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viernes, 10 de octubre de 2014

Malala Yousafzai y Kailash Satyarthi ganaron el premio Nobel de la Paz 2014… De Alguna Manera...


Malala Yousafzai y Kailash Satyarthi ganaron el premio Nobel de la Paz 2014…

Kailash Satyarthi y Malala Yousafzai fueron premiados "por su lucha contra la represión de los niños y jóvenes y por el derecho de todos los niños a una educación".

La joven paquistaní fue tiroteada por los talibanes por defender la educación femenina en su país; comparte el galardón con el titular de la Marcha Global contra el Trabajo Infantil.


La joven paquistaní Malala Yousafzai y el presidente de la Marcha Global contra el Trabajo Infantil, el indio Kailash Satyarthi, han ganado el Nobel de la Paz 2014, informó hoy el Comité Nobel de Noruega.

Con esta elección de la academia, el galardón no fue otorgado al papa Francisco, que estaba entre los favoritos para la distinción. Junto con la activista paquistaní y el Sumo Pontífice, la lista de 278 candidatos también era encabezada por el ex analista de la CIA Edward Snowden.

"Los niños deben ir a la escuela y no ser explotados financieramente", aseguró el presidente del comité Nobel noruego, Thorbjoern Jagland, al dar a conocer el premio. Aseguró que Malala y Satyarthi fueron distinguidos "por su lucha para evitar que los niños y jóvenes sean explotados y en favor del derecho de todos los niños a la educación".

Así destacó a Malala Yousafzai y Kailash Satyarthi la web oficial del premio Nobel de la Paz. Foto: Nobel Prize

"A pesar de su juventud, Malala Yousafzai lleva luchando años por el derecho de las niñas y jóvenes a la educación", dijo Jagland. "Ha demostrado que los niños y jóvenes pueden luchar para mejorar su situación personal", agregó.

Malala, que ahora tiene 17 años, era una estudiante y activista por la educación en Pakistán cuando fue tiroteada en la cabeza por un talibán armado hace dos años.

Satyarthi, de 60 años, mantuvo la tradición de Mahatma Gandhi y dirigió diversas formas de protesta pacíficas "centrándose en la grave explotación de los niños con fines económicos'', dijo el comité de los Nobel.

El Comité dijo que "considera un punto importante para un hindú y una musulmana, un indio y una paquistaní, unirse en una lucha común por la educación y contra el extremismo''.

Malala y Satyarthi compartirán el premio que otorga ocho millones de coronas suecas (alrededor de 1,1 millones de dólares). La joven paquistaní ya era una de las favoritas al premio el año pasado.

El Nobel de la Paz es el único de los prestigiosos galardones que no se concede en Estocolmo, sino en Oslo. El comité que lo otorga está compuesto por representantes del Parlamento noruego y se entregará formalmente, también en el capital de Noruega, el 10 de diciembre, aniversario de la muerte de Alfred Nobel, descubridor de la dinamita.

En 2013 el galardón fue a parar a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), por su trabajo en la destrucción y abolición de este tipo de armamento.

© Publicado el Viernes 1010/2014 por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Fuentes: Agencias EFE, AFP y AP.




miércoles, 9 de octubre de 2013

Sinarquía... De Alguna Manera...

Sinarquía...


Lo mandó a José Mujica a ocuparse de su chacra. Lo acusó de plegarse a la extorsión de una multinacional. Lo definió como enemigo. Lo puso en la misma liga que los fondos buitre. En suma, la misma guerra, verbal y ardiente, como es habitual. Una vez más, como en 1946, en 1955 y en muchas oportunidades posteriores, la Argentina es el blanco dilecto de una temible conjura planetaria. El más tosco y mediocre canciller civil que haya tenido la Argentina no se anduvo con eufemismos. No es él quien habla sino su patrona total, la Presidenta.

Ratificación ritual de una vieja obsesión con las conjuras de quienes “no quieren el éxito de la Argentina”, Héctor Timerman reanudó esta semana la vieja batalla contra Uruguay. La excusa es que el gobierno soberano de Uruguay autorizó para 2014 un aumento de un total de cien mil toneladas más de pasta de celulosa a la empresa UPM en Fray Bentos. Es un endeble pretexto.

La noción de que los problemas argentinos derivan de la agresión de ultramar es vieja como el populismo. Munición de grueso calibre y, a la vez, de escuálida sustancia, en la Argentina se repite desde hace un siglo. En versión kirchnerista suena aguda y hostil, pero ellos no abandonan la épica retórica. Así como Mariano Recalde, el presidente de Aerolíneas Argentinas, aseguró que la empresa aérea LAN expresaba a la derecha pinochetista, Timerman acusa ahora al gobierno izquierdista de Uruguay de participar activamente de un complot mundial contra la Argentina.

Los kirchneristas vienen agraviando a la izquierda uruguaya desde que Tabaré Vázquez asumió el gobierno el 1º de marzo de 2005, dos años después de que Néstor Kirchner iniciara su mandato. El comisario político de Kirchner, Carlos Kunkel, definía como “Tabaré Menem” o “Carlos Saúl Vázquez” al presidente uruguayo ya a comienzos de 2007 (ver mi libro Esto que pasa. Abecedario de la Argentina, Sudamericana, página 380). Iguales a sí mismos, seis años después agravian groseramente al gobierno de tupamaros, comunistas y socialistas que encabeza Mujica. Para los comisarios del grupo gobernante, la ideología es lo de menos. El “pinochetista” Sebastián Piñera y el “buitre” José Mujica están conjurados para hacerle daño a la Argentina.

La transformación de los problemas domésticos en consecuencia de delirantes complots internacionales está en el ADN del peronismo en general (Braden o Perón en 1946), y del peronismo de izquierda en particular. Ya en 1973, Montoneros aseguraba que la CIA de los Estados Unidos había estado detrás de la matanza de junio de ese año en Ezeiza perpetrada por esbirros de Perón. El gen conspirativo es fornido al interior de regímenes y movimientos totalitarios. Algunos ejemplos recientes permiten entenderlo y, a la vez, salir del enfermizo solipsismo argentino, esa rústica creencia según la cual las cosas que “nos pasan” son excepcionales.

El pasado 22 de septiembre, por ejemplo, 85 fieles cristianos que se hallaban dentro de la Iglesia de todos los Santos en Peshawar (Paquistán) fueron asesinados, y cien quedaron gravemente heridos cuando dos suicidas se estallaron con sendos cinturones explosivos. El grupo Jundallah, una rama del Talibán ultraislamista, reivindicó el crimen. La respuesta oficial y la de varios grupos islamistas fue que se trató de un complot de la CIA norteamericana, del Mossad israelí y de los servicios de inteligencia de la India.

El 9 de octubre de 2012, el grupo terrorista Tehrik-i-Taliban Pakistan (TTP) disparó en repetidas ocasiones con un fusil contra la estudiante Malala Yousafzai, de 14 años, impactándole en el cráneo y el cuello. Sobrevivió de milagro y ahora vive en Occidente. Razón del intento de homicidio: la niña pretendía estudiar, algo prohibido para la variante crecientemente dominante del islamismo más cavernícola. Una fuerte corriente de opinión doméstica está convencida de que el frustrado asesinato era, en realidad, una conjura occidental para desprestigiar a la República Islámica de Paquistán, una nación de más de 182 millones de habitantes, la segunda más poblada del mundo islámico, con un 97% de musulmanes (por cada cristiano hay 63 musulmanes). Los terroristas son minoría, relativamente tolerada o, al menos, justificada. Por eso la destrucción de iglesias se sigue produciendo impunemente, así como los perpetuos y letales atentados a mezquitas y mercados entre sunitas y chiitas.

El alegato ambientalista argentino en el caso de la pastera uruguaya es de una endeblez notable. La Argentina, cuyo producto interno bruto fue de 475 mil millones de dólares en 2012, se siente amenazada por una planta de pasta de celulosa instalada en Uruguay, país cuyo producto es de 53.550 millones de dólares. La Argentina, con sus cuarenta millones de habitantes y sus 2.780.400 kilómetros cuadrados, le teme a un Uruguay poblado por 3.369.000 habitantes, desplegados en un breve espacio de 176.215 kilómetros cuadrados, equivalente a la mitad de la provincia de Buenos Aires. En resumidas cuentas, los buitres uruguayos tienen una economía nueve veces menor que la argentina, una población 12 veces menor y una superficie 16 veces más chica.

Para los Kirchner, no hay “enemigo” pequeño; el mundo está en contra de ellos, desde pinochetistas hasta tupamaros. Hijos de la mítica pesadilla paranoica de la “sinarquía internacional” con la que deliraba Perón, son como eran y como serán. Falta el retorno del piquete de Gualeguaychú y ya está, sale con fritas.

Sinarquía: es el sistema político en el que el poder es ejercido por una corporación.

© Escrito por Pepe Eliaschiev el domingo 06/10/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.