domingo, 30 de septiembre de 2012

Derecho al delirio... De Alguna Manera...

Derecho al delirio… Eduardo Galeano.
Eduardo Galeano.

Aunque no podemos adivinar el tiempo que será, sí que tenemos, al menos, el derecho de imaginar el que queremos que sea. 

En 1948 y en 1976, las Naciones Unidas proclamaron extensas listas de derechos humanos; pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar.

¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si deliramos, por un ratito? 

Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible: 


El aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones...

En las calles, los automóviles serán aplastados por los perros…

La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor…

El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas…

La gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar…

Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega…

En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo…

Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas…

Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas…

Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos…

Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas…

La solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo…

La muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes, y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero…

Nadie será considerado héroe ni tonto por hacer lo que cree justo en lugar de hacer lo que 
más le conviene…

El mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra…

La comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos…

Nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión…

Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle…

Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos…

La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla…

La policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla…

La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda…

Una mujer, negra, será presidenta de Brasil y otra mujer, negra, será presidenta de los Estados Unidos de América…

Una mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú…

En Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria…

La Santa Madre Iglesia corregirá las erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo…

La Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: «Amarás a la naturaleza, de la que formas parte»…

Serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma…

Los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar…

Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo…

La perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses…

Pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero…

Banfield 1 vs. Huracán 2... De Alguna Manera...


Cuida la Quintana... 

 

Huracán pasó del 1-1 y penal en contra por el fallo de Trucco, a un triunfo por 2-1 gracias a los dos goles del delantero. El Globo toma aire y Banfield es pura calentura con el juez.

Todo pasó en unos minutos. Del penal en contra, y la chance concreta de quedar 2-1 abajo, a esa voltereta de Trucco para corregir su primer error y a esa contra fulminante que terminó con el gol del triunfo de Huracán. Al final fue 2-1 y un alivio gigante para un Globo que se las vio negra y se llevó un triunfo gigante.

El Globo había golpeado primero, tempranito, con ese gol madrugador de Quintana. Pero Banfield estuvo a punto de golpearlo dos veces, porque empató con un tiro libre formidable de Pérez y tuvo el knock out en los pies de un Cuqui Silvera que se relamía con ese penal cuando le quitaron la pelota de la mano. Al final, Trucco dio tiro libre en la jugada más polémica del partido y a Banfield le duró la estupefacción, no pudo salir de la bronca, y Huracán se lo ganó con una contra.


Le dieron una mano…

Mirá la polémica y el cambio de fallo de Trucco en Banfield - Huracán.

El juez Silvio Trucco cobró penal para Banfield por una mano de Villán que fue un metro afuera y recibió un piedrazo en la cara. Cuando se recuperó, corrigió el fallo y dio tiro libre, a instancias de sus colaboradores. Polémica para la semana.

Se conversará durante mucho tiempo. El juez Silvio Trucco, con el partido 1-1, dio penal para Banfield por una mano de Leonardo Villán que había sido un metro afuera, tal confirmó la TV al segundo, y ligó un piedrazo desde la tribuna de Huracán mientras el Cuqui Silvera se preparaba para patearlo. A partir de allí el juego estuvo detenido lo suficiente como para que el árbitro se recuperara de la agresión, y como para que le soplaran al oído lo que la TV le mostraba al mundo entero, que la infracción era fuera del área y no era penal.

Por eso, en medio de la confusión, del aturdimiento del golpe, del mareo lógico, de la incertidumbre por saber si el partido continuaba, cuando iba a continuar el juego con la ejecución del tiro de los doce pasos, el juez cambió de opinión y corrigió su fallo, tal como le permite hacer el reglamento si el juego no fue reanudado. De penal a tiro libre. El técnico Daniel Garnero protestó desde afuera de la línea y allí el asistente Gustavo Lechner le explicó que el juez cambió la decisión porque “yo lo vi”. Polémica para la semana.

© Publicado por el Diario Deportivo Olé de la ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 29 de Septiembre de 2012.


Las Fotos:










Los Goles:




Las estadísticas:





sábado, 29 de septiembre de 2012

Memoria Oral vs. Historia Oficial... De Alguna Manera...


La masacre de La Bomba: memoria oral vs. historia oficial...


En octubre de 1947, en el paraje La Bomba, Formosa, tuvo lugar la más reciente y oculta masacre sufrida por el pueblo pilagá. La directora de “Octubre Pilagá” analiza los motivos del silencio.

Desde finales de septiembre y hasta principios de octubre decenas de familias que se habían trasladado desde los más remotos parajes se instalaron en el lugar en torno a Tonkiet, un hombre que según los ancianos sobrevivientes, sanaba con su palabra. Todas las tardes y hasta bien entrada la madrugada el sonido de los tambores, los cánticos y las alabanzas se escuchaban a varios kilómetros de distancia. Las familias continuaban llegando y con el correr de los días ya eran varios cientos de personas, quizás miles, ocupando las orillas del madrejón. Pronto la multitudinaria reunión fue vista con recelo por las “autoridades” militares y civiles a cargo de la vigilancia del entonces territorio nacional y se intimó a las familias para que abandonaran el paraje. Un hombre sobresalió por aquellos días como interlocutor entre los pilagá y las “autoridades”: Oñedié, conocido como el cacique Pablito Navarro, que por sus conocimientos del castellano obró de mediador en un conflicto desigual con un final que ya estaba escrito y que extendería la conquista al desierto chaqueño hasta mediados del siglo XX.

A pesar de las advertencias, los caciques y los sabios se negaron a abandonar un espacio que no sólo consideraban sagrado sino que se encontraba dentro de su territorio ancestral, y esta actitud fue asumida como un acto de rebeldía. En la tarde del día 10, efectivos de la Gendarmería Nacional apuntaron sus fusiles y ametralladoras y dieron comienzo al genocidio que se extendió por lo menos durante ocho días, abarcando un territorio de cien kilómetros cuadrados. La masacre de La Bomba dio como resultado un número aún hoy indeterminado de muertos y desaparecidos de todas las edades, la reducción de cientos de cautivos en “colonias indígenas” y el despojo territorial que trajo aparejada la persecución y el destierro.

¿Qué fue lo que mantuvo a estos hechos silenciados durante tanto tiempo?

Como ocurre en todos los genocidios, las víctimas del año 47 fueron criminalizadas. Los titulares de los diarios recrearon la amenaza de un malón indio atacando el pueblo de Las Lomitas, describieron un escenario de guerreros avanzando sobre el regimiento de Gendarmería y hasta consignaron el asesinato de una mujer y el robo de ganado de propiedad de los vecinos. La justificación fue construida con éxito y se convirtió en razón suficiente para actuar con toda impunidad persiguiendo y escarmentando a las familias que huían. Pero a los pocos días los diarios desmintieron sus propias afirmaciones hasta llegar a aseverar que “los sucesos no tuvieron la importancia que se suponía” y que los pilagá, habiendo recibido víveres y dinero, se habían “replegado pacíficamente hacia los montes” obedeciendo a una orden y sin mediar violencia alguna. Las fuentes militares eligieron el mismo camino para relatar los hechos en la documentación secreta y reservada emitida por el Ministerio de Guerra y Marina. En pocos días los acontecimientos desaparecieron de los titulares y nadie reclamó investigación alguna.

Más de sesenta años de silencio extendieron las consecuencias de este genocidio hasta nuestros días, sumando al accionar exterminador del Estado la negación sistemática del reconocimiento de las víctimas como tales y la prevención generada en ciertos sectores que evitan señalar este hecho como genocida por haberse producido durante un gobierno, que a diferencia de sus predecesores oligárquicos y militares, llegó al poder por el voto popular.

En el año 2006 dos abogados chaqueños iniciaron una causa judicial por crímenes de lesa humanidad y pretendiendo avanzar con rapidez en la búsqueda de la justicia sobrevaloraron las fuentes escritas (diarios de la época y publicaciones de la Gendarmería) y restaron importancia a los testimonios orales obviando la participación activa de las personas afectadas en la redacción de la demanda. Una vez iniciada la causa, la burocracia judicial hizo lo que tan bien sabe hacer, y a seis años del inicio del juicio aún no han llamado a los ancianos a declarar en la causa penal por la masacre. Durante ese tiempo cinco sobrevivientes fallecieron debido a su avanzada edad.

En vista de la poca voluntad que los organismos estatales demuestran para reparar este y otros genocidios cuando de pueblos originarios se trata, iniciamos junto a los ancianos la recopilación de sus memorias en video y un resumen de este trabajo dio lugar a Octubre Pilagá, relatos sobre el silencio, un documental estrenado en Bafici 2010. Durante los cuatro años que nos llevó esta tarea no dejó de sorprendernos la ansiedad con la que los ancianos esperaban testimoniar ante la cámara. Los relatos eran sorprendentes y no solo revelaban la complejidad del proceso genocida sino que se oponían claramente a las versiones escritas que retrataban a los pilagá como criminales. Elevar estos testimonios al lugar que merecían era una forma de resarcir moralmente a las víctimas, sortear el desprecio que sufrían por su condición de no escribientes y salvar de la marginación los detalles de un genocidio que el Estado argentino se niega a reconocer y reparar.

Hoy sigue siendo necesario interpelar a lectores y espectadores con las preguntas que hieren a los sobrevivientes cada vez que la versión oficial sobre la masacre de La Bomba se reproduce criminalizándolos nuevamente ¿Hasta cuándo permitiremos que la falacia oficial se convierta en verdad por el sólo hecho de haber sido escrita? ¿Hasta cuándo se considerará superiores a los que escriben en relación a los que no lo hacen?

La tradición y la práctica de la memoria oral han sido el resguardo más eficaz de los sucesos acaecidos en La Bomba. Lo mismo ocurre en cada comunidad mapuche, tehuelche, mbya, qom o cualquier otra de las decenas de comunidades que sobrevivieron a hechos similares. Los relatos de represiones, destierros, encierros y esclavitud de los pueblos originarios incomodan a los “hombres blancos” porque socavan los cimientos de una nación construida por un grupo de “héroes” que pocos cuestionan. Un debate sobre el genocidio de los pueblos originarios del actual territorio argentino es urgente, sólo de esa manera podrá evitarse que la crueldad de la historia reaparezca reproduciendo sin fin los más horrendos y vergonzosos crímenes.

*Estas reflexiones nacieron de la generosa propuesta, que superando mi enojo por el articulo titulado La comida que mata, me hiciera el periodista Gabriel Levinas a quien agradezco su comprensión y amabilidad.

© Escrito por Valeria Mapelman y publicado en palzademayo.com el jueves 27 de Septiembre de 2012.



Las fotos: