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domingo, 29 de septiembre de 2013

Manual de instrucciones para tomar un colegio… De Alguna Manera...

Manual de instrucciones para tomar un colegio…


Cómo destruir la educación pública. Los penosos hechos ocurridos en mi querido Colegio Nacional de Buenos Aires, y las tomas de algunos establecimientos secundarios porteños, me han motivado a escribir las siguientes reflexiones…

Estimado alumno: si Ud. quiere tomar un colegio debe estar dispuesto a violar las leyes. Sí, y no sólo las leyes que impiden la utilización del patrimonio público con fines facciosos, sino también los tratados internacionales de derechos humanos que defienden el derecho a la educación. Debe estar dispuesto a violar los derechos de todos y cada uno de sus compañeros a educarse. El derecho de los docentes a trabajar. En suma, el derecho constitucional a “enseñar y aprender”, fundamento de todo lo bueno que tuvo y aún tiene nuestro país.

También debe tener en cuenta que la toma ha de tener un objetivo importante. Por ejemplo, que no se aplique una reforma educativa votada por el Congreso de la Nación. ¿Argumentos? Los diputados no representan a la ciudadanía. ¿A quién se le ocurre que alguien que es votado por la ciudadanía represente a los ciudadanos? De ninguna manera. Quienes verdaderamente representan al pueblo son los menores de edad en asamblea. Sí, en asamblea convocada para decidir si se acata o no la ley. Piense cómo hemos evolucionado, estimado alumno. En la antigua Roma, el senado estaba integrado por los senex (ancianos) que no entendían nada de la vida. En la Argentina Ganada, las leyes que votan los senadores sólo son aplicadas si pasan el filtro de la asamblea adolescente.

¿Le quedó claro? El sistema representativo no sirve, pero no sea tan extremista en este concepto. Recuerde que siempre es mejor que las tomas se hagan en períodos electorales. No deje que le vengan con el verso del voto a los 16. Eso es una trampa para incluirlo en el sistema, para que participe de la república, para que canalice sus expectativas por vías burocráticas y renuncie a los beneficios de la acción directa.

Otra cosa: piense que ese señor que trabaja y paga impuestos al salario, no tiene derecho a que funcionen los colegios que se sostienen con su contribución. Ese señor es un esclavo del capitalismo y debe ser liberado, adhiriendo en forma indeclinable y democrática a lo que decide la asamblea adolescente.

Si por casualidad le parece que la reforma educativa que motiva la protesta es inconstitucional y viola algún derecho, ni piense en ir a la Justicia. Después de todo, la propia Presidente de la Nación dice que es una corporación golpista. ¿Qué se puede esperar de quienes se arrogan la facultad de decidir qué leyes se cumplen y cuáles no? De ninguna manera, la Justicia no se deja en manos de terceros, la Justicia Legítima se hace por mano propia.

Ahora bien, con la toma no basta. También hay que tener la valentía de destruir un templo religioso y perderse en el anonimato, mientras las llamas de la inquisición estudiantil hacen su tarea. No se trata de ofender a un culto o poner en peligro el patrimonio histórico y cultural de la Nación. Se trata de demostrar que la asamblea adolescente está por encima de todo.

Ahora imagine, estimado alumno, que luego de seguir las humildes sugerencias de este manual, los niños y jóvenes argentinos abandonan la educación privada y acuden masivamente a las aulas de la escuela pública. ¿Lo cree posible?.¿Cree que de una vez por todas llegaremos a ver el fin de los capitalistas de la educación? Ud. puede, si se lo propone.

Por último, estimado alumno, tenga siempre presente que las humildes sugerencias de este manual sólo pueden llevarse a cabo ante la pasividad y negligencia de las autoridades públicas, y, desde ya, ante la ineptitud de sus propios padres.

©  Escrito por José Lucas Magioncalda el sábado 28/09/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

viernes, 26 de abril de 2013

Un azar no tan azaroso... De Alguna Manera...


Un azar no tan azaroso...


Los árabes dicen que cuando Dios no quiere firmar sus obras, busca un atajo al que llaman azar.

Bella palabra asociada a ese misterio que suele juntar lo que vive separado. Tal como sucedió con el calendario: el 18A, la cita con día marcado, coincidió con otra fecha menos anticipada ni programada, como fue la sesión en el Senado para convalidar con la mayoría una de las leyes más resistidas y polémicas, la limitación de las cautelares, como parte de esa propuesta tan pomposa como engañosa: “la democratización de la Justicia”. Un enunciado falso que revela la concepción de poder que reduce la democracia a las elecciones y se arroga la gracia de conceder la democracia como si fuera generosidad de los gobernantes y no la consagración constitucional de un sistema basado en la división de poderes cuyo corazón jurídico filosófico son los derechos humanos, la participación y la transparencia. Principios ajenos a nuestra cultura política y ciudadana ya que aún no los incorporamos como valores compartidos. En parte, esto explica que se construyan sin pudor lemas marketineros y por eso vacíos de sustancia: ¿Cómo se puede ofrecer la democratización de uno de los tres poderes del Estado, cancelando otro de los poderes de la democracia, el Parlamento, corazón y caja de resonancia de la relación de los ciudadanos con sus representantes?

Por eso, tiene sentido analizar el cambio de la dirección de la protesta. La multitud que había llenado la Plaza de Mayo giró sobre sí misma y se dirigió hacia el Congreso, intuyendo que más que votar un proyecto de ley se estaba debilitando la democracia al consagrar una concepción de poder electoralista que se hace poderosa a expensas de tornar al Parlamento superfluo, domesticar a la Justicia y condicionar a la opinión pública con un relato ideológico que ha hecho de la intervención del Estado su propaganda más eficaz.

Habituado a los golpes de efecto de la propaganda con los que se instalan los temas sobre los que gira el simulacro del debate público, las aguas de la inundación liberaron la verdad escondida bajo el barro, la ausencia del Estado. Fue esa la razón escondida por la que se canceló la sesión ordinaria en la que debíamos tratar proyectos para paliar las carencias de los damnificados, como puede ser que se destine parte de los dineros de la pauta oficial o del fútbol para todos para los inundados.

En su lugar, para ocultar el desenmascaramiento se impuso “la democratización de la Justicia” como otra nueva batalla contra el mal corporativo.

Así ingresó en el Senado a las apuradas, sin debate, el proyecto de reforma del Consejo de la Magistratura y la limitación de las cautelares.

Fue ese apuro el que hizo que sesionáramos excepcionalmente el jueves, lo que no sólo coincidió con la protesta sino que le dio una demanda ética de libertad y justicia, sin las cuales la democracia pierde legitimidad aunque se siga votando.

En mi caso personal, caminé a contramano del Senado a la Avenida de Mayo. Y sí prefiero la indignación a tiempo para evitar las furias tardías que como en 2001 terminaron destruyéndonos a todos, pude reconocer en la calle el enojo y la demanda angustiada por ver a la oposición unida, sin que se entienda totalmente que cuando se trata de defender valores en juego como la democracia, la libertad y la justicia no entran las diferencias.

Sin embargo, la unanimidad es incompatible con la pluralidad inherente a una auténtica democracia. La cultura de convivencia que nos falta construir.

Por eso, en honor a la coincidencia que juntó en el mismo a los ciudadanos ejerciendo su derecho a reclamar, con los representantes políticos legislando de espaldas a esas demandas, vale la simbología escondida en ese gesto intuitivo de cambiar la dirección de la protesta: como la democracia no se proclama, se ejerce y el Congreso es el lugar físico donde se escenifica la soberanía popular, los reflectores de la ciudadanía deben posarse sobre esas bancas que cada cuatro años deben vaciarse para que sea la ciudadanía la que ponga allí a quienes elija para representarla.

Sólo así se irá democratizando la cultura legislativa, sin cambio de votos por favores. Y sobre todo, tal como lo hizo la gente el 18A, se mire menos a la Casa Rosada que a la ciudadanía que demanda en la calle. La única fuente de la soberanía popular que tanto se invoca para gobernar.
© Escrito por Norma Morandini el viernes 26/04/2013 y publicado en:
  


 

sábado, 6 de octubre de 2012

El estado del realismo político en la era K... De Alguna Manera...


El estado del realismo político en la era K…

 
Dr. Leandro Despouy. Presidente de la A.G.N.

Una vez mas el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner junto a los espadachines del Frente para la Victoria en el Congreso de la Nación dejaron en evidencia, ante el intento frustrado de desplazar a Leandro Despouy de la Presidencia de la A.G.N., la naturaleza política del régimen que los sustenta en el poder y que se vincula, desde el punto de vista de la relación entre la ética y la política, con el Estado del realismo político.

Según Raúl Alfonsín, quienes adhieren a esta concepción, sostienen que “la moral no juega en la política porque para ellos la política es amoral, es búsqueda del poder o preservación del poder y la moral solo cuenta para las cuestiones privadas exclusivamente. Y por lo general, pone su acento y se apoya en poderes ejecutivos fuertes”.

Raúl Alfonsín además sostenía que “en cierta forma, aunque no paradigmática, en nuestro país las versiones más aproximadas a esta concepción son la de los gobiernos peronistas que se basan fundamentalmente en ejecutivos fuertes que a veces han invadido las potestades del Congreso porque no aguantan la liturgia de la Democracia y la consideran demasiado morosa”.

Estas palabras, pronunciadas por el ex Presidente en 1996, bien podrían describir el estado del realismo político que se vive en la Argentina y que ha quedado en evidencia, una vez mas, en los sucesos ocurridos recientemente en la reunión de la Comisión Bicameral del Congreso, en la cual el Frente para la Victoria intento avasallar la autonomía funcional del organismo que se ocupa de controlar al propio gobierno nacional, al intentar desconocer el mandato constitucional que tiene Leandro Despouy para ejercer el cargo de Presidente de la A.G.N.

¿Qué dice el artículo 85 de la Constitución Nacional respecto de la A.G.N.?

Tras la reforma de la Constitución en 1994 y la incorporación del artículo 85, la Auditoria General de la Nación (AGN) pasó a ser un órgano del Estado que tiene jerarquía constitucional. Conforme lo establece la Ley Suprema de la Nación “la AGN es un órgano de asistencia técnica del Congreso, con autonomía funcional, que lleva adelante la tarea de control externo de la Administración Publica Nacional”.

Su misión es asistir al Congreso en la función de contralor de las acciones del Poder Ejecutivo Nacional, en el marco de la división de poderes que impone nuestro sistema republicano, representativo y federal en el Art. 5 de la Constitución Nacional. Porque el Congreso -además de sancionar leyes- debe cumplir con su misión de controlar la labor del Gobierno para garantizar el equilibrio de poderes y la transparencia en la gestión publica.

 Así lo establece claramente el Art. 85 de la Constitución Nacional: “El examen y la opinión del Poder Legislativo sobre el desempeño y situación general de la administración pública estarán sustentados en los dictámenes de la Auditoría General de la Nación”.

Respecto a la designación del Presidente de la AGN, el artículo 85 de la Constitución Nacional dispone que “el presidente del organismo será designado a propuesta del partido político de oposición con mayor número de legisladores en el Congreso”. Dado que desde el año 2002 a la fecha el radicalismo es el primer partido político de oposición con mayor número de legisladores en el Congreso, a la U.C.R. le ha tocado la responsabilidad de presidir la A.G.N., delegando esa estratégica labor, en el Dr. Leandro Despouy.

Los motivos del intento frustrado de desplazar a Despouy. 

El ejercicio tenaz y la responsabilidad suprema asumida por Despouy a lo largo de estos 10 años para llevar adelante la digna tarea de controlar al poder, ha sido la razón central del disparatado intento del oficialismo de desplazarlo del cargo de Presidente de la A.G.N., pues muchos de los informes oficiales del organismo de control -a los que se puede acceder a través de su página - dejan al desnudo el entramado político corrupto que se ha montado en la Argentina durante la década kirchnerista. 

Estos informes, una vez aprobados por el colegio de auditores de la A.G.N., son enviados a la Comisión Parlamentaria Mixta Revisora de Cuentas, a los efectos de ser analizados y girados a las respectivas comisiones con incumbencia en la materia auditada. Pero como esta comisión esta compuesta en su mayoría por Diputados y Senadores del oficialismo, casi todos los informes son archivados y esperan ser tratados en el Congreso.

La presencia del Presidente de la A.G.N. junto a los legisladores radicales esta mañana en la Comisión Parlamentaria Mixta, en la que justamente la U.C.R. iba a denunciar la demora en el tratamiento de estos informes y a solicitar que se auditen varios aspectos que comprometen al gobierno, fue lo que motivo a los crispados legisladores oficialistas pretender sin éxito desplazar a Despouy de su cargo.

Ello terminó en un intento frustrado, no solo porque Despouy tiene mandato legal – hasta tanto la U.C.R. siga siendo el principal partido de oposición en el Congreso – sino porque además en el día de la fecha en la conferencia organizada por el Comité Nacional, la conducción partidaria y los Diputados y Senadores de la U.C.R. lo volvieron a ratificar en su cargo, al mismo tiempo que representantes de otras fuerzas políticas de la oposición, expresaron el apoyo incondicional a su gestión.

En dicha oportunidad, el titular de la U.C.R., Mario Barletta, sostuvo que “no hay duda de que Despouy es el legítimo titular de la AGN. Con este absurdo golpe, el gobierno nos quiere tapar la boca. Pretende callar toda voz que ponga en conocimiento de la ciudadanía los hechos de corrupción”.

Por su parte, el Senador y miembro de la Comisión Parlamentaria Mixta, Gerardo Morales, sostuvo que “el gobierno busca neutralizar la agenda de control”. Y destacó que “hemos requerido que se auditen Ciccone, subsidios, organizaciones que reciben planes sociales; gastos en publicidad oficial; Aerolíneas Argentinas; AFIP, BCRA, entre otras. Y no vamos a dejar que nos avasallen”.

En su oportunidad, la diputada nacional por el Movimiento Libres del Sur, Victoria Donda, señalo que “si al frente de la A.G.N. hubiera un corrupto más no estaríamos acá apoyándolo”. Y destacó “el valor que Despouy ha mostrado frente a la lacra que se enriquece con los recursos del Estado”. Asimismo, el Diputado del Gen, Gerardo Milman, sostuvo que “el FPV no quiere que haya ningún control democrático en la Argentina”. En tanto, la diputada de Confianza Pública, Graciela Ocaña, señaló que “vemos con mucha preocupación que el Gobierno no quiere ningún control, ni justicia independiente ni prensa libre. Debemos ponerle un coto a estos avances”.

Al finalizar el encuentro, el Presidente de la U.C.R. convocó a una audiencia pública con todos los partidos de la oposición, en el salón Arturo Illia del Senado de la Nación, oportunidad en la cual, se debería promover la sanción de una ley en el Congreso que establezca las misiones, funciones y composición orgánica de la AGN, tal como lo establece el artículo 85 de la Constitución, y que entre otras cosas, garantice el control externo de la gestión de los recursos públicos, acote las facultades del Presidente de la Nación y ponga límites a las pretensiones hegemónicas de las mayorías absolutas.

© Escrito por Jorge Cuello, Abogado y docente de la UBA y publicado por plazademayo.com el viernes 5 de Octubre de 2012.