado para arbitrar adecuadamente estos conflictos, violencias y abuso de derechos que hoy sufren estos Pueblos.

Sabemos que la violencia hacia el Pueblo Qom no es un fenómeno reciente. Luego de las conquistas militares en la región las comunidades originarias de las actuales provincias de Chaco y Formosa fueron confinadas en territorios escasos y reducidos, en los cuales la violencia no se detuvo, y que en algunos casos, además, fueron escenario de nuevas represiones y masacres, ya no en tiempos de “conquista” sino de “paz”, vinculadas a la extrema explotación laboral y a las alianzas entre propietarios, fuerzas armadas y sectores políticos (por ejemplo, las llamadas masacres de Napalpí 1924, Pampa del Indio 1933-4, El Zapallar 1935, La Bomba 1947, entre muchas otras que además de estar documentadas, son resguardadas en la historia oral de las comunidades).

Hoy los tiempos han cambiado y los Qom, como otros Pueblos Originarios, participan de muchos de los derechos de los ciudadanos argentinos, y se les reconocen derechos específicos en su calidad de Pueblos Indígenas (erróneamente llamados a veces minorías étnicas), como los de participación y consulta sobre los “intereses que los afecten”. Sin embargo, y a contramano de estos reconocimientos, las comunidades son constantemente presionadas para que abandonen los reducidos terrenos en los que fueron confinadas tras la conquista militar.

Y aquí es donde queremos llamar especialmente la atención de la Presidencia, ya que se trata de un problema de extensión nacional y que se ha venido incrementando dramáticamente en tiempos recientes: Todas las víctimas pertenecen a una región que se ha convertido en los últimos años en una renovada frontera de expansión económica principalmente para grandes grupos económicos ligados a los agronegocios, el petróleo y aunque en menor medida, el turismo. Muchas de ellas habían denunciado amenazas y abusos de la gendarmería nacional y distintos grupos armados, tanto policiales como parapoliciales. Los accidentes dudosos y los asesinatos han recrudecido en los últimos tres años, período en que las denuncias hechas por integrantes del Pueblo Qom se han hecho más visibles. Esto se debe a que los grupos armados que obedecen a empresarios y terratenientes actúan con impunidad, sin ser sometidos a investigación alguna y sin ser condenados por sus crímenes.

En todos estos casos, además, tanto los sobrevivientes de ataques similares como los familiares de las personas fallecidas señalan elementos de odio racial y xenofobia como una constante en el marco de estos ataques. Obvia decirlo, el odio racial no es un elemento aislado y propio de los victimarios, sino que es parte, lamentablemente, de un contexto que precede y posibilita tanto la ejecución de los crímenes como su impunidad.

La realidad de estas provincias que en estos días nos preocupa especialmente, tiene puntos en común con la de otras partes del país. Esto se debe a las condiciones que estructuraron las relaciones entre los Pueblos Originarios en todo el territorio, y la sociedad no indígena. Los Pueblos Indígenas poblaban el país originalmente y sufrieron todas las consecuencias negativas,  durante la conquista y luego con la colonización, que sufren aquellos que pierden las guerras territoriales. Durante el siglo veinte perdieron los últimos rincones de sus territorios y fueron obligados a sedentarizarse, o a vivir en colonias y reservas, en la mayoría de los casos obligados a vender su mano de obra en los ingenios azucareros, en las plantaciones de algodón o en las estancias de la Patagonia. En adelante, cobraron y cobran los peores salarios, sufrieron y sufren toda clase de injusticias, se morían y se mueren de enfermedades evitables como la tuberculosis, la leishmaniasis y las derivadas de la desnutrición, y han estado por décadas completamente arrojados al capricho de las patronales y sus mediadores.

Aún desde esta realidad estructural, los Pueblos Originarios compartieron con el resto de los argentinos muchas de sus luchas por la justicia. Hacia la década de 1970 surgieron agrupaciones políticas formadas por militantes indígenas, muchos de ellos integrados con partidos políticos y organizaciones sociales y sindicales de orientación popular, que además reivindicaban sus derechos culturales, económicos y sociales como indígenas. La dictadura cívico-militar golpeó y desarticuló parcialmente el movimiento indígena, que también luchaba por un mundo mejor, y varios de sus referentes fueron detenidos, desaparecidos y/o partieron al exilio. Hoy y desde el regreso de la democracia a nuestro país, reconocemos importantes avances, a tono con los foros internacionales, porque los Pueblos Indígenas resurgieron como nuevos sujetos de derechos humanos, entre los que se encuentran, reconocidos por la Constitución de nuestro país, el derecho a permanecer en sus territorios tradicionales con títulos legales y a gestionar los mismos bajo sus normas y costumbres. Vale además anotar que los Pueblos Indígenas no sólo son objeto de referencia de estos derechos sino que su palabra, a través de sus intelectuales, dirigentes políticos y líderes religiosos, enriquece, interpela y ayuda al resto de la ciudadanía a construir una sociedad mejor.

Sin embargo, en el norte de la Patagonia, los grupos económicos líderes, ligados a la explotación minera y petrolera, provocan de modo directo (por la violencia) e indirecto (por la contaminación del medio, la desocupación y la ruptura del entramado social) la expulsión de las familias del Pueblo Mapuche, que llevan una larga lucha sin haber sido escuchadas. Más aún, sus reclamos son sistemáticamente criminalizados, y son numerosos los dirigentes que en los últimos años –por dar el último caso, la comunidad Winkul Newen, cercanos a Zapala, el 28 de diciembre próximo pasado- vienen siendo detenidos y/o procesados, cada vez que se resisten a ser desalojados de sus campos. Es evidente que hoy, la principal respuesta que está dando el Estado a los reclamos indígenas por la defensa de sus tierras es la violencia y la represión, y estas comunidades, las más activas y organizadas políticamente, las que más luchan por la vigencia de sus derechos constitucionalmente reconocidos, pasan a vivir en peligro permanente.

Así, la comunidad de Chuschagasta en la Pcia. de Tucumán continúa esperando justicia por el alevoso asesinato de Javier Chocobar el 12 de octubre de 2009 a manos de un  terrateniente.

También aquellas comunidades indígenas que reclaman por sus territorios en forma conjunta con organizaciones campesinas, como sucede con aquellas nucleadas en el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) o el Movimiento Campesino de Formosa (MOCAFOR), son hostigadas y periódicamente sacrificadas ante el avance de la propiedad privada (el mencionado Mario López del MOCAFOR, en 2010; y en Santiago del Estero, Sandra Juárez, fallecida de un  paro cardíaco frente a las topadoras el 13 de marzo de 2010; Cristian Ferreyra, campesino lule-vilela de San Antonio, asesinado el 16 de noviembre de 2011 a los 23 años; y Miguel Galván, campesino lule-vilela apuñalado en Simbol, en septiembre de 2012, estos últimos por sicarios reconocidos).

Lamentablemente, como Ud. sabrá, la lista de casos y víctimas en los Pueblos Indígenas es larga y no se agota en lo que aquí presentamos. Las incursiones armadas de particulares y parapoliciales en sus territorios, con intenciones de amedrentamiento, así como los ataques sexuales a sus jóvenes, niñas y niños, son moneda corriente en todo el país. Por eso apelamos a usted, para que utilice los recursos materiales y políticos de su gobierno para frenar esta situación. Si los gobiernos provinciales no pueden sacudir estas estructuras, debe ser el Estado nacional el que realice el cambio necesario. Si en un país como el nuestro, poblado por decenas de Pueblos Indígenas que son parte de la ciudadanía, se permite que se los siga asesinando, o que aparezcan muertos en situaciones altamente sospechosas y no se ponen todas las herramientas posibles a favor de la verdad, queda claramente afectada la política de derechos humanos que la mayor parte de la sociedad saluda, apoya y acompaña.

Por todo esto, si bien no ignoramos la complejidad y antigüedad de la situación, reclamamos hoy al gobierno nacional y a los provinciales la implementación de medidas urgentes y decididas para:

- Utilizar todos los elementos a su alcance para que se haga justicia, en todos estos casos; incluyendo que se adopten medidas de reparación concreta y simbólica y que se garantice el trato debidamente respetuoso hacia sus dirigentes. La reparación debe partir del reconocimiento del genocidio histórico cometido contra los Pueblos Originarios, cuyas consecuencias se prolongan hasta nuestros días.

- Intervenir en la estructura sociopolítica y socioeconómica en la que se insertan las comunidades, dado que está comprobada la relación entre la promoción de los agronegocios, la explotación minera y petrolera, las concesiones inmobiliarias y turísticas, etc. y el incremento de la violencia contra los Pueblos Originarios. Frente a esto, existe legislación suficiente que dispone la consulta previa a estos Pueblos, a través de sus autoridades tradicionales, toda vez que se propongan planes de estas características que afecten sus territorios. El Gobierno nacional, así como los provinciales, tienen la responsabilidad de garantizar el cumplimiento de la Constitución así como del Convenio 169 de OIT, entre otros acuerdos internacionales a los que la Nación adhiere, como un paso inicial en la evitación de la violencia económica y social.

- Intervenir en el contexto social para disminuir las acciones y discursos racistas, especialmente en los medios de comunicación, en la formación de las fuerzas de seguridad y en las expresiones de los representantes políticos, pues es imperioso reemplazar las ideas de superioridad racial y limpieza étnica que todavía perviven, por una pedagogía respetuosa de los derechos humanos y la vida.

- Por último, es urgente y necesario que el Gobierno Nacional condene moral y públicamente estos hechos aberrantes, para que no se repitan NUNCA MÁS. Para comenzar a revertir la violencia histórica y garantizar, en el marco de un Estado pluricultural, una política de Derechos Humanos que asuma, en relación con los Pueblos Indígenas, su responsabilidad en la búsqueda permanente de verdad y justicia.

La saludamos respetuosamente,

Diana Lenton, DNI 17901607, antropóloga, Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena, Buenos Aires.
Diego Escolar, DNI 18053150, antropólogo, Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena, Mendoza.
Gabriela Nacach, DNI 22302241, antropóloga, Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena, Buenos Aires. 
Lorena Cardin, DNI  22.110.057, antropóloga, Universidad de Buenos Aires. Valeria Mapelman, DNI 21482309, documentalista, Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena, Buenos Aires.
Luciana Mignoli, DNI 27.147.941, periodista, Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena, Buenos Aires.
Marcelo Musante, DNI 23467808, sociólogo, Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena, Buenos Aires.
Mariana Gómez, DNI 28170891, antropóloga, CONICET, Buenos Aires.
Ana Vivaldi, DNI 25188169, antropóloga, Universidad Columbia Británica, Vancouver, Canadá.
Alexis Papazian, DNI 25791317, historiador, Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena, Buenos Aires.
Gerardo Raschcovsky, DNI 11154312, estudiante de antropología, Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena, Buenos Aires.
Darío Aranda, DNI 25905483, periodista, Buenos Aires.
Osvaldo Bayer, DNI 4031317, historiador y periodista, Buenos Aires.
Ramón Navarro, DNI 12646312, músico, Asambleas Ciudadanas Riojanas, La Rioja.
Jorge Omar Steimbach, DNI 4579198, contador, Izquierda Socialista, Buenos Aires.
Luis Piaggi, DNI 13235403, Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena, Buenos Aires.
Claudia Salomón Tarquini, DNI 22.676.405, historiadora, Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena, La Pampa.
Luciano D’Addario, DNI 27727575, historiador, Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena, Buenos Aires.
Nilo Cayuqueo, DNI 5516237, consultor en Desarrollo, Comisión Mapuche La Azotea, Los Toldos, Buenos Aires.
Florencia Roulet, DNI 14015409, historiadora, Buenos Aires, Ginebra, Suiza.
Ramón Minieri, DNI 5511376, escritor independiente, Departamento de Río Colorado, Río Negro.
Armando Aligia, DNI 11632231, físico, junta interna de ATE del Centro Atómico Bariloche, Río Negro.
Carlos Paz, DNI 22985982, historiador, FCH-UNCPBA, Tandil, Buenos Aires.
José Luis Pope, DNI 13988121, periodista, Trelew, Chubut.
María de los Ángeles Vivardo, DNI 20499490, docente y antropóloga, GCBA, Ciudad de Buenos Aires.
Marcelo Giraud, DNI 20112286, geógrafo, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza.
Karen Avenburg, DNI 28549080, antropóloga, Universidad Nacional de Avellaneda, Buenos Aires.
Mónica Padin, DNI 11220972, arquitecta, Bariloche, Río Negro. Marina Lenton, DNI 21480775, ingeniera forestal y docente, Lago Puelo.

© Publicado el lunes 28/01/2013 por plazademayo.com




sábado, 29 de septiembre de 2012

Memoria Oral vs. Historia Oficial... De Alguna Manera...


La masacre de La Bomba: memoria oral vs. historia oficial...


En octubre de 1947, en el paraje La Bomba, Formosa, tuvo lugar la más reciente y oculta masacre sufrida por el pueblo pilagá. La directora de “Octubre Pilagá” analiza los motivos del silencio.

Desde finales de septiembre y hasta principios de octubre decenas de familias que se habían trasladado desde los más remotos parajes se instalaron en el lugar en torno a Tonkiet, un hombre que según los ancianos sobrevivientes, sanaba con su palabra. Todas las tardes y hasta bien entrada la madrugada el sonido de los tambores, los cánticos y las alabanzas se escuchaban a varios kilómetros de distancia. Las familias continuaban llegando y con el correr de los días ya eran varios cientos de personas, quizás miles, ocupando las orillas del madrejón. Pronto la multitudinaria reunión fue vista con recelo por las “autoridades” militares y civiles a cargo de la vigilancia del entonces territorio nacional y se intimó a las familias para que abandonaran el paraje. Un hombre sobresalió por aquellos días como interlocutor entre los pilagá y las “autoridades”: Oñedié, conocido como el cacique Pablito Navarro, que por sus conocimientos del castellano obró de mediador en un conflicto desigual con un final que ya estaba escrito y que extendería la conquista al desierto chaqueño hasta mediados del siglo XX.

A pesar de las advertencias, los caciques y los sabios se negaron a abandonar un espacio que no sólo consideraban sagrado sino que se encontraba dentro de su territorio ancestral, y esta actitud fue asumida como un acto de rebeldía. En la tarde del día 10, efectivos de la Gendarmería Nacional apuntaron sus fusiles y ametralladoras y dieron comienzo al genocidio que se extendió por lo menos durante ocho días, abarcando un territorio de cien kilómetros cuadrados. La masacre de La Bomba dio como resultado un número aún hoy indeterminado de muertos y desaparecidos de todas las edades, la reducción de cientos de cautivos en “colonias indígenas” y el despojo territorial que trajo aparejada la persecución y el destierro.

¿Qué fue lo que mantuvo a estos hechos silenciados durante tanto tiempo?

Como ocurre en todos los genocidios, las víctimas del año 47 fueron criminalizadas. Los titulares de los diarios recrearon la amenaza de un malón indio atacando el pueblo de Las Lomitas, describieron un escenario de guerreros avanzando sobre el regimiento de Gendarmería y hasta consignaron el asesinato de una mujer y el robo de ganado de propiedad de los vecinos. La justificación fue construida con éxito y se convirtió en razón suficiente para actuar con toda impunidad persiguiendo y escarmentando a las familias que huían. Pero a los pocos días los diarios desmintieron sus propias afirmaciones hasta llegar a aseverar que “los sucesos no tuvieron la importancia que se suponía” y que los pilagá, habiendo recibido víveres y dinero, se habían “replegado pacíficamente hacia los montes” obedeciendo a una orden y sin mediar violencia alguna. Las fuentes militares eligieron el mismo camino para relatar los hechos en la documentación secreta y reservada emitida por el Ministerio de Guerra y Marina. En pocos días los acontecimientos desaparecieron de los titulares y nadie reclamó investigación alguna.

Más de sesenta años de silencio extendieron las consecuencias de este genocidio hasta nuestros días, sumando al accionar exterminador del Estado la negación sistemática del reconocimiento de las víctimas como tales y la prevención generada en ciertos sectores que evitan señalar este hecho como genocida por haberse producido durante un gobierno, que a diferencia de sus predecesores oligárquicos y militares, llegó al poder por el voto popular.

En el año 2006 dos abogados chaqueños iniciaron una causa judicial por crímenes de lesa humanidad y pretendiendo avanzar con rapidez en la búsqueda de la justicia sobrevaloraron las fuentes escritas (diarios de la época y publicaciones de la Gendarmería) y restaron importancia a los testimonios orales obviando la participación activa de las personas afectadas en la redacción de la demanda. Una vez iniciada la causa, la burocracia judicial hizo lo que tan bien sabe hacer, y a seis años del inicio del juicio aún no han llamado a los ancianos a declarar en la causa penal por la masacre. Durante ese tiempo cinco sobrevivientes fallecieron debido a su avanzada edad.

En vista de la poca voluntad que los organismos estatales demuestran para reparar este y otros genocidios cuando de pueblos originarios se trata, iniciamos junto a los ancianos la recopilación de sus memorias en video y un resumen de este trabajo dio lugar a Octubre Pilagá, relatos sobre el silencio, un documental estrenado en Bafici 2010. Durante los cuatro años que nos llevó esta tarea no dejó de sorprendernos la ansiedad con la que los ancianos esperaban testimoniar ante la cámara. Los relatos eran sorprendentes y no solo revelaban la complejidad del proceso genocida sino que se oponían claramente a las versiones escritas que retrataban a los pilagá como criminales. Elevar estos testimonios al lugar que merecían era una forma de resarcir moralmente a las víctimas, sortear el desprecio que sufrían por su condición de no escribientes y salvar de la marginación los detalles de un genocidio que el Estado argentino se niega a reconocer y reparar.

Hoy sigue siendo necesario interpelar a lectores y espectadores con las preguntas que hieren a los sobrevivientes cada vez que la versión oficial sobre la masacre de La Bomba se reproduce criminalizándolos nuevamente ¿Hasta cuándo permitiremos que la falacia oficial se convierta en verdad por el sólo hecho de haber sido escrita? ¿Hasta cuándo se considerará superiores a los que escriben en relación a los que no lo hacen?

La tradición y la práctica de la memoria oral han sido el resguardo más eficaz de los sucesos acaecidos en La Bomba. Lo mismo ocurre en cada comunidad mapuche, tehuelche, mbya, qom o cualquier otra de las decenas de comunidades que sobrevivieron a hechos similares. Los relatos de represiones, destierros, encierros y esclavitud de los pueblos originarios incomodan a los “hombres blancos” porque socavan los cimientos de una nación construida por un grupo de “héroes” que pocos cuestionan. Un debate sobre el genocidio de los pueblos originarios del actual territorio argentino es urgente, sólo de esa manera podrá evitarse que la crueldad de la historia reaparezca reproduciendo sin fin los más horrendos y vergonzosos crímenes.

*Estas reflexiones nacieron de la generosa propuesta, que superando mi enojo por el articulo titulado La comida que mata, me hiciera el periodista Gabriel Levinas a quien agradezco su comprensión y amabilidad.

© Escrito por Valeria Mapelman y publicado en palzademayo.com el jueves 27 de Septiembre de 2012.



Las fotos:




















domingo, 22 de abril de 2012

¡Paren al cacique!... De Alguna Manera...

¡Paren al cacique!...

 Félix Díaz de la comunidad Qom de la provincia de Formosa. 

La gira de los Qom por el oeste formoseño y la campaña del oficialismo contra Félix Díaz.

La esperada recorrida de la Comunidad la Primavera por el oeste formoseño comenzó, una vez más, con incidentes. La gira, que se había iniciado con una conferencia de prensa en Las Lomitas, encontró su primer obstáculo en la ruta 81, a la altura de Yema, cuando un corte impulsado por supuestos luchadores aborígenes interrumpió el tránsito hacia El Potrillo, donde debía realizarse la primera reunión.

Según el padre Francisco Nazar, ex candidato a gobernador de la provincia que acompaña la gira, se trata de “operadores gildistas que se encuentran desde hace días por la zona desprestigiando a Félix Díaz y amenazando a la gente para que no participe de las Asambleas indígenas”. En consonancia con la medida, el diputado oficialista Roberto Vizcaíno fue entrevistado en una FM local para hablar de la bondades de la política de derechos indígenas. Según el legislador, el crecimiento demográfico del 28% es una muestra inobjetable de que las políticas provinciales están lejos del exterminio y calificó de “mentiroso” a “cualquier fulano disfrazado en la 9 de julio en Buenos Aires y con la prensa nacional, influenciado quién sabe por quién”, en referencia a Félix Díaz, quien mantuvo un acampe durante varios meses en reclamo por las tierras de la comunidad Qom.

“Nosotros vamos a la Asamblea del Potrillo porque queremos escuchar a nuestro hermano Qom porque sabemos que dice la verdad y encabeza con sus palabras verdaderas a todos los aborígenes de Formosa”, manifestó ayer uno de los caciques wichis que asistieron a la primera asamblea.

La jornada en El potrillo fue extensa y congregó a varias comunidades del departamento Ramón Lista. Félix y los miembros de La Primavera fueron calurosamente recibidos: “Me emociona ver a este hombre que es valiente y que no se rinde, señal de que lleva la verdad en su corazon. ‘Lechowej ihi’ corazon limpio como decimos nosotros” dijo Valentín, un anciano Wichi de la comunidad.

En la semana de los Pueblos Originarios, los Qom Potae Napocna Navagoh seguirán en contacto con varias comunidades que, como ellos, continúan reivindicando sus derechos territoriales. Mujeres, ancianos y jóvenes tomaron la palabra y celebraron las de Félix Díaz: “Existen muchas divisiones y conflictos entre nosotros que antes no existían. Nos dividen y compran a nuestra gente. Ellos no pueden tapar mi boca por unas monedas. No podemos sostener esta metodología de dominación del Estado. Tenemos que parar estas peleas entre hermanos con la verdad, la humildad y los derechos. La unión es lo que tenemos que buscar”. Este encuentro fue muy esperado por las comunidades, ahora que la lucha de los originarios se hace escuchar más que nunca, los palos en la rueda no podrán aminorar la marcha por las tierras formoseñas.

© Publicado por plazademayo.com el sábado 21 de Abril de 2012.


viernes, 6 de abril de 2012

¿Y si nos ponemos de acuerdo?...

¿Y si nos ponemos de acuerdo?...
Reflexiones sobre la agenda del progresismo de izquierda. Aportes para el debate.

Todos estamos de acuerdo, o al menos así se explicita, que el debate entre los intelectuales que se reconocen como izquierdistas –más allá de sus preferencias circunstanciales- es vivificante para arrimar brazas a la acción y pensamiento nacional.

En esta convicción se me ocurre como posible y necesario establecer una suerte de tópicos que, ya sea por ser asignaturas pendientes para unos y capítulos no tratados o mal tratados para otros, puedan constituir un ideario que debería movilizarnos en un fuerte reclamo en conjunto.

Comencemos por los aspectos institucionales. En primer lugar y si coincidimos que un déficit del país es la falta de Estado, no se puede explicar ni permitir la destrucción de una Agencia, que en algún momento fue orgullo nacional, como el INDEC. Es bueno recordar que la intervención del INDEC se hizo con métodos aberrantes que nadie en su sano juicio puede admitir, como encerrar en un ascensor de un Ministerio a dos reconocidas funcionarias (investigadoras y académicas) y golpearlas patoteramente.
Todo ello fue inútil.


Nadie confía ni cree en los números del INDEC, a punto tal que desde el Poder Ejecutivo se pide a los sindicalistas que limiten su apetencia de recomposición salarial al 18% cuando para el INDEC el crecimiento anual del IPC solo trepa al 9%.

La hipocresía llega al punto de sancionar penalmente a los organismos privados que difunden números distintos a los del INDEC, mientras el Ministerio de Trabajo homologa convenios colectivos con “cláusulas revolver” que remiten a índices no oficiales. ¿Cuál es el motivo de mantener este disparate? ¿Alguien que se diga progresista puede explicarlo?

En todo el mundo civilizado toda discusión política se refiere a estadísticas elaboradas por organismos estatales mutuamente aceptados. Sin esta referencia toda discusión es estéril. Es más, obviamente para un desarrollo sostenido el país necesita inversiones extranjeras ya que el ahorro nacional es insuficiente. La Argentina en el promedio de los últimos ocho años ocupa el distante sexto lugar en las preferencias de inversiones (detrás de Brasil, México, Colombia, Chile y Perú) Claro está que ello se debe a múltiples circunstancias que exceden este espacio, pero es obvio que nadie se sienta a jugar en una mesa con fulleros.

Sigamos. Es de absoluta necesidad derogar inmediatamente la llamada ley “antiterrorista”. La más sana doctrina penal la juzga innecesaria y peligrosa. No se puede poner en manos de funcionarios o jueces (actuales o futuros) un instrumento –que nadie pidió y se aprobó en el Congreso sin seria discusión habiendo sido votada incluso por quienes predicaron “apoyar lo bueno y censurar lo malo del gobierno”- que puede criminalizar todo acto de protesta social y gremial.


Es inexplicable que el país –“que hace ocho años crece a a tasas chinas”- mantenga una “legislación de emergencia” que permite gobernar al Poder Ejecutivo con funciones delegadas y puentear así el Congreso. Como lo es también que los llamados “decretos de necesidad y urgencia” se conviertan en leyes si una sola Cámara del Congreso los aprueba. No se puede permitir esta degradación del sistema de división de los poderes.

En materia política no son pocos los tópicos a tratar pero –para achicar por ahora el debate e intentar coincidencias- solo propongo dos. Comencemos con modificar la perversa ley de representación en la Cámara Baja que dictó Lanusse con una especulación política que le salió mal para sus designios. En la actualidad –a contra mano de toda lógica y claras disposiciones constitucionales – las provincias patagónicas a las que les podemos sumar varias del NOA y alguna del NEA, no tienen en conjunto más habitantes que los tres cordones del llamado Gran Buenos Aires y, sin embargo, eligen una cantidad de diputados que casi constituyen el 70% del total Provincia de Buenos Aires.

Esta inexplicable sobrerrepresentación convierte en minusválidos políticos a los habitantes de los conglomerados urbanos sin ninguna razón. La igualdad provincial está prevista en el Senado donde cada autonomía elige tres sin ninguna distinción.


Y debemos seguir con la perversa conducta de los elegidos. No se puede violar la discriminación positiva en beneficio de la mujer (“cupo femenino”) por el camino de la renuncia de los electos. Habría que prever una suplencia femenina que esterilice la maniobra. Tampoco puede seriamente admitirse que los electos no asuman (candidaturas “testimoniales” o “tramposas” o “estafadoras” o como más guste llamarlas) sancionando con pérdida de parte de los derechos políticos (imposibilidad de ser candidatos, por ejemplo) por un lapso a quienes opten por ese camino.

Hace falta una reforma impositiva. Para evitar por ahora la discusión profunda pero engorrosa que se hace necesaria, limitémonos a pocos aspectos. En primer lugar es inexplicable que no se graven los beneficios en las transacciones financieras. No propongo la llamada tasa Tobin, sino simplemente los mismos gravámenes instituídos en las naciones desarrolladas.

El país con fuerte –como nunca en la historia- producción granífera no pude continuar con el sistema de las retenciones. Es necesario recordar que este impuesto a la venta de granos al exterior, comenzó con este nombre (“retenciones compensatorias”) con la Revolución Libertadora (decreto de Lonardi) y cuyo porcentual (con Lavagna llegó al 27% y luego hasta el 35%) se estableció en el 20% con Pinedo en los quince minutos que fue ministro de Guido, o sea que no es por definición un impuesto progresista, más allá de su equidad.


Lo lógico es reemplazarlo por el impuesto a la renta potencial o presunta de la tierra libre de mejoras, que ahora con la observación satelital y la computación se puede establecer –según los expertos- en un lapso entre tres y cinco años. Se evitará así reparar a aquéllos productores que –ya sea por la extensión de sus heredades o la fertilidad de la zona, se ven lastimados cor las retenciones igualitarias para todos- son compensados con sistemas muy poco transparentes con grandes gastos burocráticos.

Además se cubrirá todo el territorio de la Nación terminando con situaciones aberrantes (como la lana no tiene significativa retención y ni Santa Cruz ni Tierra del Fuego han instituido impuesto a la tierra, ¡¡ni Menéndez Behety ni Benenton pagan gravámen alguno!!).

Se debe terminar con el impuesto muy elusivo a los bienes personales y volver al impuesto a la herencia de fácil percepción, exceptuando a las pequeñas sucesiones y gravando las transferencias de alícuotas partes en sociedades para evitar trampas. El cambio de un gravamen por otro fue instituido, es bueno recordarlo, por Martínez de Hoz.

Una reforma sustancial requiere el sistema previsional. Ingresan alrededor de mil juicios mensuales para incrementar los importes mensuales jubilatorios, con criterios judiciales que los técnicos consideran más que objetables, pero son el resultado de sumas bajas o arbitarias. ANSES no puede seguir prestando sus capiales de reserva a tasa de interés negativa a multinacionales o al Estado para subsidiar a prestadores de servicios ineptos y opacos. De un vez por todas consensuar un sistema técnicamente aceptable que garantice jubilaciones justas.


Nos debemos una ley de minería que evite toda explotación que exceda los niveles de contaminación aceptados por organismos internacionales e instituciones defensoras del medio ambiente. De una vez por todas demos un amplio debate abierto y sin chicanas, para evitar que los intereses de las multinacionales mineras prevalezcan sobre la vida de los habitantes y el futuro nacional.

Se debe terminar con absurdas normas y comportamientos sindicales perversos. La llamada personería gremial (un solo sindicato por rama de actividad) es una farsa (hay 20 sindicatos docentes, siete aeronáuticos, cinco marítimos, etc.). Se debe establecer un seguro nacional de salud y terminar con el enriquecimiento de jerarcas a costa de trabajadores. ¿No sería hora de una ley que sancione a los dirigentes sindicales enriquecidos, como a los políticos, con inversión de la prueba?

Encontremos formas de anular los bonos (planes trabajar, de familia, etc.) con fines compensatorios (perversos, clientelísticos e insuficientes) por caminos de igualdad que conduzcan a la total ciudadanía.

Es necesaria una legislación clara y taxativa que proteja a los pueblos originarios en sus ancestrales pertenencias de tierra, sus hábitos, sus costumbres y derechos ciudadanos. No debemos olvidar que recién en este siglo XXI se dictó una ley por la cual sus esqueletos y pertenencias se los sacaba de la exhibición en los museos panteológicos de ciencias naturales junto a los dinosaurios, y en el museo de La Plata ello se hizo efectivo recién en el 2007 (¡no le carguemos todo el fardo el General Roca!).


Se debe moralizar la función pública estableciendo tribunales jurisdiccionales inobjetables. El enriquecimiento de los funcionarios no puede ser juzgado por un magistrado de turbio pasado, que se pavonea exhibiendo frívolamente una joya que cuesta el equivalente a más de dos años de su salario.

Finalmente es urgente y necesario consensuar políticas en materia de hidrocarburos y ferrocarriles. La red ferroviaria debe ser inmediatamente reconstruída y ampliada ya que va en ello no solo la integración soberana del país, sino el transporte seguro y eficiente de los ciudadanos (sobre todo de los trabajadores) y el abaratamiento de productos de primera necesidad cuyo costo final está encarecido por el gasoil.

El país no puede seguir postergando la exploración y explotación de hidrocarburos (en los últimos años no hay un pozo nuevo) y dilapidar más de diez mil millones de dólares importando lo que dejamos de producir inexplicablemente. Todo ello en forma transparente, sin Ciriglianos, sin Jaimes, sin Ezquenasis, sin capitalismo ni de amigos ni de enemigos.


A esta mínima enumeración se le puede agregar otros tópicos. Claro está que si pensamos que los programas no sirven y que la actividad política es una épica para seleccionar un grupo mesíanico elegido por la providencia para llevar al país a los grandes destinos, todo cambio de ideas es estéril.

© Escrito por y publicado en http://www.plazademayo.com el viernes 6 de Abril de 2012.