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sábado, 17 de enero de 2015

Coca Cola Social Media Guard... De Alguna Manera...

Coca Cola Social Media Guard...


En el spot, Coca-Cola nos "vende" un nuevo producto, que no es un refresco, ni ropa, ni los accesorios que está comercializando ahora en algunos países; se trata del llamado "Guardián de las Redes Sociales". 


¿Qué es? Un dispositivo, similar a un cuello para mascotas (de esos que se les pone cuando están recién operados), que se coloca en el cuello para "protegernos" de la conectividad y traernos de vuelta a la vida real.

Social Media Guard, nuevo pelotazo viral de Coca-Cola


La firma consigue casi 3 millones de visitas con un vídeo online ideado por la agencia Memac Ogilvy, de Dubai.

La infoxicación, término que denomina uno de los principales males a los que se enfrenta el ser humano en el siglo XXI (sobreexposición a la información provocado por el desarrollo de los medios online, redes sociales y los avances tecnológicos, principalmente) provoca que muchos de nosotros pasemos demasiadas horas con el móvil en las manos consumiendo contenidos online. Plataformas como Facebook, Whatsapp o Twitter son referentes para una gran parte de la población de los mercados donde la penetración del móvil es relevante, como es el caso de España (el país con la tasa de penetración móvil más alta de Europa). Y esta práctica conlleva que las personas cedan terreno de su realidad física y entorno a las vivencias y realidad del mundo online, perdiéndose mucho de lo que la vida y la naturaleza ofrece de forma gratuita. Al menos es el pensamiento que tienen en Coca-Cola, una marca cuya estrategia de branding pasa por asociarse a conceptos vitalistas que le acerquen al concepto de felicidad ante el consumidor, ya sea en España como en otros mercados.


Por eso no han dudado en lanzar una nueva campaña viral para denunciar esta realidad en clave de humor e ironía, pero no sin falta de mensaje. La clave es el Social Media Guard un nuevo dispositivo ideado por la marca para evitar que las personas estén constantemente consultando su móvil y hablando o compartiendo con los demás en las redes sociales lo que están comiendo, viendo o haciendo y ayudarles a centrarse en lo que realmente es lo importante: vivir ese momento tan especial. Este objeto consiste, básicamente, en un collarín para personas muy similar al que se utiliza para que los perros y otros animales no presten atención a elementos externos y no alcancen a perjudicar su cuerpo cuando han sido intervenidos por el veterinario, por ejemplo. Para arropar el lanzamiento del producto la marca ha puesto en marcha una campaña viral (ideada por la agencia Memac Ogilvy, de Dubai) protagonizada por un vídeo de un minuto y medio donde se recrean situaciones reales, en las que más de uno se verá reflejado, que caen en lo absurdo.


¿Se comercializará realmente el producto? De momento no está disponible en las tiendas del emirato, ni tampoco hay indicios de que se haya puesto a disposición de los consumidores en sus páginas web. No obstante ha generado interés, puesto que el vídeo oficial, albergado en el canal de Youtube, acumula casi 3 millones de visitas en menos de una semana. Y la cifra va subiendo.


© Publicado el martes 25/02/2014 por http://www.elpublicista.es de la Ciudad de Madrid, España.







domingo, 31 de agosto de 2014

El teléfono celular… De Alguna Manera...


El teléfono celular…


Me confesaba una señora hace  algunos días que,  mientras se dirigía hacia su casa en bus, una joven que iba en el asiento de al lado, colgada del móvil,  le contaba a su interlocutor durante todo el trayecto una historia tan apasionante, que la señora, cuando  llegó a su parada, decidió no bajar. Sólo lo hizo dos paradas más allá,  para poder enterarse de cómo terminaba la historia. El móvil, querámoslo o no, ha cambiado nuestras vidas, nuestro sentido de la intimidad, de la soledad y la instantaneidad. Quizás algunos lectores de cierta edad podrán recordar todavía cuando era necesario "poner una conferencia". "Tienen dos horas de demora", avisaba la telefonista, y a veces no se conseguía hablar porque las líneas estaban saturadas.

Nuestros abuelos e incluso algunos de nuestros padres vivieron sin el móvil, como subsistieron  sin Internet, sin reproductores de mp3, computadoras, pda y otros descubrimientos tecnológicos. Cabe preguntarse si eran o no más felices que nosotros, tan intercomunica-dos, pero a veces tan solitarios en medio de la tecnópolis.

Sería interesante saber hasta qué punto sociológica, psicológica  y cotidianamente han cambiado nuestras vidas con la invasión del móvil o "celular" (en España, con más de 50 millones de líneas, son más celulares que españoles, que son 45 millones), cabe preguntarse en qué hemos ganado y qué hemos perdido o podemos perder con este masivo advenimiento.

No hay duda que tal adminículo, que de mero teléfono se ha convertido en minicomputadora cargada de prestaciones  -agenda, oficina portátil, conexión a internet, reproductor de música e imágenes, cámara fotográfica y de video, máquina de juegos, plataforma publicitaria y sobre todo terminal de mensajería- ha disparado las cifras de un gran negocio y  desde luego ha facilitado nuestra vida, en la misma medida que ha creado nuevas necesidades.

Como todo invento, en sí mismo es bueno. Todo depende de cómo se use. La imprenta, el tren, el automóvil y el avión cambiaron nuestras formas de relacionarnos. Pero en el momento en que el coche, por ejemplo, se convirtió en Leviantán de nuestras carreteras, nos puede crear dependencias, gastos abusivos  y, sobre todo, de hecho se está tragando vidas humanas. La televisión es otro gran invento, pero puede convertirnos en estúpidos integrales, si la tenemos todo el día encendida y no sabemos seleccionar nuestra dieta de imágenes.

El celular nos acerca a la familia, amigos, compañeros, socios o clientes, y de qué manera. Nos facilita la comunicación e información. Nos da seguridad, y, como cuenta el profesor Domingo Gallego, puede prestar libertad e incluso liberación a poblaciones aisladas. Pero también está destruyendo el lenguaje de nuestros adolescentes, fomenta una comunicación trivial y un gasto absurdo ("Fulanita, ¿le has cambiado los pañales al niño?" Las tarifas españolas son unas de las más abusivas de todo el mundo) y es uno de los instrumentos que contribuyen más al "ruido ambiental" (falta de silencio, de estar con uno mismo), a no parar, síndrome de nuestro tiempo. Rara es la  clase, la conferencia, la proyección  de una película, hasta el oficio religioso donde no suene un móvil. ¿Y qué me dicen de la proliferación de contestadores, esas diabólicas máquinas con que las empresas se liberan de nuestras preguntas y reclamaciones?

Quizás, como en tantas cosas, nos convendría hacer un alto en el camino y dejar sonar, sin respuesta, nuestro teléfono,  para reflexionar en qué nos hace crecer y en qué retroceder en nuestra alegría y paz interior.

Mario Benedetti, cuenta qué  se trajo consigo Mambrú cuando regresó de la guerra: "Señores no sé de qué me están hablando. Traje una brisa con arpegios, una paciencia que es un río, una memoria de cristal. Un ruiseñor, dos ruiseñoras, traje una flecha de arco iris y un túnel pródigo de ecos. Tres rayos tímidos y una sonata para grillo y piano. Un lorito tartamudo y una canilla que no tose. Traje un teléfono de ensueño y un aparejo para náufragos. Traje éste traje y otro más. Y un faro que baja los párpados, traje un limón contra la muerte y muchas ganas de vivir. Fue entonces que nació la calma y hubo un silencio transparente…, y Mambrú viejo y joven y único sintió por fin que estaba en casa".

© Escrito por Pedro M. Lamet el Domingo 31/08/2014 y publicado por la Revista Umbrales de la Ciudad de Montevideo, República Oriental del Uruguay.