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domingo, 27 de mayo de 2012

Periodismo para pocos... De Alguna Manera...

Periodismo para pocos...


Embanderados, algunos medios de comunicación siguen acelerando sus pasos al ritmo de una militancia político-económica que desnuda por qué está en crisis la credibilidad periodística. La perla más reciente ocurrió esta semana, con la sesgada cobertura de la decisión de la Corte Suprema de limitar en el tiempo los efectos suspensivos para que se aplique la Ley de Medios.

No hay que ser ingenuos. Esta ley expone brutalmente la maraña de intereses que entrecruzan a las empresas periodísticas, en especial porque está direccionada para afectar al grupo dominante del mercado. Y lo que podría ser un buen examen para mostrar rigor y equilibrio profesional, termina en un aplazo. El lector o la audiencia, supuestas razones de ser de lo que se publica o dice, bien gracias.

Así, quien leyó Clarín –la “víctima” principal de la ley– el miércoles a lo largo y ancho de las cuatro páginas que le dedicó al tema, no pudo enterarse ni ese día ni los posteriores cómo debería adecuar su negocio para adaptarse a la nueva legislación aprobada hace casi tres años por el Congreso. No es un detalle menor: Clarín es el actor protagónico del sector y fue el niño mimado de sucesivos gobiernos (incluido el kirchnerismo hasta el 2008) que impulsaron o toleraron una expansión ilimitada.

Esos lectores no accedieron siquiera a ver en esa cobertura clave qué medios son propiedad de Clarín. Pero sí se informaron de otros aspectos. “Las maniobras del Gobierno demoraron el juicio de fondo”, se tituló la segunda nota –sin firma– en importancia para Clarín, cuando en esencia es a la inversa hasta para un alumno de jardín de infantes: la Casa Rosada quiere apurar todo para desguazar cuanto antes a la empresa y menguar su poder, mientras ésta apuesta a estirar los plazos con la esperanza de que otra gestión presidencial a partir de 2015 sea más amigable. O la nota titulada “el Gobierno presiona a Clarín, pero no pide que se adapten otros grupos”, donde otra vez se hace hincapié de la paja en el ojo ajeno.

Curiosamente, o no tanto, el diario La Nación –socio de Clarín en la fabricación de papel– también se dejó arrastrar por las pasiones, por llamarlo de alguna manera elegante. Brindó a sus lectores una gran infografía sobre los grupos que están “fuera de la norma” y el detalle de los medios que tiene cada uno. Pero se olvidaron de colocar allí (o en cualquier otro lado) a las empresas de Clarín.

Un párrafo aparte merecerían los textos que la tapa de La Nación le dedicó al tema el miércoles, firmados por Adrián Ventura y Joaquín Morales Solá (periodistas que además aparecen por la pantalla de TN, de Clarín). Pero podría interpretarse erróneamente que se trata de un ataque personal, así que se dejará pasar aquí la tentación. Apenas una observación como muestra: la columna de Morales Solá se tituló “El debate es por la libertad”, cuando en su fallo la Corte Suprema expresamente deja constancia de que la controversia jurídica es patrimonial y no está en juego la libertad de expresión.

Otro párrafo, o varios, merecería la cobertura que le dio al tema el llamado “periodismo militante”, cuyo máximo exponente en la gráfica –el diario Tiempo Argentino, de la dupla ultrarecontraoficialista Szpolski/Garfunkel– le dedicó casi toda su portada y ocho páginas interiores con fotos, infografías y todos los chiches a una obvia y furiosa andanada antiClarín. Un recuadrito perdido y diminuto (sin foto ni firma) apenas consigna  “Otros grupos que tendrán que adecuarse”. Esa mirada tan previsible conlleva el riesgo de que su análisis también lo sea.

Asistimos al triste espectáculo de que en nombre de la libre expresión o de la democratización de la información se dejan de lado estandares mínimos de labor periodística. Y nuestro trabajo pasa a convertirse en propaganda, en beneficio de unos pocos.

© Escrito por Javier Calvo, Jefe de Redacción,  y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 27 de Mayo de 2012.


miércoles, 23 de mayo de 2012

Ley de medios... De Alguna Manera...

Ley de Medios: la medida de la Corte no debería ser festejada por el kirchnerismo...

No todo lo que brilla es oro.

"Es una muy buena noticia para todos los argentinos y estamos más que conformes con la decisión de la Corte, ya que implica que a partir del 7 de diciembre la Ley de Medios Audiovisuales tendrá plena aplicación", sostuvo este miércoles el titular del bloque oficialista de Diputados, Agustín Rossi, en declaraciones a la oficiosa agencia Télam.

Lo hizo en relación a la decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación de precisar en tres años el plazo de vigencia de la medida que suspendió el artículo 161 de esa normativa.

Lamentablemente para Rossi, ese Tribunal no le está dando ninguna orden a Clarín, sino al juez de primera instancia, a quien le está imponiendo un plazo “razonable” para que decida. Un dato: más de un especialista asegura incluso que ese dictamen no se enmarca solamente en torno a la disputa entre Clarín y el gobierno, sino que abarca a otras acciones judiciales similares.

¿Qué ocurrirá cuando llegue diciembre y eventualmente la Justicia estime que el artículo 161 de la ley es legal y legítimo? ¿Automáticamente Clarín se desprenderá de todo lo que posee de más?

Para nada, en caso de ello ocurra —aún está por verse que así sea— el grupo apelará a una segunda instancia y, en caso de sufrir un nuevo revés, llegará hasta la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Mal que le pese al oficialismo, ello llevará varios años más de disputa judicial.

Lo que queda claro a esta altura es que gran parte del entramado de la Ley de Medios, ha sido confeccionado a efectos de golpear al grupo Clarín, nada más. ¿Por qué, sino, nada se reclama a otros multimedios, como el del enriquecido Alberto Pierri, el de los mendocinos Vila-Manzano, o el del santiagueño Néstor Ick? ¿Importa más el alineamiento al oficialismo de esa prensa que su violación a las normas?

Ciertamente, no es Tribuna de Periodistas un medio que defienda a Clarín, sino todo lo contrario; aquí pueden leerse las críticas más feroces a esa prensa.  Sin embargo, suena peligroso cuando todo el aparato del Estado se posiciona solo en pos de destruir a un enemigo, cualquiera que este sea.

Semejante despropósito solo es entendible —jamás justificable— en regímenes totalitarios, nunca en una democracia. Tal vez esto último debería analizar Rossi, en lugar de festejar algo que evidentemente no entiende.

© Escrito por Christian Sanz y publicado por Tribuna de Periodistas el miércoles 23 de Mayo de 2012.