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domingo, 15 de diciembre de 2013

Entrevista a Leonardo Boff, Teólogo… De Alguna Manera…


“Llegó la primavera con sus frutos”...

“Después de 500 años, nuestras iglesias latinoamericanas se han convertido en iglesias fuente,” analizó el ex sacerdote brasileño.   

Leonardo Boff está convencido de que, con el papa Francisco, llegó mucho más que un hombre que viene de lejos: en su visión, con él llegaron al Vaticano otra filosofía de la vida, de la política, otra práctica pastoral, otra sociología y otro cristianismo.

La ternura y la inteligencia juntas son armas muy disuasivas. Escuchando hablar al teólogo brasileño Leonardo Boff se entiende rápidamente por qué su amigo Joseph Ratzinger lo apartó de la Iglesia cuando se publicó uno de los libros fundadores de la Teología de la Liberación escritos por Boff, Iglesia, carisma y poder. Mucho antes de ser papa, Ratzinger fue amigo de Leonardo Boff, pero en cuanto el severo teólogo alemán empezó a trepar la escalera del poder vaticano no dudó en levantar la mano para sentar a Leonardo Boff en el mismo sillón donde, muchos siglos antes, la Santa Sede juzgó a Galileo Galilei. Leonardo Boff pagó el tributo de sus ideas. Perdió el derecho de ejercer el sacerdocio.

Han pasado muchos años y muchos combates y Leonardo Boff no perdió ni un ápice de esa inteligencia que envuelve las cosas en una mezcla de racionalidad y revelación juvenil. El paisaje que rodea su casa de Petrópolis es idílico, frondoso y absorbente como las ideas que este intelectual de 75 años va exponiendo con la frescura de un adolescente. Con el título “El papa del pueblo”, la revista Time eligió al papa Francisco como personalidad del año. “Lo que hace a este Papa tan importante es la rapidez con la que capturó la esperanza de los millones de personas que habían abandonado toda esperanza en la Iglesia”, escribe Time.

Leonardo Boff no está lejos de pensar lo mismo. Se acaba el año de la elección de Bergoglio como primer papa no europeo de la historia. En esta entrevista con Página/12, Leonardo Boff hace un balance de las esperanzas suscitadas por Francisco, de las perspectivas de transformación que se levantan en el horizonte, de los actos ya cumplidos y de los que vendrán. El teólogo brasileño está convencido de que, con Francisco, llegó mucho más que un hombre que viene de lejos: en su visión, con él llegaron al Vaticano otra filosofía de la vida, de la política, otra práctica pastoral, otra sociología y otro cristianismo inspirados en la raíz misma del continente.

–Pasan los meses y, a su manera, el papa Francisco sigue dando sorpresas. ¿Cómo analiza usted este momento particular del catolicismo a través de una figura que está desplazando casi todos los centros de gravedad del Vaticano?
–Estamos en una situación totalmente nueva. Nosotros venimos de un invierno muy duro y riguroso con Juan Pablo II y Benedicto XVI. Ahora sentimos la primavera con sus flores y sus frutos. Francisco es un papa que sorprende, que cada día inventa cosas nuevas. Es la primera vez que un papa no viene de la vieja cristiandad europea, sino de la periferia, o sea de América latina. Las iglesias de América latina eran iglesias espejo mientras que las iglesias de Europa eran iglesias fuente. Ahora, después de 500 años, nuestras iglesias se han convertido en iglesias fuente. Nuestras iglesias tienen sus tradiciones, sus reflexiones, sus liturgias, han creado un estilo de cristianismo ligado a la liberación, al compromiso social. De ese caldo espiritual, político y religioso viene el papa Francisco. El nuevo papa tiene otro tipo de mensaje, no es el cristianismo viejo, doctrinario, disciplinar. Se trata de un cristianismo de profunda comunión con todas las personas, libre de doctrinas castradoras, con un mensaje basado en la sencillez y la pobreza. Eso es inédito en la historia del papado. Hay que tener en cuenta que sólo 24 por ciento de los cristianos está en Europa, 62 por ciento en América latina y los demás en Asia y Africa. Esto significa que, hoy, el cristianismo es una religión de Tercer Mundo. Tuvo sus raíces en el Primer Mundo, pero eso ya pasó. Francisco es muy consciente de esto. Por eso tiene la fantasía creadora y es capaz de decir “hay que cambiar”. Y creo mucho en su fantasía, en su libertad, en su corazón, en su libertad espiritual. La Iglesia necesita corazón, no poder. Donde hay poder no hay amor ni compasión. Francisco tiene amor y compasión. Y no quiere saber nada de poder ni de tradiciones.

–Para usted entonces Francisco es un papa de combate.
–Creo que Francisco combina dos cosas: la ternura de Francisco y el rigor del jesuita. Es franciscano en la forma de vivir humilde, popular, pero es un jesuita de la racionalidad moderna: analiza los fenómenos, identifica la causa principal y, cuando descubre, interviene con mucha determinación. Creo que el Papa es una combinación feliz entre ternura y vigor. Eso es lo que necesitamos en la Iglesia. Hacia afuera es un pastor, hacia adentro es muy riguroso. Cuando estuvo en Río de Janeiro, el discurso más duro que pronunció fue para los obispos y cardenales. Les dijo que no eran pobres ni interiormente, ni exteriormente, que eran duros con el pueblo y que no fueron capaces de hacer la revolución de la ternura, de la compasión, de la compenetración con el pueblo. En Roma dice lo mismo: los ministros de la Iglesia tienen que salir de la fortaleza hacia el pueblo, y el pueblo debe poder venir y sentirse en su casa. La Iglesia no está para condenar a nadie sino para acoger, perdonar, suscitar esperanzas y tener compasión con quienes tienen problemas. Esa es la característica más bella y evangélica de Francisco.

–Usted cree que Francisco puede realmente reformar la Iglesia.
–Yo creo que Francisco, antes de reformar la curia y la Iglesia, ya reformó el papado. El estilo del Papa es otro. El papado tiene un ritual, en las vestimentas, en los símbolos del poder. Francisco renunció a todo eso e hizo el trabajo contrario: logró que el papado se adaptara a sus convicciones, a sus hábitos. Por eso renunció a todos los símbolos de poder. Dijo: “la Iglesia tiene que ser pobre como Jesús”. ¡San Pedro no tenía un banco y Jesús no entendía nada de contabilidad! Jesús era un profeta que traía fe, esperanzas. Francisco rescata la tradición más vieja de la Iglesia y rehúsa llamarse papa. Papa es un título de los emperadores. Francisco se considera un obispo de Roma que gobierna la Iglesia en la caridad, no en el derecho canónico. Eso cambia todo. Francisco es más que un nombre: es un proyecto de Iglesia, de una sociedad más sencilla, solidaria, es el proyecto de una simpleza voluntaria, de una sobriedad compartida. Posiblemente, esto va a crear una crisis entre los obispos y cardenales. Ellos se creen príncipes de la Iglesia y el Papa no quiere nada de eso. Francisco quiere que se renueve el pacto de las catacumbas cuando, al final del Vaticano II, 30 obispos se reunieron en las catacumbas e hicieron votos de vivir en la pobreza, abandonar los palacios y vivir en el medio del pueblo. Esa es la propuesta para toda la jerarquía de la Iglesia. Esa será para mí la gran revolución de Francisco.

–¿Con qué fuerzas Francisco podrá cambiar las malas tendencias profundas de la Iglesia? Por ahora hemos oído un mensaje pastoral muy entusiasta, pero para llegar a la trasformación completa hay un gran paso. ¿Acaso se apoyará en la Teología de la Liberación, tan reprimida por Juan Pablo II y Benedicto XVI?
–Es un papa muy inteligente. Francisco criticó mucho a los conservadores. El 11 de septiembre aceptó encontrarse con Gustavo Gutiérrez (el otro inspirador de la Teología de la Liberación). Eso me parece muy importante para apoyar esa teología que es, además, en cierta forma, el lugar de donde él viene. La Argentina tiene una Teología de la Liberación propia, que es la teología de la cultura popular. Francisco se apoyó en esa teología que se diferencia de la teología de la liberación común porque no trabaja en torno del conflicto de clases, sino en torno de la cultura dominante, la cultura dominada, cultura del silencio que hay que liberar. El está en esa línea. Y de allí viene su novedad. Ya eligió ocho cardenales de todo el mundo para crear una instancia de decisión. Sería fantástico si Francisco invitara a mujeres a dirigir los destinos de la Iglesia en la perspectiva de la globalización. Hasta hoy, el cristianismo era algo occidental que se fue convirtiendo en algo cada vez más accidental. Tiene que ser ahora globalizado. Para ser global, tiene que tener otras dimensiones. La Iglesia no encontró su lugar en la globalización. La Iglesia es muy romanizada, eurocéntrica. Pero Francisco tiene la visión del jesuita San Francisco Javier, misionero de China, según la cual la Iglesia tiene que salir. Para mí la mejor manera es crear una red de iglesias y comunidades que se encarnen en las culturas y tenga rostros chinos, japoneses, africanos, latinoamericanos. Es otro tipo de presencia de la Iglesia, no como poder, sino como una instancia de apoyo a todo lo que es humano. El cristianismo se suma a otras religiones, a otros caminos espirituales, y renuncia así a su privilegio de excepcionalidad, como si fuera la única Iglesia verdadera, la única religión válida. No. El cristianismo está junto a las demás para alimentar valores humanos, para salvar a nuestra civilización, que está amenazada.

–Sin embargo, el discurso tradicional del Vaticano aún se mantiene.
–Sí, yo creo que él seguirá manteniendo el discurso tradicional de defensa de la vida, contra el aborto, pero con una diferencia: antes, los temas de la moral sexual, familiar, del celibato de los sacerdotes o del sacerdocio de las mujeres, eran temas prohibidos, no se podían discutir. Ningún cardenal, obispo o teólogo podía hablar de esto. Francisco no, él dejó abierta la discusión. El va a abrir una amplia discusión en la Iglesia y va a recoger elementos que se pueden tornar universales. Francisco abrió muchos espacios. No sé hasta qué punto podrá avanzar con esto, pero sí habrá una amplia discusión en la Iglesia. Posiblemente se logre permitir que las iglesias locales, por ejemplo en Africa, donde hay otras culturas tribales, otra relación con la sexualidad, puedan actuar de otra forma ante la utopía cristiana, una forma que no sea sólo la occidental. Ahora tenemos una sola manera de ser cristiano, pero hay otras. En América latina estamos demostrando que es posible un cristianismo afro-indígena-europeo, una mezcla de tres grandes culturas. Por eso aquí la Iglesia tiene otro rostro, es más abierta, más comprometida con los cambios que benefician al pueblo. Tenemos que universalizar esto porque la injusticia mundial es muy grande. Y este papa es muy sensible ante los últimos, los invisibles. Ahí está su centralidad.

–Ya ha pasado cierto tiempo luego de la renuncia del papa Benedicto XVI. Ese hecho fue un enorme terremoto para los católicos del mundo. ¿Cuál es hoy su análisis sobre ese momento de fractura sin el cual el papa Francisco no hubiese llegado al sillón de Pedro?
–Yo creo que cuando Benedicto XVI leyó el informe de más de 300 páginas sobre la situación interna de la Iglesia, sea lo que concernía los problemas del banco del Vaticano, sea los escándalos sexuales que implicaban a obispos y cardenales, creo que eso lo golpeó profundamente. Benedicto XVI sintió que no tenía fuerza física, ni psíquica, ni espiritual para enfrentar un lío semejante. Ese problema no venía desde afuera, del mundo, de la sociedad, no: el problema venía desde dentro de la Iglesia, de su parte más central que es la curia romana. Eso lo escandalizó. Benedicto fue muy humilde al reconocer que otra persona debía venir con más fuerza, con más y determinación y otra visión de la Iglesia para crear un horizonte de esperanzas y credibilidad que la Iglesia había perdido totalmente.

–El banco del Vaticano y todos los escándalos ligados a él fueron uno de los desencadenantes de la renuncia de Benedicto XVI. Apenas asumió, las primeras medidas que adoptó el papa Francisco atañen justamente el banco. ¿Cree usted que podrá llevar a cabo la reforma final de esa institución financiera comprometida con la mafia y la circulación de dinero opaco?
–En el banco del Vaticano hay mucho dinero de la mafia, apoyada y comprometida con altas figuras de la curia romana. En este sentido, hay un riesgo que pesa sobre el Papa. Cuando la mafia se siente agredida es capaz de cometer crímenes, de eliminar personas. Por eso es muy inteligente que el Papa no viva en los departamentos pontificiales sino en una Casa de Huéspedes, es muy inteligente también que no coma solo, sino con muchas personas. Francisco dijo en broma que así era más difícil envenenarlo. Pero más allá de esto, creo que Francisco va a inaugurar una dinastía de papas del Tercer Mundo, de Africa, de Asia, de América latina. Con eso se enriquecerá el catolicismo con valores de otras culturas que nunca fueron respetadas sino colonizadas. El cristianismo de América latina es un cristianismo de colonización. Hicimos muchos esfuerzos para crear un cristianismo nuestro, con nuestros santos, nuestros mártires. Nuestro cristianismo tiene su propio rostro, que no es el viejo rostro europeo. Esto va a facilitar que el cristianismo sea una propuesta buena para la humanidad, no solamente para los cristianos. Nuestro cristianismo tiene otro elemento de ética, de humanidad, de espiritualidad para un mundo altamente materializado, tecnológicamente sofisticado. Francisco encarna ese contrapunto, esa dimensión. Su propuesta tiene futuro.

© Escrito por Eduardo Febbro el domingo 15/12/2013 y publicado en el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires


domingo, 8 de diciembre de 2013

El padre Ignacio y su encuentro con el Papa Francisco… De Alguna Manera...


El padre Ignacio y su encuentro con el Papa Francisco…

El Papa Francisco se encontró con el cura párroco de Natividad del Señor, el padre Ignacio Periés.

El sacerdote cumplió con el encuentro que se habían prometido con el Sumo Pontífice antes de que viajara al Vaticano. Las imágenes revelan la alegría que les causó la reunión.

El padre Ignacio Peries, quien predica en la parroquia Natividad del Señor, de barrio Rucci, se reunió con el Papa Francisco en el Vaticano. Si bien no dio precisiones sobre el encuentro, subió las fotografías a la página oficial de Facebook de la iglesia.

De este modo, se cumplió el encuentro que se habían prometido con el Pontífice cuando todavía era arzobispo de Buenos Aires. En aquella ocasión, ante un problema de Ignacio, habían quedado en encontrarse más adelante. Después, sobrevino la elección de Jorge Bergoglio como Papa.

"Estuve hablando con él en enero y yo tenía un problema. El me dijo: 'Ignacio, no te apurés, a mediados de marzo nos encontramos y hablamos, ahí tenés la respuesta para vos'. Eso a mí me impactó muchísimo porque a mitad de marzo estaba en la iglesia como Santo Padre", relató Ignacio.

Más allá de la anécdota que le tocó vivir, Ignacio destacó la esperanza que representa para la Iglesia el Papa Francisco y vaticinó que ese sentimiento de euforia se va a prolongar durante un largo tiempo, ya que Francisco representa lo que está en el corazón de los creyentes.


"Me dio la esperanza porque está en la cabeza de la Iglesia, justamente para superar el orgullo, la vanidad y el poder que paraliza muchas cosas. Por eso es tan importante para nosotros su presencia", aseguró en aquella ocasión el cura párroco de Natividad del Señor.

Asimismo, señaló: "Es tan importante su presencia para todos nosotros porque veo un renacimiento, no solamente para la iglesia sino en la calle porque gente que nunca va a la iglesia festeja y está feliz por esto".

"Yo creo que la iglesia está pasando por un momento bastante crítico por todo lo que está ocurriendo con los sacerdotes, por eso yo creo que renació todo y es la esperanza a todos", aseguró Ignacio y, para dar fe de su devoción por Francisco, se encontró con él en el Vaticano.

© Publicado el viernes 1º/11/2013 por el Diario La Capital de la Ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe.


martes, 26 de noviembre de 2013

La Iglesia que se viene... De Alguna Manera...

El Papa propuso una reforma a todo nivel en la Iglesia...


El Papa Francisco provocó una nueva revolución con su documento papal. Foto: AFP

En su primera exhortación apostólica anunció que está dispuesto a cambiar el rol del papado. El papa Francisco propuso una reforma a todos los niveles de la Iglesia católica, en su primera exhortación apostólica, "Evangelii Gaudium" (La alegría del Evangelio), en la que anuncia que está dispuesto a cambiar el rol del papado, a fomentar la toma de decisiones colegiales y dar prioridad sobre todo a los pobres.

En el primer documento de su pontificado enteramente escrito por él, de 142 páginas en su versión en español, el Papa advirtió además contra la violencia generada por la pobreza e imploró libertad religiosa para los cristianos en Oriente Medio.

"Me corresponde, como Obispo de Roma, estar abierto a las sugerencias que se orienten a un ejercicio de mi ministerio que lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evangelización", escribió.

"No tengamos miedo a revisar algunas costumbres y normas de la Iglesia", dijo en el documento en uno de los puntos más fuertes de la exhortación. "No hay que hacer pesada la vida a los fieles", dijo al citar a Santo Tomás de Aquino. Y escribió: "En su constante discernimiento, la Iglesia también puede llegar a reconocer costumbres propias no directamente ligadas al núcleo del Evangelio (...) Pueden ser bellas, pero ahora no prestan el mismo servicio en orden a la transmisión del Evangelio. No tengamos miedo de revisarlas.
Del mismo modo, hay normas o preceptos eclesiales que pueden haber sido muy eficaces en otras épocas pero que ya no tienen la misma fuerza educativa como cauces de vida".

La "conversión del papado" como la llamó, va de la mano de "una saludable descentralización" de la Iglesia y de una mayor responsabilidad de los laicos, sostiene Francisco.

El papa defiende "la colegialidad" e invita a religiosos y sacerdotes a no temer "romper los esquemas", a "ser audaces y creativos" y a evitar transmitir "una multitud de doctrinas que se intentan imponer a fuerza de insistencia". El pontífice propone en sustancia pasar de un modelo de iglesia burocrática y doctrinaria a una iglesia "misionera", alegre, abierta a los laicos y a los jóvenes.

El documento, en el que el Francisco traza la hoja de ruta del pontificado del primer jefe de la Iglesia latinoamericano, el Papa quiere una institución que dé prioridad a los pobres y denuncia el sistema económico vigente en el mundo.

"Hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia", escribió el Papa en el documento.

Sistema económico injusto. Para Francisco el sistema económico actual es "injusto en su raíz" porque en la economía predomina "la ley del más fuerte", siendo una "nueva tiranía invisible, a veces virtual", dominada por un "mercado divinizado", en el que imperan la "especulación financiera, una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta".

El papa critica a aquellos que "todavía defienden las teorías del 'derrame', que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando", recalca.

Francisco vuelve a denunciar "la globalización de la indiferencia" así como "la trata de seres humanos", pide a los países que acogen a emigrantes "una generosa apertura" y ayuda para las mujeres que sufren "situaciones de exclusión, maltrato y violencia".

No al aborto. Sobre el aborto, legalizado en casi todos los países del viejo continente, el papa reconoce que "no debe esperarse que la Iglesia cambie su postura" sobre ese tema pues "no es progresista" resolver los problemas "eliminando una vida humana".

Libertad religiosa para los cristianos. En el documento, escrito en agosto tras su viaje en julio a Brasil, Francisco aborda el delicado tema de la relación con los musulmanes, que provocó fuertes tensiones durante el pontificado del papa emérito Benedicto XVI. Francisco suplica "humildemente" a los Estados musulmanes que garanticen la libertad religiosa a los cristianos tal como los países occidentales lo hacen con los creyentes del islam.

"¡Ruego, imploro humildemente a esos países que den libertad a los cristianos para poder celebrar su culto y vivir su fe, teniendo en cuenta la libertad que los creyentes del Islam gozan en los países occidentales!", escribió.

El primer papa argentino, hijo de emigrantes y que ha mantenido siempre buenas relaciones con autoridades de otras religiones, invitó a los católicos a "evitar odiosas generalizaciones, porque el verdadero Islam y una adecuada interpretación del Corán se oponen a toda violencia". El papa reitera que es "importante" el diálogo y la alianza entre creyentes y no creyentes.

© Publicado el martes 26/11/1950 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.