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lunes, 24 de septiembre de 2012

Reportaje a Adolfo Pérez Esquivel... De Alguna Manera...

"Al que no está de acuerdo, se lo trata como a un enemigo"...

Voto. "Hay jóvenes que tienen conciencia crítica, valores, capacidad de análisis. Y esto a mí, personalmente, me gusta. Pero hay jóvenes que tienen pensamiento propio y otros no. Los hay muy dirigidos, y no estoy hablando sólo de los menores".

El Premio Nobel de la Paz cree que la convocatoria del jueves 13 fue un llamado de atención para el Gobierno y también para la oposición. Y denuncia el maltrato sufrido por las Madres de Plaza de Mayo que tienen una posición diferente a la del kirchnerismo.

El Premio Nobel de la Paz es un hombre de mirada serena pero muy firme, y sus palabras reflejan toda una posición de vida. Buscamos entonces su pensamiento ya que, a través de la calle, el país está discutiendo grandes temas.

—Creo que hay un alto grado de intolerancia y de confrontación –explica Pérez Esquivel–. Y esto no ayuda a la construcción democrática del país. Fíjese que la riqueza de un país está dada por la diversidad. Nunca por la uniformidad. Y es muy importante que los ciudadanos escuchen diversas voces, como corresponde en una construcción democrática. No es posible llegar a la intolerancia porque entonces se levantan muros y se dividen las aguas como si todo tuviera que ser blanco o negro. Recordemos a aquel sindicalista que decía “conmigo o sinmigo”. Y me parece que las cosas no son así. Además, el Gobierno tiene la obligación de escuchar las voces del pueblo. De no ser así, estaremos entrando en un callejón sin salida en el que o se piensa como dice el Gobierno o el ciudadano se convierte en un enemigo. Y el pueblo no es un enemigo. Podemos escuchar distintas voces, distintos criterios, y deben ser oídos. 

Por eso siempre digo que no entiendo por qué los pueblos tienen que honrar a sus gobernantes cuando son, en cambio, los gobernantes los que deben honrar al pueblo a través de las acciones y la construcción democrática. Todo esto, claro, en el respeto a la diversidad. Y lo que le estoy diciendo tiene mucho que ver con esa convocatoria del jueves pasado, que ni siquiera fue una marcha. Una concentración de gente que salió a la calle por su cuenta. Y esto no estuvo organizado por ningún partido político. Se sumaron voces diversas, incluso contradictorias. Lo que yo vi personalmente no puede estar de acuerdo con aquellos que reivindican la dictadura militar o el nazismo. O con aquellos que se ponen un pañuelo blanco y dicen: “La Constitución está desaparecida”. Estas son aberraciones y estoy totalmente en contra de esas posiciones. Pero, en cambio, estoy de acuerdo con que la gente salga a manifestarse en una acción democrática. No veo tampoco por qué tanto alboroto porque la gente salió a la calle. Siempre salimos a la calle. Yo no estuve en esa oportunidad pero respeto a la gente que salió a la calle y manifestó. Me parece que esto es válido. Ahora bien, querer denigrar o descalificar porque la gente salió... Eso no es bueno para la democracia.

—Además, hay cosas que son casi infantiles. Por ejemplo, hablar de “gente bien vestida”. Gracias a Dios, la clase media argentina no tiene por qué estar andrajosa…
—Y yo me pregunto –continúa Pérez Esquivel–: ¿por qué hay que salir a la calle mal vestido? Fíjese que los que dicen estas cosas siempre están bien vestidos. Entonces, ¿por qué se descalifica a la gente por estar bien vestida? Me parece que estas cosas no ayudan. Tenemos que serenar los ánimos, tratar de analizar hoy dónde estamos parados en el país. Mire, la democracia no se regala. Son espacios a construir y todos somos responsables de esto. Pero también creo que si esto es un llamado de atención al Gobierno, no es sólo un llamado de atención al Gobierno nacional sino también a los gobiernos provinciales. ¿Por qué? Pues, simplemente, porque la manifestación no fue únicamente en Plaza de Mayo. Fue también en el interior del país. Es un llamado de atención, como le decía, también a los gobernadores que son señores feudales. A la oposición que no ofrece alternativas. Es decir, vivir lo dividido sin tener la capacidad de generar un proyecto común para superar las crisis. Porque no basta con ser oposición y decir “esto no me gusta”. Hay que hacer propuestas superadoras a la situación del país. Y éste es el ejercicio del azar democrático.

—Y usted, Pérez Esquivel, que es también padre y abuelo, ¿cómo ve a los chicos de 16 años votando? En este momento es un tema que se está discutiendo en el Congreso…
—Mire, hay jóvenes que tienen conciencia crítica, valores, capacidad de análisis. Y esto a mí, personalmente, me gusta. Pero hay jóvenes que tienen pensamiento propio y otros, no. Los hay muy dirigidos y no estoy hablando sólo de los menores. También esto ocurre con los adultos. Entonces, creo que hay que evaluar todo esto. Por ejemplo, en la cuestión de Minoridad, nosotros trabajamos con los jóvenes, y a veces el joven tiene el análisis político necesario para después poder elegir sin ser dirigido. Que tenga la responsabilidad y la opción de poder estar en un acto electoral. También, a veces me doy cuenta (y estamos trabajando mucho con el problema minoridad) de que quieren bajarles a los chicos la edad de imputabilidad a 14 años. Y en esto nosotros, el Servicio de Paz y Justicia, junto con muchas otras organizaciones, no estamos de acuerdo. Que esto, entonces, no se utilice. Nosotros trabajamos en redes. Que no les bajen la edad de imputabilidad para penalizar a los menores al decir “son responsables y entonces hay que meterlos en la cárcel”. Creo que hay que analizar detenidamente todo esto y no dejarse llevar por las narices porque el Poder Ejecutivo presenta un proyecto de ley para que los menores voten a los 16 años. Son temas delicados. Hay que tener cuidado.

—¿Usted no cree que incorporar a extranjeros y chicos de 16 años en el padrón electoral es una forma de compensar el nivel de las encuestas, que han bajado para el Gobierno en los últimos meses?
—No lo sé. No quiero entrar en esa reflexión. En otros países los extranjeros votan pero no para elegir jefe de Estado. Lo hacen en las elecciones regionales. Por ejemplo, en España. Personalmente, yo tengo la doble ciudadanía pero en España voy a votar sólo regionalmente. Por ejemplo, en la Comisión Provincial por la Memoria, que presido junto al doctor Hugo Cañón, tenemos el programa Jóvenes y Memoria. ¡Hay que ver los excelentes análisis críticos, el trabajo fantástico que realizan esos jóvenes! Son chicos de 15, 16 y 17 años que tienen posiciones muy claras desde el punto de vista social, cultural y político. Creo que es importante que esto se analice y que se pueda evaluar correctamente. También es interesante consultarlo con los jóvenes: qué quieren y cómo lo quieren. Sería bueno, tal vez, haber hecho una consulta popular entre los jóvenes.

—¿Un referéndum?
—Sí. Y hablando de referéndum, la reforma constitucional del año ’94 habla de plebiscitos y referendos. Pero, hasta ahora, nuestros legisladores no lo han votado. Y me estoy refiriendo al año ’94 hasta hoy. Entonces, con este estado de cosas, no puede haber una democracia participativa. Estas son democracias delegativas pero no participativas. El Gobierno decide y se hace tal y cual cosa. ¡Y dicen que nos representan! No sé si nos representan.

—El otro día, el presidente de la Corte Suprema, el doctor Lorenzetti, decía que no es el caso de Constituciones del pasado como podría ser el Código Napoleónico, sino que la generación que hizo la reforma del ‘94 está actualmente muy activa en el Gobierno, en la Legislatura, en puestos públicos. No estamos hablando de otra generación.
—Sí, creo que es una generación que hoy está actuando. Yo recuerdo muy bien a un querido hermano como Jaime de Nevares, obispo de Neuquén, que renunció a ser constituyente pero insistía mucho en que yo lo fuera. Sin embargo, cuando hablamos del tema yo le decía: “Esto se hace para la reelección de Menem”. Fui a Neuquén a ver a De Nevares y cuando le pregunté: “¿Por qué has renunciado?”, él me contestó: “Mirá, renuncié porque eso era como fumarse un cigarrillo encendido por las dos puntas”. Era quemarse por cualquier lado y él no podía ni quería traicionar ese mandato del pueblo. Su renuncia se produjo cuando advirtió que se tomaba otro camino. Entonces, creo que hay cosas que tenemos que ajustar si queremos vivir en democracia. Hay muchas contradicciones. Cosas que nos preocupan en nuestro país y que están relacionadas, por ejemplo, con los derechos humanos como es el derecho de los pueblos. Me refiero a la persecución a los indígenas, el despojo de sus territorios. Creo que en muchos casos (y lo digo con todas las letras) el Gobierno tiene la política del avestruz. Me refiero, por ejemplo, al ministro Randazzo. Durante todo este año, la Comisión de Garantes en la Cuestión Indígena no ha tenido reuniones. Y cada vez que se le llama, el ministro se esconde. Entonces, esto no es correcto. Este es, fundamentalmente, un gobierno de confrontación y no de diálogo. Nunca hemos podido dialogar en nada.

—¿Y el tema de las cárceles, Pérez Esquivel?
—En esta área podríamos decir que, en la provincia de Buenos Aires tenemos jurisdicción. No trabajamos en cárceles generales porque no es el ámbito de la Comisión Provincial por la Memoria pero la situación de las cárceles es grave no solamente en la provincia de Buenos Aires. En las cárceles federales y en el país no se puede seguir en esta situación porque ahí se está violando el derecho de las personas. Y por más que esas personas hayan cometido un delito y cumplen entonces una reparación a la sociedad, hay que recordar que son seres humanos. Y deben ser tratados con equidad y justicia. Hay también otros problemas graves: la fuerte represión a la gente que reclama por la situación de las mineras. No estamos en contra de la industria minera sino de una explotación irracional que va a contaminar el agua y los recursos naturales. Y eso va a ser un daño permanente para el pueblo argentino. Fíjese que, entonces, dentro de unos años, en vez del vergel que es nuestro país pasaremos a tener tierras arrasadas con un alto índice de contaminación. En vez de dialogar, a esa gente se la reprime. Estas son entonces violaciones a los derechos humanos como derechos de los pueblos. ¡Y tenemos la obligación de denunciarlo! Y de pedirle al Gobierno que corrija esas políticas, que no son buenas para el país.

—Usted dice que sobre esto no hay diálogo.
—No. No hay diálogo. Lamentablemente. El otro día fueron Nora Cortiñas, el obispo Aldo Etchegoyen y algunos indígenas para presentar una carta en Casa de Gobierno y no sólo no los dejaron entrar sino que la Guardia de Infantería no los dejó pasar.

—¿Cómo?
—Sí. Y los presionaron empujándolos hasta la reja de la Casa de Gobierno. ¡Esto no se hace! Yo no pude acompañarlos ese día pero es muy preocupante que ocurran estas cosas con las Madres de Plaza de Mayo que tienen una posición diferente a la del Gobierno y con los miembros de la Comisión de Garantes que iban a pedir una reunión con la Presidenta para tratar el problema de los pueblos originarios.

—Pero explíqueme, Pérez Esquivel: ellos entraron, fueron a mesa de entradas...
—¡No! ¡Nada! ¡En la reja, nomás! Pero las cosas son así… Entonces, si no se está de acuerdo con alguien, hay que tratarlo como a un enemigo. Hasta ahora, la Presidenta no sólo no nos ha recibido nunca sino que jamás dio señal de atender este grave problema. Y digo grave porque aquí hay muertes, causas judiciales, persecuciones. Ayer estuve con Félix Díaz (dirigente de la etnia qom) de la comunidad La Primavera de Formosa, que defiende sus tierras. En Formosa tienen un gobernador, Gildo Insfrán, que es un señor feudal y quiere suplantar las comunidades indígenas con gente que le es adicta. Insfrán no reconoce los derechos de los representantes elegidos en comicios claros y por amplia mayoría. Y como Insfrán es un aliado del Gobierno nacional, ocurren estas cosas. Es grave. No es un ejercicio democrático sino autoritarismo. Y esto hay que decirlo.

—¿Y con respecto al documento que usted acaba de publicar acerca del resurgimiento de la Doctrina de Seguridad Nacional?
—Mire, cuando se plantea algo tan serio como la llegada de instructores norteamericanos para las Fuerzas Armadas argentinas… esto es un hecho gravísimo y volvemos a la Doctrina de la Seguridad Nacional (identificando al enemigo interno, restringiendo libertades ciudadanas y asumiendo acciones represivas contra los movimientos sociales) que tanto daño hizo al continente latinoamericano y a nuestro país.

—¿Cómo se enteró de esto, Pérez Esquivel?
—Porque Horacio Verbitsky publicó dos artículos en Página/12 (el 9 y el 16 de septiembre) y también a través de un comunicado de la gente del Cemida (Centro de Militares para la Democracia), que denuncia todo esto. También a través de la Asociación Americana de Juristas, que publica un comunicado en este sentido. Pero hay cosas que son aún más graves: nosotros nos hemos opuesto a la Ley Antiterrorista que, hoy, en Chile se está aplicando a los mapuches. Y aquí, en Argentina, para garantizar las inversiones extranjeras, el Gasfi (que regula las inversiones en el país) obliga al Gobierno a sacar la Ley Antiterrorista pero en ningún momento se habla de terrorismo de Estado. Creo que con estas cosas hay que tener mucho cuidado porque se pronuncian grandes discursos y luego nos encontramos con esto. Leyes que afectan la vida democrática del pueblo argentino. El mes próximo (del 7 al 10 de octubre) habrá una reunión de los ministros de Defensa en Punta del Este y habrá entonces que analizar qué está pasando. Cuando comenzamos a ver quiénes vienen como instructores militares en los Estados Unidos, observamos que es gente que estuvo en los bombardeos en Vietnam. O en la tremenda ofensiva en Afganistán y en Irak.

—En el comunicado que usted nos ha hecho llegar señala que “… lo preocupante es que tanto el Gobierno nacional como el ministro de Defensa Puricelli acepten realizar estos encuentros que promueven el sometimiento de nuestras políticas a las de EE.UU. Esto se realiza a espaldas del pueblo, sin un análisis sobre el rol de las FF.AA. en la construcción democrática”.
—Nosotros nos desayunamos con esta noticia sin ningún tipo de información ni reunión previa alguna. No solamente a través de los editoriales de Verbitsky sino de las instituciones que le he mencionado. Creo también que, en la construcción democrática, hay funciones de las FF.AA. que tienen un eje del que no se habla. Debemos volver sobre la pregunta de qué es la soberanía nacional. Hoy es algo tan diluido y amorfo que nadie sabe qué significa el término “soberanía nacional”. Un pueblo es soberano cuando dispone de los recursos y decisiones para llevar adelante a una nación. Si se ha entregado el patrimonio del pueblo a las grandes corporaciones extranjeras, ¿de qué soberanía estamos hablando? ¿Territorial? ¿Del pueblo? ¿Cuál es el concepto que tenemos hoy? Recién nos enteramos (a través de las fuentes que le mencionaba) de la reunión de Punta del Este pero el pueblo no lo sabe. Está entretenido con otras cosas que no son problemas centrales. Vuelvo a la ley minera: nos hemos cansado de mirar cartas y de reclamar una reforma en la Ley de Minería cuando se llevan el 97% de los recursos del país. Mire, yo le recomendaría a la Presidenta varios libros: uno de ellos, de Vandana Shiva, que es una investigadora de la India que viene trabajando mucho sobre los problemas de medio ambiente. Si la presidenta de la Nación hace un acuerdo con Monsanto (que se va a establecer en Córdoba con los bancos de semilla y que luego cobrará las patentes de los agricultores), se va a generar una dependencia que provocará grandes desastres. Varios países están haciendo juicios a Monsanto y expulsando a esta empresa. ¡En Argentina, ingresa sin ningún tipo de consulta! Vuelvo a Vandana Shiva para recordar que, entre sus muchas obras, hay varias de sumo interés como La biopiratería, La semilla robada, Democracia en la tierra. Sería bueno, repito, que la Presidenta los leyera porque no sólo ha llevado al suicidio a grupos de campesinos y a la dependencia no sólo de la semilla sino de los agrotóxicos. Entonces, si queremos preservar el medio ambiente, hay que tener un gran cuidado con estas cosas. La Barrick Gold va a contaminar los glaciares. Y esto es cianuro de mercurio. Y el Gobierno lo sabe y tiene un proyecto en conjunto con Chile. Creo que esto es ceder la soberanía nacional. El gobernador Gioja, de San Juan, es parte de todo este conglomerado de grandes intereses mineros. No hay una regulación de la minería, de preservación del medio ambiente y del cuidado que esto merece para la población tanto del presente como del futuro.

—Y Chile, ¿qué dice?
—Lamentablemente está en las mismas. No preservan nada. Chile es un país, como sabemos, esencialmente minero. Aparte de las riquezas de cobre que posee. Yo he estado en las minas, en los socavones, en Copiapó. Pero también he estado en Bolivia y creo que en estas cosas es necesario trabajar con mucha prudencia. Se necesitan recursos pero que esto no nos deje en la miseria como consecuencia de perder lo nuestro además del desastre ambiental que esto significa. Es muy importante la política de derechos humanos como un derecho de los pueblos y en su construcción democrática. Son valores indivisibles. No estamos planteando nada en contra de lo que el país necesita. Recuerdo, en San Juan, una marcha en la que la empresa Barrick Gold mandó los mineros diciendo que queríamos sacarles el trabajo. Hablé con ellos y terminamos sacándonos fotos juntos. Repito que no estamos contra la minería pero sí contra una explotación irracional donde sólo se privilegia el capital financiero sobre la vida de los pueblos.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 22 de Septiembre de 2012.


martes, 14 de agosto de 2012

Reportaje a Hermes Binner... De Alguna Manera...

"A Cristina la veo muy sola: eso es malo"...

Constitución. "Si se busca la reforma constitucional, no es justamente para cumplirla sino para lograr la reelección".

Dice que ser opositor “no es cuestión de todos contra alguien”, y rechaza la reforma constitucional. Advierte que la situación fiscal es muy grave, y le pide a la Presidenta que escuche más a la gente.

Frente a las elecciones legislativas del 2013 son muchas las reuniones y los planteos que se hacen en el campo político. Mendoza, por ejemplo, fue el territorio elegido por Hermes Binner para cerrar su primera gira nacional luego de los comicios presidenciales del año pasado. Son muchos, también, los encuentros, los rumores y las alianzas que se hacen y deshacen con el correr de los días.

Y el ciudadano que contempla, atónito, cómo pesa la inflación en su changuito del mercado y al que hoy le faltan trenes, subtes y dólares, también se pregunta: ¿qué pasa con la oposición?
—Depende de qué oposición –contesta rápidamente el doctor Binner–, porque la verdad es que lo que nosotros buscamos no es una oposición de todos contra alguien. Ese podría ser el objetivo de una dictadura.
 
—¿Una dictadura? –nos sorprendemos.
—Le explico –retoma Binner–. Nosotros creemos que hay que acopiar información, tener propuestas y sumar alrededor del programa que amalgama la propuesta de un frente político. Y no es algo dictatorial. Yo comparo esto con lo que fue el “no” a Pinochet, por ejemplo. Entonces, bueno, nadie quedaba sin plantear el “no” a la dictadura. Y esto es bueno. Pero hoy nosotros no vivimos una dictadura. Corresponde, entonces, tener una propuesta lo más amplia posible, más profunda, y también una propuesta nacional abarcativa que piense en la Argentina y, desde luego, en la gente que vive en ella. No olvide que la gente es el factor fundamental de la transformación. Y es justamente este camino en el que estamos trabajando mucho. Mire, el día después de las elecciones todos los referentes del FAP (Frente Amplio Progresista) nos reunimos y pusimos en marcha el programa para el año. Venimos cumpliendo esta programación en forma realmente importante. Hasta el punto que habíamos comentado, que el 4 de agosto íbamos a terminar con el periplo de todas las regiones argentinas y así lo hemos hecho, para la región centro, el sábado pasado en la ciudad de Mendoza.
 
—Se habló mucho de una reunión suya con Cobos. Finalmente no se hizo.
  El doctor Binner apoya con calma la respuesta:
—No. En realidad, me llamó Cobos para invitarme a la presentación de un libro, a la que lamentablemente no pude ir. Esto fue, de alguna manera, lo que ocurrió en torno a una posible entrevista con él. Igualmente creo que lo que interesa es hablar, sobre todo, a nivel de partidos políticos, porque no es en la fragmentación sino en la suma que podemos construir.
 
—A eso me refería cuando hablaba de “oposición”. Aludía a un acuerdo entre partidos que no comulgan con el kirchnerismo.
—Claro. Pero también puede haber otros que no comulguen con el kirchnerismo y no estén de acuerdo en participar de una actividad de esta naturaleza. De todas maneras, creo que pensar hoy que un solo partido puede gobernar un país es un imposible. Realmente se necesitan una pluralidad, un diálogo, una construcción colectiva y no ir al problema concreto porque, en general, al problema concreto muchas veces no se le encuentra un marco general que lo posibilite. Por eso nos parece de suma prudencia pensar en el país que queremos, y pensar, también, que ese país que queremos es algo como traer el porvenir al presente. Esta es la base fundamental en la que se tienen que enganchar todos los programas. Es fundamental contar con propuestas sobre educación, salud, seguridad… en fin, acerca de todos los temas que nos tocan más de cerca.
 
—En las últimas semanas usted llamó a cerrar filas para evitar una reforma de la Constitución Nacional. Es decir, por ejemplo, otra reelección presidencial.
—Eso es verdad, porque creo que realmente allí reside el interés del tema. La Constitución está para ser cumplida. Hoy, lamentablemente, el federalismo del cual habla la Constitución de 1853 no se cumple. Y si hablamos de la reforma de 1994, tampoco se cumple con el jefe de Gabinete, con los nuevos derechos del ciudadano, ni con la autonomía de los Municipios… En fin, creo que hay una serie de incumplimientos. Por lo tanto, ¿para qué reformar la Constitución? ¿Para no cumplirla? Creo que esto tiene que ver, precisamente, con la necesidad de tener una Constitución que nos integre.
 
—Bueno, usted en Mendoza no sólo cuestionó duramente al kirchnerismo sino que no descartó alianzas con la UCR.
—Es así. Nosotros cuestionamos al kirchnerismo, hoy al Gobierno, por la falta de respeto hacia los otros poderes que constituyen la república. Cuando no respetamos esos poderes la república se empobrece, y me refiero a la idea de superación que debe tener la gente. Nosotros estamos muy convencidos de que, si se busca la reforma constitucional, no es justamente para cumplirla sino para lograr la reelección. Y creo que, por eso, nos tenemos que aferrar a las ideas de Alberdi en cuanto a la renovación. Incluso, las provincias que hoy tienen elección indefinida no son las mejores provincias.
 
—Y a propósito de divisiones, ¿cómo ve el conflicto entre la CGT de Moyano y el Gobierno?
—Bueno, es un producto del populismo. El populismo confunde partidos, gobiernos, Estado, instituciones que pueden tener una incidencia política como la CGT. Y esto es lamentable porque el bloque de la CGT tiene que ser gobernado por los trabajadores. Son ellos los que tienen que definir su conducta y no introducir, desde afuera, acciones que permitan confundir lo que significa un organismo sindical del rango y de la historia de la propia CGT.
 
—Sí, pero da la sensación de que va a ser muy difícil, en primer término, que no se fracture, y luego, que no haya una CGT muy combativa.
—De hecho nosotros necesitamos pensar que, en la medida en que no se fracture tanto la institución gremial, la situación será mejor, habrá un diálogo concreto. Si tenemos dos CTA, tres CGT, serán cinco centrales obreras y negociar allí se vuelve muy difícil, ¿no es cierto? Asimismo creo que tiene que haber una conducción que también sea integrable a la dirección empresarial. No veo otra forma que no sea sentar en la misma mesa, y no por separado, a la Unión Industrial, a las instituciones gremiales en general relacionadas con las agrupaciones empresarias y, desde ya, a las centrales obreras, para discutir el tema de la inflación. Si vemos la inflación como un problema (tal como lo hemos planteado en la campaña electoral y hoy se está viendo así) y no lo ponemos sobre la mesa, nunca vamos a resolverlo. Es importante objetivarlo. ¿Está el problema? Bueno, vamos entonces al tratamiento.
 
—Claro, pero hay algunos problemas más solucionables que otros. Creo recordar que usted mencionó, por ejemplo, que la Nación le debe a la provincia de Santa Fe algo así como ocho mil millones de pesos, ¿es correcto?
—Por supuesto. Con el equipo económico que dirige el contador Wolowik hemos observado que el déficit fiscal de las provincias en total asciende a 40 mil millones de pesos. De manera que éste es un problema estructural. En su avidez por encontrar dinero, el Gobierno ha echado mano del Banco Central, la Anses, el Banco Nación, el dinero de los sindicatos, y ahora se queda con el dinero de las provincias. Y esto es muy grave, porque se les han transferido a las provincias las responsabilidades de la educación, la salud, la seguridad y la Justicia, y no se les transfieren los recursos. Este es un federalismo invertido. Tenemos un federalismo para entregar los derechos sociales y un unitarismo para recaudar el dinero. Y esto va a contramano de lo que significa un país normal. Yo no conozco ninguna provincia argentina que tenga superávit fiscal. Tampoco lo tiene la Nación. Con lo cual, ese doble superávit gemelo o mellizo (como quiera llamarlo) que eran en realidad el superávit fiscal y el superávit comercial, bueno… hoy el superávit fiscal no existe más. Hay una deuda fiscal que va creciendo en la Nación que, a su vez, se transfiere a las provincias. Y, por otro lado, hay un superávit comercial que se mantiene a duras penas a través del precio de la soja.
 
—El yuyo… como solía llamarla la señora Presidenta.
—Sí, el yuyo proteico.
 
—¿Qué sería de nosotros sin el yuyo?
—Sí, esto es complicado. Además, el tema del comercio exterior es muy delicado porque tanto comprar como vender, con todas las limitaciones que impone una sola persona, resultan una contradicción en el mundo globalizado en el que vivimos. Todos los que quieren vender o comprar tienen que depender de la decisión del señor Moreno. Entonces, que una sola persona diga cuánto se puede exportar de trigo… Mientras tanto, el trigo se llena de hongos en los silos en vez de ser exportado. Se reservaron cinco millones de toneladas para consumo interno; ¿y el resto? Fíjese lo que pasa hoy con la leche. Ahí tenemos un problema muy serio. Usted va a comprar un litro de leche y tiene que pagarlo 6 pesos, mientras que al productor le pagan 1,50. ¿Quién se queda con esa diferencia entre 1,50 y 6 pesos? Con ese pedazo de rentabilidad. Y si no se distribuye correctamente la venta y no se hace del rubro “leche”, un producto vital y necesario con un precio lo más ajustado posible para que pueda llegar a los que menos tienen, bueno… estamos con problemas.
 
—Los santafesinos lo recuerdan como un buen gobernador. ¿Qué hubiera hecho usted con este tema del precio de la leche?
—Lo hicimos. Desde el Mercoláctea de San Francisco, Córdoba, presentamos seis medidas por las cuales se planteaban los derechos de los productores. Y el primer eslabón en la cadena productiva de la leche (desde que sale de la producción primaria hasta que llega a la mesa) es la producción de la leche. Si no hay tambo, no hay leche. Entonces siempre se degrada al primer eslabón. Esto mismo pasó con la carne. Hubo un momento en el que el precio de la comida era más caro que regalar el ternero. Regalaban entonces los terneros, y si esto ocurre, ¿cuándo habrá animales adultos para poder faenar? Como le decía, con la leche está pasando lo mismo: han cerrado muchísimos tambos. ¿Por qué? Bueno, porque no convenía estar tan pendiente del precio de la leche. Entonces, en San Francisco, Córdoba, cuando se hace el Congreso de Mercoláctea como todos los años, también allí se fijan políticas o propuestas para elevar a los responsables nacionales. Y el primer problema es defender la leche del productor. La producción primaria. Y allí tenemos dos puntos que pudieron completarse rápidamente: por ejemplo, saber qué precio se va a pagar. Hay allí tal grado de dependencia (por ser un producto perecedero) que, como bien sabemos, cuando se extrae la leche hay que entregarla rápidamente a la usina láctea. Es el primer paso, y luego, el día 20 del mes, recién le dicen al productor cuánto le van a pagar por lo que entregó. El otro punto se refiere al tenor de grasa butirosa que debe contener la leche. Esto también entra en la composición del precio. Entonces, con una red de laboratorios públicos que analicen cuál es el contenido de grasa, el productor sabe cuánto puede lograr con respecto al precio. Estas disposiciones mejoraron la cadena de producción, pero cuando dejan de cumplirse ocurre el problema que tenemos hoy. Observemos la falta de competitividad de nuestro país. Tenemos el ejemplo de los limones de Tucumán, el aceite de oliva de La Rioja o la caña de azúcar en Jujuy, y las manzanas y las peras del Valle de Río Negro. Si a esto sumamos la leche y la carne de la que hablábamos recién, estamos ahora ante una economía donde la inflación comió al dólar. Y, en esa situación, cuando hoy tenemos un dólar paralelo o eufemísticamente llamado “blue” (porque “negro” queda muy fúnebre), se trata de recomponer una situación que no tiene compostura si no se plantea el origen del problema.
 
—Perdón, pero ¿cuál es para usted la causa principal para que hayamos llegado a un mercado desdoblado, a la falta de competitividad, etc.?
—La causa es la inflación. En el gobierno de Néstor Kirchner teníamos un dólar alto. La inflación va comiendo. Entonces, ¿cómo responde la Nación a la inflación? Con emisión. Con lo cual entramos en una cadena por la que, en un momento, llegamos a que el dólar es bajo, y con un dólar bajo no encontramos competitividad. También se puede encontrar competitividad por otro camino que no sea solamente mover el dólar, pero el dólar se ha movido al paralelo. Quiere decir que si usted va y vende a 4,50 le darán una determinada cantidad de dólares, pero luego si los cambia en el paralelo a 6,50, ¿quién se queda con esa diferencia? Estos son temas que deben ser corregidos dialogando. Hay que sentar a una misma mesa a productores y trabajadores. Todos queremos que la economía funcione, porque de no ser así la sociedad se paraliza y viene lo que estamos hoy al borde de que ocurra. Me refiero al estancamiento con inflación. Y esto ya lo hemos vivido con el Rodrigazo, la circular 1050, el 2001.
 
—En este momento, en la Capital Federal estamos en el quinto día sin subterráneos. Buenos Aires es un caos con un millón de personas que usaban el subte y hoy no pueden hacerlo. Según su experiencia, ¿cómo ve esta pelea entre la Ciudad y la Nación?
—Sí, es una ciudad colapsada. Y está colapsada porque falta un sistema de transporte público eficiente. Una ciudad como Buenos Aires no puede tener la cantidad de autos que van a razón de 1,2 habitantes por vehículo. ¿Dónde estacionan? ¿Cuánto cuesta un estacionamiento? Tiene que haber grandes playas en las afueras de la ciudad.
 
—Lo que usted dice es cierto pero, además, hay una pelea política muy fuerte.
—Claro, hay una pelea política pero no se busca la solución del problema porque la solución está en jerarquizar el sistema público. No hay otra forma. Usted habla, por ejemplo, del subte. El sistema público. Hay que ver el costo y la tarifa. Si la tarifa coincide con el costo, muy bien. Ahora, si la tarifa no coincide con el costo, hay que poner la diferencia. ¿Quién paga la diferencia? Hay que tener un master plan para la ciudad de Buenos Aires que permita una mayor integración. Si ponemos como ejemplo a una gran ciudad como Nueva York, bueno, tiene un sistema de transporte que garantiza una tranquilidad del tráfico vehicular que llama la atención. En la Gran Manzana (contrariamente a lo que puede suponerse) no encontramos un infierno de bocinazos. Todos avanzan. ¿Por qué? Pues porque hay una planificación. Tal cosa debe hacer Buenos Aires. Por supuesto que esto llevará tiempo, no es algo que pueda hacerse de un día para el otro. Llevará veinte años, pero veinte años pasan rápido. Una ciudad sin planificación no es imaginable. Las ciudades que la tienen han avanzado. Mire –se entusiasma–, si yo hubiera sabido que iba a ser intendente de Rosario habría estudiado urbanismo y no medicina. El urbanismo ayuda a la calidad de vida de la gente. La disposición de las calles, el arbolado público, la ubicación de los parques y las plazas son todas cosas que llevan tiempo. La gran urbanización de París fue la obra de un notable arquitecto como era Haussman. De lo contrario, se habría mantenido como una ciudad medieval ampliada.
 
—Cuando usted reflexionaba recién y decía que de haber sabido habría estudiado urbanismo, no pude dejar de preguntarme, ¿cómo era usted, Binner, cuando decidió entrar en la política?
—Me resulta trabajoso recordarlo. Me afilié al Partido Socialista cuando tenía 16 años (pese a que había que haber cumplido los 18 para tener la ficha de afiliación). La verdad es que siempre tuve un gran entusiasmo por todo lo urbano, el tema de la convivencia. La planificación. Por ejemplo, planificar el país. Argentina es un país que está absolutamente desproporcionado, con el 40% de sus habitantes hacinados alrededor de las grandes ciudades, y las migraciones que se producen van a engrosar esos cordones de pobreza que conocemos. La gente llega con un oficio pero sin salida laboral. El que sembraba la tierra o desarrollaba alguna actividad doméstica tendrá, claro, mucha dificultad para integrarse.
 
—¿Cuál sería su idea rectora si fuera presidente de la Nación?
—La idea rectora es tener un plan a veinte años, un plan de Estado. Eso lo hicimos en Rosario y funcionó. Y lo hicimos en Santa Fe y está funcionando. De manera que no tenemos que pensar solamente en el hoy, sino tener un eje rector dentro de la planificación. Las cosas no pueden hacerse de un día para el otro. Pero hay que comenzar.
 
—¿Qué haría con la inseguridad?
—En primer término, ordenaría todas las ciudades. Hay que ser muy duro con el tema del delito y tener una actitud positiva para doblegar el flagelo de la delincuencia. Por supuesto que hay una cantidad de factores que ya conocemos, pero a las víctimas de los delitos no les puedo explicar que al delincuente hay que mandarlo a la escuela. Tengo que proceder con la Justicia y tomar las medidas que correspondan. Por otra parte, hay que relacionar este tema con la participación de todos los organismos de seguridad. Tenemos Policía Provincial, Federal, Prefectura, Gendarmería, Policía Aeronáutica… bueno, todos ellos deben tener un mapa del delito común. Si no tenemos un mapa del delito para todo el país, tendremos una situación crítica. A nosotros nos pasó en Santa Fe. Situaciones de robo y distintas actividades delictivas y una población que estaba muy cerca de la frontera de Santa Fe y la provincia de Buenos Aires. Entonces, si la policía de Santa Fe tiene solamente los datos de la delincuencia en Santa Fe y no los de la provincia de Buenos Aires, ya ahí tenemos un problema. ¿Y quién puede sumar todo esto? El Ministerio de Defensa, que debe convocarlos a todos con un mapa y preguntarles qué información necesitan y qué elementos técnicos precisa la Policía Científica, etc. En esto es posible avanzar muchísimo. Hay cosas que se pueden hacer desde el punto de vista del garantismo, pero desde el punto de vista de lo que demanda la sociedad, ciertamente no. No podemos, claro, saltar del garantismo a la ley de Blumberg. Pero debemos pensar que la sociedad también está emitiendo señales. Alguien que incendia a su mujer en un arrebato de violencia… bueno, ha dado lugar a una serie de hechos exactamente iguales. Es muy probable que esa misma persona no vuelva a cometer ese acto pero, desgraciadamente, sirve como ejemplo. De los peores. Y por ese motivo hay tantos casos. Fíjese qué atroz el caso de la niña Candela: tomar a una criatura para enviar una señal a quien se le tiene encono. Bueno, de esta atrocidad tenemos varios casos. Este es un tema importante que debe ser tratado con mucha firmeza, y lamento que haya instituciones que crean que liberando a los presos pueden juntar más adhesiones políticas. No debemos permitir que se desvirtúe la función de la propia Justicia…

Tomamos un último café con el doctor Binner. Y no podemos dejar de fantasear también con la última pregunta:
 
—Si en vez de tomar un café conmigo estuviera sentado frente a Cristina Kirchner, ¿cuál sería el meollo de la conversación?
  Binner esboza una media sonrisa y luego:
—Bueno, primero habría que escucharla. Yo he tenido entrevistas de una hora con ella en las cuales los primeros 55 minutos habla solamente ella… de modo que en los cinco minutos restantes hay que aprovechar para decir muchas cosas. Pero, hablando seriamente, yo creo que lo importante sería que escuche a la gente porque hoy la veo absolutamente sola y creo que eso no es bueno. Un país con 40 millones de habitantes necesita una democracia más fresca, donde se tengan en cuenta las opiniones diferentes al propio pensamiento.

© Escrito por Magdalena Ruíz Guiñazú y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 12 de Agosto de 2012.

 

domingo, 5 de agosto de 2012

Reportaje a Eugenio Semino... Distribuir pobreza... De Alguna Manera...

"Distribuimos pobreza entre pobres"…

Mirada. "Hay una preconfiguración de vejez como enfermedad y como pobreza. Cuando uno llega a viejo tiene que acostumbrarse a ser pobre o estar enfermo. Deberíamos tener derecho a un jubileo, no a una jubilopatía."

Reportaje a Eugenio Semino. Ombudsman de la Tercera Edad, lamenta que los jubilados estén financiando con su dinero políticas públicas que amenazan con licuar el capital del sistema de seguridad social. Advierte que hace diez años el 17 por ciento ganaba la jubilación mínima –”con la que no se puede vivir”–, y hoy la proporción es del 76 por ciento.

¿Descapitalización del Fondo de Garantía de la Anses? El ombudsman de la Tercera Edad es un hombre con una fuerte trayectoria. En efecto, después de la dictadura, el doctor Eugenio Semino tuvo a su cargo la Dirección General de Discapacidad y Tercera Edad de la Ciudad de Buenos Aires. Luego, a principios de los 90, dirigió la Controladuría General Comunal junto al entonces Defensor del Pueblo, el escribano Antonio Carcañá. El doctor Semino es abogado, gerontólogo y doctor en Criminología.

—Me ocupaba de adultos mayores desde la cuestión social –explica–. Hoy, la geriatría trabaja desde la cuestión médica. Yo hice el doctorado en Madrid puesto que (aunque le cueste creerlo) la Universidad de Buenos Aires no tiene formación en Geriatría

—¿Por qué?nos sorprendemos.
—Solemos decir que “a menos médicos, menos medicamentos”, y resulta que es más negocio el medicamento. Es decir, uno ve a mayores en su casa, la polimedicación es algo absolutamente frecuente y, desde el punto del organismo, no es gratuita. En el área de atención sanitaria lo que hay para el adulto mayor es una atención que debería ser mucho más integral. Por ejemplo, cuando hablamos de un modelo de atención primaria estaríamos refiriéndonos a la necesidad de un equipo de salud. Entre nosotros hay un sistema médico-hegemónico que obliga al médico a resolverlo todo y termina condenándolo (cuando el paciente no avanza) como el hacedor de todos los males. Lo que ocurre a veces con el paciente añoso es que muchas de sus enfermedades no tienen cura. Lo que necesitan son cuidados, lo cual es bastante diferente. Muchas de las patologías son crónicas. En cuanto a la atención primaria, los modelos sociosanitarios tienen que contemplar una cantidad de cuestiones que exceden (en un sentido estricto) al médico. Me refiero a situaciones que tienen que ver con lo social y no con el medicamento, salvo en el momento en que ese medicamento resulte indispensable. Hoy en este tema existe un verdadero abuso. Aun cuando, en el tema psicofármacos, muchas veces la problemática relacionada con la depresión es absolutamente tratable a partir de la actividad o de los proyectos de vida. De fomentar el deseo.

—¿Ganas de vivir?
—Exactamente. Hay una cosa que se niega en esta sociedad, y es que nosotros tenemos la edad de nuestros proyectos. El envejecimiento tiene una característica social y subjetiva. Depende en gran parte de nosotros mismos, de nuestro medio social y familiar…

—También del carácter de cada uno, ¿no es cierto?
—Desde ya. Hay gente que es deprimida desde siempre. Se puede ser viejo a los treinta y joven a los ochenta. Pero hay algo que está estrictamente relacionado con los recursos y la seguridad social. Le explico: desde el punto de vista productivo hay una etapa en la que nosotros dejamos de “servir” socialmente. Y esto es algo decisivo, porque no sólo se jubila a un individuo de sus actividades sino que se lo jubila de la vida.

—En una palabra, dejamos de interesar…
—Así es.

—…Por eso es tan grave el tema del dinero de los jubilados. ¿Es cierto, doctor, que el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) no alcanza a cubrir los pagos de jubilaciones y pensiones de un año calendario?
—Así se supone. ¿Por qué digo que se supone? Pues simplemente porque no hay números claros en este sentido. Sabemos que hay grandes erogaciones. Que hay una cantidad enorme de juicios (más de 500 mil) que no están cuantificados. Es decir, no sabemos cuánto le va a costar al Estado a futuro. Hay una vieja costumbre argentina de todos los gobiernos y es que, como los juicios duran más que los períodos gubernamentales, en definitiva será otro quien los pague.

—Hemos visto en distintos programas de televisión las montañas de expedientes que incluso, si no recuerdo mal, provocaron un hundimiento de techos en un juzgado de la calle Cerrito.
—Ocurrió en varios juzgados, porque no soportaban el peso de los expedientes. Y aquí nos preguntamos, ¿por qué se llega a esto? ¿Por qué tantos años (veinte, treinta, cincuenta) de echar mano de la seguridad social? Lo que vemos que se está haciendo con la Anses es lo que se hizo históricamente con las cajas de jubilaciones. Todos los gobiernos iban y tomaban plata fresca de las cajas de jubilaciones. Llegó un día en el que exclamaron, como dijo Cavallo: “Oh, no hay más plata”. Entonces, Cavallo decidió privatizar el sistema. No dijo “no hay que robar” o “no hay que utilizar la plata para otra cosa”. Dio, en cambio, la solución final (entre comillas). Resulta, entonces, que en muchos segmentos de nuestra historia no se notó ese saqueo porque había pocos viejos. Hoy día somos como las cucarachas: ¡nos acostumbramos a todos los venenos! A todos los ministros de Economía. Y seguimos generando expectativas de vida, vivimos más. Pero ahora esta pirámide envejeció. No hay pleno empleo. Ese sueño se extinguió en el mundo. Hoy tenemos una cuota de desempleo; una cuota importante de subempleo (es decir, empleo negro) y, en conclusión, el dinero no alcanza y los desfasajes comienzan a notarse cada vez más. Pero no es solamente esto: a pesar de que no alcanza, cada vez se va sacando más de estos fondos. Y la disputa no es solamente económica, sino simbólica. Hay una preconfiguración de vejez como enfermedad y como pobreza. Cuando uno llegue a viejo tiene que acostumbrarse a ser pobre. O, simplemente, va a estar enfermo porque sí, nomás. En realidad esto no tiene que ver con la vida misma. Tampoco tiene que ver con el siglo XXI. Vivimos más y, por lo tanto, debemos tener más calidad de vida en términos del momento en el que dejamos nuestra actividad. Cuando dejamos ciertos compromisos (desde lo familiar, como crianza de los hijos) deberíamos tener derecho a un jubileo. No a una jubilopatía. Entonces, después de Cavallo, después de esa “solución final” que se llevó la plata a paraísos fiscales y demás, cuando se reestatiza el sistema, lo que vemos es que esos fondos volvieron. Y nos pareció bien porque suponíamos que iban a ser parte de su distribución dentro del sistema jubilatorio. Lo que vemos, en cambio, es que hay comportamientos que reiteran los viejos vicios de todos los gobiernos que acudieron a esos fondos para financiar otras cuestiones (más o menos altruistas) del Estado.

—¿Cuántos jubilados reciben el mínimo?
—Más de cuatro millones de jubilados ganan 1.680 pesos. Nadie puede suponer que con eso se puede vivir. Por lo cual, las explicaciones de Cavallo, Menem, De la Rúa… bueno, pero lo cierto es que hoy esa persona está condenada a la pobreza.

—¿Es correcta la información de que este 2012 quedaremos $ 18.568 millones por debajo del monto necesario para cumplir con jubilaciones y pensiones?
—Esto es lo que se estima e, insisto, sin saber todavía cuánto nos van a costar los juicios. Le explico, el tema es así: en 2007, previo a la reestatización de los fondos que se hizo en 2008, el Poder Ejecutivo dicta un decreto (el Nº 897) que, en su artículo 6, dice que se crea un Fondo de Garantía o Sustentabilidad para cuando el sistema tenga algún problema coyuntural, por ejemplo, de baja recaudación.

—¿Era una reserva?
—Sí. Y esa reserva tenía que ser equivalente a la erogación anual. Es decir, a lo que el sistema paga en beneficios, jubilaciones y pensiones durante todo un año. En 2008 se dicta entonces la Ley 26.425, que es la que crea el sistema integrado de previsión argentino: el SIPA. Este sistema deroga el articulo 6º del Decreto 897 del año anterior, que ponía un tope al Fondo de Garantía equivalente a la erogación anual del sistema, y crea entonces ahora un “sistema de reparto asistido con capitalización de reservas”. Esto quiere decir que el dinero que iba a entrar al sistema se repartiría entre aquéllos que tuvieran el derecho de recibirlo dentro de ese mismo esquema. Es decir, los jubilados que existían hasta ese momento y los que luego accederían en el futuro a la jubilación. Ahí se perdió el tema del tope en términos de acumulación. Y esto es fundamental porque, si uno no sabe cuál es el tope, tampoco sabe cuál es el excedente.

—Disculpe mi ignorancia, doctor, pero ¿es cierto que el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la Anses estuvo dando préstamos a empresas a tasas inferiores a la inflación real? Por ejemplo, ¿se tomaron de allí los 600 millones para la provincia de Buenos Aires?
—Así es. Y, en ese sentido, no sabemos si se sacó de lo que era reserva para pagar beneficios o si se sacó del excedente. El Gobierno dice a través de un joven ministro: “Esto es de todos y es reaccionario plantear que es de algunos”, etc. En realidad, lo que se había hecho en 2006 (sacar el tope) genera esa indefinición para que la interpretación sea libre. En definitiva, esto significa habilitar “como se quiera” el uso del recurso. Fíjese que incluso lo dice la presidenta de la Nación cuando se le da este préstamo a la provincia de Buenos Aires. No sólo el préstamo de 600 millones, sino que, a su vez, se emitieron letras. Es decir, un préstamo en letras a la Provincia por casi 900 millones de pesos. Por lo menos así fue anunciado. La Presidenta dice: “Esta es plata de trabajadores para trabajadores”. Pero esto llama un poco la atención porque, si bien los trabajadores activos de la provincia de Buenos Aires necesitan cobrar su aguinaldo, también lo necesitan los trabajadores que dejaron la actividad y que son los jubilados. Yo me pregunto entonces, ¿cuándo van a decir: es plata de la renta financiera o es plata de la transferencia de capitales? ¿Es plata de afuera del sistema que viene al sistema? Si no, distribuimos pobreza entre los pobres. ¿Es decir que la famosa redistribución de la riqueza y demás es sólo un enunciado?

—¿Cómo se explica, doctor, que el crédito de 600 millones para la provincia de Buenos Aires se otorgó a una tasa del 16,4% anual contra una inflación prevista del 24%?
—Este es otro absurdo: propios y ajenos al Gobierno calculan la inflación en ese porcentaje del 24%, y en general los programas que hemos conocido (tanto en los préstamos como en el programa Procrear) hablan, en esos casos, de tasas del 2 al 14%. Entonces, en cualquier circunstancia, al estar por debajo de la inflación real, lo que estamos haciendo es licuar el capital del sistema. Además, no se prioriza lo que corresponde al propio jubilado, que es a quien se le está debiendo. Fíjese: hace diez años un 17% ganaba la mínima. Hoy, un 76% gana la mínima. Nos dicen que, por vía de moratoria, han ingresado más de dos millones de personas. Y esto está muy bien. Me parece una buena medida. Pero tiene que financiarla el Estado desde otro lado porque, si no, al que ingresó está financiándolo el jubilado que ya estaba en el sistema. Algunas provincias, Córdoba por ejemplo, hablan de ir a la Corte Suprema, porque se le debe más de mil millones de pesos al Instituto.

—¿Cómo es eso?
—En 1993, cuando se privatiza el sistema, algunas provincias dicen: “Yo no cedo mi Instituto Provisional. Me quedo con él”. Estas provincias son, por ejemplo, Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Santa Cruz y algunas otras. ¿Qué hace entonces Domingo Cavallo? “Para eso –les dice–, para quedarse con su Instituto de Previsión, van a tener que ceder parte de la coparticipación. Y la Anses les va a reintegrar los déficits que tenga el Instituto Provincial”.

—¿Y eso ocurrió?
—Cavallo añadió un párrafo diciendo: “… siempre y cuando armonicen sus regímenes provinciales con el régimen nacional”. ¿Qué quiere decir esto de “armonicen”? También el actual gobierno toma esta palabra como propia… Esos Institutos provinciales tienen reconocido el 82% móvil a sus jubilados, y para “armonizar” con el sistema nacional tienen entonces que salir de su 82% y pagar el 40% o el 50%, que es lo que está ganando el jubilado a nivel nacional con respecto al que estaba en actividad. Es decir que tienen que hacer un “recorte” de jubilaciones. Y esto no lo quieren hacer. El Estado nacional (tomándose de la palabra “armonizar” empleada por Cavallo) decide: “Bueno, yo no les mando nada porque ustedes no ‘armonizan’ con el 40% o el 50% que están ganando los jubilados nacionales”. Y esta disputa, –termina diciendo el doctor Semino– degrada todo el sistema. Los Institutos Provinciales, sin el auxilio de la Anses, no pueden subsistir.

© Escrito por Magdalena Ruiz Guiñazú y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 4 de Abril de 2012.