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sábado, 15 de octubre de 2016

Perón dejó de ser peronista justo cuando muchos querían serlo… @dealgunamanera...

Perón dejó de ser peronista justo cuando muchos querían serlo…

Juan Domingo Perón.

“Este es el pueblo de la Patria. Es el mismo pueblo que en esta histórica plaza pidió frente al Cabildo que se respetaran su voluntad y sus derechos. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque no hay perfidia ni voluntad humanas que puedan someterlo.” (Fragmento del discurso de Juan Perón ante una multitud en los balcones de la Casa de Gobierno el 17 de octubre de 1945, luego de haber estado prisionero de un sector del Ejército refractario a su proyecto de poder y de país)

© Escrito por Osvaldo Pepe y publicado el sábado 15/10/2016 por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El lunes próximo se cumplirán 71 años de una masiva movilización obrera que partió en dos la Argentina oligárquica y pastoril. Fue un tajo profundo en la historia que amplió la participación de la ciudadanía, consagró nuevos derechos y democratizó el ingreso de los trabajadores. Fundó en el país la sociedad de masas. ´

Para algunos, la fecha fue el nacimiento del peronismo, el momento fundacional de una identidad aún perdurable. Perón tenía 50 años y especulaba con su pase a retiro, mientras con astucia de estadista empezaba a modelar un fecundo liderazgo civil que lo llevaría tres veces a la Presidencia.

Hay querellas con el parto de su más audaz criatura política: para algunos, el peronismo había nacido con el golpe de estado del 4 de junio de 1943, del cual el coronel había sido activo protagonista como miembro del GOU, un grupo militar con aires de logia conspirativa.

Es probable que ni Perón ni su pareja, Eva Duarte, una actriz sin la bendición del éxito que por su condición y su convivencia clandestina con el coronel despertaba las iras de un generalato vetusto, hayan ponderado lo que vendría tras esa noche bautismal. Fueron diez años en los que la Argentina se transformó para siempre. Los “cabecitas negras” conocieron derechos y dignidades sin explorar. Para ellos sí fue una década ganada, pero en el marco de crecientes odios larvados que un mal día estallaron y buena parte del país ardió con sed de venganza.

Al regresar del exilio, en el crepúsculo de sus días, Perón fue un sabio animal político, un zoo politikon aristotélico. Aprendió de sus errores. Por entonces, con humor ácido y picardía criolla, les decía a los súbitos peronistas: “Así que se me hizo peronista, vea cómo son las cosas, justo cuando yo estoy dejando de serlo”.

Se despidió desde ese mismo balcón del 45, casi treinta años después, con una bella poesía política: “Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”. En confianza, mejor que el General, donde quiera que esté, no sepa lo que muchos peronistas hicieron en su nombre. Merece descansar en paz.

 


miércoles, 25 de julio de 2012

Eva Perón... 1952 - 26 de Julio - 2012... De Alguna Manera...

Eva Perón, a 60 años de su muerte...


Se cumplen 60 años de su inesperado fallecimiento. Abanderada de los humildes y los desprotegidos, es sin duda la figura femenina más importante de la historia política argentina.

El rol de Eva Perón en la historia argentina despierta pasiones encontradas, pero nunca indiferencia. De reconocimiento mundial, su figura es casi un icono de la Argentina. Inventó una forma de relacionarse con el pueblo que combinó a la perfección su condición femenina y su militancia política, despertando amores incondicionales. Fue una pieza clave en la primera presidencia de Perón y en el desarrollo posterior del peronismo como movimiento. Su férrea preocupación y lucha por los derechos de los niños, los ancianos, las trabajadoras y amas de casa fue de avanzada para la época. Su corta pero intensa vida política fue interrumpida por un cáncer fulminante. El paradero de su cuerpo embalsamado fue durante años un misterio sobre el que todavía no existen versiones acabadas. Figura inabarcable, Evita, de actriz de radioteatro a Primera Dama, redefinió en pocos años las reglas de juego de una época, dejando una estampa indestructible.

Biografía.

María Eva Duarte nació el 7 de mayo de 1919 en Los Toldos, provincia de Buenos Aires. En 1926 muere su padre y su madre debe hacerse cargo de ella y sus cuatro hermanos mayores. En 1935, con la decisión de convertirse en actriz, Eva decide mudarse a Buenos Aires para cumplir su sueño, de la mano del cantor Agustín Magaldi, conocido como “El Gardel del Interior”.

Al poco tiempo de llegar a Buenos Aires, se incorporó a la Compañía Argentina de Comedias. En los años siguientes llevó, paralelamente, su actividad en el teatro, el cine y la radio.

El 15 de enero de 1944 un terremoto asoló a la ciudad de San Juan, causando miles de víctimas fatales y heridos. Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, su titular Juan Domingo Perón organizó una movilización nacional a la que fueron invitados los artistas más populares, entre ellos Eva Duarte. El 22 de enero se realizó un gran festival a beneficio de las víctimas, donde ambos se conocieron, pero no fue hasta el 9 de julio que legitimaron su relación.

Luego del famoso 17 de octubre de 1945 y de la consagración de Perón como candidato presidencial, Evita comenzó a acompañarlo en sus actos de campaña y a tomar un protagonismo desconocido hasta entonces para una futura Primera Dama. Tras la asunción de Perón en 1946 como presidente, Evita inició su participación incansable en distintas secretarías del gobierno, atendiendo las necesidades de las delegaciones obreras, las trabajadoras, los niños y los ancianos. Tenía un vínculo directo con la gente, a través de la visita a fábricas, barrios pobres y escuelas.

En junio de 1947, invitada oficialmente por el Gobierno español, Evita emprendió una gira que la llevó por España, Italia, Portugal, Francia, Suiza, Mónaco, Brasil y Uruguay. A su regreso, retomó sus actividades, especialmente focalizada en la obtención del sufragio para las mujeres, el cual fue logrado con la promulgación de la Ley 13.010 en septiembre de ese año.

En este contexto, Eva fue gestionando la creación de un movimiento peronista femenino, concretado el 25 de julio de 1949 con la Primera Asamblea Nacional del Movimiento Peronista Femenino. 

La obra social que Evita había comenzado en 1946 fue adquiriendo cada vez mayor extensión y envergadura, hasta que en junio de 1948 fundó la Fundación Ayuda Social María Eva Duarte de Perón desde donde trabajó en barrios de viviendas económicas; inauguró Hogares de Tránsito y comedores escolares; donó instrumental a hospitales; entregó artículos de primera necesidad a familias necesitadas y distribuyó de juguetes a niños humildes.

El primer signo de su enfermedad apareció el 9 de enero de 1950: Evita cayó desfallecida en un acto inaugural del sindicato de taxistas y a partir de allí su estado fue empeorando. En 1951, cuando Perón decide postularse nuevamente como presidente, la Confederación General de los Trabajadores (CGT) pidió, en un acto en el Cabildo, que Evita lo acompañara en la fórmula. Sin embargo, el 31 de agosto ella renunció por la cadena nacional. Ya estaba muy enferma y sus apariciones públicas, restringidas. El 1° de mayo de 1952 fue su anteúltima aparición: asistió al acto del Día del Trabajador junto a Perón. Con mucho esfuerzo pronunció un sentido discurso. Al terminar, cayó en brazos de Perón. El 7 de mayo cumplió años y recibió el título de Jefa Espiritual de la Nación.

El 4 de junio Perón asumió por segunda vez la presidencia. Con una masiva dosis de calmantes, Evita concurrió al acto de asunción. En la noche del 26 de julio murió. Luego del aviso por cadena nacional, un gran silencio comenzó a cancelar todas las actividades del país. La CGT decretó un duelo de 72 horas y en las plazas de todos los barrios porteños se erigieron pequeños altares con la imagen de Eva y un crespón negro. El 27 su cuerpo se trasladó al Ministerio de Trabajo y Previsión. El multitudinario velatorio se prolongó hasta el 9 de agosto. La cola era de aproximadamente 35 cuadras.

El 9 de agosto, los restos fueron trasladados al Congreso Nacional para rendirle los correspondientes honores. Al día siguiente, la mayor procesión nunca vista en Argentina, con 2 millones de personas a lo largo de Rivadavia, Avenida de Mayo, Hipólito Irigoyen y Paseo Colón. Esa tarde seis empleados de una empresa fúnebre introdujeron el ataúd en el segundo piso de la CGT, donde el Doctor Pedro Ara lo recibió para efectuar el embalsamamiento, que duraría hasta 1955.

La historia de su cadáver es una epopeya, plagada de mitos y leyendas, que merece un desarrollo aparte. Recién el 11 de noviembre de 1974 los restos de Eva Perón volvió a la Argentina y en 1976 fue llevado al Cementerio de la Recoleta, donde hoy puede visitarse.

© Publicado por www.argentina.ar


domingo, 17 de octubre de 2010

17 de Octubre... A 65 años... De Alguna Manera...

El 17 de octubre de 1945 - Testimonio de un obrero...


A principios de octubre, durante el gobierno de Edelmiro J. Farrell, Perón fue obligado a renunciar a todos los cargos públicos que ocupaba con el objetivo de desarticular su programa político. Fue detenido y trasladado a la isla Martín García. El Comité Central Confederal de la CGT declaró una huelga general a partir de la hora cero del 18 de octubre “como medida defensiva de las conquistas sociales amenazadas por la reacción de la oligarquía y el capitalismo”. La iniciativa sindical fue, sin embargo, desbordada por las bases, y desde la tarde del 16 de octubre los obreros empezaron a dejar sus lugares de trabajo. El 17 de octubre de 1945, miles de trabajadores provenientes principalmente del cordón industrial del Gran Buenos Aires se acercaron a Plaza de Mayo reclamando la presencia de Perón. El gobierno debió finalmente ceder a la presión popular y el general fue trasladado a la capital. Por la noche, Perón pudo estrenar su saludo con los brazos en alto.


La gente venía del sur


Relato testimonial de Sebastián Borro, un obrero que participó de la jornada aquel 17 de octubre, aparecido en La Opinión Cultural el 15 de octubre de 1972.

El 17 de octubre de 1945 me encuentra cumpliendo tareas en un establecimiento metalúrgico ubicado en Constitución, sobre las calles Luis Sáenz Peña y Pedro Echagüe. Yo tenía entonces 24 años de edad. Mi oficio era oficial tornero mecánico… En la mañana del 17 de octubre, aproximadamente a las 9, grupos de personas venían desde Avellaneda y Lanús avanzando hacia el centro de la ciudad. Pasaron por la calle Sáenz Peña, observaron que había un taller mecánico (donde trabajaban 130 personas) se acercaron a nosotros y nos dijeron: “Muchachos hay que parar el taller, hay que salir a la calle a rescatar a Perón”.

Las noticias que teníamos en ese momento eran que Perón estaba detenido y que todo lo que se hacía era para rescatarlo. Efectivamente, el taller paró y la gente salió a la calle. Algunos fueron a sus casas. Pero la gran mayoría siguió con los compañeros que venían del sur. Fuimos caminando hacia Plaza de Mayo y habremos llegado aproximadamente a las once y media, porque en el camino íbamos parando los diversos establecimientos de la industria metalúrgica y maderera que había por Constitución.

A esa hora no había tanta gente como la que hubo por la tarde, que cubrió toda la Plaza. En la marcha hacia allí se pintaban sobre los coches, con cal, leyendas como “Queremos a Perón”. También sobre los tranvías. La gente se paraba y reaccionaba a favor de la manifestación que iba a Plaza de Mayo para tratar de cumplir con la idea que tenían los que habían organizado eso. Perón había aplicado leyes nuevas y otras las había ampliado: pago doble por indemnización, preaviso, pago de las ausencias por enfermedad. Eran cosas que antes no se cumplían; hasta ese momento, donde yo trabajaba, no se cumplía ninguna de esas leyes. Le voy a decir más: creo que pocos días antes de su detención, Perón había conseguido un decreto por el que se debían pagar al trabajador los días festivos: 1º de mayo, 12 de octubre, 9 de julio, etcétera. Recuerdo que uno de los patrones nos dijo entonces: vayan a cobrarle a Perón el 12 de octubre (ya estaba detenido). Después del 17 de octubre cobramos ése y muchos días más.

Eran tan reaccionarios los patrones (me aparto un poco del 17 de octubre) que en enero de 1946, estando el capitán Russo en la Secretaría de Trabajo, la empresa en la que yo trabajaba fue citada tres veces. No se había presentado. Tuvo que ser intimado por la fuerza pública a concurrir a la Secretaría de Trabajo, donde algunos de nosotros éramos representantes del personal; no elegidos, porque no había organización gremial, sino porque éramos los más decididos. Uno de los patrones dijo que no tenía tiempo para pagar aguinaldo, vacaciones, a última hora. Le contestaron que la ley 11.729 fue aprobada en 1932. Y que todas las cuentas que no se habían hecho desde entonces habría que hacerlas ahora. Efectivamente, el 1º de febrero de ese año cobramos aguinaldo, pagos por enfermedad y tuvieron vacaciones los que quisieron tomárselas.

Siguiendo con el 17, llegamos a la Plaza; cada vez se hacía más entusiasta; había alegría, fervor. Frente a la Casa Rosada empezaron a armar los altavoces. Hablaron distintas personas, el coronel Mercante, Colom, que fue uno de los últimos oradores. Trataban de ir calmando a la gente: por cada intervención de los oradores, la reacción era más fervorosa a favor de Perón. Se decía que venían trabajadores del interior del país. No lo puedo probar. Recuerdo, sí, que era una tarde muy calurosa y la gente se descalzaba y ponía los pies en las fuentes, muchos por haber caminado tanto. Concretamente lo que yo presencié era la gente que venía del sur. Berisso, Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora. A medida que crecía la cantidad, en la Plaza de Mayo aparecían los carteles. Por primera vez yo observaba algo igual: nunca había visto una asamblea tan extraordinaria. Cuando el coronel Perón apareció en los balcones sentí temblar a la Plaza. Fue un griterío extraordinario que nos emocionó de tal manera. Todo parecía venirse abajo.

Unos días antes se decía que Perón estaba gravemente enfermo. Por los parlantes se había anunciado que el coronel Perón se encontraba bien de salud y que estaba en el Hospital Militar. En un momento, Colom dijo, más o menos: “Quédense que vamos a traer a Perón”. Mucha gente gritaba por Perón –quizá por primera vez- sin tener todavía conciencia clara de su actividad. Porque, además, la gran prensa trataba de desvirtuar la figura de Perón. La gente se enteraba a través de los delegados o los activistas pero no por la prensa, que casi en su totalidad estaba en contra. Aunque él había hablado en distintas oportunidades desde la Secretaría de Trabajo. Y se había hecho carne que era un auténtico defensor de los derechos del trabajador.

Nos causó mucho dolor saber que lo habían detenido pero –en lo que respecta a mí y un grupo de compañeros- sinceramente nos considerábamos impotentes, porque recién estábamos despertando, después de muchos años, en el país. Para otros –quizá- con anterioridad, pero a partir de ese 17 de octubre despierta la conciencia para nosotros. Se hace carne que al pueblo tiene que respetársele como tal, cosa que Perón proclamaba diariamente. De ahí que, si bien nos sentíamos impotentes, podíamos hacer algo: sacar a Perón de las garras de la oligarquía y colocarlo en el lugar que correspondía para que sea permanente una auténtica justicia. Es decir, ese idealismo que teníamos nunca lo habíamos vivido en el país. No creí que iba a haber tanta gente en la Plaza; lo que sí pensaba era que el agradecimiento del pueblo a Perón tenía que ser auténtico. Pero yo no conocía la reacción de la gente, hasta que la viví.


© La Opinión Cultural, 15 de octubre de 1972. http://www.elhistoriador.com.ar