martes, 6 de julio de 2010

Viva la muerte... De Alguna Manera...

Viva la muerte…


Jorge Rafael Videla habló por primera vez ante un tribunal de la democracia en el juicio de la UP1 de Córdoba: “Mis subordinados cumplieron mis órdenes”. Sentado junto a Luciano Benjamín Menéndez y los otros veintinueve procesados por el asesinato de 31 presos políticos de la UP1 de Córdoba, Videla reivindicó el fuero militar, se escudó en los decretos de Isabel Perón y anticipó que no va a declarar.

Con voz firme y tono menos castrense, Jorge Rafael Videla habló por primera vez en un tribunal de la democracia. “Asumo mi responsabilidad en la guerra interna librada contra el terrorismo subversivo, mis subordinados se limitaron a cumplir mis órdenes como comandante en jefe”, dijo el ex general que encabezó el último golpe militar de la Argentina. Repitió que el Tribunal Oral de Córdoba “carece de competencia” para juzgarlo por crímenes de lesa humanidad, reivindicó como su “juez natural al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas” y anunció que no va a prestar declaración. A menos de un mes de cumplir 85 años y de doce años de prisión, Videla apareció con mejor semblante, inclusive, que cuando en plena dictadura declaró ante corresponsales extranjeros: “Los desaparecidos no están ni vivos ni muertos, están de-sa-pa-re-ci-dos”. El jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, otro de los 31 acusados por las torturas y crímenes cometidos en la Unidad Penitenciaria 1 (UP1) de Córdoba también se hizo del micrófono. Con el mismo libreto que viene usando en los juicios en los que fue condenado ya en Tucumán y Córdoba, señaló que “los terroristas marxistas que, conducidos desde el extranjero, asaltaron la República porque no creían en nuestras instituciones democráticas, ahora aprovechan, se refugian y usan esas mismas instituciones democráticas para juzgar a quienes las defendimos”. Menéndez luego anticipó, al igual que su jefe máximo, que no va a declarar porque desconoce la Justicia civil.

Sin culpa

El viernes pasado apenas se empezó a leer la acusación contra los responsables del asesinato de treinta y un presos políticos de la UP1, entre abril y octubre de 1976, Videla había querido hablar. El presidente del Tribunal Jaime Díaz Gavier lo interrumpió porque no era ése el momento reservado para escucharlo. Videla, quien se había mantenido en silencio durante el Juicio a las Juntas en 1985, tuvo la oportunidad de explayarse, pero lo hizo por pocos minutos. Recordó que “la Cámara Federal juzgó en mi caso todos los hechos (...) considero que los hechos constituyen cosa juzgada. Nadie puede ser juzgado dos veces por la misma causa”. Dijo que en agosto de 1984 declaró por primera vez ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas y “siempre reconocí la autoría de las directivas que impartí en cumplimiento de la directiva 1 del Ministerio de Defensa y de los decretos firmados por el Poder Ejecutivo Nacional en pleno ejercicio de sus facultades constitucionales. Las directivas fueron calificadas de inobjetables por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas”.

Apenas asumió Raúl Alfonsín, el 10 de diciembre de 1983, dictó el decreto 158, por el cual estableció el juzgamiento de las tres primeras juntas militares a través del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. El 13 de febrero del ’84, ante las demoras y la falta de voluntad demostrada por el tribunal castrense, se sanciona la ley que reforma el Código de Justicia Militar y habilita a la Justicia civil a intervenir. El 11 de julio del ’84, la Cámara Federal le indica al Consejo Supremo que investigue si hubo violaciones a los derechos humanos. El 25 de septiembre es cuando el tribunal militar responde y califica como “inobjetables” “los decretos, directivas, órdenes de operaciones, etcétera, que concretaron el accionar militar contra la subversión terrorista”. El 4 de octubre, la Cámara Federal desplaza a los jueces castrenses y se hace cargo del histórico juicio. Videla es condenado a reclusión perpetua, inhabilitación absoluta perpetua, destitución del grado militar. El ex presidente Carlos Saúl Menem lo indulta en 1990, ocho años más tarde vuelve a prisión por una causa de robo de bebés: pasa 38 días en la cárcel de Caseros y luego en prisión domiciliaria hasta que en 2008 lo recluyen en la cárcel dependiente del Servicio Penitenciario Federal en Campo de Mayo.

Videla, al igual que Menéndez, nunca reconoció la jurisdicción civil. Ayer, antes de advertir que no va a declarar se permitió una precisión sobre la acusación que pesa sobre él por el asesinato de treinta y un presos políticos. Dijo que “el viernes se hizo mención a que la policía de Córdoba quedó subordinada a partir del 24 de marzo del ’76 al Ejército cuando, en realidad, por decreto de 6 de octubre de 1975 firmado por el doctor (Italo) Luder se dispuso a partir de esa fecha que todos las policías quedaban bajo el control operacional de las Fuerzas Armadas”.

Ese es otro de los ejes argumentales de la defensa de los represores: que sólo se limitaron a cumplir con los decretos de “aniquilamiento de la subversión” dictados por Luder, como presidente provisional, durante el mandato de Isabel Martínez de Perón. El testimonio de Fermín Rivera es elocuente del cambio que significó el salto de la democracia a la dictadura para los detenidos en la UP1.

Los subordinados

Apenas terminó Videla, tomó la palabra Menéndez con su ya conocida contextualización sobre “el marxismo internacional” que inspiraba a “los subversivos contra la sociedad occidental y cristiana”. Esta vez no parafraseó –como en diciembre pasado en otro de los juicios que lo tiene como protagonista– al fugaz ministro de Educación porteño, Abel Posse, pero siguió fiel a ese libreto. Los problemas de sonido que incomodaron a Videla se repitieron con algunos de los 17 militares, 13 policías y el médico civil, pero no fueron obstáculo para que hablaran sin inhibiciones. A tal punto que hoy continuarán con sus arengas.

Entre los que se hicieron escuchar estuvo el comisario mayor retirado Carlos Alfredo Yanicelli, alias Tucán, imputado por tormentos a 210 personas y seis homicidios. Yanicelli fue designado director de Inteligencia Criminal de la Policía de Córdoba por Oscar Aguad mientras se desempeñaba como ministro de Gobierno de Ramón Mestre. Aguad es ahora el presidente de la bancada radical en la Cámara de Diputados de la Nación.

El coronel retirado Osvaldo César Quiroga pidió un pie para el micrófono y se despachó durante una hora. Quiroga, al igual que gran parte de los otros oficiales reivindicaron que Videla haya asumido su responsabilidad como jefe y se limitó a marcar el cumplimiento de órdenes. Quiroga también participó de la represión en el campo de concentración de La Perla. El teniente coronel retirado Enrique Pedro Mones Ruiz intentó hacer gala de cierto histrionismo para criticar al secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde, y fue amonestado por el tribunal (ver aparte).

Cuando la tarde ya cedía a la noche, Francisco Pablo D’Aloia seguía hablando y fue el único que aceptó contestar preguntas. El fiscal, algunos defensores y hasta otros imputados recrearon entonces un diálogo inédito que continuará hoy. D’Aloia, acusado de haber participado en el traslado de los presos, el mecanismo para fraguar las supuestas fugas que justificaban los fusilamientos, pidió una pizarra para continuar hoy con su defensa. Frente a representantes de todos los organismos defensores de derechos humanos y de familiares de las víctimas, seguirán repitiendo sus argumentos en los que no asoma ni siquiera el arrepentimiento por las atrocidades cometidas. Un grupo de familiares de los acusados comparten el ámbito en el que por primera vez abrió la boca frente a jueces de la democracia el militar que más tiempo ejerció el poder de facto en la Argentina: Videla, durante cinco años.


© Escrito por Nora Veiras y publicado en el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el martes 6 de Julio de 2010.

El Gauchito Gil... De Alguna Manera...

El objeto de esta publicación es recordar el gesto de los integrantes de la Selección Nacional de Fútbol de Holanda, al momento de consagrarse sub campeón del torneo realizado en el país en 1978, no queriendo saludar a los miembros del gobierno de facto presente en el estadio al momento de entregar las medallas...


El gauchito gil...


Hace exactamente 30 años, el 1º de junio de 1978, empezaba en Buenos Aires el Mundial de fútbol. Durante el mes siguiente desaparecerían 63 personas, Videla recibiría seis veces diferentes el aplauso de un estadio lleno de argentinos y la prensa local se cuadraría casi con unanimidad para refutar “la campaña antiargentina” que en el mundo denunciaba los crímenes de la dictadura. El hecho de que este mes se organice en el Monumental “la otra final”, un acto que reivindicará la vigencia de los derechos humanos, y las reacciones revulsivas que despierta, invitan a revisitar los sentimientos y argumentos complejos y contradictorios que sigue despertando aquella Copa.


(*) Trilogía: “Conjunto de tres obras trágicas que un autor presentaba a concurso en los juegos de la antigua Grecia”.


Comprender el significado que tiene el Mundial ’78 para la Argentina de los últimos treinta años requiere de un paso previo: la búsqueda de similitudes en procesos semejantes. La rueda de la historia gira (Benito Mussolini en el Mundial de Italia del ’34), gira (Adolf Hitler en los Juegos Olímpicos de Berlín del ’36) y sigue girando (Jorge Rafael Videla en un estadio de River colmado). En ese trípode se apoya un paradigma del acontecimiento deportivo que explica cómo tres dictaduras del siglo XX se apropiaron de su subjetividad, de los valores que representa el deporte para la política cuando ésta lo necesita. Las tres pudieron glorificar de manera extrema los éxitos de sus atletas, porque la Italia del Duce se consagró campeón, la Alemania del Führer ganó con holgura los juegos que organizó y la Argentina obtuvo su primer título mundial de fútbol.


Si parafraseáramos a John William Cooke por aquella célebre definición sobre el peronismo (“el hecho maldito del país burgués”), no resultaría descabellado decir que el Mundial ’78 es el hecho maldito del país futbolero. Un torneo que duró veinticinco días –desde el 1º hasta el 25 de junio– y del que ningún integrante del plantel campeón reniega (ni parece que deba hacerlo), o realiza autocrítica alguna. Y que sólo un puñado de periodistas o autores independientes han investigado, con limitaciones, desde sus entrañas. Esas que incluyen sospechas de un partido presuntamente arreglado, el 6 a 0 a Perú, todo un emblema de la corrupción, aún hoy, para el imaginario colectivo.


La orgía de muerte, destrucción, rapiña y el plan sistemático de desaparición forzada de personas que es la marca en el orillo de la última dictadura, hacen más espinoso el camino de aproximación a la época y despiertan pasiones descontroladas entre los testigos privilegiados de ese momento histórico.


Ahora bien, ¿qué hay del resto de los argentinos y el Mundial ’78? ¿Acaso será imposible redimir a los protagonistas que levantaron la Copa y el resto de la sociedad que los vitoreó quedará siempre a salvo? Pablo Llonto, en su libro La vergüenza de todos (un título que parodia a la película La fiesta de todos, de Sergio Renán, alusiva al campeonato) escribió: “... El Mundial ’78 aparece como el primer símbolo de aprobación masiva a la dictadura; Videla recibió seis veces el aplauso de las multitudes en estadios repletos. La fiesta del despilfarro en la organización del torneo apenas se cuestionó. Las voces de denuncia de los exiliados y los familiares de los asesinados, desaparecidos y encarcelados fueron tomadas como expresiones de la antipatria. El periodismo fomentó el anticomunismo, la delación de los luchadores y militantes de izquierda y defendió, a buen precio, casi todos los actos de gobierno de la dictadura militar. Millones sucumbieron ante la idea publicitaria y megaoficialista de que la victoria deportiva era el triunfo de un pueblo en paz”.


¿Y ahora que?


El próximo domingo 29 se jugará un encuentro de fútbol que su organizador, el Instituto Espacio para la Memoria (un ente creado por la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires), promociona como “La otra final”. En el estadio Monumental donde Videla le entregó la Copa al capitán Daniel Passarella se desarrollará esta actividad que “reivindicará la vigencia de los derechos humanos”. La idea, más allá de las buenas intenciones que conlleva, generó un efecto revulsivo. César Luis Menotti, el técnico de aquel equipo campeón, afirmó en una entrevista que le realizó La Voz del Interior el 7 de mayo: “Yo sé dónde estaba parado, lo que hice y cuál ha sido mi participación en aquella época. Y no tengo que reconciliarme con nada, ni con nadie, así que no me interesa participar de ese tipo de cosas. No voy a ir. De ninguna manera voy a participar”.


Algunos de sus dirigidos, que asimilaron mejor el motivo de la convocatoria, estarán presentes. Ana María Careaga, la directora ejecutiva de Espacio para la Memoria, dijo que será “un evento que permitirá difundir lo que se intentó tapar con el fútbol en la Argentina de la dictadura militar: los campos de concentración como la ESMA, que funcionó a pocas cuadras del estadio de River, y las denuncias que se hacían en el exterior por violaciones a los derechos humanos”.


Este partido será un desafío si se toma en cuenta lo que sucedió en 1998, en el 20º aniversario del Mundial, cuando las Abuelas de Plaza de Mayo hacían una campaña para buscar a sus nietos. Como ahora, se les pidió que colaboraran a varios hombres del fútbol. El profesor Ricardo Pizarotti (fallecido el 10 de marzo de 2007) integraba el cuerpo técnico de aquella Selección del ’78 y cuestionó la palabra “lucha” en un comunicado que había redactado la agrupación que preside Estela Carlotto.


El 9 de julio de 2003 sucedería el segundo episodio de esta saga de desencuentros en un Monumental semivacío. Ante unas 6 mil personas (casi un 10% de la capacidad), otros organizadores (esa vez desde el ámbito privado) les rindieron homenaje a los campeones mundiales en el 25º aniversario del título. Se abría entonces un nuevo y áspero debate sobre la etapa más cruel de nuestra historia. Y resultaría un karma para los bienintencionados mediadores unir bajo una misma consigna a los protagonistas manipulados de aquel Mundial con los familiares de las víctimas.


No pudieron interceder Julio Ricardo Villa y Claudio Morresi, dos ex jugadores con inquietudes que exceden al mundo de la pelota. El primero, integrante de aquel plantel que dirigía Menotti, y su colega, un viejo colaborador de Abuelas cuyo hermano Jorge desapareció durante la dictadura y que en la actualidad es el secretario de Deporte de la Nación. La mezquindad de un par de campeones del mundo (Daniel Passarella y Américo Gallego) y la postura de Balón, la empresa organizadora del partido que no quiso “politizar” el evento, colocaron en una situación incómoda a los organismos de derechos humanos que pretendían difundir sus posturas sobre el Mundial ’78 durante aquel partido jugado hace cinco años. Un partido que se proponía recaudar fondos para los campeones mundiales que vivían de manera precaria, con urgencias económicas.


La historia parece repetirse ahora, en la antesala del 30º aniversario. Menotti, crítico, dice que no asistirá el 29 de junio. El Mundial ’78 es como un guijarro en sus zapatos. En 2003, y quizá por única vez, al entrenador se lo vio atribulado por la dimensión política que adquirió aquel título que ayudó a ganar: “Es probable que haya sido permeable a aceptar algunos diálogos con algunos tipos y que no lo debería haber hecho. Eso me jode mucho...”, admitió. En efecto, el hecho maldito del país futbolero es una presencia molesta que vuelve cada diez años. Pasó en 1988, durante 1998 y ahora ocurre de nuevo.


Videla saludando en el balcón de la Casa Rosada a una multitud es una fotografía que lastima. Hasta ciertos premios lastiman. Hubo uno que le entregaron al público local por su buena conducta. O condición de rebaño. O las dos cosas juntas. La Nación tituló la noticia sobre la distinción a los espectadores locales el 27 de junio del ’78, dos días después de la final contra Holanda, en su portada sábana: “El pueblo argentino recibió un galardón”. Así comenzaba el recuadro diagramado debajo de una imagen del dictador: “La Asociación Internacional contra la Violencia en los Juegos Deportivos, con sede en Mónaco y que preside el príncipe Rainiero, otorgó al pueblo argentino el trofeo con que premia la citada entidad la corrección, generosidad y respeto en los espectáculos deportivos”.


El último párrafo cerraba así: “Tal vez éste es un premio muy difícil de conquistar, pero al obtenerlo el pueblo argentino demostró al mundo que no es imposible mantener una conducta intachable. En un campeonato mundial es muy difícil mantener un control psíquico riguroso y para eso hay que tener el suficiente equilibro emocional. Los argentinos lo han demostrado y esa demostración valió, finalmente, para alcanzar el codiciado premio”.


¿Les hubiera sido posible a los hinchas actuar de otro modo durante los partidos del Mundial? ¿Lo que Rainiero definía como corrección y respeto no era tener domesticada la rebeldía y sumarse a un silencio cómplice? A juzgar por lo que sostenía Morresi, en una entrevista que le realizó la desaparecida revista El Periodista el 16 de agosto de 1985, las tribunas estaban rigurosamente vigiladas, como los trenes de la célebre película checa dirigida por Jiri Menzel: “Fui a ver el partido inaugural del campeonato del mundo del ’78, cuando en la cancha de River jugaron Alemania y Polonia. Me tuve que bancar el discurso de Videla. Me quedé de brazos cruzados puteando para adentro y advirtiendo que entre la gente había muchos canas adiestrados para aplaudir y que la gente se contagiara”.


Habría que analizar esta aparente contradicción. El público de un país donde el espectáculo deportivo se ha ganado con creces el rótulo de más violento y obsceno del mundo en su círculo multitudinario, recibía un premio por su buena conducta. Quizás el único de su historia. Una historia plagada con centenares de muertes que nos recuerdan a diario lo peligroso que resulta ir a un estadio de fútbol en la Argentina. Aunque durante la dictadura había cosas mucho más peligrosas que asistir a una cancha. El terror se imponía en todas partes. El fútbol era un circo custodiado por fieras mimetizadas en el follaje de las banderas y los papelitos que popularizó Clemente, el personaje de Caloi.


¿Y ayer que?


En junio de 1978 desaparecieron 63 personas en todo el país y Adolfo Pérez Esquivel, quien ganaría el Premio Nobel de la Paz dos años después, era liberado el viernes 23, dos días antes de la final. La inmensa mayoría de los medios se subordinaba a las directivas de la Junta, con escasas excepciones, como el Buenos Aires Herald que dirigía el británico Robert Cox. El 14 de abril había fallecido en Buenos Aires el único periodista deportivo que se oponía a la realización del Mundial desde que el torneo había sido otorgado a la Argentina: Dante Panzeri. Incluso desde mucho tiempo antes que los militares dieran el golpe del ’76.


La antítesis de Panzeri, el periodista Enrique Romero, que había redactado una carta apócrifa del futbolista holandés Ruud Krol a su hija, trabajaba en la revista El Gráfico. “Mamá me contó que los otros días lloraste mucho porque algunos amiguitos te dijeron cosas muy feas que pasaban en la Argentina. Pero no es así. Es una mentirita infantil de ellos. Papá está muy bien. Aquí todo es tranquilidad y belleza. Esta no es la Copa del Mundo sino la Copa de la Paz”, escribió el corresponsal en la provincia de Mendoza, donde se concentraba el seleccionado que saldría subcampeón mundial.


Héctor Vega Onesime, el director de El Gráfico –citado por Llonto en su libro–, recordó que “con el escándalo encima, incluyendo una protesta del embajador holandés en la Argentina y la amenaza del equipo de retirarse del Mundial, la cuestión se solucionó con una conferencia de prensa en la que Krol desmintió la carta”. Romero pidió disculpas, pero ya era tarde. Sería un eslabón menor en la cadena informativa de obsecuentes del régimen y el autor de un texto que el gran jugador holandés calificó como “indigno, artero y cobarde”.


El Gráfico y José María Muñoz, el relator de América, sí se transformarían dentro del periodismo deportivo en los iconos de aquello que, ya en democracia, la revista Humor denominaría “La prensa canalla”. Las publicaciones de editorial Atlántida (El Gráfico y otras del mismo sello como Gente, Somos o Para Ti) se convirtieron en las house organ de la dictadura con ciertos periodistas que superaban como apologistas a los voceros de uniforme más consustanciados con el régimen.


Renée Salas, de Gente, se anotaba primera en la lista. “Recorría las redacciones de Paris Match, L’Express, Le Point, Le Monde y Le Figaro ‘para conocer las razones que los llevan a publicar notas contra la Argentina y qué argumentos tienen. En toda Europa hay una moda antiargentina. Es la moda de los intelectuales de izquierda. Es mucho más nota un jefe montonero que yo, y eso no lo dudes’, diría una vez terminado el campeonato” (El terror y la gloria, Abel Gilbert y Miguel Vitagliano, Editorial Norma).


Dos meses después de finalizado el Mundial, en la Revista Argentina ante el Mundo (septiembre-octubre del ’78), los periodistas deportivos Mauro Viale y Marcelo Araujo escribieron: “Fue el milagro argentino. Nadie discute que el país ganó el Campeonato Mundial de Fútbol de 1978 antes de que se diera el puntapié inicial. Su organización, lograda contra los presagios, sorprendió al mundo. (...) Los periodistas argentinos que tuvimos que convivir con nuestros colegas extranjeros durante esos días pudimos comprobar cómo en los más honestos de ellos –afortunadamente la mayoría– se disolvían los prejuicios que traían de sus países merced a la insidiosa propaganda motorizada por las organizaciones subversivas y los ingenuos de siempre. (...) Es cierto que los argentinos todos vivieron por primera vez en décadas la oportunidad de salir a la calle bajo una sola bandera. Después de cuatro o cinco años de sufrir una guerra sucia, la guerra desatada por la subversión, surgió la ocasión de expresar entusiasmo” (extraído de Decíamos ayer, de Eduardo Blaustein y Martín Zubieta).


La cronología de esos días es como un calidoscopio donde el fútbol y los actos de gobierno se confunden como los gritos de gol en el estadio Monumental con los gritos de dolor arrancados por la tortura en las mazmorras de la ESMA.


El 1º de junio comienza el Mundial con el aburrido empate en cero entre Alemania y Polonia. El 7, en base a un informe del Fondo Monetario Internacional que cita el diario La Prensa, se atribuye a la Argentina la tasa de inflación más alta del mundo, con el 172,9 por ciento anual. El 15 de junio, La Nación reproduce una breve declaración del general Videla sobre el partido que Argentina le gana 2 a 0 a Polonia: “Es una gran victoria para el deporte y para el país”. El 24, un día antes de la final del Mundial, el canciller Oscar Montes (un hombre de la Marina) sostiene en la séptima Asamblea General de la OEA que “en la Argentina no existen violaciones a los derechos humanos”. El 25, la Selección Nacional derrota a Holanda por 3 a 1 con dos goles de Mario Kempes y uno de Daniel Bertoni, tras los 90 minutos reglamentarios y el tiempo suplementario. Y el 5 de julio, Videla agasaja con un almuerzo al plantel conducido por Menotti en la residencia presidencial de Olivos.


El día siguiente a la obtención de la Copa, el diario La Razón reprodujo declaraciones de José Alfredo Martínez de Hoz, el ministro de Economía de la dictadura: “Debemos seguir jugando el gran partido del proceso nacional, en el cual el triunfo final va a depender no sólo del gobierno sino del esfuerzo y participación de cada uno de los argentinos. Juntos lograremos la victoria”.


El proceso era el Proceso de Reorganización Nacional, el pomposo título con que la dictadura definía su propio destino manifiesto. Mientras los buenos augurios políticos quedaban en manos del funcionario civil más representativo del régimen militar, las conjeturas sobre el valor simbólico que se le atribuía al torneo corrían por cuenta de la prensa deportiva. La realización del Mundial era para ese sector una conquista suprema y ayudaba a mitigar los males de todos, según la visión de Juan de Biase, el responsable de la sección Deportes de Clarín: “Es probable que, en lo individual y en lo colectivo, nos haga olvidar durante un mes de la problemática personal y nacional. Aceptémoslo. Es cierto”, escribió el 1º de junio.


Algunas conclusiones


Un buen tónico para la memoria pueden resultar las conclusiones sobre el Mundial ’78 de instituciones y personajes influyentes en la vida nacional que, treinta años después aún conservan intacto su poder. La Sociedad Rural y un empresario como Carlos Pedro Blaquier son apenas un par de ejemplos.


En los Anales de la organización agropecuaria de 1978, Celedonio Pereda, su presidente, dejó sentada su posición: “En estos días se ha evidenciado otro éxito fundamental del gobierno y es que se ha logrado en poco más de dos años, a pesar de las dificultades que todos hemos debido soportar, una extraordinaria unidad y reafirmación del espíritu nacional. (...) Esperemos que los periodistas de todas partes del mundo que nos visitan, fieles a su lema de informar con objetividad, transmitan con veracidad lo que han visto. Así se acabará con la difamación que aquellos argentinos descastados hacen correr en los medios informativos de Occidente, utilizando para ello el producto de sus asaltos y secuestros”.


Blaquier, el dueño del conocido Ingenio Ledesma ubicado en la ciudad jujeña de Libertador General San Martín, iría más lejos que su colega Pereda. Propietario de una empresa que colaboró con la desaparición de sus trabajadores durante la recordada “Noche del apagón” (el 27 de julio de 1976), solía cartearse con Martínez de Hoz, preocupado por la imagen que los medios extranjeros divulgaban sobre el país. En uno de esos intercambios epistolares con el ministro, le confió cómo había gestionado publicidad encubierta favorable a la dictadura en la revista Time: “Con la misma franqueza con que ellos me habían propuesto el negocio, yo les decía que Ledesma no estaba dispuesta a hacer publicidad en una revista que ha venido deformando la realidad argentina a un punto tal que cabe preguntarse si es sólo atribuible a un error o si es que hay algo más detrás de ello. Que desde ya, los aproximadamente 10 mil dólares que tendría que aportar Ledesma estaban a disposición dado el interés invocado por el Ministerio de Economía, por quien siento una profunda admiración por todo lo que está haciendo para la recuperación de la Argentina en medio de enormes dificultades. Que una salida podría ser que Ledesma entregase su aporte a otra empresa que quisiese aparecer en Time, y que sumados ambos aportes esta empresa pudiese hacer un aviso de doble tamaño”.


La campaña antiargentina que se atribuía a los exiliados tenía su contrapartida en réplicas como las que financiaba Blaquier. Andanadas que también eran acompañadas por personajes como Henry Kissinger, un amante del fútbol recibido con todos los honores por la junta militar. “Esto, y no sólo por la conquista deportiva, es una prueba irrefutable de lo que son capaces de hacer los argentinos”, elogiaba tras la final del torneo.


Los militares tenían su propia tropa. Nunca más justa sería esa expresión coloquial. Y también, además del ex secretario de Estado norteamericano, otros mandatarios acompañaban su gesta del ’78, como el dictador de Bolivia, Hugo Banzer, quien asistió a la final. Augusto Pinochet no viajó a Buenos Aires el 25 de junio porque, tres días antes, el gobierno de Jimmy Carter había retirado a su embajador en Santiago en protesta por la falta de colaboración en la investigación del asesinato del canciller chileno Osvaldo Letelier, ocurrido en Washington.

La fotografía no sería posible. Videla, Banzer y Pinochet en el Monumental, con Kissinger como titiritero, hubieran formado la postal más refinada de la opresión.


“La dictadura procuró que el Mundial contribuyera al afianzamiento de su propia causa. Difícil es precisar con certeza la magnitud de esa contribución. Incuestionable es, en cambio, la intención con que se encaró el acontecimiento”, señalan Ariel Scher y Héctor Palomino en su libro Fútbol, pasión de multitudes y de elites, editado en 1988.


El contraalmirante Carlos Alberto Lacoste, el hombre clave del torneo, definió al evento desde la trinchera victoriosa de los organizadores: “El fútbol ha sido un conducto para que todo esto vuelva a empezar la grandeza argentina”. Treinta años después, lo que perdura es un molesto recuerdo, un campeonato mundial que nos moviliza lo peor de nuestra historia. El Mundial ’78 no puede zafarse de ella, mal que les pese a quienes lo jugaron o festejaron por las calles. Este periodista, aclara, gritó los goles de la Selección. Tenía 20 años y todavía no había empezado a trabajar en una redacción.


© Escrito por Gustavo Veiga y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el Domingo, 1º de junio de 2008


domingo, 4 de julio de 2010

Señor Maradona, Disculpas... De Alguna Manera...

El New York Times le pide disculpas a Maradona...

A través de una columna escrita por el periodista Rob Hughes, el diario le reconoce a Diego que se equivocó cuando prejuzgó su contratación como DT de la Selección. Y lo llena de elogios porque, asegura, que Argentina "ha sido la alegría de este Mundial". Lea la columna completa.


"Me gustaría que algunos periodistas le pidan perdón a estos jugadores". No fue sólo una la ocasión en la que Maradona pidió el mea culpa del periodismo argentino para con esta Selección. Es que el nivel exhibido por el equipo en lo que lleva en el Mundial está bien lejos de lo que mostró a lo largo de las Eliminatorias, donde los cuestionamientos surgían desde todos los sectores. En ciertas oportunidades respecto al juego en sí y en otras no tanto. Lo cierto es que el puntapié hacia ese reconocimiento que pidió Diego llega desde el exterior y no es para ninguno de los 23 futbolistas que llevó a Sudáfrica, sino para él. Sí, el New York Times, a través de una extensa columna escrita por el periodista Rob Hughes, le pide "una disculpa" al DT de la Selección por "prejuzgar" su nombramiento en el equipo argentino.

A continuación, la traducción completa de la columna publicada en New York Time:

Maradona merece respeto y una disculpa

Por ROB HUGHES

JOHANNESBURGO - Querido Diego: Es tiempo que nosotros, los críticos, te pidamos perdón y te demos las gracias.

Nos equivocamos cuando prejuzgamos tu nombramiento como DT. Creímos que Julio Grondona, el presidente de 78 años de la AFA, había perdido todo rastro de razón al pedirte a vos, un ícono de capa caída sin título de entrenador, que te hicieras cargo de una Selección Nacional quebrada y la dirigieras en esta Copa del Mundo.

Bien, lo mismo respeto de tu presunta experiencia.

Pase lo que pase con Argentina-Alemania en Ciudad del Cabo, tu equipo ha sido la alegría de este Mundial.

Le has dado vida a una era demasiado cautelosa del deporte. Tus jugadores Lionel Messi, por supuesto, Carlos Tevez, Gonzalo Higuaín y otros, se sacaron de encima las inhibiciones

Los talentos son obvios, incluso para nosotros, los sabelotodos. Al grupo de jugadores que heredaste claramente le faltaba equilibrio. Tenés más delanteros de los que necesitás, y demasiado pocos defensores de real calidad.

Aun así, la mayoría de los entrenadores diplomados hubieran hecho lo que hizo Brasil durante el torneo: defender mucho y atacar sólo esporádicamente.

Pero no Maradona. Vos liberaste al equipo, los dejaste que desplegaran sus capacidades, atacar, atacar y atacar.

Y cuando los habilitaste, como hiciste con Messi, Tevez y compañía, también nos liberaste a nosotros. Cuando tu equipo rompe la cautela de los oponentes, nos sentimos como niños que quieren ser todos atacantes.

Tus payasadas en el lateral personifican esto.

No nos confunden, Diego, tu traje gris y zapatos lustrados. Vemos a través de esa vestimenta formal a un hombre que revive su juventud, un hombre de 49 años que fue el genio intrépido de 1986. Un hombre que fue a Alemania para la última Copa del Mundo, vestido con camiseta de jugador, encabezando a la hinchada desde la tribuna.

Aquel entusiasmo nos recuerda que el fútbol es un deporte simple. Si tu equipo tiene habilidades de ataque superiores, que juegue a su modo.

Suena y parece tan obvio. Alemania representa un desafío real, especialmente para tu defensa. Así y todo no estamos seguros de que te preocupe ningún oponente. Cuanto más avanza tu equipo, más cerca estás de desnudar el mito y la mística de que la dirección técnica es una ciencia en la que sólo se tiene éxito tras años de estudio y de manual.

No te imagino leyendo ningún libro sobre cómo tener éxito en tu deporte. Habiendo estado en las calles de Villa Fiorito, la villa miseria en la que creciste en la periferia de Buenos Aires, puedo entender que los libros no sean nada para vos.

Un manual de cualquier cosa escrito por extraños no te hubiera sacado de ese lugar pobre pero de alguna manera feliz. Fueron los habilidades las que lo hicieron. . Y hasta los ingleses que maldijeron tu gol de la mano de Dios de la Copa de 1986, tuvieron que reconocer al genio que esquivó a seis hombres para anotar un segundo gol en ese partido.

Genio, jugando con tus propias reglas.

Aun así, cuando Grondona, el presidente del fútbol argentino desde mucho antes de que alguien hubiera oído hablar de Maradona, recurrió a vos como director técnico, todos nos quedamos pasmados.

¿Cómo podía funcionar eso? ¿Cómo un jugador que se había quemado con las drogas, la bebida y una aparente incapacidad de lidiar con la vida más allá de la pitada final del partido, podía ser el guía y mentor de jugadores que parecían perdidos y desilusionados?

Gente mejor posicionada, hombres que habían conducido a Argentina a sus dos Copas Mundiales, temieron por su país y por vos.

Muchos coincidieron con Daniel Arcucci, periodista de La Nación, que el año pasado escribió: "Puede que Maradona esté arriesgando demasiado, como siempre en su vida, hasta su status de mito".

Arcucci no era el único en tener miedo. Ninguno de nosotros se imaginaba lo que ahora estamos viendo.

La historia está todo el tiempo en contra de tu equipo.

Sabés, pero probablemente no te importa, que sólo dos hombres ganaron la copa del Mundo como jugadores y entrenadores: Mário Zagallo jugó para Brasil cuando ganó en 1958, y fue el entrenador en 1970. Franz Beckenbauer capitaneó a Alemania hacia el título en 1974, y fue DT en 1990.

Lo que estás intentando está más cerca de Beckenbauer que de Zagallo. Beckenbauer no tenía antecedentes al borde de la cancha, ningún papel que lo avalara como entrenador probado y calificado; tenía y tiene el aura de ser el más grande jugador viviente de su país.

Zagallo era lo contrario. Laborioso wing en su momento, se metió en la dirección técnica y entró cuando la Confederación Brasileña de Fútbol echó a João Saldanha semanas antes del Mundial.

Saldanha era de tu tipo, Diego. Le gustaba la irreverencia, rompía los estereotipos del DT. Dejaba que los grandes jugadores jugaran. Compartía con ellos el amor por dar lo mejor de sí.

Nos contaste que tu mensaje a Messi simplemente fue decirle que nunca nadie le dijo a Maradona donde jugar, así que vos no le tenías que decir tampoco a Messi donde jugar.

Interesante, porque pensábamos que habría cortocircuito entre el hombre que fue el jugador más mágico de la Argentina y el único hombre que podría disputarle esa condición.

Si eso es otro error, es hora de decir mea culpa, de corazón.

Mi Ídolo, Diego... De Alguna Manera...

Mi Ídolo, Diego...

Al ver la pobre actitud de algunos compatriotas argentinos, cercanos y otros lejanos, tengo la necesidad de expresar mis pensamientos sobre la reciente eliminación de nuestra selección argentina en el mundial 2010. Quienes me conocen, saben bien lo que significa para mí.

La mayoría se atribuye la paternidad sobre la victoria y la hace propia, de ahí viene el "vamos a salir campeones" o "somos los mejores", así que habría que tener la misma actitud de grandeza cuando perdemos. Si ganamos los 40 millones, entones perdemos los mismos y no sólo los 11 que juegan o el entrenador. Lamentablemente, la derrota suele ser huérfana, o en este caso, algunos se la quieren otorgar a una sola persona. Yo no discuto que Maradona tiene responsabilidad en lo que pasó (positivo y negativo), porque es el entrenador y negar eso sería una necedad. Alemania podía llegar a jugar mejor, pero en la cabeza de nadie, ni siquiera en la de ellos, entraba que hicieran 4 goles. Jugaron muy bien, pero no creo que sea un resultado que represente la diferencia de calidad entre los dos. Ellos hicieron 3 goles en 25 minutos, cuando nuestro equipo ya no era el mismo del primer tiempo. El gol madrugador y el segundo tanto, fueron un baldazo de agua fría y no se pudo remontar. De todas formas, Diego no es el único responsable, porque como él dijo: "los que definen son los jugadores" y tiene razón. A los que le atribuyen todas las culpas, que entiendan que esto es un mundial y no la Play Station. Hubo jugadores que fallaron en el último partido y, aunque me parece que no tiene sentido puntualizarlos, eso no es culpa de Maradona. De todos modos, le agradezco a todo el plantel por el esfuerzo y no tengo dudas que cada uno de ellos quería ganar para darnos una alegría. No soy de los que piensan que un final malo hace que toda la historia lo sea. Veamos el bosque y no solo el último árbol. No se olviden de como arrasamos en la primera fase, de la emoción del gol de Palermo o del golazo de Tevez. Hacía 20 años que una selección argentina no emocionaba tanto.

Sin dudas que Alemania, así como también otros países europeos, cuenta con una ventaja importante: todos sus futbolistas juegan en su liga, su entrenador puede verlos en vivo todos los fines de semana, sin tener que cruzar el océano y de esa forma, tiene acceso a una mayor cantidad de horas de trabajo. En el último mundial que ganamos, en México ´86, 14 de los 22 jugadores de nuestro equipo jugaban en la Argentina. Pero en 2010, apenas 6 de 23 y sólo uno de ellos titular. En juveniles, teniendo a los jugadores en nuestro país, José Pekerman demostró que la Argentina es una potencia que puede superar a los europeos, y me baso en las estadísticas para afirmarlo. Lamentablemente, nuestro país no tiene el poder económico para poder retener a nuestras figuras y facilitar el trabajo de la selección. Y cuánto talento tienen esos jugadores argentinos, que a pesar de estar dispersados en distintos equipos y países, logran que aún así la Argentina sea tan respetada. Las distancias y la atomización son un problema con el que debemos convivir, y eso tampoco es culpa de Maradona.

Diego tuvo que hacer en un año y medio, el trabajo para el cuál otros disponen de 4 años. Y aún así, el equipo tuvo un excelente rendimiento en el torneo, a excepción del último partido. ¿O acaso, quién se quejaba hace 48 horas? Ese rendimiento le valió el reconocimiento de la prensa mundial, entre ellos la carta de disculpas del New York Times; pero más importante aún son los elogios de ex jugadores y entrenadores destacados, que sin dudas saben mucho de fútbol, como Zidane, Francescoli y Arrigo Sacchi, entre otros. Si todavía alguien duda de la sapiencia de Maradona, que al menos no duden del conocimiento de las personalidades mencionadas. Diego fue valiente, porque en lugar de optar por la comodidad de quedar para siempre en una foto, a modo de prócer, intentó seguir escribiendo la historia y asumió riesgos que otros, como Pelé, nunca se animaron.

Hay muchos equipos con potencial para salir campeones, pero que en un mal día quedaron afuera. Brasil en 1982 y Dinamarca en 1986 son un ejemplo, pero así es el fútbol. Para algunos, íbamos a quedar eliminados en primera ronda, pero el equipo jugó bien y deslumbró al mundo. Diego contagió a todos con su espíritu ganador y nos convertimos en candidatos. Por eso, hasta hace 24 horas, el país estaba lleno de esperanzas y expectativas, y algo así no es fruto de la casualidad sino del buen rendimiento del equipo. Cuando sonaba el himno de nuestro país antes de los partidos, lo cantábamos como nunca, se nos inflaba el pecho y nos sentíamos más argentinos que en cualquier fecha patria. Y eso, también fue responsabilidad y virtud de Diego Maradona. Quizás las cosas pudieron ser de otra forma, pero con el "diario del lunes" es fácil opinar. No creo que él haya sido obstinado, sino que creyó plenamente en una idea que estaba dando excelentes resultados, pero después a veces las cosas se dan y otras no. Hace una semana, Inglaterra era dirigida por Fabio Capello, uno de los entrenadores de mayor prestigio mundial y también perdió por 4 goles con Alemania. Entonces quizás, estemos en presencia del mejor equipo del Mundial y eso es sobre todo, virtud germana. Felicitaciones para ellos, que ganaron.

Ahora, muchos salen a criticar a Maradona, incluso mencionan como fundamental la ausencia de algunos jugadores que no estuvieron en el plantel, pero de los que hasta hace 24 hs nadie recordaba. Siendo un poquito irónico, como no conozco personalmente a estos críticos oportunistas, no puedo poner en duda sus conocimientos. Pero el problema no es si saben o no saben, sino que estos "eruditos del fútbol", siempre llegan tarde, después que hay un resultado sentenciado. Quizás sea una casualidad, aunque no creo. Podrían poner a prueba sus conocimientos en alguna Web de apuestas deportivas, como BWIN y si en verdad tienen semejante talento, se harían millonarios. Eso sí, si esto no ocurre, tal vez no sepan tanto como creen y deban guardar un respetuoso silencio. "Cuando sonaba el himno de nuestro país antes de los partidos, lo cantábamos como nunca, se nos inflaba el pecho y nos sentíamos más argentinos que en cualquier fecha patria. Y eso, también fue responsabilidad y virtud de Diego Maradona".

Por otra parte, no deja de sorprenderme el nivel de agresividad de algunas personas. Atacar a Maradona por los problemas que tuvo con las drogas, aunque quieran utilizarlo como una agresión (muy desubicada, por cierto), tiene "efecto bumerang", por un lado porque demuestra la bajeza del agresor que, seguramente nunca tuvo un familiar o amigo que sufriera ese problema. Yo, afortunadamente tampoco, pero no necesito llegar a ese punto para entenderlo. Por otra parte, atacar a Maradona con ese tema se vuelve en contra, porque habiendo estado dos veces al borde de la muerte, ver a Diego como DT de la selección es un ejemplo de vida y una muestra de superación personal. Amor, fuerza, coraje, temple y "huevos", tantas cosas en un solo ejemplo, para ganar el más importante de los combates: la batalla por vivir. Yo, de corazón, lo admiro y celebro su recuperación. Después, Diego tendrá sus virtudes y defectos como todos los humanos, pero las repercusiones internacionales de cada uno de sus actos, no hacen más que demostrar la importancia de su persona y el lugar de privilegio que ocupa en el mundo; una posición que se ganó sin matar ni robar a nadie, simplemente desarrollando su talento y dándole felicidad a mucha gente. Por eso, le estaré eternamente agradecido por todas las alegrías que me ha dado.

Es evidente que la falta de calidad de vida en nuestro país, hace que mucha gente viva en constante frustración y algunas personas busquen descargar su veneno a través del fútbol; pero esto es un deporte y no una terapia. Se puede buscar liberar tensiones gritando un gol, alentando y hasta insultando. Pero hay formas y formas, porque cuando el partido termina y el veneno sigue drenando, a veces con violencia física y otras con violencia verbal, es evidente que hay algo que esta mal. Podemos debatir, coincidir o no, pero la crítica destructiva no aporta nada. Proyectar el éxito personal y el deseo de trascendencia en un equipo, es entendible hasta cierto punto, pero cuando ocurre de manera tan excesiva, es insano porque si las expectativas no se cumplen, el dolor se vuelve agresividad. Los problemas personales hay que resolverlos en los propios hogares.

Me parece que hay que elevar el nivel de los debates. Yo amo a la selección y los que me conocen saben bien cuánto me duele lo que pasó, pero no hay que perder la cabeza; entendamos que el mundial es fútbol y entonces, no hay que mezclarlo con los problemas que tuvo Diego en su vida personal. Si hay alguien perfecto, que tire la primera piedra. Criticar es una cosa y atacar es otra. Creo que Diego ya debe tener bastante dolor en su corazón por esta eliminación como para que otros lo agredan. Nadie ama a esa camiseta tanto como él, que la defendió mejor que cualquier otro jugador. Si en este país se respira fútbol, es en gran medida gracias a Maradona, que nos llevó a la gloria en México ´86 e Italia ´90. Nunca olvidemos eso y seamos agradecidos. Para mí, es un gran dolor; significaba más que un mundial porque no sólo quería que Argentina salga campeón, sino que también lo fuera Diego. Es un hermoso sueño que ahora parece trunco, pero quien sabe, tal vez no sea una historia terminada y la vida nos de revancha. Es lo que desea mi corazón.

Seamos agradecidos por la felicidad que tuvimos en los primeros 4 partidos, lo cuál no es conformismo sino la voluntad de invocar algo que suele carecer nuestra sociedad: agradecimiento; algo que nos ayuda a valorar lo que tenemos y a disfrutar un poco más de la vida. Tenemos una selección joven, con muchos jugadores talentosos que tienen un enorme potencial de desarrollo y sin dudas, nos van a volver a dar muchas alegrías en el futuro. El tiempo pasa rápido, el mundial 2014 está cerca y ojala logremos un nuevo "maracanazo" en pleno Brasil. Para Diego, el abrazo más grande. Fuerza, maestro. Te banco, te admiro y te amo. Sos mi ídolo.

© Maximiliano López Arce, Domingo 4 de julio de 2010.



sábado, 3 de julio de 2010

No estés triste Diego... De Alguna Manera...

No estés triste Diego…



Quienes sabemos, por tiempo transcurrido en la vida, que todo es relativo, que has tenido una excelente oportunidad, donde las probabilidades estaban, y en fútbol, como en la vida, se gana, se pierde, se empata…


El campeonato terminó para los argentinos… Pero la vida continúa, no sólo para los argentinos, sino para Vos Diego… Que has triunfado, has perdido y seguramente también empatado en ella…


Tranquilo Maestro… Quienes componemos al Pueblo de La Argentina, te acompañamos en esta…


La vida es por Puntos… No por Knock Out…


De Alguna Manera.

Argentina 0 vs. Alemania 4... De Alguna Manera...

¡¡¡Nobleza Obliga!!! Este partido lo ganó el mejor equipo...


¡¡¡Vamos La Argentina Carajo!!!


En Fútbol siempre hay revancha...


¡¡¡Abrazo a todos los Jugadores!!!,


¡¡¡Abrazo a Diego Armando Maradona!!!


Este es el momento donde empieza a jugar "La Razón" y "La Pasión" debe ir al banco...


Felicitaciones Alemania (LRPMQLRP)


Una dolorosa eliminación:

Alemania desnudó las falencias de la Argentina y la dejó sin Mundial...



Los germanos golearon por 4 a 0, con tantos de Müller, Klose (2) y Friedrich y están en semifinales; la selección nunca pudo revertir la adversidad en el partido; hace 20 años que el conjunto nacional no está entre los cuatro mejores de un Mundial.

La goleada envuelve de pena una esperanza rota. Caen lágrimas vestidas de resignación por ese sueño que no fue. La película de lamento es una secuencia repetida de almas quebradas y corazones arrugados. La Argentina se va del Mundial. Fue eliminada por Alemania, como en 2006. Es el desenlace de una historia que anunciaba otro final, con Maradona como técnico y Messi, señalado por todos como el mejor, expresándose en el campo de juego. Ganó Alemania con todas las de la ley, con una goleada por 4 a 0 elaborada con orden y juego.

Suponía un interrogante saber cómo reaccionaría el seleccionado ante su primera adversidad. El gol de Müller, a los dos minutos, provocó un estremecimiento glacial que dejó inmóvil al equipo. Jamás la Argentina se recuperó del estado de conmoción de ese golpe casi de knock-out del comienzo. Fue un shock eterno.


Hasta aquí, la Argentina había gozado de un beneficio casi exclusivo: había sido muy poco agredida durane el torneo. Todo lo que no la habían atacado en la primera ronda, sucedió hoy en Ciudad del Cabo.


En la zona media el seleccionado se resignó a dar pelea y le cedió terreno a Alemania para tomar la iniciativa. Schweinsteiger gobernó a su gusto por fuera de la órbita del círculo central. El N°7 hizo del medio su sector de influencia, el corazón del circuito de juego alemán. Alemania se puso en ventaja rápidamente, a través de un cabezazo de Müller, que anticipó a Otamendi y que encontró mal ubicado al arquero Romero. La defensa argentina paseó durante todo el certamen su ignorancia conceptual a la hora de definir marcas y ordenamientos en el fondo. Se sufrió hoy, pero podría haber sucedido antes.



La Argentina carga con un estigma desde el comienzo: le cuesta elaborar juego más allá de alguna genialidad de Messi o la expresión inspirada de otra individualidad. Por la manera que comenzó el partido, tal vez se reclamaba la presencia de Verón o Pastore desde mucho tiempo antes.


En desventaja, la Argentina tomó mayor diálogo con el juego, aunque sin profundidad y sin ser certero, un rasgo que la había distinguido hasta aquí. Su mejor momento fue entre los 30 y los 40 minutos del primer tiempo. No le pudo sacara el jugo a ese rapto de inspiración.


Para Alemania fue uno de esos partidos que forjan el carácter. Una de esas batallas más para el pico y la pala que para el fútbol filarmónico. Pero en este caso, gracias a los espacios regalados, el equipo europeo se lució con una goleada que quedará en la historia. Klose y Friedrich le bajaron el telón al partido con sus anotaciones, a los 22 y 28 minutos del segundo tiempo. Eso fue la despedida simbólica de la Argentina, que estaba resignada a su espantoso extravío. Klose, en el cierre, decoró el resultado con otro toque sublime.



Caídos Brasil y la Argentina, se les abre el paso a los europeos. El Mundial seguirá, aunque en la Argentina ya es asunto terminado. Era el Mundial de Messi. Era el Mundial de la Argentina. La tristeza y la desilusión escenifican un final inesperado.





© Escrito por Nicolás Balinotti y publicado por el Diario La Nación de la Ciuad Autónoma de Buenos Aires el sábado 3 de Julio de 2010


viernes, 2 de julio de 2010

Por Amor a Vos... Diego... De Alguna Manera...

Por amor a Diego, Nápoles usa los colores argentinos...

APOYO. Banderas argentina en los balcones de Napoles. (La Repubblica Napoli)

La ciudad amaneció repleta de banderas argentinas y pintadas dedicadas a Maradona. "Nos dio tanto que nosotros esperamos que la Copa del Mundo termine en Argentina", aseguran sus fanáticos. Y sueñan con la vuelta del ídolo como técnico.

El tiempo pasa a una velocidad que a veces resulta digna de un Fórmula 1. Ya son 18 años los que pasaron desde que Maradona decidió dejar Napoli, el club al que más satisfacciones le dio, el mismo al que llevó a lo más alto en la Serie A (obtuvo dos Scudettos) y puso a la altura de los poderosos de Europa.

Pero en Nápoles no se olvidan de él y, al igual que en el Mundial de Italia 90 y otras tantas ocasiones, salieron a respaldarlo. Así, a dos días del duelo frente a Alemania, la ciudad amaneció vestida de celeste y blanco, con sus barrios populares enarbolando la bandera argentina y sus muros antiguos y resquebrajados cubiertos por pintadas dedicadas a Diego.

BANDERA. Una Nápoles albiceleste. (La Repubblica Napoli)

"Vamos Diego hasta la victoria", "Diego está en nuestra sangre" y "Diego Campeón" fueron algunas de las leyendas escritas sobre las paredes, mientras banderas argentinas asomaban en casi todos los balcones de Forcella, Sanitá y los otros barrios populares de la ciudad.

El fenómeno alcanzó una explosión tan especial que el noticiero de la RAI del horario central, el más seguido por los italianos, le dedicó un servicio especial, con entrevistas a napolitanos que, sin excepción, expresaron su fe de que "Diego vuelva un día a conducir a Napoli".

DETALLE. En una de las banderas, el ídolo que nunca se olvida. (La Repubblica Napoli)

"Nos dio tanto que nosotros esperamos ahora que la Copa del Mundo termine en Argentina, haciendo también felices a los habitantes de Nápoles", fue uno de los tantos testimonios difundidos por el canal de televisión en su recorrido por las calles de la ciudad vestida de fiesta.


Pero esta increíble demostración de cariño volverá a repetirse el próximo sábado, cuando se juegue el partido. Ahí, se prevé que la ciudad se paralizará para permitir que los napolitanos puedan hacer lo que siempre hicieron y, parece, nunca dejarán de hacer: alentar a Maradona.

© Publicado en el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el jueves 1º de Julio de 2010.